FranRel
Miembro muy activo
- Desde
- 28 Jun 2023
- Mensajes
- 400
- Reputación
- 4,088
54
ANA
Me levanté de mi sitio y llamé a Nati, María y Antón y los llevé al despacho. Nos sentamos y les dije:
- A: Me acaba de llamar Cristina
- M: ¿Y?
- A: Dice que viene de camino con el acuerdo definitivo
- M: ¿Y todo bien?
- A: Dice que ha hecho unos cambios pero a mejor para nosotros
- N: ¿A mejor?
- A: Eso dice
- N: No te fías ¿No?
- A: Mmmmm, no sé que traman, la verdad es que me ha dejado intranquila, pero esperemos a ver que son esos cambios
Hablamos un poco más sobre posibilidades y como debíamos reaccionar en cada caso. Tras un rato, llamaron a la puerta y entró Cristina sonriendo. Nos saludó a todos y sacó su portátil y unos papeles que los repartió entre todos. Empezó a decir:
- C: Anoche estuve repasando el acuerdo y el presupuesto y, como tengo mucha experiencia en proyectos de este tipo, creo que hay que hacer unos ajustes al presupuesto
- A: Ayer lo acordamos, Cristina (dije muy seria, temiéndome una rebaja)
- C: Espera, tranquila
- A: Estoy muy tranquila
- C: Déjame terminar, Ana, por favor
- A: Bien
- C: Abrid por la página 10… como veis, creo que deberíamos aumentar el plazo a 3 años con un presupuesto de 40 millones…
- M: Eso es poco dinero para tres años, nuestro presupuesto era de 50 para dos años
- C: Para un presupuesto anual de 40 millones, en total, 120 millones
Nos quedamos todos con la boca abierta. Cristina sonrió y continuó:
- C: En realidad, lo que he pensado es que sean dos años de desarrollo y un tercero para retoques finales y la campaña de comunicación, todo incluido en ese presupuesto total de 120 millones
- A: A ver si lo entiendo bien ¿Queréis comprar el 49% de nuestra empresa, con las mismas condiciones que ayer pactamos, por 120 millones en vez de 40?
- C: Exacto
- A: Esto no puede ser ¿Dónde está la trampa?
- C: No hay trampa, estamos tan seguros de vuestro éxito que solo os queremos apoyar con nuestra experiencia
Miré a mis socios que me miraban con la boca abierta. Dije:
- A: ¿Las condiciones no cambian?
- C: Hay un pequeño cambio
- A: Ah
- C: Pero antes os tengo que decir que anoche estuve discutiendo esto con Diego y lo convencí, él da el visto bueno
La miré y lo vi claro, esto no era cosa de Cristina, era de Diego, estaba segura. Cristina ayer estuvo peleando con uñas y dientes cada coma y euro del acuerdo, rebajándolo todo lo que pudo. Había sido Diego quien había impuesto el nuevo presupuesto y las nuevas condiciones. Suspiré por dentro y dije:
- A: Bien, pero ¿Cuál es el cambio?
- C: A partir del segundo año, en cualquier momento hasta los 8 siguientes, podéis volver a comprar ese 49% al mismo precio, sin intereses ni nada
- M: ¿Qué?
- C: Podréis recuperar la empresa al 100% si así lo queréis
- A: ¿Por qué?
- C: Para que confiéis en nosotros, esto lo tuve que luchar con Diego pero al final le pareció bien porque tanto él como yo queremos que nos veáis como un socio amigo, no fiscalizador ni controlador
- N: Pero ¿Qué ganáis vosotros?
- C: Queremos ganarnos vuestra confianza y que cuando veáis como trabajamos y que podemos aportar habilidades que vosotros no tenéis a día de hoy, podemos ser de mucha utilidad, pero siempre sin presionaros y dejándoos el control de todo, y si os gusta como trabajamos con vosotros, que no queráis recuperar la empresa y dejarnos continuar con vosotros, pero sin ninguna presión
Cristina terminó la frase con una gran sonrisa y pensé “Que poco me fío de ti, chica, todo esto es cosa de Diego y no tienes problemas en ponerte la medalla”. María preguntó:
- M: ¿Y no hay nada más?
- C: El resto de condiciones son las que ayer dijimos, lo tenéis todo en los papeles del acuerdo. Revisadlo con tranquilidad y cuando queráis, vamos al notario y al banco a firmar todo
- M: ¿Así de fácil?
- C: Sí
Revisé rápidamente y no vi nada raro. Le dije:
- A: Veo que te has puesto como representante vuestro
- C: Sí, os lo dije ayer ¿Algún problema?
- A: No
- C: Cualquier cosa que necesitéis, duda o apoyo, llamadme… yo no os molestaré, solo espero el informe mensual y las reuniones trimestrales
- A: Bien
Cristina se levantó y dijo:
- C: Pues nada, leedlo, revisadlo con quien tengáis que revisarlo y quedamos un día para la firma
- A: ¿Quién firmará por vuestra parte?
- C: Yo
- A: ¿Diego no?
- C: Diego me ha dado todos los poderes para esta operación
Asentí y dije:
- A: De acuerdo, lo revisaremos hoy mismo y te llamaremos
- C: Perfecto, a ver si lo podemos cerrar mañana mismo y me puedo volver a Madrid, espero vuestra llamada
Guardó su portátil y papeles y, tras despedirse, se fue.
Cuando vimos que salía por la puerta de la empresa, miré a mis socios con una gran sonrisa y Nati estalló en un grito. Nos reímos sin poder creérnoslo. Rápidamente llamamos a nuestro abogado mientras los cuatro leíamos el acuerdo. Pasamos la mañana con el acuerdo, revisándolo. Nosotros lo veíamos perfecto pero el abogado hizo algún cambio menor y se lo enviamos a Cristina que nos respondió que sin problema y agendamos la firma para el día siguiente.
Entonces, les dije a mis socios de ir a comer juntos pero Antón dijo que no podía así que nos fuimos las tres. En cuanto llegamos al restaurante pedimos unas cervezas y fui al grano:
Cuando vimos que salía por la puerta de la empresa, miré a mis socios con una gran sonrisa y Nati estalló en un grito. Nos reímos sin poder creérnoslo. Rápidamente llamamos a nuestro abogado mientras los cuatro leíamos el acuerdo. Pasamos la mañana con el acuerdo, revisándolo. Nosotros lo veíamos perfecto pero el abogado hizo algún cambio menor y se lo enviamos a Cristina que nos respondió que sin problema y agendamos la firma para el día siguiente.
Entonces, les dije a mis socios de ir a comer juntos pero Antón dijo que no podía así que nos fuimos las tres. En cuanto llegamos al restaurante pedimos unas cervezas y fui al grano:
- A: Esto parece que ha salido bien
- M: Claro que ha salido bien
- A: Pero tenemos que aclarar algunas cosas entre las tres
- M: Estáis enfadadas conmigo
- N: Tía, enfadadas no, muy enfadadas
- M: Lo siento
- A: Sí, María, pero yo no estoy enfadada porque sigas hablando con Diego, cada una habla con quien quiera… estoy enfadada porque lo has metido en nuestros asuntos
- M: Pero es que…
- A: Desde hace años
- M: A ver, la primera vez fue una conversación casual, y él quiso ayudarnos pero no… no le pedí nada, yo…
- A: Sí, lo entiendo, pero deberías habérmelo dicho
- M: Tía, en aquellos años estabas aún colgada por él, y muy enfadada
- A: Sí, seguía enfadada pero no colgada, ya estaba con Jorge, y muy bien con él, Diego ya era algo del pasado
- M: Cierto pero te lo hubieras tomado a mal
- A: Claro, no lo quiero en mi vida
- M: Pero…
- A: Mira, María, entiendo por qué te lo callaste, y tampoco hizo nada directamente, solo “empujó” a algunos clientes hacia nosotras, pero fuimos nosotras las que conseguimos convencer a esos clientes
- M: Claro, te lo curraste todo y…
- A: Nos lo curramos, fueron muchas reuniones y preparaciones
- M: Sí, y tú tirando de todo, como siempre
- A: Eso no es verdad, lo hicimos juntas
- M: Ya, vale, pero…
- A: Eso lo puedo entender, lo viste allí, le mencionaste que hacías y él, por motu proprio decidió ayudarnos… vale
- M: Eso es
- A: Pero que luego le buscaras para que nos comprara, eso me parece fatal
- M: No fue tal cual, yo solo le comenté que estábamos buscando inversores y…
- A: Y orquestaste con él una compra donde nos ocultabas quien estaba detrás
- M: Eso sí
- A: Eso no puede volver a pasar, somos amigas, las mejores, no podemos hacernos esas cosas por la espalda aunque sea por una buena razón
- M: Yo… lo siento, no queríamos hacer nada malo, solo…
- A: Lo sé, pero nos mentiste y ocultaste información
- N: Sí, tía, años hablando con él y cada vez que decíamos “¿Qué habrá sido de él?” tú lo sabías y te lo callabas
- M: Era por Ana, no quería hacerle daño
- A: Más me haces ocultándome eso
- M: Lo siento, de verdad que no lo hacíamos por una mala razón, pero tenéis razón, he hecho mal, soy una cabrona, os he mentido
Nos quedamos calladas, serias. María estaba a punto de echarse a llorar. Entonces dije:
- A: Sé que no era para hacer daño, por eso te perdono pero con una condición
- M: ¿Cuál?
- A: Ningún secreto más
- M: Hecho
- A: ¿No tienes nada más que contarnos de Diego? ¿Ningún otro secreto?
- M: Nada más, lo juro
Y nos sonreímos. Entonces, María miró a Nati y dijo:
- M: ¿Tú me perdonas?
- N: No sé, tía…
- M: Nati, por favor
- N: Joe, que yo estaba en la cama con Carlos y en cuanto me enteré, lo primero que hice fue mandarte un mensaje, con Carlos desnudo a mi lado y todo
- M: Lo siento
Nati la miró seria pero luego sonrió:
- N: Te perdono, pero lo mismo, sin más secretos de mierda
- M: Gracias, gracias a las dos
Y nos abrazamos. Luego, dije:
- A: Bueno, y ya que estamos con ese tema… ¿Qué tal con Carlos?
- N: Jajajaja, muy bien
- M: ¿Sí?
- N: Funciona muy bien, me lo tiré varias veces esa noche jajaja
- A: Jajaja
- N: Buen chico, creo que me llamará algún finde para venir aquí jajaja
- M: Normal jajaja
Y empezamos a cotillear, a hacer planes,... Luego, llamé a Jorge y le conté que ya íbamos a firmar y las nuevas condiciones. Se puso muy contento, sabía de sobra lo mal que lo había pasado con todo esto y él siempre se alegraba por mí. Le dije que teníamos que celebrarlo. Quedamos en irnos el fin de semana por ahí los dos juntos y solos. Sonreí, tenía ganas de eso, desconectar de todo.
Al día siguiente, viernes, firmamos todos los papeles en el notario. Cristina estuvo presente y firmó de parte de la empresa de Diego. Todo fue bien, sin problemas. Nos despedimos afablemente y luego se fue. Nosotros, por nuestra parte, nos fuimos a celebrarlo.
CRISTINA
Terminé de pintarme los labios y me miré al espejo. Sonreí al verme, estaba espectacular. Un nuevo vestido negro y ceñido con un escote sugerente y mis tacones me hacían una figura genial. Me giré sin dejar de mirarme al espejo y asentí satisfecha. Me puse los preciosos y caros pendientes que me había regalado Diego esa tarde. Habíamos pasado el sábado de compras en Marbella. Diego quiso quedarse para relajarnos y volvernos el domingo. Ahora, tocaba cena en un buen restaurante y quizás salir a bailar un poco, a Diego se le daba sorprendentemente bien.
Bajé por las escaleras mientras Diego me miraba con una sonrisa y me decía lo guapa que estaba, cosa que sus ojos ya me habían confirmado. Le di mi abrigo para que me ayudara a ponérmelo y salimos fuera a coger el coche.
Condujo tranquilamente mientras yo le indicaba el restaurante donde había hecho una reserva. Aparcamos y fuimos al restaurante. Al entrar, nos quedamos parados por la sorpresa al encontrarnos a Ana y un chico muy atractivo esperando a que les dieran mesa. La verdad es que nos quedamos los cuatro sin reaccionar hasta que el chico dijo:
- Coño, Diego, cuánto tiempo
Y se le acercó y abrazó. Diego, incómodo, musitó algo, no era de abrazos. Luego, me presenté:
- Hola, soy Cristina
- Hola, soy Jorge, antiguo compañero de piso de Diego
Y me dio dos besos. El chico era un bombón. Miré a Ana que seguía quieta, como petrificada. Le dije:
- C: Hola Ana
- A: Eh, sí, hola ¿Qué hacéis aquí?
- C: Bueno, tenemos una casa aquí, en Marbella, y nos ha apetecido quedarnos este finde ¿Y vosotros?
- J: Me quiere invitar a un sitio caro, por la venta jeje
- C: Ah
Nos quedamos todos callados, incómodos. Miré a Diego que no había abierto la boca pero ya estaba acostumbrada a esos silencios suyos delante de otra gente. Iba a despedirme de ellos cuando Jorge dijo:
- J: Oye ¿Y si cenamos los cuatro juntos? Y así nos ponemos al día, Diego
Todos miramos a Diego que parecía que se quería meter en un agujero e hizo algo que hacía mucho que nunca le había escuchado porque me había contado que lo había corregido con tiempo y esfuerzo… tartamudeó:
- D: Y… y… yo n… n… no sé
- J: Sí, anda, tío, que menuda sorpresa con eso de que eres millonario ¿No? jajaja
Jorge le pasó las manos por los hombros y lo llevó a la recepcionista para decir:
- J: Perdone, al final va a ser una mesa pero para cuatro, las dos parejas teníamos mesas reservadas pero mejor nos vamos a juntar ¿De acuerdo?
Miré a Ana mientras Jorge arreglaba todo. Claramente, no le había gustado el encuentro y estaba fastidiada, y eso me gustó. “Que se joda” pensé. Me acerqué a ella y le dije:
- C: Imagino que es tu chico ¿no?
- A: Sí
- C: Bueno, me parece que nos hemos quedado las dos sin cena romántica, parece que va a ser nostálgica ¿No?
- A: No me gusta la nostalgia, el pasado, pasado es
- C: Ya, claro pero se nota que estos dos se llevaban bien ¿No?
- A: Pufff, que va
Entonces Jorge nos miró sonriente y nos hizo señas para que nos acercáramos y entramos en el salón donde nos guiaron a una mesa. Nos sentamos los cuatro. Jorge llevó la batuta de la conversación, era un chico muy simpático y ocurrente. Ana y Diego casi no participaban. Me estuve riendo mucho con Jorge y pensé “No sé como un chico así está con alguien tan soso como Ana, que sí, es guapa y atractiva, pero que poca gracia tiene la pobre”.
Cuando ya llevábamos allí casi media hora, con Jorge que no paraba de contar anécdotas de sus tiempos universitarios, le dije:
Cuando ya llevábamos allí casi media hora, con Jorge que no paraba de contar anécdotas de sus tiempos universitarios, le dije:
- C: Jorge, llevo un rato pensando que me suenas mucho
- J: ¿Sí?
- C: Sí ¿No nos hemos visto antes?
- J: Me acordaría de una belleza como tú, Cristina jeje
- C: Pues yo diría que sí…
Entonces intervino Ana:
- A: Te sonará de la tele
- C: ¿De la tele?
- A: Es el bombero que rescató a una pareja de ancianos cuando las inundaciones de hace un año
- C: ¿Sí?
- J: Jaja, bueno, yo y mis compañeros
- A: Pero lo entrevistaron a él
Lo miré y pensé “Claro, bombero buenorro, normal que lo entrevistaran” pero dije:
- C: Mmmmm no, creo que no, yo creo que nos hemos visto antes
- J: No sé ¿De dónde eres?
- C: De Madrid
- J: Hemos estado allí varias veces, pero no sé…
Entonces se puso a contar anécdotas de bomberos y lo escuché encantada, el chico era super simpático y daba gusto escucharlo. Mientras cenábamos, intenté enterarme de más cosas de la universidad y pregunté:
- C: Entonces, vosotros dos (Ana y Diego) estudiabais juntos ¿no?
- A: Más o menos
- C: Ya, él se fue al MIT, pero antes sí ¿No?
- A: Sí
- C: Tuvieron que ser buenos tiempos, alguien no “regala” 120 millones así como así
- A: No es un regalo, ha comprado un 49% de mi empresa
- C: Ya, claro (dije con tono de sarcasmo)
- A: Y lo ha hecho porque ha querido
- C: Naturalmente
- J: Fueron novios
Me quedé de piedra y miré a Diego y luego a Ana. Dije:
- C: ¿Vosotros dos?
- J: Sí
- A: Un tiempo
Entonces me di cuenta y casi me reí, Ana estaba jodida con Diego por darle la patada para irse a estudiar al MIT. Sonreí y dije:
- C: Entiendo
- A: Una tontería
Miré a Diego que casi no había hablado en toda la cena y me intranquilicé por un momento ¿Sentiría algo por ella? ¿Por eso lo de darle ese dinero? ¿Por eso este silencio y el tartamudeo? Pero no, Diego me quería con locura, estaba segura. Seguramente Ana le había traído recuerdos pero nada más. Pregunté:
- C: ¿Y eso cuándo fue?
- A: Hace diez años
- C: Ah, entiendo
- A: No hay nada que entender, fue una chiquillada y ya está
Hubo un silencio incómodo hasta que dije:
- C: ¿Estáis casados?
- J: No
- C: Ah… pues nosotros nos casamos en septiembre
- J: ¿Sí? Que listo eres, Diego jajaja
Miré a Ana para observar su reacción pero no dijo nada, solo me miraba. No conseguí descifrar su mirada. Al final dijo:
- A: Enhorabuena
- C: Gracias
- J: Nosotros estamos pensando ya en tener niños
- A: ¡Jorge!
- J: ¿Qué? Ya va tocando ¿No?
Ana lo miró enfadada, luego dijo:
- A: Van a pensar que una vez hecha la venta, me quiero quitar en medio con la baja maternal
- J: Jajaja, Diego te conoce, sabe que no eres así jaja
- C: Pues nosotros aún no, nos gusta viajar y disfrutar, para niños aún hay tiempo ¿Verdad, cariño?
Diego me miró pero no dijo nada. Continué:
- C: Lo que tengo claro es que serán dos, fui hija única y siempre eché en falta un hermano, y a Diego le pasa lo mismo, así que mínimo dos
- J: Yo también lo tengo claro, dos mínimo
Seguimos comiendo sin parar de comentar cosas. Al terminar, hubo una discusión sobre quien pagaba, pero no fue entre los machitos sino entre Diego y Ana. Al final, Ana dijo:
- Lo dividimos en dos partes
Y así se hizo porque Ana no dio su brazo a torcer.
Salimos del restaurante y me abracé a Diego. Íbamos a despedirnos pero Jorge dijo:
- J: Me toca invitar a mí, vamos a tomar una copa
- A: Jorge, que es tarde y tú estás de guardia
- J: Bah, nadie ha llamado, no me puedo emborrachar pero sí tomar una última copa, que en la cena he sido bueno y solo me he tomado una cerveza
- C: ¿Estás de guardia?
- J: Sí, nos íbamos a ir a una casita rural pero al final no he podido cambiar la guardia así que no me puedo ir lejos por si me llaman
- C: Ah
- J: Venga, vamos, por aquí habrá algún bar en condiciones
Y fuimos andando las dos parejas, una al lado de la otra, pero me quedé junto a Jorge riendo sus cosas. Entramos a un bar que dijo Jorge y nos pedimos unas copas. Ana dijo de ir al baño y la acompañé. Allí le estuve contando los preparativos de nuestra boda.
DIEGO
Tenía ganas de irme pero más que nada por Ana, sabía que no estaba bien conmigo allí. Había estado toda la cena seria y callada y ella nunca era así, pero Cristina y Jorge habían hecho buenas migas y no veía la forma de decir que nos íbamos.
Mientras Jorge le contaba una anécdota sobre un gato al que tuvieron que rescatar con Cristina muriéndose de risa, Ana me miró por primera vez en toda la noche, y yo no pude apartar la vista de ella. Estaba realmente preciosa, con su melena rubia suelta y un vestido azul ajustado, realzando su figura. El vestido no tenía ni escote ni la falda demasiado corta, era muy normal, pero le quedaba genial, estaba increíblemente atractiva.
Entonces, se me acercó y me habló por primera vez en toda la noche:
DIEGO
Tenía ganas de irme pero más que nada por Ana, sabía que no estaba bien conmigo allí. Había estado toda la cena seria y callada y ella nunca era así, pero Cristina y Jorge habían hecho buenas migas y no veía la forma de decir que nos íbamos.
Mientras Jorge le contaba una anécdota sobre un gato al que tuvieron que rescatar con Cristina muriéndose de risa, Ana me miró por primera vez en toda la noche, y yo no pude apartar la vista de ella. Estaba realmente preciosa, con su melena rubia suelta y un vestido azul ajustado, realzando su figura. El vestido no tenía ni escote ni la falda demasiado corta, era muy normal, pero le quedaba genial, estaba increíblemente atractiva.
Entonces, se me acercó y me habló por primera vez en toda la noche:
- Lo de avisarte para la compra no ha sido cosa mía, yo no sabía nada de ti y tu relación con ese tema… fue cosa de María
- L… l… lo sé (mierda, estaba tan nervioso que era incapaz de controlar mi tartamudeo)
- Y no tengo por qué agradecértelo, lo has hecho porque has querido
- S…sí
- Bien, que quede claro… es mi empresa, mía y de mis amigas, tú solo pones el dinero
Asentí. Ana me miró intensamente. Pensé que me iba a decir algo más para ponerme en mi sitio pero me sorprendió:
- De todas formas, gracias por las condiciones y por no querer interferir, es mucho dinero y… te agradezco la confianza
- Y…yo…
- Pero espero que cumplas con las condiciones y no aparezcas nunca por la empresa
- Te lo aseguro
- Bien
Nos miramos hasta que aparté la mirada. Entonces dijo:
- Enhorabuena por tu boda
Y entonces se giró, dijo algo a Jorge y luego vinieron a despedirse. Cristina intentó que se quedaran un poco más pero Ana dijo:
- No podemos, mañana madrugamos porque tenemos planes
- Oh
- Ha sido una… una cena interesante… adiós
Nos despedimos y vi como se iban. Cristina se me enganchó del cuello y me besó. Dijo de ir a bailar. Tenía el cuerpo raro por tanta tensión pero asentí y salimos a buscar algún sitio.
Tras pasar un rato bailando, nos volvimos andando para buscar el coche. En el camino, Cristina me dijo:
- Así que novios
- ¿Qué?
- Tú y Ana
- Ah, sí, algo así
- Acabasteis mal ¿no?
- Sí
- Creo que aún no te ha perdonado porque está claro que tú la dejaste ¿Verdad?
- Sí
- Para irte a estudiar a EEUU
- Sí
- Hiciste bien, claro… A mí me pasó algo parecido con esa edad, tenía novio y nos íbamos a ir a vivir juntos a Londres pero me surgió una buena oportunidad profesional y… bueno, ahora que lo pienso, nos parecemos más de lo que creía, ambos sabemos ver lo importante
- ¿A qué te refieres?
- Nos dimos cuenta que eran amores de juventud y apostamos por el futuro profesional, y mira que bien nos va, acertamos jajaja
- Mmmm sí, imagino
- Está claro, has triunfado y tienes una novia preciosa y sexi ¿no?
Miré a Cristina, había bebido y estaba muy achispada. Sonreí:
- Sin duda, jeje, la más sexi
- Jajaja
CRISTINA
Miré a Diego. Estaba serio aunque sonreía. Pensé en Ana, “esa zorra no me va a joder la noche”. Dije:
- Ana no me gusta
- ¿Por qué?
- Le has dado ese dinero y la tía ha sido una borde contigo, ni te ha hablado
- No hacía falta
- Sí, lo hacía, es mucho dinero, Diego, y lo vuestro fue hace diez años
- Ya
- Y ahora está pensando en tener niños, está claro que ha pasado página, ya podría haberte perdonado ¿no?
- No hace falta
- Es de esas personas que se guarda la bilis dentro, no me gusta
- Ana no es así, es una gran mujer
- Ya… pero no me gusta
- No te tiene que gustar
- No me fío de ella, no me fio de los rencorosos
- Pues te equivocas, es una persona muy decente y va de frente
Seguimos andando. Me había equivocado al atacar a Ana, ahora la estaba defendiendo y poniendo por las nubes, y eso me jodía. Tendría que cambiar de táctica. Le dije:
- Mmmm, dejemos de hablar de ella
- Claro
- Tengo frío, abrázame
Diego me pasó el brazo por mis hombros y me abrazó contra él mientras seguíamos andando. En realidad, no hacía frío pero sí mucha humedad del mar. Paré y le besé, nos liamos en un morreo lento y sensual. Al terminar, le miré sonriendo y le dije:
- Mmmmm No me has dicho si me queda bien tu regalo
- ¿Los pendientes?
- Ajá
- Claro, te queda todo bien, cariño
- Jeje ¿Sí? ¿Estoy guapa?
- Siempre
- ¿Y sexi?
- Por supuesto
- Mmmm ¿Y estaré sexi solo con los pendientes?
- Jajaja, mucho
- ¿Tienes ganas de verme así?
- ¿Desnuda?
- Pero con los pendientes
- Jajaja, siempre me gusta verte desnuda
- Mmmm hoy estoy juguetona
- ¿Sí?
- Y con ganas de sexo guarro
- Jajaja
- Muy guarro, a ver que se te ocurre…
- No sé
Diego tenía sus manos en mi espalda. Las bajé hasta mi culo y le dije al oído:
- Te puedo dar ideas
- ¿Sí?
- Sí… hace tiempo que no juegas con mi culito y puede que me apetezca
- Ah
- Todo depende de como te lo montes ahora en casa
- Jajaja
- Anda, vamos, que estoy impaciente por llegar
Diego se rio y seguimos andando, abrazados. El sexo anal no era algo que me gustara demasiado pero a todos los tíos les gustaba, y Diego no era una excepción, y de vez en cuando se lo pedía para tenerlo contento.
ANA
Me acosté enfadada. Todo había salido mal, fatal. El plan para irnos solos de escapada se jodió el día anterior cuando Jorge no pudo conseguir que le quitaran la guardia. Luego, la cena romántica se había fastidiado por el encuentro con Diego y Cristina. Tenía que confesar que me había quedado en shock al verlo. Para colmo, a Jorge no se le ocurrió otra cosa que decir de cenar los cuatro juntos cuando sabía que quería una cena con él.
La cena horrible, estaba muy enfadada con Jorge, con Cristina, con Diego… Y encima, no había podido parar de mirar de soslayo a Diego. Estaba irreconocible… bueno, no, era el Diego de siempre, guapo e introvertido, pero había cambiado totalmente de aspecto. Nuevo peinado, ropa que le quedaba como un guante… “joder, no solo es que está guapo, está más atractivo, joder”. Y encima, a Jorge le había caído muy bien Cristina, que era una tía insoportable. En el camino de vuelta no había parado de hablar de ella, de la suerte de Diego al tener una chica así, de lo divertida y atractiva que era,... “¿Y para qué coño le ha tenido que decir que vamos a tener niños?” recordé. Y la otra restregándome por las narices la boda… “Pues que se la meta por el culo, me da igual”.
Y para colmo, cuando reúno el valor de hablar con Diego para cantarle las 40 y dejarle claro que no quiero volver a verlo, me pongo a hablarle, le miro a los ojos y “joder, que es la misma mirada de siempre, honesta y sincera”... no había podido echarle la bronca, al contrario, como una tonta le había agradecido su ayuda “pero hay que reconocer que se ha portado genial con nosotras, con la compra de la empresa, eso está claro”. Me revolví en la cama, nerviosa.
Y el remate había sido a la vuelta en coche. Habían llamado a Jorge y me había dejado en casa para luego irse a la estación… “ni cena romántica ni polvo romántico ni nada”. Pero casi mejor, no tenía ni el cuerpo ni la cabeza para sexo después de esa cena tan horrible.
Intenté dormir pero estaba demasiado intranquila así que al final pensé “voy a ver si charlo un rato con Dimitri” y me levanté. Encendí el portátil y le escribí, pero como solía tardar en contestar, me lo tomé con calma. Entonces se me ocurrió una cosa. A lo largo de estos años había probado varias veces a buscar a Diego en la red profesional de LinkedIn pero nunca lo había encontrado. Lo volví a intentar pero con el mismo resultado, Diego nunca se había dado de alta en esa red. Entonces probé algo nuevo, lo busqué directamente en Google. Me salieron muchos que eran otros Diegos con apellidos iguales o similares.
Lo iba a dejar cuando vi un enlace a un video. Lo abrí y me sorprendí, era como una ponencia de Diego, en inglés. Vi que era en una universidad, hacía cuatro años. La escuché atentamente. Era un Diego apasionado, seguro, inteligente, sin tartamudeos ni vacilaciones. Tenía a todo el público atento, y lo que estaba contando era muy interesante. La escuché entera, casi una hora. Miré en los comentarios del video y leí como la gente lo elogiaba. Y vi un enlace. Lo pulsé y me llevó a una página de otra red donde habían creado un grupo de fans de Diego. Allí encontré montones de fotos, videos… muchos comentarios sobre él, ensalzando su inteligencia pero también su aspecto, era una web de fans y me reí asombrada. Miré las fotos. Lo cierto es que Diego siempre me había parecido muy guapo y atractivo pero tenía que reconocer que incluso había mejorado, estaba cañón. Había una foto de él corriendo, con unos pantalones cortos y una camiseta sin mangas, y vi que tenía musculatura tanto en brazos como en piernas. Entonces caí en una cosa, esa noche no lo había visto cojeando, nada de nada.
Me quedé un rato mirando esa foto y pensando en lo mucho que le habría costado reponerse de su lesión. Antes de dejarme ya se había aficionado a hacer deporte por la rehabilitación pero estaba demasiado delgado, sin musculatura. En cambio, ahora no, por lo que veía.
Cerré la foto y abrí otra donde se le veía leyendo. Me entró de todo por dentro porque era mi Diego, el de siempre. Cerré la foto. Entonces me di cuenta que Dimitri no me había contestado. Eso pasaba a veces. Él no salía pero se ponía con otras cosas o a jugar, y luego al día siguiente me escribía. Iba a cerrar todo pero antes, guardé en favoritos la página con las fotos y videos de Diego.
Miré la hora, estaba totalmente desvelada y no quería acostarme, sabía que solo daría vueltas en la cama. Fui al salón y encendí la consola. Jugaría hasta que me entrara sueño, así no pensaría en nada ni en nadie.
ANA
Me acosté enfadada. Todo había salido mal, fatal. El plan para irnos solos de escapada se jodió el día anterior cuando Jorge no pudo conseguir que le quitaran la guardia. Luego, la cena romántica se había fastidiado por el encuentro con Diego y Cristina. Tenía que confesar que me había quedado en shock al verlo. Para colmo, a Jorge no se le ocurrió otra cosa que decir de cenar los cuatro juntos cuando sabía que quería una cena con él.
La cena horrible, estaba muy enfadada con Jorge, con Cristina, con Diego… Y encima, no había podido parar de mirar de soslayo a Diego. Estaba irreconocible… bueno, no, era el Diego de siempre, guapo e introvertido, pero había cambiado totalmente de aspecto. Nuevo peinado, ropa que le quedaba como un guante… “joder, no solo es que está guapo, está más atractivo, joder”. Y encima, a Jorge le había caído muy bien Cristina, que era una tía insoportable. En el camino de vuelta no había parado de hablar de ella, de la suerte de Diego al tener una chica así, de lo divertida y atractiva que era,... “¿Y para qué coño le ha tenido que decir que vamos a tener niños?” recordé. Y la otra restregándome por las narices la boda… “Pues que se la meta por el culo, me da igual”.
Y para colmo, cuando reúno el valor de hablar con Diego para cantarle las 40 y dejarle claro que no quiero volver a verlo, me pongo a hablarle, le miro a los ojos y “joder, que es la misma mirada de siempre, honesta y sincera”... no había podido echarle la bronca, al contrario, como una tonta le había agradecido su ayuda “pero hay que reconocer que se ha portado genial con nosotras, con la compra de la empresa, eso está claro”. Me revolví en la cama, nerviosa.
Y el remate había sido a la vuelta en coche. Habían llamado a Jorge y me había dejado en casa para luego irse a la estación… “ni cena romántica ni polvo romántico ni nada”. Pero casi mejor, no tenía ni el cuerpo ni la cabeza para sexo después de esa cena tan horrible.
Intenté dormir pero estaba demasiado intranquila así que al final pensé “voy a ver si charlo un rato con Dimitri” y me levanté. Encendí el portátil y le escribí, pero como solía tardar en contestar, me lo tomé con calma. Entonces se me ocurrió una cosa. A lo largo de estos años había probado varias veces a buscar a Diego en la red profesional de LinkedIn pero nunca lo había encontrado. Lo volví a intentar pero con el mismo resultado, Diego nunca se había dado de alta en esa red. Entonces probé algo nuevo, lo busqué directamente en Google. Me salieron muchos que eran otros Diegos con apellidos iguales o similares.
Lo iba a dejar cuando vi un enlace a un video. Lo abrí y me sorprendí, era como una ponencia de Diego, en inglés. Vi que era en una universidad, hacía cuatro años. La escuché atentamente. Era un Diego apasionado, seguro, inteligente, sin tartamudeos ni vacilaciones. Tenía a todo el público atento, y lo que estaba contando era muy interesante. La escuché entera, casi una hora. Miré en los comentarios del video y leí como la gente lo elogiaba. Y vi un enlace. Lo pulsé y me llevó a una página de otra red donde habían creado un grupo de fans de Diego. Allí encontré montones de fotos, videos… muchos comentarios sobre él, ensalzando su inteligencia pero también su aspecto, era una web de fans y me reí asombrada. Miré las fotos. Lo cierto es que Diego siempre me había parecido muy guapo y atractivo pero tenía que reconocer que incluso había mejorado, estaba cañón. Había una foto de él corriendo, con unos pantalones cortos y una camiseta sin mangas, y vi que tenía musculatura tanto en brazos como en piernas. Entonces caí en una cosa, esa noche no lo había visto cojeando, nada de nada.
Me quedé un rato mirando esa foto y pensando en lo mucho que le habría costado reponerse de su lesión. Antes de dejarme ya se había aficionado a hacer deporte por la rehabilitación pero estaba demasiado delgado, sin musculatura. En cambio, ahora no, por lo que veía.
Cerré la foto y abrí otra donde se le veía leyendo. Me entró de todo por dentro porque era mi Diego, el de siempre. Cerré la foto. Entonces me di cuenta que Dimitri no me había contestado. Eso pasaba a veces. Él no salía pero se ponía con otras cosas o a jugar, y luego al día siguiente me escribía. Iba a cerrar todo pero antes, guardé en favoritos la página con las fotos y videos de Diego.
Miré la hora, estaba totalmente desvelada y no quería acostarme, sabía que solo daría vueltas en la cama. Fui al salón y encendí la consola. Jugaría hasta que me entrara sueño, así no pensaría en nada ni en nadie.