Carla la catedrática insaciable

MaryJavi

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Carla mujer morbosa provocativa y exhibicionista con sus 56 años llegó a la nueva ciudad con una reputación manchada. En su anterior trabajo, su obsesión por el sexo había sido su perdición y su desespero . Ahora, como catedrática de Anatomía Fisiológica en la nueva facultad de Medicina, tenía una nueva oportunidad de dar rienda suelta a sus más pervertidas fantasías sexuales y además tendría nuevos juguetes.

Sus alumnos, jóvenes de entre 20 y 26 años, pronto descubrieron que las notas más altas no se ganaban solo con estudios. Carla los observaba con mirada lasciva
dejando caer insinuaciones cada vez más directas, mientras notaba como por sus muslos caía un fino hilo de fluidos .. siempre estaba excitada y sobre todo cuando se ponía en actitud de "cazar"

-"Si quereis sobresalir, tendreís que esforzaros en todas las áreas," murmuraba, pasando sus uñas por el hombro de algún estudiante mientras presionaba sus glúteos para notar con más intensidad el dildo de cristal que llevaba dentro de su culo.

Pronto, los rumores se extendieron. Solo los más atrevidos, los más hambrientos de éxito (y de placer), se
atrevían a ir a sus invitaciones de sexo sin control en los baños, en los coches, incluso en los jardines del rectorado.

Una noche, ocho de ellos recibieron el mismo mensaje: "Casa rural a las afueras. No traigais condones."
Lo que ella había soñado y había sido motivo de sus muchas noches de autocomplacencia el último año estaba a punto de ocurrir... "la noche de los Ocho"

La cabaña olía a madera y deseo. Carla les esperaba en el salón, vestida solo con una bata abierta que dejaba ver sus curvas y su coño completamente depilado.

-"Quiero que me useís que me tratéis como una perra " -ordenó, deslizándose sobre una mesa y poniendo su culo a disposición de los ocho " no pareís hasta que no pueda caminar."-

El primero la tomó por detrás, empujándola contra la madera, clavándole su descomunal polla en el culo oyéndose un alarido de placer y tambien de dolor consentido, mientras
por turnos, en grupos, a veces todos a la vez, la follaban sin compasión. Carla gritaba, les exigía más, más duro, más profundo. La dominaban sobre la mesa, en el suelo, contra la ventana, en la cama, mientras ella gritaba y gemía como una loca

-"¡Quiero sentir vuestra leche dentro de mí!"

Uno tras otro, la llenaron de semen, vertiendo su carga en cada uno de sus agujeros. Su vientre, sus pechos, incluso su rostro, quedaron empapados. Carla, exhausta pero triunfante, los miró con ojos vidriosos.

-"Esto... es un diez."
 
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