El revoltijo

Cuánto fuego hay por aquí...

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No sabes tú bien
Enciendo el fogón con el dedo, sin cerillas
 
Buenas tardes a todos.

Con unas horas de antelación, pero, Agosto ya...

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Agostémonos pues,
como se agostan las mieses,
en los campos.
Volvámonos dorad@s,
como el trigo,
que se apresta a madurar,
y a ser segado.
Alcancemos el instante,
plenitud,
de aquello que aún no somos,
pero fuimos,
de lo que era promesa,
y ahora es cierto,
de ser simiente y fruto,
todo al tiempo.
Llegará el segador,
y su guadaña,
abatirá los tallos,
que nos alzan,
la altivez que tuvimos,
se irá a tierra.
Caeremos en manos,
de braceros,
y seremos atados,
en gavillas,
para luego apilarnos,
sobre el suelo,
y, el ardiente sol,
del mes de agosto,
desercará lo inútil,
lo superfluo.
Y llegará la vida,
que es la trilla,
y el oro que es el grano,
la semilla,
-lo mejor de nosotros,
nuestra esencia-
brillará con frescura,
renacida,
preparado para ser,
sustento o fuerza,
alimento o promesa,
germen de ciento,
y afrontar los otoños,
los inviernos,
aguardar a las nuevas
primaveras,
sin miedo ni impaciencia,
pues el calor y el fuego del verano,
está aquí adentro.
 
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