Hola a todos de nuevo, siento muchísimo la tardanza en escribir este capítulo de “Compañeros y enemigos”. He tenido un problemilla de salud que se ha complicado un poco más de lo esperado, pero ya voy mejor y vuelvo a retomar la escritura. Espero que lo disfrutéis tanto como yo el escribirlo. Reitero mis disculpas por la espera y deseo que os guste.
COMPAÑEROS Y ENEMIGOS
Capítulo 4
Ernesto acabó de hablar con los Guardias Civiles de Tráfico, tuvo que hacer algunas llamadas a la Comandancia de Algeciras y a la Dirección General de la Guardia Civil en Madrid para que los agentes tratasen el “accidente” de Ethan como si hubiese sido un problema mecánico.
-Bueno, esta parte está arreglada -dijo al grupo formado por Blanca, Ethan y Sieg- He dado orden de que el coche lo lleven a la Comandancia de la Guardia Civil en Algeciras, habrá que saber si te han instalado un transmisor GPS para seguirte o algo parecido. Ahora tendríamos que saber quién ha sido el que ha provocado esto. Seamos francos por una vez, o mejor dicho, a partir de este momento. Si intercambiamos información todos saldremos ganando y, por el camino que esto está llevando, hasta podríamos evitar que alguien salga dañado como vuestra compañera Rosa, o peor aún. No me apetece acudir a ningún funeral, ya acudí a demasiados en los 80 y 90.
-Quizás tengas razón -le dijo Blanca- Pero al menos yo tengo las manos atadas hasta que Virginia hable contigo y con tus mandos.
-Venga ya Blanca -le dijo Ernesto- Sabes que esto funciona también de otra forma, o deberías saberlo… tus compañeros saben que es así, ¿verdad?
Quid pro quo, como el doctor Hannibal Lecter decía en la película “El Silencio de los Corderos” a Clarice Starling. Algo a cambio de algo.
Blanca se quedó callada, no sabía si podía o debía hacer lo que Ernesto le estaba pidiendo, sabía que él tenía razón. Si se intercambiaba información eso beneficiaría a todas las partes, pero no sabía hasta donde podía llegar, aún no tenía la suficiente experiencia para saber qué partes poder contar y qué partes no.
-Lo siento Ernesto -le dijo ella después de pensarlo un par de minutos- No estoy autorizada, además mañana se reunirá contigo Virginia, entonces podremos arrancar con el
Quid pro quo que dices. Por cierto excelente trabajo el de Anthony Hopkins, pero Jodie Foster está espectacular.
Ernesto se encogió de hombros, lo intentó pero no pudo ser, sabía que sobre Abu Laiz él tenía bastante más información que ellos, pero sabía que había algo más que él no sabía. Tenía claro que para que colaboren distintas agencias de inteligencia en el país la cosa debe ser complicada, el hecho de dejarles trabajar dentro ya avisaba que el problema era gordo, y eso le indicaba que tenía razón, iba por buen camino.
-Bueno, en vista que no se llega a ningún acuerdo, me podríais acercar hasta la frontera con Gibraltar -dijo Ethan dejando pasar un tiempo prudencial- Allí me está esperando un coche.
-Venga, subamos -dijo Sieg- Te llevamos hasta la frontera.
-Tausend Dank, möge Gott es dir mit viel Sex vergelten (un millón de gracias, que Dios te lo pague con mucho sexo) -le dijo Ethan-
-
Ich spreche neben Spanisch und Französisch auch Portugiesisch, Englisch, Deutsch und Arabisch (Además de español y francés, hablo portugués, inglés, alemán y árabe) -soltó Ernesto-
Falls Sie so sprechen wollen, dass ich Sie nicht verstehen kann (Por si queréis hablar de manera que no pueda entenderos)
-Venga ya, nos vamos -dijo Sieg algo irritado- ¡Cuánto listo hay por aquí!
-Vamos a relajarnos todos, por favor -soltó Blanca- estoy empezando a enfadarme, con tantas tonterías y tanta chulería.
Dejaron a Ethan en la frontera de Gibraltar y pusieron rumbo a Algeciras, llegaron en poco más de 20 minutos, durante ese trayecto permanecieron callados.
-Venga, os invito a cenar -dijo Ernesto cuando estaban llegando- Tapeamos algo y charlamos de lo que queráis, y después nos tomamos una copa donde digáis. ¿Qué me dices, “Hans”?
-Que sabes que no me llamo “Hans” -le soltó bastante enfadado Sieg- Y no, gracias. Cenaré en casa.
-¿Y tú, Blanca?¿Te apuntas?
-Lo siento Ernesto, mañana quiero ir al hospital para ver cómo sigue Rosa -dijo Blanca- Y debo acostarme temprano, sé que si me quedo, me darán las tantas…
A Sieg se le cambió la cara y se le endureció otra cosa, dejaron a Ernesto y se fueron hacia su casa. Al llegar les extrañó que los perros no ladraran como lo hacían normalmente, y sobre todo que no salieran a saludarlos. Cuando se abrió la puerta de la entrada para vehículos, observaron que tanto el bóxer como uno de los mastines estaban echados, moviendo las colas, pero mirando fijamente a algo en el suelo. El otro mastín salió a saludarlos como siempre. Sieg se bajó del coche y los llamó para que acudieran. Los perros acudieron a saludarles, Sieg notaba que algo no estaba bien, se acercó hacia el bóxer que se había vuelto a tumbar delante de aquello que con tanta pasión miraba.
-Pero… ¡qué tenemos aquí! -soltó con indignación Sieg-
Se agachó y recogió un trozo de carne picada, la llevó a la cocina y en el fregadero la manipuló pinchándose en las manos. Desmenuzó la carne y vio que contenía grapas, pequeños trozos de alambres, cristales diminutos…
-Hay que recoger todos los trozos que veamos -le dijo a Blanca- algún hijo de puta ha esperado a que nos fuéramos para echarles esto a los perros. Lo que no sabían es que no comen nada que les dé cualquiera, por mucha hambre que tengan.
Se pasaron un buen rato buscando y recogiendo los trozos de carne, al final fueron 7 trozos los que encontraron, los tiraron a la basura y sacaron comida para los perros, que lo celebraron con ladridos, saltos y movimientos de rabos… Una vez acabado, se metieron en la casa, Sieg preparó una ensalada, sacó chorizo, jamón, queso… y abrió una botella de vino “Habla nº33”, vino de Extremadura.
-Prueba este vino -le dijo Sieg- Vas a alucinar.
-Curioso nombre para una botella -le respondió Blanca- No tenía ni idea que un vino se llamara “Habla”
-Jajaja, también se llama así la bodega -le explicó- Cuentan que Miguel Ángel Buonarroti, el reconocido arquitecto, pintor y escultor italiano autor de la Capilla Sixtina, al terminar su escultura “Moisés”, a la que consideraba su obra más realista, la golpeó ligeramente en la rodilla con su mazo y le dijo: “habla”, lo único que le faltaba era hablar. De ahí viene el nombre de la bodega, una bonita historia, ¿no te parece?
- Pues sí -le dijo Blanca- bonita y original para llamar así a una bodega y a sus vinos. Ahora hablemos de lo que ha pasado con los perros, sé que te preocupa. Alguien ha hecho eso a Ethan para sacarnos de aquí por un motivo, que sería entrar en tu casa. Hubiesen entrado de no ser porque tienes bien enseñados a los perros, Sieg.
-O… ¿te fías del MI6? -le preguntó Sieg- ¿o de Ethan?
-¿A qué viene eso, Sieg? -Blanca subió el tono de voz- No me toques… las narices.
-Espérate y deja que te explique -siguió Sieg levantando las manos como indicándole a Blanca que se parara- El día que atropellaron a Rosa yo salí a buscaros, tenía que hablar con ella un tema de Gibraltar, ese tema era por el MI6, más concretamente por Ethan. Pues bien, mientras os buscaba me pareció verlo hablar con el agente del DGED marroquí, y me apuesto lo que sea a que en el coche de los agentes iraníes no hay transmisor GPS que valga, como nos contó. Curiosamente hoy, me llama Ethan a mí, no a ti, para decirme que le han atacado y que vaya a por él, él no sabía que estábamos los dos aquí, se pensaba que era yo. Después, en lugar de venirse con nosotros de vuelta, hace que lo lleve a Gibraltar, que hay un coche esperándolo en la parte británica de la frontera, y cuando volvemos nos encontramos con que han intentado matar a los perros con el objetivo, imagino, de poder entrar en la casa.
-Bueno, contado así… -le dijo Blanca-
-Joder Blanca, históricamente los británicos han sido una nación que han maltratado a sus aliados -le dijo Sieg acalorado- Siempre los han engañado, a vosotros España, a Francia, a mi país cuando las dos derrotas mundiales, a Rusia… Eso sí, tienen un digno sucesor…
-¿A España?
-Sí, cuando la invasión de Napoleón -prosiguió Sieg- Por un lado os ayudaban y por el otro convencían y pagaban a Bolívar y demás “Héroes de la Independencia Americana” para que se sublevaran… ¿sabías que tenían posesiones en Londres y una cuentas bancarias bastante engordadas esos “Héroes de la Independencia Americana”?
Se hizo el silencio durante un rato, se miraron.
-Voy a mandarle un WhatsApp a Ernesto para quedar con él mañana -le dijo ella- Vamos a contarle lo que sabes sobre eso. “Quid pro quo”…. Llamaré también a Virginia y se lo comentaré para que haga lo que deba hacer al respecto, y después…
Blanca se acercó, lo besó y comenzó a desnudarlo.
A la mañana siguiente fueron al hospital para ver a Rosa. Cuando entraron en Observación, la cara de Rosa irradiaba alegría.
-Buenos días, Rosa -le dijo Blanca dándole dos besos- Se te ve estupenda.
-¿Sí, en serio? -le contestó Rosa- Me suben a planta por un día y después me darán el alta, yo me encuentro estupendamente. Tengo ganas de retomar el trabajo. Hablando de trabajo, ¿Has ido a Gibraltar ya?
-Bueno, aún no -le respondió Blanca- Ha habido unos cambios, pero en cuanto me digan, me incorporaré. Por lo demás, todo va genial…
-¿Qué cambios? -le interrumpió Rosa- ¿Ha pasado algo?
-Bueno, estamos detrás de los iraníes, de los marroquíes y de Abu Laiz -le contestó Sieg- Nada que no podamos controlar sin ti… jajaja
-Muy gracioso el alemán -le soltó Rosa sonriendo- Se nota que tiene sangre española.
-Bueno Rosa -le dijo Blanca viendo como estaban ya avisando a los familiares para que salieran de Observación- Ahora hablaré con el médico y mañana estaremos aquí para recogerte. Relájate y verás lo pronto que pasan estas horas hasta que estés de vuelta.
-Venga, cuidaos y mañana me contáis -le respondió Rosa-
Blanca se acercó hasta el despacho del médico, él estaba sentado escribiendo en el ordenador cuando la vio, le sonrió y le hizo un gesto para que pasaran y se sentaran en las sillas que se encontraban al otro lado de su mesa.
-Un momento y acabo esto -les dijo el doctor-
-No se preocupe, podemos esperar -le respondió Sieg devolviéndole la sonrisa-
-Bien, entiendo que ya han visto a Rosa -les dijo el médico en cuanto acabó de escribir- Se encuentra bastante bien, no ha aparecido ningún otro hematoma por lo que podemos estar contentos por ello, parece ser que la medicación está haciendo bien su trabajo. Mañana o seguramente esta tarde, abandone Observación y la subamos a planta, allí estará 24 horas más por protocolo, si todo va como está yendo, mañana por la tarde, como muy pronto, podrán recogerla y llevarla a casa. Allí terminará de ponerse mejor y más pronto que aquí.
-Estupendo, doctor -le dijo Blanca con una gran sonrisa- No sabe cuánto nos agrada eso.
-Muy bien, me alegra escuchar eso -les dijo el doctor- Mañana nos veremos entonces, estaré aquí mañana también.
-Pues entonces nos veremos mañana, doctor -le dijo Sieg levantándose y extendiendo su mano para estrecharle la suya-
-Hasta mañana entonces -contestó el doctor levantándose y estrechando la mano de Sieg-
Salieron del hospital, Sieg conducía callado observando a Blanca de reojo. Ella consultaba su teléfono, pasaba la pantalla hacia delante y hacia atrás con el dedo índice.
-Bueno, en un ratillo llamaré a Virginia y después le mandaré un WhatsApp a Ernesto -dijo metiendo el teléfono en el bolso- a ver qué me cuentan. Aún no estoy segura que lo de Ethan sea así, imagino que alguna explicación tendrá.
-Eso espero, igual tiene una explicación fácil -le dijo Sieg- Pero yo no la veo, no.
-De todas formas recuerda qué nos dijo sobre los narcos -le soltó Blanca- Podría ser que los narcos de ambos lados del estrecho estén colaborando con Abu Laiz Al Qurtubí…
-O es una cortina de humo que quiere ponernos por delante -soltó Sieg de malas ganas-
Sieg y Blanca decidieron acercarse por el Consulado de Marruecos, controlarían al agente del DGED
Virginia conducía ya con todos hacia Algeciras, acababan de pasar Toledo y el viaje se presentaba tranquilo. Junto a ella se encontraba Raúl y en el asiento trasero iba Coral. Se habían puesto al día de todo. El teléfono de ella empezó a sonar, respondió al instante presionando uno de los botones que se encontraba en el volante, la voz de Blanca se oyó por los altavoces.
-Hola Virginia -saludó Blanca- Hay algunas cosillas que deberías saber, están pasando cosas que no encajan…
-Hola Blanca -le contestó Virginia- Llevo el manos libres y te están escuchando Raúl y Coral. Dime qué está pasando.
-Verás, sabes que me quedo en casa de Sieg, agente del BND, porque de momento mi casa no es segura -siguió diciendo- Ayer llamó Ethan, del MI6, de que le habían intentado disparar mientras conducía hacia Gibraltar. Fuimos a recogerlo y, después de los trámites normales por una salida de vía que fue lo que les dijo a la Guardia Civil, nos dijo que lo llevásemos a la frontera, que había un coche esperándolo en la parte británica. Cuando lo dejamos allí y regresamos, nos encontramos con que habían echado carne picada por los muros de la casa de Sieg para sus perros. Están enseñados y no comen nada que no les haya dado su dueño, pues bien, la carne tenía grapas y elementos metálicos para destrozarles el estómago. Charlando con Sieg, me comenta que vio a Ethan hablar con el agente marroquí momentos antes del atropello a Rosa… Hay algunas cosas que no sé…
-Entiendo -le dijo Virginia- Nos quedan unas cuantas horas para llegar. Estate alerta en todo momento, no confíes en nadie ¿de acuerdo? EN NADIE Y no hables con nadie de este tema hasta que lleguemos.
-De acuerdo, Virginia -le dijo Blanca- Así lo haré, tened cuidado en el coche y avisad cuando estéis cerca.
Ernesto recibió el WhatsApp de Blanca mientras charlaba con la profesora de particular de su hijo, la observaba sin entender realmente bien lo que le decía, él no entendía de química orgánica o inorgánica… pero su vista, sin querer, se le iba hacia los labios y las tetas. Tendría unos 34 o 35 años, el cuerpo con las curvas bien marcadas, unos pechos con el tamaño ideal, y bastante guapa. La había conocido mientras tapeaba con su hijo en un bar, ella estaba tapeando también con una amiga, acabó de presentarse y ella le dio una idea global de cómo iba su hijo y lo preparado que estaba para aprobar el examen que tenía pendiente en septiembre.
-Ahora es cuando entiendo por qué te has querido preparar aquí y no en Madrid, David -le dijo Ernesto una vez estaba en la mesa con su hijo- Es preciosa
-Papá, no sé a qué te refieres -le respondió David incómodo-
-Puedo ser muchas cosas, hijo -le dijo el padre- Pero precisamente tonto no soy, y ciego tampoco.
David agachó la cabeza mientras Ernesto leía el WhatsApp de Blanca, una sonrisa apareció en su boca y una pulsación movió su paquete, en su entrepierna.
-Bueno, ahora comamos algo, después tengo que hacer unas cosillas -le dijo Ernesto con la copa de vino en la mano- Brindemos por tu aprobado y por tu profesora de particulares…
-¡¡¡Papaaaá!!! -le respondió David con el vaso de cerveza en la mano- Ya te vale…
Sieg y Blanca controlaban la entrada y salida de la gente de a pie del Consulado de Marruecos. Estaban en la azotea del edificio de enfrente del Consulado, desde ahí tenían control total de la entrada de aquel edificio de tres plantas que era el Consulado, bastante grande para ser simplemente el consulado de un país como Marruecos, un edificio de tres plantas que en otra época había sido uno de los hoteles estrella de la ciudad desde principios del siglo XIX hasta bien entrados los años 70. Habían visto al agente del DGED entrar al poco tiempo de ellos ubicarse en el edificio en el que estaban.
-He encontrado muy bien a Rosa -le dijo Sieg con los prismáticos dirigidos hacia el Consulado- Esperemos que todo vaya mejor que bien y se pueda incorporar al trabajo con nosotros.
-Sí, la he visto muy bien y con ganas de salir del hospital -le respondió Blanca- No es para menos…
-Mira, ahora sale acompañado de una mujer -le cortó Sieg- Mediana edad, sin rasgos árabes definidos, sobre los 28-30 años, pelo castaño claro, sobre los 1,70 de altura sin tacones, lleva sandalias planas, unos 55 kilos de peso. Bajemos ya, el sol me está agobiando demasiado.
-De acuerdo, todo apuntado -le contestó Blanca-
Mientras bajaban por las escaleras del edificio, el teléfono de Blanca se iluminó y empezó a vibrar.
-Joder, es Ethan -dijo Blanca mirando la pantalla mientras seguía bajando los escalones hasta llegar al portal- No voy a contestar.
-Como quieras -le respondió Ethan- Pero si es algo importante…
-Si es algo importante volverá a llamar, o te llamará a ti.
-Vale, tienes razón -le dijo Sieg mientras se dirigía hacia su coche- ¿Te ocurre algo, estás bien? Te noto un poco estresada.
-No, perdona…estoy algo preocupada, solo eso -le dijo Blanca montándose ya en el lado del copiloto del coche-
El teléfono de Blanca volvió a vibrar, lo giró para ver quién le mandaba WhatsApp. Su entrepierna se estremeció cuando vio que era Ernesto quien se lo había mandado, comenzaba a mojarse recordando las dimensiones de su polla, aquellos grandes huevos…. Empezaba a acalorarse, no se podía quitar a Ernesto de la cabeza. Además de lo que tenía entre las piernas, era un hombre guapo, atractivo, buen cuerpo, culto, con conversación interesante, maduro, no era un crío en un cuerpo de hombre. Sabía lo que necesita la otra parte, cariñoso pero dominante, y sobre todo, con un pollón descomunal.
-
Hola Blanca, quedemos esta tarde sobre las 17:00, si te viene bien, dime lugar. Si quieres puedes venirte a la Residencia Militar, ya me dices.
-Ya te aviso en un ratillo, ahora iré a comer. Te confirmaré hora y lugar.
-Ok, quedo a la espera, un beso.
Se quedó pensando cuando sonó el teléfono nuevamente, era Virginia.
-Dime Virginia. No habréis llegado ya, ¿no? Jajaja
-Hola Blanca -contestó Virginia- No, aún no. Estamos cerca de Despeñaperros. Te comento, acaba de avisarme el equipo de seguridad, han revisado la casa en la que os quedáis y todo parece estar bien, de todas formas no aconsejan quedarse en ella. Han comprobado que no esté vigilada, y parece ser que no lo está. De todas formas procura no estar sola en la casa, aunque hay un coche de los nuestros vigilando, no te arriesgues, que te acompañe Sieg u otro. ¿De acuerdo?
-Vale, tranquila. Ya lo hablo con él -le dijo Blanca con una sonrisa en la cara-
-Venga Blanca, ya avisamos cuando estemos llegando.
-De acuerdo Virginia, nos vemos después.
Colgó el teléfono, una sonrisa se amplió en su cara y más humedad salía de su coño.
-Déjame en casa, era Virginia -dijo Blanca agitando el teléfono- El equipo de seguridad ha pasado por la casa, todo está ok. Hay un agente por la zona controlando que no esté siendo vigilada.
-Como quieras -le dijo Sieg dirigiéndose hacia la zona donde tenían la casa Rosa y Blanca- Si quieres me quedo contigo…
-No, no hace falta -le cortó Blanca consciente- Hay un agente allí para asegurarse que todo está bien.
-Como quieras.
Llegaron a la casa, Sieg la dejó en la puerta y se marchó. Abrió y se giró por si veía al agente. De un vistazo vio un taxi esperando a un cliente, una furgoneta de Amazon con el conductor hablando por el móvil (como siempre hacen) en la cabina, una mujer con un tacataca paseando, una chica paseando a un perro y un joven con unos auriculares puestos, esperando a alguien. Abrió y entró al patio delantero, se aseguró que la puerta estuviese cerrada y entró en la vivienda, subió al piso de arriba y volvió a echar un vistazo a la calle, estaban todos los mismos usuarios de la calle que hacía pocos segundos, parecía como si ninguno se hubiese fijado en ella cuando llegó.
Se puso cómoda, se cambió el tanga porque estaba empapado y se puso una camiseta encima. Con solo el tanga y la camiseta bajó a la cocina y se hizo una ensalada. Cogió el móvil mientras comía, abrió el WhatsApp y le mandó la ubicación a Ernesto.
-
Te mando ubicación, cuando quieras vienes y hablamos. Espero que me confirmes.
Soltó el teléfono, se levantó y abrió la nevera, cogió una cerveza y se sentó de nuevo a comer. El teléfono volvió a vibrar, era la respuesta de Ernesto.
-De acuerdo, cuando me digas voy para allá.
-Estoy acabando de comer, cuando quieras puedes venir.
-Pillo un taxi y salgo hacia allá.
Blanca sonrió, su coño empezó a mojarse de nuevo. Acabó de comer, una mano bajó hacia su coño empezando a acariciarlo por encima del tanga. Abrió las piernas y se puso el botellín de cerveza frío en su entrepierna. En lugar de calmarla aquello hizo el efecto contrario. El notar el frío en su coño la excito más, se echó el tanga a un lado, el botellín frío tocaba sus labios, su clítoris. Se levantó y se bajó el tanga. Sentada de nuevo, el botellín acariciaba el coño, el contraste del frío con el calor que emanaba de su coño la estaba poniendo a mil. Con la mano libre comenzó a acariciarse el clítoris, su respiración se aceleraba por momentos, introdujo dos dedos. Necesitaba una lengua que se enredase con la suya, unas manos que la tocaran y le pellizcaran los pezones, le agarraran el culo, y una polla que entrase y saliese de ella por cualquier orificio de su cuerpo. Sus pechos estaban erguidos, sus pezones de punta señalando al techo…
-¡Ding dong!
Blanca se recompuso, se colocó el tanga y se puso una malla corta de gimnasia, se colocó bien la camiseta y se dirigió hacia el patio para abrir la puerta.
-¿Quién es? -preguntó antes de abrir-
-Soy yo, Ernesto -le respondió- ¿Abres?
-Sí, claro.
Abrió la puerta y Ernesto le sonrió mostrándole una dentadura perfecta.
-Pasa, pasa -le dijo Blanca-
Entraron y se dirigieron hasta el salón, el plato de la ensalada estaba aún sobre la mesa, y la cerveza, medio llena, estaba ya caliente.
-¿Te pillo mal? -le dijo Ernesto- No has acabado de comer, y la cerveza la tienes a medias.
-No te preocupes, acabo de terminar -le respondió- La cerveza se ha calentado. ¿Quieres algo?
-Pues mira, otra cerveza me tomaría, no te lo voy a negar -le respondió Ernesto- Este calor es horroroso, no muchos grados, pero una humedad bestial.
-Así es, me pasa lo mismo -dijo Blanca- Ya no sé cómo ponerme.
-Bueno, si me permites el comentario -le soltó Ernesto- Así estás genial, claro que si tienes calor… estarías más fresquita con menos ropa.
Blanca lo miró, debía hacerse la dura aunque su coño quisiese otra cosa. Le sonrió y se sentó en el sofá indicándole con una mano que se sentara frente a ella. El calor interno le subía, el externo también. Ernesto llevaba la frente perlada de sudor.
-Ponte cómodo, Ernesto -le dijo Blanca- El calor es asfixiante.
-Gracias Blanca, así estoy bien. No voy a despelotarme, no estoy en mi casa.
-Bueno, te cuento. -empezó Blanca sonriéndola- Como me dijiste,
Quid pro quo. Lo primero es decirte que mi jefa no sabe nada de que estemos hablando, todo esto es bajo mi responsabilidad. Hay unas cosillas que no nos encajan, y hemos pensado en compartir información contigo.
-Muy bien -le contestó Ernesto- ¿Qué necesitas y sobre quién? Y sobre todo, ¿qué tienes para darme?
-Bueno, para darte no tengo mucho, pero tú puedes ayudarnos con Abu Laiz Al Qurtubí o
Muhammad Yasin Ahram Pérez, como prefieras llamarlo.
-Vamos a hacer una cosa -le dijo Ernesto secándose el sudor de la frente con papel de cocina- Cuéntame lo que sabéis de él y yo te voy a enseñar una cosa que os va a interesar mucho, al CNI y al BND.
Blanca le dijo casi todo lo que sabía sobre el terrorista y que podía contarle a Ernesto, cuando acabó de hablar se levantó y fue por las dos cervezas al frigorífico.
-Bueno, no me has dicho nada que no sepa. Pero de todas formas voy a decirte algo que, creo, que te va a sorprender. El MI6 ha estado colaborando con el DGED marroquí mientras simulaba trabajar con vosotros y con el BND, lo que no sabían, y eso es algo extraño que el MI6 no lo supiera, es que el DGEG colaboraba a la vez con los iraníes, el VEVAK. Creo que por eso intentaron eliminar a “vuestro compañero” Ethan -contestó Ernesto haciendo el gesto de las comillas con los dedos de ambas manos-
Blanca se quedó callada, mirando a Ernesto y pensando en Sieg. Le vino a la cabeza el “accidente” de Rosa con los iraníes, en lo que Sieg le había contado…tenía que avisar a Virginia.
-¿Cómo sabes eso? Quiero decir, ¿estás seguro de lo que dices? Es una acusación muy grave, imagino que tendrás algo que apoye lo que dices -dijo Blanca dándole un buen sorbo al botellín de cerveza-
-Me encanta esta cerveza -dijo Ernesto dándole un sorbo al botellín de 1906 mirando detenidamente la etiqueta- Ésta y el Águila sin filtrar son para mí las mejores. Ahora mira esto para que veas que no te miento, voy a enseñarte un par de vídeos para que entiendas que lo que estoy haciendo no es para conseguir información, es para que no sigan engañando a todos.
Ernesto sacó su teléfono y lo trasteó hasta que en la pantalla apareció un vídeo de Ethan con otra persona que no se podía identificar por la poca luz que había en ese momento. Era de noche y estaban de pie, apoyados en la puerta de un vehículo aparcado en una calle con poca luz, hablaban con alguien con aspecto árabe y que estaba en el interior del coche. La cámara grabó la matrícula del vehículo y volvió a dirigirse hacia las personas que mantenían la reunión, en un momento dado el paso de un vehículo por la calle y la casualidad que el acompañante mirase hacia él, hizo que la cara se le iluminara. Blanca se quedó con los ojos muy abiertos, no lo podía creer. La persona desconocida que hablaba, junto a Ethan, con el ocupante del coche era Abu Laiz Al Qurtubí, que supuestamente investigaban las Agencias de Inteligencia de Gran Bretaña, Alemania y España.
Blanca se llevó las manos a la boca, sintió de pronto el manotazo de la traición, la repulsión que sentía en ese momento hacia Ethan era grandísima. Sentía mucho calor, le costaba respirar. Ernesto se levantó y la ayudó a levantarse de la silla, cogió una revista y la abanicaba mientras la tenía agarrada por la cintura. La ayudó a sentarse en el sofá, se dirigió al grifo de la cocina y mojó un trapo que estaba colgado del asa de uno de los muebles, lo empapó y se lo puso a Blanca en la nuca. Blanca se lo agradeció con una sonrisa, cogió el trapo y se lo pasó por la frente, las gotas de agua le mojaron la camiseta lo suficiente como para que se le transparentase y se le pudieran ver con total claridad los pechos, los pezones… Ernesto los miró embobado mientras se quedaba de rodillas frente a ella.
Blanca observó como la entrepierna del Guardia Civil latía y recordó las dimensiones de aquella polla y lo que la hizo disfrutar en la Residencia Militar. Apretó más el trapo cayendo algunos chorros de agua más sobre su camiseta, notaba como el tanga se empapaba y no era por el agua que usaba para refrescarse. Ernesto vio como los pezones se le marcaban más aún, los tenía totalmente de punta, notaba su polla creciendo dentro de su pantalón y quería sacarla de aquella prisión.
-Te has puesto un poco lejos -le dijo a Ernesto mientras abría las piernas- ¿Me tienes miedo?
Ernesto observó como las mallas deportivas que llevaba puesta estaban mojadas, se inclinó hacia Blanca y la besó en los labios, ella se levantó haciendo que él se incorporara. Se quedaron de pie el uno frente a la otra, ella le quitó la camiseta y comenzó a besarlo en la boca, bajó su boca por el cuello sin parar de besar ni de lamer, hasta llegar a los pezones de Ernesto. Los lamía, los besaba hasta ponerlos casi tan duros como los suyos. Entonces sus manos bajaron por la cintura hasta llegar al paquete, que en ese momento estaba aguantando una presión tremenda provocada por su polla. Mientras Blanca le desabrochaba el cinturón, él le quitó la camiseta dejando al aire sus tetas que acarició pellizcando los pezones con los dedos. En cuanto Blanca le quitó el cinturón, desabrochó los pantalones y los bajó, apareció su paquete con unas dimensiones considerables, el slip de Ernesto estaba al límite aguantando la presión que ejercía su polla. Blanca, que notaba como su coño se mojaba más, metió su mano por la cinturilla del slip y lo bajó, la polla de Ernesto se liberó como un resorte, mentalmente ella imaginó el sonido metálico de un muelle al expandirse y una sonrisa apareció en su cara.
-Ufffff, no sabes la de veces que he soñado con esto -le dijo Blanca agarrándole la polla y empezando a besarle en la boca-
-Y no sabes tú las veces que he soñado yo con esto -le contestó Ernesto bajando las mallas y el tanga a la vez- Dios mío, es que eres una auténtica diosa.
Ernesto le acarició la raja con los dedos, comprobó que estaba muy mojada, los acercó a su nariz y los olió, olía a sexo, a excitación, a gloria. Acercó los dedos a la boca de Blanca que los chupó mirándolo a los ojos y sin parar de sonreír.
-Vente, vámonos a mi dormitorio -le dijo quitándose completamente las mallas y el tanga- Estaremos mucho mejor en la cama que aquí.
-Ahora mismo iría al infierno si me lo pidieses -le contestó mirándose la polla totalmente dura- Llevo deseando esto desde que lo hicimos en la Residencia Militar.
Subieron hasta la habitación de Blanca, Ernesto acabó de desnudarse mientras ella se tumbaba, completamente desnuda, sobre la cama. Ella le sonreía mientras con una mano se tocaba la entrepierna y con la otra se acariciaba una de las tetas. Ernesto no podía quitar sus ojos de ella, de su cuerpo, de su coño depilado que, con solo mirarlo, se adivinaba tan suave como la seda. Ella lo observaba y más abría las piernas para mostrarle lo que tenía entre ellas. Ernesto se colocó de rodillas sobre la cama y, gateando, llegó hasta su coño, separó las piernas de ella completamente y, hundió su cabeza para saborearlo. Blanca notaba cómo la lengua de él se movía por la parte externa de los labios superiores, cómo esquivaba por muy poco el clítoris y seguía lamiendo la parte externa de su vagina, pero notaba el calor que emanaba de su cara, de su boca. Agarró la cabeza de Ernesto de los pelos y la hundió con fuerza en su entrepierna, con mucho placer sintió como la lengua de él se frotaba contra el clítoris, cómo dos dedos se introducían en ella y la follaban. Su respiración se aceleró rápidamente, el calor interior que notaba había subido muchísimo.
-¡Fóllame!¡Métemela! -se puso a decirle en voz bastante alta a Ernesto- ¡Vamos cabrón, necesito tu pollón dentro! ¡Necesito cabalgarte!
Ernesto se incorporó y le mostró su polla muy dura y oscura, del capullo salían gotitas del líquido preseminal que brotaba de ella, su capullo brillaba como si la hubieran barnizado. Blanca se incorporó a medias y empujándolo, lo tumbó sobre la cama. Terminó de incorporarse y se sentó sobre la polla de Ernesto dejándose caer sobre ella lentamente. Notaba como aquella tremenda polla se abría camino, por segunda vez, por su interior. El placer que estaba notando la obligaba a jadear como una perra, y así sentía en ese momento…y le encantaba.
Con sus manos apoyadas sobre el pecho de Ernesto, los movimientos de subida y bajada se aceleraban mientras él magreaba los pechos de Blanca con cierta fuerza. En determinado momento ella se giró y se colocó, sin sacar la polla de Ernesto, de espaldas a él. De esa forma acariciaba aquellos huevos que le impresionaron la otra vez, por su tamaño y por cómo colgaban. Ernesto aprovechó para jugar con el ojal de ella con sus dedos. Los humedeció con su propia saliva y hacía círculos cada vez más pequeños con la yema alrededor del ojal, hasta que acababa introduciéndolo. En ese momento Blanca jadeaba con más fuerza al notar como estaba siendo follada analmente por un dedo, a la vez que cabalgaba aquella maravillosa polla. Se inclinó hacia delante apoyando sus manos en los tobillos de Ernesto, dejando de esta manera más fácil el acceso al culo. Él turnaba los dedos, introduciéndolos cada vez más, notaba las rugosidades del ano y aquello lo excitaba más aún. Agarró las caderas de Blanca y la levantó sacándole la polla, ella se quedó extrañada pero más excitada aún, intuía qué iba a pasar…y lo deseaba. Se colocó a 4 patas, él se puso detrás de ella, con la polla agarrada para enfilarla hacia el ojal. Posó con cierta suavidad el capullo y él y empezó a forzar la entrada al ano. Su capullo se abría paso haciendo que Blanca gimiese con más fuerza. Cuando el capullo logró entrar, ella notaba quemazón y algo de dolor pero sobre todo placer, mucho placer. Blanca empujaba contra Ernesto, mientras él hacía lo propio contra ella. La polla acabó entrando hasta el fondo, los huevos de Ernesto colgaban por debajo del coño de Blanca, balanceándose hacia delante y hacia atrás al mismo ritmo que sus caderas imponían el movimiento de penetración.
-¡¡¡Dios!!!Dame fuerte, joder -le rogaba Blanca entre gemidos y jadeos- No me queda mucho para correrme.
-¡Cómo te gusta mi polla! Aunque no he sido el primero en darte por el culo, ya te lo han follado más veces, verdad?
-Calla y sigue dándome, cabrón. No se te ocurra sacarla o te corto los huevos.
-Como me excitas cuando te pones así – le respondió Ernesto- Prepárate por que te voy a llenar de leche.
La respiración de Blanca se aceleró a la par que las embestidas que Ernesto le estaba metiendo aumentaban. De pronto Blanca notó como su culo se inundaba de un líquido caliente, la respiración de Ernesto se aceleró, los gemidos de ambos aumentaron de intensidad. Ernesto cayó sobre la espalda de Blanca, mientras notaba en su polla las contracciones de la corrida de Blanca.
-Creo que no tengo edad para esto, pero joder no puedo evitarlo -dijo entre risas Ernesto-
-No digas sandeces -le contestó Blanca mientras se levantaba con una mano en el trasero taponando su ojal- Lo que tienes entre las piernas no lo tiene cualquiera, y debes aprovecharlo y sacarle el máximo. Voy al baño.
De repente un móvil comenzó a sonar en la planta de abajo.
-Mierda -dijo Blanca- Me llama Virginia…que inoportuna.
Nuevamente siento la tardanza por este capítulo, y espero que haya merecido la pena esta espera tan larga. Vosotros me diréis si ha sido así.
Hasta aquí este capítulo, os espero para el siguiente.
¡¡¡Ahh, y no olviden supervitaminarse y mineralizarseeee!!!
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Saludos, Vantheway