Hola, soy nuevo aquí y quería contar una anécdota que me ocurrió hace ya unos años. De entrada aviso que es una anécdota bastante “light”, pero en su momento me dio su morbo (aunque no me ocurrió a mí directamente) y quería compartirla y saber si alguien tiene anécdotas similares.
Esto ocurrió cuando tenía 21 o 22 años, en aquella época yo y David, uno de mis mejores amigos al que conozco desde la escuela (íbamos al mismo curso), teníamos un buen grupo de amigos y amigas más o menos de nuestra misma edad con los que solíamos salir de fiesta. Entre ellos estaba Elena, una chica que, sinceramente, no me caía muy bien, me parecía una tía un poco basta y choni, y ella y yo sólo coincidíamos cuando estábamos con más gente. Pero Elena y David sí que se llevaban muy bien a pesar de que también eran muy diferentes, y fueron muy amigos durante unos años. Además de las quedadas en grupo, ellos dos también quedaban a menudo por su cuenta, aunque nunca llegaron a liarse ni pasó nada entre ellos, más allá de la anécdota que voy a contar.
A finales de ese verano, David me dijo para ir de camping un fin de semana. Era un camping de playa con una discoteca al lado al que ya habíamos ido varias veces ese verano y el anterior con todo nuestro grupo de amigos (unas 10-15 personas aproximadamente), pero en aquella ocasión solamente seríamos yo, David y Elena. Además, aquel finde la discoteca organizaba una fiesta de la espuma. Fuimos en coche, llegamos, montamos la tienda (como éramos tres, dormiríamos todos en la misma) y por la noche fuimos a la disco. Estuvimos bebiendo un cubata tras otro como de costumbre, hasta que yo, que era el menos juerguista de los tres, me cansé y les dije que me volvía al camping. Llegué a la tienda, me limpié un poco la espuma, me puse el pijama y me eché a dormir. Ellos llegaron un buen rato después, los dos muy borrachos, andando cogidos por el hombro, riendo y cantando a pleno pulmón, a pesar de que estaba prohibido en el camping hacer ruido en horas nocturnas. Yo ya estaba más o menos sobrio e intenté poner un poco de calma; ellos empezaron también a limpiarse la espuma, Elena se cambió fuera de la tienda, y se puso encima un pijama que, no llevando sujetador, recuerdo que se le marcaban perfectamente los pezones (por cierto, tenía las tetas bastante grandes). Total, me eché de nuevo para dormir, Elena hizo lo mismo al otro lado de la tienda, y luego David se tumbó entre los dos. Aunque dentro de la tienda estaba muy oscuro y no se veía casi nada, me di cuenta por su silueta que David estaba completamente desnudo, bocarriba. Me sorprendí un poco porque normalmente mi amigo es bastante pudoroso con el tema de la desnudez, pero claro, en ese momento estaba borracho como una cuba. Le dije divertido:
- Tío, David, ¿qué haces en pelotas? Tápate, o cuando entre un poco de luz Elena te verá la picha.
A su otro lado Elena seguía medio despierta, me oyó y se dio cuenta de lo que pasaba. Se rió y poniendo voz sensual le dijo:
- David, enséñamela…quiero verla…
Al final mi amigo se echó por encima una sábana, y los tres enseguida nos quedamos dormidos por el agotamiento. Nos despertamos unas pocas horas después, cuando la luz del sol ya iluminaba el interior de la tienda. Empezamos a hablar y aunque ya no estaban borrachos, se notaba que los dos aún iban un poco “alegres”. David seguía cubierto sólo por la sábana, y se puso de pie (lo que el techo de nuestra tienda le permitía) con la sábana atada alrededor de la cintura, con la intención de ponerse los calzoncillos por debajo (o quizá el bañador, no recuerdo si el plan era ir a la playa). Entonces presencié un momento muy morboso cuando Elena, que estaba sentada frente a él, empezó a tirar de la sábana riéndose, al principio en plan de coña pero enseguida se animó y empezó a estirar en serio con la intención de quitársela, y él tuvo que agarrar la sábana con todas sus fuerzas para no quedarse en pelotas delante de su amiga. Estuvieron así unos dos o tres minutos, y con el forcejeo se movían tanto que se tambaleaban y hacían que nuestra pequeña tienda temblara. Los dos se reían mucho con aquel juego tan morboso, mi amigo gritando “¡¡NOOO!!” cuando en un par de ocasiones ella casi consigue verle la polla. Yo observaba todo aquello divertido, dudando de si ayudarla a ver desnudo a David sólo para después poder reírme de él, pero me mantuve al margen. Al final David no acabó en pelotas (ya he dicho que es una anécdota bastante light) pero entre tanto frenesí los dos acabaron cayendo al suelo, ella encima de él y con la sábana entre ellos. Los dos aún se partían de risa, y me di cuenta de que cuando Elena se incorporaba apoyó descaradamente una mano sobre la entrepierna de David.
Luego estarían un tiempo riéndose de aquello varias veces y lo comentaron con los demás, Elena recalcando divertida que casi llegó a verle el nabo a su mejor amigo.
Cuando al día siguiente nos íbamos del camping y fuimos a pagar, el recepcionista nos dijo muy serio que varios campistas se habían quejado de nosotros por el ruido que hicimos durante la noche, y que teníamos vetado volver a ese camping. No fue un farol, porque David y yo intentamos volver como seis años después de aquello y aún estábamos fichados.
Esto ocurrió cuando tenía 21 o 22 años, en aquella época yo y David, uno de mis mejores amigos al que conozco desde la escuela (íbamos al mismo curso), teníamos un buen grupo de amigos y amigas más o menos de nuestra misma edad con los que solíamos salir de fiesta. Entre ellos estaba Elena, una chica que, sinceramente, no me caía muy bien, me parecía una tía un poco basta y choni, y ella y yo sólo coincidíamos cuando estábamos con más gente. Pero Elena y David sí que se llevaban muy bien a pesar de que también eran muy diferentes, y fueron muy amigos durante unos años. Además de las quedadas en grupo, ellos dos también quedaban a menudo por su cuenta, aunque nunca llegaron a liarse ni pasó nada entre ellos, más allá de la anécdota que voy a contar.
A finales de ese verano, David me dijo para ir de camping un fin de semana. Era un camping de playa con una discoteca al lado al que ya habíamos ido varias veces ese verano y el anterior con todo nuestro grupo de amigos (unas 10-15 personas aproximadamente), pero en aquella ocasión solamente seríamos yo, David y Elena. Además, aquel finde la discoteca organizaba una fiesta de la espuma. Fuimos en coche, llegamos, montamos la tienda (como éramos tres, dormiríamos todos en la misma) y por la noche fuimos a la disco. Estuvimos bebiendo un cubata tras otro como de costumbre, hasta que yo, que era el menos juerguista de los tres, me cansé y les dije que me volvía al camping. Llegué a la tienda, me limpié un poco la espuma, me puse el pijama y me eché a dormir. Ellos llegaron un buen rato después, los dos muy borrachos, andando cogidos por el hombro, riendo y cantando a pleno pulmón, a pesar de que estaba prohibido en el camping hacer ruido en horas nocturnas. Yo ya estaba más o menos sobrio e intenté poner un poco de calma; ellos empezaron también a limpiarse la espuma, Elena se cambió fuera de la tienda, y se puso encima un pijama que, no llevando sujetador, recuerdo que se le marcaban perfectamente los pezones (por cierto, tenía las tetas bastante grandes). Total, me eché de nuevo para dormir, Elena hizo lo mismo al otro lado de la tienda, y luego David se tumbó entre los dos. Aunque dentro de la tienda estaba muy oscuro y no se veía casi nada, me di cuenta por su silueta que David estaba completamente desnudo, bocarriba. Me sorprendí un poco porque normalmente mi amigo es bastante pudoroso con el tema de la desnudez, pero claro, en ese momento estaba borracho como una cuba. Le dije divertido:
- Tío, David, ¿qué haces en pelotas? Tápate, o cuando entre un poco de luz Elena te verá la picha.
A su otro lado Elena seguía medio despierta, me oyó y se dio cuenta de lo que pasaba. Se rió y poniendo voz sensual le dijo:
- David, enséñamela…quiero verla…
Al final mi amigo se echó por encima una sábana, y los tres enseguida nos quedamos dormidos por el agotamiento. Nos despertamos unas pocas horas después, cuando la luz del sol ya iluminaba el interior de la tienda. Empezamos a hablar y aunque ya no estaban borrachos, se notaba que los dos aún iban un poco “alegres”. David seguía cubierto sólo por la sábana, y se puso de pie (lo que el techo de nuestra tienda le permitía) con la sábana atada alrededor de la cintura, con la intención de ponerse los calzoncillos por debajo (o quizá el bañador, no recuerdo si el plan era ir a la playa). Entonces presencié un momento muy morboso cuando Elena, que estaba sentada frente a él, empezó a tirar de la sábana riéndose, al principio en plan de coña pero enseguida se animó y empezó a estirar en serio con la intención de quitársela, y él tuvo que agarrar la sábana con todas sus fuerzas para no quedarse en pelotas delante de su amiga. Estuvieron así unos dos o tres minutos, y con el forcejeo se movían tanto que se tambaleaban y hacían que nuestra pequeña tienda temblara. Los dos se reían mucho con aquel juego tan morboso, mi amigo gritando “¡¡NOOO!!” cuando en un par de ocasiones ella casi consigue verle la polla. Yo observaba todo aquello divertido, dudando de si ayudarla a ver desnudo a David sólo para después poder reírme de él, pero me mantuve al margen. Al final David no acabó en pelotas (ya he dicho que es una anécdota bastante light) pero entre tanto frenesí los dos acabaron cayendo al suelo, ella encima de él y con la sábana entre ellos. Los dos aún se partían de risa, y me di cuenta de que cuando Elena se incorporaba apoyó descaradamente una mano sobre la entrepierna de David.
Luego estarían un tiempo riéndose de aquello varias veces y lo comentaron con los demás, Elena recalcando divertida que casi llegó a verle el nabo a su mejor amigo.
Cuando al día siguiente nos íbamos del camping y fuimos a pagar, el recepcionista nos dijo muy serio que varios campistas se habían quejado de nosotros por el ruido que hicimos durante la noche, y que teníamos vetado volver a ese camping. No fue un farol, porque David y yo intentamos volver como seis años después de aquello y aún estábamos fichados.
Última edición: