Mi primera infidelidad

El mejor relato que he leído en años.


Encima, el personaje de Raquel lo personifico en una antigua amiga que tuve hace algunos años y me pongo cardíaco...



Mi más sincera enhorabuena.....
 
Después de la ducha decidí bajar al bar del hotel a tomar una caña, si seguía en la habitación no iba a parar de dar vueltas a la cabeza, el hotel tenía una terraza muy agradable, y pensé que viendo a la gente pasar estaría más distraído.

Una vez en la terraza, disfrute de las bondades del clima valenciano, estábamos en abril, y desde luego el clima de Valencia era bastante mejor que el de mi ciudad. Al cabo de un rato, volví a pensar en Raquel, estaba un poco impaciente por verla, habíamos dejado una conversación a medias y no sabía por dónde me iba a salir.

Al cabo de un rato, sonó mi teléfono, era Raquel me preguntaba si estaba listo, le dije que estaba tomando algo en la cafetería, me dijo que enseguida se encontraba conmigo.

No pasaron ni cinco minutos y la vi aparecer, llevaba un pantalón vaquero ajustado que le hacia un culo de infarto, y blusa que, aunque era floja, dejaba claro que debajo había un buen par de tetas, más grandes de lo que yo jamás había podido catar.
  • Hola
  • Hola
  • ¿Quieres que tomemos algo aquí, o vamos a otro lado?
  • Pues dado que tú eres la que conoce la ciudad, me pongo en tus manos.
  • ¿Conoces algo de la ciudad?
  • La verdad es que no, ayer me vine directo del aeropuerto al hotel, y no he visto nada.
  • Pues nada, nos tomamos algo en la zona de la Ciudad de las artes, y luego nos vamos a cenar por Ruzafa, así por lo menos habrás visto la zona más turística y mi zona favorita para cenar.
  • Por mi perfecto.
  • Pues voy pidiendo un Cabify, que por la noche no me gusta conducir, menos aun si bebo.
Llegamos a la zona de la ciudad de las artes, Raquel me estaba explicando cosas sobre su construcción etc., pero yo estaba deseando que me explicase que estaba pasando con mi trabajo. Después de un pequeño paseo nos sentamos a tomar caña en una terraza.
  • Vuelves a estar muy callado – Me dijo Raquel
  • La verdad es que no paro de dar vueltas a lo último que hablamos en tu coche…
  • Ya, eso, no sé si me meto en un lio al decirte algo, pero bueno. Tú se discreto
  • Por supuesto
  • Pues veras, realmente trabajo en el departamento de recursos humanos, y estoy evaluando a varios perfiles, algunos para promocionar y algunos… Pero tu tranquilo, en tu caso se baraja proponerte un puesto mejor.
  • Me dejas aliviado, aunque tampoco mucho, estoy cómodo en mi ciudad, no me gustaría tener que moverme.
  • Ahora sí que voy a habar más de la cuenta, pero en tu caso, lo que se baraja que dirijas tu departamento.
  • ¡¡Vaya!! Ahora sí que me dejas aliviado. Tranquila no diré nada, aunque al final le deis el puesto a otro.
  • La verdad es que no depende de mí, pero en lo que a mí respecta, me ha gustado como te desenvuelves, y también me ha gustado que me comentases tus sospechas de que algo pasaba, creo que para ocupar un puesto directivo hay que ser decidido, otros perfiles que he evaluado, estoy segura de que se han dado cuenta de que algo pasaba y no ha dicho nada.
  • Pues también te agradezco tu franqueza, y tranquila en lo que a mí respecta esta conversación no ha tenido lugar.
Seguimos un rato tomando las cañas y hablando de temas generales de trabajo tiempo etc. Hasta que me dijo de irnos a cenar. Una vez en el restaurante y con un par de copas de vino, que fueron haciendo que la conversación fluyera, esta pasó a temas más personales.
  • Veo que llevas alianza, ¿estás casado?
  • Si, hace doce años
  • Yo siempre digo que estoy casada con mi trabajo, estuve a punto de casarme una vez, pero los dos dábamos mucha importancia a nuestras carreras, y ninguno quiso plantearse tener que ceder para que el otro prosperase.
  • ¿Y te arrepientes?
  • La verdad es que no, me gusta mi vida. Y ahora mismo no me imagino estar atada a un solo hombre – Me dijo con un giño.
Esto último me dejo un poco descolocado, pero por suerte el alcohol me tenía un poco desinhibido.
  • Supongo que tiene sus ventajas… ¿Pero no temes pasar periodos de escasez?
  • Pues no quiero parecer presuntuosa, pero por ahora no tengo problema, supongo que hoy te habrás dado cuenta de cómo me miraba el escote el cliente en cuanto tenía ocasión, me lo curro en el gimnasio, y por ahora no tengo problema. Incluso diría que tú mismo me has echado un par de miraditas…
Al oír eso me puse rojo como un adolescente, había intentado ser discreto, pero por supuesto que me había deleitado con sus curvas mas de una vez a lo largo del día.
  • No te preocupes, estoy acostumbrada, y cuando me miran con discreción hasta me siento alagada. Entiendo que, aunque estés casado tengas ojos y te guste mirar.
  • Es lo que me queda.
  • Bueno, eso depende. He estado con algún casado que tenía una relación abierta. Al menos eso me decían.
  • Ese nunca podría ser mi caso. Además, si mi mujer tiene algo por ahí yo preferirá no saber nada, y creo que ella igual.
  • Pues no sé si me mienten o no, tampoco es mi problema. De lo que si estoy segura, es de que la mayoría viene buscando lo que no le dan en casa, te sorprendería saber la de matrimonios que apenas tienen sexo.
Me quedé pensando en esta última frase de Raquel durante un buen rato, que debió de ser más largo de lo que a mí me pareció, porque Raquel volvió a la carga.

  • ¿Qué pasa? ¿He dado en el clavo? No me digas que te tienen a dos velas.
  • No, no es eso, pero la verdad, es que las pocas veces que he tenido alguna oportunidad de tener algo fuera de casa, si me lo he planteado, es por probar cosas que habitualmente no práctico, pero como uno nunca sabe lo que podría pasar, mejor no me meto en charcos.
  • ¿Qué quieres decir? ¿Ha que tipo de cosas te refieres? ¿no tendrás filias muy raras?
  • No es eso, lo que pasa es que mis necesidades son mayores que las de ella, por decirlo de alguna manera.
Dije mirando a los lados algo incomodo por lo intima que se había vuelto la conversación, temía que la gente de alrededor nos pudiese escuchar. Raquel se dio cuenta y dijo:
  • Creo que esta conversación se está poniendo interesante, ¿qué te parece si vamos a un sitio más tranquilo?
  • Me parece muy buena idea.
Salimos del restaurante, y no fuimos calle arriba.

Si quieres tomamos algo en tu Hotel, a mi me pilla cerca de casa, y seguro que en la cafetería no hay mucha gente. Podremos hablar tranquilos.

Volvimos al hotel dando un paseo, en un momento dado Raquel se agarró de mi brazo como si fuésemos una pareja, en ese momento comencé a notar su pecho contra mi brazo, y casi instantáneamente noté que mi polla se despertaba.

Nos sentamos con un par de gin tonics en una zona sin gente alrededor, no suelo beber mucho alcohol, solo alguna caña o un vino los fines de semana, con lo que llevábamos bebido, no estaba lo que se dice borracho, pero muy desinhibido.
  • Bueno, cuéntame eso de que tus necesidades son mayores que las de tu mujer, me has dejado muy intrigada.
  • Pues veras, mi mujer y yo tenemos sexo con regularidad, está bien, los dos disfrutamos, pero digamos que yo soy más abierto, más curioso, a veces le propongo probar cosas, poner fantasías en práctica, pero ella no se muestra receptiva.
  • Te entiendo, pero no serán cosas muy raras, ¿verdad? No te pega.
  • Pues yo creo que no son tan raras.
  • A ver, ponme algún ejemplo, me tienes intrigada.
  • Pues me da un poco de vergüenza, pero por ejemplo me daría morbo experimentar con juegos de rol, probar un beso blanco, ir a un club liberal…
  • Pues no lo veo tan descabellado, ¿pero tú se lo has planteado? Entiendo que lo de ir a un club liberal son palabras mayores, pero todo lo que quede en la intimidad de vuestro dormitorio lo veo muy normal. Además, si siempre follas con la misma persona, creo que como no practiques cosas nuevas, la monotonía tiene que acabar haciendo mella.
  • Yo creo que, aunque mi mujer disfruta del sexo, su educación le influye mucho, su familia es muy conservadora, y creo que le cuesta desinhibirse.
Llegados a este punto yo estaba entre el morbo y el deshago, quizá no debía contarle estas cosas a una persona que había conocido ese mismo día, pero me sentía a gusto con Raquel, y los efectos del alcohol habían eliminado todos mis filtros, así que seguí hablando.
  • Verás la última vez que le propuse un juego fue hace dos semanas, fuimos un fin de semana de SPA, estábamos en la habitación desnudándonos para ponernos los bañadores e ir a la zona termal. La vi desnuda y me excite un poco, la habitación tenía la típica mesita con dos butacas, le propuse sentarnos desnudos el uno frente al otro, y que cada uno se masturbase viendo como lo hacia el otro.
  • Eso me parece muy morboso.
  • Si, es una vieja fantasía que tengo. Pero no quiso, a pesar de que llevamos 14 años juntos, dice que le da vergüenza masturbarse frente a mí.
  • Pues yo me he puesto a mil solo con visualizarlos, si quieres subimos a tu habitación y lo hacemos. – Me dijo acercando su cara a mi oído.
Esto sí que no me lo esperaba, soy un tipo muy normal, alto y con un cuerpo fuerte de ir al gimnasio regularmente desde hace muchos años, pero también con algo de barriga. Vamos que no estoy mal, pero tampoco se me tiran echan encima las mujeres, y mucho menos un mujerón como Raquel, que aun teniendo unos años más que yo, se podría decir que jugaba una liga superior a la mia.

Me volví a quedar absorto en mis pensamientos un rato mas largo de la cuenta, así que Raquel rompió el silencio.
  • Perdona, me he pasado, no debí decirte algo así, estas casado, no quiero que pienses que voy por ahí entrándole a todos los tíos, pero me dio morbo la conversación y me deje llevar.
  • No te preocupes, es que no me lo esperaba, eres una mujer muy atractiva y no pensaba que podrías fijarte en alguien como yo.
  • Que tonto, tu tampoco estas nada mal. De todas formas, me deje llevar porque, aunque morboso, me pareció un juego muy inocente, al fin y al cabo, solo se trata de mirar. Es como cuando ves a alguien que te pone mucho en la playa, y te masturbas en la ducha al llegar a casa. Y si te soy sincera, a juzgar por el bulto que tienes en el pantalón, estoy segura de que cuando subas a la habitación, te vas a masturbar si o si, dudo que te vayas a dormir así, ja, ja
Muy bueno el relato y muy bien temporizado.
 
Cuando me desperté volvía a notar excitación, notaba una agradable sensación de calor húmedo venia de mi polla, cuando tomé conciencia de la situación, me di cuenta de que Raquel tenía mi polla semi empalmada en su boca, al darse cuenta de que me había despertado, me dio un beso en el que pude notar todo el sabor a mi polla en su boca y me dijo:
  • Siempre quise despertar a un hombre con una mamada ¿te ha gustado?
  • Mucho, pero seguro que no soy el primero
  • Lo creas o no, nunca se me había dado la ocasión.
Mientras hablábamos me pajeaba lentamente, yo le acariciaba su imponente culo, era generoso, pero muy firme con un tacto suave. Recordé que hacía así como una hora había lamido su ano y le había metido un dedo con suma facilidad y volví a pasar mi dedo por su ano.
  • ¿Qué te apetece que hagamos ahora? – Me pregunto con una sonrisa picara
  • Se me ocurren un par de cosas – dije incrementando la presión sobre su ano
Desde luego Raquel era una mujer muy ardiente, desde una novia que tuve en la universidad no había podido practicar sexo anal, esta oportunidad no la iba a dejar pasar, incremente la presión, y me dedo entro casi por completo en su ano.
  • Espera un momento, si quieres jugar con mi culito, vas a tener que pagar un peaje.
  • ¿a qué te refieres?
  • Casi todos los hombres queréis jugar con nuestros culos, ¿pero me vas a dejar que yo juegue con el tuyo?
  • Lo que tu quieras, adelante
Estábamos tumbados en la cama uno al lado del otro, hasta ese momento yo estaba boca arriba con Raquel pajeándome lentamente, y ella tumbada de lado mientras yo jugaba con su culo. Soltó mi polla y me hizo separar las piernas, se puso de rodillas entre ellas, y comenzó lamiendo mi glande, después de fue bajado y lamio mis huevos. Mientas hacia esto, cogió un cojín de la cama y me indicó que levantase las caderas para poner el cojín debajo de las mismas y dejar me ojete mas accesible. Raquel volvió a lamer mis huevos, y poco a poco fue bajando y pude notar su lengua paseando por mi ano, era una sensación que nunca había experimentado, me estaba muriendo de gusto.

Al momento note que volvía a mi polla, se notaba sus labios rodear mi capullo y su lengua por mi glande, en ese momento note una presión en mi ano, un dedo se estaba abriendo paso, no me agradó en un principio, pero me deje hacer, y en poco tiempo Raquel tenia mi polla en su boca y un dedo introducido en mi ano. La sensación de placer era brutal. Raquel se incorporó y me dijo:
  • ¿te gusta?
  • Mucho
  • Me alegra oír eso, es hora de que disfrutes de tu culo de verdad.
Se incorporo del todo y se dirigió a una cómoda que había en un lateral de la cama, junto a la ventana.
  • ¿Qué vas a hacer?
  • Tranquilo, te voy a follar como nunca lo han hecho en tu vida
Mientras decía esto, saco del cajón un dildo y me lo mostró con una sonrisa triunfal, era un pene color carne muy realista, de un tamaño similar al mío.

Si tu quieres meter eso en mi culo – dijo señalando mi polla- yo voy a meter esto por el tuyo. Además, sé que te va a encantar.

Cogió un arnés y se lo puso, yo la contemplaba desde la cama, cada vez más excitado, otra de mis fantasías que Raquel iba a cumplir, estaba tan excitado que el tamaño de ese pene de mentira que iba a desvirgar mi culo, ni me preocupaba.

Una vez Raquel tuvo el arnés puesto, se colocó el dildo en una anilla que tenia este, la visión era brutal, esa mujer de imponentes pecho y curvas, con un arnés de tiras de cuero, y una polla de unos 18 centímetros preparándose para follarme. Cogió un bote de lubricante, se echó un poco en la mano, y comenzó a repartirlo por el dildo como si estuviese pajeando una polla.

Se acerco a mi y con esa mano acarició mi ano lubricando con los restos de lubricante que tenia en su mano, introdujo un dedo con suma facilidad, luego dos con los que hizo el movimiento de follarme el culo mientras con la otra mano me pajeaba. Estuvo así un par de minutos, hasta que decidió que estaba listo para el dildo. Puso la punta en mi ano y comenzó a empujar, el dildo era bastante mas grueso que un dedo, entraba poco a poco pero con una sensación de ardor y dolor que no me esperaba, Raquel notó que me estaba doliendo rebajo la presión pero no retrocedió un milímetro.

Relájate cariño, en cuanto este dentro te va a encantar

Poco a poco siguió empujando mientras el dildo se abría paso en mi culo, y el dolor se fue convirtiendo en placer, la visión de sus pechos mientras me penetraba me volvía loco, ella comenzó a moverse en un vaivén que lejos de producirme el dolor de hace un momento, me estaba volviendo loco de placer. De mi polla comenzó a salir un hilo de líquido preseminal, raque lo cogió con un dedo, hico ademan de ir a lamerlo, pero cuando estaba a punto de meterlo en su boca, paró y dirigió el dedo a mi boca. Yo lo recibí abriendo mi boca, y lamí ese dedo como si fuese el mas rico de los manjares. Raquel me miraba con cara de satisfacción. Después de un rato en esa postura, Raquel saco el dildo de mi culo, y me dijo que me pusiese a cuatro patas, yo obedecí y me puse a cuatro patas, Raquel se situó detrás de mí y me penetró con el dildo, esta vez entro con suma facilidad, se apoyó sobre mí, y pude notar el peso de sus pechos en la espalda, deslizo su mano para acariciar mi polla, pero le pedí que no lo hiciese, quería retrasar el máximo mi orgasmo.

Estuvimos así un par de minutos, hasta que Raquel me dijo al oído:

Es tu turno, ya puedes follar mi culo

Se retiro de encima de mí y mientras yo me incorporaba se puso a cuatro patas en la cama con el culo en pompa, cuando me puse detrás me quede de piedra, ¡en algún momento Raquel se había colocado un plug anal y yo ni siquiera me había enterado!, lo retire tirando de el poco a poco y comencé a comerle el culo como un loco, lo ensalivé todo lo que pude, y comencé a alternar lametones con meter y sacar primero un dedo, y luego dos. Intenté alargar lo máximo el momento, pero ese culo estaba mas que preparado y Raquel estaba deseosa de que la penetrase.

-Venga, métemela, no aguanto más…

Realmente estaba desatada, nunca había estado con una mujer así, apunte la punta de mi polla hacia su culo, y en un empujón estaba dentro con mucha facilidad, quise empezar despacio, pero era Raquel la que se movía adelante y atrás marcando un ritmo cada vez mas rápido, por mi parte le acariciaba desde atrás los pechos que colgaban majestuosos, en un momento dado fui a acariciar su coño y me di cuenta de que Raquel además se estaba masturbado, esto me puso aun mas cachondo, su manera de disfrutar del sexo me volvía loco. Deje mi mano encima de la mano con la que Raquel se masturbaba, de repente Raquel aceleró su respiración, y en un gemido, se corrió empapando su mano y la mía, esto ya fue demasiado, no pasaron ni diez segundos hasta que me descargue en el interior de su culo.
Muy, pero que muy bueno.
Bravo, sigue así... Aunque me duela la polla de lo dura que se me ha puesto.
 
Pasaron los días y yo me iba habituando a mi nueva situación laboral, en casa todo iba bien con Ana, la convivencia como siempre era muy buena, y en el sexo yo seguía tratando de introducir prácticas nuevas, algún avance lograba, pero mi morbo siempre era mucho mayor que el de Ana. No podía evitar recordar la voracidad de Raquel, lo desinhibida que era, su forma de disfrutar del sexo sin tapujos…

Ana trabajaba en un negocio familiar, su padre había empezado con una carpintería que poco a poco se había acabado convirtiendo en una fabrica de muebles de cocina. Ana, en teoría, era la responsable de administración, pero como es usual en negocios familiares hacía casi de todo. Esto le hacía llevar una vida muy activa, lo cual se juntaba con una buena genética, e implicaba que sin pisar un gimnasio ni matarse de hambre, mantuviese el mismo físico que cuando la conocí con 24 años. Recuerdo que era la típica chica guapa, delgadita que no llamaba la atención especialmente, no se veía muy voluptuosa ni tenía grandes curvas, pero cuando la vi desnuda por primera vez me quedé alucinado, era delgada, pero con un culo duro, redondo y muy firme, sus pechos no eran grandes, pero tenían una bonita forma y estaba en su sitio. Ahora veinte años después de cuando la conocí, prácticamente tenía el mismo físico, solo el pecho un pelín mas caído, pero seguía estando muy bien.

El miércoles por la noche, llegó muy contenta a casa, me dijo que había cerrado una venta con una constructora para poner las cocinas a dos bloques de viviendas, era la venta más grande que había conseguido hacer nunca, y me dijo de salir a celebrarlo. Nos fuimos a cenar a nuestro restaurante favorito, cuando volvimos a casa después de una agradable cena, Ana seguía muy animada, cuando nos metimos en la cama ya nos estábamos besando y parecía que íbamos a iniciar nuestra típica rutina, de polvo. Después de las primeras caricias y besos, en los que yo estaba boca arriba y Ana encima de mí, cuando se iba a bajar a chuparme la polla, le dije que se pusiese al revés, es decir para hacer un 69, una práctica que hacíamos de vez en cuando al principio de nuestra relación, pero que no habíamos realizado desde hacía al menos diez años.
Ana se sorprendió, pero pude ver en su cara que le excitaba la idea.

La verdad es que un 69 no es una práctica cómoda para todas las parejas, pero nuestra diferencia de altura, hacia que para nosotros fuese bastante cómoda. Durante el rato que estuvimos así, me centré en lamer su sexo, pero de vez en cuando alargué el recorrido de mis lametazos acercándome a su ano, al hacerlo notaba que Ana se estremecía, así que dado que tenía mis manos en sus nalgas, posicioné un dedo encima de su ano, y ejercí una presión mínima, Ana seguía chupando mi polla y de vez en cuando alternaba con mis huevos. Tuve la seguridad de que le estaba gustando que jugase con su ano, cuando ella acarició el mío.

Después de estar así un rato, Ana se incorporó un poco y se introdujo mi polla en su coño, se quedó sentada encima de mi dándome la espalda. Mientas saltaba sobre mi polla, yo desde atrás agarraba sus pechos y contemplaba su culo rebotar en mi abdomen, mientras, ella por su parte acariciaba mis testículos. Al poco de estar en esa postura, Ana se inclinó hacia delante, supongo que buscaba un ángulo de penetración que le diese mas placer, como ya no llegaba a sus pechos, yo le acariciaba el culo y le di algún cachete, Ana seguía moviéndose cada vez mas rápido, sin duda su orgasmo estaba a punto, en un momento dado acaricie su ano con el dedo gordo e incremente la presión un poco, el dedo entró con más facilidad de lo que me esperaba. Ana lejos de protestar, soltó un gemido y juraría que tuvo un orgasmo, en ese momento.

Ana se dejo caer hacia delante, y paro de moverse, yo me incorporé un poco tire un poco de ella para que se quedase a cuatro patas, me puse detrás y comencé a follarla. Mientras la follaba desde atrás, dejé caer un buen salivazo en su culo, y volví a meterle el dedo gordo, esta vez entró todo. Cada vez bombeaba con fuerza, y me estaba encantando notar en el dedo que tenía dentro de su ano, como mi polla entraba y salía de su coño. Ana, que tenía la cabeza apoyada en el colchón, y cogió una almohada con la que se tapo la cara, estaba jadeando como nunca la había visto en años.

Deje caer mi peso encima de Ana y ella se quedo tumbada en boca abajo, me separe un momento, saque mi polla de su coño y el dedo de su culo, apunté la punta de mi polla a su ano, y ejercí una pequeña presión.

Con cuidado amor, ve despacio – dijo Ana entre jadeos.

Normalmente me hubiese dicho que nada de tocar su culo. Seguí ejerciendo presión y cuando tenía el capullo dentro me quedé parado un segundo, esperando por si Ana me pedía que parase. Como no me dijo nada, y la veía muy excitada, empecé a moverme adelante y atrás muy despacio, estaba tan excitado que ya me quedaba muy poco para correrme. No me lo podía creer, cada vez que le hablaba a Ana de sexo anal, su respuesta era decirme que yo era un cerdo, que el sexo anal le parecía muy sucio, y ahora estaba desvirgado ese culo que tantas veces había soñado penetrar.

Aunque me movía muy despacio y apenas metí la mitad de mi polla en su culo, estaba tan estrecho y me daba tanto morbo la situación, que sentí que me iba a correr, saqué la polla de su culo, y me corrí encima de Ana mientras me pajeaba lentamente. Dos grandes chorretones y varias gotas de semen, cayeron sobre su espalda y culo. Me tumbé a su lado y nos besamos.

Al día siguiente, cuando le saqué el tema, Ana, aunque no me negaba que había disfrutado, me decía que nos habíamos pasado de guarros, que si el vino de la cena se nos había subido más de la cuenta, etc. Vamos, que seguía sin querer abrirse a nuevas prácticas.
Bueno, pero la realidad es que ya se había abierto a nuevas prácticas.
 
En la oficina todo iba bastante bien, poco a poco me iba acostumbrado a mi nuevo puesto, como responsable de la oficina, mis funciones implicaban menos trabajos como auditor y más trabajos relacionados con la gestión y la dirección de la oficina, lo cual no me desagradaba, ya que no soy una persona que aspire a una rutina inamovible, me estaba gustando adquirir nuevas funciones y responsabilidades.

Mi empresa, estaba implantada a nivel nacional, y en la misma recientemente había entrado capital de una empresa multinacional, lo que derivaba en que estábamos en proceso de expansión. Con el fin de que los directores de oficina nos pusiésemos al día de todos los cambios, fui convocado a unas jornadas de formación interna. Entre las distintas formaciones y charlas, una era de recursos humanos, al leer el mail en el que me enviaban la programación de las jornadas, me quedé petrificado “Manejo de los recursos humanos: reclutamiento y selección de personal” ponente Raquel García.

En mi cabeza Raquel se había quedado como un recuerdo confuso, como si hubiese sido todo un sueño, no había vuelto a hablar con ella, ni a saber de ella. La idea de reencontrarme con ella me ponía realmente nervioso. Con Ana todo iba bien, mi aventura con Raquel no había traído consecuencias negativas a nuestra relación, más bien todo lo contrario, nuestra vida sexual se había vuelto más intensa. Por un lado, prefería no volver a ver a Raquel, las cosas estaban bien como estaban en ese momento y no quería complicaciones.

Después de leer el mail, me quedé toda la tarde reviviendo lo vivido con Raquel el Valencia, había pasado tres meses, que parecían más bien tres años, durante toda la tarde vinieron a mi mente imágenes de lo sucedido, la imagen de Raquel desnuda masturbándose frente a mí, sus pechos manchados con mi corrida, me pasé la tarde en un estado entre nervios y excitación.

Cuando llegué a casa, me encontré a Ana haciendo la cena en la cocina. Se había duchado y estaba en pijama, la fui a saludar, me puse detrás de ella que estaba cortando unas verduras y la besé abrazándola por detrás, llevaba varias horas de calentón desde que supe que iba a volver a ver a Raquel, así que introduje mis manos por debajo de la parte de arriba de su pijama, y me quedé detrás de ella acariciando sus pechos.

  • ¿Qué haces? ¿te has vuelto loco?
  • La que me vuelve loco eres tú.
Dije pegando aún más mi cuerpo al suyo, y bajado una mano para introducirla bajo su pantalón buscando acariciar su coño. Ana giró su cabeza buscando mi boca, y nuestras lenguas se encontraron mientras yo introducía un dedo en su coño.

No seas bruto.

Le baje el pantalón y las bragas de golpe, le pedí que separase las piernas, y poniéndome de rodillas en el suelo de la cocina, comencé a lamer su coño desde atrás, Ana se inclinó hacia delante y se dejó hacer. Al cabo de un rato, me levanté, me bajé un poco los pantalones y calzoncillos y comencé a follarla desde atrás. La imagen era de lo más peculiar, Ana desnuda de cintura para abajo apoyada en la encimera con el culo hacia atrás, mientras yo aun con el abrigo puesto, los pantalones bajados a la altura de la rodilla la agarraban por las caderas, y bombeaba como un loco. No tarde mucho en correrme dentro de ella, Ana a pesar de que era de orgasmo fácil, se quedó a medias. Cuando nos separamos, una gran gota de semen cayó en el suelo de la cocina.

  • ¿Qué te ha pasado? Mira cómo se ha puesto todo. - Me pregunto Ana.
  • No sé, al verte me excité – mentí
  • Pues ya te vale, mira como lo has puesto todo, y mira que pinta tienes con los pantalones bajados y el abrigo puesto.
Dicho esto, se fue al baño. Me sentí un poco mal, la había utilizado para quitarme el calentón de encima y la había dejado a medias.

Cenamos y como siempre nos fuimos a ver un capítulo en Netflix al sofá, Ana estaba recostada sobre mí con un brazo encima mío, según avanzaba el capítulo, ¡Ana fue bajando la mano hasta comenzar a acariciar mi polla por encima del pantalón! Esto si que era inusual, Ana nunca tomaba la iniciativa.

  • ¿Qué haces?
  • ¿A ti que te parece?
  • ¿Tienes ganas de más?
  • ¡Hombre! Antes me dejaste a medias
A esas alturas mi polla ya estaba fuera del pantalón y Ana se inclinaba para chupármela y acabar de ponerla a punto.

¿Nos vamos a la habitación?

Le pregunté puesto que nuestro salón tiene una cristalera a través de la cual nos pueden ver desde otros edificios. Algo que Ana siempre tenía en mente.

Da igual, no creo que a estas horas nos vea nadie.

Esto si que era Nuevo, la siempre pudorosa Ana estaba tan encendida que le de daba igual que algún vecino nos pudiese ver.

Se levanto y se desnudo de cintura para abajo, yo hice lo mismo. Me pidió que me tumbase a lo largo del sofá, y se puso encima mía en posición de 69, empecé a lamer su coño y noté que estaba inusualmente empapada, al momento me di cuenta de que me había corrido dentro apenas una hora antes, todavía había restos de mi corrida. Mientras, ella me comía la polla con todas sus ganas, y estoy seguro que el sabor de mi corrida anterior estaba bien presente.

Al rato se levantó y se puso encima mía a cabalgarme, estaba desatada, se corrió en poco tiempo, cuando se cansó, se puso a cuatro patas y estuve bombeando desde atrás, pero como me había corrido una hora antes, me estaba costando volver a correrme y cuando ya no podía mas me salí, Ana se dio la vuelta y se quedo tumbada a lo largo del sofá, yo me puse con una pierna a cada lado encima de su barriga y comencé a pajearme. Ana me miraba con cara de morbo.

Cuando me corrí, el semen no era muy espeso, el primer chorro le salpicó la cara, aunque le dio tiempo a girarla, los siguientes salpicaron su pecho. Me incline sobre ella, y recogí parte de la corrida que manchaba su cara con mi lengua, y acto seguido la bese, Ana me recibió abriendo su boca, cuando nuestras lenguas se encontraron jugaron con el semen. Estaba tan seguro que esto nos había dado muchísimo morbo a los dos, que volví a lamer semen de su cuerpo, esta vez de su pecho, y nos volvimos a comer la boca mientras nuestras lenguas jugaban con mi corrida.

Cuando la excitación fue bajando Ana se dio cuenta, de que algún vecino podía haber disfrutado de un buen espectáculo y me dijo de irnos a la darnos una ducha y para la cama.

Seguía teniendo los pudores de siempre, pero ahora veía que cuando estaba excitada, los dejaba a un lado, al menos temporalmente.

Tres días después me despedía de Ana para irme a Madrid…
Y esta vez sin vino...
 
Después de esta última aventura, de vuelta a casa, me sentí un poco mal con respecto a Ana, a mi primera aventura con Raquel no le había dado importancia, pero después de mi participación en esta suerte de trio, sentía que me había pasado un poco.

En primer lugar, ya había más gente implicada, y eso no me gustaba, encima era de mi empresa, en segundo lugar, me di cuenta de que Raquel me tenía en sus manos, si volvíamos a coincidir, ella podría hacer conmigo lo que quisiese, sabia como despertar mi morbo, y que yo ante un calentón accedería a lo que me pidiese, incluso temía acabar desempeñando yo un rol como el de Pablo, y acabar de mamporrero de otro.

Decidí pasar página y centrarme en mi relación de pareja y mi trabajo.

Con Ana, como siempre, la convivencia era inmejorable, en lo respectivo al morbo, la mayoría de polvos eran buenos, pero demasiado rutinarios para mí. Alguna vez intentaba seguir avanzando, pero ella no siempre estaba por la labor.

Nuestros mejores polvos casi siempre eran en domingo por la mañana, sin prisas descansados, dos semanas después de mi viaje a Madrid, estábamos comenzando a besarnos en cama uno al lado del otro, mientras nos besábamos comencé a acariciar su culo por debajo de la braguita, con mi dedo índice acariciaba su ano, pero Ana me dijo que no tocase ahí, que no le gustaba. Esto me frustró un poco, pero, como por otro lado, la mano de Ama me pajeaba lentamente, mi polla ya estaba a mil.

Me tumbe boca arriba y en seguida Ana se puso de rodillas entre mis piernas comiéndome la polla. A pesar de que lo disfrutaba, seguía dándole vueltas en mi cabeza a la negativa de Ana al sexo anal, estaba seguro de que la vez que le había follado el culo hacía un par de semanas, Ana se había corrido y lo había disfrutado, no entendía su cerrazón. De repente una arcada de Ana y un pequeño empujón para poder sacar mi polla de su boca, me sacaron de mis pendamientos.

  • No seas bruto, no me dejabas respirar.
  • Disculpa, no me di cuenta
  • Pues me estaba metiendo la polla hasta la campanilla, no podía respirar
Casi si darme cuenta, ensimismado en mis pensamientos, había sujetado la cabeza de Ana por detrás, y había estado moviendo mis caderas, de forma que literalmente me estaba follando su boca. A esto Ana no estaba acostumbrada, y le provoqué una arcada que casi vomita.

  • ¡¡Casi me ahogo!!
  • Perdona mi amor.
Me quedé mirándola, estaba de rodillas entre mis piernas, con un gesto que denotaba cierto enfado, mientras un hilo de saliva le resbalaba por la barbilla. La verdad es que esa imagen me dio morbo, me senté frente a ella y me acerqué a besarla. Justo cuando nuestras bocas iban a encontrarse, saqué mi lengua y lamí el hilo de saliva de su barbilla, acto seguido nos besamos, metí mi lengua en su boca buscando la suya, Ana me respondió y nuestras lenguas se entrelazaron, Ana agarraba mi cabeza para alargar el beso.

Mientras mi lengua recorría su boca, note el sabor de mi polla en su boca, algo que siempre me pone a mil.

Cuando nos separamos tire de Ana hacia delante de forma que se quedó a cuatro patas en la cama, me situé detrás de ella, puse mi polla a la entrada de su coño, y me quede parado unos segundos, sabía que Ana estaba excitada, y me encantaba hacerla esperar. Pasados unos segundos cuando Ana estaba comenzado a echar sus caderas hacia atrás buscando meter mi polla en su coño, empuje con fuerza metiéndose toda de golpe, Ana soltó un gritito, comencé a bombear con fuerza, cuando me pareció que estaba a punto de correrse me salí, Ana se echó hacia atrás buscando volver a notar mi polla dentro, pero no solo me eché más para atrás, sino que además le di un sonoro cachete en su nalga. Ana soltó un grito - No seas bruto-. Me separé un poco más, me agaché, y comencé a lamerle el coño desde atrás, estaba empapada, sus labios vaginales estaban hinchados, Ana estaba a mil, apoyo su cara en el colchón y puso el culo en pompa para facilitar mi acceso a su coño, lo lamí con ganas, alargaba los lametones de forma que cada vez más me acercaba a su ano, primero tímidamente y luego lo lamia con ganas, al notar mi lengua en su ano, se estremecía, hasta que ya noté un temblor en sus piernas, ¡se estaba corriendo!

Esto me excitaba, pero también me cabreaba un poco. ¿por qué me decía que no le gustaba que jugase con su culo, si era obvio que estaba gozando? Me incorporé y volví a follármela por detrás, al cabo de un rato, cuando noté que me quedaba poco, me salí, quería que Ana se tumbase boca arriba para correrme encima de ella. Iba a pajearme encima para acabar, pero sorpresivamente, Ana me agarro la polla y se la metió en la boca, mientras lamia mi glande, era ella la que me pajeaba, yo me deje hacer y en cuanto quise darme cuenta me estaba corriendo en su boca, descargué todo mi semen en su boca, la primera descarga le cogió por sorpresa, y se la trago toda. Las siguientes salieron entre sus labios y mi polla, deslizándose barbilla abajo por su cuello hasta sus pechos. Me separé y está vez fue ella la que atrajo mi cabeza hacia su boca, nos besamos dimos un beso muy cerdo, recorrí con mi lengua su boca, el sabor a semen y polla era intenso, me encantaba.

Cuando nos separamos, lamí el semen que resbalaba por su barbilla, desde su mentón a su boca y le volví a meter la lengua, Ana respondía a mi beso con pasión, así que cuando nos separamos volví a hacer lo mismo lamiendo todo el semen que resbalaba por su pecho y cuello, y luego nos volvimos a besar, así varias veces hasta que se quedó sin rastro de semen en su piel.

  • Te he dejado bien limpita, ahora podías hacer tú lo mismo con mi polla
  • Mira que eres guarro
Pero dicho esto, acerco su boca a mi polla, y la lamio hasta dejármela bien limpia. Cuando la dejo bien limpia fue ella la que busco mi boca, nos besamos un buen rato, nos tumbamos desnudos y nos quedamos dormidos.

Como casi siempre, el polvo había sido satisfactorio, pero por desgracia, yo siempre me quedaba con ganas de ir un paso más allá, en algunos momentos sentía que quizás el problema era yo, me preguntaba si no sería yo muy pervertido, pero lo cierto es que después de estar con Raquel, sabía que se podía disfrutar del sexo de una forma más desinhibida.
 
Después de esta última aventura, de vuelta a casa, me sentí un poco mal con respecto a Ana, a mi primera aventura con Raquel no le había dado importancia, pero después de mi participación en esta suerte de trio, sentía que me había pasado un poco.

En primer lugar, ya había más gente implicada, y eso no me gustaba, encima era de mi empresa, en segundo lugar, me di cuenta de que Raquel me tenía en sus manos, si volvíamos a coincidir, ella podría hacer conmigo lo que quisiese, sabia como despertar mi morbo, y que yo ante un calentón accedería a lo que me pidiese, incluso temía acabar desempeñando yo un rol como el de Pablo, y acabar de mamporrero de otro.

Decidí pasar página y centrarme en mi relación de pareja y mi trabajo.

Con Ana, como siempre, la convivencia era inmejorable, en lo respectivo al morbo, la mayoría de polvos eran buenos, pero demasiado rutinarios para mí. Alguna vez intentaba seguir avanzando, pero ella no siempre estaba por la labor.

Nuestros mejores polvos casi siempre eran en domingo por la mañana, sin prisas descansados, dos semanas después de mi viaje a Madrid, estábamos comenzando a besarnos en cama uno al lado del otro, mientras nos besábamos comencé a acariciar su culo por debajo de la braguita, con mi dedo índice acariciaba su ano, pero Ana me dijo que no tocase ahí, que no le gustaba. Esto me frustró un poco, pero, como por otro lado, la mano de Ama me pajeaba lentamente, mi polla ya estaba a mil.

Me tumbe boca arriba y en seguida Ana se puso de rodillas entre mis piernas comiéndome la polla. A pesar de que lo disfrutaba, seguía dándole vueltas en mi cabeza a la negativa de Ana al sexo anal, estaba seguro de que la vez que le había follado el culo hacía un par de semanas, Ana se había corrido y lo había disfrutado, no entendía su cerrazón. De repente una arcada de Ana y un pequeño empujón para poder sacar mi polla de su boca, me sacaron de mis pendamientos.

  • No seas bruto, no me dejabas respirar.
  • Disculpa, no me di cuenta
  • Pues me estaba metiendo la polla hasta la campanilla, no podía respirar
Casi si darme cuenta, ensimismado en mis pensamientos, había sujetado la cabeza de Ana por detrás, y había estado moviendo mis caderas, de forma que literalmente me estaba follando su boca. A esto Ana no estaba acostumbrada, y le provoqué una arcada que casi vomita.

  • ¡¡Casi me ahogo!!
  • Perdona mi amor.
Me quedé mirándola, estaba de rodillas entre mis piernas, con un gesto que denotaba cierto enfado, mientras un hilo de saliva le resbalaba por la barbilla. La verdad es que esa imagen me dio morbo, me senté frente a ella y me acerqué a besarla. Justo cuando nuestras bocas iban a encontrarse, saqué mi lengua y lamí el hilo de saliva de su barbilla, acto seguido nos besamos, metí mi lengua en su boca buscando la suya, Ana me respondió y nuestras lenguas se entrelazaron, Ana agarraba mi cabeza para alargar el beso.

Mientras mi lengua recorría su boca, note el sabor de mi polla en su boca, algo que siempre me pone a mil.

Cuando nos separamos tire de Ana hacia delante de forma que se quedó a cuatro patas en la cama, me situé detrás de ella, puse mi polla a la entrada de su coño, y me quede parado unos segundos, sabía que Ana estaba excitada, y me encantaba hacerla esperar. Pasados unos segundos cuando Ana estaba comenzado a echar sus caderas hacia atrás buscando meter mi polla en su coño, empuje con fuerza metiéndose toda de golpe, Ana soltó un gritito, comencé a bombear con fuerza, cuando me pareció que estaba a punto de correrse me salí, Ana se echó hacia atrás buscando volver a notar mi polla dentro, pero no solo me eché más para atrás, sino que además le di un sonoro cachete en su nalga. Ana soltó un grito - No seas bruto-. Me separé un poco más, me agaché, y comencé a lamerle el coño desde atrás, estaba empapada, sus labios vaginales estaban hinchados, Ana estaba a mil, apoyo su cara en el colchón y puso el culo en pompa para facilitar mi acceso a su coño, lo lamí con ganas, alargaba los lametones de forma que cada vez más me acercaba a su ano, primero tímidamente y luego lo lamia con ganas, al notar mi lengua en su ano, se estremecía, hasta que ya noté un temblor en sus piernas, ¡se estaba corriendo!

Esto me excitaba, pero también me cabreaba un poco. ¿por qué me decía que no le gustaba que jugase con su culo, si era obvio que estaba gozando? Me incorporé y volví a follármela por detrás, al cabo de un rato, cuando noté que me quedaba poco, me salí, quería que Ana se tumbase boca arriba para correrme encima de ella. Iba a pajearme encima para acabar, pero sorpresivamente, Ana me agarro la polla y se la metió en la boca, mientras lamia mi glande, era ella la que me pajeaba, yo me deje hacer y en cuanto quise darme cuenta me estaba corriendo en su boca, descargué todo mi semen en su boca, la primera descarga le cogió por sorpresa, y se la trago toda. Las siguientes salieron entre sus labios y mi polla, deslizándose barbilla abajo por su cuello hasta sus pechos. Me separé y está vez fue ella la que atrajo mi cabeza hacia su boca, nos besamos dimos un beso muy cerdo, recorrí con mi lengua su boca, el sabor a semen y polla era intenso, me encantaba.

Cuando nos separamos, lamí el semen que resbalaba por su barbilla, desde su mentón a su boca y le volví a meter la lengua, Ana respondía a mi beso con pasión, así que cuando nos separamos volví a hacer lo mismo lamiendo todo el semen que resbalaba por su pecho y cuello, y luego nos volvimos a besar, así varias veces hasta que se quedó sin rastro de semen en su piel.

  • Te he dejado bien limpita, ahora podías hacer tú lo mismo con mi polla
  • Mira que eres guarro
Pero dicho esto, acerco su boca a mi polla, y la lamio hasta dejármela bien limpia. Cuando la dejo bien limpia fue ella la que busco mi boca, nos besamos un buen rato, nos tumbamos desnudos y nos quedamos dormidos.

Como casi siempre, el polvo había sido satisfactorio, pero por desgracia, yo siempre me quedaba con ganas de ir un paso más allá, en algunos momentos sentía que quizás el problema era yo, me preguntaba si no sería yo muy pervertido, pero lo cierto es que después de estar con Raquel, sabía que se podía disfrutar del sexo de una forma más desinhibida.
Mmmm... se pone aún más interesante ahora, y eso que ya parecía estar en su máximo esplendor!
 
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