El Apartamento de Ana

BuBu77

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21 Jun 2023
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Hola! Intentaré recuperar mis relatos durante la mudanza de foro :)

La primera vez que la ví fue en uno de los interminables y aburridos viajes de autobús después de salir del trabajo. No sé qué me hizo fijarme precisamente en ella, pero desde que se subió no pude evitar mirarla a través del reflejo del pasillo central que se proyectaba sobre el cristal de la ventanilla. Nos bajamos en la misma parada, lo que despertó aun más mi curiosidad sobre aquella mujer, jamás la había visto en el barrio, demasiado pequeño para que cualquier forastero pasara inadvertido.

Caminaba unos metros por delante de mi, lo que me permitió completar la imagen que había comenzado a esbozar en el autobús. Era una mujer de mediana edad, unos treinta y pico años muy bien llevados por lo que había podido apreciar en el autobús. Caminaba con paso firme sobre unos zapatos de medio tacón que eran el inicio de unas piernas perfectas. Jamás había visto unos tobillos ni unas pantorrillas tan bien definidas como aquellas, Con cada paso la falda granate que llevaba se ceñía a sus muslos y sus caderas, perfilando una silueta más que apetecible. Pronto me vi fantaseando con deslizar mis manos sobre aquellas formas para comprobar por mi mismo que eran reales. O dejaba de mirarla o sería imposible de detener lo que comenzaba a despertar en mi entrepierna.

Durante unos segundos me entretuve haciendo extraños cálculos mentales pero no tardé demasiado en encontrarme con la mirada fija en aquella falda disfrutando de cada paso que daba. Llevaba una blusa blanca sobre la que se movía grácilmente su larga y oscura melena. Cuando se subió al autobús, una de las cosas que más me había llamado la atención era su cabello, muy brillante, que le perfilaba el rostro y le caía hasta un poco más abajo de los hombros. Ahora la podia admirar en todo su esplendor. No podía evitar mirar para ella ¿Quién sería esa extraña mujer que me habia dejado embobado?,

Al cambiar de sentido para dirigirme hacia mi casa la perdí de vista, debía de vivir en los edificios que acababan de poner a la venta un poco más arriba. Entré en casa y me di una ducha, no podía dejar de pensar en ella. Me sentía como un niño con un juguete nuevo. Un mundo nuevo por descubrir. Mi mujer misteriosa.

Al día siguiente la encontré en la parada del autobús y pude completar la imagen que había empezado a formar la tarde anterior. Si por detrás era impresionante, por delante tampoco estaba nada mal, No pude evitar bajar mi mirada a sus pechos mientras rebuscaba en la cartera el cambio para el autobús. Perfectos. Pareció darse cuenta y esbozó una breve sonrisa para después desviar la mirada hacia otro lado. Genial, me habían pillado.

Durante varios días no pude evitar pensar en ella y en su cuerpo a todas horas. Deseaba que llegara la hora de irme para casa para poder disfrutar de esos minutos en los ue imaginaba cientos de fantasías en los que ella era la protagonista. Hasta que dejó de tomar el autobús y la perdí de vista.

Una tarde, varios meses después, me encontraba en la piscina comunitaria tumbado en una hamaca y la volví a ver. Al principio no sabía por qué se me hacía familiar pero pronto me di cuenta de que era ella, seguía tal cual la recordaba, ahora algo más morena pero tan impresionante como la primera vez. Se colocó varias filas más allá de donde estaba yo, miró a su alrededor y al pasar sobre mi zona volvió a esbozar una sonrisa como la del dia de la parada, ¿Se habría dado cuenta de que la estaba mirando?. Desvié mi mirada hacia el libro que tenía entre las manos y dismuladamente volví a observarla. Había desplegado una toalla sobre el césped y se estaba sacando la camiseta y el short. Debajo llevaba un bikini verde y pude comprobar que todas mis fantasías se habían quedado cortas a la vista de la realidad. Su cuerpo se me antojó perfecto, a pesar de que se notaba que el tiempo había pasado por el, sin dejar demasiados signos eso si. Se recogió el pelo en una cola y se tumbó sobre el cesped. Sus pechos se separaron ligeramente y casi pude adivinar sus pezones bajo aquel trozo de tela verde. Flexionó ligeramente las piernas y pude disfrutar de nuevo de la vision de aquellas dos maravillas. Intenté disimular mi erección metiéndome en la piscina e intentando pensar en otra cosa. Ya me había pillado una vez y no me gustaba la idea de que lo hiciera una segunda , y menos en ese estado.

Al salir de la piscina volví a mirar hacia su zona pero ya no estaba. Para mi sorpresa se había situado justo al lado de mi tumbona. Estaba boca abajo y en lo primero que me fijé fue en lo bien que le que le quedaba el tanga verde a aquel trasero de ensueño. Me tumbé y me hice el distraido con el libro, no quería que se diese cuenta de que volvía a estar excitado de nuevo.

- "Espero que no te importe, en el otro lado había unos niños con un balón y el único lugar tranquilo era este" - me dijo sin girar la cabeza.

-"No, no te preocupes. la verdad es que son un poco molestos" - respondí algo cortado

-"¿Vives por aquí?" - le pregunté

-"Si, hace unos meses que me he mudado, he estado fuera unas semanas y ahora estoy de vacaciones. ¿Y tú? ¿Eres de por aquí?" - me preguntó mientras se giraba hacia mi.

- "Si, mi piso esta ahí mismo" - señalé en la dirección de mi bloque

- "Me llamo Ana" - dijo mientras me sonreia

- "Luis, encantado"

Al volverse hacia mi para estrecharme la mano no pude evitar mirar para sus pechos de nuevo. Perfectamente perfilados por el bikini se me antojaron tiernos y jugosos. Pechos, pezones, vientre. Tan cerca. Empezaba a sudar y a notar como mi pene se clavaba en la hamaca. "Que no se dé cuenta o creerá que soy un salido" - pensé.

Se giró de nuevo y con el rabillo del ojo aproveché para estudiarla mejor. Aquel cuello estaba pidiendo a gritos que lo besara, aquellos pezones que los mordiera y aquel ombligo... aquel ombligo pedía ser comido eternamente. Por mi mente pasaron mil ideas con aquel cuerpo como protagonista.

- "Oye.. Luis ¿no?" - dijo bajándose las gafas de sol hasta la nariz y mirando hacia mi

- "¿Si?"
-"Si quieres mirar puedes, no hace falta que disimules tanto, se te nota demasiado" - susurró con un guiño - "Desde que he llegado a la piscina no me has quitado ojo de encima, igual que el dia del autobús ¿recuerdas?"

Me había pillado. No sabía donde esconderme ni qué decir.

-"¿Por qué no vamos a mi casa y lo ves de cerca?, no tendrás que disimular, incluso podrás tocarlo y será más divertido para los dos ¿no crees?."
 
El piso de Ana era pequeño, salón-cocina, un baño, dos dormitorios y un minúsculo recibidor en el que tiramos las bolsas con las toallas nada mas entrar. Al cerrar la puerta me aprisionó contra ella y me besó al tiempo que deslizaba una mano por debajo del pantalón corto.

-"¿Habías imaginado que esto pudiera llegar a ocurrir?" - murmuró mientras posaba sus labios sobre mi cuello e intentaba sacarme la camiseta.

-"La verdad es que no" - balbuceé como pude - "He imaginado miles de cosas desde que te vi por primera vez... pero esto.. esto no..."

-"Pues deja de imaginar cosas que esto es real, tonto." - Respondió mientras me pellizcaba y me empujaba hacia el sofá donde terminó de arrancarme la camiseta y se colocó a horcajadas sobre mis rodillas.

Apoyó sus brazos sobre mis hombros y comenzó a morderme el lobulo de la oreja. Podía sentir su cabello sobre mi pecho y su piel a través del top que todavía no me había atrevido a sacarle. Notaba el movimiento de sus pechos al compás de su respiración contra mi cuerpo mientras dibujaba mi cuello con los labios y la punta de su lengua. Nos quedamos frente con frente unos instantes que aprovechó para clavar sus ojos verdes sobre los mios, podía sentir su aliento cálido sobre mi cara. Estaba completamente hipnotizado por aquella mujer.

Deslicé mis manos bajo su camiseta con la intención de hacerla desaparecer lo antes posible. La piel de su espalda era realmente suave y con poco esfuerzo me deshice de aquel trozo de tela que separaba mi piel de su piel, Ante mi aparecieron sus hombros, su cuello y sus pechos, cubiertos todavía por el bikini verde. Rápidamente hundí mi boca en aquel cuello tan apetitoso y comencé a besarlo lentamente, desde la base hasta detrás de la oreja, aprovechando para jugar con la punta de la lengua en sus pliegues y tirar de lóbulo con mis labios. Ana echó un poco la cabeza hacia atrás con un gemido y aproveché para dirigime hacia sus pechos mientras mis manos se movían por la espalda y desabrochaban el top. No quedaba un solo milímetro de su piel que mi lengua no hubiera recorrido, deleitándose con su sabor y textura.

Al liberarlos del top verde, sus pechos cayeron con un ligero rebote. No eran demasiado grandes ni tampoco demasiado pequeños, lo suficiente para poder sujetarlos con una mano y jugar con ellos. El tacto de su piel al paso de mis labios era suave, su consistencia turgente y su sabor ligeramente salado a causa del sudor que comenzaba a aparecer en nuestros cuerpos.. No pude evitar tomar uno de sus pezones y juguetear con la punta de mi lengua a su alrededor, tirar de el con los labios y liberarlo para volver a chuparlo. . Di un pequeño mordisco en una de las pasadas de la lengua y noté como el cuerpo de Ana se estremecía. Le gustaba, y a mi me excitaba todavía más el saberlo.

- "Eres malo" - me susurró al oido mientras deslizaba sus manos sobre mi pecho y se levantaba.

Comenzó a besarme el cuello y deslizar sus labios en dirección a mi vientre. Aprovechó para devolverme el mordisco en el pezón, y me dió un pequeño escalofrío. Aquello me gustaba. Sentía su boca sobre mi ombligo y su lengua juguetear a su alrederor mientras se ponía de rodillas. Sus manos acariciaban mis caderas mientras su boca continuaba su camino hacia la enorme erección que se escondía debajo del short.

- Vaya vaya, ¿qué tenemos aquí Luis? - murmuró mientras volvía a clavar sus ojos en los mios.

Adivinó la forma de mi falo bajo la tela y lo aprisionó entre sus dedos índice y anular marcando su forma. Le dio un beso. Pasó la palma de la mano sobre el bulto y se dispuso a sacarme el bañador. Aproveché para acariciar sus labios con la punta de mis dedos, a lo que respondió con otro mordisco. El bañador empezaba a deslizarse por mis rodillas hasta que solo fue un trozo de tela tirado al lado del sofá.

Allí estaba, de rodillas ante mí. Con sus manos sobre mis muslos y mirando golosa mi miembro. Lo tomó entre las palmas y besó el glande. No hay nada comparable al roce de los labios de una mujer sobre una piel tan sensible como la de esta zona. Me recliné en el sofá y cerré los ojos. Sentía su boca moverse a lo largo de mi pene lentamente, y su lengua caminar sobre toda su superficie. Sentía el roce de su cabello sobre mis piernas.y como con una mano comenzaba a masajear mis testículos al tiempo que sus labios se movían de arriba abajo y de abajo a arriba sobre mi polla. A veces paraba y escondía mi glande entre sus labios, para a continuación deslizar su lengua desde la base hasta la punta, donde la movía en circulos. Con cada lametón mi cuerpo se estremecía y notaba como la sangre fluía hacia allá abajo. Hasta que en uno de ellos noté como mi polla era abrazada por algo cálido, la había introducido por completo en su boca y sus labios la abrazaban, mientras me hacia cosquillas con la lengua. Notaba su saliva deslizarse por mi miembro mezclada con el flujo fruto de mi excitación. Podía imaginarme como entraba y salía de su boca, como la agarraba con su mano y volvía a torturame con sus labios y su lengua. Cada movimiento parecía el último y una ola de placer invadía todo mi cuerpo. No tardé demasiado en sentir como desde mis testículos subía mi primera eyaculación, intenté retenerla para seguir disfrutando pero fui incapaz. Tuve una pequeña convulsión y pronto noté algo caliente moverse al compás de la boca de Ana. Al poco rato se detuvo, me miró a los ojos y esbozó una sonrisa, Se puso de nuevo sobre mis rodillas, y acariciando mi cuello, entreabrió mis labios con sus dedos y me besó.

- "Espero que haya sido mejor de lo que imaginabas" - me dijo con una
carcajada . "Ahora te toca a ti, y te advierto de que tengo una gran imaginación"..

- "Ven conmigo" - susurró con un gesto al tiempo que se dirigía hacia el dormitorio

A pesar del tamaño del piso, el dormitorio era amplio. Estaba decorado al estilo oriental con una cama baja, cabecero color wengue y un par de lámparas a los lados que iluminaban sensualmente la estancia desde el suelo. Un ligero olor a incienso flotaba en el ambiente entremezclado con el perfume de Ana.

Pude apreciar su silueta detrás de un biombo de papel con motivos florales que separaba una zona de vestidor del resto de la estancia. De uno de los paneles colgaba una bata de seda beige con kanjis negros.

- Veamos de lo que eres capaz jovencito - dijo con un guiño mientras se dirigía a la cama.

Me senté a su lado y le tomé la mano, comenzé a besarle suavemente los dedos, el dorso, la muñeca subiendo lentamente por el antebrazo, disfrutando de sabor, del olor y del tacto suave de su piel cada vez q mis labios entraban en contacto con ella. Seguí hacia el cuello sintiendo como su pelo acariciaba mis mejillas. Echó su cabeza hacia atrás y con la lengua dibujé el camino hasta su oreja, tomé el lóbulo entre mis labios y sentí como Ana se estremeció.

- Tengo una idea - murmuré mientras le sacaba el cinturón a la bata de seda.

Lo doblé por la mitad y a modo de venda, lo até sobre sus ojos.

- Túmbate sobre la cama y disfruta del momento - le susurré al oido - No te preocupes por nada que no sean las sensaciones de tu cuerpo, te gustará.

Me dirigí a la nevera para tomar un puñado de cubitos de hielo y cuando regresé me recosté a su lado y la besé en los labios muy despacio.

Cogí un cubito y lo deslicé sobre la comisura de sus labios

- Está frío - se quejó

- Ya no - respondí mientras la besaba de nuevo.

Volví a dibujar su boca, dejando un rastro de frío que me apresuré a tornar en calor al volver a besarla. Levanté el hielo y lo dejé gotear sobre sus labios.Respondió levantando la cabeza y tocándolo con la punta de la lengua. Cayeron un par de gotas y nuestras lenguas se fundieron.

- Quiero que sientas el frío, como va dejando una estela a medida que me voy deslizando por tu cuerpo - dije al tiempo que dejaba un reguero de frio desde detrás de la oreja hasta la clavícula. Una rastro de agua que lentamente me dispuse a borrar con mis labios y mi lengua, dispuesta a secarlo y cambiar el frío del hielo por mi calor. - Siente como lo hago desaparecer.

El agua se deslizaba hacia sus pechos, y detrás mis labios y lengua la iban persiguiendo. Al llegar a ellos, levanté el hielo y lo dejé gotear sobre uno de sus pezones. Al instante se erizó y noté como el cuerpo de Ana se estremecía. Durante unos segundos dibujé la aureola moviendo el cubito sobre ella, el pezón se endurecía, y seguidamente mi lengua volvía a redibujarla suavemente tornando el frío en calor. Repetí el proceso varias veces advirtiendo la excitación que causaba el contacto de mi lengua sobre sus pechos. Perseguí el cubito con mis labios hasta el ombligo, donde lo dejé acabar de derretirse,

- Esta muy frío! - exclamó antes de que lo retirara y la secara con la punta de la lengua,

Mis labios se posaron sobre su vientre, mientras mi lengua los dirigía hacia el rastro del hielo. A medida que bajaba hacia el monte de Venus notaba como la respiración de Ana era más agitada y comenzaba a gemir. Paré a unos centímetros de su clítoris e intentó alcanzar mi boca con un movimiento de pelvis.

- Todavía no.... aún no es el momento de eso - murmuré mientras tomaba otro hielo.

El contacto del cubito sobre la planta del pié la hizo estremecer de nuevo, movió la cabeza para intentar ver lo que hacía, pero la venda se lo impidió.

- Ya pasó - respondí mientras la secaba con mis labios. - ya no hay frío, solo calor.

Mordisqueé de forma juguetona los dedos del pie y subí, besando el empeine y aplicando frío en los tobillos, camino de sus muslos al tiempo que lamía el reguero que iba dejando el hielo al derretirse. A medida que me acercaba a su vientre podía sentir el olor a hembra que desprendía su sexo brillante y húmedo. Me excitaba.

Tracé una linea de frío en la cara interna del muslo y fui besando y lamiendo cada centímetro hasta alcanzar su pepitilla. Intentó acercarla a mis labios con otro movimiento. de cadera.

- Aún no... ya falta poco.


Al poner en contacto su clítoris con el hielo Ana se sobresaltó.

- Está muy frio, para!

Lo deslicé a lo largo de su pepitilla de arriba a abajo y de abajo a arriba, donde tracé un círculo alrededor del clítoris, Volvió a estremecerse cuando mis labios se cerraron sobre el.

Con mi lengua volví a recoger varias veces la mezcla de agua y flujos que brotaba del sexo de Ana. En cada pasada aumentaba la presion hundiéndola más en su interior.

Situé el dedo índice en paralelo con sus labios mientras deslizaba el pulgar por su rajita, de arriba abajo y de abajo arriba hasta que conseguí introducirlo. En ese momento separé los labios con el índice y el corazón e introduje una esquina del cubito en su cuerpo. Una sacudida recorrió su vientre al sustituirlo por la lengua. Al contacto con el frío, Ana contraía los músculos, y al cambiarlo por la lengua los relajaba y me permitía penetrarla.

Empecé a besar su clítoris, tomarlo entre mis labios y lamerlo, al tiempo que uno de mis dedos se abría camino hacia su interior. Empezaba a gemir de placer con los movimientos de mi dedo y al sentir mis labios y lengua juguetear con su pequeño botoncillo. Lo estimulé ligeramente con el pulgar haciendo movimientos circulares, lentos al principio y más rápidos al final mientras la penetraba ya con dos dedos. La escuchaba resoplar y gemir en cada una de las embestidas, me excitaba verla gozar de ese modo, mojar la cama con sus flujos, sentirlos sobre mis dedos y saborearlos. De repente noté como se le tensaba el vientre, su vagina se cerró alrededor de mis dedos y una serie de espasmos anunció que había alcanzado el orgasmo.

Sin sacar mis dedos del cuerpo de Ana comencé a acariciar sus pechos y besarlos, mordisquear los pezones y juguetear con la punta de mi lengua sobre ellos. Seguí subiendo por su cuello, ahora salado por el sudor hasta alcanzar sus labios, Nuestras lenguas se enlazaron y nos besamos apasionadamente. Al poco tiempo, entre gemidos y soplidos alcanzó un nuevo orgasmo. En ese momento le saqué la venda y la miré a los ojos. Aquellos ojos verde que tanto me fascinaban brillaban de un modo que pocas veces he vuelto a ver en una mujer.

- Creo que lo tendré difícil para superar esto Luis - me susurró al oído mientras me acariciaba la nuca y se colocaba a horcajadas sobre mi pecho - Ahora me toca a mi.
 
Ana clavó sus ojos en mí y sonrió. Con los dos brazos levantó el cabello y lo dejó caer sobre su cara, se inclinó y las puntas rozaron mi rostro provocando un ligero cosquilleo allí por donde pasaban. Cerré los ojos y noté como lo iba deslizando por mi frente, mis mejillas y mis labios. De repente cesaron todas las sensaciones y a los pocos segundos noté como minúsculas agujitas se clavaban en mi cara. Había utilizado el cabello a modo de látigo y moviendo la cabeza de un lado a otro me golpeaba suavemente.

- Si - murmuré mientras me aferraba a sus caderas - me gusta.

Durante unos instantes disfruté del pequeño castigo al que me estaba sometiendo. Sentí sus labios sobre los míos y su lengua buscar el camino hacia la mía. Me besó el mentón y continuó su camino hacia mi pecho mientras se sentaba sobre mis rodillas. Tomo uno de mis pezones entre sus labios y tiró de el, para posteriormente liberarlo y mover su lengua alrededor. Volvió a tirar de el, lo lamió y con dos dedos lo pellizcó. Instintivamente traté de encogerme pero al tenerla sobre mis rodillas me fue imposible. Una mezcla de dolor y placer se extendió por mi cuerpo, el pellizco me había dolido pero tras el dolor apareció una sensación de placer bastante agradable.

- Esto es por intentar congelarme los pezones. - dijo riéndose.

Volvió a besar mi pecho,al tiempo que me acariciaba vientre y deslizaba sus manos por mis caderas. Cogió mi miembro, fláccido tras el pellizco, y comenzó a darme un masaje, comenzando por los testículos y subiendo hacia el glande lentamente. Sentía el calor de su mano sobre mi pene y pronto comenzó a hincharse de nuevo. Un lametón a lo largo del mismo acabó de conseguir que alcanzara una nueva erección.

Se puso de rodillas sobre mi pene y separó los labios de su sexo para facilitar la penetración, se sentó lentamente sobre ella metiéndosela con cuidado. Una agradable sensación de calor rodeó mi miembro, y tensando los músculos de la pelvis terminé de introducirla con un empujón. Ana soltó un pequeño gemido y al momento sentí una de sus manos agarrando mis testículos al tiempo que comenzaba a cabalgar sobre mí suavemente. El espectáculo de verla moviéndose de aquella manera mientras me daba un masaje testicular me excitaba muchísimo. Sus pechos se movían ritmicamente y alargué un brazo para alcanzarlos, tocarlos con los dedos y repetir lo que sentía sobre mis huevos. Ana resoplaba y gemía de gusto. Las gotas de sudor se deslizaban por su cuello y sus pechos, cayendo sobre mí cuando se inclinó para besarme.

Me aferré a sus caderas y la apreté contra mi, de modo q no pudiera moverse. La levanté haciendo fuerza con las piernas y al aflojarlas cayó sobre mi pelvis provocando una penetración algo mas profunda. Lo repetí varias veces hasta que comenzó a cabalgarme de nuevoa un ritmo más fuerte. Sentía como la sangre fluía hacia mi polla y se endurecía cada vez más a medida que aumentaba la intensidad de las embestidas. De repente se detuvo. Se levantó lentamente hasta dejar el glande en su interior y tensó los músculos de su vagina. Sentí como se cerraba alrededor del miembro. A medida que los iba relajando se dejaba caer hasta que lo tragó por completo. En ese momento volvió a tensarlos y noté su abrazo. Volvió a relajarlos y me cabalgó de nuevo mientras se estimulaba el clítoris. Mis huevos pedían a gritos descargar dentro de Ana y yo sabía que no aguantaría mucho más aquellas embestidas. Como si me hubiera leído el pensamiento bajó el ritmo y sonrió. Se movía lentamente sobre mi miembro, jugando a adivinar el momento en el que yo no aguantaría más y me correría. Un pequeño espasmo anunció que estaba a punto de eyacular, se detuvo por completo y pude controlarme tensado los músculos de la pelvis. Comenzó a moverse de nuevo, muy despacio, apoyando sus manos sobre mi vientre y fue aumentando la velocidad. Sentía sus nalgas chocar con mis muslos. Con el siguiente espasmo aumentó el ritmo y supe que no podría aguantar más. Una, dos, tres convulsiones precedieron a mi orgasmo, sentí la presión del semen avanzar a lo largo de mi falo y liberarse dentro de Ana, para después, ya mezclado con sus flujos resbalar por mis testículos y terminar en la cama. Se detuvo un momento, abrazó mi miembro con la vagina una vez más y se desplomó sobre mí con un gemido de placer.


Me desperté al sentir el calor de los rayos del sol que se filtraban por la persiana sobre mi cara. Entreabrí los ojos y la vi dormida a mi lado, preciosa. Jamás pensé que pudiera disfrutar de aquella visión cuando la encontré por primera vez sentada en el autobús. Pero a veces, los sueños se convierten en realidad.
 
Hola! Intentaré recuperar mis relatos durante la mudanza de foro :)

La primera vez que la ví fue en uno de los interminables y aburridos viajes de autobús después de salir del trabajo. No sé qué me hizo fijarme precisamente en ella, pero desde que se subió no pude evitar mirarla a través del reflejo del pasillo central que se proyectaba sobre el cristal de la ventanilla. Nos bajamos en la misma parada, lo que despertó aun más mi curiosidad sobre aquella mujer, jamás la había visto en el barrio, demasiado pequeño para que cualquier forastero pasara inadvertido.

Caminaba unos metros por delante de mi, lo que me permitió completar la imagen que había comenzado a esbozar en el autobús. Era una mujer de mediana edad, unos treinta y pico años muy bien llevados por lo que había podido apreciar en el autobús. Caminaba con paso firme sobre unos zapatos de medio tacón que eran el inicio de unas piernas perfectas. Jamás había visto unos tobillos ni unas pantorrillas tan bien definidas como aquellas, Con cada paso la falda granate que llevaba se ceñía a sus muslos y sus caderas, perfilando una silueta más que apetecible. Pronto me vi fantaseando con deslizar mis manos sobre aquellas formas para comprobar por mi mismo que eran reales. O dejaba de mirarla o sería imposible de detener lo que comenzaba a despertar en mi entrepierna.

Durante unos segundos me entretuve haciendo extraños cálculos mentales pero no tardé demasiado en encontrarme con la mirada fija en aquella falda disfrutando de cada paso que daba. Llevaba una blusa blanca sobre la que se movía grácilmente su larga y oscura melena. Cuando se subió al autobús, una de las cosas que más me había llamado la atención era su cabello, muy brillante, que le perfilaba el rostro y le caía hasta un poco más abajo de los hombros. Ahora la podia admirar en todo su esplendor. No podía evitar mirar para ella ¿Quién sería esa extraña mujer que me habia dejado embobado?,

Al cambiar de sentido para dirigirme hacia mi casa la perdí de vista, debía de vivir en los edificios que acababan de poner a la venta un poco más arriba. Entré en casa y me di una ducha, no podía dejar de pensar en ella. Me sentía como un niño con un juguete nuevo. Un mundo nuevo por descubrir. Mi mujer misteriosa.

Al día siguiente la encontré en la parada del autobús y pude completar la imagen que había empezado a formar la tarde anterior. Si por detrás era impresionante, por delante tampoco estaba nada mal, No pude evitar bajar mi mirada a sus pechos mientras rebuscaba en la cartera el cambio para el autobús. Perfectos. Pareció darse cuenta y esbozó una breve sonrisa para después desviar la mirada hacia otro lado. Genial, me habían pillado.

Durante varios días no pude evitar pensar en ella y en su cuerpo a todas horas. Deseaba que llegara la hora de irme para casa para poder disfrutar de esos minutos en los ue imaginaba cientos de fantasías en los que ella era la protagonista. Hasta que dejó de tomar el autobús y la perdí de vista.

Una tarde, varios meses después, me encontraba en la piscina comunitaria tumbado en una hamaca y la volví a ver. Al principio no sabía por qué se me hacía familiar pero pronto me di cuenta de que era ella, seguía tal cual la recordaba, ahora algo más morena pero tan impresionante como la primera vez. Se colocó varias filas más allá de donde estaba yo, miró a su alrededor y al pasar sobre mi zona volvió a esbozar una sonrisa como la del dia de la parada, ¿Se habría dado cuenta de que la estaba mirando?. Desvié mi mirada hacia el libro que tenía entre las manos y dismuladamente volví a observarla. Había desplegado una toalla sobre el césped y se estaba sacando la camiseta y el short. Debajo llevaba un bikini verde y pude comprobar que todas mis fantasías se habían quedado cortas a la vista de la realidad. Su cuerpo se me antojó perfecto, a pesar de que se notaba que el tiempo había pasado por el, sin dejar demasiados signos eso si. Se recogió el pelo en una cola y se tumbó sobre el cesped. Sus pechos se separaron ligeramente y casi pude adivinar sus pezones bajo aquel trozo de tela verde. Flexionó ligeramente las piernas y pude disfrutar de nuevo de la vision de aquellas dos maravillas. Intenté disimular mi erección metiéndome en la piscina e intentando pensar en otra cosa. Ya me había pillado una vez y no me gustaba la idea de que lo hiciera una segunda , y menos en ese estado.

Al salir de la piscina volví a mirar hacia su zona pero ya no estaba. Para mi sorpresa se había situado justo al lado de mi tumbona. Estaba boca abajo y en lo primero que me fijé fue en lo bien que le que le quedaba el tanga verde a aquel trasero de ensueño. Me tumbé y me hice el distraido con el libro, no quería que se diese cuenta de que volvía a estar excitado de nuevo.

- "Espero que no te importe, en el otro lado había unos niños con un balón y el único lugar tranquilo era este" - me dijo sin girar la cabeza.

-"No, no te preocupes. la verdad es que son un poco molestos" - respondí algo cortado

-"¿Vives por aquí?" - le pregunté

-"Si, hace unos meses que me he mudado, he estado fuera unas semanas y ahora estoy de vacaciones. ¿Y tú? ¿Eres de por aquí?" - me preguntó mientras se giraba hacia mi.

- "Si, mi piso esta ahí mismo" - señalé en la dirección de mi bloque

- "Me llamo Ana" - dijo mientras me sonreia

- "Luis, encantado"

Al volverse hacia mi para estrecharme la mano no pude evitar mirar para sus pechos de nuevo. Perfectamente perfilados por el bikini se me antojaron tiernos y jugosos. Pechos, pezones, vientre. Tan cerca. Empezaba a sudar y a notar como mi pene se clavaba en la hamaca. "Que no se dé cuenta o creerá que soy un salido" - pensé.

Se giró de nuevo y con el rabillo del ojo aproveché para estudiarla mejor. Aquel cuello estaba pidiendo a gritos que lo besara, aquellos pezones que los mordiera y aquel ombligo... aquel ombligo pedía ser comido eternamente. Por mi mente pasaron mil ideas con aquel cuerpo como protagonista.

- "Oye.. Luis ¿no?" - dijo bajándose las gafas de sol hasta la nariz y mirando hacia mi

- "¿Si?"
-"Si quieres mirar puedes, no hace falta que disimules tanto, se te nota demasiado" - susurró con un guiño - "Desde que he llegado a la piscina no me has quitado ojo de encima, igual que el dia del autobús ¿recuerdas?"

Me había pillado. No sabía donde esconderme ni qué decir.

-"¿Por qué no vamos a mi casa y lo ves de cerca?, no tendrás que disimular, incluso podrás tocarlo y será más divertido para los dos ¿no crees?."
Fantastico
 
Ana clavó sus ojos en mí y sonrió. Con los dos brazos levantó el cabello y lo dejó caer sobre su cara, se inclinó y las puntas rozaron mi rostro provocando un ligero cosquilleo allí por donde pasaban. Cerré los ojos y noté como lo iba deslizando por mi frente, mis mejillas y mis labios. De repente cesaron todas las sensaciones y a los pocos segundos noté como minúsculas agujitas se clavaban en mi cara. Había utilizado el cabello a modo de látigo y moviendo la cabeza de un lado a otro me golpeaba suavemente.

- Si - murmuré mientras me aferraba a sus caderas - me gusta.

Durante unos instantes disfruté del pequeño castigo al que me estaba sometiendo. Sentí sus labios sobre los míos y su lengua buscar el camino hacia la mía. Me besó el mentón y continuó su camino hacia mi pecho mientras se sentaba sobre mis rodillas. Tomo uno de mis pezones entre sus labios y tiró de el, para posteriormente liberarlo y mover su lengua alrededor. Volvió a tirar de el, lo lamió y con dos dedos lo pellizcó. Instintivamente traté de encogerme pero al tenerla sobre mis rodillas me fue imposible. Una mezcla de dolor y placer se extendió por mi cuerpo, el pellizco me había dolido pero tras el dolor apareció una sensación de placer bastante agradable.

- Esto es por intentar congelarme los pezones. - dijo riéndose.

Volvió a besar mi pecho,al tiempo que me acariciaba vientre y deslizaba sus manos por mis caderas. Cogió mi miembro, fláccido tras el pellizco, y comenzó a darme un masaje, comenzando por los testículos y subiendo hacia el glande lentamente. Sentía el calor de su mano sobre mi pene y pronto comenzó a hincharse de nuevo. Un lametón a lo largo del mismo acabó de conseguir que alcanzara una nueva erección.

Se puso de rodillas sobre mi pene y separó los labios de su sexo para facilitar la penetración, se sentó lentamente sobre ella metiéndosela con cuidado. Una agradable sensación de calor rodeó mi miembro, y tensando los músculos de la pelvis terminé de introducirla con un empujón. Ana soltó un pequeño gemido y al momento sentí una de sus manos agarrando mis testículos al tiempo que comenzaba a cabalgar sobre mí suavemente. El espectáculo de verla moviéndose de aquella manera mientras me daba un masaje testicular me excitaba muchísimo. Sus pechos se movían ritmicamente y alargué un brazo para alcanzarlos, tocarlos con los dedos y repetir lo que sentía sobre mis huevos. Ana resoplaba y gemía de gusto. Las gotas de sudor se deslizaban por su cuello y sus pechos, cayendo sobre mí cuando se inclinó para besarme.

Me aferré a sus caderas y la apreté contra mi, de modo q no pudiera moverse. La levanté haciendo fuerza con las piernas y al aflojarlas cayó sobre mi pelvis provocando una penetración algo mas profunda. Lo repetí varias veces hasta que comenzó a cabalgarme de nuevoa un ritmo más fuerte. Sentía como la sangre fluía hacia mi polla y se endurecía cada vez más a medida que aumentaba la intensidad de las embestidas. De repente se detuvo. Se levantó lentamente hasta dejar el glande en su interior y tensó los músculos de su vagina. Sentí como se cerraba alrededor del miembro. A medida que los iba relajando se dejaba caer hasta que lo tragó por completo. En ese momento volvió a tensarlos y noté su abrazo. Volvió a relajarlos y me cabalgó de nuevo mientras se estimulaba el clítoris. Mis huevos pedían a gritos descargar dentro de Ana y yo sabía que no aguantaría mucho más aquellas embestidas. Como si me hubiera leído el pensamiento bajó el ritmo y sonrió. Se movía lentamente sobre mi miembro, jugando a adivinar el momento en el que yo no aguantaría más y me correría. Un pequeño espasmo anunció que estaba a punto de eyacular, se detuvo por completo y pude controlarme tensado los músculos de la pelvis. Comenzó a moverse de nuevo, muy despacio, apoyando sus manos sobre mi vientre y fue aumentando la velocidad. Sentía sus nalgas chocar con mis muslos. Con el siguiente espasmo aumentó el ritmo y supe que no podría aguantar más. Una, dos, tres convulsiones precedieron a mi orgasmo, sentí la presión del semen avanzar a lo largo de mi falo y liberarse dentro de Ana, para después, ya mezclado con sus flujos resbalar por mis testículos y terminar en la cama. Se detuvo un momento, abrazó mi miembro con la vagina una vez más y se desplomó sobre mí con un gemido de placer.


Me desperté al sentir el calor de los rayos del sol que se filtraban por la persiana sobre mi cara. Entreabrí los ojos y la vi dormida a mi lado, preciosa. Jamás pensé que pudiera disfrutar de aquella visión cuando la encontré por primera vez sentada en el autobús. Pero a veces, los sueños se convierten en realidad.
Fantastico
 
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