Experiencia en Sevilla, ¿Alguien conoce Malena?

kaioflicks

Nuevo miembro
Desde
17 Sep 2025
Mensajes
1
Reputación
3
Ubicación
España
Mi nombre es Toni.
Hace una semana viví una experiencia que todavía me cuesta poner en palabras, pero que me marcó tanto que necesito compartirla. Todo empezó con una invitación de unos amigos para pasar una noche diferente en Sevilla, concretamente en Tomares. Habían hablado de un lugar muy especial, un chalet privado, elegante y discreto, donde se respiraba un ambiente exclusivo y cuidado al detalle. Confieso que al principio dudé en ir, no soy de frecuentar ese tipo de sitios, pero mis amigos insistieron y terminé cediendo.


Desde el momento en que crucé la puerta sentí que estaba entrando en otro mundo. La iluminación era tenue, cálida, con música suave de fondo que creaba una atmósfera íntima. El lugar estaba decorado con mucho gusto: sofás cómodos, rincones privados, y esa mezcla entre elegancia y misterio que hace que uno se relaje sin darse cuenta. Y allí, entre un grupo de chicas guapas y sonrientes, la vi a ella.


Malena.


Una española de 28 años, de esas mujeres que parecen tener una luz propia. Al principio pensé que era su físico lo que me había atrapado: su melena castaña cayendo sobre los hombros, su sonrisa sincera, su mirada brillante y segura. Pero con los minutos me di cuenta de que era algo más profundo. Había en ella una forma de estar, de moverse y de hablar que desprendía naturalidad y cercanía. No era una belleza distante ni inalcanzable: era real, cálida, con ese encanto que te hace sentir cómodo al instante.


Cuando se acercó a saludarme lo hizo con una amabilidad genuina, sin prisas, mirándome a los ojos como si el resto de personas en la sala hubieran desaparecido. Hablamos un rato y su simpatía me desarmó. Era divertida, pero también atenta; sabía escuchar, preguntar, interesarse. A cada palabra suya me sentía más a gusto, como si la conociera de antes.


Esa noche fue especial. Compartimos risas, charlas ligeras y momentos que para mí se convirtieron en memorables. No fue solo una cuestión de atracción física, que la había y de sobra, sino algo mucho más auténtico: la sensación de estar al lado de alguien que te entiende sin necesidad de explicaciones. Recuerdo su voz suave, sus gestos, la forma en que me hacía sentir como el único hombre en aquel lugar. Cuando la noche terminó y nos despedimos, supe que quería volver a verla.


Y así fue.


A los dos días decidimos quedar, esta vez fuera del ambiente del chalet, en la ciudad. Sevilla nos esperaba como un escenario perfecto. Nos encontramos por la tarde y la primera sorpresa fue lo natural que se sentía todo. Nada de formalidades incómodas ni silencios largos: desde el primer segundo la complicidad volvió a estar allí.


Fuimos de shopping por el centro, paseando entre tiendas y escaparates, charlando de todo y de nada. Ella tenía esa capacidad de hacer ligera cualquier conversación. Me reí como hacía tiempo no lo hacía. Me encantaba observar cómo sonreía al probarse algo, cómo caminaba con seguridad, cómo llamaba la atención sin siquiera proponérselo.


Después fuimos a cenar. Elegimos un restaurante acogedor, con una terraza desde la que se veía parte de la ciudad iluminada. La cena fue perfecta: buena comida, buen vino y una compañía que lo hacía todo aún mejor. Con cada brindis, con cada mirada, sentía que la conexión se hacía más intensa. Hablamos de nuestros gustos, de viajes, de sueños, incluso de cosas personales que uno no suele compartir en una primera cita. Había una confianza extraña, como si hubiéramos saltado pasos y nos conociéramos de siempre.


La noche terminó en un hotel. No entraré en detalles explícitos porque lo que más quiero transmitir es la magia de lo que sentí. Fue más que pasión física, fue ternura, complicidad y entrega. Cada gesto, cada caricia, cada palabra susurrada tuvo un valor especial. No era un simple encuentro: era la sensación de estar viviendo algo único, un momento en el que el tiempo parecía detenerse y todo lo demás dejaba de importar.


Al amanecer, mientras la veía dormir a mi lado, comprendí que algo dentro de mí había cambiado. No era solo atracción, no era un capricho pasajero: era una conexión auténtica, de esas que pocas veces suceden en la vida.


Desde entonces no dejo de pensar en ella. En su manera de mirarme, en su risa, en cómo me hizo sentir tan cómodo, tan libre, tan especial. Me sorprende admitirlo, pero creo que me he enamorado de Malena. Y digo “creo” porque aún me cuesta ponerle nombre a lo que siento, pero si enamorarse es tener a alguien constantemente en la mente, desear volver a verla, querer compartir momentos y descubrirla más y más… entonces sí, lo estoy.


Hoy, al recordar todo lo que pasó en tan poco tiempo, me doy cuenta de que la vida está hecha de instantes así, inesperados, que te sacuden y te cambian. Nunca imaginé que una noche cualquiera, casi sin planearlo, terminaría conociendo a una mujer que marcaría mi corazón de esta forma.


No sé qué pasará después. El futuro es incierto y no quiero apresurarme a sacar conclusiones. Lo que sé es que hoy me siento feliz por haberla conocido y por todo lo que hemos compartido. Y con eso, ya me doy por afortunado.


¿Os ha pasado alguna vez algo parecido?
Ese encuentro que empieza siendo una casualidad y termina siendo un recuerdo imborrable. Esa persona que aparece de repente y en cuestión de días logra encender algo dentro de vosotros que parecía dormido.

MALENA 28 ESPAÑOLA 5.jpg

A mí me pasó con Malena, y creo que será una historia que recordaré siempre.


Dejo el enlace de Malena. (decidme que os parece?...
 

Archivos adjuntos

Una historia preciosa...me identifico mucho con todo lo que escribes en este momento de mi vida...
 
Atrás
Top Abajo