Nunca había ido pero en la época de la crisis inmobiliaria donde el paro se puso por las nubes, conocí de casualidad a una chica universitaria que los padres apenas podían pagarle nada y a mí me había tocado destino en la ciudad donde estudiaba durante unos tres años con lo que tuve que coger un alquiler ya que estaba a más de 200km de mi lugar de residencia.
Soy muy tikismikis con las edades, pero nos caímos bien. Como se notaba la diferencia de edad y me sentía incómodo, nunca me pidió para salir a cenar y todo eso, así que solíamos quedar en mi piso y luego yo la llevaba a la residencia o bien se quedaba a dormir. Solía darle un dinero cada semana, le llenaba el frigórifico, el billete para ir o volver a casa durante las vacaciones, libros que necesitaba, algún capricho de ropa... cosas así.
Gracias a que tenía un sobresueldo que cobraba en cash para no tener que justificar cargos en cuenta.
Luego en la cama era bastante agradecida, no era una amante excepcional pero para un tipo como yo que ya estaba en los cuarenta, y donde el sexo empezaba a escasear en casa, acariciar la piel de una chica de 19-20 años era la leche. Me contó que tenía una amiga en su situación económica que se había metido en una sala de masajes y no lo estaba pasando bien ya que había mucho tarado, y que ella solo quería lo suficiente para salir del paso y le asustaba un poco dedicarse más a fondo. De hecho yo siempre la animaba a esforzarse en los estudios.
Lo último que supe de ella era que ya estaba en un hospital trabajando de enfermera. Me alegré. Sé que fue aprovecharme de las circunstancias pero intenté siempre ser muy respetuoso con ella, algo que me reconoció y hasta agradeció cuando lo dejamos, aunque supongo que para chica joven no era agradable estar en la cama con un tipo que podía ser su padre.