Destinos cruzados

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Destinos cruzados

VIERNES POR LA TARDE DE UN DIA LLUVIOSO DE INVIERNO

La vida de dos personas que no se conocen de nada se va a interconectar sin que ellos lo sepan, en el lado norte de la ciudad se encuentra Silvia, una mujer joven que creía que había encontrado la felicidad al lado del que consideraba el amor de su vida. Durante meses había decidido hacer oídos sordos a todas las alarmas que sonaban en su interior.

Silvia se había criado sin padres, su madre murió en la huida de un atraco y su padre murió unos años después en la cárcel por un ajuste de cuentas. Paso de casa de acogida en casa de acogida, en ninguna le mostraron cariño exceptuando en la última. Allí conoció a Marta, ella se convirtió en su hermana y mejor amiga. A Silvia los estudios no se le daban bien y sus padres adoptivos le propusieron que trabajara en el restaurante que regentaban. Silvia aceptó encantada, desde ese momento dispondría de su propio dinero.

Marta trabajaba media jornada, pues estaba estudiando, Silvia solía acercarse todos los días a la hora del descanso para llevar algo de comer para Marta. Marta siempre solía estar con el mismo grupo de personas y entre ellos se encontraba Raúl. Silvia, que no era tonta, se dio cuenta de que a Marta no le era indiferente, el problema vino cuando se dio cuenta de que ella tampoco podía dejar de mirarle. Ese día volvió con una sonrisa al restaurante, día tras día fue llevando el almuerzo a su hermana y para cuando se dio cuenta ya era una más de ese grupo, entablando conversaciones con Raúl que le hacían sentirse cada vez más atraída por él.

Parecía que Marta se lo había tomado bien, como era la persona en la que más confiaba, hablaba con ella en busca de consejo. Silvia, al haberse criado en casas de acogida en las que solo la querían por el dinero que les daban por adoptarla, se creó una armadura de desconfianza hacia las personas. De hecho, Marta era con la única que se quitó esa armadura, con los padres de Marta la seguía llevando, teniendo siempre la maleta preparada por si decidían deshacerse de ella como lo habían hecho las anteriores familias.

Por lo cual no había tenido mucha relación con los chicos, cuando esta veía que solo la querían para follar, se alejaba de ellos como método de defensa. Sin embargo, con Raúl algo dentro de ella le impedía alejarse, día tras día la relación con aquel chico fue volviéndose más cercana hasta que llego el día que después de salir todo el grupo de fiesta terminaron basándose dentro del coche de este, el problema venía cuando Raúl querida dar un paso más y Silvia daba un paso para atrás.

Su miedo a que la dejara tirada después de que el chico consiguiera lo que quería era superior a ella. Raúl se sentía muy frustrado y se lo hacía saber, Silvia viendo que podía perderlo pidió consejo a la única persona en la que confiaba de verdad, Marta.

• Marta no sé qué hacer, me gusta muchísimo, pero me bloqueo cuando quiere dar un paso más en nuestra relación.
• Silvia entiendo que no has tenido una vida fácil y por eso no confías en la gente, pero si sigues así, Raúl buscará en otras lo que tú no estás dispuesta a darle.
Silvia no estaba convencida con el argumento de Marta, pero estaba demasiado enamorada de Raúl para perderlo por culpa de sus miedos. Decidió que el siguiente fin de semana complacería al hombre que amaba. Llego el sábado por la noche, después de cerrar el restaurante, Marta y Silvia fueron a buscar a sus amigos. En cuanto vio a Raúl, Silvia fue hacia el decidida y le beso, no fue un beso como los anteriores, Raúl noto algo distinto y sonrió complacido.

Silvia temblaba de emoción, pero también de miedo, era virgen y temía que Raúl saliera corriendo al ver su nula experiencia en el sexo. La noche fue pasando y llego la hora de la verdad, Silvia fue a la barra y después de tomarse un whisky bien cargado para darle ánimos fue al aparcamiento cogida de la mano de Raúl. En todo momento el chico fue muy atento y delicado, fue guiando a Silvia. Cuando Silvia vio la herramienta de Raúl se le pusieron los ojos como platos, metiéndose esa herramienta en la boca de forma mecánica y torpe, en algunas ocasiones termino mordiendo el glande del chico haciéndole daño.

Silvia se sintió muy mal y agachando la cabeza empezó a llorar, Raúl levantando su rostro le beso tiernamente en los labios y le empezó a decir como le gustaba que se lo hicieran. Silvia se esmeró y escuchar como Raúl grito su orgasmo y su boca se llenaba con la corrida le lleno de gozo. Después vino la penetración, al principio fue algo dolorosa para Silvia, pero pronto ese dolor se transformó en un placer que jamás había sentido. Por primera vez pudo experimentar lo que era un orgasmo y se sintió la mujer más feliz del mundo.

Esa noche fue una de las muchas que disfruto del sexo con Raúl, hubo ciertas prácticas en las que Silvia no se sintió cómoda y le pidió a Raúl el no volver a practicarlas, una de ellas fue el sexo anal. Silvia hubiera complacido a Raúl en todo lo que quisiera, pero el sexo anal era superior a ella, el tiempo paso y decidieron ir a vivir juntos. Silvia encontró trabajo en un restaurante que quedaba cerca de la casa que habían alquilado para vivir juntos.

Sus padres adoptivos se sintieron apenados, para ellos era su hija y ver partir de casa a alguien que quieres no es fácil, pero lo que querían era que Silvia fuera feliz y al lado de aquel chico lo era. Marta también se entristeció y lloro cuando le ayudo a hacer la maleta, Silvia ya estaba lista para su nueva vida. Fue feliz durante los primeros dos años, Raúl solo tenía ojos para ella, pero llego un día en que noto un cambio sutil en él.

Esos cambios fueron convirtiéndose en más pronunciados con el paso del tiempo, Antes siempre salía los sábados por la noche con Silvia y después terminaban teniendo unas sesiones de sexo increíbles, pero de un tiempo para aquí él empezó a preferir irse de copas con amigos o compañeros de trabajo. Una parte de Silvia se puso en guardia, pero no veía cambios en la forma de comportarse con ella, era igual de cariñoso y en la cama mostraba la misma fogosidad.

Decidió hacer como los avestruces y enterrar la cabeza, pero esa parte de Silvia que siempre había desconfiado de la gente cada vez le gritaba con más fuerza, el punto de inflexión llego cuando Sara le vino a hacer una visita en el restaurante. Silvia se cogió el descanso y se sentaron a tomar una taza de café. Algo le decía a Silvia que esta no era una visita para recordar viejos tiempos.

• Silvia tenemos que hablar, Raúl te es, infiel con algunas de las del grupo.
• ¿Tienes pruebas?
• Sí.
• ¿Qué pruebas?
• Raúl nos follaba a algunas del grupo, siguió haciéndolo después de que empezara a salir contigo.
• Marta…
• No sé si se folló a Marta, Marta para esas cosas era muy hermética, pero por lo que sé, no fue una de ellas, pero tampoco podría asegurarlo.
• ¿Por qué me lo cuentas ahora?
• Porque siempre me he sentido culpable, pero fui demasiado cobarde de dar la cara.
• Comprenderás que esto no me consuele – estaba muy enfadada.
• Lo sé, pero no te merecías que te traicionáramos y he pensado que más vale tarde que nunca.

Sara se levantó de la mesa y dejo dinero para pagar el café mientras miraba como a Silvia se le marcaban todas las venas de las manos de lo apretadas que las tenía. Sara antes de irse le dejo una tarjeta con una dirección, era la dirección del picadero de Raúl. Silvia cogió esa tarjeta con las manos temblorosas, tenía miedo a perder todo otra vez, pero tenía que comprobar eso que le había contado Sara, sobre todo tenía que comprobar que su hermana del alma le seguía siendo fiel y que no le había traicionado.

Algo dentro de ella le decía que de no haberla traicionado le hubiera contado hace mucho tiempo las andanzas del hombre que la había engañado como a una tonta. Le pidió permiso a su jefe para salir antes, este viendo su expresión no le puso ninguna pega. Cogió un taxi y se presentó en la dirección que ponía en la tarjeta, espero que alguien saliera del portal para poder entrar. Sabía que Raúl escondía una llave en macetas o debajo del felpudo porque era tan despistado que se solía dejar las lleves de casa olvidadas. Una parte de Silvia le pedía que esa casa estuviera vacía, pero un escalofrío que le recorría la espalda le avisaba que se preparara para lo peor.

Al lado de cada puerta había una maceta, no le costó encontrar la llave y metiendo la llave en la cerradura, empezó a girar la llave con las manos temblorosas. El abrir la puerta se encontró con un largo pasillo y había luz al final de este. Cerro la puerta con mucho cuidado y se fue acercando muerta de miedo de lo que se iba a encontrar. Un rayo no hubiera hecho mayor impacto cuando pudo reconocer la voz de Marta. Aquel pasillo tenía un pequeño saliente que le serviría a Silvia para resguardarse sin ser vista.

• Marta, ¿por qué nunca me pediste salir?, sé que yo te guste desde siempre.
• Sabes lo que me gustan las pollas, porque atarme a una.
• ¿Y tu hermana?, nunca le he sido fiel, pero esto que le hacemos no está bien.
• No te preocupes de mi hermana, ojos que no ven…
• Corazón que no siente, ¡verdad zorra!
• Silvia – gritaron los dos mientras intentaban tapar su desnudez.
• Sois en las únicas dos personas que había confiado en mi vida, ¡cómo he podido estar tan ciega!
• Silvia – dijo Raúl.
• Ahora iré a casa a recoger mis cosas, te recomiendo que te quedes aquí, porque si apareces por casa en estos instantes tu integridad podría peligrar, ¡me has entendido!

Raúl asintió con la cabeza, tenía una expresión asustada y avergonzada, después miro a Marta, para ella era su hermana, hubiera dado la vida por ella sin dudarlo, descubrir su traición la hizo pedazos.

• Silvia – dijo Marta.
• Déjalo Marta, sabes lo mucho que sufrí y que no confiaba en nadie, te di mi confianza porque pensé que eras diferente, pero me equivoque y lo he pagado muy caro.
• Silvia – volvió a decir Marta.
• Sabes Marta, en esta vida todo se paga, espero que algún día tú sientas lo mismo que yo estoy sintiendo ahora.

Silvia no escuchó nada más, se dio media vuelta y se dirigió a su casa a recoger sus pertenencias, Raúl no apareció como buen cobarde que era. Al terminar de recoger todo llamo a un taxi y fue a hablar con sus padres adoptivos, les contó lo que había ocurrido. Saber que Marta se había comportado de aquella manera dolió mucho a sus padres, pero lo que más impresiono a Silvia fue la mirada de decepción que pusieron sus padres al saber lo que Marta había hecho. Siempre desconfió de sus padres adoptivos y confió en Marta, les pidió perdón por ello, después se despidió y fue a coger una habitación de hotel, al día siguiente presentaría su dimisión en el restaurante y se marcharía a otra ciudad a empezar de cero.

Era viernes por la tarde de un día lluvioso de invierno, Silvia se encontraba en la habitación de hotel con un billete de tren sobre la cama, después de coger las maletas y meter el billete en el bolso, salió de aquella habitación, sin mirar atrás.

MISMO VIERNES POR LA TARDE EN EL SUR DE LA CIUDAD

Marcos se encuentra recogiendo sus pertenencias de la que hasta ese mismo día fue la casa que compartía con su novia Lorena. Los dos se conocían desde que eran unos niños, pues sus padres eran los mejores clientes de los padres de Marcos y solían cenar en casa de unos o de los otros a menudo. Marcos siempre sintió algo muy especial por Lorena, pero era demasiado joven para entender que significaba ese sentimiento, después creció y fue incapaz de declararle su amor por miedo de ser rechazado, el día que Marcos se enteró de que Lorena viajar a otra ciudad para cursar la carrera se sintió devastado.

El la cursaría en la misma ciudad donde vivían sus padres y amigos, Marcos era un chico muy guapo, tenía el cuerpo bien definido por el deporte que practicaba y pretendientas no le faltaban, pero él estaba enamorado de Lorena. Todos sus amigos le decían que un clavo sacaba otro clavo. Marcos no era como ellos, él quería una relación estable, no una chica distinta cada noche. Sus amigos no engañaban a nadie, eran siempre sinceros con las chicas, pero no era eso lo que buscaba.
Durante el primer año de carrera Marcos intento tener un par de relaciones serias, pero al no poder quitarse a Lorena del pensamiento, opto por romper sendas relaciones, por eso opto por mantener distancias con el género femenino hasta que pudiera aclarar sus ideas, no había querido hacer daño a las chicas que habían iniciado una relación con él, de verdad pensó que estaba preparado, pero el tiempo le demostraba que no era así. Fin de semana tras fin de semana veía como sus amigos desaparecían con un nuevo ligue, él se reía y les decía que algún día madurarían y sentarían la cabeza.

Todos ellos le miraban como si estuviera loco y después soltaban una sonora carcajada. Todo cambio el segundo año de carrera, llego el primer día de clase y Marcos iba por los pasillos despistado, metido en su mundo y buscando la clase de la nueva asignatura que tendría que dar ese año. Iba tan ensimismados en sus pensamientos que no se dio cuenta de que había alguien parado delante de él, este no se apartó y terminaron chocando. Marcos se enfadó un poco, pero se le pasó cuando vio quién era esa otra persona, no se lo podía creer, era Lorena.

Marcos se rascó los ojos un par de veces para comprobar que no era una alucinación, una vez que lo tuvo claro, la abrazo con todas sus fuerzas. En el descanso se reunieron en la cafetería y esta le contó que no se adaptó bien a la universidad y que estar lejos de las personas que quería se le hizo muy duro. Decidió que terminaría la carrera en la ciudad que había crecido, al lado de sus amigos y familia. En el rostro de Lorena había una expresión que puso en guardia a Marcos. Había algo que Lorena no le estaba contando, pero estaba tan contento de su vuelta que decidió que ese era un asunto muy secundario.

Cuando llego el primer fin de semana, Lorena fue acosada por todos los amigos de Marcos, dándoles calabazas a todos entre las miradas de decepción de estos y la cara divertida de Marcos. Marcos tenía claro que esta era una señal, le diría a Lorena lo que sentía por ella. Sabía que se la estaba jugando, pero necesitaba confesarle a ella lo mucho que la amaba. Eso ocurrió un par de fines de semana después, Marcos decidió quedar a solas con Lorena y llevarla a un lugar en las montañas donde se podían ver las estrellas, él subió tantas veces triste por la partida de ella a otra ciudad.

Lorena no conocía aquel lugar y se quedó maravillada enseguida, eso que todavía era de día, cuando el sol empezó a esconderse y dio paso al manto de estrellas, Lorena se quedó con la boca abierta. Marcos le cogió las manos y está intuyendo cuál sería la acción de Marcos le paro.

• Marcos creo intuir por donde vas y tengo que pedirte que pares – la cara de decepción de Marcos fue para enmarcar.
• Lorena yo…
• En aquella ciudad conocí a alguien y la cosa no acabo bien, ahora mismo solo quiero curar mis heridas y estar con mi mejor amigo.

Esas no eran las palabras que quería escuchar Marcos, pero si era eso lo que Lorena necesitaba, él se lo daría. Lorena le empezó a contar como en la nueva universidad conoció al chico más guapo del mundo, tenía pinta de ser un mujeriego, pero Lorena no podía impedir sentirse cada vez más atraída por él, mojándose cada vez que lo tenía cerca. Ella era la nueva en la universidad y eso la puso en el punto de mira de aquel chico, él fue personalmente el que la invito a una fiesta que iban a dar en la casa de uno de ellos.
El nombre de aquel chico era Alberto, Lorena se sentía totalmente mojada al estar cerca de ese chico, no sabía si era su olor o su voz, pero la tenía totalmente fascinada.



Termino acostándose con él esa misma noche después de comerle la polla en el baño con la puerta abierta y con el riesgo de ser descubiertos. Eso era algo que ella jamás hubiera hecho, pero con él le salió de forma natural, Alberto fue sincero con ella, le dijo que él no era un hombre de una sola mujer, si quería algo con él, tendría que compartirlo con otras mujeres, para Lorena fue un jarro de agua fría, pero él ejercía una atracción en ella que le impedía mantenerse alejado de él.

Lorena no se enamoró de aquel chico, pero le era imposible no acabar en su cama cada vez que él lo deseaba, incluso llegando a sentir celos de las otras chicas con las que él se acostaba. Al final del curso viendo que la atracción que él ejercía sobre ella era muy fuerte y que esa no era la relación que quería mantener con un chico. Lorena necesitaba poner tierra de por medio para alejarse de ese hombre que hacía de ella lo que quería, después de esa conversación se quedaron los dos mirando al cielo.

Marcos pensando que las cosas no habían salido como había planeado y Lorena más tranquila después de haberse quitado un peso de encima al contarle a Marcos eso que tanto tiempo había estado guardando. Durante los siguientes meses quedaron como amigos, Marcos seguía enamorado, pero decidió guardar esos sentimientos en lo más profundo dentro de él al estar convencido de que jamás sería correspondido. Lo que él no sabía era que Lorena poco a poco había empezado a sentir algo por él, Marcos siempre estaba ahí para ella.

Jamás le había puesto ninguna excusa para no quedar y tampoco le había puesto mala cara, pronto sería su cumpleaños y quería regalarle algo especial, pensaba pedirle que fuera su novio. Se había enamorado perdidamente de ese hombre que tenía un corazón que no le entraba en el pecho, el sábado habían quedado con los amigos para celebrarlo, pero Lorena le pidió ir a aquel rincón de las montañas que tanto le había gustado para darle su regalo. Llegaron cuando estaba anocheciendo, se empezaban a ver las estrellas, Lorena lo miro fijamente a los ojos y pronuncio las palabras.

Cuando Marcos escucho si quería salir con ella no supo como reaccionar, pero el apasionado beso que le dio a continuación Lorena lo terminaron de convencer, eran finales de primavera y la temperatura era muy buena, cerca de allí había un lago. Lorena empezó a desnudarse mirando a Marcos picadamente y este reacciono enseguida, Lorena tenía un cuerpo precioso, los dos se metieron en el agua. Lorena enrolló sus piernas en la cintura de Marcos, después paso sus brazos por el cuello de Marcos mientras empezaba a empalarse.

Tuvo que dejar de besar a Marcos para poder tomar aire, Lorena tuvo un orgasmo solo con sentir como la polla de Marcos llegaba al fondo de su vagina, no le había pasado nunca y se sonrojó. Marcos la beso y empezó un suave bombeo mientras de sus ojos caían lágrimas de alegría. Este era el mejor regalo que podían haberle hecho, era el hombre más feliz del mundo, Lorena tuvo dos orgasmos antes de que Marcos llegara al suyo, cansados, pero muy satisfechos, se besaron y saliendo del agua volvieron a dar rienda suelta a sus instintos.

Han pasado dos años desde entonces, tanto Marcos como Lorena han empezado el último año de carrera. Son la envidia de todos, la pareja perfecta, en unos días sería el cumpleaños de Lorena. Según parecía, algunos amigos que hizo en aquella universidad le habían llamado para quedar. Ese fin de semana se juntarían todos. Desde que Marcos se enteró, tuvo un mal presentimiento, decidió disimular. No tenía por qué pasar nada, durante la semana no se separaron más que para ir a clase. Aquel sábado Marcos y Lorena quedaron antes de salir para que Marcos le entregara su regalo, un collar con una inscripción en griego antiguo, en él decía “para el amor de mi vida, en esta y en la siguiente vida”

Lorena lloró de la emoción, ella estaba estudiando antropología, conocía el griego antiguo, así que el regalo le hizo todavía más ilusión por el detalle que había tenido su novio con ella. Se lo puso para lucirlo aquella noche, quería que todos vieran el pedazo de regalo que Marcos le había hecho. Todo iba viento en popa hasta que llegaron los amigos de Lorena, todos se fueron presentando, a Marcos le parecían buena gente, entonces una de las amigas comento que todavía quedaba uno, que se había quedado aparcando el coche.

Cuando hizo acto de presencia, la cara de Lorena cambio y el corazón de Marcos se detuvo por un momento, pero se recuperó pronto. Ahora Lorena estaba con él y confiaba plenamente en ella, era una mujer directa y si había algo que no le hubiera gustado de él estaba seguro de que ya lo abrían hablado. Con la llegada de Alberto el ambiente se enrareció, Alberto puso mala cara cuando vio a Marcos, se esperaba a un pringado, pero se encontró con un chico que era más alto que él, más guapo y además mucho mal humilde.

Alberto se encontró que sin Marcos pretenderlo era el centro de atención desplazándolo a él. Eso no le gusto para nada, este fue a hablar con Lorena que lo evitaba como la peste. Alberto se dio cuenta de que todavía ejercía una gran influencia sobre Lorena. Aquella noche no pasaría nada, eso Alberto lo tenía claro, pero también sabía que tarde o temprano Lorena caería en sus redes, puesto que sabía qué teclas tocar.

La noche termino, Lorena se despidió de sus amigos, Alberto estrecho la mano de Marcos. Su mirada era desafiante, Marcos no se acobardó, no se sentía menos que él y así se lo hizo saber. Alberto se fue muy contrariado, durante el viaje de vuelta a casa Marcos hablo con Lorena.

• Lorena es tal Alberto, no me gusta nada.
• Lo siento Marcos, se supone que no iba a venir, pero se apuntó a última hora.
• Te he visto muy incómoda cada vez que se acercaba a ti, ¿tengo de que preocuparme?
• Te prometo que no, contigo tengo más de lo que necesito, pero ejerce un magnetismo en mí que no me gusta y por eso guardo las distancias.

Creía en las palabras de Lorena, pero la espinita de la desconfianza se clavó en Marcos sin que esté fuera consciente. Habían pasado seis meses y Marcos empezó a notar sutiles cambios en Lorena, seguramente no les hubiera hecho caso de no haber conocido a Alberto aquella noche y ver las reacciones que Lorena tuvo con él. Hacía poco que se habían ido a vivir juntos y pudo cerciorarse que lunes, martes, miércoles, viernes, sábado y domingo Lorena se comportaba como siempre, los jueves era cuando la notaba extraña, al volver de dar clases particulares. La casa donde vivían era de sus tíos, estos se habían trasladado al extranjero por trabajo y le dejaron su casa a su sobrino, de esa forma estaría bien cuidada. Marcos decidió dar clases particulares para pagarles un simbólico alquiler, aunque ellos no quisieran. Desde que los jueves llegaba a casa Lorena estaba absorta, contestando con monosílabos y con una cara de extrema preocupación, uno de los jueves Marcos decidió confrontarla.

• Lorena, ¿va todo bien?
• Sí, ¿por qué lo preguntas?
• No sé, desde que he llegado, parece que estás en la luna.

Lorena empezó a reírse y se excusó con una de las asignaturas que se le estaba atragantando y tenía miedo de no sacarla adelante, como excusa era muy pobre, pero se dio cuenta de que no sacaría nada más. Los demás días fueron normales, se acercaba el siguiente jueves y Marcos hablo con sus jefes, les comento que aquel jueves tenía un asunto familiar ineludible, sus jefes no le pusieron ninguna pega. Marcos decidió no decirle nada a Lorena, no se sentía nada bien al desconfiar de ella, pero tenía que quitarse esa espinita que tenía clavada.

Decidió arriesgarse, si Lorena lo estaba engañando podía hacerlo en cualquier sitio, pero su instinto le decía que sería en su casa. Comió en casa y salió a la misma hora que solía ir a dar las clases particulares. Solo que esta vez se quedó en una cafetería cercana donde podía vigilar el portal de su casa sin ser visto. No tuvo que esperar mucho, a los tres cuartos de hora vio un coche aparcar delante del portal, de él salió Alberto. No hay nada peor que un ser amado te decepcione, en cuanto entro en el portal Marcos pago la consumación y decidió acabar con esto cuanto antes.

Cuando entro en casa escucho una conversación, donde Lorena le decía que esa sería la última vez, ella no podía seguir haciendo eso, Marcos no se lo merecía. Alberto se reía diciendo que cada jueves le decía las mismas palabras y que cada jueves terminaba de rodillas comiéndole la polla. Este no iba a ser diferente, Alberto estaba de espaldas a la entrada del salón y Lorena se agachó para desabrocharle el pantalón, entonces Alberto dijo de forma muy chulesca intentando humillar a Marcos que era una pena de que su novio no estaría en esos momentos, puesto que tal vez podría aprender algo.

• ¡Hay que tener cuidado con lo que se desea!

Lorena se quedó petrificada, arrodillada en el suelo, Alberto empezó a girar su cuerpo mirando a la dirección donde había venido esa voz. Al ver a Marcos se quedó blanco como el papel, no queriendo quedar como un cobarde delante de Lorena se arrancó a golpear a Marcos, pero como este tenía los pantalones en los tobillos se tropezó y termino estampando su cara contra el espejo, haciendo que el espejo se hiciera añicos.

Alberto empezó a sangrar copiosamente, Marcos miro a Lorena de forma muy severa y le dijo que se marcharía a dar una vuelta, para cuando volviera la quería fuera de casa y sacara la basura en referencia a Alberto. Marcos anduvo sin rumbo fijo por la ciudad, pero algo le quedo claro, que algunas veces el amor no era suficiente. Decidió volver a las tres horas, Lorena le esperaba sentada en el sofá junto a tres maletas.

• Te dije que no quería verte aquí para cuando volviera.
• Lo sé, pero no podía irme sin pedirte perdón Marcos.
• ¿Qué he hecho mal?, ¿para que me hicieras esto?
• No has hecho nada malo Marcos, solo que era superior a mí, tú no lo entiendes.
• Lorena, yo también he tenido tentaciones, pero cuando amas de verdad no tienes ojos para nadie más, que no sea el ser amado.

Marcos dio por zanjada la conversación, Lorena cogió las maletas y salió por la puerta, antes de que cerrara la puerta, Marcos pudo ver lágrimas caer por el rostro de Lorena, pero ya era demasiado tarde, Marcos no disfrutaba viendo a Lorena en ese estado, pero el daño había sido demasiado grande. Cuando se quedó solo lloro hasta que ya no le quedaron más lágrimas, le habían hecho una oferta de trabajo en otra ciudad, era su oportunidad de empezar de cero, hablo con sus padres y tíos y estos estaban de acuerdo.

Estaba terminando de recoger todas sus cosas, cuando miro por la ventana, llovía, en tres horas tenía que coger el tren que le llevaría directo a su nueva vida. Llego a la estación y se dirigió hacia el andén donde tenía que coger el tren, iba mirando el billete cuando se chocó con una mujer que venía distraída mirando los carteles de publicidad. Era Silvia que también estaba esperando su tren para su nueva vida, los dos se agacharon para coger el billete de Marcos cuando sus manos se tocaron.

Cuando sus miradas se cruzaron los dos sintieron un escalofrío que recorrió su cuerpo, Silvia le entrego el billete a Marcos, se disculparon y los dos siguieron su camino, la primera en darse la vuelta para mirar a Marcos fue Silvia, rato después lo hizo Marcos, los dos volvieron a mirar adelante mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

FIN.
 
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VIERNES POR LA TARDE DE UN DIA LLUVIOSO DE INVIERNO

La vida de dos personas que no se conocen de nada se va a interconectar sin que ellos lo sepan, en el lado norte de la ciudad se encuentra Silvia, una mujer joven que creía que había encontrado la felicidad al lado del que consideraba el amor de su vida. Durante meses había decidido hacer oídos sordos a todas las alarmas que sonaban en su interior.

Silvia se había criado sin padres, su madre murió en la huida de un atraco y su padre murió unos años después en la cárcel por un ajuste de cuentas. Paso de casa de acogida en casa de acogida, en ninguna le mostraron cariño exceptuando en la última. Allí conoció a Marta, ella se convirtió en su hermana y mejor amiga. A Silvia los estudios no se le daban bien y sus padres adoptivos le propusieron que trabajara en el restaurante que regentaban. Silvia aceptó encantada, desde ese momento dispondría de su propio dinero.

Marta trabajaba media jornada, pues estaba estudiando, Silvia solía acercarse todos los días a la hora del descanso para llevar algo de comer para Marta. Marta siempre solía estar con el mismo grupo de personas y entre ellos se encontraba Raúl. Silvia, que no era tonta, se dio cuenta de que a Marta no le era indiferente, el problema vino cuando se dio cuenta de que ella tampoco podía dejar de mirarle. Ese día volvió con una sonrisa al restaurante, día tras día fue llevando el almuerzo a su hermana y para cuando se dio cuenta ya era una más de ese grupo, entablando conversaciones con Raúl que le hacían sentirse cada vez más atraída por él.

Parecía que Marta se lo había tomado bien, como era la persona en la que más confiaba, hablaba con ella en busca de consejo. Silvia, al haberse criado en casas de acogida en las que solo la querían por el dinero que les daban por adoptarla, se creó una armadura de desconfianza hacia las personas. De hecho, Marta era con la única que se quitó esa armadura, con los padres de Marta la seguía llevando, teniendo siempre la maleta preparada por si decidían deshacerse de ella como lo habían hecho las anteriores familias.

Por lo cual no había tenido mucha relación con los chicos, cuando esta veía que solo la querían para follar, se alejaba de ellos como método de defensa. Sin embargo, con Raúl algo dentro de ella le impedía alejarse, día tras día la relación con aquel chico fue volviéndose más cercana hasta que llego el día que después de salir todo el grupo de fiesta terminaron basándose dentro del coche de este, el problema venía cuando Raúl querida dar un paso más y Silvia daba un paso para atrás.

Su miedo a que la dejara tirada después de que el chico consiguiera lo que quería era superior a ella. Raúl se sentía muy frustrado y se lo hacía saber, Silvia viendo que podía perderlo pidió consejo a la única persona en la que confiaba de verdad, Marta.

• Marta no sé qué hacer, me gusta muchísimo, pero me bloqueo cuando quiere dar un paso más en nuestra relación.
• Silvia entiendo que no has tenido una vida fácil y por eso no confías en la gente, pero si sigues así, Raúl buscará en otras lo que tú no estás dispuesta a darle.
Silvia no estaba convencida con el argumento de Marta, pero estaba demasiado enamorada de Raúl para perderlo por culpa de sus miedos. Decidió que el siguiente fin de semana complacería al hombre que amaba. Llego el sábado por la noche, después de cerrar el restaurante, Marta y Silvia fueron a buscar a sus amigos. En cuanto vio a Raúl, Silvia fue hacia el decidida y le beso, no fue un beso como los anteriores, Raúl noto algo distinto y sonrió complacido.

Silvia temblaba de emoción, pero también de miedo, era virgen y temía que Raúl saliera corriendo al ver su nula experiencia en el sexo. La noche fue pasando y llego la hora de la verdad, Silvia fue a la barra y después de tomarse un whisky bien cargado para darle ánimos fue al aparcamiento cogida de la mano de Raúl. En todo momento el chico fue muy atento y delicado, fue guiando a Silvia. Cuando Silvia vio la herramienta de Raúl se le pusieron los ojos como platos, metiéndose esa herramienta en la boca de forma mecánica y torpe, en algunas ocasiones termino mordiendo el glande del chico haciéndole daño.

Silvia se sintió muy mal y agachando la cabeza empezó a llorar, Raúl levantando su rostro le beso tiernamente en los labios y le empezó a decir como le gustaba que se lo hicieran. Silvia se esmeró y escuchar como Raúl grito su orgasmo y su boca se llenaba con la corrida le lleno de gozo. Después vino la penetración, al principio fue algo dolorosa para Silvia, pero pronto ese dolor se transformó en un placer que jamás había sentido. Por primera vez pudo experimentar lo que era un orgasmo y se sintió la mujer más feliz del mundo.

Esa noche fue una de las muchas que disfruto del sexo con Raúl, hubo ciertas prácticas en las que Silvia no se sintió cómoda y le pidió a Raúl el no volver a practicarlas, una de ellas fue el sexo anal. Silvia hubiera complacido a Raúl en todo lo que quisiera, pero el sexo anal era superior a ella, el tiempo paso y decidieron ir a vivir juntos. Silvia encontró trabajo en un restaurante que quedaba cerca de la casa que habían alquilado para vivir juntos.

Sus padres adoptivos se sintieron apenados, para ellos era su hija y ver partir de casa a alguien que quieres no es fácil, pero lo que querían era que Silvia fuera feliz y al lado de aquel chico lo era. Marta también se entristeció y lloro cuando le ayudo a hacer la maleta, Silvia ya estaba lista para su nueva vida. Fue feliz durante los primeros dos años, Raúl solo tenía ojos para ella, pero llego un día en que noto un cambio sutil en él.

Esos cambios fueron convirtiéndose en más pronunciados con el paso del tiempo, Antes siempre salía los sábados por la noche con Silvia y después terminaban teniendo unas sesiones de sexo increíbles, pero de un tiempo para aquí él empezó a preferir irse de copas con amigos o compañeros de trabajo. Una parte de Silvia se puso en guardia, pero no veía cambios en la forma de comportarse con ella, era igual de cariñoso y en la cama mostraba la misma fogosidad.

Decidió hacer como los avestruces y enterrar la cabeza, pero esa parte de Silvia que siempre había desconfiado de la gente cada vez le gritaba con más fuerza, el punto de inflexión llego cuando Sara le vino a hacer una visita en el restaurante. Silvia se cogió el descanso y se sentaron a tomar una taza de café. Algo le decía a Silvia que esta no era una visita para recordar viejos tiempos.

• Silvia tenemos que hablar, Raúl te es, infiel con algunas de las del grupo.
• ¿Tienes pruebas?
• Sí.
• ¿Qué pruebas?
• Raúl nos follaba a algunas del grupo, siguió haciéndolo después de que empezara a salir contigo.
• Marta…
• No sé si se folló a Marta, Marta para esas cosas era muy hermética, pero por lo que sé, no fue una de ellas, pero tampoco podría asegurarlo.
• ¿Por qué me lo cuentas ahora?
• Porque siempre me he sentido culpable, pero fui demasiado cobarde de dar la cara.
• Comprenderás que esto no me consuele – estaba muy enfadada.
• Lo sé, pero no te merecías que te traicionáramos y he pensado que más vale tarde que nunca.

Sara se levantó de la mesa y dejo dinero para pagar el café mientras miraba como a Silvia se le marcaban todas las venas de las manos de lo apretadas que las tenía. Sara antes de irse le dejo una tarjeta con una dirección, era la dirección del picadero de Raúl. Silvia cogió esa tarjeta con las manos temblorosas, tenía miedo a perder todo otra vez, pero tenía que comprobar eso que le había contado Sara, sobre todo tenía que comprobar que su hermana del alma le seguía siendo fiel y que no le había traicionado.

Algo dentro de ella le decía que de no haberla traicionado le hubiera contado hace mucho tiempo las andanzas del hombre que la había engañado como a una tonta. Le pidió permiso a su jefe para salir antes, este viendo su expresión no le puso ninguna pega. Cogió un taxi y se presentó en la dirección que ponía en la tarjeta, espero que alguien saliera del portal para poder entrar. Sabía que Raúl escondía una llave en macetas o debajo del felpudo porque era tan despistado que se solía dejar las lleves de casa olvidadas. Una parte de Silvia le pedía que esa casa estuviera vacía, pero un escalofrío que le recorría la espalda le avisaba que se preparara para lo peor.

Al lado de cada puerta había una maceta, no le costó encontrar la llave y metiendo la llave en la cerradura, empezó a girar la llave con las manos temblorosas. El abrir la puerta se encontró con un largo pasillo y había luz al final de este. Cerro la puerta con mucho cuidado y se fue acercando muerta de miedo de lo que se iba a encontrar. Un rayo no hubiera hecho mayor impacto cuando pudo reconocer la voz de Marta. Aquel pasillo tenía un pequeño saliente que le serviría a Silvia para resguardarse sin ser vista.

• Marta, ¿por qué nunca me pediste salir?, sé que yo te guste desde siempre.
• Sabes lo que me gustan las pollas, porque atarme a una.
• ¿Y tu hermana?, nunca le he sido fiel, pero esto que le hacemos no está bien.
• No te preocupes de mi hermana, ojos que no ven…
• Corazón que no siente, ¡verdad zorra!
• Silvia – gritaron los dos mientras intentaban tapar su desnudez.
• Sois en las únicas dos personas que había confiado en mi vida, ¡cómo he podido estar tan ciega!
• Silvia – dijo Raúl.
• Ahora iré a casa a recoger mis cosas, te recomiendo que te quedes aquí, porque si apareces por casa en estos instantes tu integridad podría peligrar, ¡me has entendido!

Raúl asintió con la cabeza, tenía una expresión asustada y avergonzada, después miro a Marta, para ella era su hermana, hubiera dado la vida por ella sin dudarlo, descubrir su traición la hizo pedazos.

• Silvia – dijo Marta.
• Déjalo Marta, sabes lo mucho que sufrí y que no confiaba en nadie, te di mi confianza porque pensé que eras diferente, pero me equivoque y lo he pagado muy caro.
• Silvia – volvió a decir Marta.
• Sabes Marta, en esta vida todo se paga, espero que algún día tú sientas lo mismo que yo estoy sintiendo ahora.

Silvia no escuchó nada más, se dio media vuelta y se dirigió a su casa a recoger sus pertenencias, Raúl no apareció como buen cobarde que era. Al terminar de recoger todo llamo a un taxi y fue a hablar con sus padres adoptivos, les contó lo que había ocurrido. Saber que Marta se había comportado de aquella manera dolió mucho a sus padres, pero lo que más impresiono a Silvia fue la mirada de decepción que pusieron sus padres al saber lo que Marta había hecho. Siempre desconfió de sus padres adoptivos y confió en Marta, les pidió perdón por ello, después se despidió y fue a coger una habitación de hotel, al día siguiente presentaría su dimisión en el restaurante y se marcharía a otra ciudad a empezar de cero.

Era viernes por la tarde de un día lluvioso de invierno, Silvia se encontraba en la habitación de hotel con un billete de tren sobre la cama, después de coger las maletas y meter el billete en el bolso, salió de aquella habitación, sin mirar atrás.

MISMO VIERNES POR LA TARDE EN EL SUR DE LA CIUDAD

Marcos se encuentra recogiendo sus pertenencias de la que hasta ese mismo día fue la casa que compartía con su novia Lorena. Los dos se conocían desde que eran unos niños, pues sus padres eran los mejores clientes de los padres de Marcos y solían cenar en casa de unos o de los otros a menudo. Marcos siempre sintió algo muy especial por Lorena, pero era demasiado joven para entender que significaba ese sentimiento, después creció y fue incapaz de declararle su amor por miedo de ser rechazado, el día que Marcos se enteró de que Lorena viajar a otra ciudad para cursar la carrera se sintió devastado.

El la cursaría en la misma ciudad donde vivían sus padres y amigos, Marcos era un chico muy guapo, tenía el cuerpo bien definido por el deporte que practicaba y pretendientas no le faltaban, pero él estaba enamorado de Lorena. Todos sus amigos le decían que un clavo sacaba otro clavo. Marcos no era como ellos, él quería una relación estable, no una chica distinta cada noche. Sus amigos no engañaban a nadie, eran siempre sinceros con las chicas, pero no era eso lo que buscaba.
Durante el primer año de carrera Marcos intento tener un par de relaciones serias, pero al no poder quitarse a Lorena del pensamiento, opto por romper sendas relaciones, por eso opto por mantener distancias con el género femenino hasta que pudiera aclarar sus ideas, no había querido hacer daño a las chicas que habían iniciado una relación con él, de verdad pensó que estaba preparado, pero el tiempo le demostraba que no era así. Fin de semana tras fin de semana veía como sus amigos desaparecían con un nuevo ligue, él se reía y les decía que algún día madurarían y sentarían la cabeza.

Todos ellos le miraban como si estuviera loco y después soltaban una sonora carcajada. Todo cambio el segundo año de carrera, llego el primer día de clase y Marcos iba por los pasillos despistado, metido en su mundo y buscando la clase de la nueva asignatura que tendría que dar ese año. Iba tan ensimismados en sus pensamientos que no se dio cuenta de que había alguien parado delante de él, este no se apartó y terminaron chocando. Marcos se enfadó un poco, pero se le pasó cuando vio quién era esa otra persona, no se lo podía creer, era Lorena.

Marcos se rascó los ojos un par de veces para comprobar que no era una alucinación, una vez que lo tuvo claro, la abrazo con todas sus fuerzas. En el descanso se reunieron en la cafetería y esta le contó que no se adaptó bien a la universidad y que estar lejos de las personas que quería se le hizo muy duro. Decidió que terminaría la carrera en la ciudad que había crecido, al lado de sus amigos y familia. En el rostro de Lorena había una expresión que puso en guardia a Marcos. Había algo que Lorena no le estaba contando, pero estaba tan contento de su vuelta que decidió que ese era un asunto muy secundario.

Cuando llego el primer fin de semana, Lorena fue acosada por todos los amigos de Marcos, dándoles calabazas a todos entre las miradas de decepción de estos y la cara divertida de Marcos. Marcos tenía claro que esta era una señal, le diría a Lorena lo que sentía por ella. Sabía que se la estaba jugando, pero necesitaba confesarle a ella lo mucho que la amaba. Eso ocurrió un par de fines de semana después, Marcos decidió quedar a solas con Lorena y llevarla a un lugar en las montañas donde se podían ver las estrellas, él subió tantas veces triste por la partida de ella a otra ciudad.

Lorena no conocía aquel lugar y se quedó maravillada enseguida, eso que todavía era de día, cuando el sol empezó a esconderse y dio paso al manto de estrellas, Lorena se quedó con la boca abierta. Marcos le cogió las manos y está intuyendo cuál sería la acción de Marcos le paro.

• Marcos creo intuir por donde vas y tengo que pedirte que pares – la cara de decepción de Marcos fue para enmarcar.
• Lorena yo…
• En aquella ciudad conocí a alguien y la cosa no acabo bien, ahora mismo solo quiero curar mis heridas y estar con mi mejor amigo.

Esas no eran las palabras que quería escuchar Marcos, pero si era eso lo que Lorena necesitaba, él se lo daría. Lorena le empezó a contar como en la nueva universidad conoció al chico más guapo del mundo, tenía pinta de ser un mujeriego, pero Lorena no podía impedir sentirse cada vez más atraída por él, mojándose cada vez que lo tenía cerca. Ella era la nueva en la universidad y eso la puso en el punto de mira de aquel chico, él fue personalmente el que la invito a una fiesta que iban a dar en la casa de uno de ellos.
El nombre de aquel chico era Alberto, Lorena se sentía totalmente mojada al estar cerca de ese chico, no sabía si era su olor o su voz, pero la tenía totalmente fascinada.



Termino acostándose con él esa misma noche después de comerle la polla en el baño con la puerta abierta y con el riesgo de ser descubiertos. Eso era algo que ella jamás hubiera hecho, pero con él le salió de forma natural, Alberto fue sincero con ella, le dijo que él no era un hombre de una sola mujer, si quería algo con él, tendría que compartirlo con otras mujeres, para Lorena fue un jarro de agua fría, pero él ejercía una atracción en ella que le impedía mantenerse alejado de él.

Lorena no se enamoró de aquel chico, pero le era imposible no acabar en su cama cada vez que él lo deseaba, incluso llegando a sentir celos de las otras chicas con las que él se acostaba. Al final del curso viendo que la atracción que él ejercía sobre ella era muy fuerte y que esa no era la relación que quería mantener con un chico. Lorena necesitaba poner tierra de por medio para alejarse de ese hombre que hacía de ella lo que quería, después de esa conversación se quedaron los dos mirando al cielo.

Marcos pensando que las cosas no habían salido como había planeado y Lorena más tranquila después de haberse quitado un peso de encima al contarle a Marcos eso que tanto tiempo había estado guardando. Durante los siguientes meses quedaron como amigos, Marcos seguía enamorado, pero decidió guardar esos sentimientos en lo más profundo dentro de él al estar convencido de que jamás sería correspondido. Lo que él no sabía era que Lorena poco a poco había empezado a sentir algo por él, Marcos siempre estaba ahí para ella.

Jamás le había puesto ninguna excusa para no quedar y tampoco le había puesto mala cara, pronto sería su cumpleaños y quería regalarle algo especial, pensaba pedirle que fuera su novio. Se había enamorado perdidamente de ese hombre que tenía un corazón que no le entraba en el pecho, el sábado habían quedado con los amigos para celebrarlo, pero Lorena le pidió ir a aquel rincón de las montañas que tanto le había gustado para darle su regalo. Llegaron cuando estaba anocheciendo, se empezaban a ver las estrellas, Lorena lo miro fijamente a los ojos y pronuncio las palabras.

Cuando Marcos escucho si quería salir con ella no supo como reaccionar, pero el apasionado beso que le dio a continuación Lorena lo terminaron de convencer, eran finales de primavera y la temperatura era muy buena, cerca de allí había un lago. Lorena empezó a desnudarse mirando a Marcos picadamente y este reacciono enseguida, Lorena tenía un cuerpo precioso, los dos se metieron en el agua. Lorena enrolló sus piernas en la cintura de Marcos, después paso sus brazos por el cuello de Marcos mientras empezaba a empalarse.

Tuvo que dejar de besar a Marcos para poder tomar aire, Lorena tuvo un orgasmo solo con sentir como la polla de Marcos llegaba al fondo de su vagina, no le había pasado nunca y se sonrojó. Marcos la beso y empezó un suave bombeo mientras de sus ojos caían lágrimas de alegría. Este era el mejor regalo que podían haberle hecho, era el hombre más feliz del mundo, Lorena tuvo dos orgasmos antes de que Marcos llegara al suyo, cansados, pero muy satisfechos, se besaron y saliendo del agua volvieron a dar rienda suelta a sus instintos.

Han pasado dos años desde entonces, tanto Marcos como Lorena han empezado el último año de carrera. Son la envidia de todos, la pareja perfecta, en unos días sería el cumpleaños de Lorena. Según parecía, algunos amigos que hizo en aquella universidad le habían llamado para quedar. Ese fin de semana se juntarían todos. Desde que Marcos se enteró, tuvo un mal presentimiento, decidió disimular. No tenía por qué pasar nada, durante la semana no se separaron más que para ir a clase. Aquel sábado Marcos y Lorena quedaron antes de salir para que Marcos le entregara su regalo, un collar con una inscripción en griego antiguo, en él decía “para el amor de mi vida, en esta y en la siguiente vida”

Lorena lloró de la emoción, ella estaba estudiando antropología, conocía el griego antiguo, así que el regalo le hizo todavía más ilusión por el detalle que había tenido su novio con ella. Se lo puso para lucirlo aquella noche, quería que todos vieran el pedazo de regalo que Marcos le había hecho. Todo iba viento en popa hasta que llegaron los amigos de Lorena, todos se fueron presentando, a Marcos le parecían buena gente, entonces una de las amigas comento que todavía quedaba uno, que se había quedado aparcando el coche.

Cuando hizo acto de presencia, la cara de Lorena cambio y el corazón de Marcos se detuvo por un momento, pero se recuperó pronto. Ahora Lorena estaba con él y confiaba plenamente en ella, era una mujer directa y si había algo que no le hubiera gustado de él estaba seguro de que ya lo abrían hablado. Con la llegada de Alberto el ambiente se enrareció, Alberto puso mala cara cuando vio a Marcos, se esperaba a un pringado, pero se encontró con un chico que era más alto que él, más guapo y además mucho mal humilde.

Alberto se encontró que sin Marcos pretenderlo era el centro de atención desplazándolo a él. Eso no le gusto para nada, este fue a hablar con Lorena que lo evitaba como la peste. Alberto se dio cuenta de que todavía ejercía una gran influencia sobre Lorena. Aquella noche no pasaría nada, eso Alberto lo tenía claro, pero también sabía que tarde o temprano Lorena caería en sus redes, puesto que sabía qué teclas tocar.

La noche termino, Lorena se despidió de sus amigos, Alberto estrecho la mano de Marcos. Su mirada era desafiante, Marcos no se acobardó, no se sentía menos que él y así se lo hizo saber. Alberto se fue muy contrariado, durante el viaje de vuelta a casa Marcos hablo con Lorena.

• Lorena es tal Alberto, no me gusta nada.
• Lo siento Marcos, se supone que no iba a venir, pero se apuntó a última hora.
• Te he visto muy incómoda cada vez que se acercaba a ti, ¿tengo de que preocuparme?
• Te prometo que no, contigo tengo más de lo que necesito, pero ejerce un magnetismo en mí que no me gusta y por eso guardo las distancias.

Creía en las palabras de Lorena, pero la espinita de la desconfianza se clavó en Marcos sin que esté fuera consciente. Habían pasado seis meses y Marcos empezó a notar sutiles cambios en Lorena, seguramente no les hubiera hecho caso de no haber conocido a Alberto aquella noche y ver las reacciones que Lorena tuvo con él. Hacía poco que se habían ido a vivir juntos y pudo cerciorarse que lunes, martes, miércoles, viernes, sábado y domingo Lorena se comportaba como siempre, los jueves era cuando la notaba extraña, al volver de dar clases particulares. La casa donde vivían era de sus tíos, estos se habían trasladado al extranjero por trabajo y le dejaron su casa a su sobrino, de esa forma estaría bien cuidada. Marcos decidió dar clases particulares para pagarles un simbólico alquiler, aunque ellos no quisieran. Desde que los jueves llegaba a casa Lorena estaba absorta, contestando con monosílabos y con una cara de extrema preocupación, uno de los jueves Marcos decidió confrontarla.

• Lorena, ¿va todo bien?
• Sí, ¿por qué lo preguntas?
• No sé, desde que he llegado, parece que estás en la luna.

Lorena empezó a reírse y se excusó con una de las asignaturas que se le estaba atragantando y tenía miedo de no sacarla adelante, como excusa era muy pobre, pero se dio cuenta de que no sacaría nada más. Los demás días fueron normales, se acercaba el siguiente jueves y Marcos hablo con sus jefes, les comento que aquel jueves tenía un asunto familiar ineludible, sus jefes no le pusieron ninguna pega. Marcos decidió no decirle nada a Lorena, no se sentía nada bien al desconfiar de ella, pero tenía que quitarse esa espinita que tenía clavada.

Decidió arriesgarse, si Lorena lo estaba engañando podía hacerlo en cualquier sitio, pero su instinto le decía que sería en su casa. Comió en casa y salió a la misma hora que solía ir a dar las clases particulares. Solo que esta vez se quedó en una cafetería cercana donde podía vigilar el portal de su casa sin ser visto. No tuvo que esperar mucho, a los tres cuartos de hora vio un coche aparcar delante del portal, de él salió Alberto. No hay nada peor que un ser amado te decepcione, en cuanto entro en el portal Marcos pago la consumación y decidió acabar con esto cuanto antes.

Cuando entro en casa escucho una conversación, donde Lorena le decía que esa sería la última vez, ella no podía seguir haciendo eso, Marcos no se lo merecía. Alberto se reía diciendo que cada jueves le decía las mismas palabras y que cada jueves terminaba de rodillas comiéndole la polla. Este no iba a ser diferente, Alberto estaba de espaldas a la entrada del salón y Lorena se agachó para desabrocharle el pantalón, entonces Alberto dijo de forma muy chulesca intentando humillar a Marcos que era una pena de que su novio no estaría en esos momentos, puesto que tal vez podría aprender algo.

• ¡Hay que tener cuidado con lo que se desea!

Lorena se quedó petrificada, arrodillada en el suelo, Alberto empezó a girar su cuerpo mirando a la dirección donde había venido esa voz. Al ver a Marcos se quedó blanco como el papel, no queriendo quedar como un cobarde delante de Lorena se arrancó a golpear a Marcos, pero como este tenía los pantalones en los tobillos se tropezó y termino estampando su cara contra el espejo, haciendo que el espejo se hiciera añicos.

Alberto empezó a sangrar copiosamente, Marcos miro a Lorena de forma muy severa y le dijo que se marcharía a dar una vuelta, para cuando volviera la quería fuera de casa y sacara la basura en referencia a Alberto. Marcos anduvo sin rumbo fijo por la ciudad, pero algo le quedo claro, que algunas veces el amor no era suficiente. Decidió volver a las tres horas, Lorena le esperaba sentada en el sofá junto a tres maletas.

• Te dije que no quería verte aquí para cuando volviera.
• Lo sé, pero no podía irme sin pedirte perdón Marcos.
• ¿Qué he hecho mal?, ¿para que me hicieras esto?
• No has hecho nada malo Marcos, solo que era superior a mí, tú no lo entiendes.
• Lorena, yo también he tenido tentaciones, pero cuando amas de verdad no tienes ojos para nadie más, que no sea el ser amado.

Marcos dio por zanjada la conversación, Lorena cogió las maletas y salió por la puerta, antes de que cerrara la puerta, Marcos pudo ver lágrimas caer por el rostro de Lorena, pero ya era demasiado tarde, Marcos no disfrutaba viendo a Lorena en ese estado, pero el daño había sido demasiado grande. Cuando se quedó solo lloro hasta que ya no le quedaron más lágrimas, le habían hecho una oferta de trabajo en otra ciudad, era su oportunidad de empezar de cero, hablo con sus padres y tíos y estos estaban de acuerdo.

Estaba terminando de recoger todas sus cosas, cuando miro por la ventana, llovía, en tres horas tenía que coger el tren que le llevaría directo a su nueva vida. Llego a la estación y se dirigió hacia el andén donde tenía que coger el tren, iba mirando el billete cuando se chocó con una mujer que venía distraída mirando los carteles de publicidad. Era Silvia que también estaba esperando su tren para su nueva vida, los dos se agacharon para coger el billete de Marcos cuando sus manos se tocaron.

Cuando sus miradas se cruzaron los dos sintieron un escalofrío que recorrió su cuerpo, Silvia le entrego el billete a Marcos, se disculparon y los dos siguieron su camino, la primera en darse la vuelta para mirar a Marcos fue Silvia, rato después lo hizo Marcos, los dos volvieron a mirar adelante mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

FIN.

Que bonito.
 
Muy buen relato de infidelidad y como terminan ambas vidas al final, al parecer juntos en una nueva vida de ensueño entre dos almas que fueron traicionadas por sus respectivas parejas, gracias Berserk amigo por este nuevo relato, un abrazo.
 
Tengo intención de continuarlo, pero hasta el domingo como muy pronto no podré escribir nada, ayer aproveche al ser día festivo.
No te preocupes.
Yo estoy liado intentando decidirme entre, y no exagero, 256 películas de comedia que tengo en una de las memorias extraíbles. 😂😂😂.
Al final lo decido con la mítica pirula.
 
Destinos cruzados, un nuevo comienzo

Silvia llegó con una hora de antelación a la estación de tren, estando en la estación no sentía ese yugo que le oprimía el pecho. Saber que en una hora estaría rumbo a una nueva ciudad le hacía sentirse menos triste, luego estaba ese chico con el que se había tropezado. Le pareció muy guapo, pero se preguntaba que era ese escalofrío que había sentido al tocar su mano. No podía dejar de sonreír cada vez que su rostro le venía a la mente.

Se arrepentía de no haberle preguntado su nombre, volvió a sonreír recriminándose a sí misma el querer saber el nombre de un chico que no volvería a ver. Qué posibilidades había de que los dos viajaran al mismo destino, se levantó con la esperanza de verlo por el andén, pero había demasiada gente. Pensó que era mejor así, ahora solo quería lamerse las heridas hasta que estas sanasen bien. Lo que más le dolía era la traición de Marta, la quería tanto que por muy enfadada que estuviera con ella no podía odiarla.

Eso hacía las cosas más difíciles, lo que más deseaba Silvia era borrar todos los recuerdos de su hermana para dejar de sufrir, pero eso era imposible, la quería, por mucho que esos sentimientos la quemaran como si metiera la mano en un caldero de agua hirviendo. Lágrimas empezaron a descender por su rostro, lo había vuelto a perder todo y esta vez tampoco había hecho nada malo. Aunque Marta se hubiera portado mal, ella era su verdadera hija, ningunos padres dan la espalda a un hijo por muy mal que este se haya portado.

Silvia tocó su mano y la imagen de ese chico volvió a su mente, tenía una expresión triste, se preguntó si estaría huyendo de la ciudad como estaba haciendo ella. Entre pensamiento y pensamientos el tiempo fue pasando y llego su tren. Cogiendo sus maletas se montó en él y respiro profundamente. Cuando hablo con su anterior jefe y le contó por qué entregaba la carta de dimisión, este le dijo que ella no merecía quedarse sin trabajo por culpa de las malas decisiones de los demás, entonces cogiendo el teléfono llamo a un amigo suyo que regentaba una de las cafeterías que se encontraba en frente del juzgado.

En dos días empezaría a trabajar sirviendo cafés, por lo menos no era todo malo. Teniendo trabajo podría tener un techo y tres comidas calientas al día, otros estaban mucho peor que ella. El viaje duro tres horas, no parece mucho, pero Silvia termino con la espalda hecha polvo, los asientos eran muy incómodos. Al llegar a su destino bajo del tren y se quedó maravillada con la estación, era enorme. Había llegado a una ciudad muy grande, estaba acostumbrada a su antigua ciudad que se podía llegar a todos lados andando, en esta nueva ciudad tendría que aprenderse horarios de autobús, tres y metro.

Viviría en la pequeña casa que se encontraba sobre la cafetería, no era muy grande, tenía una sala de estar, una habitación, un baño y una cocina pequeña. Pensó que para ella era más que suficiente, esta vez decidió coger un taxi, su nueva casa no quedaba muy lejos de la estación. De no haber tenido las tres maletas hubiera cogido el metro que le dejaba en una plaza que quedaba muy cerca del juzgado. Por fin llego a su destino, lo primero que hizo fue entrar a la cafetería, para que su nuevo jefe le diera las llaves de su nueva casa. La cafetería no era muy grande, pero Silvia pudo comprobar que estaba repleta de gente, trabajo no le iba a faltar. Los dueños eran un matrimonio muy agradable, le dieron las llaves y subió a su casa a dejar las maletas. También pudo comprobar que los dos solos no daban a vasto, decidió que bajaría y se pondría a trabajar para ayudarles, la cafetería tenía una salida de emergencia que daba al portal y Silvia lo utilizo para volver a entrar a la cafetería. Cogió uno de los delantales y le pregunto a su jefa que le indicara a qué mesas había que llevar esos cafés.

La jefa fue a decirle algo, pero la verdad es que no llegaba a todo, le dio una explicación rápida y las dos mujeres se pusieron en marcha. Esa tarde demostró a sus jefes que su contratación había sido un acierto, tuvieron tanto trabajo que la hora del cierre llego en un santiamén, había servido tantos cafés que no había tenido tiempo ni para respirar. Prácticamente, todos los abogados que trabajaban en el juzgado habían pasado por la cafetería. Se sentó un rato para descansar y después les ayudo a sus jefes a recoger todo antes de cerrar.

Mientras estaba trabajando se sintió bien, no tuvo tiempo de pensar en la traición de Raúl, pero sobre todo de Marta. Era la persona que más quería en este mundo, su traición le dolió tanto que pensó que su corazón estallaría. Cuando subió a su casa solo tuvo tiempo de pegarse una ducha rápida, cenar algo y meterse en la cama. Al día siguiente se levantó muy pronto, había dormido del tirón. Estaba de gran humor, se duchó y después de desayunar bajo para ayudar a abrir la cafetería, estaba colocando las tazas cuando empezaron a entrar los clientes.

Silvia se quedó con la boca abierta, la cafetería se había llenado en un instante y todos tenían prisa. Fue una hora, pero jamás había trabajado con semejante intensidad, después de eso el día fue tranquilo. Las semanas fueron pasando, sus jefes la trataban como si fuera una hija, ellos no pudieron tenerlos y veían en Silvia, la hija que les hubiera gustado tener. Habían pasado dos meses cuando su jefa le dijo a Silvia que tenía que llevar unos cafés a la fiscal y a su ayudante.

Según parecía andaban muy liados y no pudieron ir a las mañana para tomar el café mañanero, Silvia cogió los cafés y fue a llevárselos. Al entrar en el juzgado admiro la arquitectura del edificio, era muy bonita. Se entretuvo tanto que al darse cuenta para que había ido, empezó a correr, si no se daba prisa esos se enfriarían. Su jefa le explico como llegar, entro a toda prisa en un largo pasillo, por suerte estaba vació y podría correr sin chocarse con nadie.

De repente una de las puertas se abrió y de ella salió una persona, Silvia después de un gran esfuerzo consiguió frenar, pero termino chocando con aquella persona derramándole todo el café por encima, Silvia era incapaz de mirarle a la cara, estaba muy avergonzada, le dijo que ella se encargaría de pagar la tintorería y que lo sentía mucho, entonces escucho una voz que le decía.

• Desde aquel día en la estación del tren he pensado en ti, de todas las maneras en las que me había imaginado nuestro reencuentro, este no era uno de ellos – dijo Marcos.
• Lo siento mucho, pensarás que soy una torpe – dijo Silvia muy avergonzada.
• Para nada mujer, yo me choqué con mi jefa el primer día, desparramando todos los informes que llevaba en las manos.

Silvia y Marcos se miraron a los ojos y empezaron a reír, volvían a sentir ese escalofrío recorriéndoles el cuerpo. Los dos se miraron con atención, admirando la belleza el uno del otro. Marcos fue al coche a coger el traje de repuesto que siempre llevaba, mientras Silvia llamaba a su jefa para contarle lo ocurrido y para que preparara unos nuevos cafés. Pensó que su jefa se enfadaría, pero no fue así, este se empezó a reír y le dijo que eso pasaba también en las mejores familias. Colgó la llamada y vio como Marcos entraba en el pasillo con una camisa y una corbata en las manos, entonces este mirando a ambos lados, viendo que no venía nadie, abrió una puerta y mirando a Silvia le dijo que entrara.

• ¿No tienes despacho?
• Los novatos tenemos pasillos y cuarto de la fregona, por lo menos es espacioso – comento Marcos mientras reía.

Marcos se quitó la camisa y la corbata quedando con el torso al aire, Silvia tuvo que agachar la vista, pues se puso roja como un tomate, no pudo evitar sentir un gran calor en su entrepierna. Marcos seguía hablando ajeno a lo que estaba sintiendo Silvia, una vez vestido metió la camisa y la corbata en una bolsa, entonces mirando a Silvia le dijo.

• Me invitas a un café y quedamos en paz.
• ¿Estás seguro? - Pregunto Silvia agradeciendo salir de ese cuarto.
• Claro, teniendo en cuenta que mi café ha terminado derramado en mi camisa – Marcos volvía a reírse.

Silvia no pudo evitar sonreír, aquel chico tenía algo que la atraía mucho, pero entonces venía a su mente la traición de Raúl, pudiendo ver como se empezaba a erigir un muro para protegerse. Silvia se sentía muy confusa, la parte de su cuerpo que quería protegerla tiraba para un lado y la parte que quería seguir conociendo a Marcos tiraba para el lado contrario. Se quedó tan absorta en sus pensamientos que no volvió a la realidad hasta que Marcos llamo su atención por tercera vez.

Silvia tomó aire y se puso en marcha caminando al lado de Marcos, la verdad es que hacían buena pareja. Al llegar a la cafetería todos se giraron, los dos se sintieron cohibidos al ver todas las miradas posadas en ellos, entonces Silvia entro en la barra con rapidez, mientras Marcos se sentaba en un taburete, Silvia se puso a hacer dos cafés nuevos, pues los que hizo su jefa se quedaron fríos, mientras estaba entretenida se acercó su jefa y le dijo.

• El chico es muy guapo, Silvia.
• Si es guapo, sí – dijo Silvia seria.
• Un poquito de entusiasmo, chica, que no todos los días conoce una a un chico tan guapo.
• Ese es el problema, que los guapos son los que más daño hacen.

Su jefa pudo ver en su mirada, que aquel chico le gustaba, pero también fue consciente de que Silvia traía una mochila muy grande encima. Solo esperaba que aquella chiquilla encontrara la felicidad, era trabajadora y muy buena persona. Le puso la mano en el hombro y le dijo.

• Silvia, no todos son malos, si no le das la oportunidad no lo sabrás nunca.

Silvia sabía que su jefa tenía razón, apretó el trapo con fuerza, mientras una lágrima caía por su mejilla. Por suerte Marcos no la había visto al estar de espaldas a él, al darse la vuelta decidió que se dejaría llevar. Termino de hacer el café y se lo puso sobre la barra a Marcos, este dándole las gracias, le echo azúcar al café, entonces le miro y le pregunto.

• ¿Estás bien?
• Sí, cosas del pasado que vienen a perturbar mi paz.
• Si algún día lo necesitas, sé escuchar y suelo dar buenos consejos.
• Gracias, pero no creo que lo pudieras entender – dijo a la defensiva.
• Mejor de lo que puedas imaginar – dijo Marcos, mientras cogía su mano.

Al coger su mano, los dos se quedaron mirándose, otra vez, esa sensación. A Marcos le apetecía mucho quedarse, pero si no volvía con el café, su jefa le mataría, mientras pagaba miro a Silvia y le dijo.

• Me he chocado dos veces contigo y todavía no sé tu nombre.
• ¿Silvia y tú?
• Marcos.

La sonrisa de este dejo sin respiración a Silvia, tenía un miedo atroz, pero algo dentro de ella le decía que este chico podía ser distinto, si le cerraba la puerta en las narices podría arrepentirse el resto de su vida. El día paso volando, Silvia estaba cansada, pero no podía dejar de sonreír. Miro al techo, pensó que no le apetecía nada hacerse la cena, entonces pensó en ir a comprarla a un restaurante que quedaba cerca de la cafetería, entonces escucho como se abría la puerta de la entrada y entraba Marcos con una bolsa de papel en la mano.

• Hola Silvia, venía a invitarte a cenar, ¿te apetece?
• ¿Qué es?
• Risotto – dijo Marcos con una sonrisa.
• ¿Es del restaurante de aquí al lado? – pregunto Silvia.
• Sí, ese restaurante me salvo la vida cuando llegue a esta ciudad y no conocía a nadie.
• En ese restaurante hacen una comida muy buena – casi salivando, tenía mucha hambre.

Marcos sonrió al escuchar como rugían sus tripas, esta se disculpó avergonzada, entonces Marcos le dijo que cogiera una chaqueta que a las noches repescaba. Silvia volvía a estar ilusionada, en ese momento le importaba poco si en el futuro terminaba estrellándose contra un muro. Ya había sufrido bastante, subió rauda a su casa, se cambió de ropa y cogiendo una chaqueta, se miró al espejo que había en la entrada, se alegró de ver la expresión que tenía su rostro.

Silvia se despidió de sus jefes, su jefe pasó el brazo por el hombro a su mujer, mientras los dos la veían salir de la cafetería. Hacía muy buena noche, Marcos le dijo que una de las primeras noches que llego no podía dormir, conducir le ayudaba a desconectar y decidió salir a hacer kilómetros, entonces dio con un mirador. Desde este se podía ver toda la ciudad iluminada, era una visión digna de admirar. Silvia le dijo que a que esperaba para llevarla. Marcos miró a Silvia y sintió que él también podía ser feliz, que existía la felicidad, después de Lorena, montándose en su coche, se pusieron en marcha, durante el trayecto hablaron de muchas cosas, se dieron cuenta de que tenían muchas cosas en común. No tardaron en llegar y Silvia pudo comprobar con sus propios ojos que lo que Marcos le había contado de ese sitio se quedaba corto.

Se acercó al barandado, desde allí pudo ver toda la ciudad iluminada, lágrimas empezaron a recorrer su rostro, Marcos se acercó a ella, le limpio las lágrimas con el dorso de la mano y le pregunto.

• Que ocurre Silvia, ¿estás bien?
• Sí, es que soy feliz y llegue a pensar que no volvería a serlo.

Marcos la abrazo mientras los dos miraban aquella colorida ciudad que los había acogido, entonces él tampoco pudo evitar emocionarse, lloro, pero desde hacía muchas semanas era la primera vez que lo hacía por sentirse feliz. Sacando una manta del coche la extendieron en el suelo, Marcos saco unos paltos de esos de papel y unos cubiertos de plástico. No eran los mejores cubiertos, pero la comida estaba tan buena que los dos la disfrutaron como si estuvieran en un restaurante de cinco tenedores.

Una vez terminaron de cenar, se tumbaron sobre la manta, el cielo estaba despejado y se podían ver todas las estrellas y constelaciones, Silvia mirando a Marcos le pregunto.

• ¿Qué te ha traído a esta ciudad?
• Una mujer – contesto Marcos sin darse cuenta de la expresión que estaba poniendo Silvia.

Silvia se sintió fatal, en su mente se repetía una y otra vez que se la habían vuelto a colar, pero eso, cambio cuando Marcos siguió contando.

• Una mujer me dejo hecho añicos, pensé que jamás podría recuperarme del daño que me causo, por eso vine a esta ciudad, en busca de un nuevo comienzo.

Silvia empezó a temblar, Marcos era como ella, una alma rota y había estado a punto de estropearlo todo. Marcos, al notar como temblaba la abrazo con más fuerza, le dio un beso en la frente y pensó que tal vez el destino los había juntado para curarse el uno al otro. Dejo de darle al coco, cerca de Silvia se sentía feliz, eso era lo importante. Empezaba a refrescar demasiado y decidieron que era mejor regresar. Llegaron a casa de Silvia y esta le dio el número de su móvil, Marcos hizo lo propio.

Silvia subió a su casa sin poder dejar de sonreír, pero preguntándose con algo de miedo si Marcos le llamaría, la respuesta a esa pregunto la obtendría pronto, pues al día siguiente fue el primero en entrar a la cafetería con una sonrisa que iluminaba el día más oscuro, así fueron pasando las semanas, quedaban todos los días, sabían que se gustaban mutuamente, pero tenían heridas que sanar antes de empezar algo entre los dos, de momento estaban bien así.

Pero como dice el dicho, que poco dura la alegría en la casa del pobre, una de las mañanas que Marcos pudo escaparse fue raudo a la cafetería para poder pasar su descanso al lado de la mujer que tan feliz le hacía y todo iba bien hasta que se abrió la puerta de la cafetería, Marcos escucho una voz familiar pronunciando su nombre, era Lorena, no se explicaba como había descubierto donde se encontraba, solo lo sabían sus padres y tíos, les hizo prometer que no dirían su paradero a nadie, todo su cuerpo empezó a temblar, en el pasado no podía estar alejado de ella y ahora su cercanía le quemaba como el fuego, entonces Silvia le cogió la mano con sumo cariño diciendo le unas palabras que hicieron que sus diques se abrieran arrastrando toda la rabia que le había acompañado durante tantas semanas.

• Marcos ya no estás solo, yo estaré a tu lado y afrontaremos esto juntos.

Continuará.
 
He hecho un descanso de Battleship que es una de mis pelis favoritas para leer el capitulo.
Y la verdad es que me ha encantado. Silvia va a ayudar a Marcos a superar definitivamente el daño que le hizo Lorena. No sé qué pinta ella allí, después del daño que le hizo.
 
He hecho un descanso de Battleship que es una de mis pelis favoritas para leer el capitulo.
Y la verdad es que me ha encantado. Silvia va a ayudar a Marcos a superar definitivamente el daño que le hizo Lorena. No sé qué pinta ella allí, después del daño que le hizo.

Veremos viendo en los capítulos venideros.
 
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