Relatos de aquí y allá

parejaou

Miembro
Desde
2 Jul 2023
Mensajes
9
Reputación
21
Ubicación
Galicia
Buenas tardes.

Hace tiempo que me paso de pascuas a ramos por aquí y hace poco que me fijé en la pestaña de relatos. He leído algunos y me han gustado. Suelo escribir relatos eróticos, pero solo los comparto con mi mujer. Ella me anima a que los "publique" ya que suelen gustaría mucho. La temática casi siempre suele rondar el asunto de compartir momentos íntimos con otro hombre. Debo reconocer que siempre suelo ser yo quien introduce esta temática, ya que me excita muchísimo pensar en la idea de verla con otro, mientras yo miro o participo.
Hace unos cuantos años consumamos la fantasía e hicimos un trío, pero la verdad es que no salió como uno se piensa.
Al principio contactamos con un chaval a través del antiguo foro de pajilleros y estuvimos tonteando con el durante unas semanas, pero cuando empezamos a acelerar para cerrar una cita, el chaval se echó atrás con la excusa de los estudios, que debía centrarse en eso y no en otras cosas.
Dejamos la cosa enfriarse un poco, pero al final fue ella quien contactó con un chico casado que se apuntaba a un bombardeo con tal de tener sexo fuera del matrimonio.
Comenzamos con los tonteos hasta que por fin quedamos en un hotel.
Nosotros fuimos el día anterior y pasamos la noche. Quedamos con el pronto, sobre las 9 de la mañana, ya que puso la excusa en su casa, de tener que echar horas extras en el trabajo.
Mi mujer y yo nos despertamos como una hora antes y desayunamos con los nervios de que viniera.
En cuanto recibimos el SMS de que andaba cerca, me aproximé a la puerta y la dejé entre abierta, para facilitarle la entrada. Según volví a la cama, mi mujer y yo comenzamos a besarnos muy apasionadamente, ya estábamos desnudos, por lo que en el momento en que notamos como se abría la puerta, mi mujer se dedicó a realizarme una felación de campeonato, por lo que el primer contacto visual que tuvo aquel tipo fue vernos en plena felación. El aprovechó para empezar a desnudarse para unirse a nosotros con la mayor brevedad posible.
Una vez que lo hizo, se acercó a la cama y mi mujer no dudó en girarse y comerle la boca como si no hubiera un mañana. Mientras yo miraba con una erección que casi dolía. Ella se tumbó y mientras yo me ocupaba de sus pechos, el lo hacía de su entrepierna y mi mujer sencillamente flipaba, no por la calidad del sexo, si no por la situación.
Después fue el quien se tumbó y fue mi mujer quien se ocupó de su miembro, mientras que yo aprovechaba para introducir un par de dedos en la vagina de mi mujer jugueteando provocando que ella le hiciera una de las mejores felaciones que le habían hecho, ambos me pedían que no parara.
Yo no aguanté mucho y descargué sobre el culo en pompa de ella.
Como yo quedé en fuera de juego, de momento, me quedé junto a ellos observando, y mi mujer se le subió encima. Aquí es donde se pinchó un poco el asunto ya que por los nervios a él, no se le ponía en la disposición necesaria para culminar el asunto.
En un intento de mejorar la cosa, mi mujer optó por quitarle el preservativo, por si con un mayor contacto la cosa mejoraba... pero aquella locura (después lo hablamos y reconocimos que se nos fue un poco la olla) tampoco obtuvo el resultado deseado.
Yo sin embargo, ante la visión de mi mujer siendo penetrada por otro que no era yo, encima de él y moviéndose, comencé a tener otra ereccion, que mitigamos poniéndonos todos de rodillas, ambos rodeando a mi mujer que nos pajeaba mientras le lamiamos su cuerpo y nos apretábamos a ella. Nos dejó para dedicarse a ella misma y nos pajeamos los tres al tiempo que nuestras lenguas recorrían su cuerpo. No recuerdo quien se fue primero, pero no tardamos mucho hasta que terminamos los tres, eso sí, con el cuerpo de mi mujer cubierto de esperma.
Después de este, tuvimos otro encuentro, pero ese fue el último, ya que empecé a ver actitudes por parte de él que no demostraban su honradez, haciéndome desconfiar y abandonando la idea de seguir por ese camino.
Desde entonces no hemos vuelto a tener sexo con terceras personas, pero es una fantasía recurrente, sobre todo por mi parte. Ahora voy a publicar un relato, basado en hechos reales, pero con tintes fantasioso obviamente. Espero que os guste y si es así, trataré de subir alguno que otro más.
 
Última edición:
Aquí va el relato que os comentaba...

No sé muy bien que es lo que me despertó, el calor, algún ruido, no lo sé… revisé la hora para saber cuánto aún me quedaba para seguir durmiendo antes de que sonara el despertador. Era pronto, me quedaban horas y acomodándome para proseguir en la tarea nocturna fue cuando escuché ese leve gemido.
Al principio debo reconocer que me asustó un poco, hasta que pude identificar que provenía de ella, que seguía durmiendo, como siempre, totalmente desnuda, pero con los ojos tapados con aquel antifaz nocturno y protegida frente a inoportunos ruidos con unos tapones para los oídos.
Volvió a gemir y fue entonces cuando terminó de captar mi atención, no era un gemido de un cambio postural o de dolor alguno, aquel gemido desprendía sexualidad en cada uno de sus tonos.
Como es obvio, olvidé retomar el sueño y me centré en tratar de averiguar que podía estar ocurriendo en su cabeza. Moviéndome con todo el cuidado del mundo, con mayor lentitud de aquellos abuelos que practican Thai-Chi en las plazas de China, traté de buscar una postura que me permitiera ser observador privilegiado de aquel inesperado espectáculo. En algún momento temí que se hubiera terminado con un paupérrimo dúo de suspiros y que no estuviera más que haciendo un poco el ridículo esperando algo que no iba a volver a suceder, pero cuando las dudas eran ya las grandes invasoras de mi cerebro lo volvió a hacer, volvió a emitir otro gemido, esta vez no sé si por estar 100 % atento o por que fue así en realidad, mucho más largo en su duración y acompañado de un leve mordisco a su labio inferior que hizo que todas mis alarmas sonaran.
Efectivamente, todo parecía indicar que aquello se trataba de un sueño de esos que pueden acabar en tremenda excitación matutina o en su versión premium, acompañado de un orgasmo con nocturnidad y alevosía.
Aquellos pensamientos no hacían otra cosa que ceder la poca sangre que corría por mi cabeza hacia el único órgano que es capaz de desobedecer cualquier orden mental si se dan las circunstancias adecuadas y aquella se trataba de una de ellas. Observé su cuerpo desnudo, aunque con el paso de los años se podría decir que ya podría haber perdido toda sorpresa, me seguía excitando como nada en este mundo, sus pechos, caídos hacia los lados debido a la posición boca arriba en la cama, su estómago marcando el ritmo de respiración, pausado, aunque en cierta aceleración y su pubis… y entonces ocurrió, como un corredor de velocidad, una idea se cruzó por mi cabeza… ¿qué mejor sitio para comprobar mi teoría?
La excitación de aquella idea produjo en mí el acto reflejo de entre cerrar los ojos mientras mi lengua recorría, como turista ataviado con mapa de cada lugar a visitar, mis labios.
No quería despertarla, pero sabía que iba a ocurrir. Deslicé mi mano derecha, dibujando el contorno de su cuerpo a escasos centímetros de su piel, hasta que pude ver que había alcanzado el lugar idóneo para iniciar la maniobra de descenso. Como si todo estuviera programado, noté como sus piernas comenzaban a dejar un hueco mayor al que existía en ese momento, cuestión que dibujó una leve sonrisa maligna en mi cara.
Aprovechando aquella nueva circunstancia, recogí mis dedos para solo dejar el índice y el corazón extendidos como muchas veces había hecho en otras ocasiones. Bajé y comencé a acariciar levemente, con lentitud, rozando solo con las yemas de ambos dedos sus labios vaginales, rodeando el clítoris al tiempo que vigilaba su posible reacción. La sorpresa fue mayúscula cuando noté su grado de excitación, la humedad existente deslizaba mis dedos hacia el interior, pero era plenamente consciente de que supondría el fin de sus flirteos con Morfeo aunque, sinceramente, era algo que deseaba y quería aprovechar ese trabajo previo en mi propio beneficio.
Como entrenador curtido en mil batallas, sustituí al dedo índice por el anular y comencé a introducirlos poco a poco, con la inocente idea de que siguiera sumida en aquel sueño, cuando ambos dedos se habían introducido por completo, como accionando un resorte interno arqueó su espalda, señal que aproveché para incorporarme buscando una mayor comodidad y comencé a moverlos de arriba abajo, como rascando y produciendo que ella despertara blasfemando y asiendo mi muñeca con la única intención de evitar que los sacara, tirando hacia ella.
- “Joder, Dios, joder… mmmmm, pero por favor, tienes el don de la… mmmmm… joder… oportunidad… Dios”
- ¿Oportunidad por qué? – respondí sabedor que mi teoría acaba de ser ratificada.
- “Madre mía, si por favor… más despacio… si… oportunidad, porque estaba teniendo un sueño húmedo”
- “¿Húmedo?” aseveré socarrón. “¿Qué estabas soñando?”
- “No ahora no… sigue por favor, no pares de moverlos”
- “¿Qué estabas soñando? O me lo cuentas o saco los dedos.”
- “No, por favor, termina… no los saques, muévelos… un sueño húmedo, soñaba que estaba follando.”
- “¿Follando? Pero que lenguaje mal sonante es ese… ¿me estaba portando bien en tu sueño?”
- “Bufff… madre… siiiii, sigue…. Siiii… aaaaaa, cielos… mmmm”
- “Te he hecho una pregunta” La espeté al tiempo que paraba los dedos.
- “No, no pares… joder, por favor, muévelos” Dijo mientras con una mano trataba de deshacerse del antifaz.
- “No, sigue con el puesto… ¿así es como quieres que los mueva?” La dije sabiendo exactamente hacer los movimientos que tanto ella anhelaba.
- “Si, así…. Si… no pares”
- “¿Me estaba portando bien en tu sueño? ¿Tanto como ahora?”
- “No, no…” se entrecortaban sus palabras “No, eras tú… era el camarero del restaurante del viernes”
- “¿Co… cómo? ¿El que nos atendió?
- “No, el que traía las cosas… el moreno”
- “Serás… zorra… ¿soñabas que estabas follando con el morenito?
Ella asintió con la cabeza, mordiéndose otra vez el labio inferior y asiendo mi muñeca como si de ello dependiera su vida, al tiempo que comenzaba a abrir más sus piernas, cuestión que instintivamente hizo que acelerara mis movimientos, aprovechando mi mano libre para asir uno de sus pechos y apretar, sintiendo que mi miembro estallaba dentro de mi ropa interior. Miraba su expresión, tapada en parte con aquel antifaz y se podía saber con total y absoluta perfección que había perdido el control, que su raciocinio se limitaba a la supervivencia, que en aquel momento podría haber hecho cualquier cosa.
- “¿Ese que no paraba de mirar tu escote?” Respondió afirmativamente con rápidos movimientos de su cabeza, casi al ritmo que yo marcaba dentro de su vagina. “Justo el día que decides ir sin ropa interior, marcando pezones… ahora recuerdo que le faltaba saltar dentro”
- “Si… ese… ese… joder… me puse…mmmm, jodeeeeerr… cachonda en el restaurante… solo viéndole y sí, sabía que me miraba el escote y cada vez que pasaba cerca, me estiraba en búsqueda de algo de la mesa, para que pudiera ver todo… mmm, siiiiiii, sigue así… más rápido… ¡¡¡NO!!! Despacio joder… despacio, sí así, sigue así.”
- “¿Trataste de ponerle cachondo?”
- “Si y tengo la impresión que lo conseguí, pude observar cómo su entrepierna sufría de una suerte de espasmo, se le movía y…. cielos… no puedo creer lo que voy a decir… creo… creo que tiene… mmm, si… creo que tiene un pollón.
- “¿Y qué soñabas?”
- “Que nos habíamos encontrado en los servicios, él salía del de caballeros, yo entraba en el de señoritas… le miraba a los ojos, me devolvía la mirada… empujaba la puerta y notaba como no se cerraba, miré a los espejos y ví como me seguía dentro, sin mirar hacia atrás, me metí en uno de los servicios con puerta dándome la vuelta para ver como entraba… se quedó parado a la entrada, como dudando, pero extendió un brazo que apoyó sobre mis pechos, me empujó hacia dentro y con la otra mano cerró la puerta. Subió su mano hacia mi cuello y tiró de mí hacia él, introduciendo su lengua en mi boca mientras que con el otro brazo magreaba mis pechos sobre la blusa. Yo buscaba la cisterna para apoyarme, sin dejar de permitirle recorrer mi boca, cediéndole el control de la situación, buscando su entrepierna, a tientas, hasta que logré encontrar aquel bulto duro, a punto de explotar, que comencé a masajear sobre su pantalón. Me senté en la taza, abandonando el placer de su lengua, recorriendo con mi mirada, al tiempo que bajaba, su cuerpo… cuando estaba sentada, comencé a desabrochar su pantalón, para dejarle en paños menores, con la punta de su miembro sobresaliendo por sus calzoncillos. No podía esperar, se los bajé y como señalándome para elegirme para tal acto, su miembro se extendió hacia mi cara, mostrando todo su poder, su grosor, con ciertas venas casi palpitantes y su cabeza totalmente descubierta esperando que ahogara en ella mi saliva. Subí la mirada para cruzarla con la suya, agarré su miembro y sin despegar miradas lo introduje en mi boca, al principio solo su cabeza, el cerró sus ojos, se abandonó, me cedió el control, dejó de mirar hacia abajo para dirigir su mirada ciega hacia el techo. Mi lengua trataba de recorrer cada centímetro de su piel, pero mi boca tenía un límite, cerré mis labios a su alrededor y comencé una suave fricción de arriba hacia abajo, humedeciendo todo lo que podía con mi lengua, posó su mano sobre mi cabeza y acompañaba mis movimientos con un ritmo asíncrono entre su mano y su cadera, sabedor que no podía forzar la situación.”
- “Ostras… para, que creo que me voy a correr… para…” incrementé el ritmo con mis dedos para hacerla terminar, debido a lo cerca que estaba yo del colapso.
- “No he llegado a lo mejor…. Siiiiiiiiiiii… maadre que dedos, por Dios… sí así”
- “Cooorreeeeeteeeee joder” dije sabedor de que mi final estaba muy cerca.
- “De pronto, tiró de mi coleta para atrás, provocando que todo su miembro quedara, de nuevo expuesto, puso sus manos en mis axilas e hizo que me incorporara. De nuevo frente a frente, volvió al inicio de todo y surcó cada milímetro de mi boca de manera apasionada, mezclando nuestras lenguas. Paró, me miró fijamente y me puso de cara a la pared, entendí instantáneamente su intención y apoyé una de mis piernas encima de la taza del wáter. Con casi extrema suavidad, apoyó la cabeza de su miembro entre los labios de mi sexo…”
- “Espera… ¿Así?... ¿A pelo? Eso es peligroso…”
- “Es un puto sueño” Me interrumpió enfadada “No me va a pasar nada, joder”
- “Cierto… perdona… que corta rollos que soy a veces”
- “Comenzó a introducir su pene y comencé a sentir como me iba abriendo a su paso, gemí como nunca había gemido, su lento discurrir hasta mis entrañas provocaba un placer increíble, al poco comenzó a sacarla, también lentamente para después volver a meterla incrementando el ritmo, joder… sigue… esos dedos… muévelos…”
No pude aguantar más y rápidamente bajé mi ropa interior, apunté como pude y descargué toda mi leche sobre sus pechos y su cara. No paraba de salir y ella comenzó a pajearme, como tratando de sacar más de la que en ese momento salía, abriendo su boca para que algo callera sobre su lengua, cosa que creo que ocurrió porque cerró su boca y tragó al tiempo que emitía un sonido de aprobación, como cuando uno prueba un plato de comida delicioso.
- “¿Te gustaría que fuera su leche? ¿También te la tragarías?” La dije mientras volvía a incrementar el rito de mis dedos.
- “Ahora mismo me dejaría llenar la boca y lo que no es la boca…. aaaayyy… siiiiiiii… joooodeerrr, sigue así…” Dijo asiéndome de mi muñeca, agarrándome fuerte.
A pesar de estar “atado” por esa muñeca, me moví un poco hacia atrás para acomodarme en una postura que me permitiera utilizar mi mano como si fuera un consolador y comencé a meter y sacar los dedos casi con cierta violencia, provocando en ella un nuevo arqueo de espalda y que se tapara la boca con la almohada con la intención de silenciar el chillido de lo que se anunciaba el orgasmo intenso que ambos deseábamos, al notar su mano libre de mi muñeca, acercó sus dedos a su clítoris y comenzó a masturbarse, cuestión que me incomodó en cierta medida y como castigo a tal intromisión introduje un nuevo dedo y aceleré a sabiendas que no podría mantener dicha velocidad durante mucho tiempo, aunque poco duró ya que revolviéndose sobre la cama y cerrando las piernas en torno a mi brazo mientras escuchaba el aullido del placer, anunció que todo había terminado.
Me tumbé a su lado, boca arriba, con mi erección de capa caída, observando su respiración que indicaba la vuelta a cierta normalidad.
- “No has terminado de contarme tu sueño”
- “No había mucho más que contar, cuando me lo estaba haciendo por detrás, acelerando cada vez más, me cubrió la boca con su mano y comenzó a ser un poco más agresivo en sus movimientos, consiguiendo que estuviera a punto de correrme y… me despertaste con tus dedos en mi interior… y el resto lo acabas de vivir”
- “Y gozar… me ha puesto muchísimo, pero debo reconocer que me hubiera gustado ser conocedor del juego que os traíais en el restaurante, tal vez me hubiera unido y te hubiera tocado disimuladamente.”
- “Lo sé, por eso no te comenté nada… me daba vergüenza en cierta medida, y no quería que pasara a mayores, pero cada vez que me acuerdo de las miradas, en principio inocentes, con cierta sorpresa, pero casi al final, lascivas e incluso algo sucias… no sé, me puse muy cachonda pensando en que tal vez se desahogara esa noche pensando en mí.”
- “¿Noche? No creo que llegara a la noche y si… seguro que se aliviaría pensando en ti.” Dije mientras notaba que la relajación y la oscuridad obraban sus maquiavélicas conspiraciones para retomar el sueño abandonado esa misma noche.
 
Una grandiosa descripción en 3-D. :adorar1:

Fascinante habilidad para mantenernos inmersos en el morbo de cada detalle de esa experiencia. :cool:
 
Hola, en esta ocasión lo que voy a contar ocurrió hace unos años, por lo que tal vez algún detalle tenga más imaginación que realidad, pero en lo referente a la historia podríamos decir que es verídica.
Mi mujer tiene como profesión la estética, pero en ocasiones hay centros donde se ofrecen servicios de masajes, bien como complemento a un tratamiento o sencillamente masajes relajantes. Bueno, lo que os voy a contar sucedió hace ya unos cuantos años, yo estaba de vacaciones en casa cuidando de mi hija y mi mujer encontró un trabajo en el centro de Madrid.
En realidad, ese no sería su centro de trabajo, pero estaba cubriendo las vacaciones de las chicas que trabajaban en dicho centro.
Yo estaba con mi peque disfrutando de la piscina cuando recibí una llamada por su parte. Me decía que había llegado un chaval, mulato, a primera hora de la mañana y que le había pedido cita para por la tarde para un masaje y que le resultaba un tanto raro la actitud. Yo no le di demasiada importancia, pero la indiqué que tuviera cuidado, nada más. El resto de la conversación fue como las habituales y quedamos a la hora del cierre para que fuera a buscarla.
Como habíamos quedado, llegué a cinco minutos del cierre por lo que tuve que esperarla a que hiciera la caja y dejara todo preparado para el día siguiente. Salió del centro, como siempre y abrió la puerta y noté en ella una sensación de extrañeza que me hizo preguntarla si se encontraba bien.
“Perfectamente”, me contestó y yo la indiqué que la notaba extraña, que si sucedía algo que por favor me lo dijera… y me lo dijo… clara y llanamente, directa, sin pensárselo dos veces me espetó… “Se ha corrido”. “¿Corrido? ¿Perdona? No te entiendo, ¿Quién dices que se ha corrido? La dije, mirándola fijamente a los ojos. “El mulato, se ha corrido con el masaje”. La costó soltar la frase, se intuía que había cierto miedo a mi reacción, a como pudiera yo enfrentar aquella situación.
Sinceramente, debo reconocer que no me molestó en lo más mínimo, de hecho solté una carcajada, mientras golpeaba el volante y mientras la miraba solté un…. “No me jodas”… “¿Pero qué has hecho?”.
“Nada, te lo juro” soltó un poco más aliviada “Yo no he hecho nada, pero ya sabía yo esta mañana que este buscaba algo más que un simple masaje”.
Al tener a la peque en el asiento trasero, aunque era casi una bebé y sabíamos que no entendería nada, pospusimos la conversación a que la niña estuviera acostada para que me contara todo lo que había sucedido.
Después de cenar y una vez que finalizamos el ritual precedente a poder acostar a la peque, nos fuimos a la cama, y fue entonces cuando comencé con el interrogatorio… “Cuéntame, ¿Qué ha pasado? ¿Cómo ha sucedido?”.
 
“Nada, tal y como te dije, yo le noté algo raro cuando hizo la reserva, de hecho, hizo una pregunta extraña que encendió todas mis alarmas… ¿Eres tú quien da los masajes?, me dijo mientras guardaba sus cartera. Obviamente le comenté que en ese momento sería yo, pero que, si deseaba a otra persona, podría llamar a alguien para que lo hiciera” En realidad, esto era falso, pero mi mujer deseaba hacer notar que había más gente que podía rondar aquel local por lo que si tenía intenciones poco recomendables, esa era su argucia para hacerle desistir. “No perfecto, esta tarde volveré… gracias” No hubo más conversación. El día transcurrió como acostumbraba en pleno mes de agosto, poco movimiento y mucho aburrimiento.
Llegó el momento de la cita y se presentó puntual como buen norteamericano que era, mi mujer le hizo esperar mientras preparaba la cabina y por fin le hizo pasar, indicándole donde estaban los tangas desechables y la toalla para que, se cubriera, una vez tumbado en la camilla.
Antes de entrar, llamó y preguntó si ya estaba preparado, a lo que obtuvo como respuesta un escueto sí. Entró y el hombre yacía tumbado en la camilla, boca abajo, con la toalla tapándole la parte donde la espalda pierde su nombre. Comenzó el masaje, como os he dicho, al no ser masajista son masajes relajantes en estos casos, sin mucho más misterio. Ella tenía la mosca detrás de la oreja y no dejaba de mirarle la nuca en busca de la respuesta a aquel sentimiento. Espalda, brazos, nuca y cuello… todo normal, hasta que comenzó con las piernas. En ese momento, el abrió un poco más el ángulo que hasta el momento había tenido, aunque no es demasiado extraño, pero de nuevo las alarmas comenzaron a sonar. Cuando subía las manos, acercándose a su culo, el solía emitir unos pequeños gemidos, prácticamente imperceptibles, pero con el silencio reinante se podían intuir.
“Por favor, si no te importa, me gustaría también que dedicaras unos minutos a mis nalgas, paso mucho tiempo sentado y me vendría bien”
“¿Piensa que soy tonta?” pensó ella. “Si claro, pero solo quisiera advertirte que la entre nalga no la voy a tocar, ¿ok?”
“Si, si, por supuesto… no te preocupes”. A ver, la reticencia de mi mujer no se debía solo a una cuestión de pudor, en ocasiones las/los clientes olvidan que hay que mantener una higiene decente en todas las partes del cuerpo y en ocasiones es muy desagradable lo que se puede encontrar.
Se dedicó a la zona en cuestión con toda la profesionalidad que pudo, ya que no es de piedra y algo comenzaba a sentir, aunque obviamente no podía exteriorizarlo al tratarse de un cliente y al estar casada.
Una vez finalizada, le instó a que se diera la vuelta para proseguir el masaje por la parte delantera y fue allí cuando se comenzó a aclarar el motivo de aquella cita estética.
Me contó, como al darse la vuelta, no tuvo el menor reparo en despojarse la toalla, quedando totalmente desnudo frente a ella, con un miembro en casi total erección que le llegaba al ombligo. Mi mujer no sabía donde meterse ante tal calibre y no sabía como gestionar aquella situación. El cerró los ojos y se dispuso a espera a que terminara aquel masaje. Ella tuvo el momento de lucidez de no darle importancia, de seguir a lo suyo sin reparar más en el miembro erecto.
Prosiguió con el masaje, cuello, pecho, brazos, siempre tratando de evitar tocarlo, y a veces le resultaba un poco complicado. Él seguía con sus imperceptibles gemidos. Cuando comenzó con las piernas, obviamente, al estar en aquella posición no podía dejar de mirarlo, hipnotizada por aquellas circunstancias.
 
En un momento, el abrió los ojos y sorprendió a mi mujer mirándolo y no precisamente a los ojos recién abiertos, aprovechando entonces que las manos subían por sus muslos, cuando llegaron a su cadera, él asió una de ellas y llevándola a su miembro, la dijo… “¿Podías hacer otro tipo de masaje?” Casi en sock pero con una excitación galopante, su única reacción fue agarrar el miembro, para comprobar la dureza y sentir las venas que palpitaban… pero no fue tan osada y le indicó que para hacer ese tipo de masajes existen sitios específicos y que aquel no era el lugar adecuado para ello.
“Lo sé y lo siento, pero esos sitios son muy fríos y nada excitantes o morbosos, disculpa si te he molestado… pero te pediría un favor, sencillamente termina el masaje en mis pezones… por favor”
Soltando su miembro, ella aceptó la proposición aún a sabiendas que el fin era el mismo que había buscado al solicitarle la masturbación, pero sintió pena por el y le daba reparo dejarlo en ese estado de excitación. Comenzó a masajear en círculos los pezones, al tiempo que se fijaba ahora en su boca y se sorprendió con el ardiente deseo de besarla, mordiéndose los labios para evitar aquella tentación, pensando en mi y en que podría arriesgar mucho por un momento, apartó la mirada y fue entonces cuando reparó en que en el prepucio se comenzaban a notar ciertas gotas preseminales que anuncian lo que en breve está por llegar.
Ella notó que en su entrepierna, la humedad comenzaba a extenderse al tiempo que deseaba sacar su lengua y lamer aquellas gotas, para después introducir el pene en su boca… pero no lo hizo, se esmeró en hacer aquellos círculos acelerando para dar fin a aquel masaje, cuestión que no tardó demasiado en suceder, descargando sobre su propio pecho una cantidad de semen inimaginable, al tiempo que, ahora sí, suspiraba y gemía agarrándose a la camilla hasta que la naturaleza puso fin al acto de evacuación inducido.
Ella hizo acopio de papel y se lo dejó sobre el pecho, abandonado la cabina para que se limpiara y se vistiera, indicándole que le esperaba fuera. Salió, pagó, dejó una generosa propina y abandonando el local.
 
Todo este relato lo escuché abrazado a ella, haciendo lo que vulgarmente se dice la “cucharita”, y dejando que mi erección se hiciera patente, aunque por la descripción realizada, dejaba bastante a desear en el momento de las comparaciones.
No dudé en comentarla, “No sé como lo hacéis las mujeres, yo creo que, si un hombre se encuentra ante tal situación, no hubiera podido contenerse… ¿De verdad no hubiera deseado hacer aquella paja?”
“Debo serte sincera, me contuve por ti, por no serte infiel, deseaba con todo mi cuerpo no hacer la paja, hacerle una felación que lo hubiera flipado, deseaba probar aquellas gotas, limpiarlas, pasar mi lengua por todo su prepucio, recorrer aquel pene e introducírmelo en mi boca. En el momento en que él puso mis manos sobre su miembro, las apreté, quise sentirlo, quise notarlo… pero no, no hice nada por que hubiera supuesto una infidelidad”.
“Cierto, es verdad… entonces, ¿si no hubiera tenido pareja, lo hubiera hecho?”
“Si”, no contestó más… pero para mí fue la apertura a mi imaginación y creé la imagen de aquel miembro descrito en su boca y también deseé que lo hubiera hecho. “¿Y si te dijera que no me hubiera importado que lo hubieras hecho? ¿Qué una masturbación o una felación, no me importaría que lo hicieras? Penetración, ya no… ese caso, rebasa mis amplios límites”.
“¿De verdad? ¿No te hubiera importado que se la comiera? Pues de haberlo sabido… lo hubiera hecho”.
“Tal vez vuelva a por otro masaje”, solté bromeando en cierta medida.
“No, ese no vuelve más. Me comentó que estaba de viaje de negocios en España y que, al día siguiente, volaba a Texas”
“Pues estoy seguro de que se masturbará pensando en ti alguna vez que otra”
“Ojalá… me encantaría saberlo, la verdad” Y en ese momento se giró para besarme al tiempo que me bajaba el calzoncillo y comenzaba a pajearme, como le hubiera gusta hacer al mulato… Mi nivel de excitación era tal que pronto descargué sobre su estómago… “Esta si que puedo limpiarla ahora mismo”, me comentó, al tiempo que me giraba para ponerme boca arriba y comenzar a limpiar mi miembro, mientras se masturbaba llegando al orgasmo en tiempo récord pero dejándome bien limpio.
Muchas veces hemos rememorado aquel momento y es de gran excitación para ambos, fantaseamos con hacer un trío con aquel norteamericano y todo lo que nos gustaría que hiciera a ella, por supuesto, y todo lo que a mí me gustaría ver.
Espero que os halla gustado y que si es así nos lo hagáis saber.
 

📢 Webcam con más espectadores ahora 🔥

Atrás
Top Abajo