Antonella

Juegue tranquilo no más amigo mío, acá estaremos como siempre. (y)(y)(y)
 
Antonella 3

Mi cuerpo estaba siendo apuntado por una decena de armas. No podía moverme, también tenía claro que ninguno eran hombres de mi hermano Aurelio. Entonces la voz de mi hermano sonó a mi espalda.

• ¿Qué creéis que estáis haciendo en mi territorio?

• Su hermano y Lisandro nos han mandado para protegerle.

• ¿Protegerme de quién?, ¡mi hermana es mi invitada!

Entonces los puntos rojos de mi pecho empezaron a desaparecer poco a poco, Duncan, Erin y Dante habían empezado a actuar. No tardaron en aparecer arrastrando a los hombres que mi hermano Mateo y Lisandro habían mandado a matarme.

• Sois todavía mejores de lo que recordaba – dijo Aurelio mirando a los tres.

Duncan, Erin y Dante sonrieron, entonces Aurelio se acercó a Dante. Los dos se miraron de forma severa, Aurelio estiro su brazo, Dante hizo lo mismo y estrecharon sus brazos.

• Has sido un buen hermano para Antonella, estando a la altura, no como Matteo y yo.

Después de eso, Aurelio se acercó al hombre que había aparcado el coche en frente de la sala de masajes. Este empezó a temblar, no me extrañaba, la figura de mi hermano se hacía mayor y más amenazante según se acercaba a él. Aurelio ni corto ni perezoso agarró del cuello a aquel hombre y después de estamparlo contra el capo del coche le dijo que si volvía a verlos en su territorio, los haría desaparecer. Aquel hombre se montó raudo en el coche y salió quemando rueda, Aurelio me miro y me dijo que estábamos invitados a su casa.

• ¿Estas seguro hermano?

• Chiara y las niñas están deseando conocerte, hermanita.

Un todoterreno se detuvo delante de nosotros, todos nos montamos en él, Duncan miraba a todos lados constantemente, entonces mi hermano con una sonrisa le dijo.

• Duncan, ¿tú no descansas nunca?

• Ya me conoces, de formación profesional.

Los dos estallaron en una ruidosa risa, al final todos nos contagiamos. Mi risa duró poco, en mi mano tenía la fotografía de Isabella, cada minuto que me encontraba lejos de ella, era como si me quitaran una parte de mi vida. Aurelio se dio cuenta y me cogió la mano, estaba descubriendo una faceta de mi hermano que desconocía, una cercana y cariñosa. No tardamos mucho en llagar a su casa, era grande, pero nada ostentosa comparada a la del abuelo.

En la entrada nos esperaban una mujer muy hermosa que aparentaba mi misma edad y dos mujercitas igual de guapas que su madre.

• Las tres son preciosas – dije mirando a mi hermano.

• Sí que lo son – dijo mi hermano lleno de orgullo.

Chiara se presentó a cada uno de nosotros y después llego el turno de mis sobrinas, estas estaba muy cohibidas, pero cuando llegaron a mí se presentaron con una gran sonrisa. Chiara nos enseñó la casa y nuestras habitaciones, nos dieron tiempo para ducharnos. Cuando todos salimos de nuestras habitaciones, la cena ya estaba preparara, esperando a que nos sentáramos en la mesa para ser servida. Durante la cena hablamos de cosas banales, la conversación cambio cuando Chiara les dijo a sus hijas que era tarde y tenían que ir a dormir.

Mis sobrinas se quejaron un poco, pero obedecieron a su madre, después de despedirse de todos, se acercaron a mí, me dieron dos besos cada una en la mejilla y se despidieron con una sonrisa. Mire a mi alrededor, todos estaban serios, entonces fue Dante quien empezó a hablar.

• Lo que no entiendo es, ¿por qué arriesgarse a matar a Antonella en tu territorio?

• Esto no ha sido, cosa de Matteo, sino de Lisandro – dije.

• ¿Cómo? – pregunto Dante.

Aurelio se levantó para prepararse una copa y empezó a hablar, él tenía la certeza de que el que movía los hilos en la sombra era Lisandro, Matteo era un pobre imbécil demasiado ciego intentando quedarse con todo el poder para darse cuenta de que tenía a su enemigo dentro de sus murallas. Tal vez tendría que haber leído la obra de Troya, para darse cuenta de ello. Aurelio comentó que Lisandro no le gusto desde el primer momento que lo vio, parecía que aparte de él, solo nuestros padres se dieron cuenta de que detrás de esa amabilidad que mostraba se escondía algo oscuro.

Entonces llegue yo y me enamore de él, según él siempre se preguntó porque el abuelo lo permitió. Aurelio tenía claro que Matteo pretendía utilizarlo para ganar la guerra contra su hermano, pero lo que no se daba cuenta de que el utilizado estaba siendo él. Entonces llego mi embarazo y se temió lo peor, pero se llevó una sorpresa cuando se dio cuenta de que Lisandro intentaba manipularme como lo hacía con Matteo y no lo conseguía.

Aquella noche pudo ver la frustración en la cara de Lisandro y poco después vino lo de aquella infidelidad atroz. Para mí fue un shock saber que era mi hermano quien iba a intervenir y mi padre se lo prohibió, él sabía que de entrar Aurelio no habría quedado títere con cabeza. Pude ver como el vaso que mi hermano sujetaba quedo hecho pedazos por la presión que ejerció su mano sobre él. Chiara se levantó rauda, preocupada por la mano de mi hermano, este la tranquilizo con una sonrisa, entonces me miro y me pregunto.

• ¿Qué le hiciste a tu ex amiga?, desapareció de la ciudad en un abrir y cerrar de ojos – dijo mi hermano.

• Nada, cuando se corrió la voz de que le metí el cañón de mi pistola a uno de mis guardaespaldas, desapareció sin que pudiera hablar con ella.

• ¿Las has buscado?

• No, ella perdió mucho más que yo.

Esa conversación quedó ahí, el resto de la noche la tensión desapareció y empezamos a recordar mejores tiempos entre trago y trago. La verdad es que se nos fue la mano, menuda resaca, teníamos todos al día siguiente, Duncan y Erin tenían que regresar, ahora eran padres de una preciosa niña, pero me prometieron que cuando llegara la hora de la verdad estarían a mi lado. Dante también tenía que regresar, a la mañana recibió una llamada de Lisa, estaba preocupada por mi hermano y después de la enfermedad de esta Dante no quería preocuparla más de la cuenta.

Mi hermano me pregunto que, que haría yo, lo tenía claro, mi intención era tener una tranquila conversación con Matteo para que me dijera donde tenían a mi hija, pero si Matteo no colaboraba la conversación civilizada dejaría de serlo. Matteo no era como Aurelio, era la arrogancia, echa carne y hueso, pero también era un cobarde. Sabía que él no había secuestrado a Isabella, no se atrevería a ir en mi contra o la de mi padre, también estaba segura de que sabía la opinión de Aurelio sobre esto y ya tendría que lidiar con tres enemigos muy cabreados.

Otra cosa que no entendía era la maniobra de Lisandro, me había retirado, algo tramaba Lisandro y mi hermano estaba en el ajo. Aquella noche me di cuenta de que Lisandro no me quiso nunca, una parte de mí lo sabía, pero yo no quería creerlo, estaba tan enamorada de, el que no razonaba, pero él solo quería el poder. Empezaba a pensar que manipulo a Matteo para que este empezara una guerra contra Aurelio, sacando a los dos de la ecuación de mi abuelo.

De esa manera me dejaba el camino libre para que yo me hiciera con todo el poder, el problema es que jamás hice caso de sus consejos, una cosa eran los negocios y otro el placer, él era mi novio y el padre de mi hija no mi consejero. Sabía perfectamente que le molestaba cada vez que ignoraba los consejos que me daba, pero esos consejos iban en detrimento de los ciudadanos. A él no le importaba que muchas personas perdieran su trabajo, intentaba adornármelo, pero yo no estaba dispuesta a llegar a eso habiendo otras soluciones, aunque no fueran lucrativas para nosotros.

Aurelio me volvió a sacar otro café y con él traía una hoja doblada, en ella había escrita una dirección. Mi hermano se sentó a mi lado en el magnífico sofá de la sala de estar, me miro y me dijo.

• Matteo tiene una casa, el límite de mi territorio, sabe que no infringe las normas, pero me cabrea su infantilismo.

• ¿Crees que todavía se encontrara allí?

• Sí, lo tengo vigilado, pareciera que de verdad quiere hablar con nosotros.

• ¿Nosotros?

• Claro, como te dije Isabella, es mi sobrina y no quiero que le ocurra nada.

Pase el día jugando con mis sobrinas, Allegra y Alessandra. Eran gemelas como dos gotas de agua, jugar con ellas me llenaba de paz, pero también hacía que echara de menos a mi querida hija Isabella. Chiara se apuntó a jugar con nosotras, mi cuñada era una mujer impresionante, de origen humilde y con los pies en la tierra. Su carácter era suficientemente fiero como para mantener el mal genio de mi hermano controlado.

Mi hermano podría tener a la mujer que quisiera, pero había pocas mujeres como Chiara, su cuerpo parecía estar cincelado por los dioses, pero tenía un corazón más grande que el planeta tierra. Para cuando nos dimos cuenta ya se hizo de noche, cenamos mientras mis sobrinas le contaban a su padre lo bien que se lo habían pasado jugando con su madre y conmigo. Aurelio reía, el brillo que tenía en sus ojos al mirar a sus hijas, era el mismo que tenía yo cuando miraba a Isabella. Si algo tenía claro era que Aurelio renunciaría a todo, incluso a su propia vida, por proteger a su familia, y yo estaba dispuesta a hacer lo mismo por mi hija.

Note como se miraban mi hermano y mi cuñada, iban a tener una noche movidita. Me preparé un copazo y después de despedirme de mis sobrinas que subían a sus habitaciones, me despedí de mi hermano y Chiara con una sonrisa en el rostro. Mi hermano refunfuñó y con la mirada me reprochaba que fuera una mal pensada, sí, sí, mal pensada. Qué bueno era el whisky de mi hermano, tenía que apuntarme la marca antes de volver a Nápoles junto a Isabella.

El cielo estaba raso y se podían ver las estrellas, cuantas noches pasamos Isabella y yo en las faldas del monte Vesubio mirando las constelaciones. Isabella se sabía el nombre de todas, sin darme cuenta estaba nombrándolas como cuando lo hacíamos juntas. Lágrimas empezaron a brotar de mis ojos, descendiendo por mis mejillas. Me las sequé rauda, no era momento de llorar, sino de actuar, Isabella no necesitaba mis lágrimas, sino que desplegara toda mi destreza.

Una vez terminado el whisky, me sentí tentada a sacarme otro, estaba buenísimo, pero decidí que lo mejor era subirme a mi habitación, si no después de una copa más, tal vez me costara subir las escaleras. Limpie el vaso en la fregadera, empecé a subir las escaleras y unos ruidos muy familiares empezaron a llegar a mis oídos. Eran mi hermano y Chiara demostrándose lo mucho que se amaban, me sentí tentada a espiarlos, pero me di cuenta de que no me hacía falta.

Sus gemidos eran suficientes para encender mi entrepierna, desde la traición de Lisandro y el nacimiento de Isabella, no había vuelto a estar con ningún hombre. Una parte de mí se avergonzaba, me estaba excitando escuchando a mi hermano follar, pero no era eso en realidad. Lo que me excitaba eran los recuerdos de cuando era yo la protagonista de esos gemidos, me deshice de la camisa, desabrochando los botones de uno en uno. Mis pezones estaban tan duros que el simple roce con el sujetador me hacía suspirar.

Cuando libere mis pechos del yugo del sujetador empecé a pellizcarme los pezones, olas de placer recorrían mi cuerpo. Tenía los pezones grandes, cada roce de mis dedos hacía que mi coñito se empezara a inundar. Nadie conocía mi cuerpo mejor que yo, una de mis manos bajo hasta el botón de mi pantalón vaquero y lo desabrocho, su anhelo era llegar hasta mi hinchado y encharcado coñito. Baje mi pantalón poco a poco, recreándome en la silueta que veía en el espejo de cuerpo entero que tenía delante de mí.

Una vez libre de los pantalones, solo unas braguitas negras se interponían entre mi mano y mi placer. Miraba la silueta que se dibujaba en aquel espejo con los ojos entrecerrados por el placer que estaba sintiendo. Cuando mi mano alcanzo su preciado tesoro estalle en un brutal orgasmo, este fue tan fuerte que caí de rodillas al suelo. Todo mi cuerpo temblaba. Me gustaba la Antonella que se reflejaba y me miraba desafiante, no había tenido suficiente, me tumbe en la cama y abriendo mis piernas metí uno de mis dedos en mi coñito. Mis gemidos cada vez eran más altos, después metí el segundo, tuve que morderme la mano para que mi hermano y cuñada no me escucharan expresar el placer que estaba sintiendo. Cuando el tercer dedo entro dentro de mí volví a tener otro orgasmo atronador, lleve mi empapada mano hacia mis pezones que pedían mi atención. No sé cuantos orgasmos tuve esa noche, pero cuando me desperté tuve que abrir las ventanas porque el olor a sexo de esa habitación era tremendo.

Mire a la cama, las sabanas estaban empapadas, me empecé a poner roja, sentía vergüenza de que mi hermano se enterara de que me había estado masturbando toda la noche, entonces tocaron a la puerta, eran del servicio, estaba perdida, mi hermano se enteraría y tendría que escuchar sus mofas durante todo el día. La muchacha del servicio, al ver aquello sonrió, deshizo la cama y mirándome me dijo que sería un secreto, viendo lo avergonzada que me encontraba.

Durante el resto del día aquella muchacha se comportó normal, como si no hubiera ocurrido nada. El día transcurrió entre risas con mis sobrinas, Chiara y mi hermano, no sabían lo agradecida que estaba de lo mucho que me estaban ayudando a sobrellevar la tristeza por la falta de mi hija, llego la tarde y Aurelio me dijo que me vistiera que había reservado una mesa en un restaurante para que pudiéramos hablar con nuestro hermano en un sitio neutral.

Me vestí, elegante, pero cómoda, cuando llegamos él ya se encontraba esperándonos, se le veía tenso, al mirarnos mostró una sonrisa, con una confianza de la que carecía, era consciente que una salida del tiesto y la cosas se complicarían, sobre todo conmigo que estaba para pocas bromas.

• Hola hermanos, os veo bien – dijo Matteo.

• ¡Al grano Matteo!, ¿dónde está mi hija?

• No lo sé – dijo Matteo.

• ¿No lo sabes?, ¡no te creo! – dijo mi hermano Aurelio.

• Pero aunque lo supiera no os lo diría – dijo Matteo riéndose después de escupirme en la cara.

Ese movimiento le costaría caro a mi hermano, me levanté hecha una furia, cogiéndole de la corbata a Matteo le atraje hasta mí, a la misma vez que incrustaba mi puño en su rostro. El golpe fue tan fuerte que termino estampado en una de las mesas que tenía detrás de él, me dirigí hacia donde Matteo se encontraba inconsciente. Todo el restaurante nos miraba asustado, mire a mi hermano y le dije.

• Lo siento Aurelio, seguro que no te dejan volver.

• No te preocupes, soy el dueño.

Cuando llegue donde, Matteo, cogiéndole de la corbata, lo lleve arrastrándolo hasta la salida. Aurelio entendió perfectamente lo que quería hacer, se adelantó y llamo al ascensor, una vez dentro subimos hasta la azotea. Era un edificio alto, para cuando Matteo despertó, se encontraba con los pies apoyados en la esquina de la cornisa y suspendido solo siendo sujetado por la corbata.

• Soltarme de una vez – dijo un asustado Matteo.

• ¿Seguro que quieres eso? – pregunte.

• ¿Dónde está mi hija Matteo?, se me está cansando el brazo.

• No lo sé, os juro que no lo sé – cada vez más asustado.

• Me vas a decir que Lisandro secuestra a Isabella, ¿y tú no sabes nada? – dijo Aurelio.

Mi paciencia ya estaba agotada, deje que la corbata se deslizara ligeramente de mi mano, lo suficiente para que Matteo sintiera que estaba a punto de caer desde un séptimo piso. Pude ver como Matteo se meó en los pantalones, entonces empezó a llorar y soltó una frase que nos dejó a los dos aturdidos.

• Yo no pinto nada, el abuelo y Lisandro son los que mandan.

Aurelio y yo nos miramos, ¿cómo que el abuelo estaba vivo?

Continuara.
 
Antonella una gran mujer, con un gran carácter.
La gran sorpresa, el abuelo vive y está amañado con Lisandro, su plan siempre fue que Lisandro sea el líder y la única manera era que se case con su nieta Antonella, pero la jugada le salió mal y no se imagino que Antonella no se hiba a dejar manejar como un títere.
La otra gran pregunta es desde cuando Matteo sabe la relación del abuelo y Lisandro y porque nunca lo dijo, que obtenía por mantenerse callado?
 
Por cierto, Berserk. Y esto es en plan de guasa. El equipo femenino ha fichado una jugadora de tu R.Sociedad. es en plan de broma,eh.
Ahora en serio, la tranquilidad es saber cómo termina. 😁
 
Pues me vais a pegar ya que es un pensamiento bastante machista. Pero a mí las pelis en las que hay heroína, me cuesta mucho verlas. De hecho todavía ni he visto Wonder Woman, a pesar de que la protagonista es la gran Gala Gadot.
 
Pues me vais a pegar ya que es un pensamiento bastante machista. Pero a mí las pelis en las que hay heroína, me cuesta mucho verlas. De hecho todavía ni he visto Wonder Woman, a pesar de que la protagonista es la gran Gala Gadot.

¿Como?, sacrilegio, para un DCita como yo eso es imperdonable, hecha le un vistazo es una gran película.
 

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