Encuentros sexuales a raíz de una conversación de chat

Una de las cosas que como corneador (consentido o no) y como dominante tienes que tener es, en mi opinión, tacto. Tacto y también conocimiento de la otra persona, de sus fantasías, de sus límites, del morbo que siente en cada momento para, de esta forma, subir el siguiente peldaño. Practicando sexo con el rol de amo-sumisa saber hasta dónde ha llegado en otras ocasiones si ha habido experiencias previas, con qué ha disfrutado, qué le hubiera gustado y que no fue sometida, etc., es una información muy valiosa que hace que tu amante disfrute plenamente sin sentirse en ningún momento incómoda.

En aquel momento Bea quería explorar su lado de sumisa, su morbo por sentirse usada, obediente a una polla erecta, pero no lo había hecho anteriormente. Lo más que en este aspecto había experimentado fue también corneando a su marido en una ocasión que su amante le dijo que quería que ella le viese mear así que se la llevó al baño y después de verle vaciarse le dijo que se la comiera. Y así lo hizo. Fue el único momento que se había sentido sumisa y lo disfrutó, ahí supo que quería más. Hice que se sentara en el sillón y me puse de pie de forma que mi miembro quedase a la altura de su boca, la apoyé la cabeza en el respaldo y comencé a follarla la boca sujetando su cabeza con las manos al mismo tiempo. Comencé a hablarle diciéndole que estaba convirtiéndose rápidamente en una buena puta, que notaba que estaba necesitada de someterse a un buen rabo como el mío y demás frases que estaban encaminadas a seguir incrementando su morbo, si era posible llegar a más. Paré de follarla la boca, era el momento de subir otro peldaño.

Bajé del sillón y le ordené que se pusiera de pie y abriera las piernas con las manos detrás de la nuca. Lo hizo y pasé la mano por su coño para saber cuál era su grado de excitación. Bea volvía a estar muy mojada. A continuación le ordené que se pusiera de rodillas, me di la vuelta y le ordené que me lamiera el culo. Sabía que esa iba a ser la primera vez que ella lamiera el culo y no tuve que esperar para sentir su obediencia convertida en una lengua pasando por mis glúteos inicialmente y a lo largo de toda mi raja después. Ella misma me lo abría con sus manos separando mis nalgas para poder acceder mejor con su lengua. Para ser su primera vez lo hacía bien, con ganas, con decisión, así que arqueé la espalda inclinándome hacia delante y abrí las piernas para que pudiera hacerme una buena comida de culo. Disfruté y se lo hice saber con frases del tipo "así zorra, eres una puta muy obediente", "te estás entregando y disfrutas con ello", a las cuales ella respondía gimiendo. Su primera comida de culo fue espectacular y es algo que hemos convertido en algo constante en nuestros encuentros. Me lo ha comido en todas las posturas posibles y me ha reconocido que en ocasiones le apetece más comerme el culo que incluso la polla y comérmela es algo que la vuelve loca.

Me incorporé, me di la vuelta y le pasé de nuevo la polla por toda su cara diciéndole que la iba a follar como lo hacía su marido, en la postura de misionero. La follé en el suelo, muy abierta, mientras nos comíamos la boca y lamía sus labios. Esa fue la primera vez que sintió como mi semen inundaba su coño y lo disfrutó como si no hubiera un mañana.
 
Con una conversacion así terminé follándome a una casada, nos pasamos dos noche toda la noche follando a pelo.
 
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