Que me lo han contado. Mira que eres puta: me dijiste que te ibas con gente del curro a tomar una copa al salir y sí que te fuiste con gente del curro sí, con Juanjo y Javier. Allí estuvisteis cerveza va cerveza viene, en las mesas altas del Irlandés, desfasando, siendo magreada por aquellos de los que decías que nada tenía que temer. Que sé que os acabaron echando cuando te desabotonaron la camisa y te dejaron con el sujetador al aire, allí a la vista de todos los presentes, cuando sus manos ya se posaban sin pudor en tus piernas, tanteando el camino oculto por debajo de tu falda negra de tubo. Esa que tanto me pone porque sé que solo te la pones cuando deseas ser follada.
Sé que al salir no has podido aguantar ni para llegar al paso de peatones de la avenida frente al cementerio para empezar a sobarles las pollas por encima del pantalón. Uno frente a otro contigo en medio, con dos pares de manos buceando debajo de tu chaqueta y apretando tu culo habéis esperado el verde del semáforo. Y al llegar al coche Javier se ha puesto a mear contra unos cubos de basura, y tú te has bajado las bragas delante suyo y te has puesto de cuclillas para mear tú también. Ahí, sobre el ruido de tu meada estrellándose en el suelo, ha sido cuando has podido oír un primer “puta" que Juanjo ha susurrado en la sombra, mirando a tus ojos inyectados en rojo, por la cerveza y las ganas de follar que ya te delataban. Y cuando apenas habías acabado, y todavía estabas con las bragas bajadas y en cuclillas, Juanjo se acercado con un par de pasos lentos y se ha agachado para meterte la mano por el coño, para comprobar lo mojada que estabas. Debías de estar muy cachonda, porque no te has opuesto ni tan siquiera con un murmullo. Me ha dicho que no le han bastado más que unas pocas refregadas para que te corrieras allí, en el suelo, por primera vez, con la mano de ese idiota, como tú le habías calificado en alguna ocasión, paseándose por los labios de tu coño abierto por la postura y la excitación.
Y te has caído de rodillas, con la mirada perdida, noqueada por tu reciente orgasmo, con las bragas bajadas enganchadas en tus tobillos, la falda medio arremangada, las tetas hinchadas por la excitación luchando por liberarse del sujetador, resollando… Y no se habían sacado las pollas todavía cariño, no se habían sacado las pollas.
Juanjo ha sido el primero, te tiene muchas ganas. Te ha colocado la bragueta a la altura de tu cara y se ha sacado el paquete para dejarlo al alcance de tus labios. Cuando ha querido posar su mano en tu cabeza para guiarte, tú ya te la habías metido en la boca: ni tiempo le has dado. Que bien me decías hace un tiempo que te daba asco cuando te miraba el escote en el trabajo y que tenía pinta de retrasado mental. Que poco te has acordado de todo entonces, cuando le comías la polla con ansia, una polla igual a la mía, la que tú rara vez te comes porque dices que el sexo oral no te gusta. Y te ha seguido llamando de todo en la oscuridad: “puta comepollas, guarra, traga, traga, que en un rato te follamos bien".
Javier más pausado, se ha tomado un tiempo para quitarse el pantalón delante vuestro, sin ningún pudor, con urgencia contenida. Y cuando le has visto la polla de reojo no has podido evitar abrir los ojos como platos. Porque vaya vergón que se gasta el amigo Javier, no creo que te la esperaras, aunque es posible que la olieras porque sueles tener el hocico fino para las pollas. Este te entro bien desde el principio, riéndole las gracias y haciéndote la encontradiza a la salida, a ver si te acercaba a casa. Hasta yo cuando estábamos los tres juntos te notaba que te morías de ganas de follártelo.
Allí de rodillas, con la polla de Juanjo enterrada en tu boca, con tu cabeza en movimiento, has cogido la otra polla, rasurada hasta los cojones, que se te ofrecía todavía pendulona para menearla, con la misma mano en la que llevas mi alianza, y la has sentido al momento hincharse por el toque de tus dedos. Juanjo, que sabes las ganas que te tiene, con la expectativa de la próxima monta ha continuado su discurso monotema a la luz de las farolas, acordándose esta vez de mi: “puta, guarra, vaya cuernos le vas a poner al subnormal de tu novio, ¿sabe que has salido esta noche a buscar pollas?, que ganas tienes de rabo, ya se ve el asco que me tenías…” Palabras susurradas solo para que oigas tú y el testigo accidental que es Javier, demostrando, ahora que tu nariz casi choca con su vello púbico, ahora que ya no tiene que hacerse el simpático, que me tenía en muy baja estima también.
Juanjo te ha retirado la polla de improviso solo para no correrse, y sin solución de continuidad se ha plantado delante Javier apuntándote. La tiene tan grande que solo te ha entrado el capullo en la boca y poco más, pero tu boca no se detuvo ahí e intentó, sin mucho éxito, tragar un poco más. Como una naufraga te has aferrado con fuerza a lo que quedaba de su polla fuera de tu boca, y tus manos han quedado mojadas de la saliva que tu boca ya no es capaz de contener.
Juanjo, que se masturbaba expectante disfrutando de la escena a tus espaldas, a escasos centímetros de ti, se ha arrodillado a tus espaldas y ha deslizado su polla entre los cachetes de tu culo para hacerla reposar a las puertas de tu coño, solo para que veas lo dura que ya la tiene. Siempre inquieto, seguro que celoso también por tu éxtasis ante la polla de Javier, te sacó las tetas por encima del sujetador para dejarlas colgando, con los pezones de punta pidiendo ser ordeñadas, y te las ha abarcado con rudeza por debajo, para no manchar sus manos de las gotas de saliva que han caído desde tu barbilla.
Javier te la sacado para restregártela por la cara, te la ha dejado perdida de tu propia saliva y sabe Dios que más. Y entonces Javier el misterioso, Javier el taciturno, el que no ha dicho casi nada hasta ahora, el que se ha quitado los pantalones pero se ha dejado las botas para follarte a gusto, te ha hablado por primera vez: “Lamela". Y la has lamido extasiada, contenta por poder respirar sin dificultad, no has dejado un solo centímetro entre el agujero de su polla y el agujero de su culo sin rastro de tu lengua. Tú misma se las levantado para poder meterte sus cojones en la boca y succionarlos, sin que él te lo pidiera. Allí, en plena calle, con tus rodillas desnudas clavadas en la tierra y con un compañero del trabajo magreandote pegado a tu espalda, recordándote con susurros vertidos en tus oídos lo puta que eres.
Y así te ha levantado Juanjo del suelo, y te ha puesto de pie, con las bragas en los tobillos, con las rodillas manchadas de tierra y la falda arremangada en tu cintura, con tus tetas húmedas volcadas sobre el sujetador coronados por tus pezones de punta… y la cara cubierta de tu propia saliva y sabe Dios que más. Y te han levantado así para follarte, sin que tú te separas ni por un momento de la boca de Javier que no ha perdido la oportunidad de saber como sabia su polla en tu boca. Te han ayudado a desembarazarte definitivamente de tus bragas y te han colocado a cuatro patas en el asiento de atrás del coche de Javier, donde seguramente tantas veces has fantaseado con que te follara cuando te traía a casa. Y tú te has dejado hacer obediente, todo te ha parecido bien, incluso cuando han forcejeando con tu falda para dejar tu culo desnudo por completo a la luz ámbar de las farolas.
Y así te han dejado unos instantes mientras Juanjo tenía el detalle de enfundarse un condón, con tu culo expuesto a la mirada de quien tuviera la fortuna de pasear por allí a esas horas de la madrugada, sin ni siquiera saber quién iba a ser el primero en follarte.
Y has notado como una mano se posaba en tu cadera como fijando una posición, y has notado la punta de una polla tanteando las puertas de tu coño. Y has chillado por primera vez, un grito breve y agudo de sorpresa y satisfacción que ha enervado a mi corneador cuando su capullo se ha deslizado hacia tu interior. Y te ha follado duro y rápido sin pensar en ti, ha colocado sus manos en tus cinturas y te ha empezado a martillear desde el principio, ansioso de placer, con la vista clavada en su polla engomada entrando y saliendo de ti, sin poder creerse la suerte de que follarte haya sido así de fácil, interrumpiendo sus bufidos solo con los insultos que no ha dejado de verter en todo este tiempo en tus oídos, dichos ahora entre dientes, al compás de su propia respiración acelerada.
Iba tan cargado, te tenía tantas ganas que solo ha sido capaz de aguantar unos minutos antes de acelerar su ritmo hasta volverlo frenético, desacompasado, sin despegar ni un momento sus manos de tu cintura. Y se te ha corrido dentro, y tú lo has notado perfectamente a través del látex. Y te has quedado a medias de tu segundo orgasmo, has echado el culo para atrás intentando evitar la retirada de aquella polla, que como cualquier otra, te ha estado follando a las tantas, en la calle, frente a las verjas del cementerio.
Pero no has tenido que esperar mucho porque Javier ya tenía prisa por ocupar su sitio. Y has chillado más fuerte esta vez, y se te ha oído perfectamente fuera. Has visto las estrellas cuando el grueso capullo, que apenas te cabia en la boca, ha forzado lentamente tu entrada recién usada pero todavía húmeda. Y se ha detenido ahí un momento disfrutando de la estrechez de tu coño, dándote tiempo a dilatar en condiciones, oyendo tus juramentos de incredulidad susurrados a la ventanilla del otro lado, demostrando que pollas como la suya no has catado muchas.
¿Has sido entonces cuando te has dado cuenta que te la estaba metiendo a pelo? Creo que Juanjo te había dejado con tantas ganas de correrte que igual te has dado cuenta pero te ha dado igual. O igual ha sido cuando ha reemprendido su camino hacia los límites de tu coño, provocándo ese orgasmo aplazado que anhelabas. O igual coincidiendo con un nuevo grito en la noche, cuando has notado sus huevos golpear en tu culo. Dos años saliendo juntos y ni una vez me lo has pasado por alto. Y ahora viene un tipo al que conoces desde hace dos meses, te pone a cuatro patas en la parte trasera de su coche y ni pregunta.
Ni te has enterado, jadeando con la cabeza gacha a cuatro patas, cuando Juanjo ya recompuesto, te ha tirado desde la ventanilla delantera, con mala puntería, su condón anudado y repleto, que rebotado ha quedado justo debajo de tu cara agachada. Cuantas veces te habrás corrido durante la casi media hora que Javier te ha estado barrenando tranquilamente, con aquel condón repleto delante de tus ojos. Menos mal que al final, cuando él empezaba a acelerar su ritmo y has presentido su corrida has tenido un momento de lucidez y le has gritado, volviendo la cara por primera vez, que no se corriera dentro.
Y Javier se ha retirado por fin, evitando males mayores, y enseguida se ha corrido sobre tu culo sin apenas tocarse. Sobre el coro de sus gemidos roncos y los lloros de tu último orgasmo has notado como uno tras otro han ido estrellándose todos los chorros de su corrida contra ti. El bueno de Javier, el que me estrechaba la mano cuando coincidíamos a la salida de tu trabajo, el que te dejaba discos y peliculas, ha tenido encima la gallardía de exprimirse con sus propias manos sus últimas gotas de semen sobre el agujero de tu culo.
Y tras unos minutos jadeando en la parte trasera de aquel coche, sin moverte, tal vez esperando ser otra vez follada, has salido torpemente al exterior, con las piernas entumecidas después de haber estado casi una hora de rodillas. Había un silencio tenso en el exterior. Y Juanjo fumando en el asiento del copiloto, sonriendo satisfecho de oreja a oreja, y Javier, vestido ya, cerrándose la cremallera de su pantalón , han sido testigos silenciosos cuando has vuelto a meter tus tetas mojadas en el sostén con tus propias manos, cuando has tratado de recomponerte con la poca dignidad que aún te quedaba dando fin a la fiesta, quedando desnuda de cintura para abajo, con tu falda enrollada sobre la cadera y el culo embadurnado de leche.
Javier, atento como si no te la hubiera metido a pelo sin preguntar hacia un momento, te ha tendido un kleneex del bolsillo para que te limpiaras. Un solo kleneex que se ha quedado inservible entre tus dedos empapados solo con una pasada. Y no has tenido más remedio que recurrir a tus propias bragas olvidadas en el suelo a unos metros, que es lo que más a mano tenías para completar la tarea, y que han quedado empapadas e inservibles otra vez a tus pies una vez tu culo y tus dedos limpios.
Y sé todo esto por qué me lo han venido a contar, porque en el fondo les he dado pena que sea tan cornudo y tú tan puta. Porque me lo han contado todo, que les llevabas calentando tiempo, a Javier desde que vino y a Juanjo desde siempre, dándole siempre largas y haciéndote la interesante. Que no son los únicos, que es algo habitual que tontees con clientes y compañeros. Que ellos no tienen pruebas de que me hayas puesto los cuernos antes, pero seguro que si eso no había pasado que no me preocupara, que volvería a pasar viendo lo solicita que te habías entregado. Volvería a pasar después de ellos, me ha puntualizado Juanjo.
Todo esto tomando un café en la mesa de la cocina, con una bolsa de plástico entre nosotros, con tus bragas, que han recogido con un palo allí donde las dejaste anoche , y un condón anudado repleto del semen de Juanjo aún caliente. Hace tan solo un momento, mientras tú todavía dormías la mona, es posible que soñando con las pollas que te habían follado esa noche pasada, frente a las verjas del cementerio.
Sé que al salir no has podido aguantar ni para llegar al paso de peatones de la avenida frente al cementerio para empezar a sobarles las pollas por encima del pantalón. Uno frente a otro contigo en medio, con dos pares de manos buceando debajo de tu chaqueta y apretando tu culo habéis esperado el verde del semáforo. Y al llegar al coche Javier se ha puesto a mear contra unos cubos de basura, y tú te has bajado las bragas delante suyo y te has puesto de cuclillas para mear tú también. Ahí, sobre el ruido de tu meada estrellándose en el suelo, ha sido cuando has podido oír un primer “puta" que Juanjo ha susurrado en la sombra, mirando a tus ojos inyectados en rojo, por la cerveza y las ganas de follar que ya te delataban. Y cuando apenas habías acabado, y todavía estabas con las bragas bajadas y en cuclillas, Juanjo se acercado con un par de pasos lentos y se ha agachado para meterte la mano por el coño, para comprobar lo mojada que estabas. Debías de estar muy cachonda, porque no te has opuesto ni tan siquiera con un murmullo. Me ha dicho que no le han bastado más que unas pocas refregadas para que te corrieras allí, en el suelo, por primera vez, con la mano de ese idiota, como tú le habías calificado en alguna ocasión, paseándose por los labios de tu coño abierto por la postura y la excitación.
Y te has caído de rodillas, con la mirada perdida, noqueada por tu reciente orgasmo, con las bragas bajadas enganchadas en tus tobillos, la falda medio arremangada, las tetas hinchadas por la excitación luchando por liberarse del sujetador, resollando… Y no se habían sacado las pollas todavía cariño, no se habían sacado las pollas.
Juanjo ha sido el primero, te tiene muchas ganas. Te ha colocado la bragueta a la altura de tu cara y se ha sacado el paquete para dejarlo al alcance de tus labios. Cuando ha querido posar su mano en tu cabeza para guiarte, tú ya te la habías metido en la boca: ni tiempo le has dado. Que bien me decías hace un tiempo que te daba asco cuando te miraba el escote en el trabajo y que tenía pinta de retrasado mental. Que poco te has acordado de todo entonces, cuando le comías la polla con ansia, una polla igual a la mía, la que tú rara vez te comes porque dices que el sexo oral no te gusta. Y te ha seguido llamando de todo en la oscuridad: “puta comepollas, guarra, traga, traga, que en un rato te follamos bien".
Javier más pausado, se ha tomado un tiempo para quitarse el pantalón delante vuestro, sin ningún pudor, con urgencia contenida. Y cuando le has visto la polla de reojo no has podido evitar abrir los ojos como platos. Porque vaya vergón que se gasta el amigo Javier, no creo que te la esperaras, aunque es posible que la olieras porque sueles tener el hocico fino para las pollas. Este te entro bien desde el principio, riéndole las gracias y haciéndote la encontradiza a la salida, a ver si te acercaba a casa. Hasta yo cuando estábamos los tres juntos te notaba que te morías de ganas de follártelo.
Allí de rodillas, con la polla de Juanjo enterrada en tu boca, con tu cabeza en movimiento, has cogido la otra polla, rasurada hasta los cojones, que se te ofrecía todavía pendulona para menearla, con la misma mano en la que llevas mi alianza, y la has sentido al momento hincharse por el toque de tus dedos. Juanjo, que sabes las ganas que te tiene, con la expectativa de la próxima monta ha continuado su discurso monotema a la luz de las farolas, acordándose esta vez de mi: “puta, guarra, vaya cuernos le vas a poner al subnormal de tu novio, ¿sabe que has salido esta noche a buscar pollas?, que ganas tienes de rabo, ya se ve el asco que me tenías…” Palabras susurradas solo para que oigas tú y el testigo accidental que es Javier, demostrando, ahora que tu nariz casi choca con su vello púbico, ahora que ya no tiene que hacerse el simpático, que me tenía en muy baja estima también.
Juanjo te ha retirado la polla de improviso solo para no correrse, y sin solución de continuidad se ha plantado delante Javier apuntándote. La tiene tan grande que solo te ha entrado el capullo en la boca y poco más, pero tu boca no se detuvo ahí e intentó, sin mucho éxito, tragar un poco más. Como una naufraga te has aferrado con fuerza a lo que quedaba de su polla fuera de tu boca, y tus manos han quedado mojadas de la saliva que tu boca ya no es capaz de contener.
Juanjo, que se masturbaba expectante disfrutando de la escena a tus espaldas, a escasos centímetros de ti, se ha arrodillado a tus espaldas y ha deslizado su polla entre los cachetes de tu culo para hacerla reposar a las puertas de tu coño, solo para que veas lo dura que ya la tiene. Siempre inquieto, seguro que celoso también por tu éxtasis ante la polla de Javier, te sacó las tetas por encima del sujetador para dejarlas colgando, con los pezones de punta pidiendo ser ordeñadas, y te las ha abarcado con rudeza por debajo, para no manchar sus manos de las gotas de saliva que han caído desde tu barbilla.
Javier te la sacado para restregártela por la cara, te la ha dejado perdida de tu propia saliva y sabe Dios que más. Y entonces Javier el misterioso, Javier el taciturno, el que no ha dicho casi nada hasta ahora, el que se ha quitado los pantalones pero se ha dejado las botas para follarte a gusto, te ha hablado por primera vez: “Lamela". Y la has lamido extasiada, contenta por poder respirar sin dificultad, no has dejado un solo centímetro entre el agujero de su polla y el agujero de su culo sin rastro de tu lengua. Tú misma se las levantado para poder meterte sus cojones en la boca y succionarlos, sin que él te lo pidiera. Allí, en plena calle, con tus rodillas desnudas clavadas en la tierra y con un compañero del trabajo magreandote pegado a tu espalda, recordándote con susurros vertidos en tus oídos lo puta que eres.
Y así te ha levantado Juanjo del suelo, y te ha puesto de pie, con las bragas en los tobillos, con las rodillas manchadas de tierra y la falda arremangada en tu cintura, con tus tetas húmedas volcadas sobre el sujetador coronados por tus pezones de punta… y la cara cubierta de tu propia saliva y sabe Dios que más. Y te han levantado así para follarte, sin que tú te separas ni por un momento de la boca de Javier que no ha perdido la oportunidad de saber como sabia su polla en tu boca. Te han ayudado a desembarazarte definitivamente de tus bragas y te han colocado a cuatro patas en el asiento de atrás del coche de Javier, donde seguramente tantas veces has fantaseado con que te follara cuando te traía a casa. Y tú te has dejado hacer obediente, todo te ha parecido bien, incluso cuando han forcejeando con tu falda para dejar tu culo desnudo por completo a la luz ámbar de las farolas.
Y así te han dejado unos instantes mientras Juanjo tenía el detalle de enfundarse un condón, con tu culo expuesto a la mirada de quien tuviera la fortuna de pasear por allí a esas horas de la madrugada, sin ni siquiera saber quién iba a ser el primero en follarte.
Y has notado como una mano se posaba en tu cadera como fijando una posición, y has notado la punta de una polla tanteando las puertas de tu coño. Y has chillado por primera vez, un grito breve y agudo de sorpresa y satisfacción que ha enervado a mi corneador cuando su capullo se ha deslizado hacia tu interior. Y te ha follado duro y rápido sin pensar en ti, ha colocado sus manos en tus cinturas y te ha empezado a martillear desde el principio, ansioso de placer, con la vista clavada en su polla engomada entrando y saliendo de ti, sin poder creerse la suerte de que follarte haya sido así de fácil, interrumpiendo sus bufidos solo con los insultos que no ha dejado de verter en todo este tiempo en tus oídos, dichos ahora entre dientes, al compás de su propia respiración acelerada.
Iba tan cargado, te tenía tantas ganas que solo ha sido capaz de aguantar unos minutos antes de acelerar su ritmo hasta volverlo frenético, desacompasado, sin despegar ni un momento sus manos de tu cintura. Y se te ha corrido dentro, y tú lo has notado perfectamente a través del látex. Y te has quedado a medias de tu segundo orgasmo, has echado el culo para atrás intentando evitar la retirada de aquella polla, que como cualquier otra, te ha estado follando a las tantas, en la calle, frente a las verjas del cementerio.
Pero no has tenido que esperar mucho porque Javier ya tenía prisa por ocupar su sitio. Y has chillado más fuerte esta vez, y se te ha oído perfectamente fuera. Has visto las estrellas cuando el grueso capullo, que apenas te cabia en la boca, ha forzado lentamente tu entrada recién usada pero todavía húmeda. Y se ha detenido ahí un momento disfrutando de la estrechez de tu coño, dándote tiempo a dilatar en condiciones, oyendo tus juramentos de incredulidad susurrados a la ventanilla del otro lado, demostrando que pollas como la suya no has catado muchas.
¿Has sido entonces cuando te has dado cuenta que te la estaba metiendo a pelo? Creo que Juanjo te había dejado con tantas ganas de correrte que igual te has dado cuenta pero te ha dado igual. O igual ha sido cuando ha reemprendido su camino hacia los límites de tu coño, provocándo ese orgasmo aplazado que anhelabas. O igual coincidiendo con un nuevo grito en la noche, cuando has notado sus huevos golpear en tu culo. Dos años saliendo juntos y ni una vez me lo has pasado por alto. Y ahora viene un tipo al que conoces desde hace dos meses, te pone a cuatro patas en la parte trasera de su coche y ni pregunta.
Ni te has enterado, jadeando con la cabeza gacha a cuatro patas, cuando Juanjo ya recompuesto, te ha tirado desde la ventanilla delantera, con mala puntería, su condón anudado y repleto, que rebotado ha quedado justo debajo de tu cara agachada. Cuantas veces te habrás corrido durante la casi media hora que Javier te ha estado barrenando tranquilamente, con aquel condón repleto delante de tus ojos. Menos mal que al final, cuando él empezaba a acelerar su ritmo y has presentido su corrida has tenido un momento de lucidez y le has gritado, volviendo la cara por primera vez, que no se corriera dentro.
Y Javier se ha retirado por fin, evitando males mayores, y enseguida se ha corrido sobre tu culo sin apenas tocarse. Sobre el coro de sus gemidos roncos y los lloros de tu último orgasmo has notado como uno tras otro han ido estrellándose todos los chorros de su corrida contra ti. El bueno de Javier, el que me estrechaba la mano cuando coincidíamos a la salida de tu trabajo, el que te dejaba discos y peliculas, ha tenido encima la gallardía de exprimirse con sus propias manos sus últimas gotas de semen sobre el agujero de tu culo.
Y tras unos minutos jadeando en la parte trasera de aquel coche, sin moverte, tal vez esperando ser otra vez follada, has salido torpemente al exterior, con las piernas entumecidas después de haber estado casi una hora de rodillas. Había un silencio tenso en el exterior. Y Juanjo fumando en el asiento del copiloto, sonriendo satisfecho de oreja a oreja, y Javier, vestido ya, cerrándose la cremallera de su pantalón , han sido testigos silenciosos cuando has vuelto a meter tus tetas mojadas en el sostén con tus propias manos, cuando has tratado de recomponerte con la poca dignidad que aún te quedaba dando fin a la fiesta, quedando desnuda de cintura para abajo, con tu falda enrollada sobre la cadera y el culo embadurnado de leche.
Javier, atento como si no te la hubiera metido a pelo sin preguntar hacia un momento, te ha tendido un kleneex del bolsillo para que te limpiaras. Un solo kleneex que se ha quedado inservible entre tus dedos empapados solo con una pasada. Y no has tenido más remedio que recurrir a tus propias bragas olvidadas en el suelo a unos metros, que es lo que más a mano tenías para completar la tarea, y que han quedado empapadas e inservibles otra vez a tus pies una vez tu culo y tus dedos limpios.
Y sé todo esto por qué me lo han venido a contar, porque en el fondo les he dado pena que sea tan cornudo y tú tan puta. Porque me lo han contado todo, que les llevabas calentando tiempo, a Javier desde que vino y a Juanjo desde siempre, dándole siempre largas y haciéndote la interesante. Que no son los únicos, que es algo habitual que tontees con clientes y compañeros. Que ellos no tienen pruebas de que me hayas puesto los cuernos antes, pero seguro que si eso no había pasado que no me preocupara, que volvería a pasar viendo lo solicita que te habías entregado. Volvería a pasar después de ellos, me ha puntualizado Juanjo.
Todo esto tomando un café en la mesa de la cocina, con una bolsa de plástico entre nosotros, con tus bragas, que han recogido con un palo allí donde las dejaste anoche , y un condón anudado repleto del semen de Juanjo aún caliente. Hace tan solo un momento, mientras tú todavía dormías la mona, es posible que soñando con las pollas que te habían follado esa noche pasada, frente a las verjas del cementerio.