Tal y como he contado en otro hilo, esta semana mi mujer acompañó a una amiga que estaba preparando una despedida de soltero y aprovechó para comprar algunas cositas.
El viernes probamos, ambos, unos plugs anales de silicona terminando con una buena enculada, y ya me anunció que tenía otra sorpresita para mi, así que ayer, aprovechando que nuestros hijos no dormían en casa, tuvimos una nueva sesión.
Nos fuimos a cenar y me estuvo provocando toda la noche, haciéndome pensar qué sorpresa me estaría preparando pero sin llegar a adivinarlo.
En un momento dado, mientras cenábamos, fue al baño y a al volver me extendió su mano cerrada y me puso en la palma de la mano su tanga negro. A continuación, hizo como que se le caía la servilleta al suelo y me pidió que se la recogiera. Al hacerlo, pude ver como se abría de piernas, para descubrir que llevaba medias, no panties, apareciéndose su chochito a la vista.
Ni que decir tiene que a la vuelta a casa iba como un miura. Me cogió de la mano, me llevó a la habitación y empezó a decirme que había sido un chico malo, que había estado mirándole el coño y que me iba a tener que castigar, todo esto mientras me iba quitándome la ropa hasta dejarme completamente desnudo.
Entonces abrió su armario y me mostró un antifaz negro y unas esposas con una sonrisa maliciosa. Me puso el antifaz, impidiéndome ver nada, y las esposas por delante.
A continuación, sentada en la cama, me hizo tumbarme boca abajo en su regazo. Acariciándome el culo volvió a decirme que había sido un chico malo y que me había ganado unos buenos azotes. En un momento dado, noté que elevaba la mano y me cayó el primer azote, muy flojito. A este le siguieron otros, aumentando la fuerza y el ritmo, lo que hizo que empezase a notar cierto calor y dolor en el trasero, lo que no impedía que estuviera cada vez más excitado.
Finalmente paró y me hizo ponerme en pie, observando mi polla erecta que alcanzó con su mano comenzando a acariciarme, mientras insistía en que era un chico muy malo que solo quería follarmela y que ahora iba a saber lo que era una buena azotaina.
Me ordenó que me pusiese a cuatro patas en la cama y comenzó a pasarme por la espalda algo mientras me preguntaba si sabía lo que era. Yo contesté que no y me dijo que era una pala de cuero para darme unos buenos azotes a ver si así aprendía y que, por ser el primer día, iba a ser muy generosa conmigo y solo me iba a dar diez azotes en cada nalga.
Empezó a contar a la vez que sentía el primer palazo y eso era otro nivel, siguió y al llegar a la que hacía diez me atizó con todas su fuerzas, repitiendo el proceso de nuevo en el otro cachete. Esta azotaina había sido de otra dimensión, mucho más intensa dejándome el culo ardiendo y cada vez más empalmado.
Me hizo levantar, me puso mirando a la pared y oí el sonido de la cámara de su móvil. Entonces me pidió que me diese la vuelta y me quitase el antifaz. Estaba tumbada en la cama, apoyada en el cabecero de la cama, desnuda y mostrándome en la mano lo que según me dijo era su nuevo juguetito, un vibrador succionador. Se lo introdujo en la vagina a la vez que acercaba el succionador a su clítoris y me dijo que podía masturbarme, pero que no se me ocurriese correrme antes que ella.
Comencé a pajearme despacio, seguía con las esposas puestas y no quería desobedecerla. Ella también estaba muy caliente, porque no tardó en empezar a gemir sin control hasta llegar al orgasmo. Me señaló justo encima del pubis y me dijo que podía correrme ahí. Me acerqué, aumenté el ritmo y esparcí mi lefa en su vientre. "Ahora límpialo, con la lengua", me ordenó y lamí hasta la última gota. Entonces cogió mi cabeza y la bajó hasta su coñito, ya sabía lo que tocaba. Le hice una lamida de coño salvaje y volvió a correrse.
Se levantó, me quitó las esposas y me besó.
Entonces me miré en el espejo y tenía el culo como un tomate. Todavía me pica al sentarme y se nota rojito.
Una experiencia de azotes y sumisión como nunca había tenido y que espero que no tardé en repetirse, pero cambiando los papeles.