Alex, un encuentro ambiguo

David777

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Durante un tiempo viví en el centro de Madrid. Una zona repleta de bares y gente desconocida que viene de otros barrios y otras ciudades para pasarlo bien. Era imposible conocer todos los locales de la zona.

El Ricks’ era uno de esos sitios en los que yo nunca había entrado cuando me citó allí Andrea, mi encantadora jefa para prestarme un terminal de teléfono viejo que tenía en su casa, ya que el mío había reventado contra el suelo esa mañana e iba a estar incomunicado por unos días sino me hacía con otro.

El local estaba a dos o tres manzanas de mi casa. Esperaba encontrar una réplica del restaurante de la película Casablanca ya que el sitio tenía el mimo nombre, pero dentro descubrí un pub moderno de diseño muy atrevido con todo tipo de sombreros pegados en el techo donde daban juego a las luces creando distintos ambientes acogedores.

Encontré a mi jefa apoyada en la barra delante de una copa de vino blanco. Me dio dos besos y le pidió a la camarera, a quien llamó por su nombre, Cris, que me sirviera una cerveza. “Vaya”, pensé, “mi jefa debe ser habitual de este local si conoce por su nombre a los camareros”.

Mientras Andrea me tendía el teléfono de préstamo aprovechamos para comentar algunos temas de trabajo que teníamos pendientes con una campaña de publicidad de un cliente que no acababa de arrancar. El tema me aburría enormemente y me distraje mirando la decoración del Ricks’ y el resto de fauna humana que a aquellas horas de la tarde empezaba a llenar el local.
 
Fue entonces cuando vi a Alex. En la misma barra, justo detrás de Andrea, hablando con la camarera Cris, apoyando sus codos en el mostrador y poniéndose de puntillas para acercar mejor su boca al oído de Cris y contándole confidencias mientras movía las caderas al ritmo de la música que sonaba en el bar.

Andrea seguía hablándome de los detalles del nuevo guion para el rodaje del spot de nuestro cliente cuando se percató de que yo, distraído, estaba mirando por encima de su hombro a aquella persona. Mi jefa se giró para ver de quién se trataba y regresó a mí con una sonrisa

- ¿Quieres que te presente? Es Alex, una persona encantadora. Hacía tiempo que no venía por aquí.

- Vale – le dije mientras yo seguía mirando su culo moviéndose al ritmo de la música.

Era guapísima. O guapísimo. Una belleza andrógina que no me permitía adivinar si se trataba de un chico o de una chica. Una figura ambigua, de piel caoba y ojos azules de bailarina turca. O de piel caoba y ojos azules de Rey del desierto. Una belleza de juventud perturbadora que enseguida despertó en mí un deseo erótico transfigurado y confuso.

Nos presentó a ambos mientras sonaba, atronador, el Let’s dance de mi tocayo Bowie.

- Te llamas David, como Bowie ¿Te gusta Bowie? – me preguntó mientras no dejaba de balancear sus caderas y ladeaba, sexy, su cuello.

- Sí, claro – contesté embobado por el movimiento de sus caderas al bailar.

Andrea se levantó del taburete, lanzó un beso a Cris, la camarera, y dio otro en la mejilla de Alex.

- Bueno, os dejo que voy con prisa- Dijo. Se acercó a mi oído riendo mientras me daba mi beso de despedida -Te advierto que Alex siempre va caliente. Como le gustes te va a intentar comer, eh –– ¡y sé de lo que hablo por experiencia! – me guiñó un ojo mientras se iba.
 
Cuando Andrea se fue pedí otra coca cola para Alex y otra cerveza para mí y nos quedamos en la barra hablando. Yo sólo tenía una cosa en mi confusa cabeza entonces. No podía pensar en otro tema que no fuera conocer el sexo de Alex.

- ¿Pero Alex es nombre de chico o de chica? – pregunté.

- Es nombre de chico y de chica. Hay chico que se llaman Alex y hay chicas que se llaman Alex. Seguro que conoces de los dos casos, ¿verdad? – él o ella me vacilaba claramente, sin parar de mover su cuello, sus brazos y su cuello al ritmo de la música.

Claro que yo conocía los dos casos. Mi tía Alex que vivía en Colombia, o el portero de mi equipo de fútbol que se llamaba Alex. No conseguí que cayera en mi trampa y ahí seguía yo sin saber lo que más me interesaba en ese momento de esa persona, porque mi pene dentro mi pantalón estaba empezando a inquietarse. Pero no podía preguntárselo directamente o quedaría como un gañán ante Alex, y eso era lo último que pretendía.

- Así que eres amigo de Andrea. Es guapísima, qué culo tiene, me fascina su culo ¿te la has tirado ya?

- Es mi jefa. No me tiro a mis jefes.

- Por eso yo no tengo jefes, supongo – y rio con ganas. Cris, desde el otro lado de la barra reía también. Nos estaba escuchando, pero disimulaba limpiando vasos.

- ¿Tú sí te la has follado? – tantee.

- Sí, alguna vez. No sabes cómo se pone cuando le comen ese coño depilado y precioso que tiene tan bien como lo como yo.

Alex reía y yo me quede con cara de estúpido. Mi tanteo no había servido para nada. Dos a cero. El sexo oral a una mujer lo pude hacer de maravilla tanto un chico como una chica. Volvía a la casilla de salida… aunque con ganas de comerme algún día el coño de Andrea, eso sí.
 
Alex seguía bailando sensualmente con su cuerpo ya prácticamente pegado al mío, con su cabeza llena de música, extendiendo los brazos y cerrando los ojos. Un mechón del flequillo a lo garçon de su pelo negro caía sobre su ojo derecho y se lo aparté con delicadeza.

- ¿Te gusta mirarme? – me dijo mientras acercaba aún más su pubis al mío provocándome una erección inmediata que Alex notó perfectamente.

- Ja, ja, ¡Veo que sí, David! – y se apartó para seguir bailando cómodamente.

Yo ya estaba atrapado en su ambigüedad. Mi cabeza bullía con una pulsión que me confundía, me seducía y provocaba en mí lo sublime de la perversión, el sexo de promesas de placer no alcanzables y prohibidas. Alex prometía placer y prometía peligro.

Mi polla seguía dura y Alex la miraba sonriendo. Regresó bailando a mí y se puso de puntillas para acercar su boca a mi oído y me susurró:

- Ven conmigo – me cogió de la mano y me llevó detrás de la barra donde había una puerta que abrió con familiaridad – Cris, no pasa nada, volvemos en un rato.

Entramos en la trastienda, llena de cajas de botellas y dos neveras grandes. Pero había espacio libre suficiente y una alfombra y una mesa con unas sillas que daban un aire de estancia habitable a la habitación. Cerré la puerta a mi espalda y acerqué mi boca a la suya porque aquellos labios ya me tenían vencido.
 
- No, no me beses, ¿qué te has creído? – me dejó completamente planchado y avergonzado – anda, siéntate en esa silla – obedecí.

Entonces Alex se acercó, se arrodilló ante mí y empezó a acariciarme los muslos llegando cada vez más arriba hasta frotar con sus manos mi ya dolorosa erección. Me quité el pantalón para liberar mi dura polla atrapada.

- ¿Tú no te desnudas?

- No hace falta. Quiero chupártela. Desde el primer momento que te vi he querido chupártela.

Puso su boca a la altura de mi verga y con la nariz empezó a jugar con mi glande mientras con las manos acariciaba mi pubis, mi vientre, mis muslos, mis huevos. Cerró los ojos y la deslizó dentro de su boca llena de calor y saliva.

Al cabo de unos segundos la sacó un poco mientras me masturbaba por la base muy suavemente y pasaba sus labios por todo lo largo de mi falo lleno de su saliva. Cuando llegó a la punta sacó la lengua para rodear mi glande con ella y volver a introducirla en su boca hasta metérsela casi en la garganta, mientras sus manos viajaban e investigaban la base de mi escroto y acariciaban mi perineo.

Volvió a sacar mi pene de su boca, lleno de saliva y líquido preseminales. Sus labios volvían a recorrer mi rabo y a ratos miraba hacia arriba para verme la cara de placer que yo tenía gracias a su increíble mamada. Yo estaba en éxtasis, colmado del placer que me estaba dando su boca de chico o de chica.
 
Alex seguía con los expertos movimientos de su boca, de su lengua, de sus manos que acariciaban simultáneamente mis testículos y la puerta de mi ano.

La volvió a sacar mientras seguía masturbándola muy suavemente, empapada de su saliva, dura como el granito.

- ¿Podrás aguantarte? No quiero que te corras todavía – Abrí los ojos para mirar los suyos y apenas podía jadear, en el cenit de un placer absoluto, y balbucee:

- No sé si podré aguantar. No sé si eres chico o chica, pero es la mejor mamada de mi vida.

Me sonrió y volvió a meterse toda mi polla en la boca sin dejar de mirarme a los ojos. Lo mantuvo dentro unos segundos mientras su lengua daba vueltas a mi glande cada vez con mayor fruición y acariciaba mi ano con un dedo juguetón. Cuando volvió con el vaivén y mi polla entraba y salía de la boca de Alex cada vez a mayor velocidad supe que me iba a correr.

El orgasmo fue tan intenso que perdí la noción de la realidad. Mi semen salía expulsado dentro de su boca mientras sus ojos de fuego no dejaban de mirarme y parte del esperma escapaba en una fina línea de la comisura de sus labios.

- Ahora sí puedes besarme – me dijo mostrando el semen que aún conservaba en su boca.


Me la comió como nadie, se fue, no volví a ver a esa persona y nunca supe si Alex era chico o chica. Pero aún continúo masturbándome de vez en cuando recordando aquella mamada en la trastienda del Ricks’.
 
Alex seguía con los expertos movimientos de su boca, de su lengua, de sus manos que acariciaban simultáneamente mis testículos y la puerta de mi ano.

La volvió a sacar mientras seguía masturbándola muy suavemente, empapada de su saliva, dura como el granito.

- ¿Podrás aguantarte? No quiero que te corras todavía – Abrí los ojos para mirar los suyos y apenas podía jadear, en el cenit de un placer absoluto, y balbucee:

- No sé si podré aguantar. No sé si eres chico o chica, pero es la mejor mamada de mi vida.

Me sonrió y volvió a meterse toda mi polla en la boca sin dejar de mirarme a los ojos. Lo mantuvo dentro unos segundos mientras su lengua daba vueltas a mi glande cada vez con mayor fruición y acariciaba mi ano con un dedo juguetón. Cuando volvió con el vaivén y mi polla entraba y salía de la boca de Alex cada vez a mayor velocidad supe que me iba a correr.

El orgasmo fue tan intenso que perdí la noción de la realidad. Mi semen salía expulsado dentro de su boca mientras sus ojos de fuego no dejaban de mirarme y parte del esperma escapaba en una fina línea de la comisura de sus labios.

- Ahora sí puedes besarme – me dijo mostrando el semen que aún conservaba en su boca.


Me la comió como nadie, se fue, no volví a ver a esa persona y nunca supe si Alex era chico o chica. Pero aún continúo masturbándome de vez en cuando recordando aquella mamada en la trastienda del Ricks’.
Magistral !
Gracias mil por compartir
 
Menuda situación 🤣, nunca le preguntaste a tu jefa sobre el o ella?
 
Alex seguía con los expertos movimientos de su boca, de su lengua, de sus manos que acariciaban simultáneamente mis testículos y la puerta de mi ano.

La volvió a sacar mientras seguía masturbándola muy suavemente, empapada de su saliva, dura como el granito.

- ¿Podrás aguantarte? No quiero que te corras todavía – Abrí los ojos para mirar los suyos y apenas podía jadear, en el cenit de un placer absoluto, y balbucee:

- No sé si podré aguantar. No sé si eres chico o chica, pero es la mejor mamada de mi vida.

Me sonrió y volvió a meterse toda mi polla en la boca sin dejar de mirarme a los ojos. Lo mantuvo dentro unos segundos mientras su lengua daba vueltas a mi glande cada vez con mayor fruición y acariciaba mi ano con un dedo juguetón. Cuando volvió con el vaivén y mi polla entraba y salía de la boca de Alex cada vez a mayor velocidad supe que me iba a correr.

El orgasmo fue tan intenso que perdí la noción de la realidad. Mi semen salía expulsado dentro de su boca mientras sus ojos de fuego no dejaban de mirarme y parte del esperma escapaba en una fina línea de la comisura de sus labios.

- Ahora sí puedes besarme – me dijo mostrando el semen que aún conservaba en su boca.


Me la comió como nadie, se fue, no volví a ver a esa persona y nunca supe si Alex era chico o chica. Pero aún continúo masturbándome de vez en cuando recordando aquella mamada en la trastienda del Ricks’.
Muy bueno! Enhorabuena!
 
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