Deva
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No hablo de los juegos y avances en el calor del cuerpo a cuerpo, porque entiendo que una vez metidos en faena, (casi) todo es bienvenido. Me refiero al ataque por sorpresa, como cuando te despierto de la siesta haciéndote crecer en mi boca.
Me refiero a esas veces que me apetece darye placer, porque me gusta verte entregado, porque me hace sentir poderosa. Porque me excita muchísimo. Porque me pone. Porque mientras te vas encendiendo yo me voy haciendo agua y porque casi siempre acabamos follando locamente. Aunque tampoco está nada mal cuando te hago llegar hasta el final al mismo tiempo que me masturbo y mis gemidos quedan ahogados en mi boca llena.
Me refiero a esas veces que te propongo un masaje y te quedas expectante, tendido boca abajo. Cuando te empiezo a besar el cuello y la nuca despacito, erizándote el vello de todo el cuerpo. Cuando te rozo espalda levemente con mis pezones y sé que tienes todos los sentidos concentrados en el tacto. Cuando te estremeces si deslizo la yema de los dedos espalda abajo, por los costados, y mordisqueo tu cintura cuando menos te lo esperas. Cuando los escalofríos te hacen abrir un poquito más las piernas y elevas el culo un poco para acomodar la presión en el pubis.
Me refiero a ese momento en el que los dedos apenas te rozan las nalgas y soplo suavemente y la punta de mi lengua repasa sin presión tu escroto, y noto cómo se contrae inmediatamente.
Me refiero a los leves besos en el interior de los muslos, en las ingles, en mi lengua plana repasando el perineo, el borde del ano, llegando hasta los testículos hinchados y echándote el aliento caliente de mis suspiros, tú enorme sin aún haberte tocado.
Me refiero a cuando, entonces, lamo mis dedos para lubricarlos y masajeo sin prisa la zona entre tu ano y la base del escroto, al tiempo que hago resbalar despacito mis labios entreabiertos por todo el tronco de tu pene.
Me refiero a cómo empiezas a mojarte y recojo con mi lengua yu humedad y la reparto por la polla, que palpita y se golpea sola contra mi boca, y entonces no me queda más remedio que engullirla, sin dejar de acariciar y apretar con mi mano un poco más abajo.
Me refiero a cuando elevas la cabeza para mirarme mientras yo también te miro y entonces llevo stu glande hacia mi garganta, ignorándote cuando me dices que no siga, que estás a punto de correrte.
Me refiero a que es justo entonces cuando necesito aumentar el ritmo, a veces introduciendo un dedo en el ano, y notar cómo te viertes entero en mi campanilla, mientras aprieto mis labios a tu alrededor.
Y entonces mirar tu cara y tratar de fijar esa expresión, para mis recuerdos. Porque me excita.
Porque me pone. Porque me
hace sentir poderosa.
No hablo de los juegos y avances en el calor del cuerpo a cuerpo, porque entiendo que una vez metidos en faena, (casi) todo es bienvenido. Me refiero al ataque por sorpresa, como cuando te despierto de la siesta haciéndote crecer en mi boca.
Me refiero a esas veces que me apetece darye placer, porque me gusta verte entregado, porque me hace sentir poderosa. Porque me excita muchísimo. Porque me pone. Porque mientras te vas encendiendo yo me voy haciendo agua y porque casi siempre acabamos follando locamente. Aunque tampoco está nada mal cuando te hago llegar hasta el final al mismo tiempo que me masturbo y mis gemidos quedan ahogados en mi boca llena.
Me refiero a esas veces que te propongo un masaje y te quedas expectante, tendido boca abajo. Cuando te empiezo a besar el cuello y la nuca despacito, erizándote el vello de todo el cuerpo. Cuando te rozo espalda levemente con mis pezones y sé que tienes todos los sentidos concentrados en el tacto. Cuando te estremeces si deslizo la yema de los dedos espalda abajo, por los costados, y mordisqueo tu cintura cuando menos te lo esperas. Cuando los escalofríos te hacen abrir un poquito más las piernas y elevas el culo un poco para acomodar la presión en el pubis.
Me refiero a ese momento en el que los dedos apenas te rozan las nalgas y soplo suavemente y la punta de mi lengua repasa sin presión tu escroto, y noto cómo se contrae inmediatamente.
Me refiero a los leves besos en el interior de los muslos, en las ingles, en mi lengua plana repasando el perineo, el borde del ano, llegando hasta los testículos hinchados y echándote el aliento caliente de mis suspiros, tú enorme sin aún haberte tocado.
Me refiero a cuando, entonces, lamo mis dedos para lubricarlos y masajeo sin prisa la zona entre tu ano y la base del escroto, al tiempo que hago resbalar despacito mis labios entreabiertos por todo el tronco de tu pene.
Me refiero a cómo empiezas a mojarte y recojo con mi lengua yu humedad y la reparto por la polla, que palpita y se golpea sola contra mi boca, y entonces no me queda más remedio que engullirla, sin dejar de acariciar y apretar con mi mano un poco más abajo.
Me refiero a cuando elevas la cabeza para mirarme mientras yo también te miro y entonces llevo stu glande hacia mi garganta, ignorándote cuando me dices que no siga, que estás a punto de correrte.
Me refiero a que es justo entonces cuando necesito aumentar el ritmo, a veces introduciendo un dedo en el ano, y notar cómo te viertes entero en mi campanilla, mientras aprieto mis labios a tu alrededor.
Y entonces mirar tu cara y tratar de fijar esa expresión, para mis recuerdos. Porque me excita.
Porque me pone. Porque me
hace sentir poderosa.