Reencuentro con Elena

Quizá la disyuntiva que se ha planteado Keranos, no sea bebé o gato... Y si ha sido gatita o " leona "? 🤭🤭
 
Hola, quería pediros perdón por estar tan desaparecido durante las fiestas, que no pasé para deciros unas palabras como siempre trato de hacer, pero es que entre las fiestas, las salidas y las entradas, que me puse un poco malo y... ahora que hay una nueva inquilina en casa, pues no he tenido tiempo para nada.

De hecho, por esto último ahora tengo menos tiempo aún, porque requiere mucho de mi atención y necesita mucho muchos mimos. Tenía pensado acabar de escribir el relato en verano y la cosa se me ha alargado hasta ahora, que tenía pensado acabarlo en Navidad, pero con la pequeña es que no puedo ponerme, porque no deja que me concentre. Hasta me costó ayer dejar preparado el capítulo de hoy...

Digo esto, por si algún día veis que no hay capítulo o que si llegado a cierto punto, pasan unos pocos días sin que suba nada. A ver si me puedo poner para rematar la cosa cuando esté durmiendo tranquilamente.

Y para aclarar dudas... No, no es un bebé. Es una pequeña gata adoptada, pero vamos, que casi requiere la misma atención, porque todo es muy nuevo para ella y se tiene que adaptar y demás.
Se agradecen la explicaciones ante posibles excepciones en tu siempre puntual encuentro con nosotros.
Por nosotros no debes preocuparte, somos empáticos y comprensivos contigo, aunque a veces hayamos sido duros con Javier, hasta Abby le ha hecho ver que ha cometido errores, y lo ha hecho porque le quiere.
Publica a tu ritmo, aquí estaremos, agradecidos, como no puede ser de otro modo.

¡Ah! Y felicidades por haber sido adoptado por una gatita, esa a la que llamas nueva inquilina pronto será la casera, la única dueña y señora de la casa, que tolerará con generosidad y magnanimidad tu presencia en su reino.
Si ahora ya le rindes pleitesía y le demuestras lo buen y servicial lacayo que puedes llegar a ser, espérate a que termine de tomar posesión de la casa, su reino.
 
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Capítulo 890

Tras esa conversación con Ángela, me puse a pensar en cómo decírselo a mis amigos, aunque más o menos tenía en mente cómo hacerlo, no queriendo complicarme mucho la vida por la distancia tan grande que había entre nosotros, pero quería contárselo a todos al mismo tiempo, por lo que tendría que esperar al próximo fin de semana para que todos pudieran estar disponibles al mismo tiempo.

Con Elena era otra historia. La verdad es que quería que se enterara por mí, porque me imaginaba que a lo mejor no le gustaría enterarse por otra persona, aunque al haber acabado como lo hicimos, no tenía ni idea de si le importaba siquiera, o de si estaría abierta a que hablásemos. Le di un par de vueltas al asunto, aunque se me fue muy rápido de la cabeza cuando Abby me llamó para preguntarme si quería que jugáramos un poco juntos, aunque ella estuviera en su casa.

El lunes era el día en el que Abby cumplía años realmente, por lo que fui un poco más temprano a por ella ese día para después ir a la universidad. Siempre la esperaba en la moto y le mandaba un mensaje para que saliera, o ella estaba pendiente, dándose cuenta también por el sonido. Pero en esta ocasión no se había enterado, pillándola yo preparándose.

La felicité oficialmente y le di un gran abrazo, elevando su cuerpo y agarrándose ella a mí, continuando con un beso en el que ella participó, aunque se puso roja como resultado una vez nos despegamos y la pude mirar. La encontraba muy mona, diciéndoselo yo y haciendo que se pusiera un poco más roja.

Me salía muy natural decirle esas cosas y tener un acercamiento con ella en forma de abrazos y besos, aunque a ella la notaba muy cortada aún. A mí me salía natural porque me apetecía mucho. Venía escaso de cariño y tenía muchas ganas de algo así, y con lo que me gustaba ella pues ese sentimiento se veía potenciado.

Como íbamos muy bien de tiempo, le propuse ir a desayunar a algún sitio, pareciéndole a ella bien, por lo que nos marchamos y lo hicimos tranquilamente, aunque debíamos ir a clase. Luego nos tomamos otro café en el descanso de media mañana, pero quedamos en que comeríamos juntos, diciendo ella que no hacía falta, pero yo pensaba que estaría bien al ser una ocasión especial.

Ella me dijo riendo que el sábado ya lo habíamos celebrado, pero yo no veía inconveniente en salir a comer y que se ahorrara hacerse de comer. Acabó aceptando, yendo a un sitio que estaba muy bien en general, tanto en la calidad como en el precio, sin ser nada caro. Era consciente de cómo ella cuidaba no gastar mucho, pero pensaba que estaría bien salir ese día, ya que era su cumpleaños de verdad.

Aunque la seguía notando un poco cortada, pero más que eso, estaba nerviosa, no entendiendo yo muy bien por qué. Le agarré la mano mientras comíamos y le pregunté si todo iba bien. Ella me sonrió de manera muy tierna y me dijo que de maravilla, agarrando mi mano de vuelta. Me encantaba verla así, aunque tenía un poco de duda al ver que andaba algo inquieta.

Pero pronto sabría qué le pasaba, porque cuando le propuse dar un pequeño paseo al acabar y salir del lugar en donde comimos, Abby me sugirió ir a casa, sonrojándose un poco al decírmelo. Ya sí que entendí lo que quería, por lo que nos pusimos en camino. Era evidente de lo que tenía ganas, pero tampoco esperaba que se me tirara encima cuando llegamos a mi casa.

Me agarró con firmeza para llevarme a la cama, en donde se me abrazó y nos empezamos a besar. Todo lo tímida que Abby era en público, lo era también de ardiente en la intimidad, porque expresaba muchas ganas de ir a más con sus gestos y sus miradas. No tardamos en desnudarnos para ponernos a ello, escurriéndose ella por mi cuerpo para chupármela durante un rato.

Lo hacía de muerte pese a no ser capaz de metérsela entera en la boca, aunque me costaba un poco meterme en situación por las caras que ponía y también por sus soniditos mientras me la comía. Me hacía todo mucha gracia, porque ponía caras que parecía que estaba posando, pero la encontraba muy tierna también. Al final, ella se dio cuenta y se centró más, pudiendo disfrutar yo muchísimo de lo que estaba haciendo.

Pero también quería que ella tuviera estimulación, por lo que le dije que se pusiera sobre mí para comérselo. Hincó cada una de sus rodillas a los lados de mi cabeza y se apoyó en la pared para estar más cómoda. Me percaté de que llevaba la zona más arreglada, aunque mantenía su triangulito de pelo rojizo tan bonito. Ella, al ver que me quedé mirándolo y que lo acariciaba, me dijo que se lo dejó porque yo le dije que me gustaba.

La corregí al decirle que me encantaba, riendo ella, en parte por las cosquillas que le debí hacer al besarle esa parte. Yo también me arreglé lo mío, comentando ella que le gustaba y que le parecía sexy. Me confesó, mientras se lo comía, que no era mucho de depilárselo entero, porque le parecía que así estaba más sexy. Le dije que cada vez me estaba gustando más conforme la iba condicionado, volviendo ella a reír, aunque me pidió que me concentrara en lo que estaba haciendo.

Y eso hice, pero no tardó en bajarse de mí, no entendiendo yo qué pasaba. El problema, según ella, era que estaba a nada de correrse y no quería hacerlo aún, por lo que se acomodó para volver a comérmela un poco, pero tampoco duró mucho, porque me dijo que necesitaba sentirme, estando muy roja y acelerada, lo que me indicaba que su excitación era muy elevada.

Había comprado condones y le dije que me diera un momento para ponerme uno, pero ella me pidió que lo hiciéramos un poco sin nada para poder sentirnos mejor. Dudé un poco, pero me moría por volver a metérsela así, por lo que no puse ninguna pega, empezando así en un misionero en el que ella me miraba con una expresión que me derretía, perdiéndome en esos ojos tan preciosos.

Abby empezó a jadear, pasando después a lanzar sus gemidos algo extraños, pero que a la vez me empezaban a poner mucho. Conforme más se la metía, más rápido lo quería hacer, llegando a un punto en el que le daba con fuerza, retumbando el cabecero de la cama contra la pared y abrazándose ella con fuerza a mí. Notaba cómo de húmeda estaba y no podía gustarme más, dándome más ganas de apretar.

Pero conseguí parar para no correr más riesgos y ponerme el condón, porque me notaba con ganas de acabar. Me lo puse lo más rápido que pude, volviendo a meterme dentro de ella, lanzando Abby un gemido tierno, aunque rápidamente se transformó en una serie de gemidos más intensos, volviendo a ese ritmo alto y duro hasta que no pude más y me empecé a correr, siguiéndome ella al ver cómo me ponía.

Era increíble llegar al orgasmo estando tan cerca de ella como para notar cómo latía su corazón, por no hablar de su olor. Me encantaba cómo olía y aquello no hacía más que potenciar las sensaciones. Acabamos un poco exhaustos para lo breve que había sido, pero una vez nos recuperamos, nos empezamos a besar de nuevo, volviendo las ganas.​
 
El hambre y las ganas de comer ... bueno, comer se ve que ya han comido, pero hambre y ganas aún les quedan.
 
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