Cuando José salió por la puerta, dejando atrás su rastro de deseo y complicidad, Laura se quedó en la cama por unos minutos, repasando en su mente todo lo que había ocurrido y lo que estaba por venir. La anticipación la llenaba de una mezcla de emoción y travesura. Sabía perfectamente lo que tenía que hacer a continuación, y lo hacía con toda la naturalidad del mundo.
Agarró su teléfono, desbloqueándolo rápidamente, y abrió la conversación de WhatsApp con Pedro. No tardó en escribir el mensaje que lo invitaría a lo que sin duda sería un fin de semana inolvidable para él. Con un dedo ágil, escribió:
"Hola, Pedro.
¿Cómo estás? Quería contarte que voy a estar sola todo el fin de semana. Hablé con José, y está al tanto de todo. Si te apetece, podrías venir y pasar el fin de semana conmigo. Así podemos repetir lo de la otra vez... y además podrías coger más experiencia
. ¿Qué me dices?"
El mensaje quedó en su pantalla por unos segundos antes de que lo enviara. Sabía que Pedro no tardaría en responder, su entusiasmo sería palpable, casi lo podía sentir incluso antes de leer su respuesta. Y no se equivocó.
En menos de un minuto, el teléfono vibró con la notificación de un nuevo mensaje. Pedro, efectivamente, estaba alucinando con la propuesta.
"¡Laura! No me lo puedo creer... de verdad, estoy flipando. Estaría encantado de pasar el fin de semana contigo y... bueno, disfrutar otra vez de ti. Nunca pensé que me darías esta oportunidad
. Dime cuándo quieres que vaya y estaré allí. ¡Ya mismo si es necesario!"
Laura sonrió al leer su respuesta. Sabía que Pedro estaba ansioso por repetir, y eso solo le aumentaba el morbo de la situación. Su dedo volvió a moverse por la pantalla, escribiendo otro mensaje, aún más directo.
"Perfecto, amor. Pues coge ropa para el fin de semana y ven ya mismo
. No me gusta esperar."
Pedro no tardó en confirmar que iba a preparar sus cosas y que estaría allí en un rato. Laura soltó una risita para sí misma, imaginando la rapidez con la que él estaría preparándose para no hacerla esperar. Era algo encantador en su inexperiencia, pero también le gustaba ese toque de sumisión que él mostraba hacia ella, sabiendo que ella tenía todo el control.
Levantándose de la cama, Laura se dirigió al baño para darse una ducha rápida. Mientras el agua caliente caía sobre su cuerpo, pensaba en lo que sucedería ese fin de semana. Sabía que para Pedro, cada momento sería una experiencia nueva, emocionante, y Laura planeaba enseñarle mucho más de lo que había hecho la última vez. Quería que se sintiera cómodo, seguro de sí mismo, y más que nada, que se liberara de las inhibiciones que aún podría tener.
Después de la ducha, se secó lentamente, tomándose su tiempo para elegir qué ponerse. Sabía que cuando Pedro llegara, quería recibirlo de manera impactante, tal como lo había hecho la última vez. Decidió ponerse un conjunto de lencería negro, que contrastaba perfectamente con su piel clara, y lo complementó con un ligero maquillaje que destacaba sus ojos verdes y labios sensuales.
Una vez lista, se dirigió al salón, donde puso algo de música suave mientras esperaba. No pasó mucho tiempo antes de que el timbre sonara, y Laura supo que era Pedro. Con una sonrisa, caminó hacia la puerta, su cuerpo envuelto en esa mezcla perfecta de sensualidad y confianza.
Al abrir la puerta, encontró a Pedro parado allí, con una mochila colgada al hombro y un rostro que reflejaba una mezcla de nervios y entusiasmo. Sus ojos se abrieron como platos al verla de pie en el umbral, vestida solo con ese conjunto negro que dejaba muy poco a la imaginación.
—"¡Hola, Pedro!" —lo saludó ella, su voz suave pero cargada de intención—. "Pasa, estás justo a tiempo."
Pedro entró torpemente, casi tropezando con la entrada, y dejó su mochila a un lado mientras sus ojos no podían dejar de recorrer el cuerpo de Laura. Parecía que aún no podía creer que estaba allí, otra vez, a punto de pasar el fin de semana con la chica que más había deseado.
—"Hola, Laura," —murmuró él, su voz llena de admiración—. "Estás... increíble."
Laura sonrió, acercándose a él mientras sus dedos jugueteaban con la hebilla de su cinturón, un gesto casual pero que le daba a entender exactamente qué estaba por venir.
—"Me alegra que te guste," —le respondió, guiñándole un ojo—. "Hoy vamos a pasarlo muy bien, cariño. Y no te preocupes por nada, ¿vale? Vamos a seguir donde lo dejamos."
Pedro asintió, sin poder articular muchas palabras, aún asimilando la situación. Laura lo tomó de la mano, guiándolo hacia el salón, donde lo hizo sentarse en el sofá. Mientras él intentaba relajarse, ella fue a la cocina y volvió con dos cervezas frías, entregándole una mientras se sentaba a su lado.
—"Brindemos por el fin de semana," —dijo ella, levantando su botella con una sonrisa—. "Por todo lo que vamos a disfrutar juntos."
Pedro levantó su botella, sonriendo tímidamente, y ambos brindaron. La tensión entre ellos era palpable, pero Laura sabía cómo romperla. Se inclinó hacia él, dejando que sus labios rozaran suavemente su cuello mientras susurraba:
—"¿Estás listo para que te enseñe más cosas?"
Pedro cerró los ojos por un momento, estremeciéndose ante el contacto de sus labios y asintiendo con una sonrisa nerviosa.
—"Más que listo," —dijo él, su voz temblorosa pero cargada de deseo.
Laura sonrió, satisfecha con su respuesta, y dejó que el juego comenzara. El fin de semana prometía ser un nuevo capítulo lleno de experiencias para ambos, y Laura estaba dispuesta a asegurarse de que Pedro se sintiera cada vez más seguro, más desinhibido, y completamente entregado a ella. Mientras tanto, José estaría al tanto de todo, recibiendo cada detalle, alimentando su propia fantasía a distancia.
Laura se acomodó a horcajadas sobre Pedro, sintiendo cómo la emoción y la química entre ambos se intensificaban con cada beso que se intercambiaban. La calidez de su cuerpo y la suavidad de sus labios la llenaban de una energía que no podía ignorar. Mientras se besaban, las manos de Pedro empezaron a explorar su figura, deslizándose por su espalda y acariciando su piel. Laura sonrió entre los besos, disfrutando del momento.
—"Vaya, Pedro," —bromeó ella, separándose un poco para mirarlo a los ojos—. "Parece que has cogido soltura."
Pedro rió, su rostro iluminado por una mezcla de nerviosismo y felicidad. Con una sonrisa tímida, le contestó:
—"Es que no todos los días se tiene la oportunidad de tocar unas tetas tan preciosas como las tuyas."
Laura se sonrojó un poco, pero el halago solo la hizo sentir más segura. Sus ojos brillaban con picardía mientras se recostaba de nuevo sobre él, besándolo de nuevo, dejando que sus labios se deslizaran por su cuello, mientras sus manos buscaban el sujetador que cubría sus senos. Con una leve presión, logró soltarlo, dejándolo caer al suelo.
—"Mira, parece que ya no soy la única que sabe lo que hace," —dijo ella, riendo juguetonamente—. "¿Qué tal si ahora vuelves a disfrutar de este espectáculo?"
Pedro no podía contener la emoción. Sus dedos exploraron sus pechos, acariciando suavemente, mientras ella se movía con confianza, disfrutando de la atención que le brindaba. En ese momento, la habitación se llenó de risas y susurros, una mezcla de deseo y camaradería que crecía entre ellos.
Luego, Laura se puso seria de repente, recordando lo que había planeado. Se levantó con un brillo travieso en sus ojos y le dijo:
—"Bueno, cariño, ya sabes lo que viene ahora. ¡Ponte de pie!"
Sin dudarlo, Pedro se levantó, siguiendo sus instrucciones con una mezcla de nervios y emoción. Laura tiró un cojín al suelo y se puso de rodillas frente a él, mirándolo a los ojos mientras le sonreía.
—"Ya sabes lo que hay que hacer," —le dijo con una voz suave y seductora. Con cuidado, comenzó a bajar sus pantalones hasta las rodillas, dejando a Pedro en una posición vulnerable. Su corazón latía con fuerza, y su respiración se volvió más rápida. Laura, sintiendo el efecto que tenía sobre él, se inclinó y comenzó a darle placer oral. Su boca se movía con destreza y sensualidad, disfrutando cada instante mientras Pedro se abandonaba al placer.
Conforme avanzaba, se acordó de José, su pareja, y la idea de grabar un video la atravesó como una corriente eléctrica. Sin detenerse, miró a Pedro y le dijo:
—"Oye, ¿te gustaría grabar un video de esto para que José lo vea?"
Pedro, sorprendido, dejó escapar un suspiro entrecortado, pero asintió con la cabeza, emocionado por la idea.
—"¿En serio? ¿Él lo quiere ver?" —preguntó, su voz llena de curiosidad.
Laura se rio suavemente mientras continuaba su trabajo, buscando hacer que Pedro disfrutara al máximo.
—"Sí," —dijo, mirando hacia arriba, con su mirada fija en sus ojos. "Descubrimos que a José le gusta ser el cornudo de una forma... diferente. Le encanta la idea de que yo esté con otros chicos. Así que, hoy vamos a grabar algunos videos para que esté al tanto de lo que hacemos. ¿Qué te parece?"
La sonrisa de Pedro se amplió mientras asentía, sintiéndose aún más emocionado. La idea de que José estuviera al tanto solo le daba más morbo a la situación. Con un ligero temblor en su mano, tomó el teléfono que Laura le había pasado, asegurándose de que todo estuviera listo para grabar.
—"¡Esto es increíble!" —exclamó, mientras enfocaba la cámara hacia ellos. Laura se sonrió al darse cuenta de lo bien que estaba reaccionando.
—"Recuerda, Pedro, ¡esto es para que él se sienta como si estuviera aquí con nosotros!" —le dijo ella, mientras continuaba. El momento se volvía cada vez más erótico, la idea de que alguien más estaba viendo solo intensificaba el placer que sentía.
Con el teléfono grabando, Laura se concentró en lo que estaba haciendo, intentando que el video fuera perfecto. Sus labios y su lengua trabajaban en armonía, mientras se sumergía en la tarea de hacer que Pedro se sintiera como un rey. Las suaves luces del atardecer se filtraban a través de la ventana, iluminando la habitación y creando una atmósfera perfecta para lo que estaban a punto de grabar.
Pedro no podía creer lo que estaba experimentando. Cada movimiento de Laura era una revelación, un regalo de placer que nunca había imaginado que recibiría. Se sentía perdido entre el deseo y la excitación, y su corazón latía desbocado. La idea de ser filmado solo lo excitaba aún más.
Laura, sintiendo su entusiasmo, miró a la cámara y dijo:
—"Hola, José," —con una voz juguetona—. "Mira cómo lo estamos pasando aquí. Este es solo el comienzo de lo que haremos, así que prepárate para más."
Pedro soltó una risa nerviosa mientras ella continuaba, y la presión de la cámara lo llevaba a un nuevo nivel de excitación. Se le notaba que estaba disfrutando la experiencia, y cada vez que Laura miraba a la cámara, se sentía aún más conectado con su fantasía.
La combinación de todo: el placer que le proporcionaba Laura, el hecho de que José lo estaba viendo, y el juego de poder entre los tres, creaba una dinámica electrizante. Laura sabía que estaba llevando a Pedro a un nuevo nivel, uno que nunca olvidaría. Y mientras continuaba, asegurándose de que cada movimiento se grabara, su mente corría con la idea de cómo compartirían todo esto más tarde.
El video avanzaba, y Laura sintió que había llegado el momento de llevar la situación a un punto culminante. Con una sonrisa traviesa, decidió que era hora de que Pedro sintiera el siguiente paso. Se detuvo un momento, mirándolo a los ojos, y le dijo:
—"¿Listo para llevar esto aún más lejos, Pedro?"
Él, atrapado en el momento, solo pudo asentir, sus ojos llenos de anticipación. Laura se levantó y, con una confianza inquebrantable, lo guió hacia el siguiente nivel de su travesura, sabiendo que este fin de semana sería uno que ninguno de los tres olvidaría jamás.