Historia de s: mi vida como sumiso al servicio de Ama.

esclavoilota

Miembro
Desde
6 Jul 2023
Mensajes
9
Reputación
22
Segundo relato. Quizás podría publicado en la sección de experiencias, pero por el estilo en el que está escrito he considerado que encaja mejor aquí. Inspirado en mis vivencias y dedicado a mi Ama; para todos vosotros. Espero que lo disfrutéis.
 

Historia de s: mi vida como sumiso al servicio de Ama.​

Mi nombre no viene al caso, podría ser cualquiera. Estoy enamorado y felizmente casado con la mujer que tanto me ha dado, y soy un sumiso. Esta es mi historia, escrita desde el anonimato y dedicada a mi dueña. Si estás leyendo estas líneas es porque o bien ella la ha publicado o me ha pedido la publique, no para romper los tabús y prejuicios que existen en la sociedad, sino simplemente porque soy su sumiso. Mi Ama, quien también me quiere, sabe que me excita cuando me hace sentir avergonzado o incluso humillado ¿Y no es el escarnio público la mayor de las humillaciones? ¿No es incluso más vergonzoso que ser penetrado, que ser orinado, o que ser obligado a masturbarse en el baño después de ser usado como uno más de sus juguetes sexuales? Es por eso que escribo esta, mi historia, sin adornos o exageraciones, sin mentiras ni fantasías, simplemente con la verdad cotidiana de mi vida de sumiso, para que cuando mi Ama decida publicarla todo aquel que la lea sepa que quizás su vecino, quizás su compañero de trabajo, quizás su amigo de toda la vida, a pesar de que aparentemente lleva una vida normal de cabeza de familia y macho alfa no puede ni siquiera hacerse una miserable paja sin el permiso de su esposa.

Mi historia como sumiso comenzó poco después de nuestro matrimonio, hace ya casi dos décadas, como suelen empezar estas cosas. Como uno más de los juegos de cama que las parejas casadas suelen introducir en la alcoba para dar rienda suelta a sus fantasías más inconfesables con la única persona a la que pueden confesárselas. En nuestro caso fui yo el que inicialmente propuso introducir la dominación femenina en nuestro repertorio. A pesar de que hubo alguna pequeña reticencia previa por parte de mi esposa, que no parecía sentirse cómoda del todo con la idea de ningunearme mientras hacíamos el amor, desde el primer día que me domino quedo claro que para ambos era algo natural y lo que inicialmente fue un juego de una noche enseguida paso a durar primero el fin de semana, luego la semana entera y en apenas un par de años podía tenerme como su esclavo sexual durante varios meses. Con el tiempo hemos ido perfeccionando y refinando el juego, adaptándolo al gusto de ambos, y ya hace casi tres años que prácticamente soy su sumiso a tiempo completo. Este año solamente he tenido tres orgasmos sin que mi mujer me lo ordene, dos de ellos han sido porque me ha llevado al límite y no he conseguido reprimirme y solo uno ha sido por iniciativa propia. La desperté mientras me masturbaba a su lado una noche en la que no podía conciliar el sueño de lo cachondo que estaba después de una sesión de sexo salvaje sin orgasmo y he tenido que pagar las consecuencias: más de tres meses sin poder penetrarla de nuevo y dejar que ella escoja donde nos iremos de vacaciones.

Las reglas del juego son muy sencillas y basadas en el respeto mutuo, como deberían de ser para cualquier relación, ya sea está convencional o de dominación, para que esta sea sana y las hemos puesto blanco sobre negro en una declaración de sumisión que podrás encontrar en esta sección en el hilo: “declaración responsable de sumisión” y que se pueden resumir en:​
  • Realizar con diligencia las tareas domésticas que me corresponden y cualquier otra que ordene.​
  • Satisfacer todas sus órdenes, y fantasías sexuales y proporcionarle todos los orgasmos que desee.​
  • Preguntar una única vez al día si deseas ser acariciada y otra única vez si desea hacer el amor.​
  • Masturbarme única y exclusivamente cuando y donde me pida.​
  • Aceptar humildemente que todos mis orgasmos le pertenecen y que solamente ella puede decidir dónde, cómo y cuándo puedo tenerlos.​
  • Asumir el castigo que me imponga si falto a cualquiera de estos compromisos.​
Antes de nada, quisiera decir que el control de mis orgasmos esta basado en la misma confianza que nos tenemos como pareja. Aunque tengo un cinturón de castidad y como buen sumiso me excita la idea de tener mi pene enjaulado y que mi esposa guarde celosamente la llave colgando de su escote mientras pasea viendo escaparates cogida de mi brazo, en la realidad no es práctico ya que no me siento cómodo haciendo deporte o yendo a trabajar enjaulado. Además, para mi es mucho más excitante saber que no me puedo masturbar porque así se lo he prometido a la mujer que adoro, que por llevar puesto un juguete. No sé, creo que es algo psicológico. Obviamente, no es lo mismo masturbarse qué, por ejemplo, irse de putas como hacen muchos hombres casados, pero si que es una falta de respeto y confianza. Es como si tu pareja te descubre fumando, bebiendo o jugando al bingo a escondidas cuando le has prometido que lo ibas a dejar. Yo me disgusto y me avergüenzo y ella se enfada con razón. Obviamente, todos somos humanos y más de una vez he fallado a mi promesa, pero al cabo de unos días siempre se lo acabo confesando por remordimiento y asumo mi castigo. Además, después de cuatro o cinco días sin eyacular, una semana como muchísimo, tengo los huevos tan cargados que basta con una pequeña estimulación para que rebose. Por lo tanto, mi Ama solo tiene que meterme un dedito, por el culito y masajearme ligeramente la próstata para comprobar si he sido casto y fiel.

Respecto a los castigos, estos pueden ser muy variados y no están pactados, sino que son arbitrarios pero proporcionales. Si la falta es leve, como falta de atención hacia ella o de diligencia a la hora de realizar las tareas domésticas que me corresponden, el castigo, o más bien la falta de premio, suele ser sexual, lo que se traduce en menos sexo y más días de abstinencia. El castigo también puede ser físico y mi Ama no tiene el menor inconveniente en pedirme que me baje los pantalones y sacudirle unos buenos tortazos a mano abierta a mí polla o mis huevos si tengo la osadía de tocarle el trasero sin permiso. Lo cual es mitad premio, mitad castigo porque me deja un dolor deliciosamente excitante. Lamentablemente aún no me ha azotado, y posiblemente nunca lo haga, pero tengo que confesar que nada me excitaría más que utilizara su pala de pádel para darme una buena tunda de azotes que me dejase mi culo bien caliente y colorado para todo el día. En cambio, si la falta es grave, el castigo es más severo y puede ir desde dejar de tener sexo conmigo (si tiene necesidad, puede masturbarse ella sola sin necesidad ni de preguntar ni de informar) a prescindir de caricias, masajes y otras atenciones (que cambia por peluquería, spa, chocolaterapia y que paga con mi tarjeta). Es más, la ocasión en la que me descubrió faltando a mi palabra masturbándome a su lado en mitad de la noche a punto estuvo de costarme la finalización unilateral de la relación Ama-sumiso. ¿Qué sentido tenia hacerla creer que controlaba mis orgasmos si luego yo hacía lo que me daba la gana? Afortunadamente, logre que me perdonara y me diese una segunda oportunidad. De momento ha quedado en tarjeta amarilla, pero como he dicho aquella paja me ha costado más de tres sin penetrarla. Amén del esfuerzo que me ha costado volver a ganarme su confianza. ¡Dios como la quiero!

Curiosamente, las humillaciones y castigos más típicos del BDSM como arrodillarme a sus pies y besar por donde pisa, oler sus braguitas usadas, hacer de porno-chacha (el año pasado me regalo un disfraz de sirvienta sexy por nuestro aniversario), sentarse en mi cara, que ella mire el móvil mientras me masturba y deje de estimularme antes de alcanzar el orgasmo o justo cuando empiezo eyacular y mil y travesuras más son la forma que mi Ama tiene de premiarme por mis atenciones. Tanto es así que cada día, además de decirle lo guapa que es y lo mucho que la quiero estoy deseando realizar tareas domésticas como barrer, fregar, limpiar el polvo, hacer las camas, tender la ropa, planchar, sacar la basura con la esperanza de que mi Ama escriba su nombre bien grande sobre mi pene, lo enjaule en el cinturón de castidad, me inserte usar un plug anal, me deje ponerme alguno de sus conjuntos de lencería o, si está especialmente satisfecha con mis atenciones, que me mee. Llegar hasta aquí ha llevado su tiempo y ha sido un proceso de ensayo y error bastante largo hasta que hemos entendido qué estos fetiches a mi Ama no le proporcionan placer o una satisfacción especial, pero sirven para mantener despierto mi interés por complacerla. Así que una vez superados ciertos prejuicios iniciales profundamente enrraizados en su psique - después de todo, a nadie que no sea un completo hijo de puta le agrada humillar no ya a su pareja si no a otro ser humano – no tiene ningún problema en realizar estos fetiches. A ella apenas le supone ningún esfuerzo y sabe que a mi me excita muchísimo. Ayer mismo me meo encima y aún se me ponen los pelos de punta recordándolo. Una experiencia muchísimo más intensa que cien pajas. Obviamente, las humillaciones deben de resultar excitantes para mí. Nunca le permitiría que se tirase un pedo en la cara como he visto hacer a mi hijo con su hermano pequeño. De todas, no siempre los premios son de este tipo y si el cuerpo se lo pide también es frecuente que me permita darle masajear sus pies o pintar su uñas mientras ve la tele, enjabonarla mientras ella disfruta de un merecido baño de espuma, depilarle o incluso teñirle el pubis cuando quiere cambiar de “look” o echarle la crema hidratante mientras se arregla.

Aunque está meridianamente claro que yo soy su sumiso y a mi esposa, simplemente por el morbo que me produce, la llame cariñosamente Ama, más que una Dominatrix o una Ama la considero una mujer empoderada, femenina y feminista, sin prejuicios ni complejos y que tiene claro lo que quiere en la cama y como y cuando lo quiere. Cuando hacemos el amor, ella sabe perfectamente que una cosa es lo que a mí me apetezca en ese momento, como puede ser ponerla a cuatro patas agarrarla por la cintura y follarla como a una perra, y otra completamente diferente lo que de verdad me gusta y me excita, que no es otra cosa que complacerla en todo lo que me pida hasta verla tener cuantos orgasmos desee. A veces me dice que soy mejor amante que ella, y puede que sea verdad, pero si lo soy es únicamente gracias a la excepcional hembra con la que tengo la suerte de compartir la vida, que está de toma pan y moja, lo sabe y además tiene las ideas claras, es inteligente, feminista y está libre de prejuicios estúpidos. Como ya te he comentado, me excita muchísimo ver satisfecha a mi Ama y nada me da más placer que ser usado para su disfrute personal sin remordimientos y según sus caprichos incluso si ello implica, como en frecuentes ocasiones sucede, no poder correrme. Así que no esperes la típica relación femdom con botas de tacones vertiginosos, traje de latex, látigo y esposas. Al contrario, a mi Ama le gusta vestirse guapa pero cómoda, que la acaricien y besen con ternura, que la desvistan poco a poco y le hagan el amor lentamente. Los únicos dos fetiches de verdadera Dominatrix que tiene son mearse sobre mí, mandarme oler sus tangas o braguitas usados y que le coma el coño. La lluvia dorada es una historia que ha marcado nuestra relación desde el primer momento y que ya he contado en otro de mis relatos. A mi Ama le parece divertido y fascinante ver lo cachondo que me pongo cuando me mea, aunque a mí además de excitarme mucho también me da muchísima vergüenza, sobre todo si el pis cae sobre mi cara. A pesar de las multiples lluvias doradas que he recibido aún me sigo ruborizando cuando mi Ama mira con divertida sorpresa la enorme erección de un tio hecho y derecho tirado en el suelo a sus pies y bañado de pis. Por otro lado, pedirme que huela el aroma fresco de su chochito en la ropa interior es una forma sencilla y extremadamente eficaz de excitarme que me hace soñar con poder comérselo y saborearlo. Y del cunilingus ¿Qué puedo decir? O mejor dicho ¿Qué puedo no decir? Es con diferencia su práctica sexual favorita, con la que más fácilmente alcanza el orgasmo y la que utiliza sin compasión para dominarme. Hay que ver como le gusta. Desde que ha descubierto que no es necesaria la reciprocidad con su sumiso, y superado un ligero sentimiento de culpabilidad inicial, siempre, y cuando digo siempre es, todas y cada una de las jodidas veces que nos acostamos, tengo que bajar al pilón a comer conejo. Finalmente ha entendido que mi placer reside en su egoísmo y es extremadamente generosa siendo egoísta. De hecho, lo es tanto que ha empezado a cambiar el estilismo de su pubis cada vez que le toca depilarse para como dice ella haya variedad en el menú. A mi también me gusta que se arrodille frente a mí para follarle la boca o tumbarme boca arriba con los brazos en la nuca mientras me hace una buena limpieza de sable, pero sé que mi Ama puede vivir perfectamente sin comerme la polla. Me ha jurado que no me va a volver a hacer una mamada hasta que no me ponga en forma pierda unos kilos que tengo de más, y desde entonces, hace casi tres años únicamente, rompe su promesa durante unos pocos segundos el día de mi cumpleaños para como ella misma dice mantenerme motivado el resto del año. Lo peor de todo es que he sido yo el que se lo ha pedido ¿Qué por qué demonios he hecho esto? Bueno en primer lugar porque sinceramente pensé que comiendo sano y con un poco de ejercicio pensé que podría lograrlo en unos pocos meses y ni en la peor de mis pesadillas pensé que el COVID iba llegar y encerrarnos en casa todo un año sin apenas movernos y cocinando cupcakes a diario, pero también lo hice porque parecía que mi Ama sentía cierto remordimiento si después de yo haberla chupado hasta correrse no me hacia una buena mamada; era como si se sintiese en deuda conmigo. Para mí la tentación era demasiado grande y no ara capaz de negarme aunque sabía perfectamente que ella lo hacía por complacerme. Había un conflicto interno entre su deseo como mujer de satisfacer sexualmente a su pareja y mi fetiche de sumiso de ser utilizado sexualmente por su Ama que está simple promesa termino de resolver. A partir de entonces todo atisbo de culpabilidad se esfumo y mi Ama empezó tomar conciencia del poder que tiene sobre mí y si bien sigue premiándome cuando le viene en gana ahora lo hace de una forma completamente condescendiente y aunque finalmente he conseguido bajar de peso (los tres kilos iniciales más otros tres de la pandemia) ya hace tiempo que me ha dicho, no sé si en serio o por provocarme, que mientras yo sea su sumiso no me va volver a hacer una mamada. Quien sabe. Quizás si me la chupe de nuevo algún día, o quizás no. Ella sabrá y el tiempo lo dirá. Por supuesto del sexo anal ya puedo ir olvidándome y ahora solo me permite correrme dentro de ella cuando desea sentir mi lefa entre sus piernas, aunque últimamente ha vuelto a pedirme que use condón. Seguramente habrá dejado de tomar la píldora porque habrá pensado que dada la escasa frecuencia con la que acabo dentro de ella no merece la pena. Afortunadamente aún le excita ver como me corro y habitualmente me permite descargar dos o tres veces al mes, aunque he llegado a estar más de dos meses sin hacerlo. Miedo me da el día en que no lo haga.

Como he dicho, de esto hace ya unos tres años, y desde entonces prácticamente todos los días le pregunto si le apetece que la acaricie o que simplemente le dé un masaje, y si soy sincero raro es el día que me dice que no. Unas veces me pide un masaje en el cuello para aliviar la tensión, otras que le masajeé los pies cansados después de un largo día de trabajo o que le haga un buen masaje en la espalda con un poco de aceite de almendras. Incluso puede que simplemente deseé algún que otro besito y unas caricias. Unos días solamente necesita relajar su musculatura en una zona determinada como los pies o las cervicales y otros días me permite que la acaricie y la masajee por todo el cuerpo durante un buen rato. En cualquier caso, y aunque las caricias pueden ser algo muy erótico, durante esta fase no puedo tocarle ninguna zona erógena. A mí me gusta ser su sumiso, pero es que ella también disfruta de su rol de Ama y si algo he aprendido en estos años de sumisión es que más me vale alejarme de sus increíbles tetas, de fabuloso culo, y por supuesto del pubis e incluso la parte interna de los muslos hasta que no obtenga su permiso explícito para hacerlo. No solo por el castigo que me espera si lo hago, sino porque su necesidad de sexo es bastante menor que la mía y además, al contrario que yo, se masturba a menudo y cuando le apetece y además más de una vez me ha puesto los cuernos cuando sale sola de fiesta. No me lo suele confesar, pero lo sé no solo porque vuelve a casa bien entrada la mañana con pequeños arañazos en la espalda, chupetones en las tetas o incluso marcas de dientes en las tetas, sino por la mirada picara y feliz que tiene al día siguiente. Así que como es una hembra satisfecha, es más que probable que si apenas le rozo un pezón sin su permiso concluya la sesión aun antes de empezar. No hay peor castigo para un sumiso que la indiferencia de su objeto de deseo.

Unos minutos después, si mi Ama no me ha pedido que deje de masajearla empiezo a pensar que quizás hoy sea uno de esos días de suerte y finalmente le pregunto, con un nudo en el estómago por si me dice que no, si desea hacer el amor y solamente cuando me responde que si puedo tocar la fruta prohibida. Entonces, y solo entonces, comienzo a acariciar y besar sus pechos, a chupar sus pezones y agarrar su culo, hasta que finalmente le quito sus braguitas, me coloco sobre ella con mi cara sobre su estómago y poco a poco voy bajando con delicados besos hacia su entrepierna. Una vez allí deslizo mis brazos bajo sus muslos, me agarro a sus caderas, me deleito unos segundos con la maravillosa vista desde esa perspectiva, aspiro su aroma y por último hundo mi cara entre sus piernas y comienzo a lamerla con la secreta esperanza de que ese día quiera polla y me pida penetrarla, pero con la resignación de que lo más probable es que no lo haga. Que simplemente me deje seguir lamiendola y chupandola hasta llegar al orgasmo. Cada segundo que pasa sé que mis posibilidades de follar disminuyen y en cuanto siento sus manos sobre mi cabeza tengo la certeza de que son prácticamente nulas. Sé que poco después empezara a arquear ligeramente la espalda y que, doblando las piernas, colocara las plantas de sus pies sobre mis hombros para facilitar los cada vez más rápidos movimientos de mi lengua sobre su clítoris. En algunas ocasiones me pide que le meta un par dedos y en otras soy yo el que dejo de lamer su clítoris unos instantes y le abro al máximo las piernas flexionadas para meter mi lengua lo más profundo posible. En cualquier caso sé que esa noche se va a correr en mi boca y que una vez que lo haga ya no necesitara ser penetrada. En el mejor de los casos me sentiré afortunado si al finalizar me hace una paja, me deja masturbarme sobre ella o incluso si simplemente me permite hacerlo a su lado porque existe la posibilidad de que me mande al baño a pajearme o incluso de que me esa noche me niegue el orgasmo. Si de mí dependiera la pondría a cuatro patas y me la follaría por detrás a lo perrito, clavándosela hasta el fondo y dándole unos buenos azotes en el culo. Pero no depende de mí. Yo soy su sumiso y me debo a mi Ama. Curiosamente la frustración que siento en ese momento me excita aún más si cabe y hace que le coma el coño como si no hubiera mañana, aferrándome con fuerza a sus caderas, hundiendo mi cara en su vagina, chupando su labia y lamiendo su clítoris hasta sentir como se retuerce de placer en mi boca. Aunque pensándolo bien no me sorprenderme porque en el fondo soy un sumiso, su sumiso, y no hay nada que me excite más que saberme usado por la mujer que adoro, mi Ama, como si fuera su consolador o su satisfyer.

Hablando de juguetes sexuales, entre nuestros juguetes, o quizás debería decir sus juguetes, también esta una vagina fleshlight que utiliza como premio cuando con mis chupadas consigo que tenga un orgasmo excepcionalmente intenso. En esas ocasiones la saca de del cajón de los juguetes y se la coloca entre sus piernas, aprisionándola con los muslos de tal forma que yo pueda tumbarme a su lado y haciendo la cucharita meter mi polla en la falsa vagina para follarla sin follarla mientras me susurra lo calentita y mojada que tiene la suya. Incluso de vez en cuando me permite cambiar el frio coño de plástico por el suyo propio para que pueda comparar ambos durante unas pocas envestidas. Esto es algo que a mí me vuelve completamente loco y que mi Ama le divierte bastante porque nunca me ha dejado terminar dentro suyo y siempre se gira con una sonrisa en los labios para mirarme a los ojos y verme la cara de salido cuando me voy a correr en la falsa vagina. En una ocasión, hace ya algún tiempo cuando acabábamos de comprar la vagina de latex, le pico la curiosidad porque nunca había visto una y quiso ver como la estrenaba así que esa tarde me toco sujetar la fleshlight bajo el cojín de la butaca del salón y completamente desnudo y de rodillas en el suelo me tuve que follar aquella butaca hasta correrme mientras mi Ama me observaba desde el sofá arreglada para salir de cena con unas amigas con una cerveza en la mano y haciéndome fotos con el móvil en la otra. Como te podrás imaginar la escena fue muy morbosa y yo estaba superexcitado, pero la vergüenza que pase después de eyacular al verme abrazado a aquel mueble mientras mi mujer entre sorprendida y divertida me enseñaba alguna de las fotos y videos que acababa de sacar tendrías que experimentarla por ti mismo porque no se puede describir con palabras. A día de hoy aún conserva esas imágenes en su teléfono y no pierde la oportunidad de recordármelo cuando quiere putearme un poco.

Afortunadamente, y como en la variedad está el gusto, además del sexo oral también le gusta follar de vez en cuando. En esas ocasiones, cuando ya tiene el coño completamente chorreando de mi saliva y su flujo, siempre me pregunta:

¿Te apetece metérmela?

Menuda pregunta, por supuesto que me apetece. Llevo semanas o incluso meses ganas de penetrarla esperando ese momento.

Venga métemela. Méteme la polla.

Entonces separo mi cara de su coño y me acuesto lentamente sobre ella sintiendo el contacto de mi piel contra su piel y noto como ella agarra mi pene y lo dirige hacia la entrada de su vagina. No existen palabras en el diccionario para poder describir la sensación que siento mientras la penetro despacio, centímetro a centímetro, y siento como mi verga se desliza fácilmente por las paredes de su lubricado coño y se acomoda en el interior de su vagina. Cuando finalmente estoy dentro de ella un escalofrío de placer recorre mi cuerpo y entonces permanecemos abrazados, inmóviles, como si el mundo se hubiera parado para nosotros. Es solo un minuto, quizás unos segundos, un instante interminable hasta que noto como mi Ama desliza sus manos por mi espalda, baja por mis caderas y se agarra a mi culo empujándome dentro de ella y diciéndome sin tener que decir nada que la penetre. Con la presión de sus manos sobre mis glúteos marca el ritmo de mis embestidas, lentas al principio, pero cada vez más y más rápidas.

Yo me concentro, intento poner la mente en blanco y retrasar mi orgasmo, sincronizarlo con el suyo. Solo si lo consigo sé que podré eyacular dentro de ella y llenarla con el semen acumulado durante semanas en mis testículos mientras noto como los músculos de su vagina aprisionan mi polla con cada contracción de su orgasmo. Las contracciones de su vagina serán más fuertes con cada una de mis descargas y mis embestidas cada vez más potentes con cada uno de sus espasmos, retroalimentándose para llevarnos a ambos aún más haya del orgasmo.

Pero conseguir esto es muy difícil. Lo más normal será que para cuando sienta que mi Ama se está acercando ya sea demasiado tarde para dejarme llevar y no consiga alcanzarla a tiempo. En esos casos dependerá de su magnaminidad lo que ocurra después, pero las probabilidades de terminar dentro se reducen bastante. ¿Después de todo a quien le apetece seguir follando nada más correrse? Así que lo más probable es que me deje masturbarme, con suerte sobre ella, pero en cualquier caso el orgasmo no será ni la mitad de intenso. También puede ocurrir que yo termine antes. Es raro, suelo tener la suficiente fuerza de voluntad para evitarlo, pero podría ocurrir. De todas formas es mejor no pensar en ello porque las consecuencias no serían nadas buenas entre otras cosas porque mi Ama me aparta en cuanto nota que me estoy empezando a correr arruinando completamente mi orgasmo. Y además, por si esto fuera poco, aun tendré que proporcionarle el suyo y me tocara comerle el coño lleno de mi lefa.

Eso es precisamente lo que ocurre en ocasiones en las que me deja a mi tomar las riendas y se relaja totalmente mientras me susurra al oído que se la meta hasta dentro, que la folle duro, que me corra si quiero. Entonces yo me aferro con ambas manos a su culo y se la meto, vaya si se la meto, atravesándola con mi verga, para enseguida casi volver a sacarla muy despacio antes de volver a clavársela violentamente una y otra vez mientras gruño de placer. Me siento un semental desbocado y doy rienda suelta a mis instintos primarios mientras, entre gruñido y gruñido, le doy las gracias a mi Ama por dejarme libre y noto como mis testículos se contraen y llenan su coño de semen al mismo tiempo que la ola de placer que emana de mi polla se extiende por cada poro de mi cuerpo como si fuera una descarga eléctrica en un orgasmo breve pero tan intenso que me deja extenuado. Mi Ama lo sabe y me acaricia el pelo con paciencia mientras poco a poco recupero el aliento. Sé que no hay prisa, me tomo mi tiempo para agradecerle mi orgasmo y susurrarle al oído lo mucho que la quiero mientras la beso y siento como mi pene, cada vez más y más flácido y pequeño, se escurre poco a poco por su vagina que ya no es capaz de impedir que mi semen comience a derramarse entre sus muslos. Me cuesta un tiempo mentalizarme. En ese momento solo quiero seguir echado a su lado, abrazarla, relajarme y quizás dormirme en sus brazos, pero sé perfectamente lo que ella espera de mí y como buen sumiso sumerjo la cara entre sus piernas y le chupo el coño aún lleno de semen todo el tiempo que sea necesario. Y cuando finalmente se corre, normalmente no sin antes pedirme que le meta un par de dedos, lo tiene chorreando de flujo vaginal y saliva pero ya no queda ni una sola gota de semen. Seguramente te suene muy excitante, y de echo ahora mismo estoy excitado recordándolo, pero te aseguro que recién corrido lo es mucho menos y tengo que recordarme a mí mismo una y cien veces lo mucho que he soñado con ese momento. Y es que cuando mi mujer espera que yo le haga una buena comida de coño, no obligado porque aun así me encanta, pero siendo plenamente consciente que no estoy excitado, sé que estoy siendo usado para su placer como cualquier otro juguete sexual y no puedo más que sentirme afortunado de que una hembra empoderada y libre de prejuicios como ella me haya escogido a mi como su pareja.

He de decir que en los últimos meses la muy puta ha refinado la técnica más allá de lo que yo hubiera podido imaginar en mi más alocada fantasía. Se ha dado cuenta de que si no estoy excitado las caricias son más suaves, los besos más tiernos y los preliminares mucho más lentos. Así que, especialmente si llevamos muchos días sin hacer el amor y me nota ansioso, ha empezado a pedirme cada vez que me haga una paja cuando apenas llevo unos minutos acariciándola y muchas veces ni siquiera he llegado a tocarle ni una teta. Afortunadamente le gusta verme masturbarme y a menudo me deja eyacular sobre ella. Eso sí debo de terminar rápido para, ahora sí, continuar haciéndole el amor suavemente como a ella le gusta, utilizando el semen derramado como crema demasaje. Yo ya no soy ningún veinteañero así que obviamente, desde el primer segundo en que me pide pajearme, sé que ese día no voy a poder penetrarla y mucho menos follarmela y también sé que si me pide que la penetre tendré que hacerlo con su consolador y no con mi flácida polla. ¿Me importa? En absoluto. He empezado a apreciar esta forma de amarnos, serena, sin prisas, casi tántrica, en la que me puedo centrarme en su placer sin distracciones. De todas formas más me vale porque creo que ella ha empezado a cogerle el gusto a que su sumiso esté relajado y creo que en el futuro las veces en las que mi mujer me pida que me masturbe antes de hacer el amor van a ser cada vez más frecuentes.​
 
Atrás
Top