Pajas juveniles con amigos

Bueno, pues he descubierto este foro hace un tiempo y me he animado a crearme una cuenta para contaros mis experiencias relacionadas con este tema.

Las mías tienen lugar, como las de muchos de vosotros, por esos años en los que los tíos comenzamos a descubrir nuestra sexualidad y a explorar y experimentar con nuestro cuerpo. Yo tenía la desgracia, o la fortuna, según se mire, de ser el más joven de todos los primos. Tan joven, que la diferencia de edad, en promedio, con el resto de mis primos era de entre 8 a 10 años. Con todos, excepto con uno, el cual tenía mí misma edad por apenas unos meses de diferencia. Obviamente, esto hizo que nos hiciéramos muy cercanos y que, juntos, fuéramos pasando y "transitando" por las distintas etapas de nuestra vida. Etapas que, inevitablemente, también tuvieron que ver con nuestro despertar sexual.

Así, las conversaciones sobre las "tías buenas" de la clase, las vecinas, famosillas de la tele, modelos y, obviamente, sobre pornografía comenzaron a fluir y se hicieron muy normales. Para que os hagáis una idea, ambos somos generación Z, así que crecimos haciendo uso del internet y las redes sociales desde muy jóvenes, por lo tanto, nuestro chat personal era un campo sembrado de fotos de tías, links a videos porno y demás cosas. Inevitablemente las simples conversaciones fueron subiendo de tono. Ya no bastaba con la mera mención de lo buena que estaba tal chica o de las tetas de tal presentadora.

Entonces, las visitas a casa del primo se volvieron la oportunidad perfecta para ponernos en el ordenador y visualizar los videos porno que se iban publicando y subiendo a nuestras páginas de confianza. Las primeras veces había, naturalmente, un poco de corte y hasta vergüenza pero, a medida que pasaba el tiempo la situación se hizo natural. Al principio no hacíamos nada allí mismo, sino que lo hacíamos después, por separado. Nos poníamos cachondos viendo porno y luego, cuando yo volvía a casa, cada uno se masturbaba y lo comentábamos por el chat. Algo como "menudo pajote ha caído" o "tuve que cascármela luego de que te fueras".

Como he dicho, el paso del tiempo hace su trabajo y, así, las erecciones que al principio tratábamos de ocultar o de por lo menos, pasar por alto, pasaron a ser tema habitual de conversación durante nuestras "reuniones". Expresiones como "ya estoy empalmado", el hecho de enseñar sin pudor la "tienda de campaña" que formaban nuestras pollas en su estado máximo de erección o de directamente sobarnos y toquetearnos nuestros propios miembros mientras veíamos los vídeos se fueron haciendo comunes hasta el punto de que, en un momento dado, por comodidad, llegamos a la conclusión de que no pasaba nada por sacarlas un rato. Total, éramos tíos y ambos teníamos lo mismo entre las piernas y, además, ya estábamos más que acostumbrados a ver las pollas de los actores de los videos porno que veíamos.

Así llegó el día en que, luego de unos minutos de toqueteo, nuestros slips cayeron al suelo y nuestras pollas brotaron erguidas, duras como rocas. Obviamente las comparaciones no faltaron. Llegó la "medición" de rigor y demás observaciones que, lejos del pudor, dieron paso a nuevas dinámicas. Él la tenía un poco más larga y sus huevos colgaban más, yo la tenía un poco más gruesa; yo me dejaba el vello púbico que ya brotaba desde hace un tiempo mientras que él experimentaba con la depilación, al estilo de algunos de los protagonistas de los videos porno que veíamos.

Aquel día la paja no duró mucho. La novedad de la situación, los sonidos y las vistas hicieron su trabajo y yo fui el primero en sentir aquella indescriptible sensación que precede la eyaculación. "Me voy a correr ya" fue lo único que atiné a decir antes de que dos hilos gruesos de semen salieran disparados hacia la parte baja de mi abdomen, y otros más pequeños cayeran sobre mi pubis y mi mano. Todavía me estaba recuperando de los espasmos cuando, a mi lado, él emitió un gruñido gutural y se corrió de igual manera. No era la primera vez que veía una polla eyacular, pero sí era la primera vez que lo veía en vivo y en directo, y con tal cercanía.

Luego de unos segundos de silencio y con nuestras pollas aún palpitantes mi primo soltó un simple "Joder...", a lo que yo respondí con una risa nasal. Se puso de pie y de uno de los cajones de su armario sacó dos toallas. Me lanzó una y, con toda la normalidad del mundo, comenzó a limpiarse los restos de lefa. He de admitir que me quedé mirando un par de segundos, pues la situación era tremendamente morbosa. Después me puse a lo mismo, nos vestimos y yo me fui a casa con la promesa de repetir aquello.

A partir de entonces, la dinámica se estableció más o menos así: yo iba a su casa, nos quedábamos un rato haciendo el tonto en la Xbox para que sus padres (mis tíos) no sospecharan y luego de un rato cerrábamos la puerta con pestillo y nos poníamos a lo nuestro. Ya no esperábamos a empalmarnos para sacarnos las pollas, sino que directamente después de cerrar la puerta nos quitábamos la ropa y nos quedábamos desnudos mientras buscábamos los vídeos para pajearnos, hablábamos de tías y demás hasta corrernos.

Obviamente, llegados a este punto ya no había pudor de ningún tipo. Nos mirábamos abiertamente y hasta lo buscábamos. Nos "llamábamos" el uno al otro para enseñarnos lo cachondos que estábamos. Por ejemplo, diciéndonos "mira, mira..." y acto seguido, dar un par de golpes con la polla sobre el muslo para hacerla sonar y que se viera lo dura que estaba o, en otras ocasiones, descubrir el glande para que se viera bien como se ponía de rojo e hinchado luego de llevar ya un rato cascándonosla. O apretando un poco el mismo prepucio para que saliera líquido preseminal y que chorreara un poco.

El siguiente paso lo dimos mientras veíamos un gangbang, si mal no recuerdo. Una escena de dp. El contexto similar al que ya describí antes. Habitación de mi primo, ambos desnudos, viendo porno y cascándonosla como monos. Lo que sucedió fue que, mientras veíamos y comentábamos aquella escena, surgió una duda, una curiosidad. "¿cómo se ha de sentir meter dos pollas a la vez por el mismo orificio?"

Mientras seguíamos pajeandonos, comenzamos a teorizar y a charlar en torno a ello hasta que me atreví a proponer que lo probáramos. “¿probar qué?” respondió él. “Pues eso, las dos pollas a la vez” dije yo, como si fuera lo más normal del mundo. “¿T e mola eso?” preguntó mi primo de nuevo. Yo me encogí de hombros, “Por probar”. Se quedó en silencio por un segundo y asintió, “Vale, ¿pero cómo lo hacemos?”.

Nos miramos y nos pusimos de pie, frente a frente. Inevitablemente mis ojos se fueron hasta su entrepierna, allí donde su polla erecta apuntaba directo a la mía. Yo fui el primero en acercarme, apenas un paso, luego él se atrevió a dar otro y nuestros miembros se rozaron por primera vez. Ambos soltamos una risa suave. Yo moví un poco la cadera, propiciando más el roce y aquellas placenteras y electrizantes sensaciones.

Después de algunos contoneos más, nos pusimos a lo que íbamos. Me lancé y cogí mi polla con una mano y con la otra la de mi primo para juntarlas aún más. Nuestros glandes se tocaron y ambos resoplamos. Ambos miramos hacia abajo y nos encontramos con una imagen difícil de olvidar compuesta por la piel húmeda, tensa y enrojecida de nuestras pollas una junto a la otra.

Ya preparados, cogí ambas pollas con una sola mano, aumentando la presión y el calor que se sentía en aquella zona. “Dios…” resopló él. Con un par dé apretones más empecé a bajar y subir lentamente y casi que de forma automática mi primo comenzó a mover y a empujar con la cadera, como si estuviera “follando”. Yo hice lo mismo, acompasando los empujones con los movimientos de mi mano.

No duramos mucho. La presión, el roce piel con piel, la humedad que se acumulaba en aquella zona hicieron que el orgasmo fuera prácticamente inevitable. Él se corrió primero. Su respiración se hizo más pesada y yo empecé a sentir como su polla se endurecía un poco más en mi mano. De un momento a otro, soltó un gemido gutural que vino acompañado de varios chorros de semen, que salieron disparados de su polla y cayeron sobre la mía y mi mano.

Habría pasado apenas medio segundo cuando yo, espoleado por aquella morbosa estampa, sentí la misma sensación incontenible y, aguantando la respiración, dejé salir otra generosa cantidad de semen que terminó de salpicar ambas pollas y parte de nuestro abdomen. Lentamente disminuí la presión que mantenía juntos nuestros miembros y los solté. Nos quedamos así por unos segundos, todavía con la respiración algo agitada, frente a frente observando el resultado de nuestra experimentación.

Mi primo se dejó caer de nuevo sobre la silla frente al ordenador, en el que todavía se reproducían los momentos finales de la escena que desencadenó todo. Yo le seguí instantes después. “Mola o qué?” Le pregunté. “Joder…” soltó resoplando “Ha sido brutal, tío”. Nos reímos y nos pusimos, igual que siempre, a limpiar el desastre que habíamos montado.

Y bueno, creo que con esto termino, que se me ha ido un poco de las manos con la extensión. A ver si luego os cuento más experiencias y cosas que hemos hecho mi primo y yo.​
Esperando con ganas las siguientes historias, escribes con detalle como nos gusta.
 
pues este es el hilo perfecto para contar esas historias, animo va
yo alguna vez me iba con el grupo de mi hermano mayor 3 años mayor que yo, aunque en el grupo habia de 2 años menos que mi hermano en una cuadrilla hay de variedad de edades, fueron mis primeras pajas en grupo, con 2 del grupo la cosa fue a mas conmigo y yo con ellos pero no lo voy a contar porque yo no tenia los 18 y no se permite aqui, eso seria mas o menos estas fechas pero en 1989
 
Yo también recuerdo hacerme de adolescente con un compañero de clase, en los vestuarios del gimnasio del cole.

Incluso una vez casi nos pilla el profesor jajaja
Los que han estado en colegios de curas sí que deben tener historias morbosas con sus profesores... Porque diría que esos son de los que si pillan al alumno se apuntan a la paja, en vez de echarles la broca jajajaja
 
Los que han estado en colegios de curas sí que deben tener historias morbosas con sus profesores... Porque diría que esos son de los que si pillan al alumno se apuntan a la paja, en vez de echarles la broca jajajaja
De todo habrá en la viña del Señor jajaja
 
Los que han estado en colegios de curas sí que deben tener historias morbosas con sus profesores... Porque diría que esos son de los que si pillan al alumno se apuntan a la paja, en vez de echarles la broca jajajaja
Yo he ido a uno de curas, y otro de monjas, pero con profesores no recuerdo (ni sé) de ninguna historia, la verdad.
 
Cuantalo mejor, con detalles.
Pues teníamos 15-16 años, y aprovechábamos que el vestuario del gimnasio (en el interior del cole) estaba bastante alejado de lo que es el patio principal, así que cuando hacía bueno, a la hora del recreo después de comer estaba totalmente vacía esa zona.

Cogíamos el móvil y empezábamos a ver porno. Ya cuando las teníamos duras nos empezábamos a pajear juntando las pollas bien duras. Incluso había veces que nos las mamábamos mutuamente si estábamos muy cerdos.

Un día escuchamos fuera del vestuario pasos, y preguntó en voz alta ese profesor si había alguien dentro. Entró, pero como era en uno de los baños cerrados donde "jugábamos", pues no vio nada. Estuvimos en silencio y acojonados unos minutos, ya incluso después de haberle oído marchar.

Era profesor "normal", no cura, aunque era cole religioso.

No tiene más misterio jajaja
 
Pues teníamos 15-16 años, y aprovechábamos que el vestuario del gimnasio (en el interior del cole) estaba bastante alejado de lo que es el patio principal, así que cuando hacía bueno, a la hora del recreo después de comer estaba totalmente vacía esa zona.

Cogíamos el móvil y empezábamos a ver porno. Ya cuando las teníamos duras nos empezábamos a pajear juntando las pollas bien duras. Incluso había veces que nos las mamábamos mutuamente si estábamos muy cerdos.

Un día escuchamos fuera del vestuario pasos, y preguntó en voz alta ese profesor si había alguien dentro. Entró, pero como era en uno de los baños cerrados donde "jugábamos", pues no vio nada. Estuvimos en silencio y acojonados unos minutos, ya incluso después de haberle oído marchar.

Era profesor "normal", no cura, aunque era cole religioso.

No tiene más misterio jajaja
Que suertudo, teniais internet en el telefono
 
Bueno, pues he descubierto este foro hace un tiempo y me he animado a crearme una cuenta para contaros mis experiencias relacionadas con este tema.

Las mías tienen lugar, como las de muchos de vosotros, por esos años en los que los tíos comenzamos a descubrir nuestra sexualidad y a explorar y experimentar con nuestro cuerpo. Yo tenía la desgracia, o la fortuna, según se mire, de ser el más joven de todos los primos. Tan joven, que la diferencia de edad, en promedio, con el resto de mis primos era de entre 8 a 10 años. Con todos, excepto con uno, el cual tenía mí misma edad por apenas unos meses de diferencia. Obviamente, esto hizo que nos hiciéramos muy cercanos y que, juntos, fuéramos pasando y "transitando" por las distintas etapas de nuestra vida. Etapas que, inevitablemente, también tuvieron que ver con nuestro despertar sexual.

Así, las conversaciones sobre las "tías buenas" de la clase, las vecinas, famosillas de la tele, modelos y, obviamente, sobre pornografía comenzaron a fluir y se hicieron muy normales. Para que os hagáis una idea, ambos somos generación Z, así que crecimos haciendo uso del internet y las redes sociales desde muy jóvenes, por lo tanto, nuestro chat personal era un campo sembrado de fotos de tías, links a videos porno y demás cosas. Inevitablemente las simples conversaciones fueron subiendo de tono. Ya no bastaba con la mera mención de lo buena que estaba tal chica o de las tetas de tal presentadora.

Entonces, las visitas a casa del primo se volvieron la oportunidad perfecta para ponernos en el ordenador y visualizar los videos porno que se iban publicando y subiendo a nuestras páginas de confianza. Las primeras veces había, naturalmente, un poco de corte y hasta vergüenza pero, a medida que pasaba el tiempo la situación se hizo natural. Al principio no hacíamos nada allí mismo, sino que lo hacíamos después, por separado. Nos poníamos cachondos viendo porno y luego, cuando yo volvía a casa, cada uno se masturbaba y lo comentábamos por el chat. Algo como "menudo pajote ha caído" o "tuve que cascármela luego de que te fueras".

Como he dicho, el paso del tiempo hace su trabajo y, así, las erecciones que al principio tratábamos de ocultar o de por lo menos, pasar por alto, pasaron a ser tema habitual de conversación durante nuestras "reuniones". Expresiones como "ya estoy empalmado", el hecho de enseñar sin pudor la "tienda de campaña" que formaban nuestras pollas en su estado máximo de erección o de directamente sobarnos y toquetearnos nuestros propios miembros mientras veíamos los vídeos se fueron haciendo comunes hasta el punto de que, en un momento dado, por comodidad, llegamos a la conclusión de que no pasaba nada por sacarlas un rato. Total, éramos tíos y ambos teníamos lo mismo entre las piernas y, además, ya estábamos más que acostumbrados a ver las pollas de los actores de los videos porno que veíamos.

Así llegó el día en que, luego de unos minutos de toqueteo, nuestros slips cayeron al suelo y nuestras pollas brotaron erguidas, duras como rocas. Obviamente las comparaciones no faltaron. Llegó la "medición" de rigor y demás observaciones que, lejos del pudor, dieron paso a nuevas dinámicas. Él la tenía un poco más larga y sus huevos colgaban más, yo la tenía un poco más gruesa; yo me dejaba el vello púbico que ya brotaba desde hace un tiempo mientras que él experimentaba con la depilación, al estilo de algunos de los protagonistas de los videos porno que veíamos.

Aquel día la paja no duró mucho. La novedad de la situación, los sonidos y las vistas hicieron su trabajo y yo fui el primero en sentir aquella indescriptible sensación que precede la eyaculación. "Me voy a correr ya" fue lo único que atiné a decir antes de que dos hilos gruesos de semen salieran disparados hacia la parte baja de mi abdomen, y otros más pequeños cayeran sobre mi pubis y mi mano. Todavía me estaba recuperando de los espasmos cuando, a mi lado, él emitió un gruñido gutural y se corrió de igual manera. No era la primera vez que veía una polla eyacular, pero sí era la primera vez que lo veía en vivo y en directo, y con tal cercanía.

Luego de unos segundos de silencio y con nuestras pollas aún palpitantes mi primo soltó un simple "Joder...", a lo que yo respondí con una risa nasal. Se puso de pie y de uno de los cajones de su armario sacó dos toallas. Me lanzó una y, con toda la normalidad del mundo, comenzó a limpiarse los restos de lefa. He de admitir que me quedé mirando un par de segundos, pues la situación era tremendamente morbosa. Después me puse a lo mismo, nos vestimos y yo me fui a casa con la promesa de repetir aquello.

A partir de entonces, la dinámica se estableció más o menos así: yo iba a su casa, nos quedábamos un rato haciendo el tonto en la Xbox para que sus padres (mis tíos) no sospecharan y luego de un rato cerrábamos la puerta con pestillo y nos poníamos a lo nuestro. Ya no esperábamos a empalmarnos para sacarnos las pollas, sino que directamente después de cerrar la puerta nos quitábamos la ropa y nos quedábamos desnudos mientras buscábamos los vídeos para pajearnos, hablábamos de tías y demás hasta corrernos.

Obviamente, llegados a este punto ya no había pudor de ningún tipo. Nos mirábamos abiertamente y hasta lo buscábamos. Nos "llamábamos" el uno al otro para enseñarnos lo cachondos que estábamos. Por ejemplo, diciéndonos "mira, mira..." y acto seguido, dar un par de golpes con la polla sobre el muslo para hacerla sonar y que se viera lo dura que estaba o, en otras ocasiones, descubrir el glande para que se viera bien como se ponía de rojo e hinchado luego de llevar ya un rato cascándonosla. O apretando un poco el mismo prepucio para que saliera líquido preseminal y que chorreara un poco.

El siguiente paso lo dimos mientras veíamos un gangbang, si mal no recuerdo. Una escena de dp. El contexto similar al que ya describí antes. Habitación de mi primo, ambos desnudos, viendo porno y cascándonosla como monos. Lo que sucedió fue que, mientras veíamos y comentábamos aquella escena, surgió una duda, una curiosidad. "¿cómo se ha de sentir meter dos pollas a la vez por el mismo orificio?"

Mientras seguíamos pajeandonos, comenzamos a teorizar y a charlar en torno a ello hasta que me atreví a proponer que lo probáramos. “¿probar qué?” respondió él. “Pues eso, las dos pollas a la vez” dije yo, como si fuera lo más normal del mundo. “¿T e mola eso?” preguntó mi primo de nuevo. Yo me encogí de hombros, “Por probar”. Se quedó en silencio por un segundo y asintió, “Vale, ¿pero cómo lo hacemos?”.

Nos miramos y nos pusimos de pie, frente a frente. Inevitablemente mis ojos se fueron hasta su entrepierna, allí donde su polla erecta apuntaba directo a la mía. Yo fui el primero en acercarme, apenas un paso, luego él se atrevió a dar otro y nuestros miembros se rozaron por primera vez. Ambos soltamos una risa suave. Yo moví un poco la cadera, propiciando más el roce y aquellas placenteras y electrizantes sensaciones.

Después de algunos contoneos más, nos pusimos a lo que íbamos. Me lancé y cogí mi polla con una mano y con la otra la de mi primo para juntarlas aún más. Nuestros glandes se tocaron y ambos resoplamos. Ambos miramos hacia abajo y nos encontramos con una imagen difícil de olvidar compuesta por la piel húmeda, tensa y enrojecida de nuestras pollas una junto a la otra.

Ya preparados, cogí ambas pollas con una sola mano, aumentando la presión y el calor que se sentía en aquella zona. “Dios…” resopló él. Con un par dé apretones más empecé a bajar y subir lentamente y casi que de forma automática mi primo comenzó a mover y a empujar con la cadera, como si estuviera “follando”. Yo hice lo mismo, acompasando los empujones con los movimientos de mi mano.

No duramos mucho. La presión, el roce piel con piel, la humedad que se acumulaba en aquella zona hicieron que el orgasmo fuera prácticamente inevitable. Él se corrió primero. Su respiración se hizo más pesada y yo empecé a sentir como su polla se endurecía un poco más en mi mano. De un momento a otro, soltó un gemido gutural que vino acompañado de varios chorros de semen, que salieron disparados de su polla y cayeron sobre la mía y mi mano.

Habría pasado apenas medio segundo cuando yo, espoleado por aquella morbosa estampa, sentí la misma sensación incontenible y, aguantando la respiración, dejé salir otra generosa cantidad de semen que terminó de salpicar ambas pollas y parte de nuestro abdomen. Lentamente disminuí la presión que mantenía juntos nuestros miembros y los solté. Nos quedamos así por unos segundos, todavía con la respiración algo agitada, frente a frente observando el resultado de nuestra experimentación.

Mi primo se dejó caer de nuevo sobre la silla frente al ordenador, en el que todavía se reproducían los momentos finales de la escena que desencadenó todo. Yo le seguí instantes después. “Mola o qué?” Le pregunté. “Joder…” soltó resoplando “Ha sido brutal, tío”. Nos reímos y nos pusimos, igual que siempre, a limpiar el desastre que habíamos montado.

Y bueno, creo que con esto termino, que se me ha ido un poco de las manos con la extensión. A ver si luego os cuento más experiencias y cosas que hemos hecho mi primo y yo.​
Yo tuve mis experiencias de pajas juveniles con chicos de mi edad, pero nada comparable a esto.
 
Hola!

Tenía muchas ganas de contar esta experiencia con un amigo de mi juventud. En realidad tuvimos más, pero ésta es la que recuerdo con más detalle. Os aseguro que es 100% verídica.

Mi amigo y yo, dada nuestra juventud y todavía inexperiencia siempre íbamos más calientes que la caña de un cohete y siempre que podíamos aprovechábamos para hacernos una paja viendo revistas... etc. Pero llegó un momento que ya lo de las pajas se nos quedaba corto y poco a poco empezamos a ir a más.

Cabe decir que los 2 somos heteros, pero ya sabéis que el morbo es el morbo y al fin y al cabo yo creo que todo era para liberar nuestros calientes cuerpos y empezar a experimentar.

El caso es que el hacerse pajas poco a poco evolucionó a hacerle la paja al otro y eso nos daba mucho morbo. Un día de verano estábamos en su casa y sus padres salieron. Nos miramos y decidimos empezar la fiesta. Como mi amigo tenía piscina propia nos metimos a la piscina. Nos bañamos un rato y empezamos a sobarnos las pollas por encima del bañador con la mano, a tontear, hacer como que peleábamos etc.

Total, que en un rato parecía que la polla nos iba a estallar. Decidimos quitarnos el bañador y quedarnos desnudos en la piscina. Nos fuimos a la esquina de la piscina donde era seguro que nadie nos podía ver ya que estaba bastante escondida de las miradas de cualquiera que llegara desde cualquier ángulo. Cada uno cogió la polla del otro y empezamos a moverlas suavemente. La sensación era la leche... desnudos en la piscina, solos... Total que cada vez estábamos más excitados.

En un momento dado mi amigo me dijo... ¿Y si nos la chupamos mutuamente? En ese momento note como una convulsión en mis testículos que casi me corro. Creo que ese momento fue en el que he estado más cachondo de toda mi vida. Yo dijo: "Cómo?". Él se sumergió en el agua y cogió mi pene. Puso su boca alrededor de mi glande y lo bajó. Empezó a pajearme con la boca. A pesar de hacerlo debajo del agua la sensación era indescriptible. Mi amigo me estaba haciendo mi primera mamada de toda mi vida. Estuvo unos segundos y salió a la superficie. Estaba claro que era mi turno... Yo me sumergí... al acercar mi cara a su polla, aún estando bajo el agua, olí su esencia: el olor de su pene, sus testículos... eso me puso aún más excitado y sin dudarlo cogí su pene y lo metí en mi boca. Le masturbé despacio mientras notaba su frenillo rozando con mi lengua. No sé que cara debía estar poniendo él en la superficie, pero me la puedo imaginar...

Así estuvimos alternando quizá 20 minutos... ni que decir tiene que teníamos que parar cada poco o nos hubiera salido la leche disparada. Estábamos los 2 a tope...

Al cabo del rato, este juego se nos quedó corto... Mi amigo me dijo: "Joder, intentamos metérnosla?" Yo me quedé un poco cortado, pero joder teniendo en cuenta que los 2 éramos vírgenes no había ningún peligro de que nos contagiáramos alguna enfermedad seria...

Pero claro, no teníamos ni preservativos, ni lubricante ni nada... El caso es que mi amigo se puso contra la esquina de la piscina y se dio la vuelta. Con sus manos abrió sus cachetes y yo me acerqué a él. Cogí mi polla con cuidado porque cualquier movimiento en falso yo creo que me hubiera hecho correrme en el acto. El caso es que acerqué la punta de mi polla a su ano y lo puse allí con cuidado. Sentí el calor de su ano en el glande. Sus pelos me hacían como caricias y era una sensación indescriptible. Él me dijo: "Empuja". Yo lo intenté, pero yo creo que el agua impedía que eso entrara por el rozamiento... además no teníamos ningún lubricante... Decir que mi polla es normal de 17cm, pero el glande creo que es tirando a grandecillo. Da igual que no entrara del todo, porque solo el empujar para intentar meterla ya nos ponía a mil...


Al cabo de unos minutos tocaba cambiar puestos... yo me puse contra la esquina y mi amigo (que estaba a 1000) me acercó su polla a mi ano. La noté enseguida, caliente... cuando la posó en mi ano noté su dureza... me cogió de las caderas e intentó meterla, pero nada, no entraba. De repente (yo creo que se le fue la pinza) pegó un empentón más fuerte de lo normal (no le culpo). En ese momento noté cómo la punta de su joven pene entraba en mi cuerpo. No fue mucho, pero lo suficiente como para que yo tuviera que pegar un respingo y sacar la polla corriendo.


En ese momento noté el ano ardiendo y le dije :"joder, que has hecho tío?" y él se disculpó... me toqué el ano y tenía como un poco de sangre. El muy.... me había hecho una pequeña fisura... (Decir que ese día y el siguiente, estuve manchando el calzoncillo con una especie de líquido rojizo... Yo se lo contaba y el cabronazo se reía...)


A pesar de que casi me rompe el culo, seguimos pajeándonos hasta que dijimos... joder nos tenemos que correr... no aguantábamos ya más... Él no quiso que nos corriéramos en la piscina porque lógicamente allí se bañaba toda su familia. Así que nos metimos en su casa y fuimos a su cuarto.

Cerramos la puerta con pestillo para asegurarnos de que no habría interrupciones inesperadas... Él se sentó en la cama con la polla mirando al techo. Yo estaba súper perra así que me puse de rodillas y le empecé a chupar la polla. Ahora sí que notaba todo su sabor y olor...Él estaba segregando líquido precum (sabía salado pero agradable) y empecé a meter su polla más adentro... el muy cabrón estaba en el séptimo cielo y hasta me agarraba la cabeza...

Yo le dije que no podía más, que necesitaba correrme. Me dolían los huevos como nunca. Él no quería que mancháramos nada, así que cogió un periódico y lo puso en el suelo. Buscamos alguna foto motivadora en ese periódico y de repente apareció Normal Duval en bikini. Yo dije... joder... la voy a lefar...


Me puse a 4 patas con el periódico debajo de mi polla y empecé a sacudirmela con violencia... mi amigo me dijo que esperara, que él me ayudaba: se puso detrás de mí y cogió mi polla. Al ponerse justo detrás de mí, la punta de su glande rozaba mi ano abierto (algo escocido)... empezó a mover la piel de mi polla de arriba a abajo mientras decía guarradas que nos ponían a mil...

No estuvimos más de 1 minuto cuando sentí una presión en los testículos como nunca antes. Noté como el perineo empezaba a palpitar y el ano empezaba a querer contraerse... todo esto para bombear y liberar toda la leche que llevaba acumulada después de la tarde de juegos con mi amigo. De repente noté un placer (que pocas veces he vuelto a sentir) y un cordón de semen muy espeso impactó contra el periódico... Hizo un ruido bestial, como una manguera... ¡os lo prometo!. Yo gemí como un animal.... Mi amigo empezó a flipar y a decir: "Joder que cabrón... dale, dale". Uno tras otro salieron chorros de lefa que dieron de lleno a la pobre Norma y a sus tetas dentro del bikini. Mi amigo no paraba de sacudirme la polla y mi cuerpo no paraba de producir leche. Solo cuando me sentí de verdad vacío le pedí que parara...

Mi amigo se reía admirado del espectáculo... Ahora era su turno. Cambiamos la posición y empecé a mover su polla (algo más larga que la mía). Estaba ardiendo... empecé a moverla muy rápido y de repente al cabo de 20 segundos mi amigo cerró los ojos... Mi polla (nada flácida a pesar de la corrida reciente) estaba apoyada sobre su ano, el cuál empezó a contraerse muy fuerte, lo recuerdo como si fuera ahora mismo. De su uretra empezó salir leche a borbotones... no eran cordones, sino como un aspersor... su leche era menos espesa que la mía, pero puso todo perdido: dentro y fuera del periódico... mucha leche cayó en mi mano con la cual me apoyaba en el suelo para no perder el equilibrio. Recuerdo perfectamente lo caliente que estaba esa lefa después de salir de ese cuerpo joven y lleno de hormonas...

Nos quedamos rendidos mientras aún jadeábamos para recobrar el aliento. A los 5 minutos cogimos y plegamos el periódico empapado de nuestro semen. La pobre Norma Duval estaba irreconocible después de este homenaje...

Esa fue yo creo la mejor experiencia de pajas con amigos. De hecho, nunca me he hecho ninguna paja con ningún tío más. Aún seguimos en esa época de juventud haciéndonos alguna paja más, pero con el tiempo él se echó novia, yo también y la cosa se acabó...

A pesar de ser hetero, sigo fantaseando con esta experiencia (100% real). Ójala volviera a encontrar un colega en mi ciudad (Zaragoza) para recobrar de nuevo estas aventuras tan morbosas, pero ya sabéis... el tiempo, la discreción... etc siempre nos echan para atrás...

Espero os haya gustado mi experiencia de juventud. Un saludo.
Las mujeres también solemos tener las primeras experiencias con amigas
 
Pues sigo

Como decía, después de aquella vez, se hizo costumbre lo de pajearnos el uno al otro ya no solo viendo porno, sino que aprovechábamos cualquier ocasión en la que uno de los dos estuviese solo en casa para juntarnos y hacernos pajas.

Una de esas veces, que estábamos en su casa, después de una buena sesión, nos fuimos a la ducha los dos juntos y al poco de meternos ya volvíamos a estar empalmados los dos. Entonces me puse detrás de él, arrimándole el rabo entre las nalgas y comencé a masturbarle de nuevo hasta que se corrió de nuevo. Entonces se dio la vuelta y comenzó a pajearme, pero por lo que fuera, supongo que estaría seco, aquel día no me corría. Se agachó y, sin dejar de masturbarme, empezó a darme lametones con la punta de la lengua.

Me miró, me preguntó si me gustaba, le dije que siguiera, que no parase y comenzó a hacer ya una mamada en toda regla, rodeándome el capullo con los labios y metiéndosela en la boca. Con aquello ya que sí que reaccioné, le avisé de que me quedaba poco y terminó con la mano. Aquello era estar en el cielo, recuerdo que al correrme se me doblaron las piernas de la intensidad del orgasmo.

Cuando me recuperé, Alex volvía a tenerla mirando al cielo y yo ya sabía lo que me tocaba. Me puse de rodillas y, tal y como hizo él, empecé primero con lametones superficiales hasta que, por primera vez en mi vida, me metí su polla en la boca. Curiosamente, no sentí ningún tipo de asco y me puse a ello con deseo. Siendo la tercera vez casi seguida, tardó bastante en terminar y me quedé mirando de cerca como salía el semen de su polla.

Luego comentamos que los dos llevábamos pensando dar ese paso bastante tiempo, pero ninguno se terminaba de atrever. Y fue genial que Alex lo hiciera porque, naturalmente, repetimos...
¡Uff! ¿Cómo me ha pueto leer tu relato!
 
Muy morboso todo lo explicado. Yo no tuve ninguna anécdota pero ahora si me gustaría tener un "amigo" con el que hacernos pajas, aunque la verdad lo veo imposible ya que yo busco aguien sin experiencia como yo y si hablo con alguien son tío con mucha carrerilla entre las piernas...
 

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