FranRel
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Os voy a contar una historia de relaciones, amistades, celos, sexo, peleas, traiciones… Y os la contaré desde mi punto de vista. Me llamo Fran pero antes de presentarme os contaré quien es Sonia, la musa y protagonista de este relato.
Podríamos decir que quien no conoce a Sonia, cuando la ve piensa dos cosas, que es una mujer sumamente atractiva, pero cuando se intenta hablar con ella, lo que ves es a una chica de trato seco, borde, engreída, chulesca e inaguantable por regla general.
Cuando empezó a trabajar en la empresa donde yo trabajaba, no tardó mucho en dar la nota y hacer méritos para que todos le cogiéramos tirria. Es de esas personas que no admite los errores, y si cometes uno, te machaca públicamente. Es muy exigente con ella misma y con todos, y no tiene ningún tacto en las relaciones sociales. Y es muy inteligente. Esa es la imagen que da a los demás. Bueno, no os la he “pintado” muy bien ¿no? Pero es que esa es la imagen que proyecta a los demás aunque no he hablado aún de algo importante, su aspecto.
Físicamente es de esas mujeres que atraen las miradas allá donde va. De cara es guapa sin ser espectacular, o más bien, no es espectacularmente bella porque siempre tiene un gesto serio y seco que hace que empañe su belleza. Siempre va maquillada al trabajo pero sin pasarse, se maquilla sin que casi se note que está maquillada, tiene esa habilidad.
Es morena y tiene una melena abundante. Sus ojos son grandes, marrones con un toque verdoso. Su nariz es pequeña pero algo puntiaguda y tiene unos labios grandes y sensuales, de esos que te mueres de ganas de besarlos.
Mide sobre el metro setenta más o menos, pero siempre lleva tacones en el trabajo. Y siempre lleva falda o pantalones ejecutivos y camisas o blusas que no muestran ni un poquito de canalillo, pero sí dejan claro que tiene unos senos grandes, potentes. De cuerpo es delgada pero sin pasarse, tiene buenas curvas en la cadera y en los pechos como ya he comentado. Y las faldas y pantalones le hacen un culo fantástico. Y cuando lleva falda, deja ver unas piernas bien moldeadas. Tiene 28 años.
Cuando la ves o te la cruzas, no puedes evitar fijarte en ella y mirarla, llama la atención su físico, su porte, su aplomo, y su forma de andar, segura y, a la vez, sensual aunque no lo hace adrede, se nota que es algo innato en ella. Y es una mujer elegante. Pero su carácter lo empaña todo. En la empresa a nadie le gusta trabajar o charlar con ella. No come con compañeros, alguna vez con jefes pero casi siempre con su novio que trabaja cerca y la recoge. El novio es un tipo muy bien parecido, guapo, atractivo, con buena percha... le pega como pareja, hacen buena pareja.
Sonia es una de las protagonistas principales de esta historia. Ahora me presento yo. Soy Fran, tengo 29 años, mido 1,90 m pero soy de complexión más bien delgada. Me cuido bastante pero no me lo tomo en serio, no soy culturista ni mucho menos, solo lo suficiente para marcar un poquito los músculos. Soy moreno, pelo corto. No soy guapo, alguna chica me ha clasificado como un feo atractivo, y debo serlo porque no suelo tener problemas a la hora de ligar. Y mi "arma" es normalita de grande, entre 16-18cm, pero de grosor sí está por encima de la media, es lo que más les llama la atención a las chicas, de forma muy positiva. No soy de tener relaciones duraderas, al revés, me gusta ir por libre.
Vivo con una compañera de piso, antigua ex y con la que pasé de relación estable a folla-amigos y luego a vivir juntos, la vida da muchas vueltas. Ella es Gema, 24 añitos, es bajita, muy delgada, muy sonriente y atractiva, tetas como unas manzanas (más bien pequeñitas pero muy sugerentes). Hace mucho deporte, casi que se dedica a eso y tiene el cuerpo fibroso, cero grasa, y un pequeño pero redondito y duro culo. A veces es rubia, otras pelirroja, otras a saber de qué color... y en la cama es un volcán, le encanta el sexo y lo disfruta a tope, y luego está muy loca en su día a día. Cuando éramos pareja, me dejó por una chica pero luego ha tenido de todo, le va todo. Le pasa lo mismo que a mí, no es de tener parejas, cambia mucho de opinión y gustos, pero a veces seguimos follando porque la chica es tremenda en la cama, aunque cada vez lo hacemos menos, ahora somos más amigos que otra cosa.
Y esta historia empezó en Madrid. La empresa nos envió a varios compañeros a esa ciudad, a un trabajo en las instalaciones de un cliente. La cosa se complicó y Sonia y yo acabamos pringados hasta arriba. Fuimos los únicos que nos quedamos hasta el final, echando horas extras a punta pala, pero conseguimos terminar con éxito y a tiempo. La experiencia de trabajar a solas con Sonia fue una pesadilla, si de normal era exigente y borde, con estrés era aún mucho peor. Sonia y yo, profesionalmente hablando, éramos del mismo nivel pero ella, por su forma de ser, siempre buscaba imponer sus ideas y mandar, y yo aunque tengo que reconocer que sabe adaptarse a otras ideas cuando se la convence de que son mejores. Esto nos llevó a muchas discusiones y broncas, pero conseguimos terminar el trabajo sin mandarnos a la mierda y sacarnos los ojos, y encima nos llevamos felicitaciones de clientes y jefes.
El día que ya nos teníamos que volver, el cliente insistió en invitarnos a cenar y, a regañadientes porque a ninguno de los dos nos apetecía, nos tuvimos que quedar una noche más. En casi 3 semanas en Madrid, era el primer día que cenaba con Sonia, ni siquiera habíamos salido a comer juntos, de lo cansados que acabábamos el uno del otro. También era verdad que solíamos comer en las instalaciones del cliente, algo rápido mientras seguíamos trabajando, incluido fines de semana.
El día de la cena, tras almorzar algo rápido en la cafetería del cliente y despedirnos de ellos hasta la noche, cogimos un taxi para ir al hotel. Yo estaba destrozado, deseando echarme en la cama y dormir una larga siesta, e iba pensando en ello cuando Sonia interrumpió mis pensamientos preguntándome:
- ¿Qué piensas ponerte para la cena?
- Puessss…. Me pondré uno de los trajes que me he traído, no tengo mucho más aquí
Ella, con cara de cabreo, me replicó:
- Claro, los tíos con el traje lo tenéis todo solucionado, pero yo tengo que ir a comprarme algo, que solo he traído ropa de oficina
Le dije que de acuerdo, que hiciera lo que quisiera, me daba igual, yo solo pensaba en la siesta que me iba a pegar tras tantos días de madrugones y acostarme tarde. Entonces me sorprendió diciendo:
- Ven conmigo y te compras una camisa, que no tendrás ninguna limpia
- Alguna tendré decente
- Mejor te vienes, que estoy harta de ver las tres camisas que te has traído
La miré extrañado por ese comentario pensando que era muy observadora, pero también algo fastidiado por esa intromisión en mis cosas, y le dije:
- Mira, Sonia, estoy muerto, paso de ir de tiendas, necesito echarme un rato
Sonia me miró enfadada, pero ya estaba tan acostumbrado a esas miradas que no me hizo replantearme nada. Pensé que ya habíamos acabado cuando me dijo:
- Si quieres te compro una ¿Qué traje te vas a poner?
- No sé, no lo he pensado… Déjalo, me pondré la que tenga más limpia
Y ahí quedó la conversación. Me fui a mi habitación y me eché en la cama. A las dos horas, me despertaron unos golpes en mi puerta. Abrí y era Sonia. Me dio una bolsa mientras me decía:
- Ponte el traje marengo, es el que mejor te queda. La camisa que te he comprado es para ese traje y te la he dejado para planchar, luego te la suben. La factura de la camisa está dentro de la bolsa, luego me la pagas. No te pongas corbata.
Y se fue, dejándome sin reaccionar, aún medio dormido. Más tarde me trajeron la camisa y cuando me vestí, estuve a punto de no ponerme la camisa por rebote con Sonia, por no darle el gusto, pero es que la camisa me había gustado y me quedaba perfecta, la chica tenía buen ojo para las tallas, y buen gusto. La verdad es que no sabía si era un detalle de ella o que buscaba causar aún mejor impresión a los clientes.
Bajé a la entrada del hotel a esperarla y cuando apareció, provocó que todos los tíos la miráramos, atraía todas las miradas, llevaba un vestido muy ajustado, negro, con la falda a medio muslo, tacones... No enseñaba nada de nada por arriba, ni un pequeño escote, pero mostraba claramente el generoso volumen de sus pechos. Estaba elegante y tremenda, es de ese tipo de mujeres que sabe vestir bien y con gusto. En cuanto me vio, se puso a darme instrucciones para la cena, que decir, por donde enfocar la conversación... Tuve claro que para ella era una cena de negocios, no una celebración de fin de trabajo.
En el taxi, al sentarnos, se le subió un poco la falda y pude ver que no llevaba pantis sino medias de encaje, y eso me puso un montón aunque no me planteaba nada con Sonia, ni de lejos me veía liado con alguien como ella. La miré, seguía muy seria, estresada, repasando cosas que decir a los clientes pero tuve que reconocer que estaba increíble.
La cena fue muy bien, pero a Sonia no se la veía nada relajada. Cuando los clientes querían hablar de tonterías, a ella se le notaba a la legua que le incomodaba ese tipo de conversación, no lo puede evitar. Y cuando le hacían alguna broma o halago, podía ver el esfuerzo que le costaba reír la gracia, la pobre lo estaba pasando mal. Pero en líneas generales, fue muy bien la cena.
Al terminar y despedirnos de los clientes, fui a buscar un taxi para volver al hotel pero Sonia me dijo:
- Fran, estoy muy tensa, que horror de cena
- Ha ido muy bien, hemos causado muy buena impresión
- Estas cosas no se me dan bien, me cuesta mucho adular a la gente y reírme de sus tonterías
Me reí por dentro, anda que se le notaba poco a la pobre. Entonces me dijo:
- Necesito tomarme una copa, conozco un sitio que me gusta de cuando vengo con mi novio
La miré extrañado y ella insistió:
- Venga, vamos a ir
- No, paso, estoy destrozado, necesito dormir durante dos días seguidos
- No, te vienes, yo así no puedo dormir, necesito tomarme algo y relajarme, estoy muy estresada
Ella, como siempre, tajante y exigente. Pensé en las ganas que me daban de mandarla a tomar por culo cuando se ponía en ese plan. Pero entonces me sorprendió diciendo:
- Tú has estado muy bien, ahora en la cena y durante el proyecto, sé que soy difícil de aguantar en el trabajo, pero me he sentido cómoda y confiada trabajando contigo y eso es raro, déjame invitarte a una copa, por favor. Te prometo no hablar de trabajo.
Me dejó pasmado... ¡¡¡Un halago!!!
Al final fuimos al local, que tenía barra, mesas y zona de baile. Empezamos tomando algo en la barra y ella pronto se comenzó a relajar. Se le soltó la lengua y se puso a criticar a los compañeros. El resumen, para ella todos eran unos inútiles. No se salvaba nadie. Decía cosas como "Nuria, esa es subnormal, tiene que tener las rodillas destrozadas porque si no, no me explico qué hace ahí". Luego insistió en bailar, y me llamó la atención que se le daba bien el baile, era raro de cojones verla tan suelta y distendida. No es que riera mucho pero sí se notaba que estaba más relajada de lo normal, parecía que le habían quitado el palo del culo como siempre decía un compañero.
Estuvimos allí un par de horas y bien, me lo pasé sorprendentemente bien. Además, era un placer verla bailar, siempre está bien bailar con una mujer guapa y atractiva. En cuanto la dejaba sola, se le acercaban moscones porque llamaba muchísimo la atención pero entonces volvía la Sonia normal con su bordería innata y los alejaba rápido.
Ya cansados de bailar, ella empezó a quejarse de los tacones y que quería volver así que salimos para buscar un taxi. Me fui a adelantar un poco para mirar donde podía haber una parada de taxis pero ella me cogió del brazo, me giró y me besó, arrinconándome contra una pared mientras su lengua buscaba la mía. Otra vez me dejaba de piedra, no lo esperaba para nada. Habíamos estado hablando mucho de su novio, sus viajes... y de pronto, este ataque... no me lo esperaba, en ningún momento me había dado indicios de interés de este tipo por su parte.
El morreo se prolongó un buen rato y aproveché para bajar una mano a su culo y otra a un pecho, y ella no puso ninguna objeción, siguió con el largo morreo. Cuando terminamos, dijo:
- Sigamos en el hotel
- Claro
- No entiendas mal esto, es un revolcón porque necesitamos eliminar el estrés de estos días, solo eso, nos usamos y ya está
- Vale
En el taxi seguimos la fiesta, me faltaban manos, pero a ella también. El taxista no nos quitaba ojo pero a ella le daba igual. Fuimos directos a mi habitación y nos metimos sin encender la luz. Nos desnudamos rápidamente y, gracias a la luz que entraba por la ventana abierta, pude admirar su cuerpazo, unas tetas de infarto, un culo espectacular... tenía un condón en la cartera de casualidad, y me lo puse rápidamente. Fue un buen polvo, con Sonia muy caliente y cachonda. Lo que más me gustó fue verla encima cabalgándome, con esas tetazas moviéndose al compás de sus embestidas a mi polla. Además, solo se dejó las medias y eso le daba un aspecto aún más sexy. No tardó en correrse con un gran gemido. Luego cambiamos de postura, me puse encima y estuvimos un buen rato besándonos y tocándonos mientras la follaba. Noté que tenía un orgasmo cuando me clavó las uñas en la espalda y se estiró con una sacudida y ya no pude aguantar más y descargué dentro de ella, en el condón.
Hasta aquí es el típico caso de polvo entre compañeros de trabajo tras pasar muchos días juntos y estresados ¿no? pero entonces pasó lo que ya no considero tan normal...
Al poco, Sonia se levantó y se puso a buscar su ropa. Encendió la luz y, sin ningún pudor, siguió buscando hasta encontrar su tanga y sujetador, que se puso rápidamente. La observé atentamente, en ropa interior, con las medias de encaje, estaba tremenda.
Entonces, sin motivo aparente, empezó a mostrarse borde y agresiva. Me empezó a soltar gilipolleces e insultos sin venir a cuento hasta que me harté, me levanté desnudo para ponerme enfrente suya y le dije que se fuera a la mierda y ella me replicó:
- No sé qué coño he pensado para follar contigo, no eres más que un neandertal
- Serás pija de mierda, menuda niñata
- Subnormal
- Vete de una puta vez
- Sí, a ver dónde coño me has tirado el bolso, gilipollas
Y así todo el rato... no entendía nada de este enfado repentino que le había dado pero cada vez estaba más cabreado con la situación. La veía dar vueltas buscando el puto bolso y venga a insultarme. Y el remate fue cuando dijo:
- Tanta polla y ni sabes follar en condiciones
Aquí ya me harté del todo, la tía se había corrido dos veces, estaba seguro de ello, y se estaba quejando como si hubiera sido un mal polvo, no me lo podía creer:
- Mira, loca pija de los cojones, ¿no será más bien que eres un palo seco?
- ¿No será que eres maricón?
- Serás puta
- ¿Te van las pollas o qué?
Me acerqué a ella amenazadoramente, a punto de coger y echarla de la habitación a empujones, tal como estaba en ropa interior
- Eres una zorra calienta pollas
- Pues no será tu polla la que se calienta
- Puto zorrón
- Maricón
- Coño, Sonia, deja de joder y tengamos la fiesta en paz, que me estás tocando mucho los cojones
- ¿Qué cojones, maricón? Te estoy insultando y no eres capaz de hacerme callar y mucho menos de joderme en condiciones
Y entonces me di cuenta, la tía me estaba provocando de mala manera, llevaba un rato tonteando sin vestirse, quería caña y me provocaba, ¿Buscaba que yo la insultara? ¿Que fuera agresivo con ella? Pensé que sí aunque no estaba seguro. La miré unos segundos y entonces la cogí por el cuello, y la empujé contra la pared mientras le decía:
- Te voy a joder como nunca lo han hecho, zorra
De repente se quedó callada, mirándome, sin intentar soltarse ni moverse. Nos miramos a los ojos y vi deseo en esos bonitos ojos. Le dije:
- Me vas a chupar la polla como la puta que eres
Ella seguía mirándome, sin rechistar ni sonreír ni nada, pero la notaba excitada. Con la mano libre le agarré una teta y noté el pezón duro a través del sujetador de encaje
- Y luego te voy a follar ese coño de puta que tienes hasta destrozarte, zorra
Le bajé el tirante y le dejé el pecho fuera del sujetador, con el pezón visiblemente duro. Se lo acaricié y ella soltó un gemido de placer... realmente estaba excitada...
Apreté un poco la mano en su cuello y ella jadeó, pero sin moverse, sin dejar de mirarme. Pegué mi cara a la de ella, casi besándola, notando su aliento, y le dije:
- ¿A qué esperas para chupármela, zorra?
La solté y ella se puso de rodillas y me miró desde abajo. Le hice un gesto y me cogió la polla que la tenía semi erecta por la situación. Sacó la lengua y me lamió la punta, para luego metérsela en la boca. Empezó una mamada lenta pero sin pausa. yo seguí insultándola y ella me miraba sin parar de chupar. Le ordené:
- Cómeme los huevos, zorra
Y ella paró y me lamió los testículos y luego se los metió en la boca, primero uno, luego el otro. Estuvo un rato y luego le dije:
- Sigue chupándomela, putita
Ella obedeció rápidamente. Yo estaba alucinado, no me podía creer esa sumisión de Sonia. Entonces le apreté la cabeza obligándola a meterse más y más polla en la boca. Le costaba debido al grosor, como a todas, pero no me paró. Seguí apretándola hasta que ya no aguantó más y se salió, tosiendo y diciendo "joder, que me vas a ahogar". Le dije:
- Pues aprende a hacer una mamada, puta
Me miró con mala leche y pensé que me había pasado, pero fue algo pasajero, volvió a meterse mi polla en la boca y a reanudar la mamada, intentando ella sola metérsela entera, con mucho esfuerzo y ruidos de atragantamiento.
La dejé un rato hasta que le dije;
- Ya está bien, ahora te voy a follar, puta, desnúdate
Ella se levantó, se quitó el sujetador y el tanga, quedándose solo con las medias. Le dije
- Joder, que pinta de fulana tienes con esas medias de puta
Y la besé, Sonia estaba increíblemente sexy con las medias, me tenía malísimo. Le cogí las tetas, el culo, me podía el ansia... ella me besaba con ardor mientras me cogía la polla, moviendo la mano a lo largo de ella.
- Estás deseando que te folle ¿Verdad, zorrita? Venga, vete a la cama
Sonia se subió a la cama y se puso a cuatro patas, esperándome. La visión era alucinante, verla así, mostrándome el culo y el coño, un pedazo de mujer en toda regla, tremendo... me acerqué y le toqué los labios vaginales, estaban húmedos. Le metí un dedo, estaba muy mojada, la tía estaba muy cachonda. Entonces recordé que no tenía más condones y me quedé parado, pero esa visión que tenía delante, eso no lo podía aguantar. Se la metí a pelo. Gocé de ella un buen rato, follándola duro, insultándola, cogiéndola del cuello, diciéndole que hacer... ella obedeciendo sin rechistar, corriéndose claramente varias veces... yo lo estaba pasando de fábula pero ella también.
Entonces, cuando ya me cansé, le dije que se pusiera de rodillas, que me iba a correr en su cara de zorra. Ella obedeció de nuevo, poniéndose delante de mí. Le dije que chupara, y lo hizo con muchas ganas, rápidamente, para que me corriera. Cuando ya no pude más, se la saqué de la boca y me corrí en su boca y cara, ella con la lengua fuera, esperando mi leche. La dejé totalmente pringada de mi leche. Ella me miraba, esperando algo. Le cogí un poco le leche de su mejilla y le metí el dedo en la boca, y ella chupó con ansia. Luego le dije que se limpiara con los dedos y los chupara, y eso hizo, de una forma muy erótica. Fui al baño a buscar una toalla y se la di. Sonia se limpió con ella sin dejar de mirarme.
Me tumbé en la cama destrozado. El primer polvo había sido bueno pero el segundo había sido salvaje total, estaba alucinado. Sonia se terminó de quitar la leche de la cara y se tumbó a mi lado, callada. La miré, estaba tranquila, mirando al techo. Alargué una mano y le acaricié suavemente un pecho. Ella me dejó, sin mirarme. Me empecé a adormilar, estábamos los dos tumbados, desnudos, con la luz encendida, tras haber echado uno de los polvos más raros y salvajes de mi vida.
Entonces ella se giró y dijo:
- Estoy un poco mareada
- ¿Por la bebida?
- Sí, y por todo esto, ha sido muy intenso
- ¿Te pareció malo el primer polvo?
- No
- ¿Entonces?
- No sé, estaba borracha y quería seguir jugando
- Joder Sonia, te podría haber hecho daño, otro tío te podría haber dado una buena hostia
- Lo tenía controlado
- Eso es jugar con fuego
- Además, eso hubiera sido parte del juego
- ¿La hostia?
- Sí
Entonces se levantó y se fue al baño. Cada vez estaba más sorprendido con Sonia. Escuché como orinaba y pensé "esta mujer está mal de la cabeza".
Sonia volvió del baño y se me quedó mirando para decir a continuación:
- Bueno, ¿me voy o eres capaz de otro?
La miré sorprendido:
- ¿Otro?
- Sí ¿Por qué no? Una noche es una noche
- Pero ¿igual de cañero?
- Tú sabrás
- Joder, sí que eres un zorrón
Me miró con una media sonrisa algo chulesca. Le pregunté:
- ¿Qué pasa? ¿Tu novio no te folla bien?
- Mi novio folla genial, pero él no está y yo tengo mis necesidades, así que me conformo contigo
- Ven aquí, putita
Y se acercó a la cama despacio, totalmente desnuda, solo con las medias, super sensual. Por cierto, creo que no he dicho que está casi completamente depilada ahí abajo, solo tiene una pequeña franja de pelo, cosa que me ponía aún más que si lo tuviera totalmente depilado. Le dije:
- Gírate, quiero verte el culo
Se giró, enseñándome su excitante trasero
- Joder, vaya culo que tienes, puta, estoy pensando en follártelo ahora
- No, eso no
- ¿No te gusta?
- No
A pesar de sus palabras, quiso provocarme más y, sin volverse a mí, se inclinó un poco, para dejarme una visión aún más espectacular de su culo
- Sepárate las nalgas
Y lo hizo, en silencio, mostrándome el ano. Se me puso dura al momento, la tía estaba demasiado buena como para no ponerme malo al instante
- Ven aquí, putita
Se giró y se acercó a la cama, mirando mi polla erecta y sonriendo levemente
- Tienes ganas de mi polla ¿no putita?
- Sí
- ¿Quieres volver a chupármela o tienes más ganas de tenerla dentro de tu coño de zorra?
Me miraba sin contestar y entonces le pegué una palmada en una teta, diciéndole
- Contesta puta
Sonia puso cara de dolor pero no protestó ni gritó. Tampoco dijo nada. Le volví a dar otra palmada en la otra teta, un poco más fuerte. Esta vez sí soltó un quejido
- Dí, zorra, ¿qué quieres?
- Quiero chupártela y que luego me folles por el coño
- ¿Tu coño de qué?
- Mi coño de puta
La cogí del brazo y la tumbé en la cama donde nos besamos. Volvía a estar super cachondo, cómo me ponía esa sumisión de Sonia, con lo cabrona que era siempre, verla así me ponía cerca del infarto. Nos dimos un buen morreo mientras nos tocábamos y luego le comí las tetas, qué tetas tiene la cabrona, una maravilla. Volví a por su boca y luego a su cuello. Le dije al oído
- Joder Sonia, qué buena estás
- Puta
- ¿Qué?
- Que me insultes, no digas mi nombre, insúltame
Con el calentón me tenía loco y se me había olvidado el juego de dominación pero ella lo tenía muy presente. La miré y dije
- Qué buena estás, puta
Ella aceptó el insulto con un pequeño gemido. Desde su cuello fui bajando tomándome mi tiempo en sus tetas, vientre, ombligo... hasta llegar a su coño. Lo miré de cerca, hinchado, mojado, precioso... y me lancé a comérselo. Cuando se corrió, volví a su boca, la besé y le dije
- Sabe a coño de puta ¿verdad?
- Sí
- Cómeme la polla
Me tumbé boca arriba y ella bajó a hacerme una buena mamada mientras yo la llamaba zorra, puta...
Tras un buen rato, le dije que se pusiera a cuatro patas sobre la cama, que la quería follar. Ella obedeció de inmediato. Me puse detrás de ella pero al ver su culo, volví a pensar en follármelo. Le dije
- Te voy a follar el culo, zorra
- No
Le pegué una palmada en una nalga. Ella dio un respingo y le dije:
- No te pido permiso, puta, te digo que te lo voy a follar
- No
Otra palmada, esta vez fuerte de verdad, se tuvo que escuchar en toda la planta del hotel. Ella dio otro respingo y soltó un quejido, pero no se movió, siguió a cuatro delante de mí
- Te voy a follar este precioso culo, putita
- Sigue pegándome
La miré sorprendido y ella giró su cabeza para mirarme, esperando. Le pegué tres o cuatro azotes más. Con cada uno, ella lanzaba un quejido pero no se movía ni me paraba. Me sentía raro azotándola, pero a la vez excitado. Me cogí la polla y le puse la punta en el ano pensando que ella se apartaría, pero no, Sonia ni se apartó ni se quejó. Pensé "¿Me va a dejar?" Eché saliva en su ano y la restregué por él con mi polla. Apreté un poco. Sonia no se apartaba, se dejaba hacer. Entonces me agaché y se lo lamí. Ella lanzó un gemido de placer. Se lo lamí varias veces y le metí un dedo en su coño, que estaba muy mojado. Luego, lo saqué y le acaricié el clítoris. Sonia se retorcía de gusto, gimiendo. Cuando vi que estaba muy cachonda, me incorporé. Eché más saliva sobre mi polla, y volví a apretar, entrando un poco en su ano. Sonia se quejó diciendo "ahhhhh" pero no se apartó. Apreté más, entrando la punta entera. Sonia volvió a quejarse, agachando la cabeza y me fijé que tenía agarrada con fuerza las sábanas.
- Relájate, putita, te acabará gustando si te relajas
Sonia se recolocó un poco, dejando de estar a cuatro patas para tumbar la cabeza y brazos y levantar un poco más el culo. Seguí metiéndola... tenía el culo super apretado, me dolía la polla de lo cerrado que lo tenía.
- Relájate, lo tienes bien apretado, tócate, eso te ayudará
Me obedeció y se empezó a tocar. Me quedé quieto, con poco más del glande metido en su culo. Le pregunté:
- ¿Estás bien?
- Sí
- ¿Sigues cachonda?
- Sí
- Voy a moverme
- Sí
Eché un poco más de saliva y volví a apretar. Sonia volvió a quejarse, pero no paró de tocarse. Cuando llevaba la mitad de la polla dentro paré y la empecé a sacar lentamente, para luego volver a meterla. Fui moviéndome más rápido y conseguí un buen ritmo de folleteo de su culo, siempre sin metérsela entera. Ella se quejaba y gemía, pero ya se notaba otro tono, era placer. Acabó corriéndose gracias a su mano.
Me salí y me tumbé a su lado, ella estaba boca abajo, con la cara en la almohada, recuperándose de su orgasmo. Entonces me miró, tenía el maquillaje hecho un desastre, se le habían saltado las lágrimas y le corrían por la cara unas líneas negras. Le limpié un poco la cara con los dedos y le di un beso tierno.
Le dije:
- Quiero follarte por el coño
Ella no decía nada, solo me miraba seria:
- Pero antes límpiame la polla con la boca, chúpamela
Sonia ni lo dudó, se incorporó y volvió a chupármela, de su culo a su boca directamente, menuda zorra estaba hecha. Luego le dije que se pusiera encima y me cabalgó un rato, mientras yo disfrutaba del bamboleo de sus tetazas. Al rato le dije
- Ahora por el culo, zorra
Sonia me miró y se sacó mi polla de su coño. Se colocó para poner la punta en su ano y apretó. Le costó varios intentos pero logró metérsela. Me dolió bastante y a ella también por la cara que puso. Le dije:
- Joder, mejor echa saliva, que lubrique algo
- Espera, tengo una idea
Se levantó y buscó su bolso, que curiosamente, encontró enseguida, no como antes del segundo polvo. Sacó un botecito de crema y se untó en las manos y luego en el culo. Luego me puso en la polla. Se volvió a poner encima. Esta vez le costó aún más metérsela porque resbalaba pero cuando lo logró, ya no me dolió. Fue despacio, colocándose varias veces para facilitar mejor la entrada hasta que dio con una buena postura que me dejó ver bien su coño y mi polla dentro de su culo ya que se inclinó para atrás, con las piernas hacia delante, como a cuatro patas pero invertida. Empezó un lento folleteo, mezclando gestos de dolor y placer aunque pronto fueron solo de vicio.
Alargué la mano y le toqué el coño. Le metí un dedo, estaba muy mojado. La masturbé mientras ella se movía cada vez más rápido. Durante los polvos, Sonia había gemido mucho pero casi sin gritar, en esta ocasión se puso a gritar de placer, a las cinco de la madrugada... se la tuvo que escuchar en todo el hotel. Ya no aguanté más y me corrí dentro de su culo, y ella me siguió al momento, con un gran orgasmo.
Después de aquello, se tumbó a mi lado y se quedó dormida casi al instante. La miré pensando que todo había sido muy loco, que no me esperaba que Sonia fuera así en la cama. Al poco, también me quedé dormido.
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