La verdad es que lo que nos transmite el autor, es una desconexión emocional entre Carmen y Luis. No precisa quién es el culpable de éste hecho, pero la realidad es esa.
No creo recordar en todo el relato, un detalle que indique que Carmen sigue amando a Luis. Éste último sin embargo, sí que sigue observando y admirando a su esposa desde la distancia.
Creo que Carmen ha dado por finiquitado su matrimonio , y está por Javier al cien por cien.
Si le indicas éstos parámetros a la IA, seguro que te cambia el final.
Luis llegó a casa después de su reunión con Ana. Aunque el bullicio de las calles de la ciudad lo rodeaba, todo parecía sumido en un extraño silencio. Entró al departamento con el rostro tenso, y ahí estaba Carmen, sentada en el sofá con el televisor encendido, aunque apenas prestaba atención a la pantalla. Él la observó por un instante antes de pasar directamente al dormitorio. No hubo saludo, ni palabras; solo un vacío palpable que parecía llenar el espacio entre ellos.
En la soledad de su habitación, Luis cerró la puerta y se dejó caer en la cama. Miró al techo, sintiendo cómo los recuerdos de lo que alguna vez fueron juntos se mezclaban con la realidad de su presente. Aunque el amor por Carmen seguía latiendo dentro de él, también empezaba a aceptar que el matrimonio que habían construido parecía haber quedado en el pasado.
Por su parte, Carmen también sentía el peso de la situación. Aunque no lo decía en voz alta, en su mente había aceptado que su relación con Luis había perdido la chispa de la que alguna vez se alimentó. No era culpa de nadie en particular, simplemente el paso del tiempo y la falta de conexión los habían distanciado. Luis era un buen hombre, dedicado y cariñoso, pero la atracción y la emoción que experimentaba con Javier no tenía comparación.
Una noche, mientras Luis dormía, Carmen recibió un mensaje de Javier. "¿Nos vemos este fin de semana? Te extraño." Sus labios dibujaron una leve sonrisa que contrastaba con la pesada atmósfera del hogar que compartía con Luis. Respondió con rapidez y guardó el teléfono bajo la almohada, como un secreto que protegía con todo su ser.
Al día siguiente, Luis se decidió a enfrentarse a la verdad. Invitó a Carmen a cenar, con la esperanza de abrir un espacio donde pudieran hablar sinceramente. Fue ella quien eligió el restaurante, un lugar pequeño y acogedor que solían frecuentar en los primeros años de su matrimonio. Sin embargo, esa noche no había rastro de la complicidad que alguna vez los había definido.
Mientras compartían la comida, Luis encontró el valor para abordar lo que llevaba semanas atormentándolo.
—Carmen, tenemos que hablar —dijo, dejando el tenedor a un lado.
Ella lo miró fijamente, sin sorpresa, como si hubiera estado esperando esas palabras.
—Dime.
Luis tomó aire y continuó.
—Sé que algo ha cambiado entre nosotros. Lo siento cada día. Y sé que hay alguien más.
Carmen no desvió la mirada. No había rabia ni negación en su rostro, solo un cansancio que reflejaba lo que ambos ya sabían.
—Sí, Luis. Hay alguien más. Javier.
El nombre golpeó a Luis como un mazazo, aunque ya lo esperaba. Apretó la mandíbula y evitó que las lágrimas se asomaran.
—¿Por qué no me lo dijiste? —preguntó con un hilo de voz.
—Porque tenía miedo. Miedo de lastimarte, de enfrentar lo que esto significa. Pero la verdad es que... creo que esto ya no funciona. Hace mucho que dejamos de ser una pareja.
Luis asintió lentamente, aceptando las palabras que sabía eran ciertas. Durante años había tratado de mantener el barco a flote, ignorando las señales de que ambos remaban en direcciones opuestas. Pero ahora, en ese momento, entendió que aferrarse solo prolongaría el dolor.
—¿Lo amas? —preguntó finalmente.
Carmen bajó la mirada, pero no dudó en su respuesta.
—Sí.
Luis cerró los ojos, permitiéndose unos segundos para procesarlo. Aunque dolía, también sintió una extraña sensación de alivio al saber la verdad.
—Entonces creo que lo mejor es que cada uno siga su camino —dijo, con la voz quebrada pero firme.
Carmen asintió, incapaz de decir más. Ambos terminaron la cena en silencio, conscientes de que esa sería la última vez que compartirían la mesa como marido y mujer.
Esa misma noche, Carmen se refugió en su habitación, mientras Luis dormía en el estudio. La distancia entre ellos era ahora más que física; parecía un abismo imposible de salvar. Sin embargo, Carmen no estaba completamente sola en sus pensamientos. Javier seguía siendo el eje central de sus emociones y decisiones. Aunque sabía que su relación con él era complicada, lo consideraba su escape, su nuevo comienzo.
Por otro lado, Ana, movida por su preocupación y sentido de justicia, decidió buscar el contacto de Javier. Lo encontró a través de redes sociales y, tras un breve intercambio, acordaron verse en un café cercano. Javier llegó con una actitud relajada, pero se tensó cuando Ana comenzó a hablarle de Carlos. Le explicó lo sucedido entre su amigo y Carmen, dejando claro que el acoso había sido algo serio y traumático. Javier, sorprendido y algo incómodo, agradeció la información, pero no mostró intención de enfrentar a su amigo. Parecía más preocupado por cómo esto podía afectar su propia imagen en el círculo social.
Semanas después, Carmen tuvo un encuentro inesperado con Ana. Ambas se miraron con un aire de incomodidad antes de iniciar la conversación. Ana, con una mezcla de firmeza y preocupación, confesó que había hablado tanto con Luis como con Javier. Le explicó que lo hizo porque sentía que todos merecían saber la verdad, especialmente Luis, quien estaba siendo traicionado, y Javier, quien debería conocer la verdad sobre sus amigos.
Carmen se sintió traicionada. Aunque entendía las razones de Ana, no podía evitar sentir que su amiga había cruzado un límite. La discusión entre ambas fue tensa, con reproches y lágrimas. Finalmente, Carmen decidió que no quería mantener su amistad con Ana. Ambas se despidieron, conscientes de que su relación había cambiado para siempre.
Por otro lado, Luis, aún procesando todo lo que había sucedido, decidió enfrentarse a Carlos. Lo citó en una cafetería, donde la tensión era palpable. Luis, con la calma que le caracterizaba, le preguntó directamente sobre el acoso hacia Carmen. Carlos, avergonzado, intentó justificar sus acciones, pero Luis lo interrumpió.
—No hay excusa para lo que hiciste —dijo Luis con firmeza—. Lo mínimo que puedes hacer es aceptar tu culpa y alejarte de Carmen. No quiero volver a verte cerca de ella ni de mí.
Carlos, aunque molesto, aceptó. Luis se levantó y salió del lugar, sintiendo una extraña mezcla de satisfacción y agotamiento.
Mientras tanto, Javier comenzó a sentir el peso de su relación con Carmen. Aunque disfrutaba de su compañía, no estaba seguro de querer algo serio. Su círculo de amigos, incluyendo a Carlos, le hacían cuestionar sus decisiones. El miedo de perder su estilo de vida y de enfrentarse a las responsabilidades de una relación seria lo llevó a distanciarse lentamente de Carmen. Este comportamiento no pasó desapercibido para ella, quien comenzó a dudar de su elección.
Por su parte, Luis, aunque destrozado por la ruptura de su matrimonio, encontró momentos de reflexión que lo llevaron a replantearse su futuro. Decidió reunirse nuevamente con Ana para hablar del tema. En esa reunión, Ana le ofreció apoyo y perspectivas que lo ayudaron a entender que, aunque el amor por Carmen seguía vivo, era momento de pensar en sí mismo y en lo que realmente quería para su vida.
Carmen, aunque dolida por el distanciamiento de Javier, comenzó a valorar su independencia y a cuestionar sus elecciones. Luis, ahora más reflexivo, decidió seguir adelante con su vida, abierto a nuevas oportunidades, incluso a explorar una nueva relación con alguien como Ana. Y Javier, atrapado entre sus deseos y sus miedos, quedó en una encrucijada que lo obligaría a decidir entre su vida de soltero y una relación que lo desafiaba.