Como cada año, nos gusta ir a celebrar la noche de las brujas a la playa. La noche de las brujas es el 23 de junio, vestidos de blanco nos vamos a la playa por la tarde/noche, nos llevamos un piscolabis, unas cervecitas, vino o incluso una botellita de champagne. Hacemos nuestra hoguera en la que más tarde quemamos las cosas malas y pedimos deseos para un futuro.
Ese año fuimos a una de nuestras playas habituales, una playa nudista Alicantina. Preparamos nuestro picnic y evidentemente siendo una playa nudista, procedemos a ello, a desnudarnos y disfrutar del momento como nuestras madres nos trajeron al mundo.
Mientras yo amontonaba los troncos de leña para formar la hoguera, ella iba extendiendo un pañuelo de esos grandes para la playa, poniéndose de rodillas y dejando ver todos sus atributos. Me encantaba cuando se ponía en cuclillas mirándo hacia mi, que gustazo de vista, sus preciosos pechos de rosados pezones, ni grandes ni pequeños, perfectos, su vientre apretadito, fino y ese coño carnosito que se abría y dejaba ver como empezaba a estar húmedo por su zona más íntima, indicio que me aseguraba una buena noche.
"vamos a relajarnos un poco", que hay que cenar.
El sol iba cayedo léntamente tras las dunas, mientras se empezaban a ver otras personas llegando a la playa y, las primeras hogueras empezando a tirar algo de humo.
Tras nosotros, entre las dunas, había un grupo de unas 8 personas, de ambos sexos, los cuales pensábamos que nos iban a cortar el rollo pero, todo lo contrario, saber que un par de dunas atrás había un grupo de personas, empezó a ponernos un poco más excitados.
Nos ponemos a lo nuestro, una cervecita, unos frutos secos, unas patatibris con unos mejilloncitos, un poco de queso y jamón...
El grupo que teníamos detrás, cada vez llevaba más follón y juerga, tenían música y se escuchaban muchas risas entre ellos, había muy buen rollo en el grupo. Cuando quisimos darnos cuenta, estaban todos en pelotas, ahí, cenando, de risas y pasándolo pipa con su musiquita y sus cervecitas.
La situación empezó a relajarse a la vez que a ponerse caliente, a cada movimiento de mi pareja, iba dejando ver sus atributos más deseados, ver como se estiraba a coger algo de comer que había dejado en la mochila, mostrando su culo en pompa y su coñito asomando por debajo, el cual, ya empezaba incluso a deslizarse por sus labios, algo de esa babita que tanto me gusta ver y tocar.
Hablábamos sobre el grupo que teníamos detrás, nos daba reparo pero a la vez mucho morbo, ellos estaban a lo suyo y parecía que no les importábamos en absoluto, cada uno estaba con lo suyo y todo era muy natural. Incluso en una ocasión, tres personas del grupo, pasaron a escasos centímetros de nosotros y saludando con toda la naturalidad.
La situación cada vez era más morbosa, yo tenía la polla más dura que el martillo de Thor, me babeaba desde hace un rato, las pelotas las tenía pegadas al culo cogiendo presión para disparar como Rambo en la jungla. Mi pareja miraba mi polla, empezó con sutilies roces o caricias esporádicas hasta que, ya se puso a darle algún besito o incluso empezar a masturbarme. Ya sabíamos lo que tocaba.
La situación era espectacularmente perfecta, la hoguera a unos metros de nosotros, una velas alrededor para poder iluminarnos algo, el grupo a escasos 10 metros de nosotros, con sus risas y su jolgorio, la cerveza, el vino.... era todo perfecto.
Pudimos aguantarnos un poquito, teníamos que pedir los deseos, saltar la hoguera y quemar en ella las cosas que queríamos dejar atrás. Seguido a ello, es tradición meterse al agua por lo menos hasta las rodillas, para así completar el "ritual" de la noche de las brujas. Estando en la orilla mojando los pies, vemos como el grupo que teníamos detrás, viene hacia el agua, todos corriendo en pelotas, entre risas y bromas entre ellos, se lo estaban pasando en grande.
Nosotros seguimos con lo nuestro, nos vamos hacia nuestro sitio y la cosa ya estaba más que clara, ella se tumba boca arriba, me pongo encima de ella y empezamos a besarnos, celebrando así esta noche tan especial. Sus besos siempre han destacado por ser muy suaves, húmedos, sensuales y apasionados... que boca tenía y como sabía usarla. Evidentemente ella estaba boca arriba con sus piernas bien abiertas, su coño venga a escupir ese flujo transparente y cálido, cayendo por todo su ano y llegando hasta a la toalla, yo, encima de ella, con mi polla bien dura y con el glande bien empapado también de mis fluidos.
Empezamos a frotarnos y no pudimos aguantar a penas 10 segundos, tuve que clavársela lenta y progresivamente hasta el fondo, que sensación tan placentera, eran horas esperando llegar a sentir como la iba a follar. Una vez llegado hasta el fondo, volver a sacarla, volver a buscar el fondo de su coño y empezar ya ese ritual de apareamiento sin miramiento alguno. Ella empezaba a gemir sin importarle mucho el grupo que teníamos al lado.
La cosa se desmadró y nos importó poco donde estábamos, follábamos como si estuviesemos en la intimidad de nuestra habitación. Cambiamos de postura... ahora te pones en pompa y te follo por detrás... ahora la saco, me pongo en pie y me la chupas de rodillas... te tumbas, abres las piernas bien y te como entera... Todo eso sin importarnos quien había alrededor. Tras un rato disfrutando de nuestros cuerpos, empecé a masturbarla hasta que explotó con un squirt que casi igualaba a las olas que rompían en la orilla, me encantaba provocar ese tipo de orgasmo en ella, sabía que explotaba de placer. Seguido a ello, con mis manos aun empapadas de su corrida y sin que ella hubiese tenido un segundo para respirar, introduje mi polla en su boca follándola con ganas para así acabar corriéndome entre su boca, su cara y sus preciosos pechos.
Nos fundimos en una noche de tradición, mezclada con pasión, magia y sexo sin control.
Me encanta el ritual de la noche de las brujas.
Ese año fuimos a una de nuestras playas habituales, una playa nudista Alicantina. Preparamos nuestro picnic y evidentemente siendo una playa nudista, procedemos a ello, a desnudarnos y disfrutar del momento como nuestras madres nos trajeron al mundo.
Mientras yo amontonaba los troncos de leña para formar la hoguera, ella iba extendiendo un pañuelo de esos grandes para la playa, poniéndose de rodillas y dejando ver todos sus atributos. Me encantaba cuando se ponía en cuclillas mirándo hacia mi, que gustazo de vista, sus preciosos pechos de rosados pezones, ni grandes ni pequeños, perfectos, su vientre apretadito, fino y ese coño carnosito que se abría y dejaba ver como empezaba a estar húmedo por su zona más íntima, indicio que me aseguraba una buena noche.
"vamos a relajarnos un poco", que hay que cenar.
El sol iba cayedo léntamente tras las dunas, mientras se empezaban a ver otras personas llegando a la playa y, las primeras hogueras empezando a tirar algo de humo.
Tras nosotros, entre las dunas, había un grupo de unas 8 personas, de ambos sexos, los cuales pensábamos que nos iban a cortar el rollo pero, todo lo contrario, saber que un par de dunas atrás había un grupo de personas, empezó a ponernos un poco más excitados.
Nos ponemos a lo nuestro, una cervecita, unos frutos secos, unas patatibris con unos mejilloncitos, un poco de queso y jamón...
El grupo que teníamos detrás, cada vez llevaba más follón y juerga, tenían música y se escuchaban muchas risas entre ellos, había muy buen rollo en el grupo. Cuando quisimos darnos cuenta, estaban todos en pelotas, ahí, cenando, de risas y pasándolo pipa con su musiquita y sus cervecitas.
La situación empezó a relajarse a la vez que a ponerse caliente, a cada movimiento de mi pareja, iba dejando ver sus atributos más deseados, ver como se estiraba a coger algo de comer que había dejado en la mochila, mostrando su culo en pompa y su coñito asomando por debajo, el cual, ya empezaba incluso a deslizarse por sus labios, algo de esa babita que tanto me gusta ver y tocar.
Hablábamos sobre el grupo que teníamos detrás, nos daba reparo pero a la vez mucho morbo, ellos estaban a lo suyo y parecía que no les importábamos en absoluto, cada uno estaba con lo suyo y todo era muy natural. Incluso en una ocasión, tres personas del grupo, pasaron a escasos centímetros de nosotros y saludando con toda la naturalidad.
La situación cada vez era más morbosa, yo tenía la polla más dura que el martillo de Thor, me babeaba desde hace un rato, las pelotas las tenía pegadas al culo cogiendo presión para disparar como Rambo en la jungla. Mi pareja miraba mi polla, empezó con sutilies roces o caricias esporádicas hasta que, ya se puso a darle algún besito o incluso empezar a masturbarme. Ya sabíamos lo que tocaba.
La situación era espectacularmente perfecta, la hoguera a unos metros de nosotros, una velas alrededor para poder iluminarnos algo, el grupo a escasos 10 metros de nosotros, con sus risas y su jolgorio, la cerveza, el vino.... era todo perfecto.
Pudimos aguantarnos un poquito, teníamos que pedir los deseos, saltar la hoguera y quemar en ella las cosas que queríamos dejar atrás. Seguido a ello, es tradición meterse al agua por lo menos hasta las rodillas, para así completar el "ritual" de la noche de las brujas. Estando en la orilla mojando los pies, vemos como el grupo que teníamos detrás, viene hacia el agua, todos corriendo en pelotas, entre risas y bromas entre ellos, se lo estaban pasando en grande.
Nosotros seguimos con lo nuestro, nos vamos hacia nuestro sitio y la cosa ya estaba más que clara, ella se tumba boca arriba, me pongo encima de ella y empezamos a besarnos, celebrando así esta noche tan especial. Sus besos siempre han destacado por ser muy suaves, húmedos, sensuales y apasionados... que boca tenía y como sabía usarla. Evidentemente ella estaba boca arriba con sus piernas bien abiertas, su coño venga a escupir ese flujo transparente y cálido, cayendo por todo su ano y llegando hasta a la toalla, yo, encima de ella, con mi polla bien dura y con el glande bien empapado también de mis fluidos.
Empezamos a frotarnos y no pudimos aguantar a penas 10 segundos, tuve que clavársela lenta y progresivamente hasta el fondo, que sensación tan placentera, eran horas esperando llegar a sentir como la iba a follar. Una vez llegado hasta el fondo, volver a sacarla, volver a buscar el fondo de su coño y empezar ya ese ritual de apareamiento sin miramiento alguno. Ella empezaba a gemir sin importarle mucho el grupo que teníamos al lado.
La cosa se desmadró y nos importó poco donde estábamos, follábamos como si estuviesemos en la intimidad de nuestra habitación. Cambiamos de postura... ahora te pones en pompa y te follo por detrás... ahora la saco, me pongo en pie y me la chupas de rodillas... te tumbas, abres las piernas bien y te como entera... Todo eso sin importarnos quien había alrededor. Tras un rato disfrutando de nuestros cuerpos, empecé a masturbarla hasta que explotó con un squirt que casi igualaba a las olas que rompían en la orilla, me encantaba provocar ese tipo de orgasmo en ella, sabía que explotaba de placer. Seguido a ello, con mis manos aun empapadas de su corrida y sin que ella hubiese tenido un segundo para respirar, introduje mi polla en su boca follándola con ganas para así acabar corriéndome entre su boca, su cara y sus preciosos pechos.
Nos fundimos en una noche de tradición, mezclada con pasión, magia y sexo sin control.
Me encanta el ritual de la noche de las brujas.
Última edición: