Cuernos compartidos

berserk37

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Cuernos compartidos

Mi nombre es Diego, soy investigador privado, vamos que me gano la vida descubriendo cuernos ajenos. Hace aproximadamente dos meses vino Nerea a hablar conmigo, Nerea es la hija de mi jefe y mentor, su nombre es Carlos, él nos adoptó a mi hermano Héctor y a mí, cuando nuestros padres murieron en acto de servicio. Carlos era el mejor amigo de mi padre, ha sido un padre inmejorable, Desde esa noche nos convertimos en hermanos de Nerea, Héctor, mi hermano mayor sí tuvo esa relación con Nerea, pero en mi caso todo fue mucho más complicado.

Me enamoré perdidamente de ella, la cosa empeoro cuando me di cuenta de que ella sentía exactamente lo mismo que yo. Pero los dos sabíamos que no podía ser, nuestro padre no aprobaría nuestro noviazgo y el desgaste producido por las discusiones destruirían nuestra familia. Héctor siempre fue un apoyo para los dos, sobre todo las primeras semanas que estábamos tan cerca el uno del otro sin poder demostrarnos lo mucho que nos amábamos, Cuantas noches en vela se pasaba mi hermano hablando conmigo y después con Nerea para calmar ese dolor por el que nos costaba hasta respirar.

Nerea no soportando la situación decidió marcharse a otra ciudad a estudiar una carrera, Héctor consiguió trabajo como guardabosques en las montañas de nuestra ciudad, yo como no quería estudiar decidí aprender el oficio de mi padre. Se me dio de cine, no tardando en aprender los entresijos de este oficio que hace que pierdas la fe en la humanidad. Llevo tres años en esto y mi padre se sigue cabreando conmigo, dice que mi vestimenta llama la atención. Suelo vestir unas chancletas viejas, unos pantalones piratas ajados y camisetas con dibujos ridículos, además de unas gafas que parece que las compre en un mercadillo.

Lo que mi padre no entiende es que la gente me confunde con un vagabundo o con un turista, de esa manera me ignoran completamente. Pudiendo recabar información y sacar fotos tranquilamente, Creo que la única vez que me voy a vestir correctamente va a ser en la boda de mi hermano, se casa dentro de un año con Carla, también guardabosques y su compañera. El día que me la presento me pareció una mujer de diez, lo más importante, se veía lo mucho que quería a mi hermano. Ahora voy a contar como conocí a mi actual novia, fue una de las veces que Nerea vino a visitarnos en un puente, no vino sola trajo a todos los amigos que había hecho en su estancia en la universidad, también vino su novio, cuando me lo presento no pude evitar entristecerme.

Sabía que esto tarde o temprano pasaría, así que al mal tiempo buena cara, la felicite con una sonrisa, entre todos los chicos y chicas que estaban con ella había una que llamo mi atención, su nombre era Sara. Nos caímos bien desde el primer momento, esa noche salí de fiesta con ellos por los garitos que solíamos frecuentar Nerea, Héctor y yo cuando salíamos, para cuando me di cuenta me encontraba sentado en uno de los sofás de uno de los garitos con Sara sentada sobre mis piernas mientras nos besábamos.

Después de ese día quedamos otras veces, para cuando nos dimos cuenta empezamos a salir, ¿llegue a sentir por Sara lo mismo que sentí por Nerea?, no, pero si llegue a sentir por ella. La primera vez que follamos, fue en un hotel cutre, hice que se corriera dos veces seguidas mientras mi lengua jugaba con su clítoris, Sara era muy buena en el sexo oral, yo me jactaba de tener aguante, pero la primera vez que se metió mi polla en la boca hizo que me corriera en un santiamén. Después me puse un condón y le metí mi polla desde atrás mientras Sara se apoyaba contra la pared, la penetraba con fuerza mientras ella me pedía que le diera más fuerte, después de correrme la primera vez solía aguantar bastante.

Los dos quedamos satisfechos, ella gratamente sorprendida, no la culpo, con las pintas de Friky que tenía tuvo que pensar que era virgen, no lo era. Cuando Nerea decidió irse fue un golpe duro para mí, durante un tiempo bebí mucho, también folle mucho, siempre procurando que no fueran mujeres con novios ni que estuvieran casadas, aunque seguro que alguna se me coló, nunca intente engatusar a ninguna contándole milongas y siempre fui claro, solo quería sexo, algunas lo aceptaron y otras no.

El sexo entre nosotros era muy bueno, pero la distancia hacía mella, pues o yo me desplazaba los fines de semana y no todos porque algunos trabajaba, en el caso de Sara pasaba lo mismo. Como ya tenía experiencia en mi trabajo, hable con mi padre, alquile un pequeño local en la misma ciudad donde Nerea y Sara iban a la universidad, pensé que a Nerea no le haría gracia, pero fue todo lo contrario, estaba encantada.

A su novio y algunos de los amigos no les hizo mucha gracia que yo me mudara, lo notaba cada vez que quedábamos los viernes y sábados por la noche. A mí me daba igual, yo estaba allí por Sara, si les gustaba a ellos o no, ese era su problema. Una de las noches que se celebraba el día de San Patricio fuimos a un pub irlandés de la ciudad, no sé cuantas cervezas nos bebimos, por cada jarra de medio litro te daban un gorro, teníamos la mesa llena de ellos. Estando borrachos a algunos se les empezó a aflojar la lengua a la hora de hablar de sexo, entre ellas a Sara.

Contó cosas íntimas de los dos mientras se reía, la risa se le cortó cuando me vio la cara, para mí lo que yo hiciera con mi novia solo nos incumbía a los dos, a nadie más. Se dio cuenta de que me había sentado mal, dándome un beso en los labios, se disculpó, como yo era un blando, la perdone y volvimos a seguir bebiendo. Después vinieron las confesiones sexuales, Sara confeso que su fantasía era follar con más de un hombre, vamos, practicar sexo en grupo, ella sola con un mínimo de cuatro hombres.

A mí se me cayó hasta la jarra al suelo, haciendo que mi borrachera pasase a mejor vida, no me lo esperaba, me esperaba que dijera que le gustaría hacer un trío, pero eso me pillo a contrapie.

• Que Diego, porque no se lo regalas para su cumpleaños – dijo uno de los chicos en plan de broma.
• Ni de coña – solté enfadado por la bromista.
• Venga, no seas egoísta – dijo otro.
• ¡Porque no se lo regalas tú a tu novia listo! – en ese momento la noche se acabó.

Todos me miraban inquisitoriamente, todos menos Nerea, me conocía bien y sabía que ella siempre estaría de mi parte, aunque eso le acarreara discusiones con su novio. La que se enfadó conmigo fue Sara, a cuenta de eso estuvimos unos días sin hablarnos. No hay nada mejor que el sexo de reconciliación, fue tan salvaje que me dio ganas de discutir con ella todos los días. El tiempo fue pasando y llegamos a hacer dos años juntos. Las cosas empezaron a torcerse, te empiezas a dar cuenta por pequeños detalles, miradas perdidas mientras le hablas, una sonrisa forzada constante. Cuando pensaba que no la estaba mirando era cuando su rostro reflejaba su verdadero estado de una profunda tristeza.

Le dejé tiempo para que me lo contara, pero día tras día veía como esa tristeza iba a más, tal vez se había cansado de mí y no se atrevía a decírmelo. Suelo coger el toro por los cuernos y esta vez no iba a ser diferente.

• ¿Sara podemos hablar?
• Sí – dijo mirándome preocupada.
• ¿Si hubieras conocido a otra persona me lo dirías verdad?
• ¿A qué viene esa pregunta?
• Porque últimamente te veo triste, decaída y no puedo dejar de pensar que pasa algo que no me quieres contar – dije mirándola a los ojos.
• No te preocupes, es por la carrera, este año las asignaturas son muy duras.
• ¿Estás segura de que esa es la verdad?
• Sí, seguro.

Decidí dejar la conversación, no le sacaría nada y terminaríamos discutiendo, mi instinto me decía que me mantuviera alerta. Pasados unos días recibí una llamada de Nerea, me decía que quería hablar conmigo. Quedamos en una cafetería que quedaba cerca del campus, para cuando llegue ella ya se encontraba allí.

• ¿Qué ocurre Nerea?
• Creo que Rubén me engaña con otra.
• ¿Tienes alguna prueba?
• No, solo mi intuición, esperaba que tú me ayudaras en eso.
• Muy bien, déjalo en mis manos.

Desde ese día me puse manos a la obra, seguí a Rubén sin que él se diera cuenta, los lunes, miércoles, viernes, sábado y domingo hacia lo que podíamos llamar vida normal, pero los martes y jueves por las tardes solía entrar sobre las seis en un edificio y no salía de él, hasta pasadas las ocho y media. Una vez intente entrar, pero el portero era un exmilitar con mala leche. Como no me podía colar en esa, me colé en el edificio de al lado, este al ser más pequeño no tenía portero. Era de esos edificios que las escaleras y ascensor tienen entradas privadas a casa de cada inquilino, para poder entrar necesitabas una llave especial.

Ese camino no me llevaba a ningún sitio, decidí quedarme algunos días en un parque cercano que me permitía ver quién entraba y quién salía sin que nadie me viera. El martes seguí a Rubén cuando salió del edificio, fue directo a su casa, el jueves paso lo mismo. Mientras esperaba me solía liar un cigarro, no fumaba mucho, pero me ayudaba a pasar el tiempo. El día clave fue el siguiente martes, esta vez en vez de liarme el cigarro mientras esperaba, me lo lie cuando Rubén salió, sabía que volvería a su casa así que no tenía sentido seguirle, termine de liármelo, me lo metí a la boca, cuando iba a encenderlo me fije que alguien salía del portal.

Enfoque con la cámara, lo que vi me dejo de piedra, era Sara, tenía claro que me estaba siendo infiel, pero esto no probaba nada. Podía cortar con ella, pero como esto era un encargo de Nerea, fingiría un poco más. La verdad sale a la luz tarde o temprano, Sara odiaba escribir con el teclado del móvil, así que solía usar el WhatsApp en el portátil, muchas veces, después de terminar la conversación se iba a dar una ducha o a hacer la cena dejando la sesión abierta, solo tendría que esperar.

Que quede claro que jamás investigaba a mis parejas, pero esta vez la ironía jugaba en mi contra porque estaba investigando mis propios cuernos, además de los de Nerea. No fue fácil fingir que todo estaba bien, pero era un profesional, teniendo que llegar hasta el final, un lunes después de estar un rato usando el WhatsApp se fue a ducharse antes de cenar, dejándolo abierto. Era una conversación entre Rubén y Sara sobre pasar el fin de semana en una de las cabañas que solían alquilar a los turistas en las montañas. Sabía perfectamente qué cabañas eran, lo peor era que Sara me dijo que ese fin de semana había quedado con unas compañeras de la facultad con las que solía ir a la playa, yo le creí cuando me lo contó, hasta ese momento no tenía motivos para desconfiar.

Al ser mi hermano un guardabosques me conocía las montañas al dedillo, Cada cabaña tenía un número, solo tuve que apuntar el número y llamar al tío que solía alquilarlas, Carlos le había ayudado en el pasado y tenían muy buena relaciona, le llame, después de explicarle la situación me dijo.

• No sé Diego, ¿y si me meto en un lío por dejarte colocar cámaras?
• Si eso pasara declarare que las puse sin tu consentimiento, hay una copia de la llave en la roca naranja que se encuentra detrás del macetero grande – sabía donde estaban las llaves por mi hermano.

Con eso le salvaba de una posible denuncia a él, dándome permiso para colocar las cámaras. Se dio cuenta de que las podía haber puesto sin pedirle permiso y preferí ser legal. Durante la semana tuve oportunidad de leer otra de las conversaciones, esta me dejo las cosas más claras. Siempre lo había sospechado, Sara siempre había estado enamorada de Rubén, pero la llegada de Nerea la dejo sin opciones. Hasta aquella fiesta de San patricio, donde la confesión de Sara hizo que Rubén empezara a prestarle más atención.

Sara me uso para intentar olvidar a Rubén igual que yo lo hice para intentar olvidar a Nerea, no había reproche alguno sobre ese asunto, la diferencia era que yo jamás le puse los cuernos, una vez empezamos a salir eso quedaba totalmente descartado por mi parte, por el suyo se ve que no. Esto sí que me dolía, le pregunte si había otra persona, si hubiera sido sincera al responderme podíamos haber acabado como buenos amigos, pero ahora no tenía pinta de que eso fuera a pasar.

El jueves fui a hablar con Héctor y Carla.

• ¿Héctor vais a usar vuestra cabaña este fin de semana?
• No, ¿por qué?
• La necesito para un trabajo.
• Alguna persona se va a llevar una mala noticia este fin de semana, se rumorea que muchas personas usan esas cabañas para ser infieles a sus parejas.
• Tranquila que la persona ya se ha llevado la mala noticia.
• ¿La conocemos? - dijo mi hermano lleno de curiosidad.
• Lo tenéis delante – a Héctor se le cayó el plato que tenía en la mano.
• No me jodas que Sara… - dijo Carla.
• Sara con Rubén – dije.
• ¿El novio de Nerea? - mi hermano no daba crédito.
• Lo sentimos – dijeron los dos.
• Pues yo no, estas cosas cuanto antes mejor.

Esa noche dormí en la casa de mi hermano, a primera hora después de desayunar me puse en marcha, tenía toda la mañana para montar las cámaras dentro de la cabaña y después montar todo el equipo de vigilancia en la cabaña de Héctor y Carla. Para cuando termina serían las siete de la tarde, por lo que ponía en la conversación llegarían sobre las nueve de la noche. Me preparé algo para cenar, encendí los monitores, fueron puntuales como un reloj suizo. No solo entraron en la cabaña Rubén y Sara, con ellos venían Jorge, Raúl y Tomás.

No me jodas, los novios de el resto de las amigas de Nerea, Jorge era el novio de Laura, Raúl el de Nuria y Tomás el de Alba. Esto complicaba las cosas, Algo me decía que iba a ser una noche larga y complicada, no me equivoque. Después de cenar se pusieron al lío, todos se desnudaron y poniéndose en fila Sara empezó a comerles las pollas, llegando a meterse hasta dos en la boca. Así estuvieron un rato hasta que Tomás decidió ponerse detrás para empezar a follare el coñito, mientras Sara se comía las pollas a dúo y pajeaba al tercero.

Se estuvieron turnando durante un rato, hasta que pasaron a cosas mayores, Tomás se sentó en el sofá, Sara se puso sobre él metiéndose su polla en el coño, Rubén colocándose detrás de Sara empezó a follare el culo, una doble penetración en toda regla. Esto empezaba a ser igualito que una película porno. Apague los monitores, dejando que las cámaras sugieran grabando. Me dolió ver esas imágenes, de verdad que quería mucho más a Sara de lo que yo pensaba, no estaba enamorado, pero no pude evitar llorar. Salí fuera, hacía una buena noche, me lie un cigarro y me lo encendí mientras le daba un trago a una cerveza, hasta ahora siempre habían sido personas desconocidas, sentías pena por ellas, pero esto era distinto, Era Sara la que me lo estaba haciendo, esa traición dolía y mucho. Decidí que me metería en la cama, no tenía humor para nada más, por suerte la cabaña de mi hermano quedaba lejos de la cabaña donde se estaba traicionando a tantas personas. Me desperté con los primeros rayos del sol, no volví a ver la grabación, la dejé preparada para cuando Nerea y las chicas viniesen, iba a arder Troya.

Salí a correr un poco y después de ducharme llamé a Nerea.

• Diego, ¿me es infiel verdad?
• Nerea tenéis que venir las cuatro.
• ¿cómo?
• Tomás, Rubén, Raúl, Jorge y Sara.

Nerea soltó el móvil, lo supe al escuchar el ruido que hizo al golpear contra el suelo, pero podía escuchar perfectamente lo que pensaba hacer a todos esos mastuerzos. Me dijo que para la tarde estarían allí. Cerca de la cabaña de mi hermano había un lago, el agua estaba fría, pero eso me vendría bien para enfriar los ánimos. Me quede flotando sobre el agua sumergido en mis pensamientos, parecía mentira las consecuencias que podía traer la conversación entre diez personas una noche de borrachera.

Después de estar un buen rato en el agua decidí salir, al llegar a la cabaña me dispuse a hacerme la comida, la verdad es que no tenía mucha hambre, pero algo tenía que comer, a la tarde llegaban las chicas y no sería nada agradable. Fui al coche, cogí uno de los libros que siempre llevaba en el maletero. No es que tuviera muchas ganas de leer, pero mantendría mi cabeza ocupada, las chicas llegaron sobre las siete de la tarde, todavía era de día al ser verano, pero pronto anochecería, las noches en la montaña solían ser frías incluso en verano, así que enchufe un pequeño radiador para calentar la cabaña, mi hermano no tenía chimenea.

Escuche un coche llegar, la primera en salir fue Nerea que se abrazó a mí, las caras de Nuria, Laura y Alba eran un poema, ellas pensaban que sus relaciones estaban bien, ninguno dio indicios de estar engañándolas. Siempre había tenido una relación tirante con ellas, sabía que mi presencia nunca les hizo mucha gracia, pero ahora las cosas habían cambiado, la primera en acercarse fue Laura que me abrazo, dándome dos besos en la mejilla, sus ojos estaban vidriosos. La segunda fue Nuria, ella también me abrazó, todo su lenguaje corporal denotaba rabia, por último fue Alba quien me abrazo y se rompió a llorar, me rompió el corazón verla así.

• ¿Estáis seguras de que queréis ver las imágenes?, son muy duras – dije.
• Sí, necesitamos verlas – dijo Nerea
• ¿Vosotras opináis igual?
• Sí – contestaron las tres.

Puse el reproductor en marcha, cogiendo el tabaco de liar, los filtros, el papel de fumar y el mechero me salí a fuera. Hacía frío, así que saque un polar que tenía en el coche, sentándome en las escales de la entrada. Me lie el cigarro con clama, sabía que esto iba para rato, podía haberme quedado con ellas, pero no tenía fuerzas para volver a ver a mi novia follando con esos cuatro a la vez. No tardaron en llegar los llantos, improperios y amenazas de caparlos, de repente la puerta se abrió de un golpe, vi como Nuria pasaba a mi lado hecha una furia con intenciones de quitarles el polvo a esos cinco.

Salí corriendo detrás de ella, deteniéndola.

• Para Nuria, es de noche, el camino para llegar a su cabaña es peligroso, hay muchos terraplenes.
• Déjame Diego, que les voy a enseñar lo que es bueno – Nuria estaba fuera de sí.

La abracé, al principio se resistía, pero al final se abrazó a mí, por primera vez desde que llego los diques de Nuria se rompieron. Dentro el panorama era desolador, ni un misil hubiera hecho tanto destrozo, todas tenían la mirada perdida, como si les hubieran arrebatado un pedazo de ellas mismas, la que más entera estaba era Nerea, sospechaba que su relación con Rubén era parecida a la mía con Sara, le quería, pero no le amaba, solo eran conjeturas mías.

Les comente que esa noche dormiríamos y a la mañana siguiente bajaríamos a saludarles como se merecían, les explique el plan que se me había ocurrido, estuvieron todas de acuerdo, había dos camas que se repartieron las chicas, yo dormí en el suelo. Bueno dormir, creo que ninguno pegamos ojos en toda la noche. Durante la noche se escucharon llantos, pero sobre todo pude comprobar lo mucho que se querían las cuatro y como cuidaban las unas de las otras, también cuidaron de mí, porque yo tampoco pude aguantar el llanto, en esa cabaña se sentía demasiado dolor.

La mañana llegó, con eso el momento de hacer una visita a esos cinco cabrones, Tardamos un rato en llegar, las chicas comprobaron que de verdad el camino era peligroso, Nuria me agradeció que no la dejara ir por la noche. Por fin llegamos, pedí a las chichas que se escondieran detrás de la pared izquierda de la cabaña, era la única que no tenía ventana, me acerque a la puerta, con los nudillos toque tres veces. Dentro se escuchaban risas, se notaba que los cabrones habían pasado una buena noche, pero eso estaba a punto de cambiar.

Escuche unos pasos, entonces se empezó a abrir la puerta, era Sara que estaba cubierta con un albornoz, traía una taza en la mano que se le cayó al verme, se quedo más blanca que el papel de fumar.

• Hola Sara, ¿no te alegras de verme?
• Diego, yo…

Entonces escuché como los otros cuatro se acercaban al escuchar como se rompía la taza, empezando a reírse al verme

• Mira si ha venido el cornudin – dijo Tomás.
• ¿Has venido a que te enseñemos a follar? – dijo Rubén arrancando las risas de Jorge y Raúl.
• Os parece gracioso, ¿verdad?, pues vale, vamos a reírnos todos, !Chicas!

Las risas de esos cuatro se fueron apagando según vieron como sus novias iban apareciendo una a una hasta ponerse en fila delante de la puerta con los brazos en jarra, además de una mirada de mala hostia que haría retroceder a un oso. Sara intentaba hablar, pero no le salían las palabras, sus ex amigas, porque no creo que después de esto la volvieran a dirigir la palabra, la apartaron y entraron dentro de la cabaña cerrando la puerta de un portazo.

Yo me di media vuelta con la intención de ir a sentarme en la sombra del árbol que se encontraba a cincuenta metros de la cabaña, la cosa tenía pinta que iba para largo, me daría tiempo de fumarme un cigarro o dos, entonces Sara hablo.

• Diego esto no es...
• ¿Qué me vas a decir Sara?, ¿qué esto no es lo que parece?, no quiero escuchar tus excusas, tengo un dosier con todo lo que paso anoche.
• ¿Lo viste?
• Sí, tuve la desgracia de verlo, dicen que una imagen vale más que mil palabras, pues yo vi más de una imagen.
• Diego por favor – rogaba Sara llorando.
• Te di la oportunidad de contarme la verdad semanas atrás, ahora no me interesa lo que tengas que contarme.

Sara se quedo de rodillas en el suelo llorando mientras yo me fumaba mi cigarrillo tranquilamente, las chicas tardaron un buen rato en salir, la que se lio dentro de esa casa fue monumental. De repente los gritos cesaron y las chicas salieron de aquella cabaña, cuando pasaron al lado de Sara la mirada que le echaron fue fulminante, si las miradas mataran, Sara estaría muerta. Volvimos a la cabaña de mi hermano, el viaje de vuelta fue duro, todas tenía un semblante de tristeza, Nerea me miraba constantemente, sabía que quería hablar conmigo, al llegar a la cabaña las chicas decidieron hacer algo de comida mientras Nerea y yo dábamos un paseo hasta el lago, Nos cogimos de la mano y después de darnos un abrazo y llorar terminamos juntando nuestros labios en un beso que hizo que una corriente eléctrica recorriera mi cuerpo hasta estallar en mi cerebro.

Decidimos que iríamos poco a poco, primero teníamos que recuperarnos del palo que nos habíamos llevado, pero que esta vez no cederíamos ni ante la familia ni ante nadie.

EPÍLOGO

Ha pasado un año desde aquel aciago fin de semana, ahora mismo me encuentro delante de un espejo intentando hacer el nudo de la corbata, si no fuera la boda de mi hermano hubiera ido en chancletas. Nerea vino a socorrerme, después de hacerme un perfecto nudo me ha dado un beso en la boca, diciéndome que me dé prisa que todos nos esperan. Nerea y yo defendimos nuestra relación en frente de Carlos, la verdad es que no había pasado tanto miedo como aquel día, pero aunque al principio puso el grito en el cielo, hoy en día está encantado, quien le entiende.

Soy feliz al lado de Nerea, con ella he descubierto lo que es el amor verdadero y lo que es que sea correspondido. Volvimos a la ciudad, Nerea dejo la carrera, ahora trabaja con nosotros, ella se encarga de hacer las fotos, según padre e hija, yo soy un desastre con una cámara de fotos en las manos, tal vez tengan razón, para que discutir, solo sé que soy feliz y eso es suficiente para mí.

Estamos en la iglesia, mi hermano está hecho un flan, entonces empieza asonar la música, vemos entrar a Carla del brazo de su padre, por un momento pienso que mi hermano no va a poder contener las lágrimas, la verdad es que Carla está preciosa, además voy a ser tío así que hoy tenemos dos cosas que celebrar. Cuando Carla a echado el ramo para atrás, ¿a que no sabéis en qué manos ha aterrizado el ramo?, habéis acertado en las manos de Nerea, si es a su lado me embarco en lo que haga falta.

En cuanto a Tomás, Rubén, Raúl y Jorge, Nuria, Alba y Laura se encargaron que se supiera la verdad, fueron expulsados de la universidad, más tarde se supo que empezaron a salir con Laura, Nuria y Alba, porque sus padres eran dueños de las empresas más grandes de la ciudad. Estos se encargaron de destruir su reputación, tuvieron que dejar la ciudad porque no encontrarían trabajo en ningún sitio, ese fin de semana les salió caro. Lo último que supe de Sara es que un día desapareció, los rumores decían que se había matriculado en la universidad de otra ciudad donde nadie la conocía. La verdad es que no siento ni rencor, ni pena ni nada por ninguno de ellos, cada uno recoge lo que siembra.

Ahora mismo me encuentro besando a Nerea. mientras bailamos, verla sonreír es la mejor medicina, porque su sonrisa cura todos los males.

FIN.
 
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