PRIMERA PARTEDespués de haber leído la experiencia de @somosdos aquí https://www.foroporno.com/index.php?threads/nuestra-experiencia.2876/#post-151904 , me he animado a contar lo que he vivido con mi mujer este verano. Todavía la tenemos muy presente los dos porque ha pasado poco tiempo y, como otras experiencias que conté en pajis, es totalmente real y no voy a quitar ni añadir nada.
Llevamos 9 años justos y tenemos los dos cuarenta y pocos, aunque tratamos de cuidarnos físicamente (tengo alguna foto publicada aquí y mi mujer es alta, rubia y con un buen culo). Desde hace un tiempo empecé a fantasear con la idea de follar delante de otra pareja, pensando que no habría ninguna otra interacción y solo el morbo que daría verlos junto a nosotros en la cama desnudos, teniendo un orgasmo a nuestro lado. Alguna vez se lo comenté a ella en pleno polvo, pero solo había sonreído y nada más, con lo que yo no sabía muy bien qué pensar. Somos una pareja estable y me daba miedo la idea de si hacer un intercambio total podría afectar a nuestra relación, y eso era algo a lo que yo no estaba dispuesto (por mucho que me excitara la idea). Que una cosa es tener fantasías y otra muy distinta es llevarlas a la realidad.
El caso es que alguien me comentó que había un club en Benavente que estaba muy bien y me puse a investigar, porque además no nos quedaba demasiado lejos. Parecía un sitio cuidado, lejos de un antro de carretera, e incluso hablaban ampliamente de la amabilidad de los empleados. También vi que tenían una piscina en la que organizaban fiestas y ahí es donde vi mi oportunidad de vendérselo a mi mujer. Podría proponerle ir a una piscina nudista, que el morbo de estar allí con un montón de gente sin ropa, aunque no hiciéramos nada más, sería brutal.
Pego por aquí imágenes, para que os hagáis una idea
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Mirando las fechas de las fiestas vi la que sería el momento ideal: una fiesta ibicenca en diez días, todos elegantes vestidos de blanco, un sábado en el que podíamos dejar a nuestros niños con la familia y escaparnos. Aproveché una cena juntos y después de un par de vinos me armé de valor y se lo comenté. Yo lo tenía todo ensayado porque no quería que hubiera malentendidos y que llegara a pensar que simplemente me apetecía follarme a otras (porque a veces el cerebro de una mujer va por donde menos te esperas) y aunque el sexo entre nosotros funcionaba muy bien, esta era una propuesta bastante, bastante loca.
Para mi sorpresa, se lo tomó fenomenal. En ningún momento pensó nada raro y con una sonrisa divertida en la boca me dijo que le parecía muy bien la idea. Claro, al poco tuve que decirle que no solo era una piscina, que era un club liberal y que podíamos simplemente a ver cómo era aquel mundo, sin más pretensiones que la de tener una nueva experiencia de observadores. Le sorprendió la idea, pero al final no puso ningún problema, así que yo estaba eufórico, porque había solucionado la parte más complicada que era la de decírselo a ella.
Pasaron los días y yo reconozco que estaba bastante nervioso y que no me lo podía sacar de la cabeza, aunque cuando llegó el sábado y nos metimos en el coche en dirección al local sentí que la espera se me había hecho más difícil que el hecho en sí. Llegamos sobre las 18h y la chica de recepción muy amable nos preguntó si era nuestra primera vez y dijimos que éramos completamente novatos. Nos enseñaron el local y mi mujer empezó a ponerse tensa cuando vio los ‘glory holes’, la cruz con las cadenas y oyó hablar de orgías en el cuarto oscuro. Fue mucho para unos recién llegados, la verdad. Yo la tranquilicé en los vestuarios y le dije que estaríamos juntos en todo momento, que solo estábamos allí para observar y que después de un par de cervezas todo sería más fácil.
Pareció estar un poco más convencida, con lo que nos fuimos a los vestuarios a desnudarnos y, solo con la toalla y un vaso en cada mano, nos fuimos a la piscina a ver qué era aquello. Había un DJ y unas veinte personas repartidas por allí, con unas camas balinesas muy chulas y una piscina en el centro. Algunos estaban vestidos, otros desnudos, pero el ambiente era tranquilo y divertido, con lo que ambos nos relajamos un poco. La media de edad era como la nuestra y cuerpos de todo tipo, lo que contribuyó a que no nos sintiéramos presionados.
Después de terminarnos nuestra segunda cerveza y tras haber presenciado un par de mamadas de nuestros vecinos de la izquierda y una sesión de sexo en múltiples posiciones de los del fondo, nos decidimos a meternos en la piscina. Yo veía a mi mujer cada vez más metida en el ambiente (incluso pude dejarla sola para ir al bar unos minutos), nadando tranquila y feliz con el hinchable. Para mí, los nervios de las semanas previas estaban dejando paso la excitación del momento, allí desnudo en una piscina, rodeado de gente a la que no le importaba ponerse a follar a nuestro lado. Así que cogí a mi mujer de la cintura y la atraje hacia mí para besarla y sentir su cuerpo desnudo, notar sus pezones duros contra mi pecho y sus piernas alrededor de mi cintura mientras yo me empalmaba rozando sus muslos.
A partir de ahí estuvimos en la piscina un rato más y luego volvimos a la cama balinesa a secarnos y tomar el sol. Había una pareja al fondo que no dejaba de follar: bien cuidados, entre 35-40 años, él alto y con una buena herramienta y ella delgada y unas tetas perfectas. Yo intentaba no ser demasiado evidente con mis miradas, pero allí todos estábamos para eso, con lo que tampoco tenía demasiada importancia. El caso es que mi mujer también los tenía fichados, y al poco se recuesta sobre mí y me dice “me estoy poniendo cachonda”. Joder, para qué quería yo más. Nos empezamos a besar y ella me cogió la polla, que la tenía totalmente dura ya, y empezó a masturbarme. Me dijo que le daba un poco de vergüenza, pero el estar ella de espaldas al resto de la piscina (yo de frente) le facilitó las cosas.
Como he dicho el sexo entre nosotros funciona bastante bien, me gustaría que ella fuera un poco más entusiasta a la hora del sexo oral, pero a cambio es capaz de correrse con el anal, con lo que voy bastante servido. Sin embargo, esta vez se puso a cuatro patas y se metió mi polla en la boca mientras yo estaba bocarriba, así que el resto de la piscina pudo apreciar perfectamente su maravilloso coño y culo mientras su cabeza subía y bajaba. Al poco hice que subiera y le comí un poco las tetas y ella me apretó la cabeza contra su pecho: se notaba que estaba tanto o más excitada que yo. Me encanta cuando está encima de mí y yo le estoy comiendo las tetas, a la vez que le meto el dedo por su coñito para sacarlo todo mojado y jugar un poco con su ano.
Los dos éramos conscientes de dónde estábamos (y el alcohol hasta el momento era moderado) por lo que el momento era de pasión contenida. Estábamos muy excitados pero no somos profesionales del porno, así que me puse a penetrarla despacio y sintiendo cada momento. Yo no quería correrme allí porque no sabía cómo de larga iba a ser la noche, pero mi mujer se estaba tocando mientras botaba encima de mí y yo sabía que estaba deseando correrse. Era toda una sensación, desnudos delante de unos desconocidos y haciendo que ella se corriera con mi polla, puf… Al poco aumentó el ritmo, tensó los músculos y me susurró “me voy a correr”, que me sonó a gloria mientras notaba sus espasmos. Se quedó así recostada y feliz encima de mí y se la saqué ví que la tenía blanca por sus flujos, como pocas veces me había pasado.
Nos fuimos a por otra bebida ya totalmente inmersos en el ambiente del local y empezamos a hablar de qué íbamos a hacer. La fiesta en la piscina acababa a las 22h y teníamos que decidir si también nos íbamos a quedar por la noche en el club, algo de lo que ella no estaba muy segura. Yo no quería perder la oportunidad de ver cómo era aquello por la noche, pero tampoco quería presionarla a ella demasiado ni hacer que se sintiera incómoda. Le dije que no teníamos que hacer nada, que se trataba solo de mirar y que con lo que habíamos hecho yo ya me volvía para casa más que contento. Pareció convencida, y después de comer algo que nos ofrecieron, nos cambiamos en el vestuario y nos pusimos la ropa ibicenca que tan poco habíamos lucido antes.