Nuestra primera vez en un club liberal (real)

rodrim

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3 Jul 2023
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PRIMERA PARTE

Después de haber leído la experiencia de @somosdos aquí https://www.foroporno.com/index.php?threads/nuestra-experiencia.2876/#post-151904 , me he animado a contar lo que he vivido con mi mujer este verano. Todavía la tenemos muy presente los dos porque ha pasado poco tiempo y, como otras experiencias que conté en pajis, es totalmente real y no voy a quitar ni añadir nada.

Llevamos 9 años justos y tenemos los dos cuarenta y pocos, aunque tratamos de cuidarnos físicamente (tengo alguna foto publicada aquí y mi mujer es alta, rubia y con un buen culo). Desde hace un tiempo empecé a fantasear con la idea de follar delante de otra pareja, pensando que no habría ninguna otra interacción y solo el morbo que daría verlos junto a nosotros en la cama desnudos, teniendo un orgasmo a nuestro lado. Alguna vez se lo comenté a ella en pleno polvo, pero solo había sonreído y nada más, con lo que yo no sabía muy bien qué pensar. Somos una pareja estable y me daba miedo la idea de si hacer un intercambio total podría afectar a nuestra relación, y eso era algo a lo que yo no estaba dispuesto (por mucho que me excitara la idea). Que una cosa es tener fantasías y otra muy distinta es llevarlas a la realidad.

El caso es que alguien me comentó que había un club en Benavente que estaba muy bien y me puse a investigar, porque además no nos quedaba demasiado lejos. Parecía un sitio cuidado, lejos de un antro de carretera, e incluso hablaban ampliamente de la amabilidad de los empleados. También vi que tenían una piscina en la que organizaban fiestas y ahí es donde vi mi oportunidad de vendérselo a mi mujer. Podría proponerle ir a una piscina nudista, que el morbo de estar allí con un montón de gente sin ropa, aunque no hiciéramos nada más, sería brutal.

Pego por aquí imágenes, para que os hagáis una idea
ibb. co / PzGf1j7
ibb. co / 87kQT7S

Mirando las fechas de las fiestas vi la que sería el momento ideal: una fiesta ibicenca en diez días, todos elegantes vestidos de blanco, un sábado en el que podíamos dejar a nuestros niños con la familia y escaparnos. Aproveché una cena juntos y después de un par de vinos me armé de valor y se lo comenté. Yo lo tenía todo ensayado porque no quería que hubiera malentendidos y que llegara a pensar que simplemente me apetecía follarme a otras (porque a veces el cerebro de una mujer va por donde menos te esperas) y aunque el sexo entre nosotros funcionaba muy bien, esta era una propuesta bastante, bastante loca.

Para mi sorpresa, se lo tomó fenomenal. En ningún momento pensó nada raro y con una sonrisa divertida en la boca me dijo que le parecía muy bien la idea. Claro, al poco tuve que decirle que no solo era una piscina, que era un club liberal y que podíamos simplemente a ver cómo era aquel mundo, sin más pretensiones que la de tener una nueva experiencia de observadores. Le sorprendió la idea, pero al final no puso ningún problema, así que yo estaba eufórico, porque había solucionado la parte más complicada que era la de decírselo a ella.

Pasaron los días y yo reconozco que estaba bastante nervioso y que no me lo podía sacar de la cabeza, aunque cuando llegó el sábado y nos metimos en el coche en dirección al local sentí que la espera se me había hecho más difícil que el hecho en sí. Llegamos sobre las 18h y la chica de recepción muy amable nos preguntó si era nuestra primera vez y dijimos que éramos completamente novatos. Nos enseñaron el local y mi mujer empezó a ponerse tensa cuando vio los ‘glory holes’, la cruz con las cadenas y oyó hablar de orgías en el cuarto oscuro. Fue mucho para unos recién llegados, la verdad. Yo la tranquilicé en los vestuarios y le dije que estaríamos juntos en todo momento, que solo estábamos allí para observar y que después de un par de cervezas todo sería más fácil.

Pareció estar un poco más convencida, con lo que nos fuimos a los vestuarios a desnudarnos y, solo con la toalla y un vaso en cada mano, nos fuimos a la piscina a ver qué era aquello. Había un DJ y unas veinte personas repartidas por allí, con unas camas balinesas muy chulas y una piscina en el centro. Algunos estaban vestidos, otros desnudos, pero el ambiente era tranquilo y divertido, con lo que ambos nos relajamos un poco. La media de edad era como la nuestra y cuerpos de todo tipo, lo que contribuyó a que no nos sintiéramos presionados.

Después de terminarnos nuestra segunda cerveza y tras haber presenciado un par de mamadas de nuestros vecinos de la izquierda y una sesión de sexo en múltiples posiciones de los del fondo, nos decidimos a meternos en la piscina. Yo veía a mi mujer cada vez más metida en el ambiente (incluso pude dejarla sola para ir al bar unos minutos), nadando tranquila y feliz con el hinchable. Para mí, los nervios de las semanas previas estaban dejando paso la excitación del momento, allí desnudo en una piscina, rodeado de gente a la que no le importaba ponerse a follar a nuestro lado. Así que cogí a mi mujer de la cintura y la atraje hacia mí para besarla y sentir su cuerpo desnudo, notar sus pezones duros contra mi pecho y sus piernas alrededor de mi cintura mientras yo me empalmaba rozando sus muslos.

A partir de ahí estuvimos en la piscina un rato más y luego volvimos a la cama balinesa a secarnos y tomar el sol. Había una pareja al fondo que no dejaba de follar: bien cuidados, entre 35-40 años, él alto y con una buena herramienta y ella delgada y unas tetas perfectas. Yo intentaba no ser demasiado evidente con mis miradas, pero allí todos estábamos para eso, con lo que tampoco tenía demasiada importancia. El caso es que mi mujer también los tenía fichados, y al poco se recuesta sobre mí y me dice “me estoy poniendo cachonda”. Joder, para qué quería yo más. Nos empezamos a besar y ella me cogió la polla, que la tenía totalmente dura ya, y empezó a masturbarme. Me dijo que le daba un poco de vergüenza, pero el estar ella de espaldas al resto de la piscina (yo de frente) le facilitó las cosas.

Como he dicho el sexo entre nosotros funciona bastante bien, me gustaría que ella fuera un poco más entusiasta a la hora del sexo oral, pero a cambio es capaz de correrse con el anal, con lo que voy bastante servido. Sin embargo, esta vez se puso a cuatro patas y se metió mi polla en la boca mientras yo estaba bocarriba, así que el resto de la piscina pudo apreciar perfectamente su maravilloso coño y culo mientras su cabeza subía y bajaba. Al poco hice que subiera y le comí un poco las tetas y ella me apretó la cabeza contra su pecho: se notaba que estaba tanto o más excitada que yo. Me encanta cuando está encima de mí y yo le estoy comiendo las tetas, a la vez que le meto el dedo por su coñito para sacarlo todo mojado y jugar un poco con su ano.

Los dos éramos conscientes de dónde estábamos (y el alcohol hasta el momento era moderado) por lo que el momento era de pasión contenida. Estábamos muy excitados pero no somos profesionales del porno, así que me puse a penetrarla despacio y sintiendo cada momento. Yo no quería correrme allí porque no sabía cómo de larga iba a ser la noche, pero mi mujer se estaba tocando mientras botaba encima de mí y yo sabía que estaba deseando correrse. Era toda una sensación, desnudos delante de unos desconocidos y haciendo que ella se corriera con mi polla, puf… Al poco aumentó el ritmo, tensó los músculos y me susurró “me voy a correr”, que me sonó a gloria mientras notaba sus espasmos. Se quedó así recostada y feliz encima de mí y se la saqué ví que la tenía blanca por sus flujos, como pocas veces me había pasado.

Nos fuimos a por otra bebida ya totalmente inmersos en el ambiente del local y empezamos a hablar de qué íbamos a hacer. La fiesta en la piscina acababa a las 22h y teníamos que decidir si también nos íbamos a quedar por la noche en el club, algo de lo que ella no estaba muy segura. Yo no quería perder la oportunidad de ver cómo era aquello por la noche, pero tampoco quería presionarla a ella demasiado ni hacer que se sintiera incómoda. Le dije que no teníamos que hacer nada, que se trataba solo de mirar y que con lo que habíamos hecho yo ya me volvía para casa más que contento. Pareció convencida, y después de comer algo que nos ofrecieron, nos cambiamos en el vestuario y nos pusimos la ropa ibicenca que tan poco habíamos lucido antes.
 
PRIMERA PARTE

Después de haber leído la experiencia de @somosdos aquí https://www.foroporno.com/index.php?threads/nuestra-experiencia.2876/#post-151904 , me he animado a contar lo que he vivido con mi mujer este verano. Todavía la tenemos muy presente los dos porque ha pasado poco tiempo y, como otras experiencias que conté en pajis, es totalmente real y no voy a quitar ni añadir nada.

Llevamos 9 años justos y tenemos los dos cuarenta y pocos, aunque tratamos de cuidarnos físicamente (tengo alguna foto publicada aquí y mi mujer es alta, rubia y con un buen culo). Desde hace un tiempo empecé a fantasear con la idea de follar delante de otra pareja, pensando que no habría ninguna otra interacción y solo el morbo que daría verlos junto a nosotros en la cama desnudos, teniendo un orgasmo a nuestro lado. Alguna vez se lo comenté a ella en pleno polvo, pero solo había sonreído y nada más, con lo que yo no sabía muy bien qué pensar. Somos una pareja estable y me daba miedo la idea de si hacer un intercambio total podría afectar a nuestra relación, y eso era algo a lo que yo no estaba dispuesto (por mucho que me excitara la idea). Que una cosa es tener fantasías y otra muy distinta es llevarlas a la realidad.

El caso es que alguien me comentó que había un club en Benavente que estaba muy bien y me puse a investigar, porque además no nos quedaba demasiado lejos. Parecía un sitio cuidado, lejos de un antro de carretera, e incluso hablaban ampliamente de la amabilidad de los empleados. También vi que tenían una piscina en la que organizaban fiestas y ahí es donde vi mi oportunidad de vendérselo a mi mujer. Podría proponerle ir a una piscina nudista, que el morbo de estar allí con un montón de gente sin ropa, aunque no hiciéramos nada más, sería brutal.

Pego por aquí imágenes, para que os hagáis una idea
ibb. co / PzGf1j7
ibb. co / 87kQT7S

Mirando las fechas de las fiestas vi la que sería el momento ideal: una fiesta ibicenca en diez días, todos elegantes vestidos de blanco, un sábado en el que podíamos dejar a nuestros niños con la familia y escaparnos. Aproveché una cena juntos y después de un par de vinos me armé de valor y se lo comenté. Yo lo tenía todo ensayado porque no quería que hubiera malentendidos y que llegara a pensar que simplemente me apetecía follarme a otras (porque a veces el cerebro de una mujer va por donde menos te esperas) y aunque el sexo entre nosotros funcionaba muy bien, esta era una propuesta bastante, bastante loca.

Para mi sorpresa, se lo tomó fenomenal. En ningún momento pensó nada raro y con una sonrisa divertida en la boca me dijo que le parecía muy bien la idea. Claro, al poco tuve que decirle que no solo era una piscina, que era un club liberal y que podíamos simplemente a ver cómo era aquel mundo, sin más pretensiones que la de tener una nueva experiencia de observadores. Le sorprendió la idea, pero al final no puso ningún problema, así que yo estaba eufórico, porque había solucionado la parte más complicada que era la de decírselo a ella.

Pasaron los días y yo reconozco que estaba bastante nervioso y que no me lo podía sacar de la cabeza, aunque cuando llegó el sábado y nos metimos en el coche en dirección al local sentí que la espera se me había hecho más difícil que el hecho en sí. Llegamos sobre las 18h y la chica de recepción muy amable nos preguntó si era nuestra primera vez y dijimos que éramos completamente novatos. Nos enseñaron el local y mi mujer empezó a ponerse tensa cuando vio los ‘glory holes’, la cruz con las cadenas y oyó hablar de orgías en el cuarto oscuro. Fue mucho para unos recién llegados, la verdad. Yo la tranquilicé en los vestuarios y le dije que estaríamos juntos en todo momento, que solo estábamos allí para observar y que después de un par de cervezas todo sería más fácil.

Pareció estar un poco más convencida, con lo que nos fuimos a los vestuarios a desnudarnos y, solo con la toalla y un vaso en cada mano, nos fuimos a la piscina a ver qué era aquello. Había un DJ y unas veinte personas repartidas por allí, con unas camas balinesas muy chulas y una piscina en el centro. Algunos estaban vestidos, otros desnudos, pero el ambiente era tranquilo y divertido, con lo que ambos nos relajamos un poco. La media de edad era como la nuestra y cuerpos de todo tipo, lo que contribuyó a que no nos sintiéramos presionados.

Después de terminarnos nuestra segunda cerveza y tras haber presenciado un par de mamadas de nuestros vecinos de la izquierda y una sesión de sexo en múltiples posiciones de los del fondo, nos decidimos a meternos en la piscina. Yo veía a mi mujer cada vez más metida en el ambiente (incluso pude dejarla sola para ir al bar unos minutos), nadando tranquila y feliz con el hinchable. Para mí, los nervios de las semanas previas estaban dejando paso la excitación del momento, allí desnudo en una piscina, rodeado de gente a la que no le importaba ponerse a follar a nuestro lado. Así que cogí a mi mujer de la cintura y la atraje hacia mí para besarla y sentir su cuerpo desnudo, notar sus pezones duros contra mi pecho y sus piernas alrededor de mi cintura mientras yo me empalmaba rozando sus muslos.

A partir de ahí estuvimos en la piscina un rato más y luego volvimos a la cama balinesa a secarnos y tomar el sol. Había una pareja al fondo que no dejaba de follar: bien cuidados, entre 35-40 años, él alto y con una buena herramienta y ella delgada y unas tetas perfectas. Yo intentaba no ser demasiado evidente con mis miradas, pero allí todos estábamos para eso, con lo que tampoco tenía demasiada importancia. El caso es que mi mujer también los tenía fichados, y al poco se recuesta sobre mí y me dice “me estoy poniendo cachonda”. Joder, para qué quería yo más. Nos empezamos a besar y ella me cogió la polla, que la tenía totalmente dura ya, y empezó a masturbarme. Me dijo que le daba un poco de vergüenza, pero el estar ella de espaldas al resto de la piscina (yo de frente) le facilitó las cosas.

Como he dicho el sexo entre nosotros funciona bastante bien, me gustaría que ella fuera un poco más entusiasta a la hora del sexo oral, pero a cambio es capaz de correrse con el anal, con lo que voy bastante servido. Sin embargo, esta vez se puso a cuatro patas y se metió mi polla en la boca mientras yo estaba bocarriba, así que el resto de la piscina pudo apreciar perfectamente su maravilloso coño y culo mientras su cabeza subía y bajaba. Al poco hice que subiera y le comí un poco las tetas y ella me apretó la cabeza contra su pecho: se notaba que estaba tanto o más excitada que yo. Me encanta cuando está encima de mí y yo le estoy comiendo las tetas, a la vez que le meto el dedo por su coñito para sacarlo todo mojado y jugar un poco con su ano.

Los dos éramos conscientes de dónde estábamos (y el alcohol hasta el momento era moderado) por lo que el momento era de pasión contenida. Estábamos muy excitados pero no somos profesionales del porno, así que me puse a penetrarla despacio y sintiendo cada momento. Yo no quería correrme allí porque no sabía cómo de larga iba a ser la noche, pero mi mujer se estaba tocando mientras botaba encima de mí y yo sabía que estaba deseando correrse. Era toda una sensación, desnudos delante de unos desconocidos y haciendo que ella se corriera con mi polla, puf… Al poco aumentó el ritmo, tensó los músculos y me susurró “me voy a correr”, que me sonó a gloria mientras notaba sus espasmos. Se quedó así recostada y feliz encima de mí y se la saqué ví que la tenía blanca por sus flujos, como pocas veces me había pasado.

Nos fuimos a por otra bebida ya totalmente inmersos en el ambiente del local y empezamos a hablar de qué íbamos a hacer. La fiesta en la piscina acababa a las 22h y teníamos que decidir si también nos íbamos a quedar por la noche en el club, algo de lo que ella no estaba muy segura. Yo no quería perder la oportunidad de ver cómo era aquello por la noche, pero tampoco quería presionarla a ella demasiado ni hacer que se sintiera incómoda. Le dije que no teníamos que hacer nada, que se trataba solo de mirar y que con lo que habíamos hecho yo ya me volvía para casa más que contento. Pareció convencida, y después de comer algo que nos ofrecieron, nos cambiamos en el vestuario y nos pusimos la ropa ibicenca que tan poco habíamos lucido antes.
Me encanta como lo has contado, cuando vayas sacando tiempo sigue contándonos
 
PRIMERA PARTE

Después de haber leído la experiencia de @somosdos aquí https://www.foroporno.com/index.php?threads/nuestra-experiencia.2876/#post-151904 , me he animado a contar lo que he vivido con mi mujer este verano. Todavía la tenemos muy presente los dos porque ha pasado poco tiempo y, como otras experiencias que conté en pajis, es totalmente real y no voy a quitar ni añadir nada.

Llevamos 9 años justos y tenemos los dos cuarenta y pocos, aunque tratamos de cuidarnos físicamente (tengo alguna foto publicada aquí y mi mujer es alta, rubia y con un buen culo). Desde hace un tiempo empecé a fantasear con la idea de follar delante de otra pareja, pensando que no habría ninguna otra interacción y solo el morbo que daría verlos junto a nosotros en la cama desnudos, teniendo un orgasmo a nuestro lado. Alguna vez se lo comenté a ella en pleno polvo, pero solo había sonreído y nada más, con lo que yo no sabía muy bien qué pensar. Somos una pareja estable y me daba miedo la idea de si hacer un intercambio total podría afectar a nuestra relación, y eso era algo a lo que yo no estaba dispuesto (por mucho que me excitara la idea). Que una cosa es tener fantasías y otra muy distinta es llevarlas a la realidad.

El caso es que alguien me comentó que había un club en Benavente que estaba muy bien y me puse a investigar, porque además no nos quedaba demasiado lejos. Parecía un sitio cuidado, lejos de un antro de carretera, e incluso hablaban ampliamente de la amabilidad de los empleados. También vi que tenían una piscina en la que organizaban fiestas y ahí es donde vi mi oportunidad de vendérselo a mi mujer. Podría proponerle ir a una piscina nudista, que el morbo de estar allí con un montón de gente sin ropa, aunque no hiciéramos nada más, sería brutal.

Pego por aquí imágenes, para que os hagáis una idea
ibb. co / PzGf1j7
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Mirando las fechas de las fiestas vi la que sería el momento ideal: una fiesta ibicenca en diez días, todos elegantes vestidos de blanco, un sábado en el que podíamos dejar a nuestros niños con la familia y escaparnos. Aproveché una cena juntos y después de un par de vinos me armé de valor y se lo comenté. Yo lo tenía todo ensayado porque no quería que hubiera malentendidos y que llegara a pensar que simplemente me apetecía follarme a otras (porque a veces el cerebro de una mujer va por donde menos te esperas) y aunque el sexo entre nosotros funcionaba muy bien, esta era una propuesta bastante, bastante loca.

Para mi sorpresa, se lo tomó fenomenal. En ningún momento pensó nada raro y con una sonrisa divertida en la boca me dijo que le parecía muy bien la idea. Claro, al poco tuve que decirle que no solo era una piscina, que era un club liberal y que podíamos simplemente a ver cómo era aquel mundo, sin más pretensiones que la de tener una nueva experiencia de observadores. Le sorprendió la idea, pero al final no puso ningún problema, así que yo estaba eufórico, porque había solucionado la parte más complicada que era la de decírselo a ella.

Pasaron los días y yo reconozco que estaba bastante nervioso y que no me lo podía sacar de la cabeza, aunque cuando llegó el sábado y nos metimos en el coche en dirección al local sentí que la espera se me había hecho más difícil que el hecho en sí. Llegamos sobre las 18h y la chica de recepción muy amable nos preguntó si era nuestra primera vez y dijimos que éramos completamente novatos. Nos enseñaron el local y mi mujer empezó a ponerse tensa cuando vio los ‘glory holes’, la cruz con las cadenas y oyó hablar de orgías en el cuarto oscuro. Fue mucho para unos recién llegados, la verdad. Yo la tranquilicé en los vestuarios y le dije que estaríamos juntos en todo momento, que solo estábamos allí para observar y que después de un par de cervezas todo sería más fácil.

Pareció estar un poco más convencida, con lo que nos fuimos a los vestuarios a desnudarnos y, solo con la toalla y un vaso en cada mano, nos fuimos a la piscina a ver qué era aquello. Había un DJ y unas veinte personas repartidas por allí, con unas camas balinesas muy chulas y una piscina en el centro. Algunos estaban vestidos, otros desnudos, pero el ambiente era tranquilo y divertido, con lo que ambos nos relajamos un poco. La media de edad era como la nuestra y cuerpos de todo tipo, lo que contribuyó a que no nos sintiéramos presionados.

Después de terminarnos nuestra segunda cerveza y tras haber presenciado un par de mamadas de nuestros vecinos de la izquierda y una sesión de sexo en múltiples posiciones de los del fondo, nos decidimos a meternos en la piscina. Yo veía a mi mujer cada vez más metida en el ambiente (incluso pude dejarla sola para ir al bar unos minutos), nadando tranquila y feliz con el hinchable. Para mí, los nervios de las semanas previas estaban dejando paso la excitación del momento, allí desnudo en una piscina, rodeado de gente a la que no le importaba ponerse a follar a nuestro lado. Así que cogí a mi mujer de la cintura y la atraje hacia mí para besarla y sentir su cuerpo desnudo, notar sus pezones duros contra mi pecho y sus piernas alrededor de mi cintura mientras yo me empalmaba rozando sus muslos.

A partir de ahí estuvimos en la piscina un rato más y luego volvimos a la cama balinesa a secarnos y tomar el sol. Había una pareja al fondo que no dejaba de follar: bien cuidados, entre 35-40 años, él alto y con una buena herramienta y ella delgada y unas tetas perfectas. Yo intentaba no ser demasiado evidente con mis miradas, pero allí todos estábamos para eso, con lo que tampoco tenía demasiada importancia. El caso es que mi mujer también los tenía fichados, y al poco se recuesta sobre mí y me dice “me estoy poniendo cachonda”. Joder, para qué quería yo más. Nos empezamos a besar y ella me cogió la polla, que la tenía totalmente dura ya, y empezó a masturbarme. Me dijo que le daba un poco de vergüenza, pero el estar ella de espaldas al resto de la piscina (yo de frente) le facilitó las cosas.

Como he dicho el sexo entre nosotros funciona bastante bien, me gustaría que ella fuera un poco más entusiasta a la hora del sexo oral, pero a cambio es capaz de correrse con el anal, con lo que voy bastante servido. Sin embargo, esta vez se puso a cuatro patas y se metió mi polla en la boca mientras yo estaba bocarriba, así que el resto de la piscina pudo apreciar perfectamente su maravilloso coño y culo mientras su cabeza subía y bajaba. Al poco hice que subiera y le comí un poco las tetas y ella me apretó la cabeza contra su pecho: se notaba que estaba tanto o más excitada que yo. Me encanta cuando está encima de mí y yo le estoy comiendo las tetas, a la vez que le meto el dedo por su coñito para sacarlo todo mojado y jugar un poco con su ano.

Los dos éramos conscientes de dónde estábamos (y el alcohol hasta el momento era moderado) por lo que el momento era de pasión contenida. Estábamos muy excitados pero no somos profesionales del porno, así que me puse a penetrarla despacio y sintiendo cada momento. Yo no quería correrme allí porque no sabía cómo de larga iba a ser la noche, pero mi mujer se estaba tocando mientras botaba encima de mí y yo sabía que estaba deseando correrse. Era toda una sensación, desnudos delante de unos desconocidos y haciendo que ella se corriera con mi polla, puf… Al poco aumentó el ritmo, tensó los músculos y me susurró “me voy a correr”, que me sonó a gloria mientras notaba sus espasmos. Se quedó así recostada y feliz encima de mí y se la saqué ví que la tenía blanca por sus flujos, como pocas veces me había pasado.

Nos fuimos a por otra bebida ya totalmente inmersos en el ambiente del local y empezamos a hablar de qué íbamos a hacer. La fiesta en la piscina acababa a las 22h y teníamos que decidir si también nos íbamos a quedar por la noche en el club, algo de lo que ella no estaba muy segura. Yo no quería perder la oportunidad de ver cómo era aquello por la noche, pero tampoco quería presionarla a ella demasiado ni hacer que se sintiera incómoda. Le dije que no teníamos que hacer nada, que se trataba solo de mirar y que con lo que habíamos hecho yo ya me volvía para casa más que contento. Pareció convencida, y después de comer algo que nos ofrecieron, nos cambiamos en el vestuario y nos pusimos la ropa ibicenca que tan poco habíamos lucido antes.
Deseando saber como siguió la noche.

Que morbazo cuando se tumban las últimas barreras que les quedan y disfrutan tanto o más que nosotros.
 
PRIMERA PARTE

Después de haber leído la experiencia de @somosdos aquí https://www.foroporno.com/index.php?threads/nuestra-experiencia.2876/#post-151904 , me he animado a contar lo que he vivido con mi mujer este verano. Todavía la tenemos muy presente los dos porque ha pasado poco tiempo y, como otras experiencias que conté en pajis, es totalmente real y no voy a quitar ni añadir nada.

Llevamos 9 años justos y tenemos los dos cuarenta y pocos, aunque tratamos de cuidarnos físicamente (tengo alguna foto publicada aquí y mi mujer es alta, rubia y con un buen culo). Desde hace un tiempo empecé a fantasear con la idea de follar delante de otra pareja, pensando que no habría ninguna otra interacción y solo el morbo que daría verlos junto a nosotros en la cama desnudos, teniendo un orgasmo a nuestro lado. Alguna vez se lo comenté a ella en pleno polvo, pero solo había sonreído y nada más, con lo que yo no sabía muy bien qué pensar. Somos una pareja estable y me daba miedo la idea de si hacer un intercambio total podría afectar a nuestra relación, y eso era algo a lo que yo no estaba dispuesto (por mucho que me excitara la idea). Que una cosa es tener fantasías y otra muy distinta es llevarlas a la realidad.

El caso es que alguien me comentó que había un club en Benavente que estaba muy bien y me puse a investigar, porque además no nos quedaba demasiado lejos. Parecía un sitio cuidado, lejos de un antro de carretera, e incluso hablaban ampliamente de la amabilidad de los empleados. También vi que tenían una piscina en la que organizaban fiestas y ahí es donde vi mi oportunidad de vendérselo a mi mujer. Podría proponerle ir a una piscina nudista, que el morbo de estar allí con un montón de gente sin ropa, aunque no hiciéramos nada más, sería brutal.

Pego por aquí imágenes, para que os hagáis una idea
ibb. co / PzGf1j7
ibb. co / 87kQT7S

Mirando las fechas de las fiestas vi la que sería el momento ideal: una fiesta ibicenca en diez días, todos elegantes vestidos de blanco, un sábado en el que podíamos dejar a nuestros niños con la familia y escaparnos. Aproveché una cena juntos y después de un par de vinos me armé de valor y se lo comenté. Yo lo tenía todo ensayado porque no quería que hubiera malentendidos y que llegara a pensar que simplemente me apetecía follarme a otras (porque a veces el cerebro de una mujer va por donde menos te esperas) y aunque el sexo entre nosotros funcionaba muy bien, esta era una propuesta bastante, bastante loca.

Para mi sorpresa, se lo tomó fenomenal. En ningún momento pensó nada raro y con una sonrisa divertida en la boca me dijo que le parecía muy bien la idea. Claro, al poco tuve que decirle que no solo era una piscina, que era un club liberal y que podíamos simplemente a ver cómo era aquel mundo, sin más pretensiones que la de tener una nueva experiencia de observadores. Le sorprendió la idea, pero al final no puso ningún problema, así que yo estaba eufórico, porque había solucionado la parte más complicada que era la de decírselo a ella.

Pasaron los días y yo reconozco que estaba bastante nervioso y que no me lo podía sacar de la cabeza, aunque cuando llegó el sábado y nos metimos en el coche en dirección al local sentí que la espera se me había hecho más difícil que el hecho en sí. Llegamos sobre las 18h y la chica de recepción muy amable nos preguntó si era nuestra primera vez y dijimos que éramos completamente novatos. Nos enseñaron el local y mi mujer empezó a ponerse tensa cuando vio los ‘glory holes’, la cruz con las cadenas y oyó hablar de orgías en el cuarto oscuro. Fue mucho para unos recién llegados, la verdad. Yo la tranquilicé en los vestuarios y le dije que estaríamos juntos en todo momento, que solo estábamos allí para observar y que después de un par de cervezas todo sería más fácil.

Pareció estar un poco más convencida, con lo que nos fuimos a los vestuarios a desnudarnos y, solo con la toalla y un vaso en cada mano, nos fuimos a la piscina a ver qué era aquello. Había un DJ y unas veinte personas repartidas por allí, con unas camas balinesas muy chulas y una piscina en el centro. Algunos estaban vestidos, otros desnudos, pero el ambiente era tranquilo y divertido, con lo que ambos nos relajamos un poco. La media de edad era como la nuestra y cuerpos de todo tipo, lo que contribuyó a que no nos sintiéramos presionados.

Después de terminarnos nuestra segunda cerveza y tras haber presenciado un par de mamadas de nuestros vecinos de la izquierda y una sesión de sexo en múltiples posiciones de los del fondo, nos decidimos a meternos en la piscina. Yo veía a mi mujer cada vez más metida en el ambiente (incluso pude dejarla sola para ir al bar unos minutos), nadando tranquila y feliz con el hinchable. Para mí, los nervios de las semanas previas estaban dejando paso la excitación del momento, allí desnudo en una piscina, rodeado de gente a la que no le importaba ponerse a follar a nuestro lado. Así que cogí a mi mujer de la cintura y la atraje hacia mí para besarla y sentir su cuerpo desnudo, notar sus pezones duros contra mi pecho y sus piernas alrededor de mi cintura mientras yo me empalmaba rozando sus muslos.

A partir de ahí estuvimos en la piscina un rato más y luego volvimos a la cama balinesa a secarnos y tomar el sol. Había una pareja al fondo que no dejaba de follar: bien cuidados, entre 35-40 años, él alto y con una buena herramienta y ella delgada y unas tetas perfectas. Yo intentaba no ser demasiado evidente con mis miradas, pero allí todos estábamos para eso, con lo que tampoco tenía demasiada importancia. El caso es que mi mujer también los tenía fichados, y al poco se recuesta sobre mí y me dice “me estoy poniendo cachonda”. Joder, para qué quería yo más. Nos empezamos a besar y ella me cogió la polla, que la tenía totalmente dura ya, y empezó a masturbarme. Me dijo que le daba un poco de vergüenza, pero el estar ella de espaldas al resto de la piscina (yo de frente) le facilitó las cosas.

Como he dicho el sexo entre nosotros funciona bastante bien, me gustaría que ella fuera un poco más entusiasta a la hora del sexo oral, pero a cambio es capaz de correrse con el anal, con lo que voy bastante servido. Sin embargo, esta vez se puso a cuatro patas y se metió mi polla en la boca mientras yo estaba bocarriba, así que el resto de la piscina pudo apreciar perfectamente su maravilloso coño y culo mientras su cabeza subía y bajaba. Al poco hice que subiera y le comí un poco las tetas y ella me apretó la cabeza contra su pecho: se notaba que estaba tanto o más excitada que yo. Me encanta cuando está encima de mí y yo le estoy comiendo las tetas, a la vez que le meto el dedo por su coñito para sacarlo todo mojado y jugar un poco con su ano.

Los dos éramos conscientes de dónde estábamos (y el alcohol hasta el momento era moderado) por lo que el momento era de pasión contenida. Estábamos muy excitados pero no somos profesionales del porno, así que me puse a penetrarla despacio y sintiendo cada momento. Yo no quería correrme allí porque no sabía cómo de larga iba a ser la noche, pero mi mujer se estaba tocando mientras botaba encima de mí y yo sabía que estaba deseando correrse. Era toda una sensación, desnudos delante de unos desconocidos y haciendo que ella se corriera con mi polla, puf… Al poco aumentó el ritmo, tensó los músculos y me susurró “me voy a correr”, que me sonó a gloria mientras notaba sus espasmos. Se quedó así recostada y feliz encima de mí y se la saqué ví que la tenía blanca por sus flujos, como pocas veces me había pasado.

Nos fuimos a por otra bebida ya totalmente inmersos en el ambiente del local y empezamos a hablar de qué íbamos a hacer. La fiesta en la piscina acababa a las 22h y teníamos que decidir si también nos íbamos a quedar por la noche en el club, algo de lo que ella no estaba muy segura. Yo no quería perder la oportunidad de ver cómo era aquello por la noche, pero tampoco quería presionarla a ella demasiado ni hacer que se sintiera incómoda. Le dije que no teníamos que hacer nada, que se trataba solo de mirar y que con lo que habíamos hecho yo ya me volvía para casa más que contento. Pareció convencida, y después de comer algo que nos ofrecieron, nos cambiamos en el vestuario y nos pusimos la ropa ibicenca que tan poco habíamos lucido antes.
El: me ha encantado tu experiencia, vamos a seguirla de cerca, para ver si podemos convencer a ella a contar la nuestra, que es señal de que hemos ido a un local así, seguro que estaríamos encantados de contarla
 
PRIMERA PARTE

Después de haber leído la experiencia de @somosdos aquí https://www.foroporno.com/index.php?threads/nuestra-experiencia.2876/#post-151904 , me he animado a contar lo que he vivido con mi mujer este verano. Todavía la tenemos muy presente los dos porque ha pasado poco tiempo y, como otras experiencias que conté en pajis, es totalmente real y no voy a quitar ni añadir nada.

Llevamos 9 años justos y tenemos los dos cuarenta y pocos, aunque tratamos de cuidarnos físicamente (tengo alguna foto publicada aquí y mi mujer es alta, rubia y con un buen culo). Desde hace un tiempo empecé a fantasear con la idea de follar delante de otra pareja, pensando que no habría ninguna otra interacción y solo el morbo que daría verlos junto a nosotros en la cama desnudos, teniendo un orgasmo a nuestro lado. Alguna vez se lo comenté a ella en pleno polvo, pero solo había sonreído y nada más, con lo que yo no sabía muy bien qué pensar. Somos una pareja estable y me daba miedo la idea de si hacer un intercambio total podría afectar a nuestra relación, y eso era algo a lo que yo no estaba dispuesto (por mucho que me excitara la idea). Que una cosa es tener fantasías y otra muy distinta es llevarlas a la realidad.

El caso es que alguien me comentó que había un club en Benavente que estaba muy bien y me puse a investigar, porque además no nos quedaba demasiado lejos. Parecía un sitio cuidado, lejos de un antro de carretera, e incluso hablaban ampliamente de la amabilidad de los empleados. También vi que tenían una piscina en la que organizaban fiestas y ahí es donde vi mi oportunidad de vendérselo a mi mujer. Podría proponerle ir a una piscina nudista, que el morbo de estar allí con un montón de gente sin ropa, aunque no hiciéramos nada más, sería brutal.

Pego por aquí imágenes, para que os hagáis una idea
ibb. co / PzGf1j7
ibb. co / 87kQT7S

Mirando las fechas de las fiestas vi la que sería el momento ideal: una fiesta ibicenca en diez días, todos elegantes vestidos de blanco, un sábado en el que podíamos dejar a nuestros niños con la familia y escaparnos. Aproveché una cena juntos y después de un par de vinos me armé de valor y se lo comenté. Yo lo tenía todo ensayado porque no quería que hubiera malentendidos y que llegara a pensar que simplemente me apetecía follarme a otras (porque a veces el cerebro de una mujer va por donde menos te esperas) y aunque el sexo entre nosotros funcionaba muy bien, esta era una propuesta bastante, bastante loca.

Para mi sorpresa, se lo tomó fenomenal. En ningún momento pensó nada raro y con una sonrisa divertida en la boca me dijo que le parecía muy bien la idea. Claro, al poco tuve que decirle que no solo era una piscina, que era un club liberal y que podíamos simplemente a ver cómo era aquel mundo, sin más pretensiones que la de tener una nueva experiencia de observadores. Le sorprendió la idea, pero al final no puso ningún problema, así que yo estaba eufórico, porque había solucionado la parte más complicada que era la de decírselo a ella.

Pasaron los días y yo reconozco que estaba bastante nervioso y que no me lo podía sacar de la cabeza, aunque cuando llegó el sábado y nos metimos en el coche en dirección al local sentí que la espera se me había hecho más difícil que el hecho en sí. Llegamos sobre las 18h y la chica de recepción muy amable nos preguntó si era nuestra primera vez y dijimos que éramos completamente novatos. Nos enseñaron el local y mi mujer empezó a ponerse tensa cuando vio los ‘glory holes’, la cruz con las cadenas y oyó hablar de orgías en el cuarto oscuro. Fue mucho para unos recién llegados, la verdad. Yo la tranquilicé en los vestuarios y le dije que estaríamos juntos en todo momento, que solo estábamos allí para observar y que después de un par de cervezas todo sería más fácil.

Pareció estar un poco más convencida, con lo que nos fuimos a los vestuarios a desnudarnos y, solo con la toalla y un vaso en cada mano, nos fuimos a la piscina a ver qué era aquello. Había un DJ y unas veinte personas repartidas por allí, con unas camas balinesas muy chulas y una piscina en el centro. Algunos estaban vestidos, otros desnudos, pero el ambiente era tranquilo y divertido, con lo que ambos nos relajamos un poco. La media de edad era como la nuestra y cuerpos de todo tipo, lo que contribuyó a que no nos sintiéramos presionados.

Después de terminarnos nuestra segunda cerveza y tras haber presenciado un par de mamadas de nuestros vecinos de la izquierda y una sesión de sexo en múltiples posiciones de los del fondo, nos decidimos a meternos en la piscina. Yo veía a mi mujer cada vez más metida en el ambiente (incluso pude dejarla sola para ir al bar unos minutos), nadando tranquila y feliz con el hinchable. Para mí, los nervios de las semanas previas estaban dejando paso la excitación del momento, allí desnudo en una piscina, rodeado de gente a la que no le importaba ponerse a follar a nuestro lado. Así que cogí a mi mujer de la cintura y la atraje hacia mí para besarla y sentir su cuerpo desnudo, notar sus pezones duros contra mi pecho y sus piernas alrededor de mi cintura mientras yo me empalmaba rozando sus muslos.

A partir de ahí estuvimos en la piscina un rato más y luego volvimos a la cama balinesa a secarnos y tomar el sol. Había una pareja al fondo que no dejaba de follar: bien cuidados, entre 35-40 años, él alto y con una buena herramienta y ella delgada y unas tetas perfectas. Yo intentaba no ser demasiado evidente con mis miradas, pero allí todos estábamos para eso, con lo que tampoco tenía demasiada importancia. El caso es que mi mujer también los tenía fichados, y al poco se recuesta sobre mí y me dice “me estoy poniendo cachonda”. Joder, para qué quería yo más. Nos empezamos a besar y ella me cogió la polla, que la tenía totalmente dura ya, y empezó a masturbarme. Me dijo que le daba un poco de vergüenza, pero el estar ella de espaldas al resto de la piscina (yo de frente) le facilitó las cosas.

Como he dicho el sexo entre nosotros funciona bastante bien, me gustaría que ella fuera un poco más entusiasta a la hora del sexo oral, pero a cambio es capaz de correrse con el anal, con lo que voy bastante servido. Sin embargo, esta vez se puso a cuatro patas y se metió mi polla en la boca mientras yo estaba bocarriba, así que el resto de la piscina pudo apreciar perfectamente su maravilloso coño y culo mientras su cabeza subía y bajaba. Al poco hice que subiera y le comí un poco las tetas y ella me apretó la cabeza contra su pecho: se notaba que estaba tanto o más excitada que yo. Me encanta cuando está encima de mí y yo le estoy comiendo las tetas, a la vez que le meto el dedo por su coñito para sacarlo todo mojado y jugar un poco con su ano.

Los dos éramos conscientes de dónde estábamos (y el alcohol hasta el momento era moderado) por lo que el momento era de pasión contenida. Estábamos muy excitados pero no somos profesionales del porno, así que me puse a penetrarla despacio y sintiendo cada momento. Yo no quería correrme allí porque no sabía cómo de larga iba a ser la noche, pero mi mujer se estaba tocando mientras botaba encima de mí y yo sabía que estaba deseando correrse. Era toda una sensación, desnudos delante de unos desconocidos y haciendo que ella se corriera con mi polla, puf… Al poco aumentó el ritmo, tensó los músculos y me susurró “me voy a correr”, que me sonó a gloria mientras notaba sus espasmos. Se quedó así recostada y feliz encima de mí y se la saqué ví que la tenía blanca por sus flujos, como pocas veces me había pasado.

Nos fuimos a por otra bebida ya totalmente inmersos en el ambiente del local y empezamos a hablar de qué íbamos a hacer. La fiesta en la piscina acababa a las 22h y teníamos que decidir si también nos íbamos a quedar por la noche en el club, algo de lo que ella no estaba muy segura. Yo no quería perder la oportunidad de ver cómo era aquello por la noche, pero tampoco quería presionarla a ella demasiado ni hacer que se sintiera incómoda. Le dije que no teníamos que hacer nada, que se trataba solo de mirar y que con lo que habíamos hecho yo ya me volvía para casa más que contento. Pareció convencida, y después de comer algo que nos ofrecieron, nos cambiamos en el vestuario y nos pusimos la ropa ibicenca que tan poco habíamos lucido antes.
Buaff....brutal, muy bien relatado. Que bestias....menuda corrida me he pegado nada más de sentirlo y pensarlo....
Esperando más...
 
Gracias por vuestros comentarios, os juro que soy un tío muy cuadriculado y que ando muy mal de imaginación, todo es tal cual nos pasó.

Ahí va más:

SEGUNDA PARTE

Cuando llegaron las 22h todo el mundo había desaparecido de la piscina ya. Algunos se habían vuelto a sus casas y los que quería seguir habían ido a sus habitaciones privadas a cambiarse (nosotros no habíamos reservar ninguna porque estaban todas ocupadas). Total que nos vimos solos y algo cansados después de unas horas ya en la oscuridad de la piscina, hablando con la única pareja que había por allí de unos 55 años. Fue interesante que nos contaran sus impresiones de gente con experiencia, pero aquella conversación se alargó demasiado y a mí me empezó a entrar algo de bajón.

Mi mayor temor con respecto al club de noche era que estuviera lleno de hombres solos o de parejas demasiado maduras, algo totalmente respetable pero que no iba conmigo, porque lo que yo quería era encontrar a alguien similar a nosotros: sobre los 40, bien cuidados y que nos lo pusieran fácil. Al final conseguimos esquivarlos y nos fuimos a otra mesa los dos solos. Habían pasado los minutos y ya se notaba más gente en el local, todos con ropa blanca y con una animación que iba en aumento. Eso hizo que volviéramos a recuperar el ritmo y decidimos irnos dentro a tomarnos algo a la barra.

Una vez allí, vimos que también habían bajado los dos que no paraban de follar en múltiples posiciones por la tarde en la piscina, a los que habíamos bautizado como “los pros”. Ella llevaba solamente ropa interior blanca y un traje de rejilla, mientras que él tenía un pantalón de lino y una camisa abierta. No nos atrevimos a hablar con ellos porque, a pesar de que ambos eran muy atractivos, buscábamos más a alguien más de nuestra onda de principiantes.

De todas formas, a los pocos minutos ellos mismos se acercaron a nosotros y se acabaron presentando (no con sus nombres reales, sino con unos “del mundillo”), aunque ella se dedicó a hablar únicamente con mi mujer y yo con él. Tengo que admitir que no eran tan fieros como pintaban, y él era muy majo y pudimos charlar tranquilamente. Mi sorpresa vino cuando al cabo de unos minutos, me giré y vi que la chica de la rejilla y mi mujer se estaban besando -lengua incluida, nada de un pico- con toda la intensidad posibles en medio de la pista. A mí probablemente se me debió poner cara de Alfredo Landa con las suecas, aunque hice como si aquello nos pasara cada sábado noche.

Personalmente me da mucho morbo ver a dos mujeres liándose y siempre se lo he dicho a mi mujer. Sin embargo, ella nunca ha mostrado mucho interés en eso, no sé si porque no le atraen de verdad las mujeres o porque no se atreve a dejarse llevar. El caso es que me encantó ver cómo la noche se iba calentando mucho más de lo que yo había esperado en un principio. Le dije a él que en cuanto abrieran el jacuzzi podíamos ir y le pareció bien la idea, con lo que parecía que la noche iba a estar encarrilada con ellos.

Al poco, y mientras mi mujer volvía a utilizar su lengua solo para hablar, entró otra pareja en el local. Parecían de nuestra edad y ella llamaba especialmente la atención por lo bien que le quedaba el vestido en su cuerpo especialmente delgado, con una silueta quizás más propio de alguien con 25 años. En una pausa de la conversación se lo comenté a mi mujer, y me dijo que ella también se había fijado. Por su parte, los “pros” se pusieron a hablar con otra gente y nosotros nos pedimos otra copa en el bar, con lo que la acumulación de alcohol empezaba a hacerse notar, aunque en ese momento no nos diéramos cuenta.

Nos pusimos a bailar un poco en la pista (mi mujer bailaba, yo movía los brazos) y procuramos ponernos cerca de la nueva pareja para investigarlos un poco mejor. No hizo falta mucho más, porque ella se me acercó y empezamos a hablar, mientras él hacía lo propio con mi mujer, que imagino que ellos había hecho el mismo estudio de mercado que nosotros.

Eran del norte y nos gustaba mucho su rollo. Les dijimos que era nuestra primera vez en todo y que nos había encantado la fiesta de la piscina, mientras que ellos nos contestaron que tenían algo de experiencia pero tampoco demasiada. La conversación fluyó sin problemas y cuando me acerqué a por algo a la taquilla, pude ver que por fin el jacuzzi estaba abierto y que solo había una pareja dentro. Se lo comenté y ellos aceptaron la idea, así que nos fuimos todos a cambiarnos, aunque ninguno tenía intención de utilizar el bañador…

Una vez en los vestuarios, pude ver que ella llevaba un tanga que le hacía un culo maravilloso, aunque se desnudó de forma discreta frente a nosotros. Una vez pasamos a la sala de jacuzzi, que era bastante grande, la luz era más oscura, lo que ayudó a que fuera más fácil quitarnos la toalla y entrar los cuatro desnudos en el agua. Él era más o menos de mi edad, bien proporcionado y con un cuerpo tirando a delgado, algo que a mi mujer le gusta. Ella era morena, con el pelo rizado y se notaba que se cuidaba mucho, ya que tenía la piel perfectamente tonificada, un culo pequeño y bien redondeado y unos pechos pequeños pero firmes y bonitos.

Nos metimos los cuatro desnudos y yo me senté mientras mi mujer se puso sobre mí. Estar allí con ellos, desnudos y sintiendo el roce de otro cuerpo hizo que mi polla empezara a tener ideas propias y se me puso como una piedra. Mi mujer lo notó y empezó a acariciarme, aunque como era debajo del agua no parecía demasiado evidente. La conversación se hizo más densa, porque a ratos se limitaba a miradas entre todos mientras nos tocábamos con nuestra pareja respectiva.

Como he dicho, yo estaba sentado y mi mujer frente a mí, alejándose a veces y otras poniéndose encima e intercambiando conmigo algunos besos que hacían que subiera aún más la temperatura. Ellos estaban al contrario que nosotros, la chica sentada y él en el centro del agua. Ella se había puesto muy cerca de mí, tanto que a veces nuestras piernas se rozaban, igual que nuestras manos al apoyarnos. Estábamos desnudos en un club liberal, pero hasta ahora sólo habíamos conversado como si estuviéramos en cualquier bar de copas, con lo que yo no tenía intención de lanzarme a nada, porque tampoco sabía cómo iba a reaccionar mi mujer y éramos totalmente novatos en ello.

En esto noto como la mano de la chica empieza a acariciar la mía y que entre ellos se miran, al mismo tiempo que él se acerca por la espalda a mi mujer y empieza a acariciarla bajando por su espina dorsal. A partir de entonces aquello tomó una dirección definitiva, especialmente cuando ella pasó de estar a mi lado a montarse sobre mí, agarrarme la cara y besarme con toda su intensidad mientras a nuestro lado, él estaba haciendo lo propio con mi mujer.

Tengo que reconocer que en aquel momento dejé de estar pendiente de lo que hacía mi mujer para centrarme en la chica desnuda que tenía entre las manos, y eso fue algo que me pasó en más ocasiones a lo largo de la noche. No fue como un vídeo porno donde se enfocaban los mejores momentos de cada uno y podías ir marcha atrás para fijarte en algún detalle concreto, por lo que imagino que mi mujer habrá tenido algunas vivencias de las que yo no me he enterado, aunque después contaré ciertos momentos en que ella fue la protagonista de todo. Quizás esto ayudó a mitigar los celos, quizás no, pero el caso es que ninguno de los dos sintió ningún tipo de malestar a lo largo de toda la noche.

Volviendo al jacuzzi, yo solo podía sentir sus manos por todo mi cuerpo, besándome en el cuello y en la boca y en ocasiones masajeando mi rabo a punto de explotar, mientras que yo la agarraba por el culo atrayéndola hacia mí, comiéndole las tetas y sus duros pezones. Hubo momentos en que rozaba su coñito contra mi pene y si entonces se lo hubiera metido dentro me la habría follado a pelo allí mismo, porque estaba tan excitado que no me daba para pensar en nada más.

No sé cuánto tiempo más estuvimos en el agua, pero yo estaba muy bien allí. El caso es que mi mujer, aquella modosita que no estaba segura de quedarnos en el club de noche, fue la primera que soltó “¿nos vamos al tatami?” en referencia a las habitaciones más privadas del local donde podías cerrar la puerta -o no- para tener un espacio de más intimidad. Así que salimos los cuatro del agua, nos pusimos las toallas y empezamos a buscar una habitación libre, porque aquello ya no había quien lo parara...
 
Gracias por vuestros comentarios, os juro que soy un tío muy cuadriculado y que ando muy mal de imaginación, todo es tal cual nos pasó.

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SEGUNDA PARTE

Cuando llegaron las 22h todo el mundo había desaparecido de la piscina ya. Algunos se habían vuelto a sus casas y los que quería seguir habían ido a sus habitaciones privadas a cambiarse (nosotros no habíamos reservar ninguna porque estaban todas ocupadas). Total que nos vimos solos y algo cansados después de unas horas ya en la oscuridad de la piscina, hablando con la única pareja que había por allí de unos 55 años. Fue interesante que nos contaran sus impresiones de gente con experiencia, pero aquella conversación se alargó demasiado y a mí me empezó a entrar algo de bajón.

Mi mayor temor con respecto al club de noche era que estuviera lleno de hombres solos o de parejas demasiado maduras, algo totalmente respetable pero que no iba conmigo, porque lo que yo quería era encontrar a alguien similar a nosotros: sobre los 40, bien cuidados y que nos lo pusieran fácil. Al final conseguimos esquivarlos y nos fuimos a otra mesa los dos solos. Habían pasado los minutos y ya se notaba más gente en el local, todos con ropa blanca y con una animación que iba en aumento. Eso hizo que volviéramos a recuperar el ritmo y decidimos irnos dentro a tomarnos algo a la barra.

Una vez allí, vimos que también habían bajado los dos que no paraban de follar en múltiples posiciones por la tarde en la piscina, a los que habíamos bautizado como “los pros”. Ella llevaba solamente ropa interior blanca y un traje de rejilla, mientras que él tenía un pantalón de lino y una camisa abierta. No nos atrevimos a hablar con ellos porque, a pesar de que ambos eran muy atractivos, buscábamos más a alguien más de nuestra onda de principiantes.

De todas formas, a los pocos minutos ellos mismos se acercaron a nosotros y se acabaron presentando (no con sus nombres reales, sino con unos “del mundillo”), aunque ella se dedicó a hablar únicamente con mi mujer y yo con él. Tengo que admitir que no eran tan fieros como pintaban, y él era muy majo y pudimos charlar tranquilamente. Mi sorpresa vino cuando al cabo de unos minutos, me giré y vi que la chica de la rejilla y mi mujer se estaban besando -lengua incluida, nada de un pico- con toda la intensidad posibles en medio de la pista. A mí probablemente se me debió poner cara de Alfredo Landa con las suecas, aunque hice como si aquello nos pasara cada sábado noche.

Personalmente me da mucho morbo ver a dos mujeres liándose y siempre se lo he dicho a mi mujer. Sin embargo, ella nunca ha mostrado mucho interés en eso, no sé si porque no le atraen de verdad las mujeres o porque no se atreve a dejarse llevar. El caso es que me encantó ver cómo la noche se iba calentando mucho más de lo que yo había esperado en un principio. Le dije a él que en cuanto abrieran el jacuzzi podíamos ir y le pareció bien la idea, con lo que parecía que la noche iba a estar encarrilada con ellos.

Al poco, y mientras mi mujer volvía a utilizar su lengua solo para hablar, entró otra pareja en el local. Parecían de nuestra edad y ella llamaba especialmente la atención por lo bien que le quedaba el vestido en su cuerpo especialmente delgado, con una silueta quizás más propio de alguien con 25 años. En una pausa de la conversación se lo comenté a mi mujer, y me dijo que ella también se había fijado. Por su parte, los “pros” se pusieron a hablar con otra gente y nosotros nos pedimos otra copa en el bar, con lo que la acumulación de alcohol empezaba a hacerse notar, aunque en ese momento no nos diéramos cuenta.

Nos pusimos a bailar un poco en la pista (mi mujer bailaba, yo movía los brazos) y procuramos ponernos cerca de la nueva pareja para investigarlos un poco mejor. No hizo falta mucho más, porque ella se me acercó y empezamos a hablar, mientras él hacía lo propio con mi mujer, que imagino que ellos había hecho el mismo estudio de mercado que nosotros.

Eran del norte y nos gustaba mucho su rollo. Les dijimos que era nuestra primera vez en todo y que nos había encantado la fiesta de la piscina, mientras que ellos nos contestaron que tenían algo de experiencia pero tampoco demasiada. La conversación fluyó sin problemas y cuando me acerqué a por algo a la taquilla, pude ver que por fin el jacuzzi estaba abierto y que solo había una pareja dentro. Se lo comenté y ellos aceptaron la idea, así que nos fuimos todos a cambiarnos, aunque ninguno tenía intención de utilizar el bañador…

Una vez en los vestuarios, pude ver que ella llevaba un tanga que le hacía un culo maravilloso, aunque se desnudó de forma discreta frente a nosotros. Una vez pasamos a la sala de jacuzzi, que era bastante grande, la luz era más oscura, lo que ayudó a que fuera más fácil quitarnos la toalla y entrar los cuatro desnudos en el agua. Él era más o menos de mi edad, bien proporcionado y con un cuerpo tirando a delgado, algo que a mi mujer le gusta. Ella era morena, con el pelo rizado y se notaba que se cuidaba mucho, ya que tenía la piel perfectamente tonificada, un culo pequeño y bien redondeado y unos pechos pequeños pero firmes y bonitos.

Nos metimos los cuatro desnudos y yo me senté mientras mi mujer se puso sobre mí. Estar allí con ellos, desnudos y sintiendo el roce de otro cuerpo hizo que mi polla empezara a tener ideas propias y se me puso como una piedra. Mi mujer lo notó y empezó a acariciarme, aunque como era debajo del agua no parecía demasiado evidente. La conversación se hizo más densa, porque a ratos se limitaba a miradas entre todos mientras nos tocábamos con nuestra pareja respectiva.

Como he dicho, yo estaba sentado y mi mujer frente a mí, alejándose a veces y otras poniéndose encima e intercambiando conmigo algunos besos que hacían que subiera aún más la temperatura. Ellos estaban al contrario que nosotros, la chica sentada y él en el centro del agua. Ella se había puesto muy cerca de mí, tanto que a veces nuestras piernas se rozaban, igual que nuestras manos al apoyarnos. Estábamos desnudos en un club liberal, pero hasta ahora sólo habíamos conversado como si estuviéramos en cualquier bar de copas, con lo que yo no tenía intención de lanzarme a nada, porque tampoco sabía cómo iba a reaccionar mi mujer y éramos totalmente novatos en ello.

En esto noto como la mano de la chica empieza a acariciar la mía y que entre ellos se miran, al mismo tiempo que él se acerca por la espalda a mi mujer y empieza a acariciarla bajando por su espina dorsal. A partir de entonces aquello tomó una dirección definitiva, especialmente cuando ella pasó de estar a mi lado a montarse sobre mí, agarrarme la cara y besarme con toda su intensidad mientras a nuestro lado, él estaba haciendo lo propio con mi mujer.

Tengo que reconocer que en aquel momento dejé de estar pendiente de lo que hacía mi mujer para centrarme en la chica desnuda que tenía entre las manos, y eso fue algo que me pasó en más ocasiones a lo largo de la noche. No fue como un vídeo porno donde se enfocaban los mejores momentos de cada uno y podías ir marcha atrás para fijarte en algún detalle concreto, por lo que imagino que mi mujer habrá tenido algunas vivencias de las que yo no me he enterado, aunque después contaré ciertos momentos en que ella fue la protagonista de todo. Quizás esto ayudó a mitigar los celos, quizás no, pero el caso es que ninguno de los dos sintió ningún tipo de malestar a lo largo de toda la noche.

Volviendo al jacuzzi, yo solo podía sentir sus manos por todo mi cuerpo, besándome en el cuello y en la boca y en ocasiones masajeando mi rabo a punto de explotar, mientras que yo la agarraba por el culo atrayéndola hacia mí, comiéndole las tetas y sus duros pezones. Hubo momentos en que rozaba su coñito contra mi pene y si entonces se lo hubiera metido dentro me la habría follado a pelo allí mismo, porque estaba tan excitado que no me daba para pensar en nada más.

No sé cuánto tiempo más estuvimos en el agua, pero yo estaba muy bien allí. El caso es que mi mujer, aquella modosita que no estaba segura de quedarnos en el club de noche, fue la primera que soltó “¿nos vamos al tatami?” en referencia a las habitaciones más privadas del local donde podías cerrar la puerta -o no- para tener un espacio de más intimidad. Así que salimos los cuatro del agua, nos pusimos las toallas y empezamos a buscar una habitación libre, porque aquello ya no había quien lo parara...
Fascinante, esperando ansioso la continuación
 
Gracias por vuestros comentarios, os juro que soy un tío muy cuadriculado y que ando muy mal de imaginación, todo es tal cual nos pasó.

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SEGUNDA PARTE

Cuando llegaron las 22h todo el mundo había desaparecido de la piscina ya. Algunos se habían vuelto a sus casas y los que quería seguir habían ido a sus habitaciones privadas a cambiarse (nosotros no habíamos reservar ninguna porque estaban todas ocupadas). Total que nos vimos solos y algo cansados después de unas horas ya en la oscuridad de la piscina, hablando con la única pareja que había por allí de unos 55 años. Fue interesante que nos contaran sus impresiones de gente con experiencia, pero aquella conversación se alargó demasiado y a mí me empezó a entrar algo de bajón.

Mi mayor temor con respecto al club de noche era que estuviera lleno de hombres solos o de parejas demasiado maduras, algo totalmente respetable pero que no iba conmigo, porque lo que yo quería era encontrar a alguien similar a nosotros: sobre los 40, bien cuidados y que nos lo pusieran fácil. Al final conseguimos esquivarlos y nos fuimos a otra mesa los dos solos. Habían pasado los minutos y ya se notaba más gente en el local, todos con ropa blanca y con una animación que iba en aumento. Eso hizo que volviéramos a recuperar el ritmo y decidimos irnos dentro a tomarnos algo a la barra.

Una vez allí, vimos que también habían bajado los dos que no paraban de follar en múltiples posiciones por la tarde en la piscina, a los que habíamos bautizado como “los pros”. Ella llevaba solamente ropa interior blanca y un traje de rejilla, mientras que él tenía un pantalón de lino y una camisa abierta. No nos atrevimos a hablar con ellos porque, a pesar de que ambos eran muy atractivos, buscábamos más a alguien más de nuestra onda de principiantes.

De todas formas, a los pocos minutos ellos mismos se acercaron a nosotros y se acabaron presentando (no con sus nombres reales, sino con unos “del mundillo”), aunque ella se dedicó a hablar únicamente con mi mujer y yo con él. Tengo que admitir que no eran tan fieros como pintaban, y él era muy majo y pudimos charlar tranquilamente. Mi sorpresa vino cuando al cabo de unos minutos, me giré y vi que la chica de la rejilla y mi mujer se estaban besando -lengua incluida, nada de un pico- con toda la intensidad posibles en medio de la pista. A mí probablemente se me debió poner cara de Alfredo Landa con las suecas, aunque hice como si aquello nos pasara cada sábado noche.

Personalmente me da mucho morbo ver a dos mujeres liándose y siempre se lo he dicho a mi mujer. Sin embargo, ella nunca ha mostrado mucho interés en eso, no sé si porque no le atraen de verdad las mujeres o porque no se atreve a dejarse llevar. El caso es que me encantó ver cómo la noche se iba calentando mucho más de lo que yo había esperado en un principio. Le dije a él que en cuanto abrieran el jacuzzi podíamos ir y le pareció bien la idea, con lo que parecía que la noche iba a estar encarrilada con ellos.

Al poco, y mientras mi mujer volvía a utilizar su lengua solo para hablar, entró otra pareja en el local. Parecían de nuestra edad y ella llamaba especialmente la atención por lo bien que le quedaba el vestido en su cuerpo especialmente delgado, con una silueta quizás más propio de alguien con 25 años. En una pausa de la conversación se lo comenté a mi mujer, y me dijo que ella también se había fijado. Por su parte, los “pros” se pusieron a hablar con otra gente y nosotros nos pedimos otra copa en el bar, con lo que la acumulación de alcohol empezaba a hacerse notar, aunque en ese momento no nos diéramos cuenta.

Nos pusimos a bailar un poco en la pista (mi mujer bailaba, yo movía los brazos) y procuramos ponernos cerca de la nueva pareja para investigarlos un poco mejor. No hizo falta mucho más, porque ella se me acercó y empezamos a hablar, mientras él hacía lo propio con mi mujer, que imagino que ellos había hecho el mismo estudio de mercado que nosotros.

Eran del norte y nos gustaba mucho su rollo. Les dijimos que era nuestra primera vez en todo y que nos había encantado la fiesta de la piscina, mientras que ellos nos contestaron que tenían algo de experiencia pero tampoco demasiada. La conversación fluyó sin problemas y cuando me acerqué a por algo a la taquilla, pude ver que por fin el jacuzzi estaba abierto y que solo había una pareja dentro. Se lo comenté y ellos aceptaron la idea, así que nos fuimos todos a cambiarnos, aunque ninguno tenía intención de utilizar el bañador…

Una vez en los vestuarios, pude ver que ella llevaba un tanga que le hacía un culo maravilloso, aunque se desnudó de forma discreta frente a nosotros. Una vez pasamos a la sala de jacuzzi, que era bastante grande, la luz era más oscura, lo que ayudó a que fuera más fácil quitarnos la toalla y entrar los cuatro desnudos en el agua. Él era más o menos de mi edad, bien proporcionado y con un cuerpo tirando a delgado, algo que a mi mujer le gusta. Ella era morena, con el pelo rizado y se notaba que se cuidaba mucho, ya que tenía la piel perfectamente tonificada, un culo pequeño y bien redondeado y unos pechos pequeños pero firmes y bonitos.

Nos metimos los cuatro desnudos y yo me senté mientras mi mujer se puso sobre mí. Estar allí con ellos, desnudos y sintiendo el roce de otro cuerpo hizo que mi polla empezara a tener ideas propias y se me puso como una piedra. Mi mujer lo notó y empezó a acariciarme, aunque como era debajo del agua no parecía demasiado evidente. La conversación se hizo más densa, porque a ratos se limitaba a miradas entre todos mientras nos tocábamos con nuestra pareja respectiva.

Como he dicho, yo estaba sentado y mi mujer frente a mí, alejándose a veces y otras poniéndose encima e intercambiando conmigo algunos besos que hacían que subiera aún más la temperatura. Ellos estaban al contrario que nosotros, la chica sentada y él en el centro del agua. Ella se había puesto muy cerca de mí, tanto que a veces nuestras piernas se rozaban, igual que nuestras manos al apoyarnos. Estábamos desnudos en un club liberal, pero hasta ahora sólo habíamos conversado como si estuviéramos en cualquier bar de copas, con lo que yo no tenía intención de lanzarme a nada, porque tampoco sabía cómo iba a reaccionar mi mujer y éramos totalmente novatos en ello.

En esto noto como la mano de la chica empieza a acariciar la mía y que entre ellos se miran, al mismo tiempo que él se acerca por la espalda a mi mujer y empieza a acariciarla bajando por su espina dorsal. A partir de entonces aquello tomó una dirección definitiva, especialmente cuando ella pasó de estar a mi lado a montarse sobre mí, agarrarme la cara y besarme con toda su intensidad mientras a nuestro lado, él estaba haciendo lo propio con mi mujer.

Tengo que reconocer que en aquel momento dejé de estar pendiente de lo que hacía mi mujer para centrarme en la chica desnuda que tenía entre las manos, y eso fue algo que me pasó en más ocasiones a lo largo de la noche. No fue como un vídeo porno donde se enfocaban los mejores momentos de cada uno y podías ir marcha atrás para fijarte en algún detalle concreto, por lo que imagino que mi mujer habrá tenido algunas vivencias de las que yo no me he enterado, aunque después contaré ciertos momentos en que ella fue la protagonista de todo. Quizás esto ayudó a mitigar los celos, quizás no, pero el caso es que ninguno de los dos sintió ningún tipo de malestar a lo largo de toda la noche.

Volviendo al jacuzzi, yo solo podía sentir sus manos por todo mi cuerpo, besándome en el cuello y en la boca y en ocasiones masajeando mi rabo a punto de explotar, mientras que yo la agarraba por el culo atrayéndola hacia mí, comiéndole las tetas y sus duros pezones. Hubo momentos en que rozaba su coñito contra mi pene y si entonces se lo hubiera metido dentro me la habría follado a pelo allí mismo, porque estaba tan excitado que no me daba para pensar en nada más.

No sé cuánto tiempo más estuvimos en el agua, pero yo estaba muy bien allí. El caso es que mi mujer, aquella modosita que no estaba segura de quedarnos en el club de noche, fue la primera que soltó “¿nos vamos al tatami?” en referencia a las habitaciones más privadas del local donde podías cerrar la puerta -o no- para tener un espacio de más intimidad. Así que salimos los cuatro del agua, nos pusimos las toallas y empezamos a buscar una habitación libre, porque aquello ya no había quien lo parara...
Me encanta seguiremos expectantes la continuación
 
Gracias por vuestros comentarios, os juro que soy un tío muy cuadriculado y que ando muy mal de imaginación, todo es tal cual nos pasó.

Ahí va más:

SEGUNDA PARTE

Cuando llegaron las 22h todo el mundo había desaparecido de la piscina ya. Algunos se habían vuelto a sus casas y los que quería seguir habían ido a sus habitaciones privadas a cambiarse (nosotros no habíamos reservar ninguna porque estaban todas ocupadas). Total que nos vimos solos y algo cansados después de unas horas ya en la oscuridad de la piscina, hablando con la única pareja que había por allí de unos 55 años. Fue interesante que nos contaran sus impresiones de gente con experiencia, pero aquella conversación se alargó demasiado y a mí me empezó a entrar algo de bajón.

Mi mayor temor con respecto al club de noche era que estuviera lleno de hombres solos o de parejas demasiado maduras, algo totalmente respetable pero que no iba conmigo, porque lo que yo quería era encontrar a alguien similar a nosotros: sobre los 40, bien cuidados y que nos lo pusieran fácil. Al final conseguimos esquivarlos y nos fuimos a otra mesa los dos solos. Habían pasado los minutos y ya se notaba más gente en el local, todos con ropa blanca y con una animación que iba en aumento. Eso hizo que volviéramos a recuperar el ritmo y decidimos irnos dentro a tomarnos algo a la barra.

Una vez allí, vimos que también habían bajado los dos que no paraban de follar en múltiples posiciones por la tarde en la piscina, a los que habíamos bautizado como “los pros”. Ella llevaba solamente ropa interior blanca y un traje de rejilla, mientras que él tenía un pantalón de lino y una camisa abierta. No nos atrevimos a hablar con ellos porque, a pesar de que ambos eran muy atractivos, buscábamos más a alguien más de nuestra onda de principiantes.

De todas formas, a los pocos minutos ellos mismos se acercaron a nosotros y se acabaron presentando (no con sus nombres reales, sino con unos “del mundillo”), aunque ella se dedicó a hablar únicamente con mi mujer y yo con él. Tengo que admitir que no eran tan fieros como pintaban, y él era muy majo y pudimos charlar tranquilamente. Mi sorpresa vino cuando al cabo de unos minutos, me giré y vi que la chica de la rejilla y mi mujer se estaban besando -lengua incluida, nada de un pico- con toda la intensidad posibles en medio de la pista. A mí probablemente se me debió poner cara de Alfredo Landa con las suecas, aunque hice como si aquello nos pasara cada sábado noche.

Personalmente me da mucho morbo ver a dos mujeres liándose y siempre se lo he dicho a mi mujer. Sin embargo, ella nunca ha mostrado mucho interés en eso, no sé si porque no le atraen de verdad las mujeres o porque no se atreve a dejarse llevar. El caso es que me encantó ver cómo la noche se iba calentando mucho más de lo que yo había esperado en un principio. Le dije a él que en cuanto abrieran el jacuzzi podíamos ir y le pareció bien la idea, con lo que parecía que la noche iba a estar encarrilada con ellos.

Al poco, y mientras mi mujer volvía a utilizar su lengua solo para hablar, entró otra pareja en el local. Parecían de nuestra edad y ella llamaba especialmente la atención por lo bien que le quedaba el vestido en su cuerpo especialmente delgado, con una silueta quizás más propio de alguien con 25 años. En una pausa de la conversación se lo comenté a mi mujer, y me dijo que ella también se había fijado. Por su parte, los “pros” se pusieron a hablar con otra gente y nosotros nos pedimos otra copa en el bar, con lo que la acumulación de alcohol empezaba a hacerse notar, aunque en ese momento no nos diéramos cuenta.

Nos pusimos a bailar un poco en la pista (mi mujer bailaba, yo movía los brazos) y procuramos ponernos cerca de la nueva pareja para investigarlos un poco mejor. No hizo falta mucho más, porque ella se me acercó y empezamos a hablar, mientras él hacía lo propio con mi mujer, que imagino que ellos había hecho el mismo estudio de mercado que nosotros.

Eran del norte y nos gustaba mucho su rollo. Les dijimos que era nuestra primera vez en todo y que nos había encantado la fiesta de la piscina, mientras que ellos nos contestaron que tenían algo de experiencia pero tampoco demasiada. La conversación fluyó sin problemas y cuando me acerqué a por algo a la taquilla, pude ver que por fin el jacuzzi estaba abierto y que solo había una pareja dentro. Se lo comenté y ellos aceptaron la idea, así que nos fuimos todos a cambiarnos, aunque ninguno tenía intención de utilizar el bañador…

Una vez en los vestuarios, pude ver que ella llevaba un tanga que le hacía un culo maravilloso, aunque se desnudó de forma discreta frente a nosotros. Una vez pasamos a la sala de jacuzzi, que era bastante grande, la luz era más oscura, lo que ayudó a que fuera más fácil quitarnos la toalla y entrar los cuatro desnudos en el agua. Él era más o menos de mi edad, bien proporcionado y con un cuerpo tirando a delgado, algo que a mi mujer le gusta. Ella era morena, con el pelo rizado y se notaba que se cuidaba mucho, ya que tenía la piel perfectamente tonificada, un culo pequeño y bien redondeado y unos pechos pequeños pero firmes y bonitos.

Nos metimos los cuatro desnudos y yo me senté mientras mi mujer se puso sobre mí. Estar allí con ellos, desnudos y sintiendo el roce de otro cuerpo hizo que mi polla empezara a tener ideas propias y se me puso como una piedra. Mi mujer lo notó y empezó a acariciarme, aunque como era debajo del agua no parecía demasiado evidente. La conversación se hizo más densa, porque a ratos se limitaba a miradas entre todos mientras nos tocábamos con nuestra pareja respectiva.

Como he dicho, yo estaba sentado y mi mujer frente a mí, alejándose a veces y otras poniéndose encima e intercambiando conmigo algunos besos que hacían que subiera aún más la temperatura. Ellos estaban al contrario que nosotros, la chica sentada y él en el centro del agua. Ella se había puesto muy cerca de mí, tanto que a veces nuestras piernas se rozaban, igual que nuestras manos al apoyarnos. Estábamos desnudos en un club liberal, pero hasta ahora sólo habíamos conversado como si estuviéramos en cualquier bar de copas, con lo que yo no tenía intención de lanzarme a nada, porque tampoco sabía cómo iba a reaccionar mi mujer y éramos totalmente novatos en ello.

En esto noto como la mano de la chica empieza a acariciar la mía y que entre ellos se miran, al mismo tiempo que él se acerca por la espalda a mi mujer y empieza a acariciarla bajando por su espina dorsal. A partir de entonces aquello tomó una dirección definitiva, especialmente cuando ella pasó de estar a mi lado a montarse sobre mí, agarrarme la cara y besarme con toda su intensidad mientras a nuestro lado, él estaba haciendo lo propio con mi mujer.

Tengo que reconocer que en aquel momento dejé de estar pendiente de lo que hacía mi mujer para centrarme en la chica desnuda que tenía entre las manos, y eso fue algo que me pasó en más ocasiones a lo largo de la noche. No fue como un vídeo porno donde se enfocaban los mejores momentos de cada uno y podías ir marcha atrás para fijarte en algún detalle concreto, por lo que imagino que mi mujer habrá tenido algunas vivencias de las que yo no me he enterado, aunque después contaré ciertos momentos en que ella fue la protagonista de todo. Quizás esto ayudó a mitigar los celos, quizás no, pero el caso es que ninguno de los dos sintió ningún tipo de malestar a lo largo de toda la noche.

Volviendo al jacuzzi, yo solo podía sentir sus manos por todo mi cuerpo, besándome en el cuello y en la boca y en ocasiones masajeando mi rabo a punto de explotar, mientras que yo la agarraba por el culo atrayéndola hacia mí, comiéndole las tetas y sus duros pezones. Hubo momentos en que rozaba su coñito contra mi pene y si entonces se lo hubiera metido dentro me la habría follado a pelo allí mismo, porque estaba tan excitado que no me daba para pensar en nada más.

No sé cuánto tiempo más estuvimos en el agua, pero yo estaba muy bien allí. El caso es que mi mujer, aquella modosita que no estaba segura de quedarnos en el club de noche, fue la primera que soltó “¿nos vamos al tatami?” en referencia a las habitaciones más privadas del local donde podías cerrar la puerta -o no- para tener un espacio de más intimidad. Así que salimos los cuatro del agua, nos pusimos las toallas y empezamos a buscar una habitación libre, porque aquello ya no había quien lo parara...
Maravilloso
 
Menudo morbazo... y que bien relatado!! Con ganas de la tercera parte!!
 
Me has puesto el rabo duro, muy excitante tu relato, espero con ansias la tercera parte
 
pero bueno esto de cada vez esta mas interesante y morbosoooooooooooooooooooooo
MASSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS
 
TERCERA PARTE

Cuando salimos los cuatro del jacuzzi nos metimos en la primera habitación que encontramos libre; sin embargo nos dimos cuenta de que era la dedicada a cuarto oscuro, con una colchoneta central enorme y sin puerta, con lo que seguimos buscando ya que el modo “orgía-follamos-todos-con-todos-sin-saber-con-quién” no era lo que necesitábamos. Un poco más allá sí que había una vacía, así que nos metimos y cerramos la puerta.

La experiencia de nuestros compañeros se demostró rápidamente en el hecho de que ellos sacaron los condones que nos habían dado a la entrada, algo de lo que nosotros dos ni nos acordábamos (que son muchos años follando a pelo ya). Tenía dos, así que todo quedó solucionado. Pusimos las toallas en la colchoneta y nos volvimos a quedar desnudos los cuatro con la mayor naturalidad. En aquel momento no nos dábamos cuenta, pero el alcohol que habíamos tomado hizo que perdiéramos la consciencia de algunas cosas, pero al mismo tiempo también facilitó que todo fluyera sin complicaciones. Tengo que reconocer que hay algunos momentos que ya no recuerdo bien qué pasó y quién chupó a quién, aunque lo principal sigue estando en mi memoria.

En un primer momento la otra chica se tumbó en su toalla, mientras su marido de pie se la metió en la boca y ella empezó a chupársela con ansia. Quizás fue el alcohol que he mencionado, quizás el morbo de la situación, pero en aquel momento deseé que mi mujer se pusiera a comérsela también, una mamada a dos bocas tan de peli porno. La cogí por la cintura y la acerqué a ellos, incluso le empujé un poco la cabeza, pero ella no parecía estar por la labor en aquel momento, quedándose a cuatro patas frente a ellos.

La otra pareja se dio cuenta y él se colocó detrás de mi mujer y le giró la cara para besarla. Mientras, la otra chica se puso a chuparle un pezón mientras que le vi ensalivarse los dedos para a continuación empezar a masturbar despacio a mi mujer. Fue uno de los pocos momentos en que hice de espectador y no pude evitar pensar que ella debía estar en la gloria (ya he comentado que me encanta el sexo entre mujeres)

Esta situación no duró mucho, porque enseguida ella dejó a mi mujer, se acercó a mí y yo le cogí la cabeza con las manos para besarnos de pie, mientras que perdí completamente de vista lo que estaban haciendo mi pareja con el chico. Como dije en la descripción tenía un culo maravilloso, duro y redondeado y fue una sensación atraerlo hacia mí y poderle pasar mi mano entre sus nalgas, jugueteando un poco entre su coñito y su culo. También aproveché a comerle las tetas, que era lo que me faltaba, haciendo que se le escapara algún gemido mientras le rodeaba un pezón con la lengua y la apretaba contra mi cuerpo.

En aquel momento yo ya solo pensaba en follarla, así que la puse en el tatami a cuatro mientras yo acerqué mi cara a sus muslos, separándolos para poder chuparle desde el clítoris hasta el interior de su rajita. En esta postura no pude evitar comerle el culo un poco también, aunque no sabía cómo se lo tomaría porque es algo que no siempre está en el menú, pero se dejó hacer sin problemas y yo disfruté de todo ello.

Al poco ella decidió que ahora era mi turno, así que cambiamos de posición y fui yo el que se puso bocarriba y ella encima. Sin más preámbulos se metió mi polla en la boca y se puso chupármela con un deseo que pocas veces había experimentado. También me comió los huevos con mucha delicadeza y es verdad que en aquel momento sí llegué a cuestionar lo que estaría pensando su marido si la estaba viendo, pero no me dio para mucho más que un pensamiento fugaz, porque ni siquiera giré la cara para ver en qué estaba mi mujer y él.

No sabía cuánto iba a aguantar sin correrme si ella seguía así, así que me incorporé, nos besamos y le pedí el condón que tenía ella. En ese momento de parón en el que me lo estaba poniendo, pude ver que mi mujer estaba a cuatro y él se la estaba follando duro, oyendo un `plas, plas` continuo cada vez que golpeaba sus nalgas. La primera idea que me vino fue que a ella no le va el ritmo fuerte, porque para llegar al orgasmo se estimula principalmente con la mano, pero pensé que esa no era mi batalla en aquel momento.

Cuando me coloqué el condón, ella se puso a cabalgarme encime y entendí que a ella sí que le iba el ritmo duro, porque empezó a moverse encima de mí con toda la intensidad posible mientras yo le agarraba con fuerza sus pequeñas tetas. Después de estar así un rato, ella paró de repente con una sonrisa y me dijo “Tengo que ir a por el satisfyer, si no no voy a correrme”. Yo lo entendí perfectamente y ella le preguntó a su marido por las llaves de la taquilla mientras rebuscaba entre las toallas.

Hay que decir que en el local se oían toda clase de ruidos, tanto de la música de la zona del bar como las conversaciones y los gemidos (en ocasiones, gritos) de las parejas de las habitaciones de al lado. Esto hacía que para hablar tuvieras que acercarte hasta casi el oído de la otra persona, aunque también permitía espacio para las confidencias en medio del sexo. Hubo un momento en que ella me susurró en pleno polvo “No te imaginaba así” y yo no supe cómo interpretarlo la verdad, aunque como nadie me va a llevar la contraria, prefiero pensar que fue algo positivo 😅

Por todo ello, y aprovechando en el momento en que los cuatro habíamos dejado de follar y ella salía para el vestuario, le dije al otro chico discretamente “le gusta bocabajo con las piernas juntas”. Supongo que lo que yo quería es que mi mujer disfrutara al máximo (lo que tiene el amor…), porque le cuesta a veces llegar a correrse en otras posturas. Él asintió agradecido y así colocó a mi mujer, mientras él se puso detrás y empezó a penetrarla esta vez con más calma.

Como yo estaba solo, pude ser perfectamente consciente de lo que estaban haciendo ellos, y de nuevo me vino el morbo de darle a mi mujer un momento especial, de esos que quizás se había imaginado pero que son muy complicados de llevar a la realidad. Quería que sintiera dos pollas para ella, dos hombres follándosela al mismo tiempo, así que me acerqué y le cogí la cabeza para que me la chupara mientras el otro se la estaba metiendo detrás de ella. Pude sentir que esta vez accedió sin problemas, y aunque la postura para mí era un poco incómoda al ser tan baja la cama, me encantó hacer que mi mujer tuviera su momento de zorra sin escrúpulos.

Seguimos así hasta que la puerta se abrió y volvió la chica con su juguete (no sé qué pensaría de la escena que se encontró), con todo preparado para culminar lo que habíamos empezado antes. Mi idea era la de volverme a poner el condón de antes, pero he tenido que llegar a los 40 para descubrir que es casi imposible volver a usar un condón ya desenrollado. Lo intenté un par de veces pero fue imposible, así que esta vez nos fuimos la chica y yo a los vestuarios a por el preservativo que nos habían dado a nosotros en la entrada y que habíamos olvidado hasta ese momento.

Esta fue la única vez en toda la noche que estuvimos separados cada uno con la pareja del otro, y tengo que reconocer que también tuvo su morbo el pequeño viaje que hicimos los dos a las taquillas. No pasó nada especial, apenas un beso después de haber encontrado el condón, pero la intimidad es el punto en el que gira todo esto y no quería que las cosas fueran distintas a como estaban siendo con los cuatro.

Volvimos al tatami y los encontramos en la misma postura, supongo que ambos buscando el orgasmo de mi mujer. Nosotros nos dedicamos a lo nuestro, pero para entonces yo ya había perdido la erección (que bastante había durado ya), con lo que ella se puso encima de mí y volvió a comérmela tan maravillosamente como antes. Tanto, que hubo un momento en el que le dije “para, que vas a hacer que me corra”, a lo que ella respondió con una sonrisa pícara.

Se puso a cuatro patas mientras yo me puse el condón y empecé a follármela en esta postura, pero al poco me susurró “más fuerte”, con lo que la agarré bien de las caderas y empecé a darle con un ritmo muy distinto del que estaba acostumbrado. Ahora estábamos centrados en buscar el orgasmo de ella, con lo que pude percatarme de que mi mujer ya había terminado y que estaban mirándonos. Yo podía oír cómo él le preguntaba “¿No te da celos?”, puesto que estaba viendo cómo su marido se estaba follando con fuerza a otra mujer a cuatro patas, pero ella respondió muy tranquila “Qué va, para nada”, con una voz alegre y relajada.

Escuchar esto también me dejó más tranquilo e hizo que me concentrara en lo mío, tratando de acoplarme a los ritmo de la mujer que estaba deseando correrse conmigo. En un momento dado, ella alargó la mano y puso en funcionamiento el Satisfyer mientras yo seguía dándole con intensidad. Seguimos así hasta que noté que se tensaba y empezó a gemir con fuerza, corriéndose en un orgasmo que duró más de lo que yo esperaba. No me fue demasiado difícil acompañarla, porque yo estaba deseando correrme desde hacía rato, con lo que me bastó con unas cuantas embestidas más para hacer que todo mi semen acabara dentro de ella.

Se la saqué, hice el nudo al condón y nos recostamos los cuatro en el colchón a recobrar el aliento, cada uno ya con su pareja de siempre. El ambiente entre todos era de relajación total, con la felicidad de haber compartido unos momentos intensos y sin ningún pensamiento extraño. Los cuatro desnudos, sin nada que ocultar y sabiendo que aquella experiencia había conseguido llevarnos más allá de lo que habíamos podido imaginar en un principio.
 
TERCERA PARTE

Cuando salimos los cuatro del jacuzzi nos metimos en la primera habitación que encontramos libre; sin embargo nos dimos cuenta de que era la dedicada a cuarto oscuro, con una colchoneta central enorme y sin puerta, con lo que seguimos buscando ya que el modo “orgía-follamos-todos-con-todos-sin-saber-con-quién” no era lo que necesitábamos. Un poco más allá sí que había una vacía, así que nos metimos y cerramos la puerta.

La experiencia de nuestros compañeros se demostró rápidamente en el hecho de que ellos sacaron los condones que nos habían dado a la entrada, algo de lo que nosotros dos ni nos acordábamos (que son muchos años follando a pelo ya). Tenía dos, así que todo quedó solucionado. Pusimos las toallas en la colchoneta y nos volvimos a quedar desnudos los cuatro con la mayor naturalidad. En aquel momento no nos dábamos cuenta, pero el alcohol que habíamos tomado hizo que perdiéramos la consciencia de algunas cosas, pero al mismo tiempo también facilitó que todo fluyera sin complicaciones. Tengo que reconocer que hay algunos momentos que ya no recuerdo bien qué pasó y quién chupó a quién, aunque lo principal sigue estando en mi memoria.

En un primer momento la otra chica se tumbó en su toalla, mientras su marido de pie se la metió en la boca y ella empezó a chupársela con ansia. Quizás fue el alcohol que he mencionado, quizás el morbo de la situación, pero en aquel momento deseé que mi mujer se pusiera a comérsela también, una mamada a dos bocas tan de peli porno. La cogí por la cintura y la acerqué a ellos, incluso le empujé un poco la cabeza, pero ella no parecía estar por la labor en aquel momento, quedándose a cuatro patas frente a ellos.

La otra pareja se dio cuenta y él se colocó detrás de mi mujer y le giró la cara para besarla. Mientras, la otra chica se puso a chuparle un pezón mientras que le vi ensalivarse los dedos para a continuación empezar a masturbar despacio a mi mujer. Fue uno de los pocos momentos en que hice de espectador y no pude evitar pensar que ella debía estar en la gloria (ya he comentado que me encanta el sexo entre mujeres)

Esta situación no duró mucho, porque enseguida ella dejó a mi mujer, se acercó a mí y yo le cogí la cabeza con las manos para besarnos de pie, mientras que perdí completamente de vista lo que estaban haciendo mi pareja con el chico. Como dije en la descripción tenía un culo maravilloso, duro y redondeado y fue una sensación atraerlo hacia mí y poderle pasar mi mano entre sus nalgas, jugueteando un poco entre su coñito y su culo. También aproveché a comerle las tetas, que era lo que me faltaba, haciendo que se le escapara algún gemido mientras le rodeaba un pezón con la lengua y la apretaba contra mi cuerpo.

En aquel momento yo ya solo pensaba en follarla, así que la puse en el tatami a cuatro mientras yo acerqué mi cara a sus muslos, separándolos para poder chuparle desde el clítoris hasta el interior de su rajita. En esta postura no pude evitar comerle el culo un poco también, aunque no sabía cómo se lo tomaría porque es algo que no siempre está en el menú, pero se dejó hacer sin problemas y yo disfruté de todo ello.

Al poco ella decidió que ahora era mi turno, así que cambiamos de posición y fui yo el que se puso bocarriba y ella encima. Sin más preámbulos se metió mi polla en la boca y se puso chupármela con un deseo que pocas veces había experimentado. También me comió los huevos con mucha delicadeza y es verdad que en aquel momento sí llegué a cuestionar lo que estaría pensando su marido si la estaba viendo, pero no me dio para mucho más que un pensamiento fugaz, porque ni siquiera giré la cara para ver en qué estaba mi mujer y él.

No sabía cuánto iba a aguantar sin correrme si ella seguía así, así que me incorporé, nos besamos y le pedí el condón que tenía ella. En ese momento de parón en el que me lo estaba poniendo, pude ver que mi mujer estaba a cuatro y él se la estaba follando duro, oyendo un `plas, plas` continuo cada vez que golpeaba sus nalgas. La primera idea que me vino fue que a ella no le va el ritmo fuerte, porque para llegar al orgasmo se estimula principalmente con la mano, pero pensé que esa no era mi batalla en aquel momento.

Cuando me coloqué el condón, ella se puso a cabalgarme encime y entendí que a ella sí que le iba el ritmo duro, porque empezó a moverse encima de mí con toda la intensidad posible mientras yo le agarraba con fuerza sus pequeñas tetas. Después de estar así un rato, ella paró de repente con una sonrisa y me dijo “Tengo que ir a por el satisfyer, si no no voy a correrme”. Yo lo entendí perfectamente y ella le preguntó a su marido por las llaves de la taquilla mientras rebuscaba entre las toallas.

Hay que decir que en el local se oían toda clase de ruidos, tanto de la música de la zona del bar como las conversaciones y los gemidos (en ocasiones, gritos) de las parejas de las habitaciones de al lado. Esto hacía que para hablar tuvieras que acercarte hasta casi el oído de la otra persona, aunque también permitía espacio para las confidencias en medio del sexo. Hubo un momento en que ella me susurró en pleno polvo “No te imaginaba así” y yo no supe cómo interpretarlo la verdad, aunque como nadie me va a llevar la contraria, prefiero pensar que fue algo positivo 😅

Por todo ello, y aprovechando en el momento en que los cuatro habíamos dejado de follar y ella salía para el vestuario, le dije al otro chico discretamente “le gusta bocabajo con las piernas juntas”. Supongo que lo que yo quería es que mi mujer disfrutara al máximo (lo que tiene el amor…), porque le cuesta a veces llegar a correrse en otras posturas. Él asintió agradecido y así colocó a mi mujer, mientras él se puso detrás y empezó a penetrarla esta vez con más calma.

Como yo estaba solo, pude ser perfectamente consciente de lo que estaban haciendo ellos, y de nuevo me vino el morbo de darle a mi mujer un momento especial, de esos que quizás se había imaginado pero que son muy complicados de llevar a la realidad. Quería que sintiera dos pollas para ella, dos hombres follándosela al mismo tiempo, así que me acerqué y le cogí la cabeza para que me la chupara mientras el otro se la estaba metiendo detrás de ella. Pude sentir que esta vez accedió sin problemas, y aunque la postura para mí era un poco incómoda al ser tan baja la cama, me encantó hacer que mi mujer tuviera su momento de zorra sin escrúpulos.

Seguimos así hasta que la puerta se abrió y volvió la chica con su juguete (no sé qué pensaría de la escena que se encontró), con todo preparado para culminar lo que habíamos empezado antes. Mi idea era la de volverme a poner el condón de antes, pero he tenido que llegar a los 40 para descubrir que es casi imposible volver a usar un condón ya desenrollado. Lo intenté un par de veces pero fue imposible, así que esta vez nos fuimos la chica y yo a los vestuarios a por el preservativo que nos habían dado a nosotros en la entrada y que habíamos olvidado hasta ese momento.

Esta fue la única vez en toda la noche que estuvimos separados cada uno con la pareja del otro, y tengo que reconocer que también tuvo su morbo el pequeño viaje que hicimos los dos a las taquillas. No pasó nada especial, apenas un beso después de haber encontrado el condón, pero la intimidad es el punto en el que gira todo esto y no quería que las cosas fueran distintas a como estaban siendo con los cuatro.

Volvimos al tatami y los encontramos en la misma postura, supongo que ambos buscando el orgasmo de mi mujer. Nosotros nos dedicamos a lo nuestro, pero para entonces yo ya había perdido la erección (que bastante había durado ya), con lo que ella se puso encima de mí y volvió a comérmela tan maravillosamente como antes. Tanto, que hubo un momento en el que le dije “para, que vas a hacer que me corra”, a lo que ella respondió con una sonrisa pícara.

Se puso a cuatro patas mientras yo me puse el condón y empecé a follármela en esta postura, pero al poco me susurró “más fuerte”, con lo que la agarré bien de las caderas y empecé a darle con un ritmo muy distinto del que estaba acostumbrado. Ahora estábamos centrados en buscar el orgasmo de ella, con lo que pude percatarme de que mi mujer ya había terminado y que estaban mirándonos. Yo podía oír cómo él le preguntaba “¿No te da celos?”, puesto que estaba viendo cómo su marido se estaba follando con fuerza a otra mujer a cuatro patas, pero ella respondió muy tranquila “Qué va, para nada”, con una voz alegre y relajada.

Escuchar esto también me dejó más tranquilo e hizo que me concentrara en lo mío, tratando de acoplarme a los ritmo de la mujer que estaba deseando correrse conmigo. En un momento dado, ella alargó la mano y puso en funcionamiento el Satisfyer mientras yo seguía dándole con intensidad. Seguimos así hasta que noté que se tensaba y empezó a gemir con fuerza, corriéndose en un orgasmo que duró más de lo que yo esperaba. No me fue demasiado difícil acompañarla, porque yo estaba deseando correrme desde hacía rato, con lo que me bastó con unas cuantas embestidas más para hacer que todo mi semen acabara dentro de ella.

Se la saqué, hice el nudo al condón y nos recostamos los cuatro en el colchón a recobrar el aliento, cada uno ya con su pareja de siempre. El ambiente entre todos era de relajación total, con la felicidad de haber compartido unos momentos intensos y sin ningún pensamiento extraño. Los cuatro desnudos, sin nada que ocultar y sabiendo que aquella experiencia había conseguido llevarnos más allá de lo que habíamos podido imaginar en un principio.
Solo me sale deciros que......

Brutal!!!
 
TERCERA PARTE

Cuando salimos los cuatro del jacuzzi nos metimos en la primera habitación que encontramos libre; sin embargo nos dimos cuenta de que era la dedicada a cuarto oscuro, con una colchoneta central enorme y sin puerta, con lo que seguimos buscando ya que el modo “orgía-follamos-todos-con-todos-sin-saber-con-quién” no era lo que necesitábamos. Un poco más allá sí que había una vacía, así que nos metimos y cerramos la puerta.

La experiencia de nuestros compañeros se demostró rápidamente en el hecho de que ellos sacaron los condones que nos habían dado a la entrada, algo de lo que nosotros dos ni nos acordábamos (que son muchos años follando a pelo ya). Tenía dos, así que todo quedó solucionado. Pusimos las toallas en la colchoneta y nos volvimos a quedar desnudos los cuatro con la mayor naturalidad. En aquel momento no nos dábamos cuenta, pero el alcohol que habíamos tomado hizo que perdiéramos la consciencia de algunas cosas, pero al mismo tiempo también facilitó que todo fluyera sin complicaciones. Tengo que reconocer que hay algunos momentos que ya no recuerdo bien qué pasó y quién chupó a quién, aunque lo principal sigue estando en mi memoria.

En un primer momento la otra chica se tumbó en su toalla, mientras su marido de pie se la metió en la boca y ella empezó a chupársela con ansia. Quizás fue el alcohol que he mencionado, quizás el morbo de la situación, pero en aquel momento deseé que mi mujer se pusiera a comérsela también, una mamada a dos bocas tan de peli porno. La cogí por la cintura y la acerqué a ellos, incluso le empujé un poco la cabeza, pero ella no parecía estar por la labor en aquel momento, quedándose a cuatro patas frente a ellos.

La otra pareja se dio cuenta y él se colocó detrás de mi mujer y le giró la cara para besarla. Mientras, la otra chica se puso a chuparle un pezón mientras que le vi ensalivarse los dedos para a continuación empezar a masturbar despacio a mi mujer. Fue uno de los pocos momentos en que hice de espectador y no pude evitar pensar que ella debía estar en la gloria (ya he comentado que me encanta el sexo entre mujeres)

Esta situación no duró mucho, porque enseguida ella dejó a mi mujer, se acercó a mí y yo le cogí la cabeza con las manos para besarnos de pie, mientras que perdí completamente de vista lo que estaban haciendo mi pareja con el chico. Como dije en la descripción tenía un culo maravilloso, duro y redondeado y fue una sensación atraerlo hacia mí y poderle pasar mi mano entre sus nalgas, jugueteando un poco entre su coñito y su culo. También aproveché a comerle las tetas, que era lo que me faltaba, haciendo que se le escapara algún gemido mientras le rodeaba un pezón con la lengua y la apretaba contra mi cuerpo.

En aquel momento yo ya solo pensaba en follarla, así que la puse en el tatami a cuatro mientras yo acerqué mi cara a sus muslos, separándolos para poder chuparle desde el clítoris hasta el interior de su rajita. En esta postura no pude evitar comerle el culo un poco también, aunque no sabía cómo se lo tomaría porque es algo que no siempre está en el menú, pero se dejó hacer sin problemas y yo disfruté de todo ello.

Al poco ella decidió que ahora era mi turno, así que cambiamos de posición y fui yo el que se puso bocarriba y ella encima. Sin más preámbulos se metió mi polla en la boca y se puso chupármela con un deseo que pocas veces había experimentado. También me comió los huevos con mucha delicadeza y es verdad que en aquel momento sí llegué a cuestionar lo que estaría pensando su marido si la estaba viendo, pero no me dio para mucho más que un pensamiento fugaz, porque ni siquiera giré la cara para ver en qué estaba mi mujer y él.

No sabía cuánto iba a aguantar sin correrme si ella seguía así, así que me incorporé, nos besamos y le pedí el condón que tenía ella. En ese momento de parón en el que me lo estaba poniendo, pude ver que mi mujer estaba a cuatro y él se la estaba follando duro, oyendo un `plas, plas` continuo cada vez que golpeaba sus nalgas. La primera idea que me vino fue que a ella no le va el ritmo fuerte, porque para llegar al orgasmo se estimula principalmente con la mano, pero pensé que esa no era mi batalla en aquel momento.

Cuando me coloqué el condón, ella se puso a cabalgarme encime y entendí que a ella sí que le iba el ritmo duro, porque empezó a moverse encima de mí con toda la intensidad posible mientras yo le agarraba con fuerza sus pequeñas tetas. Después de estar así un rato, ella paró de repente con una sonrisa y me dijo “Tengo que ir a por el satisfyer, si no no voy a correrme”. Yo lo entendí perfectamente y ella le preguntó a su marido por las llaves de la taquilla mientras rebuscaba entre las toallas.

Hay que decir que en el local se oían toda clase de ruidos, tanto de la música de la zona del bar como las conversaciones y los gemidos (en ocasiones, gritos) de las parejas de las habitaciones de al lado. Esto hacía que para hablar tuvieras que acercarte hasta casi el oído de la otra persona, aunque también permitía espacio para las confidencias en medio del sexo. Hubo un momento en que ella me susurró en pleno polvo “No te imaginaba así” y yo no supe cómo interpretarlo la verdad, aunque como nadie me va a llevar la contraria, prefiero pensar que fue algo positivo 😅

Por todo ello, y aprovechando en el momento en que los cuatro habíamos dejado de follar y ella salía para el vestuario, le dije al otro chico discretamente “le gusta bocabajo con las piernas juntas”. Supongo que lo que yo quería es que mi mujer disfrutara al máximo (lo que tiene el amor…), porque le cuesta a veces llegar a correrse en otras posturas. Él asintió agradecido y así colocó a mi mujer, mientras él se puso detrás y empezó a penetrarla esta vez con más calma.

Como yo estaba solo, pude ser perfectamente consciente de lo que estaban haciendo ellos, y de nuevo me vino el morbo de darle a mi mujer un momento especial, de esos que quizás se había imaginado pero que son muy complicados de llevar a la realidad. Quería que sintiera dos pollas para ella, dos hombres follándosela al mismo tiempo, así que me acerqué y le cogí la cabeza para que me la chupara mientras el otro se la estaba metiendo detrás de ella. Pude sentir que esta vez accedió sin problemas, y aunque la postura para mí era un poco incómoda al ser tan baja la cama, me encantó hacer que mi mujer tuviera su momento de zorra sin escrúpulos.

Seguimos así hasta que la puerta se abrió y volvió la chica con su juguete (no sé qué pensaría de la escena que se encontró), con todo preparado para culminar lo que habíamos empezado antes. Mi idea era la de volverme a poner el condón de antes, pero he tenido que llegar a los 40 para descubrir que es casi imposible volver a usar un condón ya desenrollado. Lo intenté un par de veces pero fue imposible, así que esta vez nos fuimos la chica y yo a los vestuarios a por el preservativo que nos habían dado a nosotros en la entrada y que habíamos olvidado hasta ese momento.

Esta fue la única vez en toda la noche que estuvimos separados cada uno con la pareja del otro, y tengo que reconocer que también tuvo su morbo el pequeño viaje que hicimos los dos a las taquillas. No pasó nada especial, apenas un beso después de haber encontrado el condón, pero la intimidad es el punto en el que gira todo esto y no quería que las cosas fueran distintas a como estaban siendo con los cuatro.

Volvimos al tatami y los encontramos en la misma postura, supongo que ambos buscando el orgasmo de mi mujer. Nosotros nos dedicamos a lo nuestro, pero para entonces yo ya había perdido la erección (que bastante había durado ya), con lo que ella se puso encima de mí y volvió a comérmela tan maravillosamente como antes. Tanto, que hubo un momento en el que le dije “para, que vas a hacer que me corra”, a lo que ella respondió con una sonrisa pícara.

Se puso a cuatro patas mientras yo me puse el condón y empecé a follármela en esta postura, pero al poco me susurró “más fuerte”, con lo que la agarré bien de las caderas y empecé a darle con un ritmo muy distinto del que estaba acostumbrado. Ahora estábamos centrados en buscar el orgasmo de ella, con lo que pude percatarme de que mi mujer ya había terminado y que estaban mirándonos. Yo podía oír cómo él le preguntaba “¿No te da celos?”, puesto que estaba viendo cómo su marido se estaba follando con fuerza a otra mujer a cuatro patas, pero ella respondió muy tranquila “Qué va, para nada”, con una voz alegre y relajada.

Escuchar esto también me dejó más tranquilo e hizo que me concentrara en lo mío, tratando de acoplarme a los ritmo de la mujer que estaba deseando correrse conmigo. En un momento dado, ella alargó la mano y puso en funcionamiento el Satisfyer mientras yo seguía dándole con intensidad. Seguimos así hasta que noté que se tensaba y empezó a gemir con fuerza, corriéndose en un orgasmo que duró más de lo que yo esperaba. No me fue demasiado difícil acompañarla, porque yo estaba deseando correrme desde hacía rato, con lo que me bastó con unas cuantas embestidas más para hacer que todo mi semen acabara dentro de ella.

Se la saqué, hice el nudo al condón y nos recostamos los cuatro en el colchón a recobrar el aliento, cada uno ya con su pareja de siempre. El ambiente entre todos era de relajación total, con la felicidad de haber compartido unos momentos intensos y sin ningún pensamiento extraño. Los cuatro desnudos, sin nada que ocultar y sabiendo que aquella experiencia había conseguido llevarnos más allá de lo que habíamos podido imaginar en un principio.
Espectacular, enhorabuena
 
TERCERA PARTE

Cuando salimos los cuatro del jacuzzi nos metimos en la primera habitación que encontramos libre; sin embargo nos dimos cuenta de que era la dedicada a cuarto oscuro, con una colchoneta central enorme y sin puerta, con lo que seguimos buscando ya que el modo “orgía-follamos-todos-con-todos-sin-saber-con-quién” no era lo que necesitábamos. Un poco más allá sí que había una vacía, así que nos metimos y cerramos la puerta.

La experiencia de nuestros compañeros se demostró rápidamente en el hecho de que ellos sacaron los condones que nos habían dado a la entrada, algo de lo que nosotros dos ni nos acordábamos (que son muchos años follando a pelo ya). Tenía dos, así que todo quedó solucionado. Pusimos las toallas en la colchoneta y nos volvimos a quedar desnudos los cuatro con la mayor naturalidad. En aquel momento no nos dábamos cuenta, pero el alcohol que habíamos tomado hizo que perdiéramos la consciencia de algunas cosas, pero al mismo tiempo también facilitó que todo fluyera sin complicaciones. Tengo que reconocer que hay algunos momentos que ya no recuerdo bien qué pasó y quién chupó a quién, aunque lo principal sigue estando en mi memoria.

En un primer momento la otra chica se tumbó en su toalla, mientras su marido de pie se la metió en la boca y ella empezó a chupársela con ansia. Quizás fue el alcohol que he mencionado, quizás el morbo de la situación, pero en aquel momento deseé que mi mujer se pusiera a comérsela también, una mamada a dos bocas tan de peli porno. La cogí por la cintura y la acerqué a ellos, incluso le empujé un poco la cabeza, pero ella no parecía estar por la labor en aquel momento, quedándose a cuatro patas frente a ellos.

La otra pareja se dio cuenta y él se colocó detrás de mi mujer y le giró la cara para besarla. Mientras, la otra chica se puso a chuparle un pezón mientras que le vi ensalivarse los dedos para a continuación empezar a masturbar despacio a mi mujer. Fue uno de los pocos momentos en que hice de espectador y no pude evitar pensar que ella debía estar en la gloria (ya he comentado que me encanta el sexo entre mujeres)

Esta situación no duró mucho, porque enseguida ella dejó a mi mujer, se acercó a mí y yo le cogí la cabeza con las manos para besarnos de pie, mientras que perdí completamente de vista lo que estaban haciendo mi pareja con el chico. Como dije en la descripción tenía un culo maravilloso, duro y redondeado y fue una sensación atraerlo hacia mí y poderle pasar mi mano entre sus nalgas, jugueteando un poco entre su coñito y su culo. También aproveché a comerle las tetas, que era lo que me faltaba, haciendo que se le escapara algún gemido mientras le rodeaba un pezón con la lengua y la apretaba contra mi cuerpo.

En aquel momento yo ya solo pensaba en follarla, así que la puse en el tatami a cuatro mientras yo acerqué mi cara a sus muslos, separándolos para poder chuparle desde el clítoris hasta el interior de su rajita. En esta postura no pude evitar comerle el culo un poco también, aunque no sabía cómo se lo tomaría porque es algo que no siempre está en el menú, pero se dejó hacer sin problemas y yo disfruté de todo ello.

Al poco ella decidió que ahora era mi turno, así que cambiamos de posición y fui yo el que se puso bocarriba y ella encima. Sin más preámbulos se metió mi polla en la boca y se puso chupármela con un deseo que pocas veces había experimentado. También me comió los huevos con mucha delicadeza y es verdad que en aquel momento sí llegué a cuestionar lo que estaría pensando su marido si la estaba viendo, pero no me dio para mucho más que un pensamiento fugaz, porque ni siquiera giré la cara para ver en qué estaba mi mujer y él.

No sabía cuánto iba a aguantar sin correrme si ella seguía así, así que me incorporé, nos besamos y le pedí el condón que tenía ella. En ese momento de parón en el que me lo estaba poniendo, pude ver que mi mujer estaba a cuatro y él se la estaba follando duro, oyendo un `plas, plas` continuo cada vez que golpeaba sus nalgas. La primera idea que me vino fue que a ella no le va el ritmo fuerte, porque para llegar al orgasmo se estimula principalmente con la mano, pero pensé que esa no era mi batalla en aquel momento.

Cuando me coloqué el condón, ella se puso a cabalgarme encime y entendí que a ella sí que le iba el ritmo duro, porque empezó a moverse encima de mí con toda la intensidad posible mientras yo le agarraba con fuerza sus pequeñas tetas. Después de estar así un rato, ella paró de repente con una sonrisa y me dijo “Tengo que ir a por el satisfyer, si no no voy a correrme”. Yo lo entendí perfectamente y ella le preguntó a su marido por las llaves de la taquilla mientras rebuscaba entre las toallas.

Hay que decir que en el local se oían toda clase de ruidos, tanto de la música de la zona del bar como las conversaciones y los gemidos (en ocasiones, gritos) de las parejas de las habitaciones de al lado. Esto hacía que para hablar tuvieras que acercarte hasta casi el oído de la otra persona, aunque también permitía espacio para las confidencias en medio del sexo. Hubo un momento en que ella me susurró en pleno polvo “No te imaginaba así” y yo no supe cómo interpretarlo la verdad, aunque como nadie me va a llevar la contraria, prefiero pensar que fue algo positivo 😅

Por todo ello, y aprovechando en el momento en que los cuatro habíamos dejado de follar y ella salía para el vestuario, le dije al otro chico discretamente “le gusta bocabajo con las piernas juntas”. Supongo que lo que yo quería es que mi mujer disfrutara al máximo (lo que tiene el amor…), porque le cuesta a veces llegar a correrse en otras posturas. Él asintió agradecido y así colocó a mi mujer, mientras él se puso detrás y empezó a penetrarla esta vez con más calma.

Como yo estaba solo, pude ser perfectamente consciente de lo que estaban haciendo ellos, y de nuevo me vino el morbo de darle a mi mujer un momento especial, de esos que quizás se había imaginado pero que son muy complicados de llevar a la realidad. Quería que sintiera dos pollas para ella, dos hombres follándosela al mismo tiempo, así que me acerqué y le cogí la cabeza para que me la chupara mientras el otro se la estaba metiendo detrás de ella. Pude sentir que esta vez accedió sin problemas, y aunque la postura para mí era un poco incómoda al ser tan baja la cama, me encantó hacer que mi mujer tuviera su momento de zorra sin escrúpulos.

Seguimos así hasta que la puerta se abrió y volvió la chica con su juguete (no sé qué pensaría de la escena que se encontró), con todo preparado para culminar lo que habíamos empezado antes. Mi idea era la de volverme a poner el condón de antes, pero he tenido que llegar a los 40 para descubrir que es casi imposible volver a usar un condón ya desenrollado. Lo intenté un par de veces pero fue imposible, así que esta vez nos fuimos la chica y yo a los vestuarios a por el preservativo que nos habían dado a nosotros en la entrada y que habíamos olvidado hasta ese momento.

Esta fue la única vez en toda la noche que estuvimos separados cada uno con la pareja del otro, y tengo que reconocer que también tuvo su morbo el pequeño viaje que hicimos los dos a las taquillas. No pasó nada especial, apenas un beso después de haber encontrado el condón, pero la intimidad es el punto en el que gira todo esto y no quería que las cosas fueran distintas a como estaban siendo con los cuatro.

Volvimos al tatami y los encontramos en la misma postura, supongo que ambos buscando el orgasmo de mi mujer. Nosotros nos dedicamos a lo nuestro, pero para entonces yo ya había perdido la erección (que bastante había durado ya), con lo que ella se puso encima de mí y volvió a comérmela tan maravillosamente como antes. Tanto, que hubo un momento en el que le dije “para, que vas a hacer que me corra”, a lo que ella respondió con una sonrisa pícara.

Se puso a cuatro patas mientras yo me puse el condón y empecé a follármela en esta postura, pero al poco me susurró “más fuerte”, con lo que la agarré bien de las caderas y empecé a darle con un ritmo muy distinto del que estaba acostumbrado. Ahora estábamos centrados en buscar el orgasmo de ella, con lo que pude percatarme de que mi mujer ya había terminado y que estaban mirándonos. Yo podía oír cómo él le preguntaba “¿No te da celos?”, puesto que estaba viendo cómo su marido se estaba follando con fuerza a otra mujer a cuatro patas, pero ella respondió muy tranquila “Qué va, para nada”, con una voz alegre y relajada.

Escuchar esto también me dejó más tranquilo e hizo que me concentrara en lo mío, tratando de acoplarme a los ritmo de la mujer que estaba deseando correrse conmigo. En un momento dado, ella alargó la mano y puso en funcionamiento el Satisfyer mientras yo seguía dándole con intensidad. Seguimos así hasta que noté que se tensaba y empezó a gemir con fuerza, corriéndose en un orgasmo que duró más de lo que yo esperaba. No me fue demasiado difícil acompañarla, porque yo estaba deseando correrme desde hacía rato, con lo que me bastó con unas cuantas embestidas más para hacer que todo mi semen acabara dentro de ella.

Se la saqué, hice el nudo al condón y nos recostamos los cuatro en el colchón a recobrar el aliento, cada uno ya con su pareja de siempre. El ambiente entre todos era de relajación total, con la felicidad de haber compartido unos momentos intensos y sin ningún pensamiento extraño. Los cuatro desnudos, sin nada que ocultar y sabiendo que aquella experiencia había conseguido llevarnos más allá de lo que habíamos podido imaginar en un principio.
Super morboso me encanta
 
Y ya para terminar, que no me gusta extenderme demasiado...


EPÍLOGO

Después de estar un rato los cuatro desnudos recuperando fuerzas y hablando relajados, las chicas decidieron ir a por una cerveza a la barra. Estábamos todos aún en una nube y ellas se partían de risa por ir a la barra sin bragas y con solo una toalla, daba gusto verlas tan contentas. Así que el otro chico y yo nos quedamos solos en la habitación y nos pusimos a hablar, desnudos y con total tranquilidad. Aunque parezca mentira, este fue otro de los momentos más positivos de la noche: los dos charlando con confianza, en este caso de unos conocidos suyos que también hacían intercambio y de cómo les había salido el tema, sin que hubiera entre nosotros ningún tipo de tensión, simplemente como compañeros de experiencia sin asomo de rivalidad ninguna.

Las chicas volvieron y después de unos minutos nos dimos cuenta de que eran ya más de las 4am (¡en mi vida me hubiera imaginado que era tan tarde!), con lo que recogimos las toallas y nos fuimos a la ducha. A mí me hubiera gustado tener allí también un momento de complicidad los cuatro -yo te enjabono por aquí, un cachete por allá- pero había algunos chicos solos en el baño que rompieron la sensación de intimidad. Nos pusimos la ropa en el vestuario y fuimos hacia la salida, despidiéndonos de la chica de la entrada con una sonrisa mientras nos preguntaba qué tal nos había ido la noche.

Para mí aquello había funcionado muy bien, en gran parte por la compenetración que habíamos tenido con aquella pareja parecida a nosotros, con el mismo rollo y siempre cercanos y naturales. Por ello quería más, sentía que todo lo que habíamos creado hacía unos momentos podía dar para mucho más, con lo que les propuse si querían intercambiar los teléfonos. Sé que algunos swingers no repiten nunca y que no quieren tener ningún tipo de relación con la otra pareja, pero yo al menos quería intentarlo. Pero les pareció bien la idea y decidimos que las chicas se intercambiaran los números, que son menos dadas a liarla que nosotros en situaciones así.

Recuerdo bien que al despedirnos nos dijo él “Ahora al hotel a follar como locos” y yo lo miré un poco extrañado, porque a esas horas y después de lo que había pasado, lo lógico era irse a dormir sin parar, pero el subidón de adrenalina hizo que al llegar a la habitación yo solo pudiera tener en la cabeza follarme a mi mujer como un animal. No pensando específicamente ellos, sino impulsado por el morbazo de lo que había pasado. Le di más duro de lo habitual y después de que se corriera ella, le dije que quería correrme en su boca, algo que casi nunca había hecho. Se puso bocarriba y yo sentado sobre su pecho masturbándome y sintiendo su lengua hasta que noté que me iba a correr y se la metí toda en la boca, descargando todo el semen que me quedaba y besándola justo antes de que se lo tragara todo.

Tengo que decir que esta excitación ha seguido con nosotros muchos días, yo creo que no habíamos follado así ni cuando nos conocimos. Y en cierto sentido, para nosotros ha sido un poco como hacer un ‘reseteo’ y volver a redescubrir nuestros cuerpos (porque ella está igual de cachonda que yo), quizás por el vértigo de perderlos y volver a encontrarlos. Es obvio que esta sensación se va atenuando con el tiempo, pero lo vivido está siendo una sorpresa en todos los sentidos.

Con respecto a nuestros compañeros de folleteo, hemos dejado pasar unas semanas para no ser pesados, y pasado ese tiempo les mandamos un mensaje para ver qué pensaban ellos de volver a quedar con nosotros. Para nuestra alegría, han respondido muy bien y estamos planeando algo a medio camino entre nuestras dos ciudades, en un ambiente algo más relajado y sin la presión de un club de madrugada.

Para mí la idea de repetir no se centra únicamente en el aspecto sexual, sino que me gustaría saber más de ellos, porque hasta ahora todo fue únicamente una conversación ligera y ponernos a follar. Tengo mucha curiosidad por conocer sus sensaciones, cómo empezaron en esto y saber algo más de su vida. Soy muy consciente de que esto puede suponer un riesgo añadido, porque conocer más a alguien con el que también va a haber sexo puede complicar las cosas, pero una pareja tiene que estar lo suficientemente consolidada como para que pasar unas horas más con otros no suponga un peligro. Un paseo, conversación, cena, vino, risas y el morbo inmenso de la situación merecen la pena.

Mi mujer ya me ha dicho que va a hablar con la otra chica para comprarse algún modelito que llevar a la quedada, y yo ya le he dicho que estoy encantado con la idea. A mí me gustaría también encontrar un momento cuando nos veamos para hablar con él a solas, igual que hicimos en el club, y cambiar impresiones honestas de lo que supone ver a tu mujer disfrutando con otro. Creo que ambas parejas somos compatibles en cuanto a personalidad -porque en cuanto a gustos está claro que sí- pero igual después de un par de horas ya no nos aguantamos. En ese caso también habrá merecido la pena conocernos más y saber su punto de visto de todo esto. Lo que no estoy dispuesto a hacer es acobardarme y dejar pasar la oportunidad, porque solo se vive una vez y no quiero llegar al final de mi vida pensando en lo que podría haber sido si me hubiera atrevido.
 
Y ya para terminar, que no me gusta extenderme demasiado...


EPÍLOGO

Después de estar un rato los cuatro desnudos recuperando fuerzas y hablando relajados, las chicas decidieron ir a por una cerveza a la barra. Estábamos todos aún en una nube y ellas se partían de risa por ir a la barra sin bragas y con solo una toalla, daba gusto verlas tan contentas. Así que el otro chico y yo nos quedamos solos en la habitación y nos pusimos a hablar, desnudos y con total tranquilidad. Aunque parezca mentira, este fue otro de los momentos más positivos de la noche: los dos charlando con confianza, en este caso de unos conocidos suyos que también hacían intercambio y de cómo les había salido el tema, sin que hubiera entre nosotros ningún tipo de tensión, simplemente como compañeros de experiencia sin asomo de rivalidad ninguna.

Las chicas volvieron y después de unos minutos nos dimos cuenta de que eran ya más de las 4am (¡en mi vida me hubiera imaginado que era tan tarde!), con lo que recogimos las toallas y nos fuimos a la ducha. A mí me hubiera gustado tener allí también un momento de complicidad los cuatro -yo te enjabono por aquí, un cachete por allá- pero había algunos chicos solos en el baño que rompieron la sensación de intimidad. Nos pusimos la ropa en el vestuario y fuimos hacia la salida, despidiéndonos de la chica de la entrada con una sonrisa mientras nos preguntaba qué tal nos había ido la noche.

Para mí aquello había funcionado muy bien, en gran parte por la compenetración que habíamos tenido con aquella pareja parecida a nosotros, con el mismo rollo y siempre cercanos y naturales. Por ello quería más, sentía que todo lo que habíamos creado hacía unos momentos podía dar para mucho más, con lo que les propuse si querían intercambiar los teléfonos. Sé que algunos swingers no repiten nunca y que no quieren tener ningún tipo de relación con la otra pareja, pero yo al menos quería intentarlo. Pero les pareció bien la idea y decidimos que las chicas se intercambiaran los números, que son menos dadas a liarla que nosotros en situaciones así.

Recuerdo bien que al despedirnos nos dijo él “Ahora al hotel a follar como locos” y yo lo miré un poco extrañado, porque a esas horas y después de lo que había pasado, lo lógico era irse a dormir sin parar, pero el subidón de adrenalina hizo que al llegar a la habitación yo solo pudiera tener en la cabeza follarme a mi mujer como un animal. No pensando específicamente ellos, sino impulsado por el morbazo de lo que había pasado. Le di más duro de lo habitual y después de que se corriera ella, le dije que quería correrme en su boca, algo que casi nunca había hecho. Se puso bocarriba y yo sentado sobre su pecho masturbándome y sintiendo su lengua hasta que noté que me iba a correr y se la metí toda en la boca, descargando todo el semen que me quedaba y besándola justo antes de que se lo tragara todo.

Tengo que decir que esta excitación ha seguido con nosotros muchos días, yo creo que no habíamos follado así ni cuando nos conocimos. Y en cierto sentido, para nosotros ha sido un poco como hacer un ‘reseteo’ y volver a redescubrir nuestros cuerpos (porque ella está igual de cachonda que yo), quizás por el vértigo de perderlos y volver a encontrarlos. Es obvio que esta sensación se va atenuando con el tiempo, pero lo vivido está siendo una sorpresa en todos los sentidos.

Con respecto a nuestros compañeros de folleteo, hemos dejado pasar unas semanas para no ser pesados, y pasado ese tiempo les mandamos un mensaje para ver qué pensaban ellos de volver a quedar con nosotros. Para nuestra alegría, han respondido muy bien y estamos planeando algo a medio camino entre nuestras dos ciudades, en un ambiente algo más relajado y sin la presión de un club de madrugada.

Para mí la idea de repetir no se centra únicamente en el aspecto sexual, sino que me gustaría saber más de ellos, porque hasta ahora todo fue únicamente una conversación ligera y ponernos a follar. Tengo mucha curiosidad por conocer sus sensaciones, cómo empezaron en esto y saber algo más de su vida. Soy muy consciente de que esto puede suponer un riesgo añadido, porque conocer más a alguien con el que también va a haber sexo puede complicar las cosas, pero una pareja tiene que estar lo suficientemente consolidada como para que pasar unas horas más con otros no suponga un peligro. Un paseo, conversación, cena, vino, risas y el morbo inmenso de la situación merecen la pena.

Mi mujer ya me ha dicho que va a hablar con la otra chica para comprarse algún modelito que llevar a la quedada, y yo ya le he dicho que estoy encantado con la idea. A mí me gustaría también encontrar un momento cuando nos veamos para hablar con él a solas, igual que hicimos en el club, y cambiar impresiones honestas de lo que supone ver a tu mujer disfrutando con otro. Creo que ambas parejas somos compatibles en cuanto a personalidad -porque en cuanto a gustos está claro que sí- pero igual después de un par de horas ya no nos aguantamos. En ese caso también habrá merecido la pena conocernos más y saber su punto de visto de todo esto. Lo que no estoy dispuesto a hacer es acobardarme y dejar pasar la oportunidad, porque solo se vive una vez y no quiero llegar al final de mi vida pensando en lo que podría haber sido si me hubiera atrevido.
Joder, muy bien explicado. A veces a uno le cuesta más desnudarse por dentro que por fuera, y tú lo has bordado.
Me siento muy identificado, au que nuestra experiencia fue algo distinta, el después a sido ....
 
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