Me caliento con la vecina modelo y le doy una alegría a mi marido

ikarusulu

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23 Jul 2023
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La conocía, su cara, puede que hasta su cuerpo me sonaran. Pero no conseguía recordar de qué. Se había mudado hacía poco a la urbanización y cada vez que me cruzaba con su lisa melena roja de paseo por las calles me resultaba mas familiar. No somos muy puritanos y en verano lo normal es ir en bañador o hacer top less o nudismo en los jardines de las casas sin que nadie se asuste de ello. Nadie se preocupaba de la vida de sus vecinos mas de lo necesario, aunque si se podía disfrutar de ellos y con ellos se hacia sin complejos.


Un día repasando en cajas olvidadas en el sótano procedentes de la mudanza material pornográfico medio olvidado me encontré sus ojos profundamente azules mirándome desde la portada de una revista. Los ojos gélidamente azulados, el largo cabello rojo fuego y cobre suavemente rizado cayendo descuidadamente sobre uno de sus hombros, los labios gruesos y sensuales fruncidos en el gesto del beso, los hombros níveos, cubiertos de pecas, desnudos. Las manos cubriendo los pezones de grandes areolas claras rosadas, sus pechos redondeados y voluminosos en un gesto de falso, mínimo pudor, pues el pubis desnudo mostraba la gloria llameante de sus rizos y una sábana que parecía de raso apenas cubría los muslos rotundos un poco por encima de las rodillas.


Recordé las veces que en noches solitarias mis manos habían recorrido la geografía de mi propio cuerpo en honor de su embriagadora anatomia, escondida en el baño en casa de mis padres o encerrada en mi habitación a solas. Viéndola en el reportaje gloriosamente desnuda no podia mas que recordarla en su mínimo bikini blanco en el jardín de su chalet, trasteando con las plantas o tomando el sol con la espalda al aire. Cuando la veia en su impúdica prenda blanca y minúscula que realzaba con sabia maestría la belleza de su adorable cuerpo el mio comenzaba a entrar en calor.


Recordando antiguas masturbaciones allí mismo sentada en el frio suelo de cemento del sótano mis manos acariciaron mis pechos voluminosos pero firmes primero por encima de la sencilla camiseta de algodón y luego deslizándose por el vientre y estomago volvieron a subir esta vez por debajo de la tela donde sin el impedimento de un sujetador se marcaban perfectamente los duros pezones que no pude dejar de acariciar. Me había excitado sin remedio, resuelta a no dejar a medias los placeres que estaba comenzando me saqué la camiseta dejando mis pechos al aire para poderlos acariciar sin mas trabas. Solo dejaba de amasarlos durante un segundo para pasar la página del reportaje y contemplar la belleza de mi vecina nuevamente expuesta en otra pose.


Deseaba mas y una de mis manos volvió a deslizarse por mi tersa piel esta vez hacia abajo deslizando un dedo un segundo en el ombligo para casi inmediatamente deslizarse por dentro del corto short vaquero que llevaba. lo desabroché me lo bajé hasta las rodillas para poder introducir sin pausa uno de mis dedos entre los labios mayores de mi vulva.


Un ruido en lo alto de la escalera rompió mi concentración. Mi marido estaba abriendo la puerta del sótano para bajar a buscarme. Solo tuve el tiempo justo de arrojar la revista al suelo y de una patada esconderla bajo una estanteria. Así me sorprendió medio desnuda con los pantalones cortos por los tobillos y masturbándome. Su bella cara se iluminó de inmediato, y con una media sonrisa preguntó si podia ayudarme en algo. Con voz enronquecida no pude mas que decir:


-baja aquí y follame, estoy caliente.


Mientras bajaba se deshizo de su camisa arrojándola a los escalones y dejándome ver sus poderosos pectorales y biceps. Con ironia preguntó


-¿No me digas?


y al llegar junto a mí ya se había bajado los pantalones quedando solo con un tanga negro tapando su poderoso rabo. Lo besé por encima de la licra, notando como se inmediato reaccionaba y se endurecía. Terminé de sacarme mis pantalones quedando completa y gloriosamente desnuda con el coñito encharcado por la masturbación y el poderoso recuerdo de la vecinita.


Ni me molesté en quitarle la prenda que lo cubría, me limité a sacarle el pene ya duro como el acero y los testículos por un lateral del tanga y a girarme para poder apoyarme en una lavadora vieja. meneando las anchas caderas le dije: ¿a que esperas? y así sin mas preámbulos lo introdujo en mi interior de un solo empujón. Bombeaba dulce y lento pero poderoso introduciéndose en mi hasta el fondo y masajeando sin contemplaciones mis pechos sensibles. mordisqueaba mi cuello, la nuca o los hombros. Yo lo cogía del culo echando mi mano hacia atrás para que se clavara profundamente.


En cierto momento me cogió de la cintura, me giró, y cogiéndole de las nalgas me sentó en el borde de la lavadora para volver a metérmela esta vez desde adelante y poder asi besarme en la boca con toda su lengua en la mia y un montón de saliva por parte de ambos. Dos veces me corrí antes de que su orgasmo me llenara de semen. Dulce y cariñoso me besaba dulcemente mientras su polla en mi interior iba quedando flácida y salia por si sola de mi vulva.


Luego cogidos de la cintura y sin molestarnos en vestirnos subimos las escaleras para ir hasta la ducha del jardín a darnos un remojón. Durante todo el polvo no conseguí apartar de mi cabeza las carnes desnudas de la pelirroja lo que consiguió excitarme aun mas.


Mi chico sabia que durante mi juventud me habían gustado las mujeres y chicas y que había tenido experiencias homosexuales pero aunque se moria de ganas por verme en acción con otra chica nunca me lo había pedido. Si conseguía seducir a la vecinita le iba a dar un bonito regalo.





La siguiente vez que me cruce con ella una calurosa mañana tras mi personal descubrimiento vestía un veraniego vestido de escote profundo, la vista del sujetador de encaje blanco en los pechos cónicos que apenas necesitaban sostén, la cola de caballo en que su pelo rojo estaba recogido y que llegaba a la cintura. Los ojos azules mirándome con serenidad pero intensamente me turbaban y eso que ya conocía por las fotos el cuerpo que estaba admirando. Procuré enlazar una conversación con ella, hablamos un poco de jardinería aunque a ninguna nos atria el tema profundamente.





Tenia el sexo depilado por completo, aunque yo recordaba haberlo visto adornado con un bello rizo de llameante vello cobrizo suave, delicado, rojo sangre. Profundo y cálido, húmedo, mi dedo tímido lo acariciaba suavemente, deslizándose sin prisa por los labios ofrecidos.
 
Va bien encaminado este relato, esperemos que siga pronto. (y) (y) (y)
 
La conocía, su cara, puede que hasta su cuerpo me sonaran. Pero no conseguía recordar de qué. Se había mudado hacía poco a la urbanización y cada vez que me cruzaba con su lisa melena roja de paseo por las calles me resultaba mas familiar. No somos muy puritanos y en verano lo normal es ir en bañador o hacer top less o nudismo en los jardines de las casas sin que nadie se asuste de ello. Nadie se preocupaba de la vida de sus vecinos mas de lo necesario, aunque si se podía disfrutar de ellos y con ellos se hacia sin complejos.


Un día repasando en cajas olvidadas en el sótano procedentes de la mudanza material pornográfico medio olvidado me encontré sus ojos profundamente azules mirándome desde la portada de una revista. Los ojos gélidamente azulados, el largo cabello rojo fuego y cobre suavemente rizado cayendo descuidadamente sobre uno de sus hombros, los labios gruesos y sensuales fruncidos en el gesto del beso, los hombros níveos, cubiertos de pecas, desnudos. Las manos cubriendo los pezones de grandes areolas claras rosadas, sus pechos redondeados y voluminosos en un gesto de falso, mínimo pudor, pues el pubis desnudo mostraba la gloria llameante de sus rizos y una sábana que parecía de raso apenas cubría los muslos rotundos un poco por encima de las rodillas.


Recordé las veces que en noches solitarias mis manos habían recorrido la geografía de mi propio cuerpo en honor de su embriagadora anatomia, escondida en el baño en casa de mis padres o encerrada en mi habitación a solas. Viéndola en el reportaje gloriosamente desnuda no podia mas que recordarla en su mínimo bikini blanco en el jardín de su chalet, trasteando con las plantas o tomando el sol con la espalda al aire. Cuando la veia en su impúdica prenda blanca y minúscula que realzaba con sabia maestría la belleza de su adorable cuerpo el mio comenzaba a entrar en calor.


Recordando antiguas masturbaciones allí mismo sentada en el frio suelo de cemento del sótano mis manos acariciaron mis pechos voluminosos pero firmes primero por encima de la sencilla camiseta de algodón y luego deslizándose por el vientre y estomago volvieron a subir esta vez por debajo de la tela donde sin el impedimento de un sujetador se marcaban perfectamente los duros pezones que no pude dejar de acariciar. Me había excitado sin remedio, resuelta a no dejar a medias los placeres que estaba comenzando me saqué la camiseta dejando mis pechos al aire para poderlos acariciar sin mas trabas. Solo dejaba de amasarlos durante un segundo para pasar la página del reportaje y contemplar la belleza de mi vecina nuevamente expuesta en otra pose.


Deseaba mas y una de mis manos volvió a deslizarse por mi tersa piel esta vez hacia abajo deslizando un dedo un segundo en el ombligo para casi inmediatamente deslizarse por dentro del corto short vaquero que llevaba. lo desabroché me lo bajé hasta las rodillas para poder introducir sin pausa uno de mis dedos entre los labios mayores de mi vulva.


Un ruido en lo alto de la escalera rompió mi concentración. Mi marido estaba abriendo la puerta del sótano para bajar a buscarme. Solo tuve el tiempo justo de arrojar la revista al suelo y de una patada esconderla bajo una estanteria. Así me sorprendió medio desnuda con los pantalones cortos por los tobillos y masturbándome. Su bella cara se iluminó de inmediato, y con una media sonrisa preguntó si podia ayudarme en algo. Con voz enronquecida no pude mas que decir:


-baja aquí y follame, estoy caliente.


Mientras bajaba se deshizo de su camisa arrojándola a los escalones y dejándome ver sus poderosos pectorales y biceps. Con ironia preguntó


-¿No me digas?


y al llegar junto a mí ya se había bajado los pantalones quedando solo con un tanga negro tapando su poderoso rabo. Lo besé por encima de la licra, notando como se inmediato reaccionaba y se endurecía. Terminé de sacarme mis pantalones quedando completa y gloriosamente desnuda con el coñito encharcado por la masturbación y el poderoso recuerdo de la vecinita.


Ni me molesté en quitarle la prenda que lo cubría, me limité a sacarle el pene ya duro como el acero y los testículos por un lateral del tanga y a girarme para poder apoyarme en una lavadora vieja. meneando las anchas caderas le dije: ¿a que esperas? y así sin mas preámbulos lo introdujo en mi interior de un solo empujón. Bombeaba dulce y lento pero poderoso introduciéndose en mi hasta el fondo y masajeando sin contemplaciones mis pechos sensibles. mordisqueaba mi cuello, la nuca o los hombros. Yo lo cogía del culo echando mi mano hacia atrás para que se clavara profundamente.


En cierto momento me cogió de la cintura, me giró, y cogiéndole de las nalgas me sentó en el borde de la lavadora para volver a metérmela esta vez desde adelante y poder asi besarme en la boca con toda su lengua en la mia y un montón de saliva por parte de ambos. Dos veces me corrí antes de que su orgasmo me llenara de semen. Dulce y cariñoso me besaba dulcemente mientras su polla en mi interior iba quedando flácida y salia por si sola de mi vulva.


Luego cogidos de la cintura y sin molestarnos en vestirnos subimos las escaleras para ir hasta la ducha del jardín a darnos un remojón. Durante todo el polvo no conseguí apartar de mi cabeza las carnes desnudas de la pelirroja lo que consiguió excitarme aun mas.


Mi chico sabia que durante mi juventud me habían gustado las mujeres y chicas y que había tenido experiencias homosexuales pero aunque se moria de ganas por verme en acción con otra chica nunca me lo había pedido. Si conseguía seducir a la vecinita le iba a dar un bonito regalo.





La siguiente vez que me cruce con ella una calurosa mañana tras mi personal descubrimiento vestía un veraniego vestido de escote profundo, la vista del sujetador de encaje blanco en los pechos cónicos que apenas necesitaban sostén, la cola de caballo en que su pelo rojo estaba recogido y que llegaba a la cintura. Los ojos azules mirándome con serenidad pero intensamente me turbaban y eso que ya conocía por las fotos el cuerpo que estaba admirando. Procuré enlazar una conversación con ella, hablamos un poco de jardinería aunque a ninguna nos atria el tema profundamente.





Tenia el sexo depilado por completo, aunque yo recordaba haberlo visto adornado con un bello rizo de llameante vello cobrizo suave, delicado, rojo sangre. Profundo y cálido, húmedo, mi dedo tímido lo acariciaba suavemente, deslizándose sin prisa por los labios ofrecidos.
Espero la. Segunda temporada 🍌🍌🍌🍌
 
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