Juntaletras
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- 21 Oct 2024
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Tenía esto bastante abandonado, pero necesito contar una historia que seguramente a vosotros os parezca muy morbosa y que me sucedió hace relativamente poco.
Os pongo un poco en contexto para que entendáis la situación, de donde viene y todo y las relaciones entre personajes. Obviamente voy a intentar maquillar, disimular o cambiar algunos detalles para que, si alguien conocido lee esto, no ate cabes y acabe por descubrirme.
Siempre hemos sido el mismo grupo de amigos desde la época del instituto. Durante años se han ido sumando y saliendo diferentes caras, pero el grueso y núcleo se consiguió mantener hasta ahora. Hace bastantes años, nuestro grupo empezó a hacer planes muy asiduamente con otra pandilla de chicas. Al principio fue una relación de conveniencia, para hacer planes en los que se necesitaba un grupo grande para cubrir gastos o directamente llegar a un número mínimo de personas, pero posteriormente surgieron relaciones entre ambos grupos que hicieron que dos grupos acabasen fusionados en uno solo. Básicamente seguíamos siendo el mismo grupo de chicos, solo que muchas de las quedadas se hacían con las novias de amigos y las amigas de estas.
Uno de mis mejores amigos, Daniel, comenzó entonces con una chica, Lorena. A Lorena, antes de fusionar ambos grupos, la conocía únicamente de vista del barrio. Vive a escasas calles de mi y la solía ver sacando al perro o paseando con sus padres. Hablo, claro está, de época de cuando teníamos 14-15 años. Siempre había sido una chica poco llamativa, muy delgada, aunque bastante alta, con gafas y que se solía maquillar poco. De más pequeña incluso algo amachorrada. Entre los 18-20 años ella comenzó a coger algo de peso y con ello a mejorar sus formas corporales. Los pechos le crecieron bastante y las caderas y el culo se le acentuaron. Pasó de ser una huesuda a tener una retención de líquidos que, si bien no hacían un cuerpo de top model, le hacía bastante llamativa cuando se vestía con ropa ceñida. Hablo de retención de líquidos porque ella achacaba ese cambio a un efecto secundario al tomar la píldora. Empezó con Daniel sobre esa época 19-20 y estuvieron bastantes años juntos. Era una relación que tenía sus altibajos. Discutían bastante, pero se les notaba una complicidad notable. Pasaban de estar como el perro y el gato a no parar de reír y hacerse carantoñas. Y follaban. Sí algo caracterizaba a ambos, por conversaciones que solían salir en charlas relajadas, es que el sexo era un pilar fundamental de la pareja. A veces Lorena, que siempre ha tenido una actitud algo infantil y desvergonzada ante la vida, se pasaba de frenada y contaba más de un detalle que a Daniel le molestaba. No lo decía muy enfadado, pero se notaba que no le gustaba que por ahí se aireasen sus intimidades.
Aún así, entre copa y copa, a veces se escapaba algún detalle que, para oídos hábiles, daba pie a bastantes fantasías posteriores. Lorena no era mi preferida en el grupo, pero siempre pensé que tenía algo.
Hace unos años, la relación de aquel grupo empezó a sufrir desgaste. Tanto entre los propios amigos, como en las relaciones de pareja. No sé si fueron efectos de la pandemia, pero las relaciones se empezaron a fragmentar y se formaron pequeños grupos. De cervezas cada viernes y saber la vida de cada uno de los miembros del grupo pasamos a quedadas cada vez mas escalonadas en el tiempo, generalmente fechas especiales, como cumpleaños, y en las que rara vez conseguíamos juntarnos todos.
Dicho de otra manera, cada uno hizo su vida y mantenía un vínculo con el resto mas por el qué dirán y el peso de los años vividos que porque realmente tuvieran interés en tenerlo. Yo cambié de trabajo, a una zona comercial, y mi horario varió. Curraba mas fines de semana y libraba entre diario. Empecé a conocer a otra gente y a frecuentar otros sitios. Seguíamos manteniendo el mismo grupo de Whatsapp pero las conversaciones se limitaban a memes y emoticonos de risa de vez en cuando. Seguía viendo a Daniel de vez en cuando en el gimnasio. Él también parecía haber encontrado otro grupo de gente, mas deportista, con la que se juntaba y hacía planes los fines de semana. Aunque siempre teníamos tiempo para parar y contarnos un poco.
Fue una noche de sábado, saliendo mientras cerraba la zona comercial, cuando me crucé con Lorena. Vestía un vaquero ceñido de un azul oscuro y una chaqueta de cuero negra. Caminaba apretándose la chaqueta, con ambas manos cruzadas sobre el pecho y la cabeza medio agachada. Tenía frío. La llamé. La acerqué a casa. Llevaba algo mas de un año sin coincidir con ella.
Por el camino me fue contando que Daniel la había dejado hacía un mes. No entendía el porqué, fue muy raro. Algo que extraña en un tipo como él, muy abierto a dar explicaciones o argumentar cada decisión que tomaba en su vida. También, que en ese tiempo se había puesto aparato, que había conseguido corregir su sonrisa dandole un aspecto brutal, de anuncio de chicles, y que había empezado a tirar de vida sana. No fumaba, comía decente y hacía ejercicio para mantenerse. Y se notaba. Lorena era de esas que cogía o perdía peso con facilidad. Uno de esos físicos que con algo de trabajo, no demasiado, conseguía ser esbelto y estilizado.
Paré el motor en la puerta de su casa. No se bajó. Estuvimos un rato mas charlando. Extrañaba esa vitalidad, esa alegría, esa desinhibición que siempre había tenido y que hacía que no le costase nada hacer el tonto. Ahora trabajaba de encargada en una tienda de ropa. No la iba mal, pero no era el trabajo de sus sueños. Nos despedimos con dos besos y habiendo quedado en que compartiríamos coche para ir a trabajar a partir de entonces.
(Públicamente no pondré nada, pero por privado podéis preguntar todos los detalles que deseéis de la historia. Sí veo que tiene buena acogida la sigo desarrollando.)
Os pongo un poco en contexto para que entendáis la situación, de donde viene y todo y las relaciones entre personajes. Obviamente voy a intentar maquillar, disimular o cambiar algunos detalles para que, si alguien conocido lee esto, no ate cabes y acabe por descubrirme.
Siempre hemos sido el mismo grupo de amigos desde la época del instituto. Durante años se han ido sumando y saliendo diferentes caras, pero el grueso y núcleo se consiguió mantener hasta ahora. Hace bastantes años, nuestro grupo empezó a hacer planes muy asiduamente con otra pandilla de chicas. Al principio fue una relación de conveniencia, para hacer planes en los que se necesitaba un grupo grande para cubrir gastos o directamente llegar a un número mínimo de personas, pero posteriormente surgieron relaciones entre ambos grupos que hicieron que dos grupos acabasen fusionados en uno solo. Básicamente seguíamos siendo el mismo grupo de chicos, solo que muchas de las quedadas se hacían con las novias de amigos y las amigas de estas.
Uno de mis mejores amigos, Daniel, comenzó entonces con una chica, Lorena. A Lorena, antes de fusionar ambos grupos, la conocía únicamente de vista del barrio. Vive a escasas calles de mi y la solía ver sacando al perro o paseando con sus padres. Hablo, claro está, de época de cuando teníamos 14-15 años. Siempre había sido una chica poco llamativa, muy delgada, aunque bastante alta, con gafas y que se solía maquillar poco. De más pequeña incluso algo amachorrada. Entre los 18-20 años ella comenzó a coger algo de peso y con ello a mejorar sus formas corporales. Los pechos le crecieron bastante y las caderas y el culo se le acentuaron. Pasó de ser una huesuda a tener una retención de líquidos que, si bien no hacían un cuerpo de top model, le hacía bastante llamativa cuando se vestía con ropa ceñida. Hablo de retención de líquidos porque ella achacaba ese cambio a un efecto secundario al tomar la píldora. Empezó con Daniel sobre esa época 19-20 y estuvieron bastantes años juntos. Era una relación que tenía sus altibajos. Discutían bastante, pero se les notaba una complicidad notable. Pasaban de estar como el perro y el gato a no parar de reír y hacerse carantoñas. Y follaban. Sí algo caracterizaba a ambos, por conversaciones que solían salir en charlas relajadas, es que el sexo era un pilar fundamental de la pareja. A veces Lorena, que siempre ha tenido una actitud algo infantil y desvergonzada ante la vida, se pasaba de frenada y contaba más de un detalle que a Daniel le molestaba. No lo decía muy enfadado, pero se notaba que no le gustaba que por ahí se aireasen sus intimidades.
Aún así, entre copa y copa, a veces se escapaba algún detalle que, para oídos hábiles, daba pie a bastantes fantasías posteriores. Lorena no era mi preferida en el grupo, pero siempre pensé que tenía algo.
Hace unos años, la relación de aquel grupo empezó a sufrir desgaste. Tanto entre los propios amigos, como en las relaciones de pareja. No sé si fueron efectos de la pandemia, pero las relaciones se empezaron a fragmentar y se formaron pequeños grupos. De cervezas cada viernes y saber la vida de cada uno de los miembros del grupo pasamos a quedadas cada vez mas escalonadas en el tiempo, generalmente fechas especiales, como cumpleaños, y en las que rara vez conseguíamos juntarnos todos.
Dicho de otra manera, cada uno hizo su vida y mantenía un vínculo con el resto mas por el qué dirán y el peso de los años vividos que porque realmente tuvieran interés en tenerlo. Yo cambié de trabajo, a una zona comercial, y mi horario varió. Curraba mas fines de semana y libraba entre diario. Empecé a conocer a otra gente y a frecuentar otros sitios. Seguíamos manteniendo el mismo grupo de Whatsapp pero las conversaciones se limitaban a memes y emoticonos de risa de vez en cuando. Seguía viendo a Daniel de vez en cuando en el gimnasio. Él también parecía haber encontrado otro grupo de gente, mas deportista, con la que se juntaba y hacía planes los fines de semana. Aunque siempre teníamos tiempo para parar y contarnos un poco.
Fue una noche de sábado, saliendo mientras cerraba la zona comercial, cuando me crucé con Lorena. Vestía un vaquero ceñido de un azul oscuro y una chaqueta de cuero negra. Caminaba apretándose la chaqueta, con ambas manos cruzadas sobre el pecho y la cabeza medio agachada. Tenía frío. La llamé. La acerqué a casa. Llevaba algo mas de un año sin coincidir con ella.
Por el camino me fue contando que Daniel la había dejado hacía un mes. No entendía el porqué, fue muy raro. Algo que extraña en un tipo como él, muy abierto a dar explicaciones o argumentar cada decisión que tomaba en su vida. También, que en ese tiempo se había puesto aparato, que había conseguido corregir su sonrisa dandole un aspecto brutal, de anuncio de chicles, y que había empezado a tirar de vida sana. No fumaba, comía decente y hacía ejercicio para mantenerse. Y se notaba. Lorena era de esas que cogía o perdía peso con facilidad. Uno de esos físicos que con algo de trabajo, no demasiado, conseguía ser esbelto y estilizado.
Paré el motor en la puerta de su casa. No se bajó. Estuvimos un rato mas charlando. Extrañaba esa vitalidad, esa alegría, esa desinhibición que siempre había tenido y que hacía que no le costase nada hacer el tonto. Ahora trabajaba de encargada en una tienda de ropa. No la iba mal, pero no era el trabajo de sus sueños. Nos despedimos con dos besos y habiendo quedado en que compartiríamos coche para ir a trabajar a partir de entonces.
(Públicamente no pondré nada, pero por privado podéis preguntar todos los detalles que deseéis de la historia. Sí veo que tiene buena acogida la sigo desarrollando.)