Hace cornudo a su novio para desvirgar a su mejor amigo

Considero que de todas las variantes que de una relación liberal existen, la relación abierta es la más arriesgada de gestionar, más importante que el amor sincero que se profesen, la conexión entre la pareja debe ser formidable, con un nivel de confianza a prueba de polígrafos, el peligro radica en que nada ni nadie te puede garantizar que tales condiciones se sostengan en el tiempo.
Y aunque muchos defiendan la sexualidad abierta como una mera entretención física carente del íntimo cariño y emocionalidad que pueda generar sentimientos que afecten la estabilidad de la pareja, lo cierto es que la verdad es otra, entre dos personas la interacción más íntima que puede existir es cuando tienen sexo, la conexión y cercanía que se produce y se transmite al hacerlo no es comparable a ningún otro tipo de acto, su intrínseca reciprocidad es un factor que suele generar sensaciones contrarias a la voluntad, escalan transformándose en confusas emociones, que de ser mal gestionadas terminan agrietando cualquier relación, por muy estable que parezca.


Totalmente de acuerdo, y además aplicado a cualquier relación sexual, tuve un amigo y maestro haaaace muchos años, que decia que si uno no quería implicaciones emocionales ni lios que le jodieran la vida (aplicado a amigas, amantes, polvos ocasionales, etc.), como máximo, y digo como máximo, tres polvos y fuera del todo radicalmente.

Algo que siempre he podido comprobar que era una gran verdad, pues cuando me he follado a alguna tia tres veces o menos no me he implicado o no me he "pillado" pero cuando han empezado a caer polvos, al final empiezas a desarrollar sentimientos de muchos tipos, complicidad, confianza, amistad, atracción, cariño, incluso algún tipo de querer, etc.

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Totalmente de acuerdo, y además aplicado a cualquier relación sexual, tuve un amigo y maestro haaaace muchos años, que decia que si uno no quería implicaciones emocionales ni lios que le jodieran la vida (aplicado a amigas, amantes, polvos ocasionales, etc.), como máximo, y digo como máximo, tres polvos y fuera del todo radicalmente.
Algo que siempre he podido comprobar que era una gran verdad, pues cuando me he follado a alguna tia tres veces o menos no me he implicado o no me he "pillado" pero cuando han empezado a caer polvos, al final empiezas a desarrollar sentimientos de muchos tipos, complicidad, confianza, amistad, atracción, cariño, incluso algún tipo de querer, etc.
Para los que quieran probar un tipo de libertad sexual para salir de la monotonía y la rutina sin arriesgar todo, lo más recomendable puede ser probar una solución intermedia, estilo swingers, con presencialidad en todo momento del otro, con parejas aceptadas por ambos, en lugares de encuentro seguros y privados.
 
Totalmente de acuerdo, y además aplicado a cualquier relación sexual, tuve un amigo y maestro haaaace muchos años, que decia que si uno no quería implicaciones emocionales ni lios que le jodieran la vida (aplicado a amigas, amantes, polvos ocasionales, etc.), como máximo, y digo como máximo, tres polvos y fuera del todo radicalmente.
Algo que siempre he podido comprobar que era una gran verdad, pues cuando me he follado a alguna tia tres veces o menos no me he implicado o no me he "pillado" pero cuando han empezado a caer polvos, al final empiezas a desarrollar sentimientos de muchos tipos, complicidad, confianza, amistad, atracción, cariño, incluso algún tipo de querer, etc.

Una sencilla frase que expresa con total claridad lo que hemos coincidido en este tema, que de manera inevitable, el roce genera cariño.
 
Considero que de todas las variantes que de una relación liberal existen, la relación abierta es la más arriesgada de gestionar, más importante que el amor sincero que se profesen, la conexión entre la pareja debe ser formidable, con un nivel de confianza a prueba de polígrafos, el peligro radica en que nada ni nadie te puede garantizar que tales condiciones se sostengan en el tiempo.
Y aunque muchos defiendan la sexualidad abierta como una mera entretención física carente del íntimo cariño y emocionalidad que pueda generar sentimientos que afecten la estabilidad de la pareja, lo cierto es que la verdad es otra, entre dos personas la interacción más íntima que puede existir es cuando tienen sexo, la conexión y cercanía que se produce y se transmite al hacerlo no es comparable a ningún otro tipo de acto, su intrínseca reciprocidad es un factor que suele generar sensaciones contrarias a la voluntad, escalan transformándose en confusas emociones, que de ser mal gestionadas terminan agrietando cualquier relación, por muy estable que parezca.
Siguiendo al maestro, es volver a repetir, mas bien afirmar, que el "sexo por sexo" o el "simplemente sexo" no existe, es una excusa personal- social de quien quiere validar la conducta. ¿hay algo más íntimo y privado que presenciar o experimentar un orgasmo frente a otra persona?, aunque sea con un desconocido, no hablamos de confesiones, ni de sentimientos, ni de vida privada, decir que "no hay intimidad" en el sexo sin sentimientos es para mí una falacia. Compro el sexo sin sentimientos, y también compro que parejas decidan abrir su relación (razones mil de por qué deciden hacerlo, pero Efectivamente que en el sexo siempre hay una conexión y cercanía que es innegable, haga quien lo haga.

Sobre las relaciones abiertas (sin referirme a los swinger o intercambios), se dice que hay infinidad de pactos también, no será tan inocua cuando necesitan tantos acuerdos. Algo de lo que se habla menos es la "balanza", en toda pareja hay una persona con mas potencial que otro a la hora de "surgir o buscarse" el polvo externo. Y por ahí es por donde yo creo que suele romperse la baraja, cuando se ve que los "marcadores deportivos" apuntan mas tantos siempre para el mismo lado.. ;).

Y ya para terminar, en las parejas abiertas dudo mucho que todo sea tan mágico y simultaneo para que sean los dos en proponerlo, siempre tiene un "tufillo" de ser uno el que sugiere-propone-impone y otro acepta.

Y termino, ni todo el mundo esta preparado, y para decidirse y prepararse es necesaria esa "fase" en la relacion que implica cualquier motivo (otras mil razones).

Todo esto es basado desde nuestra cultura occidental, sobre las otras partes del mundo ni opino.
 
Hay gente que le gusta las emociones fuertes, que te puedo decir.

Hay gente que trepa montañas rocosas sin ningún tipo de seguridad, gente que hace parkour por edificios. Se sienten seguros y confiados, aman la adrenalina y quizás esto de la relación abierta tenga algo de eso.

Hay parejas que quizás tengan justificación. Las que tienen problemas, las que han intentado varias cosas y no se arregla, las que están pendiendo de un hilo, quizás jugar a esto les haga bien, total, ya no tienen nada que perder.

Me ha parecido muy interesante esa teoría de la adicción a la adrenalina... nunca me lo había planteado. Gracias por compartir. Siguiendo el simil, si alguien "juega con su vida o integridad física" por que no va a jugar con su amor o la estabilidad de su pareja... Buscando el morbo, saliendo de la monotonia, buscando emociones fuertes, etc, etc.
 
Pues a mí me encantaría que el se follara a una amiga íntima, a ver cómo le sienta.
Es que me ha dado tela de coraje, la verdad.
 
Pues a mí me encantaría que el se follara a una amiga íntima, a ver cómo le sienta.
Es que me ha dado tela de coraje, la verdad.
Dentro del contexto del relato, hablamos de una pareja de relacion abierta, que segun el relato, ambos son vistosos, guapos, con potencial, muy implicados emocionalmente. Pedro entiendo que es un chico agradable, timido y amigo de Jose, tambien es amigo de laura. Quizás pedro lanzó el órdago por si saltaba la cabra, y ya lo creo que saltó.

Entiendo que José acepta por ser alguien conocido y que no ve competencia, también laura pacta mucha discreción, en relaciones abiertas se suele dar con gente fuera de tu entorno.

Y estoy contigo, como ejercicio en el relato, ahora jose le llega con que una amiga virgen necesita ayuda... aunque sinceramente, no hay visos de que la reacción fuera contraria, vas veo que seguiría en la misma linea.

Algo a desacar, parece ser que el encuentro con PEDRO ha reavivado un poquito a la pareja, se habla de Reconectar, luego algo hay que todavía no nos han contado...
 
Al día siguiente, la luz suave de la mañana se filtraba a través de las cortinas, iluminando la habitación donde Laura y José dormían juntos. El cuerpo de Laura, aún relajado por los momentos de pasión de la noche anterior, descansaba en el pecho de José, quien lentamente comenzó a despertarse. Sintió el calor de su piel, la familiaridad de tenerla cerca, y no pudo evitar sonreír mientras abría los ojos.

Laura seguía dormida, su respiración suave y rítmica, completamente tranquila en sus sueños. José, sin querer romper la calma del momento, la acarició con suavidad, deslizando sus dedos por su espalda desnuda. Sus labios rozaron la frente de ella, dándole un beso ligero, lo que hizo que Laura comenzara a moverse ligeramente, despertándose poco a poco.

—"Buenos días, preciosa," —murmuró José, su voz aún ronca por el sueño.

Laura abrió los ojos lentamente, sonriendo al ver la mirada cálida de José sobre ella.

—"Buenos días," —respondió ella, estirándose un poco antes de acurrucarse de nuevo en su pecho—. "¿Dormiste bien?"

—"Dormí increíblemente bien," —respondió José, pasando sus dedos por el cabello dorado de Laura—. "Después de la noche que tuvimos, ¿quién no lo haría?"

Laura rió suavemente, recordando los momentos intensos de la noche anterior. El vínculo entre ellos siempre había sido fuerte, y momentos como ese lo reafirmaban aún más.

Después de unos minutos de caricias y palabras suaves, José se incorporó un poco, mirándola con una sonrisa traviesa.

—"Sabes, estuve pensando…" —comenzó, su tono sugerente.

—"¿Sí? ¿En qué?" —preguntó Laura, levantando una ceja, intrigada por lo que estaba por venir.

José sonrió aún más, tomando un mechón de su cabello entre los dedos y jugueteando con él.

—"Me preguntaba cuándo tienes pensado repetir con Pedro," —dijo José de manera casual, aunque claramente interesado en la respuesta—. "Pareció que te gustó tanto la experiencia… y no te voy a mentir, me gustó verte disfrutar."

Laura se rió, rodando los ojos, pero la sonrisa en su rostro mostraba que la pregunta no la había sorprendido.

—"¿De verdad?" —preguntó ella juguetona, sentándose en la cama y estirándose de nuevo, dejando que la sábana cayera y revelara su figura desnuda—. "¿Ya estás pensando en cuándo volveré a invitar a Pedro? Vaya, te tienes más confianza de la que pensé."

José la observaba con una mirada divertida y cargada de deseo, disfrutando de la imagen de Laura a la luz de la mañana. No había secretos entre ellos, y eso lo hacía todo más fácil, más abierto.

—"Claro que sí," —respondió él, recostándose contra la cabecera de la cama—. "Si a ti te gustó, y a él también, no veo por qué no podrías repetir. Además, sé que te gusta cuidar de tus amigos…"

Laura dejó escapar una pequeña risa y se inclinó hacia él, apoyando sus manos en el pecho de José mientras lo miraba directamente a los ojos.

—"Bueno, si lo pones así," —dijo, fingiendo pensar por un momento—. "Estaba pensando que, ya que tú te vas a pasar el fin de semana con tus amigos, podría invitar a Pedro a casa."

José arqueó una ceja, claramente interesado por esa idea.

—"¿Ah, sí? ¿Invitarías a Pedro mientras yo estoy fuera?" —preguntó, su voz llena de curiosidad—. "¿Y qué harían ustedes dos…?"

Laura se mordió ligeramente el labio, su mirada traviesa mientras fingía pensarlo.

—"Pues, podríamos… ya sabes, hacer algunas travesuras," —respondió ella, su tono juguetón—. "Así tampoco estaría sola en casa. Me imagino que Pedro no se opondría."

José dejó escapar una risa baja, claramente disfrutando de la conversación.

—"Estoy seguro de que no se opondría para nada," —dijo él, deslizando sus manos por las caderas de Laura—. "De hecho, creo que estaría más que encantado de pasar otro rato contigo."

Laura se recostó de nuevo sobre José, jugando con el borde de la sábana que cubría parte de sus piernas.

—"Bueno, entonces, si te parece bien…" —continuó ella—. "Le diré a Pedro que venga el sábado. Estoy segura de que le gustaría pasar la noche aquí. Ya viste lo nervioso que estaba al principio, pero después de lo de ayer, lo vi mucho más seguro de sí mismo. Creo que podría ser bueno para él… y divertido para mí, claro."

José asintió, su sonrisa nunca desapareciendo de su rostro.

—"Me parece perfecto, Laura," —dijo él con sinceridad—. "Si eso te hace feliz y a él también, no tengo ningún problema. Sabes que confío en ti. Además, yo estaré todo el fin de semana fuera con los chicos, así que me parece genial que tengas compañía."

Laura le dio un pequeño beso en los labios, agradecida por la comprensión de José. Su relación siempre había sido diferente, pero la confianza que tenían el uno en el otro era lo que hacía que todo funcionara tan bien. Laura sabía que José la apoyaba, y eso la hacía sentirse libre de ser quien era sin miedo a ser juzgada.

—"Eres el mejor," —murmuró Laura contra sus labios antes de separarse y mirarlo directamente a los ojos—. "Entonces, ¿no te importa que lo invite mientras no estés?"

José negó con la cabeza, acariciando su mejilla con suavidad.

—"Para nada," —respondió él—. "Sé que te cuidas a ti misma, y también confío en que ambos van a disfrutar sin ningún problema. Además, es solo un fin de semana. Tú también mereces divertirte."

Laura asintió, satisfecha con la respuesta.

—"Genial, entonces eso haré," —dijo ella, sonriendo mientras se acomodaba de nuevo a su lado—. "Le mandaré un mensaje hoy para confirmar."

El resto de la mañana transcurrió de manera relajada entre ellos, entre risas, caricias y momentos de complicidad. La idea de que Laura tuviera más encuentros con Pedro no perturbaba en absoluto la relación entre ella y José. De hecho, les parecía algo natural. Ambos sabían que se amaban profundamente, y el hecho de que fueran tan abiertos el uno con el otro solo fortalecía el vínculo que compartían.

Mientras José se preparaba mentalmente para el fin de semana con sus amigos, Laura comenzaba a pensar en cómo sería su próxima tarde con Pedro. Estaba emocionada por volver a verlo, y la idea de continuar enseñándole y ayudándolo a ganar más confianza la hacía sonreír. Sabía que Pedro disfrutaría de cada momento, y la perspectiva de tener todo el fin de semana para explorar nuevas sensaciones juntos la llenaba de una anticipación juguetona.

Pero, sobre todo, lo que más le gustaba era saber que podía hacerlo sin preocuparse, sabiendo que José la apoyaba en todo momento.

Laura y José seguían en la cama, disfrutando de la cálida intimidad que siempre compartían después de una noche de pasión. El ambiente estaba relajado, pero la tensión sexual entre ellos nunca desaparecía del todo, siempre presente, como una chispa que podía encenderse en cualquier momento. Mientras conversaban sobre los planes para el fin de semana, José no podía dejar de mirarla, admirando su belleza, su cuerpo, y la libertad con la que ambos vivían su relación.

José, a punto de levantarse para prepararse para el viaje con sus amigos, se quedó sentado un momento más, observándola. Sus pensamientos vagaban por lo que habían hablado sobre Pedro y cómo Laura planeaba invitarlo ese fin de semana. Una idea comenzó a formarse en su mente, una que había estado flotando en su cabeza desde la primera vez que vio a Laura y Pedro juntos: la excitante idea de ser, en algún sentido, el "cornudo" de su propia novia.

—"Oye, Laura," —dijo José, su voz repentinamente cargada de un tono más bajo y provocador—. "Antes de que me vaya… ¿por qué no lo hacemos una última vez?"

Laura, quien estaba aún medio recostada, lo miró con una sonrisa traviesa. Sabía reconocer ese tono en su voz, el que significaba que tenía algo más en mente.

—"¿Una última vez antes de qué?" —preguntó ella, aunque su sonrisa sugería que ya se imaginaba por dónde iba la conversación.

José se inclinó sobre ella, apoyando una mano en la cama a su lado, mientras su mirada recorría su cuerpo con deseo. Se mordió el labio, como si estuviera considerando cómo poner en palabras lo que le rondaba la mente.

—"Antes de que me vaya… y te conviertas en una pequeña traviesa," —dijo él, su voz ahora claramente cargada de deseo—. "Sabes, no puedo dejar de pensar en lo que me dijiste… lo de invitar a Pedro mientras yo estoy fuera."

Laura lo miró con una mezcla de curiosidad y diversión, arqueando una ceja mientras se incorporaba un poco, apoyándose en los codos.

—"Ah, sí?" —respondió ella juguetona—. "¿Te excita la idea de que te ponga los cuernos mientras no estás, amor?"

José tragó saliva, su excitación evidente mientras asentía, sus ojos brillando con una mezcla de lujuria y anticipación.

—"Sí," —confesó él, sus palabras saliendo de su boca más rápido de lo que esperaba—. "Me gusta la idea de que te diviertas con él… y que yo me quede aquí sabiendo que lo haces. Me excita pensar en que… en que me lo cuentes todo después."

Laura se acercó a él, su rostro ahora a pocos centímetros del suyo, sus labios entreabiertos mientras lo miraba con una mezcla de complicidad y provocación.

—"¿De verdad, amor?" —dijo ella, su voz en un susurro juguetón—. "¿Te excita la idea de ser mi cornudo?"

José tragó saliva nuevamente, claramente afectado por el tono de su voz y la forma en que ella lo miraba. No podía ocultar lo mucho que esa idea lo ponía a mil.

—"Sí," —repitió él, sus ojos fijos en los de ella—. "Me vuelve loco pensar en ti con él, en cómo te lo vas a pasar…"

Laura sonrió, una sonrisa pícara y dominadora. Sabía perfectamente cómo manejar la situación, y la idea de que José disfrutara de esa fantasía la divertía y la excitaba al mismo tiempo. Se incorporó por completo, poniéndose a horcajadas sobre él, dejando que su cuerpo rozara el suyo de manera tentadora.

—"Vaya, vaya…" —susurró ella, deslizando sus manos por el pecho de José—. "Así que te excita ser mi cornudo, ¿eh? Pues te diré una cosa, cariño… te voy a hacer ese favor."

José estaba completamente entregado a la situación, respirando con más dificultad mientras sentía el cuerpo de Laura sobre él.

—"¿Ah, sí?" —dijo él, con la voz entrecortada—. "¿Qué me vas a hacer?"

Laura se inclinó hacia él, sus labios rozando los de José, apenas tocándolos, mientras hablaba en un susurro que hacía que su piel se erizara.

—"Cuando esté con Pedro," —empezó ella—, "te mandaré mensajes contándote cada detalle. Quiero que estés bien informado de cómo te crecen esos cuernos, amor."

La confesión hizo que José soltase un gemido bajo, su deseo completamente desatado. La idea de recibir esos mensajes mientras estaba fuera, sabiendo que Laura estaba disfrutando con otro, lo volvía loco de placer.

—"¿Te gusta eso?" —preguntó Laura, mordiéndose el labio mientras se movía lentamente sobre él—. "¿Te gusta saber que voy a estar con él mientras tú estás con tus amigos, sin poder hacer nada más que leer mis mensajes?"

José apenas pudo responder, atrapado en el torbellino de sensaciones que ella provocaba en él.

—"Sí… me encanta," —jadeó él, sus manos deslizándose por las caderas de Laura, tirando de ella más cerca, buscando contacto.

Laura sonrió, satisfecha con su respuesta. Se inclinó un poco más, dejando que sus labios rozaran los de él mientras susurraba una última cosa.

—"Pues entonces, ¿por qué no hacemos que tu despedida sea inolvidable?" —dijo ella con una sonrisa traviesa.

Sin esperar una respuesta, Laura tomó la iniciativa, deslizando su mano entre ambos hasta alcanzar la entrepierna de José, comenzando a estimularlo lentamente. Los gemidos bajos de José llenaron el silencio de la habitación mientras Laura mantenía el control, marcando el ritmo con movimientos suaves pero intensos.

—"Te prometo que lo que voy a hacer con Pedro será aún más intenso," —murmuró Laura, provocándolo—. "Y te contaré todo, cada detalle… cómo se siente, lo que hago, lo que él me hace…"

José estaba al borde de perder el control solo con esas palabras, y Laura lo sabía. Disfrutaba viendo cómo su cuerpo reaccionaba a cada una de sus provocaciones. Sabía exactamente cómo excitarlo, cómo jugar con su mente.

—"Pero ahora mismo," —continuó ella—, "quiero que solo pienses en mí. Porque esta será la última vez que me tengas para ti… hasta que vuelva de mis travesuras."

José no necesitó más estímulos. Con un movimiento rápido, giró sobre la cama, colocando a Laura debajo de él, listo para entregarse por completo a ese último encuentro antes de que ambos se separaran por el fin de semana. Laura se rió suavemente, encantada con su reacción, y lo recibió con la misma intensidad.

El resto de la mañana se consumió en un torbellino de pasión. Laura y José hicieron el amor con la misma intensidad de siempre, pero esta vez con una carga emocional más profunda. Ambos sabían que, aunque se separaran por unos días, la conexión entre ellos se mantenía tan fuerte como siempre. Y aunque José sabía lo que ocurriría mientras él no estuviera, la idea no lo perturbaba. De hecho, lo hacía sentir aún más cerca de Laura, más conectado con ella en una forma que pocos podrían entender.

Cuando terminaron, exhaustos y satisfechos, se quedaron tumbados en la cama, recuperando el aliento.

—"Creo que este fin de semana va a ser interesante," —dijo José, sonriendo mientras acariciaba el cabello de Laura.

—"Oh, créeme," —respondió ella, aún con esa sonrisa traviesa en los labios—. "Lo será. Y tú serás el primero en enterarte."

Con un último beso, José se levantó de la cama, comenzando a prepararse para su fin de semana con los amigos, mientras Laura permanecía en la cama, satisfecha y ya pensando en lo que vendría cuando invitara a Pedro a su casa.

La relación entre ellos siempre había sido especial, y lo seguiría siendo. No había reglas que no pudieran romper, ni límites que no pudieran explorar juntos. Y mientras José se iba, sabiendo lo que le esperaba a Laura en los días siguientes, no pudo evitar sonreír, sabiendo que ambos estaban exactamente donde querían estar.
 
La verdad es que no me ha gustado nada eso de que le llame cornudo. A mí me parece humillante, aunque entiendo que otra gente no lo vea así.
Esto está desembocando en algo para mí inquietante y es que el sea un cornudo consentidor, que ya parece que lo es y lo de Pedro solo sea el comienzo y folle con muchos otras, cosas que a mí no me hace gracia, pero así son este tipo de relaciones.
Pero si aquí queremos igualdad, el debería hacer exactamente lo mismo, y al menos están empatados.
 
Partamos de la base que aquí se trata de si crees o no en las relaciones abiertas, ya que depende de eso que tú punto de vista cambie.
Yo soy de los que no creo en ellas y me parece un juego muy peligroso ya que alguno de los dos puede empezar a sentir algo por algunos con los que se acuestan e incluso sea la otra parte la que se enamore como puede ser en este caso Pedro y me daría mucha pena por José y Laura, que se ve que se aman, pero que yo considero estás prácticas peligrosas.
Y, desde luego, a mí me gustaría que ya que ella va a seguir acostándose con Pedro, aparezca una chica y José haga lo mismo y le llame cornuda, a esto tienen que jugar todos.
 
A mi tampoco me gustan las humillaciones, pero esto es diferente.

Estamos acostumbrados que las humillaciones vengan de un "macho alfa" hacia el novio que no mata ni una mosca, y esas nos parecen desagradables. Pero en este caso, participa un tipo que era virgen, es tranquilo, tímido y respetuoso. Eso lo hace muy tolerable y el juego del cornudo hasta ahora sólo lo hacen entre la pareja.

No sé si eso cambie, pero lo que si sigue estando en mi mente, es que se involucren sentimientos que podrían cambiarlo todo.
 
A mi tampoco me gustan las humillaciones, pero esto es diferente.

Estamos acostumbrados que las humillaciones vengan de un "macho alfa" hacia el novio que no mata ni una mosca, y esas nos parecen desagradables. Pero en este caso, participa un tipo que era virgen, es tranquilo, tímido y respetuoso. Eso lo hace muy tolerable y el juego del cornudo hasta ahora sólo lo hacen entre la pareja.

No sé si eso cambie, pero lo que si sigue estando en mi mente, es que se involucren sentimientos que podrían cambiarlo todo.

Los sentimientos se pueden mezclar, pero dependiendo de que sentimientos sean los que se mezclen, estos harán que la pareja se afiance, o se estrelle, si solo son sentimientos de cariño, complicidad, simpatia, atraccion puramente sexual, buen rollo, etc. pueden no representar un problema, otra cosa es que el corazón empiece a nublar la razón y haya enamoramiento, o se crea que lo hay, y ahí si que puede haber problemas gordos y graves y la pareja terminará marchándose a tomar por culo.

Pero ojo, de momento "el pusilanime" no participa ni ha participado en o de humillaciones, ni sabemos si participará, ni como va a evolucionar el pajaro, aunque dificilmente en la realidad un pavo así evolucionaría a ser un Alfa, el colega de momento no llega a ser mas que un Beta y muy del montón, o incluso hasta un Omega.

Siempre que no sea un Omega, podrá volverse un buen follador, quizás hasta guarro y algo depravado, pero nunca será un Alfa, un Alfa jamas hubiera estado en la situacion de el de no haberle dado carne leche y huevos a mas de una.

Y menos aunque hubiera sido su primera vez se hubiera follado a esa tia de esa forma, en la que mas bien es ella la que se lo ha follado haciendole pensar/creer que la ha follado el.

Los sentimientos se pueden mezclar, pero depende de que sentimientos sean los que se mezclen, el que la pareja se afiance, o se estrelle.

La de "cornudo" solo ha sido ella durante un juego de pajeo y calentón, y no necesariamente eso debe de entenderse como una humillación, tambien puede entenderse como parte del morbo del juego sin constituir humillación, la humillacion no la genera el uso de un término u otro, o de una expresión "cornudo" o etc, sino el como se desarrolle una situación y las posiciones o roles que adopten las partes.

Mi opinión es que no ha existido humillación, otra cosa es que a futuro pueda haberla, ya sea por parte ella, del todavía "pusilanime" o incluso de los dos.

Quizás nos terminemos encontrando una situacion donde los tres se follan a los tres, o vaya Vd. a saber.

Quien sabe con que cosas nos soprenderá el autor, y con que nos iremos encontrando.

Recordemos, que los humanos estamos dividos en una jerarquía de dominancia entre individuos, los dominantes tambien conocidos como "Alfas (α)", los neutrales tambien llamados "Beta (β)" y los sumisos que reciben la denominación de "Omega (Ω)".

Para mi, y aun a riesgo de equivocarme:

- Jose es un β, incluso un β bajo, sin duda no es un α, ya que es muy raro que un α permita a SU hembra hacer lo que el le permite hacer a ella, y de momento no sabemos que haga el, otra cosa es que el α decida entregarla para disfrutarlo el, pero en ningun caso aceptaría humillaciones ya que el siempre sería el dueño de la situación, que sería una situacion distinta a la vivida aquí, donde ella decide que va a desvirgar a Pedro, y practicamente "le saca-impone" el OK a Jose, manipulandole, pero se lo saca (impone).

- Laura, aparentemente es una hembra α, o en todo caso una β muy proxima al α, no cabe duda de que ni de coña es una Ω, ella ha decidido lo que va a pasar, y se lo impone a los dos, aunque de forma estratégicamente diferente a cada uno. Y no solo se lo folla, sino que "impone" manipulando a su manera el volver a follarselo, y seguramente impondrá tambien a su manera el seguir follandoselo mas veces.

- Pedro, aparentemente un Ω límite con β o viceversa, ello por como se ha comportado y reaccionado hasta ahora, ya que sin mas da por bueno lo que ella ha decidido/ordena.

El mix que tenemos da para mucho juego.

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Última edición:
Cuando José salió por la puerta, dejando atrás su rastro de deseo y complicidad, Laura se quedó en la cama por unos minutos, repasando en su mente todo lo que había ocurrido y lo que estaba por venir. La anticipación la llenaba de una mezcla de emoción y travesura. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer a continuación, y lo hacía con toda la naturalidad del mundo.

Agarró su teléfono, desbloqueándolo rápidamente, y abrió la conversación de WhatsApp con Pedro. No tardó en escribir el mensaje que lo invitaría a lo que sin duda sería un fin de semana inolvidable para él. Con un dedo ágil, escribió:

"Hola, Pedro. 😘 ¿Cómo estás? Quería contarte que voy a estar sola todo el fin de semana. Hablé con José, y está al tanto de todo. Si te apetece, podrías venir y pasar el fin de semana conmigo. Así podemos repetir lo de la otra vez... y además podrías coger más experiencia 😉. ¿Qué me dices?"

El mensaje quedó en su pantalla por unos segundos antes de que lo enviara. Sabía que Pedro no tardaría en responder, su entusiasmo sería palpable, casi lo podía sentir incluso antes de leer su respuesta. Y no se equivocó.

En menos de un minuto, el teléfono vibró con la notificación de un nuevo mensaje. Pedro, efectivamente, estaba alucinando con la propuesta.

"¡Laura! No me lo puedo creer... de verdad, estoy flipando. Estaría encantado de pasar el fin de semana contigo y... bueno, disfrutar otra vez de ti. Nunca pensé que me darías esta oportunidad 😳. Dime cuándo quieres que vaya y estaré allí. ¡Ya mismo si es necesario!"

Laura sonrió al leer su respuesta. Sabía que Pedro estaba ansioso por repetir, y eso solo le aumentaba el morbo de la situación. Su dedo volvió a moverse por la pantalla, escribiendo otro mensaje, aún más directo.

"Perfecto, amor. Pues coge ropa para el fin de semana y ven ya mismo 😉. No me gusta esperar."

Pedro no tardó en confirmar que iba a preparar sus cosas y que estaría allí en un rato. Laura soltó una risita para sí misma, imaginando la rapidez con la que él estaría preparándose para no hacerla esperar. Era algo encantador en su inexperiencia, pero también le gustaba ese toque de sumisión que él mostraba hacia ella, sabiendo que ella tenía todo el control.

Levantándose de la cama, Laura se dirigió al baño para darse una ducha rápida. Mientras el agua caliente caía sobre su cuerpo, pensaba en lo que sucedería ese fin de semana. Sabía que para Pedro, cada momento sería una experiencia nueva, emocionante, y Laura planeaba enseñarle mucho más de lo que había hecho la última vez. Quería que se sintiera cómodo, seguro de sí mismo, y más que nada, que se liberara de las inhibiciones que aún podría tener.

Después de la ducha, se secó lentamente, tomándose su tiempo para elegir qué ponerse. Sabía que cuando Pedro llegara, quería recibirlo de manera impactante, tal como lo había hecho la última vez. Decidió ponerse un conjunto de lencería negro, que contrastaba perfectamente con su piel clara, y lo complementó con un ligero maquillaje que destacaba sus ojos verdes y labios sensuales.

Una vez lista, se dirigió al salón, donde puso algo de música suave mientras esperaba. No pasó mucho tiempo antes de que el timbre sonara, y Laura supo que era Pedro. Con una sonrisa, caminó hacia la puerta, su cuerpo envuelto en esa mezcla perfecta de sensualidad y confianza.

Al abrir la puerta, encontró a Pedro parado allí, con una mochila colgada al hombro y un rostro que reflejaba una mezcla de nervios y entusiasmo. Sus ojos se abrieron como platos al verla de pie en el umbral, vestida solo con ese conjunto negro que dejaba muy poco a la imaginación.

—"¡Hola, Pedro!" —lo saludó ella, su voz suave pero cargada de intención—. "Pasa, estás justo a tiempo."

Pedro entró torpemente, casi tropezando con la entrada, y dejó su mochila a un lado mientras sus ojos no podían dejar de recorrer el cuerpo de Laura. Parecía que aún no podía creer que estaba allí, otra vez, a punto de pasar el fin de semana con la chica que más había deseado.

—"Hola, Laura," —murmuró él, su voz llena de admiración—. "Estás... increíble."

Laura sonrió, acercándose a él mientras sus dedos jugueteaban con la hebilla de su cinturón, un gesto casual pero que le daba a entender exactamente qué estaba por venir.

—"Me alegra que te guste," —le respondió, guiñándole un ojo—. "Hoy vamos a pasarlo muy bien, cariño. Y no te preocupes por nada, ¿vale? Vamos a seguir donde lo dejamos."

Pedro asintió, sin poder articular muchas palabras, aún asimilando la situación. Laura lo tomó de la mano, guiándolo hacia el salón, donde lo hizo sentarse en el sofá. Mientras él intentaba relajarse, ella fue a la cocina y volvió con dos cervezas frías, entregándole una mientras se sentaba a su lado.

—"Brindemos por el fin de semana," —dijo ella, levantando su botella con una sonrisa—. "Por todo lo que vamos a disfrutar juntos."

Pedro levantó su botella, sonriendo tímidamente, y ambos brindaron. La tensión entre ellos era palpable, pero Laura sabía cómo romperla. Se inclinó hacia él, dejando que sus labios rozaran suavemente su cuello mientras susurraba:

—"¿Estás listo para que te enseñe más cosas?"

Pedro cerró los ojos por un momento, estremeciéndose ante el contacto de sus labios y asintiendo con una sonrisa nerviosa.

—"Más que listo," —dijo él, su voz temblorosa pero cargada de deseo.

Laura sonrió, satisfecha con su respuesta, y dejó que el juego comenzara. El fin de semana prometía ser un nuevo capítulo lleno de experiencias para ambos, y Laura estaba dispuesta a asegurarse de que Pedro se sintiera cada vez más seguro, más desinhibido, y completamente entregado a ella. Mientras tanto, José estaría al tanto de todo, recibiendo cada detalle, alimentando su propia fantasía a distancia.



Laura se acomodó a horcajadas sobre Pedro, sintiendo cómo la emoción y la química entre ambos se intensificaban con cada beso que se intercambiaban. La calidez de su cuerpo y la suavidad de sus labios la llenaban de una energía que no podía ignorar. Mientras se besaban, las manos de Pedro empezaron a explorar su figura, deslizándose por su espalda y acariciando su piel. Laura sonrió entre los besos, disfrutando del momento.

—"Vaya, Pedro," —bromeó ella, separándose un poco para mirarlo a los ojos—. "Parece que has cogido soltura."

Pedro rió, su rostro iluminado por una mezcla de nerviosismo y felicidad. Con una sonrisa tímida, le contestó:

—"Es que no todos los días se tiene la oportunidad de tocar unas tetas tan preciosas como las tuyas."

Laura se sonrojó un poco, pero el halago solo la hizo sentir más segura. Sus ojos brillaban con picardía mientras se recostaba de nuevo sobre él, besándolo de nuevo, dejando que sus labios se deslizaran por su cuello, mientras sus manos buscaban el sujetador que cubría sus senos. Con una leve presión, logró soltarlo, dejándolo caer al suelo.

—"Mira, parece que ya no soy la única que sabe lo que hace," —dijo ella, riendo juguetonamente—. "¿Qué tal si ahora vuelves a disfrutar de este espectáculo?"

Pedro no podía contener la emoción. Sus dedos exploraron sus pechos, acariciando suavemente, mientras ella se movía con confianza, disfrutando de la atención que le brindaba. En ese momento, la habitación se llenó de risas y susurros, una mezcla de deseo y camaradería que crecía entre ellos.

Luego, Laura se puso seria de repente, recordando lo que había planeado. Se levantó con un brillo travieso en sus ojos y le dijo:

—"Bueno, cariño, ya sabes lo que viene ahora. ¡Ponte de pie!"

Sin dudarlo, Pedro se levantó, siguiendo sus instrucciones con una mezcla de nervios y emoción. Laura tiró un cojín al suelo y se puso de rodillas frente a él, mirándolo a los ojos mientras le sonreía.

—"Ya sabes lo que hay que hacer," —le dijo con una voz suave y seductora. Con cuidado, comenzó a bajar sus pantalones hasta las rodillas, dejando a Pedro en una posición vulnerable. Su corazón latía con fuerza, y su respiración se volvió más rápida. Laura, sintiendo el efecto que tenía sobre él, se inclinó y comenzó a darle placer oral. Su boca se movía con destreza y sensualidad, disfrutando cada instante mientras Pedro se abandonaba al placer.

Conforme avanzaba, se acordó de José, su pareja, y la idea de grabar un video la atravesó como una corriente eléctrica. Sin detenerse, miró a Pedro y le dijo:

—"Oye, ¿te gustaría grabar un video de esto para que José lo vea?"

Pedro, sorprendido, dejó escapar un suspiro entrecortado, pero asintió con la cabeza, emocionado por la idea.

—"¿En serio? ¿Él lo quiere ver?" —preguntó, su voz llena de curiosidad.

Laura se rio suavemente mientras continuaba su trabajo, buscando hacer que Pedro disfrutara al máximo.

—"Sí," —dijo, mirando hacia arriba, con su mirada fija en sus ojos. "Descubrimos que a José le gusta ser el cornudo de una forma... diferente. Le encanta la idea de que yo esté con otros chicos. Así que, hoy vamos a grabar algunos videos para que esté al tanto de lo que hacemos. ¿Qué te parece?"

La sonrisa de Pedro se amplió mientras asentía, sintiéndose aún más emocionado. La idea de que José estuviera al tanto solo le daba más morbo a la situación. Con un ligero temblor en su mano, tomó el teléfono que Laura le había pasado, asegurándose de que todo estuviera listo para grabar.

—"¡Esto es increíble!" —exclamó, mientras enfocaba la cámara hacia ellos. Laura se sonrió al darse cuenta de lo bien que estaba reaccionando.

—"Recuerda, Pedro, ¡esto es para que él se sienta como si estuviera aquí con nosotros!" —le dijo ella, mientras continuaba. El momento se volvía cada vez más erótico, la idea de que alguien más estaba viendo solo intensificaba el placer que sentía.

Con el teléfono grabando, Laura se concentró en lo que estaba haciendo, intentando que el video fuera perfecto. Sus labios y su lengua trabajaban en armonía, mientras se sumergía en la tarea de hacer que Pedro se sintiera como un rey. Las suaves luces del atardecer se filtraban a través de la ventana, iluminando la habitación y creando una atmósfera perfecta para lo que estaban a punto de grabar.

Pedro no podía creer lo que estaba experimentando. Cada movimiento de Laura era una revelación, un regalo de placer que nunca había imaginado que recibiría. Se sentía perdido entre el deseo y la excitación, y su corazón latía desbocado. La idea de ser filmado solo lo excitaba aún más.

Laura, sintiendo su entusiasmo, miró a la cámara y dijo:

—"Hola, José," —con una voz juguetona—. "Mira cómo lo estamos pasando aquí. Este es solo el comienzo de lo que haremos, así que prepárate para más."

Pedro soltó una risa nerviosa mientras ella continuaba, y la presión de la cámara lo llevaba a un nuevo nivel de excitación. Se le notaba que estaba disfrutando la experiencia, y cada vez que Laura miraba a la cámara, se sentía aún más conectado con su fantasía.

La combinación de todo: el placer que le proporcionaba Laura, el hecho de que José lo estaba viendo, y el juego de poder entre los tres, creaba una dinámica electrizante. Laura sabía que estaba llevando a Pedro a un nuevo nivel, uno que nunca olvidaría. Y mientras continuaba, asegurándose de que cada movimiento se grabara, su mente corría con la idea de cómo compartirían todo esto más tarde.

El video avanzaba, y Laura sintió que había llegado el momento de llevar la situación a un punto culminante. Con una sonrisa traviesa, decidió que era hora de que Pedro sintiera el siguiente paso. Se detuvo un momento, mirándolo a los ojos, y le dijo:

—"¿Listo para llevar esto aún más lejos, Pedro?"

Él, atrapado en el momento, solo pudo asentir, sus ojos llenos de anticipación. Laura se levantó y, con una confianza inquebrantable, lo guió hacia el siguiente nivel de su travesura, sabiendo que este fin de semana sería uno que ninguno de los tres olvidaría jamás.
 
Con sólo algunas entregas de ese relato, no veo una balanza más equilibrada como lo sería en una relación abierta, cada vez se destaca más el carácter consentidor y algo sumiso de José, así van evolucionando los hechos se produce una evidente metamorfosis de los personajes, ya hay evidencia de algunos roles que empiezan a cambiar, y por lo que parece, haciendo uso de Laura será Pedro el principal beneficiado. :cool:
 
Yo sigo insistiendo en lo mismo. Cada uno puede llevar las relaciones como quiera, pero a mí estás cosas no me gustan.
Y esto no lo veo una relación abierta y si la de un consentidor que va a dejar que su novia folle con los que le dé la gana.
Si al menos el hace lo mismo, pues al menos será más justo, aunque supongo que Laura le permite que folle con otras y yo eso lo aprovechaba.
Si ella le humilla llamándolo cornudo aunque creo que sin mala intención, el debe hacer lo mismo.
 

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