MachoVelludo35
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Buenas, he abierto este nuevo hilo para trasladar la historia aquí y poder continuar ya que mi otro usuario está borrado. Así que empezamos:
Está historia empezó en la adolescencia pero hasta el día de hoy mi padre y yo tenemos la misma confianza.
Aclarar antes de nada que lo que aquí se va a narrar es totalmente real y no forma parte de ningun relato inventado.
Vamos a ello.
Nos remontamos a mi adolescencia. Yo era un chaval el cual se había criado como cualquier otro chaval normal y en mi casa vivíamos mis padres, mi hermana y yo (mi hermana al poco se fue a hacer vida con su pareja hasta el dia de hoy)
La relación con mi madre y mi hermana siempre ha sido buena, pero con mi padre ha sido otra historia. Mi padre siempre ha sido un buen colega para mí, siempre poder hablar con él sin tabúes de todo y con muy buen rollo para todo (ya os digo, no lo vi jamás como una figura autoritaria por el buen rollo que teníamos).
Yo soy el chaval de la foto de perfil. Velludo, buen rabote, y jamás he tenido problema para el sexo. No me gusta ponerme etiquetas (aunque en la práctica soy bi) pero no renuncio a un buen coñito ni a una buena polla/culo.
A lo que íbamos…
Mi casa siempre ha sido un ambiente bastante liberal en cuanto al sexo y jamás ha sido un tema tabú. Siempre se ha hablado (llegado el momento de tener una edad para ello cabe aclarar) y no eran de los típicos padres que si salía una escena de sexo en la tele cambiaban de canal o algo…para nada.
Yo en aquella época ya le sacaba brillo al fusil como un experto. Desde que descubrí las buenas corridas no he parado de querer sacarme la leche siempre que he tenido oportunidad.
Podréis entender que en aquella época iba empalmado prácticamente 24/7 (las hormonas) y afortunadamente en la época de Canal+ y tener internet en casa hacía que el acceso al porno nunca fuera en problema como en la época de nuestros padres
.
Como os decía antes mi casa siempre ha sido muy natural y abierta. Si mi madre tenía que ducharse no tenía problemas en pasearse desnuda delante de mí para ir al baño, lo mismo con mi padre. Mi padre para mí siempre ha sido un referente de lo que debía ser un “Macho”, un señor atractivo, peludo, un buen carácter marcado muy rudo, un buen bigote que daba mucho morbo y una polla de carne (como la mía).
Imaginaos en plena adolescencia ver esos paseitos hasta la ducha, aunque confesaré que quien siempre ha tenido mi atención era mi padre. Para mí era un orgullo, un referente “así quiero ser yo de mayor” pensaba, la virilidad en persona que yo aspiraba a ser algún día.
Mis padres siempre han tenido una vida sexual muy activa (cuando digo muy activa es desorbitado) y con el tiempo con gestos que de más pequeños no entendíamos de mayores ya sabíamos cuando mis padres iban a follar.
Fue cuando mi hermana se fue de casa cuando dieron un poco más de rienda suelta a su desvergüenza y empezó a darles todo un poco “igual”.
Como digo mis padres cuando iban a follar se cerraban la puerta, decían “vamos a dormir a la habitación” en fin, las típicas excusas, pero cuando mi hermana se fue de casa dejaron de cerrar la puerta y todo lo silenciosos que eran cuando éramos más pequeños dejaron de serlo para posteriormente comprender que eso que se escuchaba eran los huevos de mi padre chocando con el coño a un ritmo bastante salvaje.
Una de esas noches de adolescencia mis padres dejaron la puerta entreabierta con una luz muy suave pero alumbrando lo suficiente como para ver que se cocía ahí. Mi puerta del dormitorio estaba frente a la suya y en aquel momento abrí los ojos por curiosidad.
Pensaba que se levantarían a hacer sus necesidades (era lo habitual) pero al rato empecé a escuchar un sonido con un ritmo que me era familiar. Siempre he sido muy curioso en la vida en general para todo (lo que me ha traído sus cosas buenas y malas) y esa noche no pude evitar levantarme ya que si estaba en lo cierto mis padres estaban follando como locos.
Fui muy despacio levantándome y caminando como podía ya que al mínimo descuido podía ser pillado, pero bien colocado y estratégicamente jamás podrían verme. Y menos mal que me levanté porque menuda suerte tuve. A partir de ese momento se iría incrementando con los años uno de mis morbos que es el espiar y poder pillar a la gente en plena follada o en una buena paja.
Como digo, cuando me asomé fue todo un deleite visual. El corazón me empezó a ir a mil por hora y la polla parecía que me iba a reventar las costuras del calzoncillo.
Empecé a contemplar como el semental de mi padre le estaba dando una buena ración de sexo a mi madre, fundidos en uno. Era como ver una porno en vivo y que puto morbazo de vistas.
Mi padre embestía a mi madre en la postura del misionero, mientras mi madre gemía hacia adentro pensando que podría escucharles (lo que no sabían era que estaba deleitándome como nunca). Mi padre le daba con una fuerza que pensaba que iba a partirla en las dos, comiéndose la boca al ritmo de las clavadas, sobeteo de tetas…mi padre la sacaba entera y la clavaba de golpe a lo bestia, así varias veces hasta que volvió a coger el ritmo.
Yo no podía más y necesitaba descargar viendo ese espectáculo, tenía la polla que con unos toques sabia que iba a correrme y era la primera vez que la polla se me hinchaba de esa manera.
“Ahora o nunca” pensé, y eso hice. Aprovechando mi ventaja de que no podrían verme mientras me mantuviera donde estaba me saqué el rabo y empecé a masturbarme contemplando aquella follada en vivo. Diré que quien despertaba mis instintos más animales y salvajes era mi padre, verle así, un auténtico toro embistiendo de aquella manera el coño de mi madre, me ponía a tope.
Empecé a darle y en un momento dado escuché a mi padre decirle a mi madre:
“Ponte a 4 nena”
Me oculté un momento para que en el cambio de posturas no pudieran pillarme y cuando vi que estaban otra vez en el lío volví a contemplar esa escena, si antes mi padre estaba desatado el ritmo que llevaba ahora era de auténtico infarto, qué manera de follar más salvaje.
Yo empecé a acelerar el ritmo de mi polla ya que sabía que me quedaba poco, el corazón se me salía del pecho pero esa mezcla de peligro y placer es de lo mejor que sentí en mi vida.
En un momento dado me asomé más de la cuenta y mi padre alzó la vista hacia la puerta donde estaba yo, en aquel momento me quedé de piedra porque nuestras miradas se cruzaron y yo estaba con la polla en la mano y totalmente paralizado ya que pensaba que me iba a caer una bien gorda, pero no vi venir el giro que iba a tomar todo a partir de ahora con la relación con mi padre.
Está historia empezó en la adolescencia pero hasta el día de hoy mi padre y yo tenemos la misma confianza.
Aclarar antes de nada que lo que aquí se va a narrar es totalmente real y no forma parte de ningun relato inventado.
Vamos a ello.
Nos remontamos a mi adolescencia. Yo era un chaval el cual se había criado como cualquier otro chaval normal y en mi casa vivíamos mis padres, mi hermana y yo (mi hermana al poco se fue a hacer vida con su pareja hasta el dia de hoy)
La relación con mi madre y mi hermana siempre ha sido buena, pero con mi padre ha sido otra historia. Mi padre siempre ha sido un buen colega para mí, siempre poder hablar con él sin tabúes de todo y con muy buen rollo para todo (ya os digo, no lo vi jamás como una figura autoritaria por el buen rollo que teníamos).
Yo soy el chaval de la foto de perfil. Velludo, buen rabote, y jamás he tenido problema para el sexo. No me gusta ponerme etiquetas (aunque en la práctica soy bi) pero no renuncio a un buen coñito ni a una buena polla/culo.
A lo que íbamos…
Mi casa siempre ha sido un ambiente bastante liberal en cuanto al sexo y jamás ha sido un tema tabú. Siempre se ha hablado (llegado el momento de tener una edad para ello cabe aclarar) y no eran de los típicos padres que si salía una escena de sexo en la tele cambiaban de canal o algo…para nada.
Yo en aquella época ya le sacaba brillo al fusil como un experto. Desde que descubrí las buenas corridas no he parado de querer sacarme la leche siempre que he tenido oportunidad.
Podréis entender que en aquella época iba empalmado prácticamente 24/7 (las hormonas) y afortunadamente en la época de Canal+ y tener internet en casa hacía que el acceso al porno nunca fuera en problema como en la época de nuestros padres

Como os decía antes mi casa siempre ha sido muy natural y abierta. Si mi madre tenía que ducharse no tenía problemas en pasearse desnuda delante de mí para ir al baño, lo mismo con mi padre. Mi padre para mí siempre ha sido un referente de lo que debía ser un “Macho”, un señor atractivo, peludo, un buen carácter marcado muy rudo, un buen bigote que daba mucho morbo y una polla de carne (como la mía).
Imaginaos en plena adolescencia ver esos paseitos hasta la ducha, aunque confesaré que quien siempre ha tenido mi atención era mi padre. Para mí era un orgullo, un referente “así quiero ser yo de mayor” pensaba, la virilidad en persona que yo aspiraba a ser algún día.
Mis padres siempre han tenido una vida sexual muy activa (cuando digo muy activa es desorbitado) y con el tiempo con gestos que de más pequeños no entendíamos de mayores ya sabíamos cuando mis padres iban a follar.
Fue cuando mi hermana se fue de casa cuando dieron un poco más de rienda suelta a su desvergüenza y empezó a darles todo un poco “igual”.
Como digo mis padres cuando iban a follar se cerraban la puerta, decían “vamos a dormir a la habitación” en fin, las típicas excusas, pero cuando mi hermana se fue de casa dejaron de cerrar la puerta y todo lo silenciosos que eran cuando éramos más pequeños dejaron de serlo para posteriormente comprender que eso que se escuchaba eran los huevos de mi padre chocando con el coño a un ritmo bastante salvaje.
Una de esas noches de adolescencia mis padres dejaron la puerta entreabierta con una luz muy suave pero alumbrando lo suficiente como para ver que se cocía ahí. Mi puerta del dormitorio estaba frente a la suya y en aquel momento abrí los ojos por curiosidad.
Pensaba que se levantarían a hacer sus necesidades (era lo habitual) pero al rato empecé a escuchar un sonido con un ritmo que me era familiar. Siempre he sido muy curioso en la vida en general para todo (lo que me ha traído sus cosas buenas y malas) y esa noche no pude evitar levantarme ya que si estaba en lo cierto mis padres estaban follando como locos.
Fui muy despacio levantándome y caminando como podía ya que al mínimo descuido podía ser pillado, pero bien colocado y estratégicamente jamás podrían verme. Y menos mal que me levanté porque menuda suerte tuve. A partir de ese momento se iría incrementando con los años uno de mis morbos que es el espiar y poder pillar a la gente en plena follada o en una buena paja.
Como digo, cuando me asomé fue todo un deleite visual. El corazón me empezó a ir a mil por hora y la polla parecía que me iba a reventar las costuras del calzoncillo.
Empecé a contemplar como el semental de mi padre le estaba dando una buena ración de sexo a mi madre, fundidos en uno. Era como ver una porno en vivo y que puto morbazo de vistas.
Mi padre embestía a mi madre en la postura del misionero, mientras mi madre gemía hacia adentro pensando que podría escucharles (lo que no sabían era que estaba deleitándome como nunca). Mi padre le daba con una fuerza que pensaba que iba a partirla en las dos, comiéndose la boca al ritmo de las clavadas, sobeteo de tetas…mi padre la sacaba entera y la clavaba de golpe a lo bestia, así varias veces hasta que volvió a coger el ritmo.
Yo no podía más y necesitaba descargar viendo ese espectáculo, tenía la polla que con unos toques sabia que iba a correrme y era la primera vez que la polla se me hinchaba de esa manera.
“Ahora o nunca” pensé, y eso hice. Aprovechando mi ventaja de que no podrían verme mientras me mantuviera donde estaba me saqué el rabo y empecé a masturbarme contemplando aquella follada en vivo. Diré que quien despertaba mis instintos más animales y salvajes era mi padre, verle así, un auténtico toro embistiendo de aquella manera el coño de mi madre, me ponía a tope.
Empecé a darle y en un momento dado escuché a mi padre decirle a mi madre:
“Ponte a 4 nena”
Me oculté un momento para que en el cambio de posturas no pudieran pillarme y cuando vi que estaban otra vez en el lío volví a contemplar esa escena, si antes mi padre estaba desatado el ritmo que llevaba ahora era de auténtico infarto, qué manera de follar más salvaje.
Yo empecé a acelerar el ritmo de mi polla ya que sabía que me quedaba poco, el corazón se me salía del pecho pero esa mezcla de peligro y placer es de lo mejor que sentí en mi vida.
En un momento dado me asomé más de la cuenta y mi padre alzó la vista hacia la puerta donde estaba yo, en aquel momento me quedé de piedra porque nuestras miradas se cruzaron y yo estaba con la polla en la mano y totalmente paralizado ya que pensaba que me iba a caer una bien gorda, pero no vi venir el giro que iba a tomar todo a partir de ahora con la relación con mi padre.