Yo durante toda mi adolescencia me pajeaba con mi primo.
Empezamos siendo muy chicos, cuando dormíamos juntos en vacaciones en el pueblo. Al principio nos desnudábamos los dos y debajo de las sábanas nos tumbábamos uno encima de otro y nos rozábamos. Ese roce de piel con piel y pollita con pollita, todavía sin pelos ni nada, era super morboso.
De ahí pasamos a juntar las pollas y pajearlas juntas. Punta con punta y sube y baja de mi pellejo sobre las dos pollas, que mi primo no tenía pellejo.
Luego ya empezamos con pajas mutuas cuando nos íbamos haciendo mayores y nos fueron saliendo pelos y se nos ponía más dura. Yo le pajeaba a él y él a mí. Rozábamos las pollas, las metíamos en la raja del culo del otro y nos movíamos como su folláramos pero sin meterla.
Cada noche era un ritual, esperar a que se durmieran nuestros abuelos, desnudarnos completamente en la cama y empezar a sobarnos y pajearnos. Primero ni nos corríamos, luego ya nos corríamos como bestias. Mi primer lefazo fue encima de la polla de mi primo y él se asusto por si no se quitaba la mancha que dejó en sus calzones.
Una noche de calentón le propuse que nos la chupáramos y él aceptó. Empecé yo a lamérsela y luego él a mí. Pero a mi primo no le acabó de gustar comérmela y yo dije que si no lo hacíamos los dos no valía.
Estuvimos con esas pajas juntos más de 10 años, cada vez que dormíamos juntos. Algunas mañanas, el que se despertaba primero despertaba al otro haciéndole un buen pajote.
Luego ya dejamos de ir juntos de vacaciones al pueblo y se acabaron aquellas maravillosas pajas.
La última fue con 18 años yo y él uno menos. Y no fue en el pueblo aquella vez. Aquel año yo le daba a mi primo clases particulares de matemáticas. Los viernes, iba a comer a su casa y después teníamos dos horas de clases. Cuando mi tía se iba a recoger al colegio a mi otro primo, él se la sacaba y se pajeaba mientras yo seguía con la clase. Un día me dijo que dejara la clase y me pajeara yo también y acabamos los dos con los pantalones en los tobillos. De pie, uno al lado del otro. Empezamos cada uno con la suya, pero en un minuto él cogió mi polla y empezó a pajearme y yo automáticamente empecé a pajearlo a él. Fue un pajote con violencia, dándole a tope. Cuando estábamos a punto de corrernos el paró de repente y se fue a por papel para limpiarnos. Por aquel entonces él era muy asqueroso para las corridas y no quería tocar ni la suya ni la mia, así que envolvió las dos pollas con papel y seguimos dándole hasta que nos corrimos en el papel. Cuando acabamos de corrernos él cogió los dos papeles llenos de lefa y los tiró por la ventana. Me habría encantado comerme mi lefa, como hago siempre que me pajeo, y de paso la suya.
Ese fue el último pajote juntos, hace ya 18 años casi. Después yo me fui a estudiar fuera, él se echó novia y follaba con ella y dejamos de vernos y actualmente apenas nos vemos una vez al año y no hemos vuelto a hablar del tema.