Morbo en el masajista

Mi esposa y yo somos grandes aficionados a los balnearios y spas, aunque tenemos una preferencia especial por los primeros. Cada año reservamos al menos un par de veces y tratamos de explorar nuevos lugares. Ambos disfrutamos de estos espacios lúdico-saludables, aprovechando sus instalaciones y servicios, además de darnos el gusto con nuestros propios placeres, como ya he compartido en otros foros.

En esta ocasión, elegimos un balneario al que ya habíamos visitado previamente, conocido por sus excelentes instalaciones y servicios. La comida es deliciosa, y en varias ocasiones hemos vivido experiencias eróticas y estimulantes dentro de sus instalaciones, además de disfrutar del amor de la manera en que se merece 😊.

Lo que voy a contar ahora es algo único, algo que no había experimentado jamás, y quiero compartirlo con vosotros. Como siempre, contratamos masajes terapéuticos (no relajantes), ya que preferimos que sean intensos, para aliviar contracturas y tensiones.

En mi caso, asignaron a un masajista de unos 40 años, de complexión delgada y fibroso. Durante la sesión, me comentó que tenía mucha experiencia en rehabilitación deportiva. Se notaba que estaba muy preparado y tenía una gran destreza.

Entré en el local con el albornoz y el bañador húmedo, pues veníamos de la piscina termal. Al verme, y al esperar que me ofreciera una braga de papel, como había visto sobre una de las mesitas en la sala, me pidió que me quitara el bañador y me tumbara. Obedecí, quedando completamente desnudo sobre la camilla, boca abajo. Como ya he recibido muchos masajes, no me pareció nada extraño, así que me relajé y me dejé llevar, disfrutando de la experiencia.

Me preguntó si tenía alguna dolencia, y le comenté que, al pasar muchas horas sentado, solía tener las lumbares y el piramidal bastante cargados. Al decirle esto, sabía que iba a concentrarse en esa área, lo que me pareció bien, ya que después de un buen masaje, siempre me siento mucho mejor.

Esta vez pregunto si tenía frío, y le respondí que no, ya que la sala estaba bastante cálida. Pensé en lo que le esperaba al masajista, que tendría que sudar con el esfuerzo de trabajar sobre mi cuerpo de 1,82 metros.

Escuché el sonido del aceite al caer sobre sus manos, y enseguida lo extendió sobre mi espalda. Estaba caliente, lo que me ayudó a relajarme aún más. Sus manos se deslizaron con firmeza de arriba hacia abajo, trabajando sobre cada gluteo y punto gatillo de mi espalda. Era un buen masajista, lo notaba en su técnica, y no pude evitar soltar algún suspiro y bufido de alivio.

Siguió bajando hasta las lumbares, donde notó mis contracturas y aplicó bastante presión para deshacer los nudos. Me quejé, pero al mismo tiempo le dije: "¡Ahí, ahí! Sin compasión." Él se rió mientras me contaba brevemente su currículum en un par de minutos.

Pasa a los piramidales y músculos laterales del glúteo, que no recuerdo como se llaman. Tengo bastante bello y el vuelve a echar aceite para que sus manos deslicen mejor. Me duele pero me aguanto pasado que bufar a gemir, no puedo evitarlo. Sus manos se deslizan por mi culo y a su vez los dedos, palma de la mano y en algún momento el codo, ponen los músculos en su sitio.

Como el masaje está siendo muy intenso de vez en cuando, desliza las manos de forma más suave para relajar, desde los hombros hasta la parte baja del culo. En esa acción, noto como uno de sus dedos pulgares pasan por raja entre los glúteos. Me sorprende sin decir nada ni que se me note nada, repite la acción otra vez. Pero ha sido más lento y su dedo ha pasado por encima de mi agujero. La sensación no me ha disgustado y la conocía, ya que mi mujer ha acariciado muchas veces esa zona, pero ese es otro cantar. El masajista mientras comienza otro movimiento relajante me pregunta que tal está resultando el masaje respondiéndole que muy bien. Echa más aceite en sus manos y desliza de nuevo las manos y esta vez, separo un poco las piernas y sus manos bajan rápidamente hasta mis glúteos, los cual masaje fuerte y rápido, los amasa, notando una y otra vez su dedo acariciando superficialmente el ano.

Oigo su voz que dice .- luego continuamos un poco más sobre el piramidal para acabar de estirar y relaja.- asintiendo con la cabeza y saliendo de mi boca un murmullo de afirmación. Continua con las piernas hasta los pies dedicando unos placenteros minutos.

Estaba excitado y esperaba que, tras lo acontecido, se atreviese a masajear los abductores pero no fue así y menos mal, porque solo pensarlo se me puso tontorrona y estaba inquieto por si me decía que me diera la vuelta.

Acabo los pies y bote de aceite emitía el típico sonido pprrrrrr y sus manos se posaron sobre mi gluteo, apretado con fuerza e intentado separa la carne de la cadera, brutal, notaba como abría los glúteos dejando el ano totalmente expuesto y la fuerza era tal, que creo que hasta se abría el orificio. Los movimientos se repitieron junto con el masaje del piramidal y lateral de las nalgas. Allí estuvo insistiendo una y otra vez, hasta que paso a modo relax, deslizando sus dos manos, pero esta vez desde abajo, desde las piernas hasta la lumbares pasando por los glúteos, pero esta vez se paró sobre ellos y muy lentamente los masajeaba suavemente, y no fue un dedo pulgar, sino los dos, uno seguido del otro, que pasaban por encima del ano. Era tal el aceite que había en la zona, que puede notar con su dedo entraba unos milímetros en mi agujero. Lo repitió una docena de veces hasta que paro, y con una toalla comenzó a retirar parte del aceite de mi cuerpo y me tapo con ella.

Una voz suave me dice que me quede unos minutos relajado y que no me duche ni bañe para que el aceite haga su efecto.

Relajado ni ostias!!!. UUff llevaba un calentón increíble y alli mismo me hice una paja que limpie con la toalla aceitosa, no se iba a notar. 😊
 
Mi esposa y yo somos grandes aficionados a los balnearios y spas, aunque tenemos una preferencia especial por los primeros. Cada año reservamos al menos un par de veces y tratamos de explorar nuevos lugares. Ambos disfrutamos de estos espacios lúdico-saludables, aprovechando sus instalaciones y servicios, además de darnos el gusto con nuestros propios placeres, como ya he compartido en otros foros.

En esta ocasión, elegimos un balneario al que ya habíamos visitado previamente, conocido por sus excelentes instalaciones y servicios. La comida es deliciosa, y en varias ocasiones hemos vivido experiencias eróticas y estimulantes dentro de sus instalaciones, además de disfrutar del amor de la manera en que se merece 😊.

Lo que voy a contar ahora es algo único, algo que no había experimentado jamás, y quiero compartirlo con vosotros. Como siempre, contratamos masajes terapéuticos (no relajantes), ya que preferimos que sean intensos, para aliviar contracturas y tensiones.

En mi caso, asignaron a un masajista de unos 40 años, de complexión delgada y fibroso. Durante la sesión, me comentó que tenía mucha experiencia en rehabilitación deportiva. Se notaba que estaba muy preparado y tenía una gran destreza.

Entré en el local con el albornoz y el bañador húmedo, pues veníamos de la piscina termal. Al verme, y al esperar que me ofreciera una braga de papel, como había visto sobre una de las mesitas en la sala, me pidió que me quitara el bañador y me tumbara. Obedecí, quedando completamente desnudo sobre la camilla, boca abajo. Como ya he recibido muchos masajes, no me pareció nada extraño, así que me relajé y me dejé llevar, disfrutando de la experiencia.

Me preguntó si tenía alguna dolencia, y le comenté que, al pasar muchas horas sentado, solía tener las lumbares y el piramidal bastante cargados. Al decirle esto, sabía que iba a concentrarse en esa área, lo que me pareció bien, ya que después de un buen masaje, siempre me siento mucho mejor.

Esta vez pregunto si tenía frío, y le respondí que no, ya que la sala estaba bastante cálida. Pensé en lo que le esperaba al masajista, que tendría que sudar con el esfuerzo de trabajar sobre mi cuerpo de 1,82 metros.

Escuché el sonido del aceite al caer sobre sus manos, y enseguida lo extendió sobre mi espalda. Estaba caliente, lo que me ayudó a relajarme aún más. Sus manos se deslizaron con firmeza de arriba hacia abajo, trabajando sobre cada gluteo y punto gatillo de mi espalda. Era un buen masajista, lo notaba en su técnica, y no pude evitar soltar algún suspiro y bufido de alivio.

Siguió bajando hasta las lumbares, donde notó mis contracturas y aplicó bastante presión para deshacer los nudos. Me quejé, pero al mismo tiempo le dije: "¡Ahí, ahí! Sin compasión." Él se rió mientras me contaba brevemente su currículum en un par de minutos.

Pasa a los piramidales y músculos laterales del glúteo, que no recuerdo como se llaman. Tengo bastante bello y el vuelve a echar aceite para que sus manos deslicen mejor. Me duele pero me aguanto pasado que bufar a gemir, no puedo evitarlo. Sus manos se deslizan por mi culo y a su vez los dedos, palma de la mano y en algún momento el codo, ponen los músculos en su sitio.

Como el masaje está siendo muy intenso de vez en cuando, desliza las manos de forma más suave para relajar, desde los hombros hasta la parte baja del culo. En esa acción, noto como uno de sus dedos pulgares pasan por raja entre los glúteos. Me sorprende sin decir nada ni que se me note nada, repite la acción otra vez. Pero ha sido más lento y su dedo ha pasado por encima de mi agujero. La sensación no me ha disgustado y la conocía, ya que mi mujer ha acariciado muchas veces esa zona, pero ese es otro cantar. El masajista mientras comienza otro movimiento relajante me pregunta que tal está resultando el masaje respondiéndole que muy bien. Echa más aceite en sus manos y desliza de nuevo las manos y esta vez, separo un poco las piernas y sus manos bajan rápidamente hasta mis glúteos, los cual masaje fuerte y rápido, los amasa, notando una y otra vez su dedo acariciando superficialmente el ano.

Oigo su voz que dice .- luego continuamos un poco más sobre el piramidal para acabar de estirar y relaja.- asintiendo con la cabeza y saliendo de mi boca un murmullo de afirmación. Continua con las piernas hasta los pies dedicando unos placenteros minutos.

Estaba excitado y esperaba que, tras lo acontecido, se atreviese a masajear los abductores pero no fue así y menos mal, porque solo pensarlo se me puso tontorrona y estaba inquieto por si me decía que me diera la vuelta.

Acabo los pies y bote de aceite emitía el típico sonido pprrrrrr y sus manos se posaron sobre mi gluteo, apretado con fuerza e intentado separa la carne de la cadera, brutal, notaba como abría los glúteos dejando el ano totalmente expuesto y la fuerza era tal, que creo que hasta se abría el orificio. Los movimientos se repitieron junto con el masaje del piramidal y lateral de las nalgas. Allí estuvo insistiendo una y otra vez, hasta que paso a modo relax, deslizando sus dos manos, pero esta vez desde abajo, desde las piernas hasta la lumbares pasando por los glúteos, pero esta vez se paró sobre ellos y muy lentamente los masajeaba suavemente, y no fue un dedo pulgar, sino los dos, uno seguido del otro, que pasaban por encima del ano. Era tal el aceite que había en la zona, que puede notar con su dedo entraba unos milímetros en mi agujero. Lo repitió una docena de veces hasta que paro, y con una toalla comenzó a retirar parte del aceite de mi cuerpo y me tapo con ella.

Una voz suave me dice que me quede unos minutos relajado y que no me duche ni bañe para que el aceite haga su efecto.

Relajado ni ostias!!!. UUff llevaba un calentón increíble y alli mismo me hice una paja que limpie con la toalla aceitosa, no se iba a notar. 😊
Que morbazo de masaje! Y que buen plan el de los spas, especialmente en el centro de Europa, donde en muchos casos son nudistas y mextos. Muchas gracias por tu contribución.

El estar totalmente desnudo (bocarriba y bocabajo) en la camilla de masajes me pone mucho; lo habré conseguido, si no recuerdo mal, en 8 ocasiones. Y me encanta la tensión de notar como el masajista o la masajista apura en las zonas delicadas (ingles, gluteos, zona perianal y entre las piernas, cerca del culo y genitales) y de vez en cuando tiene un accidente y te roza la polla, el ano o los huevos. Tres tácticas básicas me han dado bastante buen resultado:
1. Demostrar desde el principio que soy cero pudoroso (me quito el albornoz o la toalla delante del masajista o de la masajista), intento destaparme al maximo…les digo que si no les importa, no usaré el tanga desechable o los calzoncillos, les digo que tengo calor y que usen una toalla más pequeña o incluso les he llegado a decir que por mí no se preocupen, que me tapen lo que consideren pero que a mí no me importa estar desnudo. Y acompañar las pasadas más “arriesgadas” con suspiros y movimientos del cuerpo que demuestran que me está gustando (abro más las piernas, etc).
2. Bocabajo, piernas entreabiertas y el rabo siempre hacia abajo, por el morbo de que esté perfectamente visible cuando se colocan en la parte d elos pies y por tener la posibilidad de que lo terminen tocándolo.
3. Bocarriba, el rabo colocado mirando a la izda. Aunque esté debajo de la toalla, muchas veces los dedos se meten un poco cuando te masajean los muslos y terminan rozando el capullo. Y si se despistan, repito la jugada pasando el rabo al otro lado cuando cambian de pierna!
Por cierto, en esos momentos de tensión, es curioso como reacciona mi polla: un minimo roce y empieza a empalmarse. Y con los años he perdido la vergüenza, no me importa nada empalmarme, esté desnudo y visible o no, ni tampoco me importaría correrme accidentalmente…(he estado muy cerca pero nunca me ha llegado a pasar.
 
Que morbazo de masaje! Y que buen plan el de los spas, especialmente en el centro de Europa, donde en muchos casos son nudistas y mextos. Muchas gracias por tu contribución.

El estar totalmente desnudo (bocarriba y bocabajo) en la camilla de masajes me pone mucho; lo habré conseguido, si no recuerdo mal, en 8 ocasiones. Y me encanta la tensión de notar como el masajista o la masajista apura en las zonas delicadas (ingles, gluteos, zona perianal y entre las piernas, cerca del culo y genitales) y de vez en cuando tiene un accidente y te roza la polla, el ano o los huevos. Tres tácticas básicas me han dado bastante buen resultado:
1. Demostrar desde el principio que soy cero pudoroso (me quito el albornoz o la toalla delante del masajista o de la masajista), intento destaparme al maximo…les digo que si no les importa, no usaré el tanga desechable o los calzoncillos, les digo que tengo calor y que usen una toalla más pequeña o incluso les he llegado a decir que por mí no se preocupen, que me tapen lo que consideren pero que a mí no me importa estar desnudo. Y acompañar las pasadas más “arriesgadas” con suspiros y movimientos del cuerpo que demuestran que me está gustando (abro más las piernas, etc).
2. Bocabajo, piernas entreabiertas y el rabo siempre hacia abajo, por el morbo de que esté perfectamente visible cuando se colocan en la parte d elos pies y por tener la posibilidad de que lo terminen tocándolo.
3. Bocarriba, el rabo colocado mirando a la izda. Aunque esté debajo de la toalla, muchas veces los dedos se meten un poco cuando te masajean los muslos y terminan rozando el capullo. Y si se despistan, repito la jugada pasando el rabo al otro lado cuando cambian de pierna!
Por cierto, en esos momentos de tensión, es curioso como reacciona mi polla: un minimo roce y empieza a empalmarse. Y con los años he perdido la vergüenza, no me importa nada empalmarme, esté desnudo y visible o no, ni tampoco me importaría correrme accidentalmente…(he estado muy cerca pero nunca me ha llegado a pasar.
Buenas técnicas para mostrar que uno no tiene tapujos ☺️
 
He recordado otra experiencia. Esta vez estaba desplazado al norte de España. Después de una kilometrada en coche llegue al hotel y mientras hacia el checkin, vi en la publicidad de tenia spa y servicio de masaje, asi que no lo pensé dos veces y contrate un pack completo.

No llevaba bañador asi que tuve que comprar uno en el mismo hotel y solo tenían hasta la xl y uso una mayor. Puesto parecía jesulin de ubrique.

Antes del pasaje disfrute del baño en el spa hasta que llego la hora del masaje. Con el bañador mojado todavía era más incomodo.

Subí a la sala de masaje a la hora acordada y alli estaba esperando una masajista, joven, de complexión recia pero no obesa y de trato agradable. Le expliqué que había improvisado el servicio para relajarme despues de un largo viaje y el problema del bañador y que podía ver si misma. Respondiendo que no preocupara, que podia quitarlo y me dio una toalla para taparme una vez tumbado. La situación me pareció excitante y asi procedi.

Tumbado en la camilla eche la toalla encima de mi culo como pude, quedando los huevos al aire. Entro la chica y coloco bien la toalla.

Dio comienzo el masaje contracturante y desde el inicio comprobé que iba a ser intenso. La chica aplicaba sus manos y dedos con mucha fuerza. Me estaba gustando aunque en ningun momento se extraditó de los limites.

Un detalle que no he contado es que en la sala la temperatura y humedad eran muy altas porque el spa estaba debajo subiendo el calor himedo a la zona alta.

Estaba agusto. La chica se esforzaba en cada uno de mis músculos, hasta que llego un momento que cuando estaba a mi lado, podia notar su transpiracion, oler su sudor, mezclado con el tipico olir del spa, su aroma natural ya que no llevaba perfume.

No se por que, pero me excito mucho y me monte una pelicula mental que provocó que mi polla reaccionara. Ya llevaba un buen rato y se produjo algo curioso, noté como una gota de sudor caia sobre mi espalda. Era su sudor.

Le dije wue estaba trabajando muy bien el masaje y me dio las gracias por el alago sin dejar de masajear, y otra gota de sudor impactaba sobre las lumbares.

Me dice que me de la vuelta y mientras lo hago no me tapo y dejo ver la polla morcillona. Aparta la mirada y aprovecha para secarse la cara de sudor con una toalla. Al regresar al tajo, tama mi sexo con la toalla y me da un masaje en la zona pectoral, brazos y abdomen como pocas veces he recibido. Incluido en algun momento los pezones, aumentando la excitación, y hubo dos momentos que la polla levanto un poco la toalla. Intentaba contenerme pero no podia. Creo que se dio cuenta porque note como un cambio en su tecnica y paso a finalizar el masaje en las piernas y punto final un increíble masaje en la cabeza.

Como es habitual abandono fl local con un permanece un rato alejado y baja con cuidado de la camilla.

Cuando pase por recepción y estaba ella allí con su compañera. le deje una propina bien merecida. ☺️
 
He recordado otra experiencia. Esta vez estaba desplazado al norte de España. Después de una kilometrada en coche llegue al hotel y mientras hacia el checkin, vi en la publicidad de tenia spa y servicio de masaje, asi que no lo pensé dos veces y contrate un pack completo.

No llevaba bañador asi que tuve que comprar uno en el mismo hotel y solo tenían hasta la xl y uso una mayor. Puesto parecía jesulin de ubrique.

Antes del pasaje disfrute del baño en el spa hasta que llego la hora del masaje. Con el bañador mojado todavía era más incomodo.

Subí a la sala de masaje a la hora acordada y alli estaba esperando una masajista, joven, de complexión recia pero no obesa y de trato agradable. Le expliqué que había improvisado el servicio para relajarme despues de un largo viaje y el problema del bañador y que podía ver si misma. Respondiendo que no preocupara, que podia quitarlo y me dio una toalla para taparme una vez tumbado. La situación me pareció excitante y asi procedi.

Tumbado en la camilla eche la toalla encima de mi culo como pude, quedando los huevos al aire. Entro la chica y coloco bien la toalla.

Dio comienzo el masaje contracturante y desde el inicio comprobé que iba a ser intenso. La chica aplicaba sus manos y dedos con mucha fuerza. Me estaba gustando aunque en ningun momento se extraditó de los limites.

Un detalle que no he contado es que en la sala la temperatura y humedad eran muy altas porque el spa estaba debajo subiendo el calor himedo a la zona alta.

Estaba agusto. La chica se esforzaba en cada uno de mis músculos, hasta que llego un momento que cuando estaba a mi lado, podia notar su transpiracion, oler su sudor, mezclado con el tipico olir del spa, su aroma natural ya que no llevaba perfume.

No se por que, pero me excito mucho y me monte una pelicula mental que provocó que mi polla reaccionara. Ya llevaba un buen rato y se produjo algo curioso, noté como una gota de sudor caia sobre mi espalda. Era su sudor.

Le dije wue estaba trabajando muy bien el masaje y me dio las gracias por el alago sin dejar de masajear, y otra gota de sudor impactaba sobre las lumbares.

Me dice que me de la vuelta y mientras lo hago no me tapo y dejo ver la polla morcillona. Aparta la mirada y aprovecha para secarse la cara de sudor con una toalla. Al regresar al tajo, tama mi sexo con la toalla y me da un masaje en la zona pectoral, brazos y abdomen como pocas veces he recibido. Incluido en algun momento los pezones, aumentando la excitación, y hubo dos momentos que la polla levanto un poco la toalla. Intentaba contenerme pero no podia. Creo que se dio cuenta porque note como un cambio en su tecnica y paso a finalizar el masaje en las piernas y punto final un increíble masaje en la cabeza.

Como es habitual abandono fl local con un permanece un rato alejado y baja con cuidado de la camilla.

Cuando pase por recepción y estaba ella allí con su compañera. le deje una propina bien merecida. ☺️
Tuve una experiencia similar en una ciudad pequeña de Latinoamerica a la que viajé por trabajo. Hotel de 3*-4* de allí, veo que hay spa y aunque es un poco tarde, me aceptan una reserva para un masaje y pido que me pogan el baño turco para antes del masaje. Voy para allá, bastante cutrecillo todo, azulejos viejos, duchas con cortinilla, pero no me importa, la unica masajista que hay, joven (25?), guapa y sonriente, me da una toalla, me desnudo y me meto en el turco (dejando la toalla fuera, colgada en una percha). La masajista me había dicho que me avisaba cuando estuviera todo listo. A los 15’ se abre la puerta del turco, se asoma, yo esperando desnudo, depie, y me dice que puedo pasar al masaje. Salgo, me tomo mi tiempo en coger la toalla y colocármela en la cintura y voy para allá. LLego al cuartito del masaje, que no tiene puerta, solo una cortinilla, me quito la toalla delante de ella (que no hace amago de salir ni de darse la vuelta….total, ya me ha visto desnudo antes), me tumbo bocabajo y dejo la toalla hecha un burruño encima del culo asumiendo que ella la va a colocar y, como siempre, polla colocada hacia abajo perfectamente visible entre las piernas suficientemente separadas. Empieza el masaje sin colocar la toalla, que sigue como la dejé. La cosa promete…acaba de empezar el masaje, ya he estado desnudo delante de ella en tres momentos distintos, no se ha molestado en taparme con la toalla bien colocada… a estas alturas ya sé que va a ser uno de esos masajes que recordaré.

Primero espalda y luego piernas. Buena masajista. Cuando llega a la parte de arriba de los muslos, empuja un poco la toalla hacia arriba, como si no supiera muy bien que hacer con ella, así que la ayudo y directamente me la subo hasta los riñones, dejando el 100% del culo expuesto. Se enfoca durante varios minutos en la parte alta de las piernas y gluteos, una autentica gozada, apurando mucho, mucho, pero sin llegar a rozarme ni la polla ni el ojete, yo entre morcillón y empalmado. En un momento determinado, le digo, “si no te importa, me quito la toalla, que no está haciendo nada aquí” (estaba hecha un burrulo encima de mis riñones), y ella sin titubear la coge y la deja en una silla. Total, uno de mis grandes objetivos cumplidos: todo indica que voy a estar 100% desnudo todo el resto del masaje, máximo morbo asegurado.

Unos minutos después, me dice que me dé la vuelta, no sé si me tapará, pero me doy la vuelta y no, ahí sigo, desnudo, con la polla morcillona mirando a la izda, como siempre. En el masaje de piernas apura mucho en la zona de ingles y entrepierna, pero con mucha precisión y solo me roza ligeramente la polla en un par de pasadas. Es muy buena masajista, estoy muy relajado a pesar del morbo y no llego a empalmarme en ningún momento. Yo suspirando, separando más las piernas, arquenado un poco la espalda….a ella se la ve relajada y se me pasa por la cabeza que me ofrecerá algún servicio extra. De repente se oye que se acerca alguien y hace algún ruido al otro lado de la cortina y ahí sí, ella se tensa. Debe ser algún empleado del hotel, y si se asoma, verá que me está dando el masaje 100% desnudo (intuyo que se juega el puesto). La cosa no pasa de ahí, pero ella sí ha pasado unos segundos claramente asustada. Sigue el resto del masaje sin novedad, no le sugiero nada (nunca lo hago), ella tampoco hace ningún amago y termina el masaje.

Me levanto desnudo, le digo que ha estado muy bien, que luego la buscaré para darle una propina y le pregunto si me puedo meter de nuevo en el turco, me dice que sí, me despido y me voy andando desnudo, con la toalla en la mano hasta el turco, la dejo colgada fuera, me meto y nada más sentarme, todavía aceitoso, me hago la inevitable paja que me ha faltado durante el masaje. Me tomo mi tiempo, super paja y supercorrida. Aunque no me había empalmado antes, estaba super caliente y tengo que parar varias veces para no correrme demasiado rápido. Finalmente me ducho, me voy a la habitación, me visto, cojo dinero, vuelvo al sitio de los masajes, busco a Alicia, que así se llamada la masajista, la encuentro muy sonriente, le doy una buena propina diciéndole de nuevo que ha estado muy bien, me vuelvo a despedir con la esperanza de poder repetir con ella en otra ocasión. Espero que se acuerde de mí la próxima vez pueda empezar el masaje desnudo al 100% desde el principio, como ocurrió en mi segundo masaje de Guayaquil.
 
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Tuve una experiencia similar en una ciudad pequeña de Latinoamerica a la que viajé por trabajo. Hotel de 3*-4* de allí, veo que hay spa y aunque es un poco tarde, me aceptan una reserva para un masaje y pido que me pogan el baño turco para antes del masaje. Voy para allá, bastante cutrecillo todo, azulejos viejos, duchas con cortinilla, pero no me importa, la unica masajista que hay, joven (25?), guapa y sonriente, me da una toalla, me desnudo y me meto en el turco (dejando la toalla fuera, colgada en una percha). La masajista me había dicho que me avisaba cuando estuviera todo listo. A los 15’ se abre la puerta del turco, se asoma, yo esperando desnudo, depie, y me dice que puedo pasar al masaje. Salgo, me tomo mi tiempo en coger la toalla y colocármela en la cintura y voy para allá. LLego al cuartito del masaje, que no tiene puerta, solo una cortinilla, me quito la toalla delante de ella (que no hace amago de salir ni de darse la vuelta….total, ya me ha visto desnudo antes), me tumbo bocabajo y dejo la toalla hecha un burruño encima del culo asumiendo que ella la va a colocar y, como siempre, polla colocada hacia abajo perfectamente visible entre las piernas suficientemente separadas. Empieza el masaje sin colocar la toalla, que sigue como la dejé. La cosa promete…acaba de empezar el masaje, ya he estado desnudo delante de ella en tres momentos distintos, no se ha molestado en taparme con la toalla bien colocada… a estas alturas ya sé que va a ser uno de esos masajes que recordaré.

Primero espalda y luego piernas. Buena masajista. Cuando llega a la parte de arriba de los muslos, empuja un poco la toalla hacia arriba, como si no supiera muy bien que hacer con ella, así que la ayudo y directamente me la subo hasta los riñones, dejando el 100% del culo expuesto. Se enfoca durante varios minutos en la parte alta de las piernas y gluteos, una autentica gozada, apurando mucho, mucho, pero sin llegar a rozarme ni la polla ni el ojete, yo entre morcillón y empalmado. En un momento determinado, le digo, “si no te importa, me quito la toalla, que no está haciendo nada aquí” (estaba hecha un burrulo encima de mis riñones), y ella sin titubear la coge y la deja en una silla. Total, uno de mis grandes objetivos cumplidos: todo indica que voy a estar 100% desnudo todo el resto del masaje, máximo morbo asegurado.

Unos minutos después, me dice que me dé la vuelta, no sé si me tapará, pero me doy la vuelta y no, ahí sigo, desnudo, con la polla morcillona mirando a la izda, como siempre. En el masaje de piernas apura mucho en la zona de ingles y entrepierna, pero con mucha precisión y solo me roza ligeramente la polla en un par de pasadas. Es muy buena masajista, estoy muy relajado a pesar del morbo y no llego a empalmarme en ningún momento. Yo suspirando, separando más las piernas, arquenado un poco la espalda….a ella se la ve relajada y se me pasa por la cabeza que me ofrecerá algún servicio extra. De repente se oye que se acerca alguien y hace algún ruido al otro lado de la cortina y ahí sí, ella se tensa. Debe ser algún empleado del hotel, y si se asoma, verá que me está dando el masaje 100% desnudo (intuyo que se juega el puesto). La cosa no pasa de ahí, pero ella sí ha pasado unos segundos claramente asustada. Sigue el resto del masaje sin novedad, no le sugiero nada (nunca lo hago), ella tampoco hace ningún amago y termina el masaje.

Me levanto desnudo, le digo que ha estado muy bien, que luego la buscaré para darle una propina y le pregunto si me puedo meter de nuevo en el turco, me dice que sí, me despido y me voy andando desnudo, con la toalla en la mano hasta el turco, la dejo colgada fuera, me meto y nada más sentarme, todavía aceitoso, me hago la inevitable paja que me ha faltado durante el masaje. Me tomo mi tiempo, super paja y supercorrida. Aunque no me había empalmado antes, estaba super caliente y tengo que parar varias veces para no correrme demasiado rápido. Finalmente me ducho, me voy a la habitación, me visto, cojo dinero, vuelvo al sitio de los masajes, busco a Alicia, que así se llamada la masajista, la encuentro muy sonriente, le doy una buena propina diciéndole de nuevo que ha estado muy bien, me vuelvo a despedir con la esperanza de poder repetir con ella en otra ocasión. Espero que se acuerde de mí la próxima vez pueda empezar el masaje desnudo al 100% desde el principio, como ocurrió en mi segundo masaje de Guayaquil.
Muy morbosa tu experiencia ☺️
 
Ahí va otra historia que me puso muy caliente. Spa en el sudeste asiatico, nos cogemos una especie de suite para mi mujer y para mi, que tiene duchas y jacuzzi y dos paquetes de tratamientos que duran como tres horas y luego nos dejan quedarnos hasta que cierran, como una hora más. Nos tocan dos chicos masajistas, muy jovenes, aunque habíamos pedido que fueran mujeres, pero no había disponibles. Hubo dos momentos que me pusieron muy cachondo.

El primero, me hacen un peeling por todo el cuerpo sobre una camilla de marmol. Mi mujer en la de al lado con su tratamiento. Estoy totalmente desnudo, primero bocabajo, como siempre, polla hacia abajo entre las piernas semiabiertas. Cuando llega a los gluteos y entrepierna, me toca a placer, separando bien los cochetes y pasando la mano por toda la raja, tb me toca la polla en un par de pasadas. Me empalmo, pero cuando baja hacia los gemelos y deja de tocarme la parte sensible me relajo algo justo cuando me toca darme la vuelta. Antes me aclara con una ducha de mano con agua caliente, vuelve a separarme los cachetes para aclararme bien y me da un buen chorro por la polla y los huevos y con la mano me quita los restos del peeling. Me doy la vuelta y cuando llega a la zona sensible, me pasa las manos por las ingles y la zona del perineo y un par de veces el masajista me coge la polla y me la cambia de lado para poder apurar bien por todos los rincones. Inevitablemente me empalmo diría que al 80%, pero mi mujer está a los suyo y no se da cuenta (tampoco habría pasado gran qué, es fácil de explicar; de hecho luego se lo conté). Termina el peeling me aclara de nuevo, ya estoy relajado y me da una crema hidratante por todo el cuerpo, incluido gluteos y una pasada rápida por la polla y los huevos.

El segundo momentazo, ocurre un buen rato después. Nos han cambiado a un tatami y a mi me ha mandado mi masajista a ducharme. Cuando vuelvo veo una escena fantástica: mi mujer está tumbada boca acabo, con la toalla enrollada sobre la zona lumbar y el culo 100% expuesto, sin nada (raro en ella que se haya dejado quitar el tanga) y el masajista, de rodillas, con las piernas de mi mujer entre las suyas (no al reves, habría sido demasiado descarado), aplicandole una crema a conciencia con un masaje muy suave en las pantorrillas y el culo. Le veo su cara, ojos cerrados, muy relajada y disfrutando, seguro a esa alturas, muy caliente y mojada. No me lo confesó nunca, pero estoy bastante seguro de que el masajista le tuvo que rozar el coño varias veces viendo como metía las manos entre sus piernas.

Cuando terminamos los tratamientos y nos quedamos solos, los dos estábamos muy calientes y tardamos 2 minutos en estar follando en el jacucci y un rato después, todavía nos dio tiempo a masturbamos mutuamente hasta corrernos los dos en la ducha con chorros por todas partes, con una interrupción de la chica de recepción para decirnos que teníamos que ir terminando y que nos pilló en plena faena.

En fin, una gozada de tarde para recordar siempre
 
Última edición:
me encantan estas historias de masajistas y masajes, donde hay ese punto de morbo y excitación.
 
Otra experiencia más con una masajista. Joven, inexperta… pero con unas manos que pronto descubriría de lo que eran capaces.

Al entrar en la sala, me pidió que me desnudara y salió, dejándome solo. No me ofreció nada para cubrirme, ni una toalla ni una braga de papel. Me quedé en slip y me tumbé boca abajo en la camilla, sintiendo el roce de la tela contra mi piel desnuda.

Su voz suave rompió el silencio.

—¿Alguna molestia en particular?

—En la zona lumbar —respondí.

Era delgada y bajita, y cuando sus manos impregnadas en aceite tocaron mi espalda, un escalofrío me recorrió. Deslizaba sus palmas de un lado a otro, de arriba abajo, y mientras lo hacía, no podía evitar pensar en mi calzoncillo, que se empapaba de aceite con cada movimiento.

Su torpeza era evidente, pero tenía su propio encanto. No había ajustado la altura de la camilla, así que cada vez que se inclinaba sobre mí, sentía su cuerpo apoyarse en mis antebrazos, en mis hombros… incluso en mi espalda. Sus movimientos eran inseguros, y a veces, el roce de sus pechos contra mi piel era inconfundible.

Al principio, me sentí incómodo. Pero poco a poco, ese roce, esa cercanía involuntaria, comenzó a tener otro efecto en mí. Mi cuerpo reaccionó, y en lugar de luchar contra la sensación, me dejé llevar.

El momento más intenso llegó cuando pasó al cuello. Me pidió que girara la cabeza hacia un lado y, al inclinarse sobre mí, su pubis quedó apoyado contra la camilla, a escasos centímetros de mi boca. Podía percibir su olor. Cálido. Femenino. Excitante.

Sus manos siguieron recorriendo mi espalda, aplicando suaves golpes para relajar los músculos. Y entonces, hizo algo inesperado: apoyó sus manos en mi cadera y en mi hombro y comenzó a agitar mi cuerpo en un movimiento oscilante. Con cada balanceo, mi abdomen, mi pubis y mi polla se frotaban contra la camilla, aumentando la presión sobre mi entrepierna.

No pude evitarlo.

Ella lo notó. Se acercó a mi oído y, con un tono travieso, preguntó:

—¿Te sientes incómodo?

—¿Por qué? —respondí con una sonrisa.

—Porque a los hombres… ya sabes.

Solté una carcajada, le dije que sí, que un poco, pero que no se preocupara. Ella también rió, y siguió con el vaivén, explicando que servía para desbloquear las vértebras.

Cuando me pidió que me pusiera boca arriba, supe que no sería fácil disimular. Se alejó un momento para buscar más aceite, y entonces miré hacia abajo. Mi erección era evidente. La tela del slip no podía ocultarla, el glande asomaba por la costura.

Ella estaba de espaldas.

Deslicé la tela unos centímetros, dejando mi miembro expuesto. Cerré los ojos y pensé: “Que pase lo que tenga que pasar”.

Sus manos regresaron, recorriendo mis piernas lentamente. Subían, bajaban, exploraban… pero sin llegar a la ingle. Cuando llegó al borde del slip, sentí un tirón firme: en un movimiento rápido, subió el elástico, cubriéndome de nuevo.

Como si nada hubiera pasado, continuó con el masaje en mi cuello y mi cabeza. La excitación se disipó poco a poco, hasta que finalmente, el masaje llegó a su fin. 😔
 
Otra experiencia más con una masajista. Joven, inexperta… pero con unas manos que pronto descubriría de lo que eran capaces.

Al entrar en la sala, me pidió que me desnudara y salió, dejándome solo. No me ofreció nada para cubrirme, ni una toalla ni una braga de papel. Me quedé en slip y me tumbé boca abajo en la camilla, sintiendo el roce de la tela contra mi piel desnuda.

Su voz suave rompió el silencio.

—¿Alguna molestia en particular?

—En la zona lumbar —respondí.

Era delgada y bajita, y cuando sus manos impregnadas en aceite tocaron mi espalda, un escalofrío me recorrió. Deslizaba sus palmas de un lado a otro, de arriba abajo, y mientras lo hacía, no podía evitar pensar en mi calzoncillo, que se empapaba de aceite con cada movimiento.

Su torpeza era evidente, pero tenía su propio encanto. No había ajustado la altura de la camilla, así que cada vez que se inclinaba sobre mí, sentía su cuerpo apoyarse en mis antebrazos, en mis hombros… incluso en mi espalda. Sus movimientos eran inseguros, y a veces, el roce de sus pechos contra mi piel era inconfundible.

Al principio, me sentí incómodo. Pero poco a poco, ese roce, esa cercanía involuntaria, comenzó a tener otro efecto en mí. Mi cuerpo reaccionó, y en lugar de luchar contra la sensación, me dejé llevar.

El momento más intenso llegó cuando pasó al cuello. Me pidió que girara la cabeza hacia un lado y, al inclinarse sobre mí, su pubis quedó apoyado contra la camilla, a escasos centímetros de mi boca. Podía percibir su olor. Cálido. Femenino. Excitante.

Sus manos siguieron recorriendo mi espalda, aplicando suaves golpes para relajar los músculos. Y entonces, hizo algo inesperado: apoyó sus manos en mi cadera y en mi hombro y comenzó a agitar mi cuerpo en un movimiento oscilante. Con cada balanceo, mi abdomen, mi pubis y mi polla se frotaban contra la camilla, aumentando la presión sobre mi entrepierna.

No pude evitarlo.

Ella lo notó. Se acercó a mi oído y, con un tono travieso, preguntó:

—¿Te sientes incómodo?

—¿Por qué? —respondí con una sonrisa.

—Porque a los hombres… ya sabes.

Solté una carcajada, le dije que sí, que un poco, pero que no se preocupara. Ella también rió, y siguió con el vaivén, explicando que servía para desbloquear las vértebras.

Cuando me pidió que me pusiera boca arriba, supe que no sería fácil disimular. Se alejó un momento para buscar más aceite, y entonces miré hacia abajo. Mi erección era evidente. La tela del slip no podía ocultarla, el glande asomaba por la costura.

Ella estaba de espaldas.

Deslicé la tela unos centímetros, dejando mi miembro expuesto. Cerré los ojos y pensé: “Que pase lo que tenga que pasar”.

Sus manos regresaron, recorriendo mis piernas lentamente. Subían, bajaban, exploraban… pero sin llegar a la ingle. Cuando llegó al borde del slip, sentí un tirón firme: en un movimiento rápido, subió el elástico, cubriéndome de nuevo.

Como si nada hubiera pasado, continuó con el masaje en mi cuello y mi cabeza. La excitación se disipó poco a poco, hasta que finalmente, el masaje llegó a su fin. 😔
Tendrías que haberte quedado 100% desnudo desde el principio…
 
Yo cuento una de las mías, mas que mia de una exnovia. Mi chica, Ana, fue mi novia en la adolescencia, era una auténtica preciosidad, y a pesar de haberlo dejado hace ya casi 20 años, aún sigo viéndola de vez en cuando, habíenodose convertido en una autentica MILF. Ana fue mi primer amor, y estuvimos juntos varios años. A Ana, le ponían las chicas pero nunca había hecho nada con ninguna, y mi fantasía era hacer un trio, algo que nunca pasó.

Ana tenía una amiga bastante fea desde hacía muchos años ( Pilar), que estaba estudiando quiromasajista, era evidente que su amiga, estaba interesada en Ana, porque se deshacía en elogios siempre que la veía, diciéndole lo guapa que era, la suerte que tenía yo etc.

Ana y yo tuvimos una caída en la moto, sin demasiadas consecuencias, algunos rasguños y el golpe. Ana tenía la espalda dolorida desde hacía días, y su amiga, la fea, se ofreció a darle un masaje para aliviarla. Yo sabia que su amiga estaba deseando ese momento y le surgió la oportunidad y mi polla ya estaba palpitando sabiendo que algo iba a pasar.

Despúes del masaje, quedé con mi chica, y estaba supe relajada, y así como el que no quiere la cosa, le pregunté que que tal. Sus palabras me dejaron mudo y cachondo. Me dijo de primeras, me ha hecho correrme tocándome los pies.

Empecé a besarla y a decirle que quería los detalles. Nos fuimos a la cama, y ella empezó a contarme todos los detalles, lo que generó en uno de los mejores polvos que he echado en mi vida.

Me contó que cuando llegó a casa de su amiga, que vivía con sus padres y estaban en la casa, la pasó a la habitación donde tenía la camilla. Le pidió que se desnudara entera (recordemos que le dolía solo la espalda). Ella se quedó desnuda sobre la camilla, su amiga empezó a masajearle primero por la espalda, por el culo, me confesó que cuando masajeaba su entrepierna, le rozó en varias ocasiones la vagina. Hasta ese momento todo muy profesional. Cuando acabó por la espalada le pidió que se diera la vuelta, y empezó a masajerle el cuello, los hombros, hasta que llegó a sus tetas y empezó a masajearlas, . Siguió masajando las piernas, rozándole el coño de forma más evidente. A esas alturas, Ana, me confesó que ya estaba muy cachonda y con el coño chorreando, dejándose llevar por las manos de su amiga.
Cuando terminó por las piernas se dirigió a sus pies, y empezó a masajearlos, Ana me contó que con el masaje en los pies se empezó a poner bastante cachonda, hasta el punto que le dijo a su amiga, " O paras o me corro". Su amiga, no dijo nada, y continuó con el masaje, apoyando el pie de mi chica entre sus tetas. Ana me contaba que podía notar las tetas sueltas de su amiga entre sus pies, y que su coño empezó a empaparse tanto que de forma insconsciente empezó a acariciarse el coño unos segundos hasta que tuvo un orgasmo bestial. Cuando se corrió, su amiga, le dijo que no se preocupara que era algo normal y que esperara que hubiera disfrutado.

Cuando me contó todo esto, lo hizo de forma muy natural, pero yo estaba como una moto y le metí una buena follada, diciéndole q tenía que ver como su amiga le comía el coño y cosas así.

Os diré que despues de esa vez, hubo otra sesión de masaje erótico, pasando más o menos lo mismo. La amiga se conformaba con ver correrse a mi chica, jamás se desnudó ni nada de eso, o eso me contó mi chica, pero estoy seguro que las pajas que se hacía cuando se iba mi chica serían míticas. No se si Ana dejó de contarme algunos detalles o si pasó algo más entre ellas, pero más de 20 años después me la sigo machacando pensando en aquello.

Como colofón, un par de semanas después de aquello, mi chica me confesó, que no le importaría hacer un trío con su amiga, que ya le había tocado y visto todo, y que le pondría que me la follara mientras su amiga se ocupaba de sus tetas. Yo le dije que su amiga no me ponía en absoluto, cosa de la que ahora me arrepiento.. no haber buscado la oportunidad que la tuve.

A los pocos meses de todo esto lo dejamos por otras causas que no vienen al caso.
Joder, qué pena, deberías de publicarlo en el tren solo pasa una vez
 

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