DEPRAVACIÓN TOTAL DE MADRE E HIJO (introducción)
Bajaron las escalerillas del avión y el contraste de temperatura les impactó, habían cambiado el frio y las heladas del interior de España por aquel agradable clima, iniciaron los trámites aduaneros y recogieron las maletas, una vez fuera del aeropuerto se fumaron un cigarro mientras esperaban que una moderna y climatizada furgoneta les trasladara al hotel.
La bulliciosa Bangkok los recibió con su modernidad y luces atrayentes, se instalaron en la habitación del hotel era amplia y espaciosa, dos camas individuales, un baño completo y unas vistas espectaculares del rio Chao Phraya. Aunque ya era tarde salieron a explorar la ciudad, degustaron algo en un puesto de comida callejera y deambularon por la bulliciosa ciudad y visitaron su primer mercado tailandés, volvieron al hotel en un clásico tuk tuk.
Eran una pareja de turistas más que pasaban desapercibidos en aquella urbe descomunal, pero en realidad ocultaban su sufrido pasado. Laura y Hugo son madre e hijo y su marido había fallecido unos meses atrás en un accidente laboral y recibieron una suculenta indemnización y este viaje lo pago la empresa en que él trabajaba. Él marido de Laura era un hombre con muy mal carácter y abusador y eso lo sufrieron la madre y en especial su hijo que era totalmente opuesto a él, Hugo tiene 21 años es bajito, delgado y con rasgos afeminados, actualmente empezó a estudiar peluquería, cosa impensable si su padre continuase con ellos. Laura tiene 39 años, es de complexión cachigorda, 1,65 cm y unos 66 kilos, pelo moreno, corto, pero se aguantaba bien para su edad, Laura entendía perfectamente a su hijo, ella de joven fue muy gorda y había sufrido burlas tanto de sus amigos y en especial de su marido del que se caso muy joven y enamorada.
Amaneció y Laura se levanto y pudo apreciar ampliamente las preciosas vistas que ofrecía la habitación, Hugo se levanto y fue a ducharse, salió desnudo secándose con la toalla y aunque eran madre e hijo y había visto a su hijo desnudo muchas veces, pero aquella mañana no pudo evitar observarlo y mirarle la polla flácida que le colgaba entre las piernas, se metió en la ducha absorta con el tamaño de la polla de su hijo, hasta en eso era totalmente opuesto a su padre, sin darse cuenta que su hijo también la observaba desnuda duchándose.
Almorzaron algo en el hotel y salieron explorar otra vez la bulliciosa Bangkok. Tanto ella como él dominaban el inglés perfectamente, él padre de Laura fue un militar estadounidense en la base aérea de Zaragoza y Laura trabajaba de traductora en un juzgado y siempre inculcó a su hijo a hablarlo, la primera visita fue al Gran Palacio de Bangkok y les llevo gran parte de la mañana, su segunda parada y por insistencia de Hugo fue para hacerse un masaje, se lo hicieron en una sala donde había dos camastros separados por una cortina, una chica lo hizo con ella y un chico con su hijo, entre ellos reían cuando oían quejidos al ser masajeados con los codos y con sus rodillas en la espalda, incluso Laura le pidió a la masajista que fuera más débil, después de una hora más o menos la masajista le preguntó a Laura si quería algo más, ella le contestó que no, la masajista se despidió haciendo una reverencia con las dos manos y Laura se dirigió vestirse en una esquina de la sala, al salir se equivoco y lo hizo por el lado equivocado y pudo ver como su hijo estaba estirado en el camastro y el masajista le estaba haciendo una paja, Laura soltó un grito de sorpresa.
- ¡Mama espérame fuera! - le dijo su hijo con voz ronca.
Laura se retiro dando pasos hacia atrás sorprendida, pero pudo ver perfectamente como su hijo se convulsionaba con el rostro desfigurado soplando con fuerza y empezaba a eyacular, él masajista puso una mano encima del glande y con ella paraba los chorros de leche y topaban con la mano del tailandés. Laura salió para fuera compungida y sin saber cómo reaccionar, se fumo un cigarro para tranquilizarse, al rato salió su hijo con una sonrisa complaciente.
- ¿Qué ha pasado? - preguntó incrédula Laura.
- ¡Final feliz mama! -
Se fueron caminando por la calle y se pararon en un local con unas mesas y unos taburetes de madera y con carteles que mostraban la comida local, Laura se sentó en un taburete y Hugo fue a buscar la comida, volvió con una bandeja y dos cuencos de pasta con pescado y dos cervezas locales, comieron en silencio.
- ¡Si lo llega a ver tu padre! - exclamó Laura sin poder contenerse.
- Con mi padre no hubiera hecho este viaje - contestó Hugo.
Los dos se echaron a reír al pensar los dos lo mismo las últimas palabras que les dirigió, aquel día, se fue enfadado tanto con la madre como con el hijo: “Culpa tuya Laura siempre defendiéndolo porque es hijo único le has consentido todo y ahora es una maricona que sabe ni defenderse”
- ¿entonces te gustan los hombres? - se atrevió a preguntar Laura al ver a su hijo tan abierto a expresarse.
- ¡Mama no lo sé! - exclamó haciendo un gesto de interrogación - ¡Creo que me gustan las dos cosas!
- ¡No lo entiendo! - clamo Laura confundida - ¿Cómo que te gustan las dos cosas?
- ¡Mama te he visto en la ducha y se me ha puesto el rabo como una estaca!
- ¡Por dios! - asumió la madre echándose las manos a la cabeza incrédula. - ¿Una mujer de mi edad?
- ¡Pero si tienes un polvazo!
Laura se levantó pasmada y empezó a caminar sin rumbo, su hijo la siguió y la próxima parada fue un Starbucks, pidieron dos cafés y se fueron al otro lado de la calle, ella se sentó en una zona ajardinada y se tomo el café con un cigarro.
- ¡Anda vamos rabo tieso! - le dijo Laura dándole un golpe en el hombro.
Hugo se levanto y siguieron caminando y explorando la ciudad, pasaron la tarde visitando mercados, un templo Budista y acabaron en un gran mercado callejero viendo una gran cantidad de imitaciones de todo tipo desde relojes hasta bolsos pasando por ropa y zapatillas deportivas.
Ya anocheciendo y cansados de caminar se sentaron un restaurante y se deleitaron de la comida local, pollo frito, cerdo asado acompañados de varios tipos de arroz y bolas de patata dulce.
Siguieron paseando y solo se detuvieron para tomar unas cervezas en un pub inglés donde podían ver la CNN y deportes en los televisores colgados por todo el local, más tarde llegaron a un punto típico de Bangkok un barrio rojo.
Pasearon por las calles llenas de locales luminosos y llenas de luces de neón de color rojo, locales con pomposos nombres, las chicas lucían pancartas donde podías ver el precio de la cerveza (era lo que atraía a mucha gente, su precio asequible) los hombres entraban en los locales, llenos de taburetes y tarimas donde invitabas a las chicas a beber y algunas se subían a bailar casi desnudas, otras pancartas anunciaban espectáculos sexuales y bailes de estriptís.
El ambiente era festivo y amable, no había malas caras ni sensación de peligro y resaltaba ver a tanta prostitución combinada con un profundo sentimiento religioso, cuando se dirigían a ti lo hacían bajo un profundo respeto aunque sin tapujos.
Varias chicas se les ofrecieron sexualmente, tanto te ofrecían un trío, cómo de forma individualizada, Laura se ruborizó cuando una chica joven coqueteo con ella y le ofreció la mejor comida de coño de todo Bangkok.
Pasearon por varias partes de la ciudad y en cualquier parte o lugar se te ofrecían sexualmente, aunque la prostitución era ilegal, una gran parte de la ciudad se dedicaba a ella, llegando al hotel un nutrido grupo de mujeres se volvió a ofrecer, eran mujeres que ejercían por su cuenta al lado de hoteles turísticos, se las conocía cómo Freelancers.
Una de las chicas llamó la atención de Hugo, era una chica joven tal vez no más de 20 años, lucía un vestido azul de una pieza con unos zapatos abiertos dejando ver sus lindos pies, con unos tacones que disimulaban lo bajita que era, Hugo se paró a hablar con ella mientras Laura lo observaba a un lado.
- ¡Mama quiero follarme a esa putita! - le susurró Hugo - ¡Tiene unas tetas!
A Laura a aquellas alturas del día ya no le sorprendía nada, hizo un gesto de contrariedad, pero no le iba a negar nada a su hijo. Hugo hablo con la chica y pacto un precio con ella y se dirigieron al hotel, en la entrada Laura observo lo joven que era la chica, pero la encontró muy atractiva, sin mucho maquillaje y con un buen escote y unos labios muy carnosos, el cabrón de su hijo tenía buen gusto.
Hugo y la chica subieron a la habitación, mientras Laura se fue al bar del hotel, se tomo una cerveza mientras un pianista amenizaba la noche, salió a la calle a fumarse un cigarro y volvió a entrar, ya llevaba cerca de dos horas y se había bebido varias cervezas, el bar estaba a punto de cerrar y vio a la chica salir y haciéndole un gesto, pago las cervezas dando una buena propina, el camarero un tipo joven se lo agradeció y se ofreció disimuladamente a echarle un polvo por un módico precio, Laura se despidió de él con una sonrisa.
Subió a la habitación, se sentó en la cama descalzándose y acariciándose las plantas de sus cansados pies.
- ¿Cómo te ha ido? - le pregunto a su hijo
- ¡Vaya coñito que tenía la putita!
- ¡No me des detalles! - le susurró Laura apagando la luz y metiéndose en la cama - ¡A dormir que mañana nos vamos a otro sitio!
Al cabo de una hora Hugo se despertó y escucho unos ruiditos y unos tímidos gemidos, su madre se estaba masturbando.
Bajaron las escalerillas del avión y el contraste de temperatura les impactó, habían cambiado el frio y las heladas del interior de España por aquel agradable clima, iniciaron los trámites aduaneros y recogieron las maletas, una vez fuera del aeropuerto se fumaron un cigarro mientras esperaban que una moderna y climatizada furgoneta les trasladara al hotel.
La bulliciosa Bangkok los recibió con su modernidad y luces atrayentes, se instalaron en la habitación del hotel era amplia y espaciosa, dos camas individuales, un baño completo y unas vistas espectaculares del rio Chao Phraya. Aunque ya era tarde salieron a explorar la ciudad, degustaron algo en un puesto de comida callejera y deambularon por la bulliciosa ciudad y visitaron su primer mercado tailandés, volvieron al hotel en un clásico tuk tuk.
Eran una pareja de turistas más que pasaban desapercibidos en aquella urbe descomunal, pero en realidad ocultaban su sufrido pasado. Laura y Hugo son madre e hijo y su marido había fallecido unos meses atrás en un accidente laboral y recibieron una suculenta indemnización y este viaje lo pago la empresa en que él trabajaba. Él marido de Laura era un hombre con muy mal carácter y abusador y eso lo sufrieron la madre y en especial su hijo que era totalmente opuesto a él, Hugo tiene 21 años es bajito, delgado y con rasgos afeminados, actualmente empezó a estudiar peluquería, cosa impensable si su padre continuase con ellos. Laura tiene 39 años, es de complexión cachigorda, 1,65 cm y unos 66 kilos, pelo moreno, corto, pero se aguantaba bien para su edad, Laura entendía perfectamente a su hijo, ella de joven fue muy gorda y había sufrido burlas tanto de sus amigos y en especial de su marido del que se caso muy joven y enamorada.
Amaneció y Laura se levanto y pudo apreciar ampliamente las preciosas vistas que ofrecía la habitación, Hugo se levanto y fue a ducharse, salió desnudo secándose con la toalla y aunque eran madre e hijo y había visto a su hijo desnudo muchas veces, pero aquella mañana no pudo evitar observarlo y mirarle la polla flácida que le colgaba entre las piernas, se metió en la ducha absorta con el tamaño de la polla de su hijo, hasta en eso era totalmente opuesto a su padre, sin darse cuenta que su hijo también la observaba desnuda duchándose.
Almorzaron algo en el hotel y salieron explorar otra vez la bulliciosa Bangkok. Tanto ella como él dominaban el inglés perfectamente, él padre de Laura fue un militar estadounidense en la base aérea de Zaragoza y Laura trabajaba de traductora en un juzgado y siempre inculcó a su hijo a hablarlo, la primera visita fue al Gran Palacio de Bangkok y les llevo gran parte de la mañana, su segunda parada y por insistencia de Hugo fue para hacerse un masaje, se lo hicieron en una sala donde había dos camastros separados por una cortina, una chica lo hizo con ella y un chico con su hijo, entre ellos reían cuando oían quejidos al ser masajeados con los codos y con sus rodillas en la espalda, incluso Laura le pidió a la masajista que fuera más débil, después de una hora más o menos la masajista le preguntó a Laura si quería algo más, ella le contestó que no, la masajista se despidió haciendo una reverencia con las dos manos y Laura se dirigió vestirse en una esquina de la sala, al salir se equivoco y lo hizo por el lado equivocado y pudo ver como su hijo estaba estirado en el camastro y el masajista le estaba haciendo una paja, Laura soltó un grito de sorpresa.
- ¡Mama espérame fuera! - le dijo su hijo con voz ronca.
Laura se retiro dando pasos hacia atrás sorprendida, pero pudo ver perfectamente como su hijo se convulsionaba con el rostro desfigurado soplando con fuerza y empezaba a eyacular, él masajista puso una mano encima del glande y con ella paraba los chorros de leche y topaban con la mano del tailandés. Laura salió para fuera compungida y sin saber cómo reaccionar, se fumo un cigarro para tranquilizarse, al rato salió su hijo con una sonrisa complaciente.
- ¿Qué ha pasado? - preguntó incrédula Laura.
- ¡Final feliz mama! -
Se fueron caminando por la calle y se pararon en un local con unas mesas y unos taburetes de madera y con carteles que mostraban la comida local, Laura se sentó en un taburete y Hugo fue a buscar la comida, volvió con una bandeja y dos cuencos de pasta con pescado y dos cervezas locales, comieron en silencio.
- ¡Si lo llega a ver tu padre! - exclamó Laura sin poder contenerse.
- Con mi padre no hubiera hecho este viaje - contestó Hugo.
Los dos se echaron a reír al pensar los dos lo mismo las últimas palabras que les dirigió, aquel día, se fue enfadado tanto con la madre como con el hijo: “Culpa tuya Laura siempre defendiéndolo porque es hijo único le has consentido todo y ahora es una maricona que sabe ni defenderse”
- ¿entonces te gustan los hombres? - se atrevió a preguntar Laura al ver a su hijo tan abierto a expresarse.
- ¡Mama no lo sé! - exclamó haciendo un gesto de interrogación - ¡Creo que me gustan las dos cosas!
- ¡No lo entiendo! - clamo Laura confundida - ¿Cómo que te gustan las dos cosas?
- ¡Mama te he visto en la ducha y se me ha puesto el rabo como una estaca!
- ¡Por dios! - asumió la madre echándose las manos a la cabeza incrédula. - ¿Una mujer de mi edad?
- ¡Pero si tienes un polvazo!
Laura se levantó pasmada y empezó a caminar sin rumbo, su hijo la siguió y la próxima parada fue un Starbucks, pidieron dos cafés y se fueron al otro lado de la calle, ella se sentó en una zona ajardinada y se tomo el café con un cigarro.
- ¡Anda vamos rabo tieso! - le dijo Laura dándole un golpe en el hombro.
Hugo se levanto y siguieron caminando y explorando la ciudad, pasaron la tarde visitando mercados, un templo Budista y acabaron en un gran mercado callejero viendo una gran cantidad de imitaciones de todo tipo desde relojes hasta bolsos pasando por ropa y zapatillas deportivas.
Ya anocheciendo y cansados de caminar se sentaron un restaurante y se deleitaron de la comida local, pollo frito, cerdo asado acompañados de varios tipos de arroz y bolas de patata dulce.
Siguieron paseando y solo se detuvieron para tomar unas cervezas en un pub inglés donde podían ver la CNN y deportes en los televisores colgados por todo el local, más tarde llegaron a un punto típico de Bangkok un barrio rojo.
Pasearon por las calles llenas de locales luminosos y llenas de luces de neón de color rojo, locales con pomposos nombres, las chicas lucían pancartas donde podías ver el precio de la cerveza (era lo que atraía a mucha gente, su precio asequible) los hombres entraban en los locales, llenos de taburetes y tarimas donde invitabas a las chicas a beber y algunas se subían a bailar casi desnudas, otras pancartas anunciaban espectáculos sexuales y bailes de estriptís.
El ambiente era festivo y amable, no había malas caras ni sensación de peligro y resaltaba ver a tanta prostitución combinada con un profundo sentimiento religioso, cuando se dirigían a ti lo hacían bajo un profundo respeto aunque sin tapujos.
Varias chicas se les ofrecieron sexualmente, tanto te ofrecían un trío, cómo de forma individualizada, Laura se ruborizó cuando una chica joven coqueteo con ella y le ofreció la mejor comida de coño de todo Bangkok.
Pasearon por varias partes de la ciudad y en cualquier parte o lugar se te ofrecían sexualmente, aunque la prostitución era ilegal, una gran parte de la ciudad se dedicaba a ella, llegando al hotel un nutrido grupo de mujeres se volvió a ofrecer, eran mujeres que ejercían por su cuenta al lado de hoteles turísticos, se las conocía cómo Freelancers.
Una de las chicas llamó la atención de Hugo, era una chica joven tal vez no más de 20 años, lucía un vestido azul de una pieza con unos zapatos abiertos dejando ver sus lindos pies, con unos tacones que disimulaban lo bajita que era, Hugo se paró a hablar con ella mientras Laura lo observaba a un lado.
- ¡Mama quiero follarme a esa putita! - le susurró Hugo - ¡Tiene unas tetas!
A Laura a aquellas alturas del día ya no le sorprendía nada, hizo un gesto de contrariedad, pero no le iba a negar nada a su hijo. Hugo hablo con la chica y pacto un precio con ella y se dirigieron al hotel, en la entrada Laura observo lo joven que era la chica, pero la encontró muy atractiva, sin mucho maquillaje y con un buen escote y unos labios muy carnosos, el cabrón de su hijo tenía buen gusto.
Hugo y la chica subieron a la habitación, mientras Laura se fue al bar del hotel, se tomo una cerveza mientras un pianista amenizaba la noche, salió a la calle a fumarse un cigarro y volvió a entrar, ya llevaba cerca de dos horas y se había bebido varias cervezas, el bar estaba a punto de cerrar y vio a la chica salir y haciéndole un gesto, pago las cervezas dando una buena propina, el camarero un tipo joven se lo agradeció y se ofreció disimuladamente a echarle un polvo por un módico precio, Laura se despidió de él con una sonrisa.
Subió a la habitación, se sentó en la cama descalzándose y acariciándose las plantas de sus cansados pies.
- ¿Cómo te ha ido? - le pregunto a su hijo
- ¡Vaya coñito que tenía la putita!
- ¡No me des detalles! - le susurró Laura apagando la luz y metiéndose en la cama - ¡A dormir que mañana nos vamos a otro sitio!
Al cabo de una hora Hugo se despertó y escucho unos ruiditos y unos tímidos gemidos, su madre se estaba masturbando.