Rebeca Inwardly
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pUtA
Puede que hoy sea el último día que me dedico a esto… a ser una actriz, a fingir que deseo. Son demasiados hombres ya, demasiadas almas solitarias, corazones heridos…
Y pensáis que mi agotamiento es físico, o sexual, y no, no es así. En realidad vivo cada día permitiendo que me deis pequeñas dentelladas a mi propia alma, también solitaria, también destrozada por mis propias vicisitudes; soy como la asistencia en carretera pero yo misma ruedo con un coche que se cae a pedazos… si me permitís el simil, tan barato como el valor que en realidad me dais.
Bfff, definitivamente hoy será el final, hoy termino. No volveré a alquilar mi corazón, solo hoy, una sola vez más… y todo terminará.
- hola
- ¿pudiste aparcar bien?
- si, si , muy bien…
Y tus ojos me escrutan… como ya he visto antes, de mis ojos a mi boca, de mi boca a mis piernas, y vuelves a mirarme otra vez
- toma
- gracias
Y me entregas el dinero acordado previamente en una red social, que no reviso y guardo en el cajón de la mesilla, junto a la biblia que está ahí, no sé muy bien porqué, en Madrid.
- me vuelves loco
Sonrío
- date la vuelta, quiero verte bien
Y me manejas, me giras y me colocas en exposición como a un objeto, te tocas el paquete y suspiras…
El silencio se puede cortar, una vez más allí estoy, de pie, con un desconocido a mi espalda, dueño de mí durante la próxima hora, objeto de sus más oscuras fantasías.
Soy su puta.
- Me encanta tu olor…!
Me dices mientras me aprietas contra ti, siento tu polla endurecida presionando mis nalgas, tu aliento caliente en mi cuello, en mi oído, me susurras
- Que rica estás mi trava bonita…
Vas musitando palabras que no entiendo, entre un leve resoplar, apretándome con cierta rudeza, siento tu lengua en mi cuello, recorrerlo hacia mi hombro y no puedo evitar que mi piel se erice estremecida.
- No te muevas
Me ordenas y deslizas tu rostro por mi espalda, agachándote detrás de mi, siento como sujetas mis tobillos y fuerzas a que abra ligeramente las piernas, entonces hundes tu cara entre mis nalgas, olisqueas como un ser primitivo, me sujetas de las caderas y me presionas contra ti, siento tu calor, tu humedad en mi intimidad, y busco retirarme mis braguitas, por tu bien, pero apartas mis manos de un manotazo y te levantas de golpe…
- Te he dicho que no te muevas, aún no.
Y me empujas ligeramente hacia adelante, haciéndome caer hacia el pequeño sofá.
- Ponte así
Y me dejas apoyada en el respaldo del asiento, me levantas la camisa y me dejas en posición sometida, a tu deseo, como tantas veces me han puesto antes, como hicieron muchos hombres que me poseyeron antes que tú, como si quisieran analizar la mercancía por la que han pagado, como una especie de liturgia previa al sexo, un disfrute sensorial, visual, emocional… y me siento como siempre, como una presa a punto de ser devorada.
Y, a pesar de todo, me encanta.
- Eres una gatita mala.
Y me das un azote más fuerte de lo que esperaba, aunque apenas gimo susurradamente, como hago siempre, porque las putas como yo solo susurramos.
- Eso, quiero escucharte gemir
Y vuelves a azotarme aún más fuerte
- fóllame por favor
Te respondo esta vez y entonces te apartas de mí un poco y te escucho como desatas tu cinturón, sonidos metálicos de hebillas, cremallera y pantalón que caen al suelo por su propio peso, siento como tus manos se deslizan debajo de mis bragas sin ningún cuidado y tiras con energía, las bajas con fuerza haciéndome sentir toda la aspereza del encaje erosionando la piel de mis muslos.
También te deslizas tú, acompañando a mis bragas con tus rodillas en el suelo, entonces vuelves a sujetar fuerte mis caderas y me escupes. Siento tu saliva varias veces en mi más oculta intimidad, en el núcleo de mi placer, allí, cálida y húmeda, tan obsceno y tan delicioso… siento tus dedos acariciarme, más sutilmente de lo que advertía por el resto de tus gestos, presionando lentamente, rítmicamente, más saliva, más calor, más presión… y comienzo a gemir, entregada ya por completo a ti, deseando que continúes con esa pequeña coreografía dactilar, silenciosa, casi invisible, pero tan llena de estímulos, tan rica en sensaciones para mí. Y sé que esta es la mayor entrega a la que puedo aspirar por parte de un hombre, y no ausente por supuesto de interés, carente de generosidad afectiva alguna, maniobras de alguien que solo busca agrandar el camino hacia su propio placer.
- que culo tienes zorra, es mejor que el de mi mujer…
Y vuelves a resoplar, y yo, yo gimo más, deseando que me penetres, más, más aún, completamente.
- bfff… fóllame por favor
Te suplico. Y no, no es la primera vez que suplico a un hombre, creo que os he suplicado demasiadas veces.
- Cállate puta.
Y en el denso silencio solo roto por mi respiración y susurrados quejidos de placer se fusionan los sonidos de tu lengua como si también tu mismo quisieras fusionarte conmigo, te conectas a mí e introduces tu lengua, chupándome, lamiéndome, sin rubor alguno, con la entrega propia de un amante; me follas con tu lengua con tal énfasis que mis piernas comienzan a temblar.
- Me encanta sentir como te vienes abajo… qué gozada… menuda puta eres…
Me dices apartándote un instante antes de volver a introducirte de nuevo en mí y hacerme sentir que me vas a devorar.
Y en aquellos segundos de inmenso placer y mercantil entrega, abro mis ojos y por la cercana ventana que permanece abierta puedo ver que hay un señor en otra ventana como la nuestra, también abierta, en la pared de enfrente, fumando, y atentamente nos mira.
…me mira.
Y no me importa.
¿Qué puede pensar de mí?
¿Que soy una puta?
Rebeca Inwardly
Este es tuyo @zhivago
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