COMPAÑEROS Y ENEMIGOS
Capítulo 5
Ernesto comenzó a vestirse mientras oía a Blanca hablar por teléfono desde el baño. A ella le dio tiempo a bajar, coger el teléfono y meterse en el baño de la planta baja. Él bajó con la camiseta en la mano, el tono de voz de Blanca no presagiaba nada bueno, se acercó hasta el baño, la puerta estaba a medio cerrar, ella estaba de pie, desnuda, en el plato de ducha hablando con el móvil, lo miró a través del espejo y le indico que podía entrar.
-Vale Virginia -decía Blanca- Dame un toque cuando os instaléis en el hotel y nos vemos, hay mucho de lo que hablar…de acuerdo… Sí, en un par de horas como mucho nos vemos… Venga, ciao.
Blanca le acercó el teléfono a Ernesto para que lo pusiera sobre la encimera del lavabo.
-¿Te vas sin ducharte?¿Tanta prisa tienes? -le preguntó-
-Pensé que tendrías prisa -le contestó Ernesto dejando la camiseta sobre la tapa del váter- La verdad es que me apetece una ducha, y si es contigo mejor.
Blanca le hizo señales con la mano para que se desnudara y él obedeció de inmediato, se quedó completamente desnudo y entró al plato de ducha. Ella le echó las manos por detrás del cuello atrayéndolo, él se dejaba hacer. Sus bocas se unieron por un momento, mientras sus cuerpos se pegaban el uno al otro. Él notaba sus pechos pegados a su pecho, notaba el monte de Venus pegado a su entrepierna, notaba la suavidad de aquella vagina totalmente depilada y que, levemente, se frotaba contra su pene consiguiendo que se fuese agrandando sin llegar a endurecerse. Sus lenguas se enredaron fuera de sus respectivas bocas, las manos de Ernesto acariciaban los pechos de Blanca consiguiendo que sus pezones se endurecieran.
-Te toca enjabonarme -le dijo Blanca tendiéndole una esponja y el bote de gel- Después te enjabono yo, de verdad.
Ernesto cogió la esponja y empezó a frotarla contra el pecho de Blanca mientras no paraba de besarla, la esponja iba bajando por el vientre mientras su boca bajaba por el cuello de ella que, con los ojos cerrados, agarraba la nuca de Ernesto con una mano sin parar de suspirar. Frotaba la esponja contra su coño mientras su lengua se entretenía con los pezones de Blanca, los tenía duros como piedras. Siguió bajando su boca por su vientre mientras ella abría las piernas, Ernesto se arrodilló ante ella, su coño lo tenía frente a él mojado, abierto, caliente. Hundió su cara en él, su lengua la penetraba y salía de ella cargada de flujo que el agua de la ducha se encargaba de llevarse, en parte por el desagüe. La respiración de Blanca se hizo más intensa y acelerada, las manos de Ernesto le separaban las nalgas y alguno de sus dedos buscaba su ojal para acariciarlo e introducirse en él. Blanca, con su espalda apoyada en la pared, colocó sus gemelos en los hombros de Ernesto, de esta manera uno de los dedos de él se introdujo sin esfuerzo alguno en el culo de Blanca a la que se le escaparon jadeos de placer.
-Sigue cabrón, sigue -le dijo Blanca buscando la boca de Ernesto- No tienes idea del placer que me das.
*****
-Bueno, ¿vas a llamar a Blanca? Debe pensar que ya deberíamos haber llegado -le dijo Raúl a Virginia mientras se acababa de poner la camisa- Joder, este calor no hay quien lo aguante.
-Ahora llamaré, no seas impaciente. Mi boca aún huele a tu polla, como para ponerme a hablar con ella -le contestó Virginia mientras iba al baño, el reguero de semen le caía por el pecho hasta el vientre- Y estamos en verano y en el sur, lo normal es que haga calor.
Virginia se metió en la ducha y Raúl se sentó en la cama, cogió su teléfono y miró el estado de algunos conocidos.
-Voy a llamar a Blanca, le diré que hemos llegado y que nos estamos refrescando, que en un rato quedamos -le dijo levantándose de la cama y avanzando por el pasillo hacia el baño-
-Ni se te ocurra hacer eso -le gritó Virginia desde la ducha- Tú haz tu trabajo que yo haré el mío. ¿De acuerdo? No me toques los ovarios con gilipolleces.
Raúl sonrió y se tocó el paquete, se dirigía hacia la puerta de la habitación pero se giró antes de tocar el pomo para abrirla. Se fue directo al cuarto de baño, observó cómo Virginia se enjabonaba las tetas, ella levantó la vista y vio cómo él se tocaba el paquete, ella abrió las piernas y se pasó la esponja son suavidad por su entrepierna mientras con la otra mano cerraba el agua de la ducha. Él se desabrochó el pantalón y un bulto considerable apareció ante Virginia, ésta se sentó en el suelo de la ducha, sus piernas flexionadas y bien abiertas mostraban a Raúl lo que hacía unos minutos había disfrutado con todos los sentidos. Se bajó el slip y el pantalón hasta los tobillos y empezó el movimiento deslizante de su mano, desde la base del tronco hasta el capullo y vuelta a empezar. Virginia soltó la esponja y comenzó a acariciarse el coño con los dedos, frotaba su clítoris y se introducía un par de dedos con cierta violencia, no dejaba de mirar a los ojos a Raúl, lo que provocó que el movimiento de las manos de él fuese gradualmente más rápido.
Los gemidos y jadeos de ambos se enlazaban, Virginia notaba como el placer se acentuaba más pasando uno de sus dedos por el ojal mientras se frotaba el clítoris con cierta violencia. Vio cómo Raúl comenzaba a jadear más fuerte, sabía qué ocurriría y , arrastrando su culo por el plato de la ducha, se acercó a él sin parar de frotarse con más energía el clítoris. Por los gemidos y el movimiento de pelvis de Raúl sabía que estaba a punto, abrió su boca y sacó un poco la lengua con la intención de recoger aquel maravilloso elixir, caliente y denso, que saldría de la polla de su amante.
-Diossss, me corro…joder…-Raúl se acercó todo lo que pudo a Virginia- Unas gotas de semen acompañadas de un muy pequeño chorro, cayeron directamente en el suelo, otras gotas, sin embargo llegaron hasta Virginia que se corría en ese momento. Saboreó el semen de Raúl nuevamente y se quedó apenas sin fuerzas en la misma posición en la que estaba.
-Me vas a dejar seco, zorra -le dijo Raúl mientras se limpiaba el capullo con un trozo de papel higiénico- Tengo los huevos vacíos.
-Anda y calla, pensaba que me ibas a gratificar con una buena cantidad de leche y solo han sido unas gotitas -le interrumpió Virginia- Voy a terminar de ducharme, me visto y saldremos para hablar con Blanca. Ve a tu habitación y lávate bien la entrepierna, hueles a sexo muchísimo.
-¡Pero qué puta eres! -le contestó Raúl entre risas-
-Vamos, ahora me vas a decir que no te gusta que lo sea, jajaja -le soltó Virginia levantándose y abriendo nuevamente el grifo de la ducha- Ya en otro momento, cuando hayas recargado los huevos, te exprimiré nuevamente. Y ahora deja que me duche tranquila. Aséate y quedamos abajo en 15 minutos.
*****
Blanca dejó a Ernesto en la Residencia Militar y, andando, se acercó hasta el Boulevard donde se encontraba el local en el que habían quedado Virginia, Raúl y Coral con ella. A los 10 minutos aparecieron los tres. El local estaba a media altura del Boulevard con el parque de la ciudad al otro lado de la calle. Saludaron efusivamente a Blanca, sobre todo Raúl que la besó en los labios y la abrazó, momento en el que Virginia sonrió a Raúl por encima del hombro de Blanca. Se sentaron los cuatro y pidieron unos cafés, charlaron de banalidades.
-¡Excelente café! -soltó Virginia dejando su taza de café sobre la mesa- Bien, aquí es fácil que nos oigan. Vámonos al parque y hablamos paseando por él.
Todos se levantaron de la mesa y se encaminaron hacia el parque. Comenzaron a hablar paseando por las distintas calles del parque, incluso por la zona infantil, ya que allí con los gritos de los críos sería difícil que alguien los oyera. Al cabo del rato salieron del parque. Acordaron entrevistarse con Ernesto al día siguiente después de conocer a Ethan y a Sieg.
-Ahora vamos al hospital -dijo Virginia- Vamos a ver a Rosa, tengo muchas ganas de verla. Blanca, vienes con nosotros, ¿verdad?
-Por supuesto -le respondió Blanca-
Llegaron al hospital, tuvieron la suerte que nada más entrar al aparcamiento del hospital, salía un vehículo de una de las plazas de aparcamiento. Al llegar preguntaron por Rosa en la recepción, hacía poco que la habían subido a planta.
-Se encuentra en la habitación 316, tercera planta -les dijo el recepcionista-
Subieron en el ascensor y llegaron delante de la puerta de la habitación, Virginia golpeó la puerta con los nudillos y abrió la puerta. Rosa, en la cama, se sorprendió al verla, una sonrisa apareció en la cara de ambas.
-¡Santo dios, qué alegría verte tan recuperada, Rosa! -dijo Virginia inclinándose sobre la cama y besándola en cada mejilla- No sabes lo preocupados que nos has tenido, el Coronel Jerez te manda un beso muy grande y un abrazo.
-Gracias Virginia, ¡joder, cuánta gente! -le respondió Rosa emocionada- ¡Raúl!¡Coral!¡Blanca! Me estoy emocionando. Dale las gracias al Coronel, dile que le mando un beso enorme. Pero pasad todos, la cama de al lado aún no está ocupada, así que no molestáis a nadie.
-Estaremos sólo un momento, Rosa -le dijo algo más seria Virginia- Estamos muy contentos de verte casi recuperada, ahora me toca decirte las órdenes…
-Ya imagino qué me vas a decir -le interrumpió Rosa- Y me repatea mucho.
-Lo entiendo, pero de todas formas te comento -le dijo Virginia- Las órdenes son las órdenes, Rosa. El Coronel quiere que vuelvas a Madrid hasta que acabes de recuperarte, según piensan por los informes médicos que Blanca ha ido mandando a la Central, los médicos calculan que en poco tiempo, dos-tres semanas, estarías operativa nuevamente, y volverías aquí.
-No serán ni dos ni tres semanas, eso seguro -respondió Rosa- Pero bueno, es lo que toca. No pienso discutir, con tal de no estar en el hospital, regresaré a mi casa, a Madrid… “acepto pulpo como animal de compañía”…
-Genial, Rosa -contestó Virginia- Eso te ayudará a ti y al grupo, estaremos más tranquilos contigo en Madrid. Ya has experimentado en tu cuerpo que éstos no son angelitos de la caridad. Te prometo que vamos a pillar a todos, ya estamos en contacto con las demás agencias y con el SIGC.
Estuvieron un rato charlando de distintas cosas, al marcharse quedaron en que Rosa saldría en dos días hacia Madrid. Saldría del hospital de incógnito y escoltada por un par de agentes del CNI que la acompañarían hasta Madrid.
*****
Blanca y Coral fueron hacia la casa que Rosa y Blanca compartían, para recoger las cosas de Rosa y dejar todo preparado y en el hall de la casa, para que los agentes solo tuvieran que cargarlo al coche cuando recogieran a Rosa.
-Ya tenemos todo listo, las cosas del baño, la ropa que estuviese tendida, su armario…todo acabado -dijo Blanca- Nos merecemos una cervecita fresquita, ¿no crees?
-Te iba a decir lo mismo, Blanca. Pero soy más precavida e iba a pedirte agua fría, pero ahora que dices lo de la cerveza… -le contestó Coral con una gran sonrisa en la cara-
Blanca fue a la cocina y salió con dos latas
El Águila sin filtrar de 50 cl., una en cada mano y boca abajo.
-No la tengo más chica…las cervezas me refiero…jajajaja -dijo Blanca-
-Jajaja, te entendí, te entendí… si fueses un hombre te hubiese dicho que me la enseñaras -le contestó Coral sin cortarse- Me gustan las pequeñas más que las monstruosas.
-Bueno, depende de lo chica que sea una, y de lo grande que sea la otra, ¿no? He estado con hombres que la tenían normalita, sobre los 14, 15 o 16 cm y algunos bien y otros no tan bien, con hombres que la tenían grandes, de 18 o 20 cm y lo mismo, algunos bien y otros no tanto, pero…-le dijo Blanca abriendo una bolsa de patatas fritas y sentándose en el sillón, frente a Coral que estaba sentada ya en el sofá-
-Pero qué, ahora no te puedes callar, joder -le dijo entre risas Coral- Cuéntame, tía.
Ante el silencio de Blanca, Coral la miró asombrada…
-¡Venga ya! Te has liado con uno de los agentes extranjeros -le dijo emocionada Coral- Eso me lo tienes que contar, joder. O bien tiene una polla pequeña o una de las grandes…¡Dios mío, Blanca!¡No te puedes callar eso! ¡Soy una tumba, de verdad!
Blanca sonreía a medias, valoraba si contárselo o no. Conocía a Coral desde hacía bastante tiempo, se reencontraron de nuevo en el CNI, Coral había entrado un año y medio antes que ella. Era más antigua que Blanca y llevaba algunas operaciones más que ella.
-De acuerdo, te lo contaré si me prometes no dar nombres ni nada de ellos…
-¡Coño! ¿¡Son más de uno!?, cuenta, joder -le dijo Coral ya muy excitada- Esto se pone interesante, no sabes el tiempo que llevo sin catar una polla…y me das envidia, jajajaja
-Joder, hija. Cualquiera diría que estás necesitada -le dijo Blanca animándose a contarlo- ¿Cuánto tiempo llevas… sin catar?
-Uffff, todo lo que hablemos se quedará con nosotras, además no habrá pasado nunca, ¿de acuerdo? -le respondió Coral animándose a contar parte de sus intimidades- Verás, llevo casi tres semanas sin tocar una polla…de verdad.
-Vaya, para mí sería mucho tiempo, pero al menos te tocarás, usarás un satisfayer o una polla de goma, ¿no? -le dijo entre risas Blanca levantándose- Espera, no sigas, he acabado la cerveza ya, con este calor y lo fresquita que está… ¿te apetece otra?
-Sí, venga. Tráeme otra cerveza -le dijo Coral- Y sí, uso algunos juguetitos, pero me encantan combinarlos, jejeje. Tengo una polla de goma realística que combino con el satisfayer, pero no es lo mismo. El notar el calor de una polla entrándote, lo dura que se les pone, los besos, la respiración de él cerca de ti, sus gemidos, el notar como se va calentando… Uffff, eso me pone a mil.
-¡Qué me vas a contar, Coral! Si sigues contándolo de esa manera, voy a tener que llamar a alguien que me eche uno pronto, jajajaja -le dijo Blanca comenzando a excitarse-
-A ver, dime ya desde cuándo no tocas una polla, y sobre todo de quién…
-Bueno, desde esta mañana temprano -le dijo Blanca ya algo sometida al alcohol de las cervezas- No te voy a decir a quién pertenece. Han sido dos polvos, polla de las grandes, recta, con unos huevos grandes también, y cargados. Se le pone muy dura, con las venas bastante marcadas, besa que alucinas, sabe usar la lengua como pocos, tiene manos grandes y suaves, dedos como pollas que son una maravilla, un culo duro y redondo… pero no te voy a decir quién es. Cuando me la mete, con cada golpe de cadera que me da, me acerca al paraíso. Joder, me estoy calentando.
-Joder Blanca, estás consiguiendo que me moje -le dijo Coral bastante excitada- Una pena que no me quieras decir quién es esa maravilla de persona… Podríamos hacer un trío. Con solo pensarlo ya tengo los pezones como botones de acero.
-Estaría bien hacer un trío con él y contigo, jejeje -le dijo Blanca dándole el último sorbo a la segunda lata de 50 cl. de cerveza- Claro que tendría que preguntárselo, y no creo que ahora sea el momento.
Blanca se levantó del sillón y se sentó junto a Coral en el sofá, se miraron y se sonrieron. Coral plantó sus manos en los muslos de Blanca.
-Bueno, parece que no va a hacer falta que lo llames -le dijo Coral acercando su boca a la de Blanca- Al menos por mi parte.
Blanca abrió su boca solo lo suficiente para que su lengua asomara un poco, las manos de Coral acariciaban los pechos de Blanca por debajo de la camiseta. Los labios de ambas se unieron para separase inmediatamente y comprobar una la reacción de la otra. Blanca se quitó la camiseta mientras Coral se levantaba del sofá y se quedaba con un tanga negro de blondas en la parte superior, tan finamente tejido que dejaba adivinar lo que había debajo. Blanca se levantó y se quitó camiseta y pantalón, se quedó como Coral, con un tanga blanco. Se abrazaron y se besaron con pasión, las lenguas se enredaban dentro y fuera de sus bocas mientras sus manos acariciaban las tetas de la otra. Tetas que tenían los pezones de punta y duros. Las tetas de Coral eran más grandes que las de Blanca, con unas aureolas grandes y oscuras. Blanca agarró de la mano a Coral y la llevó hasta su habitación. Delante de la cama volvieron a besarse, Coral le bajó el tanga a Blanca y la empujó para que se sentara sobre el colchón, se metió entre sus piernas y acercó su boca al coño de Blanca, ésta abrió todo lo que pudo las piernas y dejó que la lengua de Coral recorriera todos los rincones de su coño.
Al cabo de los minutos se levantó y Blanca se tumbó en la cama. Coral se tumbó sobre ella, boca contra boca, tetas contra tetas, vientre contra vientre… la pasión salía por cada poro de sus pieles. Las manos recorrían los cuerpos calientes y sudorosos, se detenían en zonas mojadas… Por inercia, los cuerpos se preparaban para la penetración, las piernas se abrían, los cuerpos se giraban buscando la mejor posición, la tijera estaba sobre la cama. Coño contra coño, ambos depilados, los movimientos de las pelvis hacían que sus coños frotaran el uno contra el otro, las respiraciones se aceleraron, los gemidos dieron paso a los jadeos, las manos iban de un cuerpo a otro.
El sonido del frotamiento de los coños, de las respiraciones alteradas, de los gemidos de deseo, de pasión, tomaron la habitación… La lengua de Blanca bajaba por el cuello de Coral, mientras ésta acariciaba y pellizcaba los pezones de Blanca, se detuvo en los pezones para lamerlos, besarlos y mordisquearlos consiguiendo que a Coral se le escaparan gemidos y jadeos con fuerza. Siguió bajando por el vientre hasta hundir su cabeza entre las piernas de Coral, con sus manos separó los labios superiores mostrando a Blanca el tesoro que Coral guardaba entre sus piernas. Hundió su lengua en el coño haciendo que Coral se estremeciera, uno de los dedos de Blanca acariciaba, y a veces frotaba con cierta violencia, el clítoris de su amante. Su lengua penetraba a Coral, subía por toda la raja hasta llegar al clítoris donde se entretenía frotándose con él mientras un par de dedos penetraban a Coral. Ésta, con las piernas flexionadas y totalmente abiertas, apretaba la cabeza de Blanca contra su coño, notando como su primer orgasmo estaba llegando gracias a la labor que, en sus partes bajas, estaba realizando Blanca.
-Joder tía, voy a correrme -le dijo entre gemidos, jadeos y apretando la cabeza de Blanca contra su coño- Sigue comiéndome el coño como lo estás haciendo…Dios, me corrooo.
Blanca aceleró todos los movimientos que llevaba a cabo en aquella zona, su lengua recogía todo el lubricante que salía del coño de Coral, sus dedos la penetraban con más velocidad o frotaban el clítoris con más violencia. La respiración de Coral se aceleró, sus gemidos pasaron a ser jadeos, insultos, varios
“no pares, zorra”, “sigue, sigue, sigue”, “Dios, qué buena eres haciendo eso”, salían de la boca de Coral sin que ella misma fuese consciente. El pecho de Coral subió hasta lo máximo que su morfología le permitía y ahí se mantuvo unos segundos, su respiración se detuvo aguantando el placer que la corrida le estaba haciendo pasar. Apretó con fuerza la cabeza de Blanca contra su coño hasta que, pasados unos segundos, su cuerpo se derrumbó contra el colchón, liberó la cabeza de su amante y su cuerpo pasó de estar en una tensión máxima a estar completamente relajado y con la respiración alterada como si hubiese corrido una carrera de 400 metros lisos.
Blanca la miró con la cara totalmente empapada en los fluidos de su amiga, el olor del coño excitado que salía de la entrepierna de Coral la tenía totalmente caliente.
-Esto no ha terminado aún, Blanca -le dijo Coral tirando de la cara de su amiga hacia ella- Ahora te toca a ti tocar el paraíso como lo acabo de hacer yo.
Blanca se tumbó en la cama y Coral se puso sobre ella, empezó besándola en la boca, con sus manos agarró las de Blanca hasta estirarlas perpendicularmente respecto a su cuerpo, como si estuviese crucificada. Blanca tenía el coño de Coral sobre su vientre, notaba la humedad que aún salía de él, esto la excitaba más aún. La boca de Coral bajaba por su cuello besando y lamiendo cada trozo de piel de él, la excitación de Blanca subía por momentos. La boca de Coral llegó hasta sus tetas, sus pezones ya duros entraban en la boca de su amante, que los lamía, chupaba, besaba y mordisqueaba con una pasión desmedida, provocándole una excitación tremenda, la lengua de Coral se deslizó hacia la parte derecha de su pecho derecho, lamiendo toda la zona hasta llegas a la axila, se detuvo un momento para ver la cara de excitación de Blanca que la miró como si estuviese viendo a la misma diosa Afrodita. La lengua rozaba la piel de la axila de Blanca, lo que le provocaba una excitación que jamás se le había pasado por la cabeza saber que la axila fuese una zona erógena con tal poder. La lengua de Coral recorrió toda su axila mientras una de las manos le acariciaba el coño, empapado ya, y que le hacía abrir las piernas al máximo.
La boca de Coral abandonó la axila de Blanca y, por el lado derecho de su cuerpo, fue bajando lentamente hasta llegar a su cadera. Ahí, en ese momento, su boca se dirigió hacia su vientre, besando y lamiendo cada palmo de piel caliente por la que pasaba. Desde el ombligo, bajo lentamente hasta llegar a su coño, totalmente abierto y mojado. Con la ayuda de los dedos lo abrió y hundió su lengua en él. Todos los fluidos que soltaba el coño de Blanca pasaron a la boca de Coral, que de inmediato subió hasta unir su boca con la de Blanca, y que ella pudiese saborear su propio coño de la boca de su amiga.
Coral bajó nuevamente hasta el coño de Blanca, su lengua se movía con bastante rapidez, sus dedos frotaban el clítoris cuando no lo hacía su lengua. En determinado momento, la lengua de Coral bajaba lentamente siguiendo la línea que va desde el coño hasta el culo. Su lengua recorría ese pequeño espacio lentamente mientras sus dedos acariciaban el clítoris y se introducían en Blanca. Su lengua llegó hasta la unión de ambas partes, en ese momento, cogió las piernas de Blanca y las colocó sobre sus hombros, estando ya de rodillas sobre el colchón, dejando el coño y el culo de Blanca a la altura de su boca. Pasaba la lengua por los labios superiores, los besaba, los apretaba con los labios y tiraba de ellos mientras uno de sus dedos jugaba con el ojal de Blanca. La respiración de ésta se aceleró rápidamente, su temperatura subía mucho y rápidamente. Quitó las piernas de los hombros de Coral, se giró y se colocó a gatas, con el pecho pegado a las sábanas.
-¡Cómeme entera, cómete el coño y el culo, haz que me corra como nunca! -le dijo entre gemidos y jadeos a Coral-
-Ummmm, mi putita está calentorra -le dijo Coral- ¡Prefieres un macho que te monte, o que yo termine lo que he empezado, zorrita!
-Acaba lo que has empezado, joder -le dijo Blanca- Uffff no puedo más, necesito correrme, ¡me tienes a mil, cabrona!
Coral comenzó a besar las nalgas de Blanca mientras dos de sus dedos comenzaban a follarla por el coño. Su boca se acercaba al ojal mientras Blanca gemía con más fuerza aún, colocó la punta de su lengua en el ojal de Blanca, ya eran tres los dedos que la estaban follando mientras no paraba de gemir. Apretó su lengua contra el ojal y entró unos milímetros, se separó y sacó los dedos del coño de Blanca empapados, tal y como estaban se los metió en el culo. Blanca soltó un gemido, así que Coral le metía dos dedos de una mano por el culo a Blanca, y con la otra mano le metía tres dedos por el coño. De vez en cuando acercaba su boca y lamía y besaba ambos agujeros.
-¡Voy a correrme, puta! -dijo Blanca entre gemidos- No se te ocurra parar, por favor. ¡No te pares… haré lo que me pidas, zorra!
Los movimientos de Coral se aceleraron, levantó la cabeza mientras sus manos se movían con más velocidad, quería ver cómo se corría su amiga sodomizada, eso hizo que su coño empezara a mojarse más.
-¿De verdad que harás lo que te pida? -le preguntó Coral acelerando más aún sus movimientos-
-Sí, joder. Lo que quieras.
-Pues córrete, puta, que me vas a comer nuevamente el coño hasta que me corra en tu boca -le contestó Coral-
-Sííííí, Dios, sí. Me voy a correr -gritó Blanca- ¡dame fuerte, puta!
El cuerpo de Blanca se tensó por unos segundos, se encorvó como si fuese un gato, hasta que cayó derrumbada sobre la cama, con unos dedos de Coral aún dentro de su culo.
-Dios mío, ¿qué me has hecho? Ufffff -Blanca hablaba con la respiración entrecortada- Me tiembla todo el cuerpo.
-Jejejeje, tranquila. Ahora tendrás que hacer lo que me has dicho que harías…-dijo Coral tumbándose boca arriba con las piernas abiertas, mostrando su coño empapado-
Blanca se acercaba a ella a gatas, se situó entre sus piernas, las abrió un poco más y, con los dedos separándole los labios superiores hundió su cara en su coño y empezó a comérselo como si fuese la primera vez que se comía un coño tan apetitoso.
*****
Virginia suspiró aliviada, la reunión que estaba manteniendo con Ernesto en una sala privada de la Comandancia de la Guardia Civil de Algeciras, estaba sirviendo para sacar bastante información sobre
Muhammad Yasin Ahram Pérez, además que le había permitido conocer a un hombre bastante apuesto, Coronel de la Guardia Civil, del SIGC, una persona muy apreciada tanto en la Benemérita como en las distintas agencias de inteligencia del país, conocido por todas ellas… y con un bulto entre las piernas bastante interesante.
-De todas formas, como le estoy diciendo -habló Ernesto- sabemos que los iraníes están cometiendo un error que vamos a aprovechar en poco tiempo.
-¿Un error? -preguntó Virginia intrigada- Sabes que los errores en esta profesión nunca son errores…
-Lo sé, Virginia, lo sé -le cortó Ernesto- pero es un error tonto que podemos aprovechar para registrales el coche y hacer lo que queramos, eso sí, en poco tiempo.
-¿Y puedo saber qué error es ese? -preguntó Virginia- No me fío de los errores tontos…
-Lo sabrás cuando te avise para que estés presente -le dijo Ernesto- Pero ya te digo que le hemos dado muchas vueltas a todo y parece ser que es algo que, con las prisas, se les ha pasado. Eso sí, no podremos hacer mucho más que lo que te he dicho, pero algo es algo.
-Genial, aunque me dejas muy intrigada -le dijo Virginia- Bueno, ahora es cuando me quedo esperando a que me invites a cenar o tomar algo…no sé.
-Jajajaja, me encanta tu sinceridad, Virginia- le dijo Ernesto- Queda un poco para cenar, si quieres te recojo en un rato. Dime dónde te alojas y paso a recogerte.
-Ummm, todo un caballero, así me gustan a mí los hombres -le contestó Virginia- Mejor te paso yo a recoger, me quedo en una de las casas que tenemos en la zona. Creo que te alojas en la Residencia Militar. ¿Te recojo a las 21.00?
-Perfecto Virginia -le dijo Ernesto, observando el canalillo de sus pechos- Te esperaré a que llegues, ahora voy a reservar en un sitio que te gustará, con unas vistas estupendas. Pero hará falta el coche.
-De acuerdo, de acuerdo, por eso no te preocupes -le dijo Virginia- No sabes las ganas que tengo que den las 21:00. Son las 18:30 ahora, y tengo que informar a Madrid, entiendo que ´tu debes hacer lo propio.
-Cierto, ahora me pondré en contacto con los jefes y les informaré de lo positiva que ha sido la reunión -le dijo Ernesto-
Virginia se levantó a la par que Ernesto, antes de abrir la puerta para salir de la sala, Ernesto le dio dos besos en la cara, pegando su cuerpo al de ella. Notó sus pechos duros en su pecho y que ella no intentó disimular lo que hacía, y aquello le gustó.
-Bueno, nos vemos esta noche entonces -le dijo Virginia- Ha sido todo un placer conocerte, Ernesto.
-Lo mismo te digo, Virginia -le contestó Ernesto- Espero con ansias la hora de vernos esta noche.
Ernesto se marchó a la residencia para prepararse para la cena una vez informados sus superiores, él tenía carta blanca para dar la información que considerara oportuna, por supuesto para que, a cambio, le dieran la información que necesitara. Y esta vez había conseguido bastante información.
Cuando salió de la Comandancia y camino de la Residencia Militar, llamó por teléfono al restaurante “Puro Estrecho”, un restaurante ubicado en una zona que, por su nombre, se entenderá que es una zona de una belleza infinita. Pasado el Faro de Punta Carnero, se encontraba el Restaurante, decorado con un gusto exquisito, en una zona privilegiada por las vistas, con una Carta y Bodega envidiables, pero con un problema que Ernesto conocía bien: estaba siendo investigando por blanqueo de dinero proveniente del tráfico de droga, aunque Ernesto tenía sus dudas de que fuese así. Le reservaron para las 21:30, tendría que llamar a Virginia para que fuese a por él un ratillo antes. Con el teléfono en la mano buscó su contacto y apretó el botón de llamar.
-Hola Virginia -dijo Ernesto- He llamado a un restaurante y me han dado hora para las 21:30, si puedes pásate un poco antes por mí, no está lejos pero la carretera es un poco complicada.
-Hola Ernesto, no te preocupes. Te aviso en el momento que salga -le dijo Virginia- Espero que sea un buen sitio.
-Lo es, lo es y me lo reconocerás -le dijo Ernesto- Ahora voy a ducharme y a prepararme. Nos vemos en un ratillo.
Colgó el teléfono, una vez en la Residencia Militar, subió a la habitación y se desnudó, se metió en la ducha con una maquinilla de afeitar y el tarro de gel de afeitar, se puso un poco de gel en la mano y se lo extendió por los huevos y alrededores. Acercó la maquinilla y comenzó a afeitarse con cuidado los huevos y el resto de la zona.
En algo más de media hora sonó el teléfono de la habitación donde se alojaba Ernesto.
-¿Hola? -contestó-
-Buenas noches, Coronel Trigo -dijo la voz del recepcionista- Hay aquí una señora que pregunta por usted, se ha identificado como Virginia Navarro.
-Bien, dígale que bajo ya. Gracias Carlos -le contestó Ernesto-
En tres minutos, Ernesto estaba en recepción. Observó a Virginia de espaldas sin que ésta se diese cuenta. Estaba contemplando la maqueta de lo que fue uno de los antiguos Fuertes que se habían construido en la ciudad y que fue destruido por las tropas españolas e inglesas, como todos los que había por la zona, para que las tropas francesas de Napoleón no los pudieran usar con la idea de atacar Gibraltar. Llevaba un vestido blanco, de falda plisada y con un escote generoso, la espalda al aire y atado al cuello, muy similar al usado por Marilyn Monroe en la película
“La tentación vive arriba”, cuando Marilyn se pone sobre la boca del metro y el aire que sale con fuerza de ella le levanta la falda.
-Carlos perdone -le preguntó Ernesto alzando algo la voz a la persona de recepción- ¿Desde cuándo vienen los ángeles a esta residencia?
El recepcionista sonrió mientras que Virginia se giraba al oír la voz de Ernesto.
-Muchas gracias Ernesto -le dijo Virginia acercándose a él- Hay un ángel más en esta sala y lo tengo frente a mí.
Ambos se rieron y se saludaron con un par de besos en las mejillas.
-Bueno, vámonos ya. Ten las llaves del coche -le dijo Virginia- Y me vas contando el lugar mientras nos dirigimos hacia allí.
Se montaron en el coche, y Ernesto puso rumbo al Faro de Punta Carnero, detrás del faro hay una urbanización donde se encuentra el Restaurante “Puro Estrecho”. Mientras Ernesto le hablaba del restaurante a Virginia, ésta lo buscaba en Google y las imágenes que vio la dejaron sin palabras.
-Tiene una de las mejores vistas de toda la zona -le dijo Ernesto- Empatado con otro restaurante de Tarifa, el que se encuentra en la Residencia Militar de Tarifa, que también tiene una vista del Estrecho espectacular.
Circularon por la carretera del Faro, una carretera un poco estrecha y, por la parte final, con unas curvas bastante cerradas, pero ya las vistas que Virginia observaba eran de una belleza increíble. Aún no eran las 21:00 y seguía siendo de día, se podía ver a la izquierda el Peñón de Gibraltar y la Bahía de Algeciras, con la Sierra de las Nieves de la Costa del Sol al fondo, de frente se veía Ceuta, con el Monte Hacho en la Península de Almina, y siguiendo la vista a la derecha, se veía toda la costa africana, con el Puerto de Tánger-Med y más a la derecha aún se contemplaba la Ciudad de Tánger, en la Costa africana. En la costa española, a la derecha del todo se veía la Isla de las Palomas, de Tarifa, y entre la villa de Ad-Dalia, en la costa marroquí y La Isla de Las Palomas, se encontraba la boca del Estrecho de Gibraltar, algo más de 16 km de anchura.
Entraron al Restaurante, Virginia se iba sorprendiendo cada vez más, la camarera los llevó hasta la mesa reservada, una mesa en el centro del amplio ventanal que domina todo el Estrecho. Se sentaron y pidieron vino para empezar.
-Pues como es la carretera, creo que sería buena idea no beber demasiado, la carretera se las trae -dijo Virginia impresionada aún por las vistas-
-No te preocupes, si bebemos demasiado podemos quedarnos aquí, tienen habitaciones para gente como nosotros -le respondió Ernesto riéndose-
-Pues entonces beberemos lo que el cuerpo nos pida -le contestó Virginia- Tendremos que aprovechar el estar aquí, estas vistas no las tiene Madrid.
Durante la cena hablaron de muchos temas, entre ellos un tema que quiso sacar Ernesto para ver la reacción de Virginia.
-Bueno, ahora hablemos de lo que más me interesa -le dijo Ernesto-
-¿De sexo?
-Bueno, hablemos de lo segundo que más me interesa -sonrió Ernesto- Hablemos sobre el agente del MI6 que trabaja con vosotros, Ethan.
-Vale -dijo Virginia- algo sabemos sobre las cosas que están pasando. ¿Sabes algo que yo no sepa?
-Empezando por que no sé qué es lo que sabes, pero te voy a ser franco -le dijo Ernesto colocándose mejor en la silla- Hay cosas que no encajan con él, imagino que Blanca te habrá contado lo del intento de acabar con él en la carretera y, o bien el tirador era muy malo por, que la bala ni rozó el vehículo… o no hubo disparo alguno, cosa que es por lo que nos inclinamos. Revisamos el coche, lo trajimos hasta la Comandancia de aquí, de Algeciras y lo comprobamos todo.
-Sí, estoy al tanto de eso, cosa rara, pero hasta que no tenga algo firme no puedo hacer mucho más -dijo Virginia-
-Puedes tenderle una trampa -le soltó Ernesto- A ver si pica…
-Ya, lo hemos pensado -le dijo Virginia- pero tengo que hablarlo también con los alemanes…
-Sabes que los alemanes también desconfían de él, ¿no?
-Sí, lo sé. Hablé ayer con ellos, tienen claro que, al menos Ethan, no es de fiar -refunfuñó Virginia- Tampoco es que confíen en el MI6, la verdad…
-Hagamos una cosa, si te parece bien -soltó Ernesto- te dije que los iraníes han cometido un fallo, en el momento que podamos, registraremos el coche que, según Ethan, colocó un rastreador GPS. Si eso es cierto, el rastreador debería seguir ahí.
-¿Y si lo han encontrado y lo han quitado?
-Sabes que en ese caso, Ethan estaría muerto ya -le cortó Ernesto-
-Ya, tienes razón -Virginia se quedó un par de minutos pensativa- De acuerdo, pero quiero estar presente cuando se registre el vehículo.
-Perfecto -le dijo Ernesto acercando su mano a la de ella- Pero lo haremos a mi manera.
-Me parece justo -le dijo Virginia colocando su mano sobre la de Ernesto, en el centro de la mesa-
-Pues esto merece un brindis -dijo él- ¡Camarera! Dos copas de Finca Moncloa del 21, por favor. Tenemos que brindar por algo importante.
-Creo que estamos bebiendo demasiado, a ver la vuelta como la hacemos… -soltó Virginia con una idea en la cabeza-
-No te preocupes por eso, ya te he dicho que tienen algunas habitaciones para estos casos -le dijo Ernesto- Espera, voy a preguntarle a Esteban, es el maître. Vengo ahora.
Ernesto se fue hacia la entrada del Restaurante donde estaba el maître, habló con él unos minutos, y regresó a la mesa con Virginia.
-Bueno, hay un pequeño problema Virginia -le dijo Ernesto- Solo queda una habitación doble, le he dicho que la reservo ya, el problema es que es una cama de matrimonio…
-Bueno, ¿cuál es el problema, Ernesto? -preguntó Virginia- Creo que los dos estamos deseando subir ya a esa habitación, para tomarnos el postre…
-Joder, pido la cuenta y subimos ya -le respondió Roberto-
Ya en la habitación, un gran ventanal ofrecía unas increíbles vistas al Estrecho, con unas vistas mejores que desde el propio Restaurante, ya que estaba una planta más alta. Virginia se quedó mirando hacia el mar, mientras Ernesto se acercaba por detrás de ella, la abrazó por la cintura y ella echó sus manos sobre las de él. Él comenzó a besarle el cuello, ella lo inclinó hacia el lado contrario, dejándole más partes del cuello para besar. Ella se pegó a él, notó como la polla de Ernesto comenzaba a crecer, y ella empezó a mojarse. Se giró y se dio cuenta la diferencia de altura que tenía con él, su boca le llegaba poco más debajo de la barbilla, se puso de puntillas y lo besó en los labios, él la apretó contra sí y su lengua se abrió paso en la boca de ella buscando la lengua. Se enredaron dentro y fuera de la boca, mientras ella iba soltando el cinturón de Ernesto, él le quitó el traje sacándole por la cabeza, la tira que le pasaba por el cuello. El traje cayó al suelo, dejando a Virginia simplemente con un tanga blanco y los zapatos de tacón. Ernesto la separó de él para admirarla.
-¡Dios mío, estás espectacular! -le dijo volviendo a traerla hacia sí y besarla nuevamente-
El pantalón de Ernesto cayó al suelo dejando visible el enorme bulto que se había formado en su entrepierna, Virginia lo acarició suavemente por encima del slip, lo notaba caliente y duro. Tiró de la liguilla del slip y metió su mano. La polla de Ernesto estaba dura, algo mojada y caliente. También tocó sus huevos, que estaban calientes, suaves y pesados.
Ernesto metió su mano por dentro del tanga, el coño de Virginia estaba muy suave; tocó sus labios, grandes y calientes, la humedad se le pegó a los dedos cuando acercó sus dedos a la entrada, estaba muy mojada. Virginia tenía la respiración entrecortada, sus labios buscaban los labios de Ernesto mientras le sacaba la polla y los huevos fuera del slip.
Ernesto se bajó el slip y se lo sacó por los pies, bajó también el tanga de Virginia, que abrió más las piernas para que comenzase a acariciarle el coño como a ella le gustaba. Virginia miró con admiración la polla erecta de Ernesto.
-¡Santo Dios!¡Menuda herramienta tienes, joder! -dijo asombrada mirándola y palpándola- Uffff, es una maravilla…
-Jajaja, muchas gracias, me ha dado grandes placeres, la verdad -le respondió Ernesto- Tú tienes un cuerpazo, unas hermosas tetas, unas piernas increíbles y un…
-Vamos dilo, no te cortes -le dijo Virginia- Tú tienes una polla impresionante…
-…Y tú un coño que dan ganas de comérselo -le siguió Ernesto-
-Pues estás tardando -le contestó Virginia sentándose sobre la cama y abriendo al máximo las piernas- Me encanta que me lo coman…
Hasta aquí este capítulo, os espero para el siguiente.
¡¡¡Ahh, y no olviden supervitaminarse y mineralizarseeee!!!
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