Vantheway
Miembro muy activo
COMPAÑEROS Y ENEMIGOS
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-Y recuerde, Blanca -le dijo el Coronel Jerez- apréndase bien todo lo referente a su vida anterior. Rosa, la jefa de su célula, le estará esperando en la Estación de Tren de Algeciras. Ella le dará toda la información que necesita.
-Muy bien, coronel -le contestó Blanca pensando otra vez lo curioso que era que se apellidara Jerez y tuviese ese acento catalán tan cerrado- Seguiré lo que Rosa me indique. Me marcho ya, he de pasar por casa y recoger el equipaje.
-De acuerdo -le dijo el coronel extendiéndole la mano para despedirla- Le deseo un buen viaje y… ya nos irán informando.
Blanca salió del despacho del coronel, bajó las dos plantas y se acercó hasta su coche que estaba en el aparcamiento del edificio del siglo XIX en el que se hallaba camuflada su sección del CNI en Madrid. Mientras conducía hasta su casa, llamó a Raúl para que la esperase. Debía llevarla hasta la estación de Atocha para coger el tren que la trasladara hasta Algeciras.
-Raúl, voy para mi casa -dijo Blanca con un poco de nerviosismo en la voz- Acuérdate que tienes que llevarme hasta la estación de Atocha…
-Sí, tranquila -le contestó Raúl- Estoy en el portón esperándote…
-Vale, vale -le dijo medio riéndose- Estoy un poco nerviosa, es mi segunda operación y la primera fuera de Madrid…
-Ya lo sé -le cortó Raúl- Es normal que estés así, yo ya pasé por eso.
Raúl, era pareja de Blanca, llevaba 3 años trabajando para la organización haciendo trabajos de contraespionaje dentro de España. Blanca llevaba apenas un año en la organización y apuntaba maneras.
Dejó el coche en doble fila lamentándose por vigésima tercera vez de la dificultad para poder aparcar el coche en su barrio. Al ver a Raúl la cara se le iluminó, se acercaron y se besaron. Subieron las escaleras con rapidez, Blanca abrió la puerta y agarró el asa de la troley que ya estaba preparada en el salón, le dio una vuelta a la casa, por si se le pasaba algo.
-Hoy tienes el TOC más acentuado -le dijo Raúl conteniendo la risa- Llevas haciendo lo mismo desde anoche, ya he perdido la cuenta de las vueltas que le has dado a la casa.
-Calla y coge la maleta -le respondió Blanca fingiendo estar enfadada- Hemos de salir en 5 minutos.
-Vaya, ¿no nos da tiempo a echar uno aunque sea? -le preguntó Raúl acercándose a ella, cogiéndola por la cintura y besándola en los labios- Se me está poniendo como a ti te gusta…
-Uffff, sabes que tendría la cabeza en otra cosa -le respondió Blanca pasando la mano por la entrepierna de Raúl- Joder, ¡pero si ya la tienes dura! Hemos de irnos ya, sé que me voy a arrepentir todo el maldito viaje de lo que te estoy diciendo ahora pero, vámonos, el tren sale en 20 minutos.
Raúl sonrió acomodándose la polla en el pantalón, ella suspirando lo besó en los labios y abrió la puerta para salir. Bajaron por las escaleras hasta llegar a la calle, metieron la maleta en el coche. Raúl se sentó en el puesto del conductor y Blanca a su lado, el coche arrancó y se dirigieron hacia la estación de Atocha.
-No entiendo por qué no me mandan en AVE hasta Sevilla y después alquilo un coche hasta Algeciras… -dijo Blanca medio mosqueada- Por más que me lo digan no lo entiendo.
-Pero si ya lo sabes, Blanca -le contestó Raúl con un tono de voz de habérselo repetido varias veces- Si vas a trabajar en Gibraltar porque estás necesitada de dinero, no debes viajar en AVE, ni aparecer con un coche nuevo de gama media-alta, debes aparentar el papel de la persona que dices ser, no hay más. Verás lo maja que es Rosa, ya me dirás cuando la conozcas. Por cierto, dale muchos besos de mi parte, dile que te cuente nuestras vivencias cuando estuvimos en Líbano, pero que te cuente todas, jajaja.
-Vale, vale -dijo un poco amargada y colocándole la mano en la entrepierna- Veo que esto tiene vida propia… jajaja. No sabes cuanto la voy a echar de menos…. Uffff, creo que me estoy mojando, ya sabía yo que me iba a arrepentir de no haber echado uno. No me bastó con los dos de anoche…
-Tú sigue tocando por ahí que verás -le dijo Raúl riéndose- Con el calentón que llevo ya… Bueno, ya hemos llegado, tendré que dejarte aquí, como siempre es imposible aparcar.
Blanca se giró y lo besó con pasión, sus lenguas se enredaron, la temperatura de ambos cuerpos sufrió una fuerte subida… pero ahí se quedó la cosa. No había tiempo para nada más. Se bajó del coche, se dirigió hacia el maletero y sacó la maleta. Llegó hasta la acera, le tiró un beso con la palma de la mano y, acto seguido, cerrando un poco el puño movió la mano en el aire como si estuviese pajeando a alguien mientras sonreía. Raúl le lanzó un beso y poniendo la palma de la mano hacia arriba, con el dedo corazón imitaba el movimiento de acariciarle el clítoris. Blanca se rio, se giró y echó a andar hacia el andén que le correspondía. Raúl se reía mientras conducía hacia la Oficina Nacional de Seguridad.
Blanca se subió al tren, colocó la maleta en la zona destinada a ello en su vagón, y nada más acomodarse en su asiento comenzó a revivir lo acontecido la noche anterior. Esa noche habían dormido poco, entre los nervios y lo que no eran los nervios… Raúl no la dejó cerrar los ojos en ningún momento. Nada más acostarse, ella le dio el beso de buenas noches correspondiente y se giró para dormir, en ese momento Raúl comenzó a acariciarle las nalgas por encima de las braguitas que llevaba puestas, aquello la excitaba bastante y él lo sabía. Él se arrimaba para que notara lo excitado que estaba, ella echó su mano atrás buscando la entrepierna de Raúl cuando tocó su polla dura bajo los slips. Metió su mano por la parte superior del slip y notó el calor que emanaba de aquella zona, la tocó dura, caliente y palpitando es su mano. Le bajó el slip y aquella polla salió como un resorte, pasó la palma de la mano por la punta y se le mojó con el precum que soltaba la polla de su pareja. Ella se bajó las braguitas, necesitaba aquel cilindro de carne dura y caliente, lo necesitaba a todas horas, aquel u otro, pero prefería el de Raúl aunque no le hacía ascos a otras pollas, las necesitaba. Recordaba cómo Raúl le tiró hacia atrás de los pelos, y acercando su boca al oído la llamó puta, guarra, perra… Ese tipo de dominación la excitaba mucho, pero sin llegar a otros niveles que no la convencían. Con la cabeza hacia atrás, notaba como Raúl le ponía la punta de la polla entre las nalgas, su calor iba aumentando. Raúl, con la otra mano, le acariciaba el coño, que ya estaba más que empapado. Notó como el glande de Raúl topaba con su ojal, la entrada a su culo, ella lo relajó, sabía lo que venía a continuación y lo estaba deseando.
-Buenas tardes, ¿me permite? -preguntó un caballero de unos 55 años señalando el asiento que estaba junto a ella- Este es mi asiento.
-Sí, claro. Discúlpeme -le contestó Blanca- Estaba adormecida, esta noche no he dormido lo necesario.
-Lo lamento -le contestó el hombre que se estaba sentando a su lado- Le doy mi palabra que no la molestaré charlando.
-No, por Dios, no se preocupe -le dijo Blanca incorporándose en el asiento y con una sonrisa en la cara- Nos quedan 5 horas y media…
-Más los retrasos -le cortó el hombre- Los retrasos son a diario de una, dos o más horas.
-Uffff, no me diga eso que me da algo -le contestó Blanca- Habrá que tomárselo con paciencia.
-No me he presentado -dijo el hombre extendiendo su mano hacia Blanca- Me llamo Ernesto, voy a Algeciras a ver a mi hijo que está estudiando allí. Estudia una Ingeniería, y no me preguntes cuál que de eso no entiendo, jajaja.
-Yo soy Blanca -le contestó- Voy a Algeciras porque tengo una amiga allí, Rosa, que trabaja en Gibraltar y me ha conseguido un trabajo donde trabaja ella. Y no me pregunte de qué porque aún no lo sé, jajajaja.
-Así que los dos estamos empatados en el desconocimiento de nuestros seres más allegados -respondió Ernesto- No tenemos perdón, jajaja.
En ese momento el tren comenzó a moverse, avisaron que ya salía con destino a Algeciras y las paradas que haría en el camino…
Estuvieron charlando durante bastante tiempo, se enteró por él que era viudo, la mujer tenía una enfermedad mental y acabó de forma dramática con su vida, dejando a un chico de 11 años solo con su padre, y a un padre/marido, destrozado sin saber cómo sacar a su hijo adelante, hasta conseguirlo. Y estaba muy orgulloso de ello. Ella le contó lo que más o menos iba a contar cuando llegase a su “puesto de trabajo”, añadiendo algunas pinceladas ocres para que pareciera que su vida tenía un poco de dramatismo, obviamente no podía decir la verdad, y aquello le serviría de entrenamiento para lo que estaba por venir.
Se pasaron charlando buena parte del viaje, con sus momentos de silencios para asimilar las conversaciones y, en el caso de Blanca, para ver qué más contar de forma creíble y que pudiese aplicar en su nuevo destino. En uno de esos silencios Blanca aprovechó para, con la excusa del baño llamar a Rosa, ya que se conocían sólo de hablar por teléfono. Le contó por encima lo de Ernesto y decidieron mandarse una foto de sus caras, por si Ernesto la acompañaba hasta la salida de la estación, que no pareciera que no se conocían de nada.
-Bueno, pues parece que vamos llegando ya -dijo Ernesto con algo de tristeza en la voz- Te voy a dejar mi número de teléfono, por si en algún momento te apetece charlar o tomarte un café… Esto no es Madrid, y lo vas a notar. Apúntate mi número y no te cortes en llamarme para lo que sea. Voy a pegarme aquí unas semanas, me quedaré en la Residencia Militar… es la ventaja de haber sido Guardia Civil.
-Genial, te iba a decir lo mismo -le dijo Blanca sin haberlo pensado siquiera, aunque le gustó bastante la idea- No me habías dicho que eras Guardia Civil, mi padre ha sido militar también, ahora en coronel en la reserva.
En ese momento sonó la voz de la señorita de Renfe diciendo por la megafonía del tren que estaban entrando en la estación de Algeciras, destino final del viaje. Una vez detenido el tren, recogieron las maletas y se dieron un abrazo antes de bajar. Sin haberlo hecho queriendo, Blanca rozó el paquete de Ernesto, le pareció que la tenía medio empalmada o tenía una polla bastante grande. Aquello la dejó con la intriga, bajaron del tren y recorrieron el andén charlando, cuando salieron del andén, desde lejos vio a Rosa, que le hacía gestos con las manos.
-Aquella debe ser tu amiga Rosa, ¡no me habías dicho que era tan guapa! -le dijo Ernesto sonriendo- y el chaval que está junto a ella es mi hijo Ricardo. Ese también es guapo, menos mal que salió a la madre y no a mí, jajaja.
-Sí, es Rosa y es muy guapa -dijo asombrándose de la belleza de su “amiga” y saludándola con una mano- Tu hijo también es muy guapo, y se parece bastante a ti, eh.
Al pasar ya al interior de la estación, Blanca, y esta vez a conciencia, le dio un abrazo a Ernesto que éste no esperaba. Volvió a pasarle la mano por la entrepierna, para asegurarse de si era una gran polla o una polla morcillona. Por su experiencia con las pollas, llegó a la conclusión que era una buena polla, una señora polla.
Ya en el coche con Rosa pudieron hablar sin tapujos, Rosa conducía hacia la casa que la organización les había alquilado, en una barriada de chalecitos y casitas bajas bastante extensa, y entre la playa y el monte.
-Bueno Blanca, ya el coronel me informó de que es tu segunda operación, la primera fuera de Madrid -comenzó diciendo Rosa- Verás como va a ser fácil y lo vamos a disfrutar, ya lo verás. Lo primero, sabes que operamos junto con agentes del MI6 o SIS, que es lo mismo. No sé si te lo habrán comentado en Madrid, y si no te lo digo ya: se han detectado agentes de varias Agencias de Inteligencia de varios países en esta zona, según nos han informado miembros del MI6 británico y del BND alemán, se han detectado agentes del SVR ruso y KGB bielorruso. Pero, y esto es lo preocupante, agentes de nuestra organización han detectado, al menos, a dos agentes del VEVAK iraní entrevistándose con un agente del DGED marroquí, y con alguien más que aún no tenemos encasillado.
-Vale, ahora me pones al día de todo -contestó Blanca con una sonrisa en la cara, recordaba aún el tacto de su mano sobre la entrepierna de Ernesto- Me han dado información de lo de los agentes rusos y bielorrusos, pero no me han dicho nada de los iraníes ni los marroquíes.
-Bueno, es algo que me ha llegado esta mañana muy temprano. Primero nuestra organización debe comprobar bien la información y pasar a “nuestros amigos” lo que nos interese que tengan -le dijo Rosa levantando la mano derecha del volante y haciendo las comillas con los dedos índice y corazón en el aire- Y aún no se la hemos pasado ni al MI6 ni al BND. Tenemos que tener una cosa clara, si hay aquí agentes del VEVAK iraní, tenemos que sospechar que los agentes del Mossad israelí no están lejos, y deberíamos localizarlos para que no haya problemas. No nos interesa que tengan sus más y sus menos en nuestro país. Lo que nos faltaba ahora es que la prensa internacional pusiese el foco en esta zona, como está la cosa.
El coche se detuvo delante de una casa adosada, hacía esquina por lo que tenía un jardín bastante más grande que las del resto de la calle.
-Bueno, aquí es -dijo Rosa deteniendo el coche en la misma puerta de la casa- Ahora te la enseño por dentro y podemos salir a dar una vuelta si te apetece, mañana no “trabajamos”.
-De acuerdo -le contestó Blanca pensando en la enorme suerte que es eso de poder aparcar en la misma puerta de tu casa, cosa que a ella no le había pasado jamás desde que se mudó a su barrio de Madrid- Me ducho y llamo a Raúl, que por cierto te manda muchos besos, y me dijo que me contaras de cuando estuvisteis en Líbano.
-Ohh, sí -le dijo muy animada- Dale muchos besos cuando hables con él. Es un tipo estupendo… pero eso de que te cuente todo lo que pasó en Líbano… hay cosas que no se pueden contar. Pero bueno, dile que me diga qué puedo contar y que no, jajaja.
Rosa sonriendo le mostró la casa, dos plantas, la planta de abajo tenía cocina, salón, baño con plato de ducha, y una pequeña habitación que hacía las veces de cuarto de planchado. En la planta superior había 4 dormitorios, dos daban a la parte trasera de la casa, sobre el jardín, y los otros dos eran los dormitorios de ellas. Rosa dejó la maleta y abrió la persiana y la puerta de la terraza de su habitación.
-¡Santo Dios! -dijo alzando la voz asombrada- ¡Es increíble!
-Veo que te gusta -dijo Rosa detrás de Blanca- Me pasó lo mismo cuando salí a la terraza la primera vez, pero espera verlo desde la azotea. Tienes una vista de 360º, eso sí que impresiona.
La casa miraba hacia la bahía, con Gibraltar al frente, se veía casi toda la bahía, a la izquierda el complejo petroquímico, La Línea, San Roque en alto, y a la derecha se veía el resto de la Urbanización, parte de la playa de Getares y al fondo Ceuta.
-En los días de poniente se ve la Sierra de las Nieves, de Marbella -iba explicando Rosa- Y dicen que si el poniente es largo, a veces se divisa Sierra Nevada. Y si te asomas a las terrazas de la otra parte, verás la Sierra de Algeciras, que está dentro de Los Alcornocales, un parque Natural con un microclima que es una maravilla.
-Impresiona la vista, sí -contestó Blanca observando la vista de Gibraltar
Una vez vaciada la maleta y guardada toda la ropa, Blanca se preparó para ducharse. Mientras se desnudaba recordaba la entrepierna de Ernesto, no entendía por qué no se lo podía sacar de la cabeza. Al quitarse las braguitas, un olor a coño excitado le llegó hasta su olfato, tocó la parte interna de las braguitas, estaban mojadas. Se pasó un dedo por su raja y se empapó rápidamente. Salió del baño y se dirigió a uno de los cajones, sacó un consolador realístico muy parecido a la polla de Raúl con una ventosa por debajo de los huevos, y un patito amarillo de esos que tienen los niños pequeños para bañarse, se colocó el pico del patito en el clítoris y comenzó a vibrar. Se metió en la ducha con el patito-vibrador y mientras le caía el agua, el patito tenía el pico en el clítoris de su dueña. Ella, abierta de piernas, gemía y se acariciaba los pechos, se pellizcaba los pezones mientras el patito había dejado el clítoris y metía su pico en el coño de su dueña. Se imaginaba la polla de Ernesto, soltó el patito que se quedó en el suelo de la ducha vibrando. Blanca se frotaba el clítoris con dos dedos mientras otros dos dedos de su otra mano entraban y salían de su coño imaginando que eran la polla de Ernesto. Se agachó en la ducha con las rodillas en el suelo y las piernas abiertas, sus dedos seguían haciendo lo mismo, frotarse contra el clítoris y penetrando por el coño. A veces se metía un dedo por el culo haciéndola gemir más aún de lo que lo hacía. Se puso en pie, ya no aguantaba más, pegó el consolador en una de las paredes y, como si fuese un “Glory Hole”, hizo que el consolador la follase. Los movimientos de autopenetración se aceleraban como lo hacía la respiración de ella. Se agarraba los pechos mientras su cuerpo se pegaba y se separaba de la pared, se pellizcaba con fuerza los pezones, quería más, quería que la llamasen puta, quería que la polla de goma fuese la polla real de Ernesto. Metía sus manos entre sus piernas para agarrarse a los huevos de goma, tirando de ellos como si pudiese arrastrar a la persona que, figuradamente, la estaba follando, haciendo que llegase a lo más profundo de su cueva. Notaba que las corridas le venían. Como buena mujer multiorgásmica, sus piernas comenzaron a temblarle, notaba como algo se abría dentro de ella dándole un placer tremendo, sus ojos se pusieron en blanco, sus rodillas cedieron y cayó al suelo de la ducha saliéndose la polla de goma de su coño con violencia, lo que le provocó otro orgasmo nuevamente. De esa forma se le sucedieron varios orgasmos seguidos y rápidos, hasta que acabaron y poco a poco fue recobrando la respiración y la conciencia, y en ese momento se dio cuenta que no sabía si había gemido mucho, si había gritado, si había sido muy escandalosa… no tenía ni idea.
-Bueno, espero que te haya sentado bien la ducha -le dijo Rosa cuando Blanca bajó al salón ya arreglada y tendiéndolo un pequeño manojo de llaves- Aquí tienes las llaves de la casa. Si no estás cansada del viaje podemos salir a tomar algunas tapas, y hacer vida social sobre todo. Tengo que presentarte a una serie de personas con las que debemos tener un, digamos, intercambio de información…
-Sí, perfecto -le respondió Blanca- Tengo un poco de hambre, me parece una idea genial.
En media hora estaban camino al centro de la ciudad, aparcaron y se dirigieron al bar en el que Rosa, previamente, había quedado con un par de personas que quería presentarle a Blanca. Llegaron al bar y Blanca observó que dos hombres, apuestos hombres, se fijaban en ellas. Rosa se acercó hasta la mesa que ocupaban. Los hombres se levantaron y saludaron a Rosa dándoles dos besos en la cara.
-Bien, os presento a Blanca -dijo Rosa señalándola- Mira, este caballero de la izquierda, muy guapo él, es Siegward, del BND alemán. Es buena persona. El que está a su lado es Ethan, del MI6 británico, éste es un sinvergüenza, debes tener cuidado con él.
-Hola Blanca -la saludó Siegward dándole un beso por mejilla- Puedes llamarme Sieg, es como todos me llaman.
-Encantada de conocerte, Sieg -le respondió Blanca-
-Bienvenida Blanca -interrumpió Ethan- Nos alegra mucho conocerte.
-Vaya, muchas gracias Ethan -contestó Blanca- Sois muy amables.
-Bueno, ante semejantes señoritas no nos queda otra cosa -le dijo Sieg- Pero no le hagas caso al inglés, ya sabes cómo son… jejeje. Ahora vamos a comer algo, tengo mucha hambre.
-Genial, yo también me muero de hambre -dijo Blanca- Voy a hacernos unos selfies para tenerlos de recuerdo…
-No creo que sea lo más adecuado -le dijo Ethan-
-Créeme que lo es, Ethan -le contestó Blanca apoyando su cabeza en el hombro de él como si fuesen una pareja más y poniendo su mano en la parte interna del muslo de él- Y ahora sonríe.
-No sé qué decir -le dijo Ethan- Creo que te estás extralimitando…
-Calla y sonríe mientras les hago una foto a esta pareja tan entrañable -le dijo Blanca girando su móvil hacia Rosa y Sieg-
Tapearon, bebieron, conversaron sobre temas banales, y se fotografiaron. Llegó la hora de hablar sobre lo que les interesaba más y por lo que estaban allí. Decidieron entrar en un bar de copas, donde la música y el barullo de la gente amortiguarían sus palabras. Sería difícil que alguien los oyera sin tener que estar pegados a ellos. Acordaron que, con Blanca como agente más, podrían empezar a montar la vigilancia al par de agentes del KGB bielorruso y del SVR ruso.
-Según ha descubierto el MI6 -comenzó Ethan- es que podrían intentar ayudar a un Servicio de Inteligencia de otro país a…
De repente el bar se quedó a oscuras, la música dejó de sonar con lo que el agente británico decidió callar, se miraron entre los cuatro con la luz que aportaban las lámparas de emergencia. Sieg se levantó y se dirigió a la barra para hablar con las personas que trabajaban allí. A los 5 minutos regresó con una copa en la mano y mirando hacia la puerta de salida.
-Tenemos un problema -dijo con cara de preocupación- Me han dicho los camareros que la luz se ha ido porque un tipo ha vaciado un vaso de refresco en la caja de térmicos. La persona que lo ha hecho ha salido corriendo y no lo han podido pillar, lo han visto pero me dicen que era una persona normal, llevaba unos vaqueros, una camisa de cuadros azules y unas zapatillas casual. No sé qué pensar y no creo que sea una coincidencia. ¿Qué pensáis vosotros?
-Pues pienso igual que todos -dijo Rosa- Nos han seguido y no nos hemos dado ni cuenta, lo peor es que no sabemos quién, van un paso por delante nuestra.
-Bueno, eso está por ver -dijo Blanca sacando el móvil y buscando las fotos que había hecho- Vamos a ver si aparece alguno con una camisa de cuadros azules…
Tanto Rosa como Sieg y Ethan se miraron mientras Blanca buscaba en las fotos que había hecho.
-¡Bingo! -dijo mientras ampliaba una de las fotos y le pasaba el teléfono a Sieg- ¿puedes preguntarle si éste es el tipo que la ha liado?
-¡Qué tía! -dijo Ethan- ¿sabías que nos seguían?
Sieg cogió el teléfono de Blanca y fue a la barra nuevamente. Desde donde estaban vieron cómo se pasaban el teléfono entre los trabajadores que habían visto al saboteador, alguno de los trabajadores le hizo una foto a la pantalla para quedarse con la cara de la persona. Sieg regresó con una amplia sonrisa a la mesa en la que estaban sentados el resto.
-Me quito el sombrero ante usted -hizo el amago de quitarse un sombrero invisible, mientras le pasaba el teléfono- Ha sido él. ¿Cómo has sabido que nos seguían?
-Bueno, no lo sabía -comenzó explicando Blanca- Pero si nos citamos agentes de 3 agencias de inteligencia distintas, no es muy descabellado pensar que agentes de otras agencias pudiesen estar intentando saber qué hacemos cooperando… vamos, es lo que yo pensaría. Por eso hice las fotos.
Comenzó a enseñar las fotos, en la gran mayoría apenas se les veía a Blanca ni a Ethan, como tampoco se veían completamente a Rosa ni a Sieg. En casi todas aparecían las personas que estaban sentadas, o de pie, cerca de ellos. En una de ellas, se apreciaba claramente como el saboteador miraba directamente hacia el teléfono con seriedad.
-Pásanos las fotos, las mandaremos a nuestras agencias a ver si nos dicen quién puede ser y, sobre todo, a qué agencia pertenece -dijo Sieg con su terminal en la mano- Rosa, te felicito. Esto empieza bien… a ver qué podemos hacer para celebrarlo.
Decidieron pasear por el Boulevard junto al parque, así comprobarían también si los seguían. Usaron la técnica de las fotografías para comprobarlo, y como si fueran dos parejas de enamorados, se fotografiaban y se enseñaban unos a otros las fotos mientras caminaban. Pararon en otro bar de copas, esta vez se sentaron en la terraza, la calle estaba bastante transitada de gente. Se pidieron una copa cada uno.
-Yo no estoy tranquila con lo que ha pasado -dijo Rosa preocupada- Creo que hemos pecado de confianza, nos hemos confiado en que nadie iba a controlarnos y hemos cometido un fallo garrafal que no debe de volver a pasar.
-Así es -habló Ethan- nos hemos confiado y nos han localizado, al menos sabemos físicamente quien ha sido, ahora solo falta que las agencias averigüen a cuál pertenece.
-Bueno, ya está todo dicho -dijo Blanca- Ahora ¿qué hacemos?
-Cada mochuelo a su olivo -dijo Sieg- No sabéis las ganas que tenía de soltar ese dicho, jajajaja. Me encanta.
-Pues listo -dijo Rosa- Nos vamos a casa y mañana por la mañana nos vemos en casa de Ethan, por ejemplo. Como está muy callado…jajajaja
-De acuerdo, de acuerdo -dijo sonriendo- Me toca a mí poner el café e iré por churros antes. Lo advierto, sobre las 9:00 tendré los churros en casa, para quien quiera comérselos calentitos…
-Venga, pues hasta mañana entonces -dijeron a la vez, Rosa y Sieg-
Se levantaron todos y de despidieron, Rosa y Blanca se dirigieron hacia donde tenían aparcado su coche.
-Oye, ¿ese no es tu compañero de viaje? -le dijo Rosa a Blanca- es madurito pero es un cañón el tipo… jajajaja
-Ostras sí, es él, Ernesto -le contestó Blanca- Y sí, está muy bueno… jejejeje.
Ernesto iba mirando los bares para tomarse una copa, Blanca se chocó con él premeditadamente.
-Uy, usted perdo… -Ernesto intentó disculparse- Joder, pero si es Blanca y su amiga… ¿Rosa?
-Hola Ernesto -contestó Blanca- Sí, buena memoria, se llama Rosa. Ya vamos para casa.
-Vaya, qué pena -le contestó Ernesto- iba a tomarme una copa, pero solo es muy triste.
-Quédate con él si quieres, Blanca -le dijo Rosa- Yo estoy muy cansada y pretendo acostarme pronto.
-¿No te importa, Rosa? -le dijo Blanca con bastante alegría en la voz-
-Tranquila, no te preocupes por mí -le dijo guiñándole un ojo- Si lo acabamos de decir, ¿no?
Blanca lo pilló de inmediato, Rosa se refería a lo que acababan de hablar sobre Ernesto.
-Bueno, pues entonces en un rato iré a la casa -dijo Blanca cogiéndose del brazo de Ernesto y guiñándole un ojo a Rosa- No me esperes levantada…
-No te preocupes, jejejeje -le dijo Rosa- En cuanto llegue a la casa, te mandaré la ubicación para que te pilles un taxi.
Las “amigas” se despidieron con un beso, Rosa se alejaba mientras Blanca se afianzaba más del brazo de Ernesto. Siguieron andando hasta que Ernesto paró en uno de los bares del Boulevard y decidieron sentarse a una mesa.
-Bueno, qué alegría me ha dado encontrarme contigo -le dijo Ernesto- Precisamente pensaba en ti.
-Vaya… ¿y eso? -le preguntó Blanca- Espero que fuese para bien…
-Sí, tranquila. No te preocupes, es que eres una de las pocas personas que has dejado algo en mí -respondió Ernesto un poco apurado- Quiero decir, que he pensado en ti porque no podía quitarte de mi cabeza… pero no en el sentido que piensas… a ver si puedo explicarme…
-Eso, explícate -Blanca lo observaba divertida- quiero entenderte, pero no acabo de hacerlo.
-Ya, normal… Verás… -intentaba Ernesto que se le entendiera sin que pensara mal- Hace tiempo que no estaba con una mujer y… joder, no me refiero a eso…
-Vale, tranquilo -le dijo Rosa inclinándose hacia él y besándolo en los labios- No sabes las ganas que tenía de hacer esto, y ahora sigue diciéndome…
Ernesto se quedó perplejo, sin reaccionar. Se sentía extraño por primera vez desde hacía años. Su cabeza giraba a una velocidad de vértigo mientras intentaba razonar, interpretar y descifrar lo que había pasado.
-Joder, tienes las ideas muy claras, Blanca -le dijo un tanto nervioso- Con ese pequeño gesto, has descifrado lo que estaba intentando decirte, jajajaja.
-A ver si puedes descifrar tú este gesto -le dijo Blanca colocando su mano sobre la parte interna del muslo de Ernesto y llevándola hacia arriba, hasta dejarla pegada a los testículos, notando el calor que emanaba de ellos-
-Ostras, creo que nos vamos a ir ya a la Residencia Militar -dijo nervioso Ernesto- La cosa se está poniendo dura, nunca mejor dicho, jejejeje.
-Genial, me gusta mucho cuando la cosa se pone dura -le dijo ella con la boca pegada a la suya y subiendo la mano hasta tenerla donde ella quería- Y esta “cosa” está en un momento especial… Será mejor que nos vayamos ya…
Pagaron y se fueron hacia la Residencia Militar dando un pequeño paseo. Subieron a la habitación, una habitación con cama de matrimonio, moderna y que hacía poco tiempo que había sido reformada. Ella se abrazó a él nada más cerrar la puerta, se besaron con pasión, Ernesto se le notaba nervioso.
-Perdona mi torpeza, Blanca -le dijo separándose un poco de ella- Desde que falleció mi mujer, he estado solo dos veces con una mujer y he perdido práctica.
-Tú relájate y déjame hacer -le dijo Blanca- No sabes las ganas que tengo de ver lo que tienes entre las piernas.
Sus manos bajaron buscando el cinturón, lo desabrochó mientras sus lenguas se enredaban dentro y fuera de sus bocas. Metió su mano por dentro del slip, en cuanto su mano tocó el pene de Ernesto se separó de inmediato.
-No me digas que lo que tienes aquí es un monstruo -le dijo a media voz- necesito verlo.
Se separó, bajó el pantalón dejándolo caer hasta los tobillos de Ernesto y metió ambas manos por dentro del slip, palpó aquella polla sin que sus lenguas dejasen, de nuevo, de enredarse. Poco a poco fue bajando el slip, en un determinado momento la polla de Ernesto salió disparada como si fuese impulsada por un resorte. Blanca se detuvo a mirar aquel cilindro de carne caliente y dura que acababa en un capullo que, en su mano y agarrándolo, faltaban varios centímetros para que la punta de sus dedos tocasen su pulgar. Aquella polla mediría por encima de los 20 centímetros de largo, con un grosor algo más pequeño que una lata de refresco, y estaba totalmente empalmada, rígida, caliente y comenzaba a segregar el líquido preseminal del que se apreciaba ya una gota en la punta y un par de ellas que bajaban aún por el capullo. Toda la zona estaba completamente depilada, sus huevos, grandes y colgones, se notaban duros y cargados.
-Ahora me toca a mí observar semejante cuerpo -le dijo a Blanca-
Le desabrochó la blusa y, una vez abierta, acarició los pechos por encima del sujetador. Eran unos pechos grandes, le entraban a lo justo en la palma de la mano. Recordó lo que se decía en la Academia de la Guardia Civil cuando estudió en ella: “Teta que mano no cubre, no es teta es ubre”. Aquello le hizo esbozar una sonrisa. Levantó el sujetador y aparecieron dos hermosas tetas que tendían ligeramente a apuntar hacia arriba. Los pezones de punta y oscuros invitaban a jugar con ellos, las aureolas eran grandes, pero no excesivamente. Su boca besaba el cuello de Blanca y bajaba lentamente hasta encontrar aquellos pezones que le pedían estar en su boca. Los besaba, los chupaba y lamía, incluso los mordisqueaba con cariño, lo que hizo que Blanca comenzase a gemir mientras le aguantaba la cabeza y la presionaba contra sus pechos.
La mano de Ernesto desabrochó el vaquero de Blanca, lo bajó hasta las rodillas. Observó el tanguita blanco que llevaba puesto y su mano se acopló a su vagina con el dedo corazón golpeando muy levemente la entrada a su coño, haciendo que ella abriese las piernas más y sus gemidos aumentasen de volumen. Él comprobó que el tanga estaba mojado, bastante mojado, lo que le hizo sonreír nuevamente por su significado: aún era capaz de hacer que una mujer se calentara estando con él.
-Joder, vamos a desnudarnos -le dijo Blanca excitada separándose de él- Tengo que probar lo que tienes entre las piernas…
Se terminaron de desnudar y Blanca se tumbó sobre la cama, Ernesto se colocó sobre ella besándola con pasión. Su boca comenzó a bajar por el cuello de Blanca mientras su mano le acariciaba el clítoris haciendo que no parase de gemir. Ernesto siguió bajando sus labios hasta detenerse en los pezones, los mordisqueaba con suavidad notando como Blanca elevaba el cuerpo tensando sus músculos cada vez que lo hacía, lo que hizo que su polla se pusiese más dura aún de lo que estaba, segregando líquido preseminal en cantidades industriales. La boca de Ernesto siguió bajando por el vientre, mientras ella le agarraba con fuerza del pelo empujándolo hacia su entrepierna, queriendo que no retrasara más lo que estaba deseando que ocurriese. Los labios de Ernesto llegaron al monte de Venus, pasaba su boca entreabierta, sacando levemente la punta de la lengua, notaba en sus labios la suavidad extrema de su piel. Bajó en línea recta pero, justo antes de llegar al clítoris, giró hacia la coyuntura entre la pierna y el tronco de Blanca, lamiendo esa zona y besándola. Ella, por un momento, se decepcionó, pero seguidamente notaba como su coño se empapaba más aún, su cuerpo se tensaba con fuerza. Tiró del pelo de Ernesto guiándolo hacia su coño, él separó la cara y le sonrió.
-Vamos cabrón, hazlo -le dijo Blanca entre gemidos y jadeos- cómetelo, lo estoy deseando y no aguanto más…
Ernesto sonreía, su boca se pegó a los labios superiores y succionó suavemente mientras sus manos separaban las nalgas de Blanca y levantaban un poco el culo de ella. Con los dientes les daba pequeños bocados que hacían que Blanca apretase la cabeza de Ernesto contra su coño con mucha fuerza. Él se separó un poco y con su lengua empezó a masajear el clítoris de Blanca a la vez que dos dedos se adentraban dentro de ella provocándole la primera corrida.
-¡¡¡Dioooosssssss! Sigue, sigue, sigue, sigueee -jadeaba Blanca- Ufffffff, no te pares, NO TE PARESSS. Me estoy corriendooo.
Ernesto separó su boca del coño de Blanca, estaba empapado entre la saliva de él y los fluidos de ella. Él sonreía convencido de que no había perdido sus aptitudes ni su actitud a la hora de estar con una mujer en la cama, y ahora quedaba lo mejor, necesitaba follarla. Se tumbó junto a ella bocarriba, ella se giró hacia él.
-Dios mío… ¿porqué no nos hemos conocido antes? -le dijo Blanca mientras buscaba su boca con la suya y su mano agarraba la polla de Ernesto- Ahora me toca a mí…
Comenzó a bajar su boca por el cuerpo de Ernesto, parando en los pezones durante un breve periodo de tiempo, ella tenía la necesidad de catar aquella gigantesca polla que ya tenía en su mano. Su boca bajó por el vientre y, esquivando la polla, se dirigió directamente a los huevos, aquellas pelotas sin un solo pelo, gordas, duras y ligeramente colgonas, estaban deseando descargar y ella lo notaba. Se metió una en la boca y con la lengua le daba masajes en círculos mientras su mano se movía arriba y abajo por todo el largo del tronco de la polla. Lo sacó y, con la lengua fue recorriendo el tronco de la polla a todo lo largo hasta llegar al capullo. Blanca se acomodó y empezó a lamer y chupar el capullo, pasando su lengua por la punta recogiendo el líquido preseminal. Abrió la boca y se metió despacio el capullo en ella, su lengua se movía buscando frotarse contra el frenillo, haciendo que a Ernesto se le escaparan varios gemidos. El capullo entró totalmente en su boca, pero no podía trabajarla bien por las dimensiones de la polla. La sacó y, desde fuera, lamía, chupaba y besaba semejante cipote. Sin decir palabra, se sentó sobre los muslos de Ernesto y, mirándolo a los ojos y agarrando su polla, levantó sus caderas y colocó el nabo a la entrada de su coño. Se dejó caer lentamente, notaba como le abría el coño al máximo, sabía que las vaginas son tremendamente elásticas, pero le daba la sensación que la iba a reventar por dentro. Que ella recordase, nunca la había follado una polla igual a la de Ernesto y lo estaba deseando. Lentamente siguió bajando hasta conseguir sentarse sobre él, estaba completamente empalada, sentía un poco de dolor que se iba transformando en placer, un placer que le venía desde lo más profundo pero con mucha fuerza. Empezó a moverse arriba y abajo cada vez con más rapidez, por lo que el placer iba aumentando. Ernesto acariciaba las tetas de Blanca, las nalgas… aquella mujer lo ponía a mil desde que la conoció en el tren.
-Muévete más rápida -le dijo Ernesto- creo que no voy a aguantar mucho más…
-Shhhh -siseó Blanca poniendo un dedo índice sobre sus labios- aguanta lo que tengas que aguantar, por eso no te preocupes… Uffff que maravilla tienes entre las piernas, cabrón.
Blanca subía y bajaba más rápidamente, aún sentía una pequeña sensación de que la estaba rompiendo por dentro, le dolía pero a la vez le estaba dando un placer bastante grande… y quería acabarlo, necesitaba acabarlo.
-Sigue, sigue así… Dios, me queda poco -le dijo Ernesto entre jadeos- Ufffff, tienes el coño empapado…
-Jajajaja, para no tenerlo, con lo que tengo metido ahora mismo -le dijo Blanca- Ahora te vas a enterar…
Ernesto empezó a notar como ella movía los músculos internos masajeando su polla, algo que jamás había experimentado y que le estaba dando un plus en placer. De repente ella se sacó la polla y se tumbó sobre Ernesto.
-No pretendo que te corras aún -le dijo muy excitada Blanca y agarrándosela- Tengo que aprovechar esto al máximo.
-Pues yo creo que como te la vuelva a meter, me corro -le contestó Ernesto- Y lo estoy deseando, me estás volviendo loco, joder.
-¿En serio? Pues que no se diga nada más -le dijo medio riéndose Blanca- Ahora vas a vaciarte sobre mí, quiero sentir tu leche caliente sobre mi piel, lo necesito.
Se colocó a 4 patas, con las piernas abiertas y deseando que aquella polla volviese a introducirse en ella. Ernesto se puso de rodillas detrás de ella, colocó su polla en la entrada de su coño y fue apretando sus caderas contra ella. La polla volvía a entrar lentamente, notando el calor y la humedad de aquel coño hambriento y desesperado. Los dos gemían y jadeaban cuando ella se empezó a balancear logrando que la polla entrase y saliese de su coño con algo más de rapidez. Pegó su pecho a la cama, Ernesto aumentaba la velocidad de penetración, los gemidos se hicieron más potentes.
-Uffff, me corro, me corrooo -jadeó Ernesto notando como el placer le subía desde la base de sus testículos al vientre-
En ese momento empezó su polla a tener las contracciones típicas para sacar el semen y dispararlo al exterior, él se pegó a ella con fuerza. Blanca notó, como si lo viviera a cámara lenta, las contracciones de la polla, el primer trallazo entrando con mucha fuerza en ella. Ernesto se la sacó y los siguientes trallazos cada cual con menos intensidad, que ello no implica menos cantidad de semen, cayeron sobre la espalda de Blanca que gemía y todo su cuerpo convulsionaba.
Cuando acabaron, Ernesto se dejó caer junto a Blanca y con un kleenex le recogió el semen que había caído sobre ella.
-Joder… no sé qué decir -le dijo- creo que ha sido el mejor polvo de mi vida. Eres increíble.
-Gracias por lo que me toca pero… el mérito es tuyo por tener lo que tienes entre las piernas -le respondió Blanca- Voy a darme una ducha ligera, tardo un minuto.
Al cabo de los minutos, salió envuelta en una toalla que dejó caer a los pies de la cama, para subirse en ella y tumbarse junto a él.
-Ha sido magnífico -le dijo ella- Tenemos que hacerlo más veces… me encanta el sexo anal, pero eso que tienes ahí… es demasiado para mi culo. Habrá que ir preparándolo…jejejeje
-Vaya… no lo esperaba… jajajaja -le contestó Ernesto- Se hará lo que dices, ya tengo ganas de repetir… ah, por cierto, tu teléfono ha vibrado mientras te duchabas.
-Será la ubicación que Rosa dijo que me iba a mandar -dijo Blanca cogiendo el móvil desinteresadamente- Vamos a ver la calle…
-Quédate a dormir aquí -le prepuso él- la cama es de matrimonio, y yo no ronco…
-¡Mierda! Tengo que irme -le cortó Blanca levantándose rápidamente- Lo siento, pero he de irme. Ha pasado algo grave…
-Te acompaño -le dijo Ernesto levantándose y buscando su ropa-
-¡Noo! Quédate aquí -le dijo con un tono de imposición muy marcado- Pediré en recepción que me llamen un taxi, no podrás hacer nada. Mañana te cuento.
Cuando bajaba en el ascensor hacia recepción, volvió a mirar el WhatsApp que Sieg le había mandado: “Vente al hospital, Rosa atropellada y el coche se ha dado a la fuga, está fuera de peligro. Esto tampoco es una coincidencia” En ese momento se dio cuenta que Rosa no le había mandado ubicación ninguna…
Hasta aquí este capítulo, os espero para el siguiente.
¡¡¡Ahh, y no olviden supervitaminarse y mineralizarseeee!!!
Para cualquier comentario, crítica o sugerencia, mi email: vantheway@hotmail.com
Saludos, Vantheway
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