Nuevahotwife
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Buenos días.
Después de unas semanas escribiendo en el foro en diferentes hilos y viendo qué es lo que hay por aquí me he planteado abrir este hilo temático porque no lo he encontrado ( si algún administrado o forero con solera quiere corregirme está en su derecho
).
El mundo de los cornudos suele contarse desde la perspectiva del hombre, son ellos los que les cuentan a los demás cómo nos preparamos cómo follamos y cómo lo disfrutan (a mi me encanta que mi marido me enseñe y cuente lo zorrita que soy fuera de casa no me malinterpretéis).. pero creo que también es morboso que nosotras mismas lo contemos desde nuestro punto de vista y nuestra propia experiencia.
Como dice el título del hilo me gustaría que el resto de chicas compartáis cómo empezasteis en este mundo, qué es lo que más os gusta de ser una hotwife, alguna experiencia con vuestros "amigos" o cualquier otra fantasía que se os ocurra.
Empiezo yo. Hoy voy a contaros una de las experiencias sexuales más "turbias" de mi etapa de juventud.
Yo era una chica de apenas 18 años, tenía novio, trabajaba en un bar para pagarme los estudios y sacaba buenas notas. Una chica buena. No llamaba en exceso la atención físicamente, pero era guapa y extrovertida, demasiado en algunos casos. Trabajaba con dos hombres y mi jefe, un chico unos 15 años mayor que yo, bastante serio y borde.
El poder es algo que siempre tienta, y durante ese verano mi jefe me tentaba muchos dias, Detrás de la barra suele haber poco espacio, pero él siempre hacia para que nos encontráramos en lo mas estrecho. Se restregaba contra mi, se agacha a coger un vaso con tan mala suerte que mi culo estaba en el medio. Con el paso del día esos restriegues hacían que se le pusiera dura.
Yo no le decía nada, me gustaba que me desearan, mi novio por aquel entonces no me transmitía el más mínimo morbo… y eso otro pues era un deporte de alto riesgo. Me encantaba. Pasaron los días de refrotes y contestaciones subidas de tono, hasta que me llega un mensaje invitándome a su casa. No sabia si era cierto o me estaba tomado el pelo, pero mi curiosidad era mayor.
Era un piso nuevo, bien amueblado y algo desordenado, cuando me abrió la puerta para invitarme a entrar no sabia que decir, pero aparentando seguridad aunque me temblaban las piernas le dije “Que casa tan bonita”, me cogió de la mano y me llevo al salón, donde tiró de mi hasta que quede encajada entre sus piernas. Sin que me dijera nada ya sabia que la invitación no iba de farol, estaba duro, lo notaba a través del pantalón. Sentía su calor, la manera que se me agarraba a la cintura y del culo lo delataban. No me dió tiempo a decir nada más, me suelta en un tono despreocupado “tu has venido aqui a ver mi casa o a follar?” Después de esa frase me recorrió un escalofrío por la espalda, y sin darme cuenta estaba en su cama.
Hasta entonces mis encuentros sexuales habían sido con personas de mi edad, con mi misma experiencia, pero ahora me manejaba alguien con muchas más tablas… seguía nerviosa, aunque aparentaba tranquilidad y decisión. Tengo muchos “flashes” de recuerdo, más de las sensaciones que de las posturas o de lo que hicimos en concreto. Me recuerdo a mi misma contra la sábana, con el cuello sujeto con fuerza mientras empezaba a apretarme con su polla, nunca habían intentado follarme por detrás y este tio a la primera de cambio estaba intentándolo o más bien consiguiéndolo. Tenia un miembro torcido, con estrías, a penas me lubrico el ano cuando ya estaba dentro de mí. Le escuché gemir en mi oído, no sentía dolor, se me quitaron los nervios de golpe. Me zarandeaba cada vez más rápido, el roce era mayor y yo estaba entre la linea del placer y el dolor...
Cuando se cansó de jugar conmigo me dijo que ya podía irme a casa. La verdad que no recuerdo haberme corrido, estaba tan en tensión que no podía concentrarme por así decirlo. Pero el recuerdo que tengo es así de morboso. Era la primera vez que me usaban así, me gustó, salí de su piso con una sensación de haber hecho algo malo, algo prohibido, algo que volvería hacer muchas otras veces.
Después de unas semanas escribiendo en el foro en diferentes hilos y viendo qué es lo que hay por aquí me he planteado abrir este hilo temático porque no lo he encontrado ( si algún administrado o forero con solera quiere corregirme está en su derecho

El mundo de los cornudos suele contarse desde la perspectiva del hombre, son ellos los que les cuentan a los demás cómo nos preparamos cómo follamos y cómo lo disfrutan (a mi me encanta que mi marido me enseñe y cuente lo zorrita que soy fuera de casa no me malinterpretéis).. pero creo que también es morboso que nosotras mismas lo contemos desde nuestro punto de vista y nuestra propia experiencia.
Como dice el título del hilo me gustaría que el resto de chicas compartáis cómo empezasteis en este mundo, qué es lo que más os gusta de ser una hotwife, alguna experiencia con vuestros "amigos" o cualquier otra fantasía que se os ocurra.
Empiezo yo. Hoy voy a contaros una de las experiencias sexuales más "turbias" de mi etapa de juventud.
Yo era una chica de apenas 18 años, tenía novio, trabajaba en un bar para pagarme los estudios y sacaba buenas notas. Una chica buena. No llamaba en exceso la atención físicamente, pero era guapa y extrovertida, demasiado en algunos casos. Trabajaba con dos hombres y mi jefe, un chico unos 15 años mayor que yo, bastante serio y borde.
El poder es algo que siempre tienta, y durante ese verano mi jefe me tentaba muchos dias, Detrás de la barra suele haber poco espacio, pero él siempre hacia para que nos encontráramos en lo mas estrecho. Se restregaba contra mi, se agacha a coger un vaso con tan mala suerte que mi culo estaba en el medio. Con el paso del día esos restriegues hacían que se le pusiera dura.
Yo no le decía nada, me gustaba que me desearan, mi novio por aquel entonces no me transmitía el más mínimo morbo… y eso otro pues era un deporte de alto riesgo. Me encantaba. Pasaron los días de refrotes y contestaciones subidas de tono, hasta que me llega un mensaje invitándome a su casa. No sabia si era cierto o me estaba tomado el pelo, pero mi curiosidad era mayor.
Era un piso nuevo, bien amueblado y algo desordenado, cuando me abrió la puerta para invitarme a entrar no sabia que decir, pero aparentando seguridad aunque me temblaban las piernas le dije “Que casa tan bonita”, me cogió de la mano y me llevo al salón, donde tiró de mi hasta que quede encajada entre sus piernas. Sin que me dijera nada ya sabia que la invitación no iba de farol, estaba duro, lo notaba a través del pantalón. Sentía su calor, la manera que se me agarraba a la cintura y del culo lo delataban. No me dió tiempo a decir nada más, me suelta en un tono despreocupado “tu has venido aqui a ver mi casa o a follar?” Después de esa frase me recorrió un escalofrío por la espalda, y sin darme cuenta estaba en su cama.
Hasta entonces mis encuentros sexuales habían sido con personas de mi edad, con mi misma experiencia, pero ahora me manejaba alguien con muchas más tablas… seguía nerviosa, aunque aparentaba tranquilidad y decisión. Tengo muchos “flashes” de recuerdo, más de las sensaciones que de las posturas o de lo que hicimos en concreto. Me recuerdo a mi misma contra la sábana, con el cuello sujeto con fuerza mientras empezaba a apretarme con su polla, nunca habían intentado follarme por detrás y este tio a la primera de cambio estaba intentándolo o más bien consiguiéndolo. Tenia un miembro torcido, con estrías, a penas me lubrico el ano cuando ya estaba dentro de mí. Le escuché gemir en mi oído, no sentía dolor, se me quitaron los nervios de golpe. Me zarandeaba cada vez más rápido, el roce era mayor y yo estaba entre la linea del placer y el dolor...
Cuando se cansó de jugar conmigo me dijo que ya podía irme a casa. La verdad que no recuerdo haberme corrido, estaba tan en tensión que no podía concentrarme por así decirlo. Pero el recuerdo que tengo es así de morboso. Era la primera vez que me usaban así, me gustó, salí de su piso con una sensación de haber hecho algo malo, algo prohibido, algo que volvería hacer muchas otras veces.