Dos de las novias que he tenido pedían que les diera por culo. Al resto no, alguna lo hizo para "contentarte que sé que os gusta", cosa que provocó que no volviera a hacérselo porque, tal vez seré muy chulo, pero a mí no me hacen favores en la cama. O disfrutan o no me interesa. De las que les gustaba, las dos casadas y viviendo con sus maridos, una de ellas lo hacía cuando ella pensaba que tenía que hacerse perdonar algo. Pensaba que ofrecer su culo era una sumisión y, precisamente por eso, lo hacía y el gustaba.
La primera vez que lo hizo, no llevábamos mucho tiempo, había sido su cumpleaños y ni me había contestado a las felicitaciones que le había enviado por Whatsapp, ni había quedado a vernos, ni nada. Al cabo de dos semanas, nos citamos en un restaurante y desde el primer plato me estuvo pidiendo perdón y dando explicaciones, que si tenía que estar con su marido, que si no había podido, que si no quería que se mosqueara, que si esto o que si lo otro.
Yo le quitaba importancia, porque en realidad no me importaba lo más mínimo. Lo nuestro era sexo y nada más, lo que no está mal, dicho sea de paso. Yo no se lo decía así, sino que le explicaba que lo importante es que habíamos quedado y que estábamos hablando, etc.. Al final, nos subimos a mi apartamento que estaba muy cerca. Ella estaba muy callada, casi triste, no me miraba a los ojos. Nos desnudamos, nos besamos, empezamos y, sin decir nada más, se dio la vuelta, se puso en "cucharita", me cogió la polla y se la colocó en el ano y empujó hasta metérsela. Con una mano, me agarró la cadera y me dio tirones para animarme a follarle el culo. Entró con facilidad, estaba claro que no era la primera vez. Estuve un buen rato dándole y mientras se lo follaba, ella gimoteaba diciendo "perdóname", "estás en mi culo", "disfrútalo", "hoy es tuyo". Yo le metí la mano en el coño para masturbarla y me lo encontré empapado. O sea, le gustaba.
En el postcoito, me comentó muy contrita que lo había pasado mal esos días que no habíamos podido quedar, porque pensaba que me estaba haciendo un feo, que no quería que yo pensara que yo no era importante para ella, y que por eso me había ofrecido el culo para "compensarte para que me perdones". Me dijo que era su forma de sentirse a gusto consigo misma.
Como fue algo recurrente y cada tres meses, se inventaba algo por lo que tenía que hacerse perdonar, pienso, que era una fantasía para justificarse a sí misma que se comportara sumisamente, ofreciéndomelo con descaro, una vez de rodillas con la cabeza en las sábanas y otra de pie apoyada en la pared abierta de piernas, empleando las palabras más crudas, sin utilizar eufemismos, a lo bruto: "dame por culo", "hoy es tuyo", "fóllatelo", "fuerte", etc.
Al follárselo, no se llegaba a correr, pero se mojaba mucho y, una vez que yo me corría, ella estaba tan excitada que se corría inmediatamente con cualquier cosa que le hiciera. Y, siempre, en el postcoito, me daba una justificación de por qué razón me había pedido que le diera por culo.
Reconozco que no me gustaba mucho ese juego. Duramos poco más de un año.
La otra casada era completamente diferente. Era una disfrutona del sexo y le gustaba variar, le ponía a cien el morbo, hacer "lo que una señora como yo no debe hacer". A veces, se ponía en modo sumisa y lo era más que la otra, pero lo hacía sin necesidad de inventarse nada. Era tremenda. Pero esa historia, la dejo para otro día.