Lo digo en serio: lo mío no son las fantasías románticas ni dulces. Lo que me corre por la cabeza es bastante más oscuro, y hasta me da vergüenza contarlo.
La más fuerte… imaginarme con los ojos vendados, atada, completamente a merced. Que me abran las piernas, que no tenga ni voz ni voto y que hagan conmigo lo que quieran, uno tras otro, como si no fuera más que un cuerpo para usar. Me calienta que en esa fantasía me insulten, que me digan lo guarra que soy, que me follen sin compasión.
Lo pienso y me corro sin tocarme. Es turbio, lo sé, pero es lo único que consigue callar mi cabeza por un rato.
Y ahora lo lanzo aquí: ¿soy la única mujer que tiene estos morbos tan jodidos? ¿O hay más que se callan lo que de verdad les pone?”