bacano05
Miembro muy activo
- Desde
- 23 Jun 2023
- Mensajes
- 1,283
- Reputación
- 2,886
Parte 1
Recién me acababa de mudar al piso donde vivo hoy, todos los vecinos eran abuelos y abuelas, menos dos mujeres del edificio de enfrente que tendrían 22-23 años, yo tenía 24 años por aquel entonces. Nos quedamos mirando un instante y como que conectamos pero ahí quedó la cosa en ese momento.
Justo en la parte de mi habitación, faltaban hacer unas reformas, como reparar una pared, poner una puerta y cortinas en la ventana, que justo daba a la ventana de la vecina de enfrente, que vivía en el último piso y pues nos sonreíamos siempre que nos veíamos.
Un día salí por la noche, a un bar musical con unos amigos, ahí conocimos unas chicas que habían dejado plantadas, y pues para animarlas nos juntamos con ellas, conversando de todo un poco, mientras bebíamos alguna copa con juegos de por medio y bailamos también. Con una de ellas conecté de primeras, era morena de ojos claros, con el pelo largo y llevaba gafas, lo que me resultó más excitante.
Entre los dos habían ganas, y me lo hacia saber mientras bailábamos o con los juegos de mesa. Cada roce, cada abrazo y tal, elevaba más la situación.
Al salir del bar, pues ella me comentó que vivía un poco lejos y que tendría que esperar hasta las tantas para el próximo tren, y si podía quedarse a dormir en mi casa. Fue un si rotundo, no le puse peros. Estábamos cansados, solo nos dimos un par de besos apasionados y nos quedamos dormidos abrazados, porque hacia frio ya.
Al día siguiente, ella me despertó con besos por el cuello diciéndome que no se iba a ir sin antes terminar lo empezado anoche. Empezó a bajar su mano desde mi pecho hasta mi bóxer, apretando lo que ya tenia duro. Me salían unos pequeños gemidos y me quedaba oliendo su perfume del cuello mientras la besaba.
Hasta que se metió bajo las sábanas, sacó mi polla y empezó a lamerla de arriba a abajo. Ya empezaba a entrar en calor así que la destape y veía bien como la chupaba toda. En eso me pongo las gafas y veo como está la vecina de enfrente mirando por su ventana, apretándose las tetas y relamiéndose los labios.
Ya no me importaba si miraba, estaba disfrutando de lo lindo, así que la puse en cuatro y le quité el tanguita blanco que llevaba, lo olí y comencé a relamer esos labios que ya estaban jugosos, chuparlos y frotar su clítoris que tenia ya hinchado.
Se corría varias veces en mi boca y me pedía que le metiera mi polla dura. Fue meterle solo la puntita y comenzaba a chorrear, me ponía más cachondo así que la hundía lentamente hasta que la sintiera toda, notaba toda mi polla cubierta de flujos. Era adictivo su coño jugoso, no podía parar de follarla, se sentía bien a gusto dentro de ella, mientras gemía de placer y mordía la almohada.
Al mirar un momento por la ventana, la vecina ya tenia las tetas fuera, apretando sus piernas en una almohada. Se estaba corriendo con lo que tenia enfrente.
Le di la vuelta a la chica, nos seguimos besando intensamente mientras la follaba, hasta que no pude aguantar más y solté cada chorro en su cara y boca, ella no dejaba una gota por perdida, me relamía toda la polla.
Nos quedamos tumbados, uno al lado del otro, mientras nos acariciábamos y recordábamos cada momento. Nos duchamos juntos y la acompañe a la estación para despedirme allí de ella.
De regreso a casa, fui a comprar el pan y allí me encontré a la vecina de enfrente, esta vez no solo fueron miradas, la saludé como si no hubiera pasado nada y me comentó que había visto todo y a ver cuando la invitaba a tomar algo a mi casa.
Continuará.
Recién me acababa de mudar al piso donde vivo hoy, todos los vecinos eran abuelos y abuelas, menos dos mujeres del edificio de enfrente que tendrían 22-23 años, yo tenía 24 años por aquel entonces. Nos quedamos mirando un instante y como que conectamos pero ahí quedó la cosa en ese momento.
Justo en la parte de mi habitación, faltaban hacer unas reformas, como reparar una pared, poner una puerta y cortinas en la ventana, que justo daba a la ventana de la vecina de enfrente, que vivía en el último piso y pues nos sonreíamos siempre que nos veíamos.
Un día salí por la noche, a un bar musical con unos amigos, ahí conocimos unas chicas que habían dejado plantadas, y pues para animarlas nos juntamos con ellas, conversando de todo un poco, mientras bebíamos alguna copa con juegos de por medio y bailamos también. Con una de ellas conecté de primeras, era morena de ojos claros, con el pelo largo y llevaba gafas, lo que me resultó más excitante.
Entre los dos habían ganas, y me lo hacia saber mientras bailábamos o con los juegos de mesa. Cada roce, cada abrazo y tal, elevaba más la situación.
Al salir del bar, pues ella me comentó que vivía un poco lejos y que tendría que esperar hasta las tantas para el próximo tren, y si podía quedarse a dormir en mi casa. Fue un si rotundo, no le puse peros. Estábamos cansados, solo nos dimos un par de besos apasionados y nos quedamos dormidos abrazados, porque hacia frio ya.
Al día siguiente, ella me despertó con besos por el cuello diciéndome que no se iba a ir sin antes terminar lo empezado anoche. Empezó a bajar su mano desde mi pecho hasta mi bóxer, apretando lo que ya tenia duro. Me salían unos pequeños gemidos y me quedaba oliendo su perfume del cuello mientras la besaba.
Hasta que se metió bajo las sábanas, sacó mi polla y empezó a lamerla de arriba a abajo. Ya empezaba a entrar en calor así que la destape y veía bien como la chupaba toda. En eso me pongo las gafas y veo como está la vecina de enfrente mirando por su ventana, apretándose las tetas y relamiéndose los labios.
Ya no me importaba si miraba, estaba disfrutando de lo lindo, así que la puse en cuatro y le quité el tanguita blanco que llevaba, lo olí y comencé a relamer esos labios que ya estaban jugosos, chuparlos y frotar su clítoris que tenia ya hinchado.
Se corría varias veces en mi boca y me pedía que le metiera mi polla dura. Fue meterle solo la puntita y comenzaba a chorrear, me ponía más cachondo así que la hundía lentamente hasta que la sintiera toda, notaba toda mi polla cubierta de flujos. Era adictivo su coño jugoso, no podía parar de follarla, se sentía bien a gusto dentro de ella, mientras gemía de placer y mordía la almohada.
Al mirar un momento por la ventana, la vecina ya tenia las tetas fuera, apretando sus piernas en una almohada. Se estaba corriendo con lo que tenia enfrente.
Le di la vuelta a la chica, nos seguimos besando intensamente mientras la follaba, hasta que no pude aguantar más y solté cada chorro en su cara y boca, ella no dejaba una gota por perdida, me relamía toda la polla.
Nos quedamos tumbados, uno al lado del otro, mientras nos acariciábamos y recordábamos cada momento. Nos duchamos juntos y la acompañe a la estación para despedirme allí de ella.
De regreso a casa, fui a comprar el pan y allí me encontré a la vecina de enfrente, esta vez no solo fueron miradas, la saludé como si no hubiera pasado nada y me comentó que había visto todo y a ver cuando la invitaba a tomar algo a mi casa.
Continuará.