Mirando a mi vecino travesti 1

ikarusulu

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Saliendo de casa me encontré con el hijo de los nuevos vecinos. Se habían mudado la semana anterior. No está nada mal, moreno, delgado, muy guapo y parecía simpático.


Aunque su aspecto de emo vestido muy de oscuro con una camiseta muy amplia y unos vaqueros anchos que en nada le favorecían. Tenía una melena lisa y negra, atada en una cola de caballo.


Llevaba un look casi andrógino. Incluso se maquillaba los labios con un carmín muy oscuro, igual que el khol de los ojos, puede que negro o azul muy oscuro.


También perforaba su bonita piel con algún pírcing más de los que normalmente me gustan. El de la lengua se lo podía perdonar. No estoy muy puesta en tribus urbanas pero supongo que se trata de algo de eso.



Aunque ese día yo llevaba un generoso escote no pareció fijarse en mis tetas. Parecía que miraba más mi ropa: los vaqueros pitillo muy ajustados, la blusa escotada y muy femenina con la blonda del sujetador asomando por el escote, los altos zapatos de tacón. Lo descarté como una impresión errada y me dirigí a mis asuntos en esa calurosa mañana.


Al regresar a casa solo tenia ganas de deshacerme de esa ropa y tomar algo frio. Por el rabillo del ojo distinguí movimiento en la ventana, mientras me desnudaba. Por un capricho del arquitecto mi dormitorio quedaba enfrente del suyo, las ventanas enfrentadas.


El largo cabello moreno y liso del joven vecino caía ahora suelto sobre sus níveos hombros y lo único que vestía era un body de encaje y unas medias. Incluso se había maquillado. Me quedé tan anonadada que solo pude ocultarme tras las cortinas de mi dormitorio y seguir mirando.


A su cuerpo delgado no le quedaba nada mal la lencería femenina. Quizá un poco de relleno en el pecho le viniera bien, aunque yo tenia amigas tan planas como ella, pero el tanga de la prenda desaparecía entre las carnosas nalgas de su culito respingón.


Parecía hipnotizada ¿observándolo? ¿observándola?, yo estaba muy confusa. Como se movía por la habitación colocando ropa y objetos. A mí sólo me quedaba puesto el sensual tanga de encaje rojo y la blusa abierta solo con un botón abrochado.


Excitada por lo que estaba viendo una de mis manos fue automáticamente a los húmedos labios de la vulva por debajo del tanga. La otra pellizcaba mis pezones alternativamente.


Olía mi propia excitación y de vez en cuando me llevaba los dos dedos que usaba para acariciarme el clítoris y los labios de la vulva a la boca para probar mis jugos.


Aprovechando que no parecía fijarse en mi ventana dejé resbalar mi blusa por los brazos hasta deshacerme de ella. El tanga fue bajando detrás enrollado por mis piernas.


No podía distinguir su polla. La tenía oculta entre los muslos y sujeta de alguna forma por el body, lo que hacía su figura un poco más femenina. No parecía excitado pero sus movimientos eran sensuales felinos, el meneo de su culito mientras caminaba era completamente femenino e hipnótico.


Hubiera jurado que llevaba tacones aunque por la posición del alféizar bajo la ventana no podía verlos. Pero sus muslos ahusados y elegantes adornados con el encaje de las ligas de las medias me daban esa pista. Y su caminar moviendo la cadera.


Si juzgaba por el resto de la ropa probablemente eran unas sensuales sandalias de alto tacón. Viendo sus gestos, su piel expuesta, blanca como el nácar. Parecía que no tomaba mucho el sol. Mi excitación subía acercándome al orgasmo y ¿él? ¿ella? estaba completamente al margen de mi placer.


¿Lo? ¿La? imaginaba frente a mí, juntas al lado de mi lecho, deslizando mi mano suavemente por su barbilla suave, rozando con el pulgar sus finos labios. Bajando la caricia por el cuello fino, por los hombros níveos hasta los tirantes del body.


Susurrándole al oído lo bien que le sentaba la prenda y si quería probarse algo de mi lencería mas sensual. Era una fantasía por supuesto, por cómo la estaba viendo suponía que le gustarían los chicos.


La figura andrógina excitaba mi imaginación con caricias que solo existían en mi mente y mis dedos acariciando los rincones mas íntimos de mi cuerpo pasando de mi clítoris al interior de la vagina hasta llegar al orgasmo.


Amasando mis tetas y pensando en lo que me gustaría que fueran sus manos las que lo hicieran. En ese momento deseaba que su lengua recorriera toda mi piel, sentirla dentro de mi boca. Y si ella lo quisiera que fueran mis dedos los que follaran ese culo marmoreo que el tanga de encaje me dejaba ver.


Fue uno de los orgasmos más intensos que he tenido nunca masturbándome. El bello espectáculo que el jovencito me estaba brindando junto a mi propia imaginación hicieron que se me doblaran las rodillas hasta quedar sentada en el suelo sobre mis propios jugos que habían resbalado de mi vulva por la cara interna de mis muslos.


Recogí todo ese desastre y me metí en la ducha. Pero no podía dejar de darle vueltas a lo que había visto de mi vecinita. En la ducha volví a excitarme y retomar mis caricias. Sobre mi piel húmeda y enjabonada con el gel mis manos se deslizaban suaves erizando todos mis puntos erógenos.


Al final sólo con acariciar el clítoris sensible y durísimo e imaginar la polla de esa nena que no había conseguido ver volví a derramarme.





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