¿Te cuento algo princesa? Al ver tu foto, y tras leerte, me han entrado ganas de acariciarte la mano, que se aferra a tu colgante. El siguiente pensamiento ha sido: ¿Sabrá a chicle ese pintalabios rojo?, he pensado que así fuera no estaría mal, pero buscar con mi lengua el sabor de la tuya tampoco (lo siento, soy de los que besan antes de comer el coño, y después también). Entonces he visto tus coletas,y los hilos rojos, y he deseado desatar uno, y atarlo en mis huevos, por aquello de la leyenda del hilo rojo, y ponerlo en tu mano, para que me guies como si fuera un caballo cogido de las riendas al prado que tu desees, y así yo te pueda dar también mis dos hilos de regalo, un hilo transparente de saliva que me une a tu boca, y un hilo blanco y espeso de semen que riega tu coño.
Todo poesía...