Andalus
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- 28 Feb 2024
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Mi esposa y yo somos grandes aficionados a los balnearios y spas, aunque tenemos una preferencia especial por los primeros. Cada año reservamos al menos un par de veces y tratamos de explorar nuevos lugares. Ambos disfrutamos de estos espacios lúdico-saludables, aprovechando sus instalaciones y servicios, además de darnos el gusto con nuestros propios placeres, como ya he compartido en otros foros.
En esta ocasión, elegimos un balneario al que ya habíamos visitado previamente, conocido por sus excelentes instalaciones y servicios. La comida es deliciosa, y en varias ocasiones hemos vivido experiencias eróticas y estimulantes dentro de sus instalaciones, además de disfrutar del amor de la manera en que se merece
.
Lo que voy a contar ahora es algo único, algo que no había experimentado jamás, y quiero compartirlo con vosotros. Como siempre, contratamos masajes terapéuticos (no relajantes), ya que preferimos que sean intensos, para aliviar contracturas y tensiones.
En mi caso, asignaron a un masajista de unos 40 años, de complexión delgada y fibroso. Durante la sesión, me comentó que tenía mucha experiencia en rehabilitación deportiva. Se notaba que estaba muy preparado y tenía una gran destreza.
Entré en el local con el albornoz y el bañador húmedo, pues veníamos de la piscina termal. Al verme, y al esperar que me ofreciera una braga de papel, como había visto sobre una de las mesitas en la sala, me pidió que me quitara el bañador y me tumbara. Obedecí, quedando completamente desnudo sobre la camilla, boca abajo. Como ya he recibido muchos masajes, no me pareció nada extraño, así que me relajé y me dejé llevar, disfrutando de la experiencia.
Me preguntó si tenía alguna dolencia, y le comenté que, al pasar muchas horas sentado, solía tener las lumbares y el piramidal bastante cargados. Al decirle esto, sabía que iba a concentrarse en esa área, lo que me pareció bien, ya que después de un buen masaje, siempre me siento mucho mejor.
Esta vez pregunto si tenía frío, y le respondí que no, ya que la sala estaba bastante cálida. Pensé en lo que le esperaba al masajista, que tendría que sudar con el esfuerzo de trabajar sobre mi cuerpo de 1,82 metros.
Escuché el sonido del aceite al caer sobre sus manos, y enseguida lo extendió sobre mi espalda. Estaba caliente, lo que me ayudó a relajarme aún más. Sus manos se deslizaron con firmeza de arriba hacia abajo, trabajando sobre cada gluteo y punto gatillo de mi espalda. Era un buen masajista, lo notaba en su técnica, y no pude evitar soltar algún suspiro y bufido de alivio.
Siguió bajando hasta las lumbares, donde notó mis contracturas y aplicó bastante presión para deshacer los nudos. Me quejé, pero al mismo tiempo le dije: "¡Ahí, ahí! Sin compasión." Él se rió mientras me contaba brevemente su currículum en un par de minutos.
Pasa a los piramidales y músculos laterales del glúteo, que no recuerdo como se llaman. Tengo bastante bello y el vuelve a echar aceite para que sus manos deslicen mejor. Me duele pero me aguanto pasado que bufar a gemir, no puedo evitarlo. Sus manos se deslizan por mi culo y a su vez los dedos, palma de la mano y en algún momento el codo, ponen los músculos en su sitio.
Como el masaje está siendo muy intenso de vez en cuando, desliza las manos de forma más suave para relajar, desde los hombros hasta la parte baja del culo. En esa acción, noto como uno de sus dedos pulgares pasan por raja entre los glúteos. Me sorprende sin decir nada ni que se me note nada, repite la acción otra vez. Pero ha sido más lento y su dedo ha pasado por encima de mi agujero. La sensación no me ha disgustado y la conocía, ya que mi mujer ha acariciado muchas veces esa zona, pero ese es otro cantar. El masajista mientras comienza otro movimiento relajante me pregunta que tal está resultando el masaje respondiéndole que muy bien. Echa más aceite en sus manos y desliza de nuevo las manos y esta vez, separo un poco las piernas y sus manos bajan rápidamente hasta mis glúteos, los cual masaje fuerte y rápido, los amasa, notando una y otra vez su dedo acariciando superficialmente el ano.
Oigo su voz que dice .- luego continuamos un poco más sobre el piramidal para acabar de estirar y relaja.- asintiendo con la cabeza y saliendo de mi boca un murmullo de afirmación. Continua con las piernas hasta los pies dedicando unos placenteros minutos.
Estaba excitado y esperaba que, tras lo acontecido, se atreviese a masajear los abductores pero no fue así y menos mal, porque solo pensarlo se me puso tontorrona y estaba inquieto por si me decía que me diera la vuelta.
Acabo los pies y bote de aceite emitía el típico sonido pprrrrrr y sus manos se posaron sobre mi gluteo, apretado con fuerza e intentado separa la carne de la cadera, brutal, notaba como abría los glúteos dejando el ano totalmente expuesto y la fuerza era tal, que creo que hasta se abría el orificio. Los movimientos se repitieron junto con el masaje del piramidal y lateral de las nalgas. Allí estuvo insistiendo una y otra vez, hasta que paso a modo relax, deslizando sus dos manos, pero esta vez desde abajo, desde las piernas hasta la lumbares pasando por los glúteos, pero esta vez se paró sobre ellos y muy lentamente los masajeaba suavemente, y no fue un dedo pulgar, sino los dos, uno seguido del otro, que pasaban por encima del ano. Era tal el aceite que había en la zona, que puede notar con su dedo entraba unos milímetros en mi agujero. Lo repitió una docena de veces hasta que paro, y con una toalla comenzó a retirar parte del aceite de mi cuerpo y me tapo con ella.
Una voz suave me dice que me quede unos minutos relajado y que no me duche ni bañe para que el aceite haga su efecto.
Relajado ni ostias!!!. UUff llevaba un calentón increíble y alli mismo me hice una paja que limpie con la toalla aceitosa, no se iba a notar.
En esta ocasión, elegimos un balneario al que ya habíamos visitado previamente, conocido por sus excelentes instalaciones y servicios. La comida es deliciosa, y en varias ocasiones hemos vivido experiencias eróticas y estimulantes dentro de sus instalaciones, además de disfrutar del amor de la manera en que se merece

Lo que voy a contar ahora es algo único, algo que no había experimentado jamás, y quiero compartirlo con vosotros. Como siempre, contratamos masajes terapéuticos (no relajantes), ya que preferimos que sean intensos, para aliviar contracturas y tensiones.
En mi caso, asignaron a un masajista de unos 40 años, de complexión delgada y fibroso. Durante la sesión, me comentó que tenía mucha experiencia en rehabilitación deportiva. Se notaba que estaba muy preparado y tenía una gran destreza.
Entré en el local con el albornoz y el bañador húmedo, pues veníamos de la piscina termal. Al verme, y al esperar que me ofreciera una braga de papel, como había visto sobre una de las mesitas en la sala, me pidió que me quitara el bañador y me tumbara. Obedecí, quedando completamente desnudo sobre la camilla, boca abajo. Como ya he recibido muchos masajes, no me pareció nada extraño, así que me relajé y me dejé llevar, disfrutando de la experiencia.
Me preguntó si tenía alguna dolencia, y le comenté que, al pasar muchas horas sentado, solía tener las lumbares y el piramidal bastante cargados. Al decirle esto, sabía que iba a concentrarse en esa área, lo que me pareció bien, ya que después de un buen masaje, siempre me siento mucho mejor.
Esta vez pregunto si tenía frío, y le respondí que no, ya que la sala estaba bastante cálida. Pensé en lo que le esperaba al masajista, que tendría que sudar con el esfuerzo de trabajar sobre mi cuerpo de 1,82 metros.
Escuché el sonido del aceite al caer sobre sus manos, y enseguida lo extendió sobre mi espalda. Estaba caliente, lo que me ayudó a relajarme aún más. Sus manos se deslizaron con firmeza de arriba hacia abajo, trabajando sobre cada gluteo y punto gatillo de mi espalda. Era un buen masajista, lo notaba en su técnica, y no pude evitar soltar algún suspiro y bufido de alivio.
Siguió bajando hasta las lumbares, donde notó mis contracturas y aplicó bastante presión para deshacer los nudos. Me quejé, pero al mismo tiempo le dije: "¡Ahí, ahí! Sin compasión." Él se rió mientras me contaba brevemente su currículum en un par de minutos.
Pasa a los piramidales y músculos laterales del glúteo, que no recuerdo como se llaman. Tengo bastante bello y el vuelve a echar aceite para que sus manos deslicen mejor. Me duele pero me aguanto pasado que bufar a gemir, no puedo evitarlo. Sus manos se deslizan por mi culo y a su vez los dedos, palma de la mano y en algún momento el codo, ponen los músculos en su sitio.
Como el masaje está siendo muy intenso de vez en cuando, desliza las manos de forma más suave para relajar, desde los hombros hasta la parte baja del culo. En esa acción, noto como uno de sus dedos pulgares pasan por raja entre los glúteos. Me sorprende sin decir nada ni que se me note nada, repite la acción otra vez. Pero ha sido más lento y su dedo ha pasado por encima de mi agujero. La sensación no me ha disgustado y la conocía, ya que mi mujer ha acariciado muchas veces esa zona, pero ese es otro cantar. El masajista mientras comienza otro movimiento relajante me pregunta que tal está resultando el masaje respondiéndole que muy bien. Echa más aceite en sus manos y desliza de nuevo las manos y esta vez, separo un poco las piernas y sus manos bajan rápidamente hasta mis glúteos, los cual masaje fuerte y rápido, los amasa, notando una y otra vez su dedo acariciando superficialmente el ano.
Oigo su voz que dice .- luego continuamos un poco más sobre el piramidal para acabar de estirar y relaja.- asintiendo con la cabeza y saliendo de mi boca un murmullo de afirmación. Continua con las piernas hasta los pies dedicando unos placenteros minutos.
Estaba excitado y esperaba que, tras lo acontecido, se atreviese a masajear los abductores pero no fue así y menos mal, porque solo pensarlo se me puso tontorrona y estaba inquieto por si me decía que me diera la vuelta.
Acabo los pies y bote de aceite emitía el típico sonido pprrrrrr y sus manos se posaron sobre mi gluteo, apretado con fuerza e intentado separa la carne de la cadera, brutal, notaba como abría los glúteos dejando el ano totalmente expuesto y la fuerza era tal, que creo que hasta se abría el orificio. Los movimientos se repitieron junto con el masaje del piramidal y lateral de las nalgas. Allí estuvo insistiendo una y otra vez, hasta que paso a modo relax, deslizando sus dos manos, pero esta vez desde abajo, desde las piernas hasta la lumbares pasando por los glúteos, pero esta vez se paró sobre ellos y muy lentamente los masajeaba suavemente, y no fue un dedo pulgar, sino los dos, uno seguido del otro, que pasaban por encima del ano. Era tal el aceite que había en la zona, que puede notar con su dedo entraba unos milímetros en mi agujero. Lo repitió una docena de veces hasta que paro, y con una toalla comenzó a retirar parte del aceite de mi cuerpo y me tapo con ella.
Una voz suave me dice que me quede unos minutos relajado y que no me duche ni bañe para que el aceite haga su efecto.
Relajado ni ostias!!!. UUff llevaba un calentón increíble y alli mismo me hice una paja que limpie con la toalla aceitosa, no se iba a notar.
