En el Metro

PioIX

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6 Feb 2024
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Había decidido salir de nuevo, provocar otra de aquellas situaciones que anteriormente la habían hecho sentir experiencias inolvidables.

El sexo en la calle era más emocionante, comprendía ahora la vida de las prostitutas de lujo y de quienes buscaban sus servicios.

Deslizó suavemente sobre su cuerpo el vestido rojo, que se ajustó como un guante a sus caderas poderosas, sintió la caricia de las medias de seda sobre sus piernas, y la presión del liguero negro le produjo un escalofrío.

Estaba preparada para iniciar una nueva cacería en la que ella actuaría de nuevo como señuelo.

Colocó un pañuelo alrededor de su cuello y salió a la calle con un paso lento y cadencioso, regocijándose en las miradas que arrancaba a su paso.

Se dirigió a la boca del metro más cercana, era allí donde había pensado llevar a cabo su nueva experiencia sexual, recordó la última vez que había salido de “caza”, y ese solo pensamiento hizo que su entrepierna se humedeciera y que sus pezones se destacaran bajo la tela de su vestido, dejando ver claramente que no había nada entre su piel y el ajustado vestido rojo.

Eran casi las dos de la madrugada cuando subió al metro, casi desierto a esa hora, caminó lentamente a través de los vagones buscando a su presa entre los pocos viajeros que a esas horas usaban ese medio de transporte.

Se detuvo en el tercer vagón dirigiéndose a una de las ventanas, se colocó de cara a ella y esperó.

Ella sabía que su deseo de ser poseída era tan perceptible para los hombres como el de una perra en celo, ellos eran capaces de oler su excitación, de leer en el movimiento lascivo de su cuerpo el deseo que la había llevado allí.

No tuvo que esperar mucho, reflejada en el cristal distinguió una figura que se acercaba lentamente, fue imposible ver su rostro con claridad, aunque a ella eso era algo que no le importaba.

Sintió el roce de un cuerpo pegarse al suyo, sintió unas manos que recorrían con avidez sus muslos, metiéndose entre ellos, buscando el jugo que bajaba desde su coño y mojaba sus minúsculas bragas, sintió como el hombre le restregaba su dura polla por el culo, mientras que aquellas manos recorrían s, sus tetas por encima del vestido, en ese momento cayó en la cuenta de que allí había alguien más, alguien que respiraba agitadamente en su oído mientras se restregaba contra un costado de su cuerpo.

Abrió lentamente los ojos buscando en el reflejo del cristal la imagen de esa tercera persona, pero fue inútil, el metro acababa de adentrarse en un largo tramo sin luz, no le importó demasiado y volvió a concentrarse en lo que su cuerpo sentía.

Aquellas manos que sobaban sus tetas habían conseguido poner sus pezones duros como rocas y ahora una boca húmeda los estaba mordiendo por encima de la tela, su coño sentía como una enorme polla se restregaba desesperadamente contra él, haciendo que su jugo empatara la mano del hombre que no dejaba de recorrer sus muslos.

Notó como los dos hombres que tenía pegados a su cuerpo se tocaban entre ellos, unas manos le apartaron bruscamente el tanga, hasta conseguir que la enorme polla la penetrara, aquel hombre tenía una fuerza descomunal su coño empezó a abrirse intuyendo el placer que vendría después, el hombre tiró de ella hacia atrás separándola de la ventana, mientras él la follaba sintió como otra polla intentaba penetrarla por delante, se vio envuelta en un momento por los dos hombres que empujaban desesperados su cuerpo estrujándolo y follándoselo, mientras no dejaban de lamer

El segundo tipo consiguió introducir la polla en su coño y ella sintió como los dos luchaban en su interior empujando sus penes uno contra otro, tocándose dentro de ella, que estaba a punto de estallar.

Ellos se excitaban más y más , el roce de sus pollas en el interior de su coño, era una sensación única, la mujer había pasado a ser un objeto para ellos, la sobaban y la lamían, aunque en realidad lo que deseaban era devorarse entre ellos, sus manos la tocaban, pero al mismo tiempo se tocaban uno al otro, pellizcándose los pezones que tenían tan erectos como sus pollas.

Ella se retorcía entre los dos cuerpos poderosos, su lujuria estaba siendo colmada mientras veía a los dos hombres follándose a través de su cuerpo.

Sentía que aquellas pollas estaban a punto de explotar.

Las manos de los dos tíos se tocaban entre sus piernas, ella empezó a lamerse las tetas, había llegado el momento de correrse, no podía aguantar más, su coño estalló al ver como se buscaban las bocas de ellos para devorarse lentamente.

Se corrieron a la vez, el semen de ellos se mezcló en su interior y resbaló entre sus piernas junto con su propio jugo.

El metro estaba a punto de salir de aquella zona oscura, los tres cuerpos se separaron, ella dejó caer de nuevo el vestido a lo largo de su cuerpo, todavía estaba excitada

Los dos hombres salieron del vagón antes de que pudiera distinguir sus facciones.

Ella lo prefería así, la excitaba la idea de no conocer a quien se la había follado, el pensar que podía estar sentada en cualquier café frente a alguno de ellos sin saberlo.

Llegó casi sin darse cuenta ante la puerta de su apartamento, se dejó caer sobre la gran cama, sus pensamientos volvieron al vagón del metro, volvió a sentir la humedad entre sus piernas, se acarició lentamente con una mano, mientras pellizcaba con la otra sus pezones, sus dedos comenzaron a follarla lentamente.


No sería la única paja que se haría recordando aquella noche.
 
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