He tenido la suerte de vivir situaciones muy morbosas en el metro de Madrid. En una ocasión, decidí hacerle fotos y vídeos a mi chica en plan voyeur, y para hacerlo lo más realista posible, acordamos entrar al metro por separado, como dos desconocidos. Nos sentamos en sitios estratégicos, uno frente al otro, sin intercambiar palabra.
Primero fuimos a una línea de metro llena de gente, lo que hizo que todo resultara aún más emocionante. La falda que llevaba, que a pesar de juntar las piernas dejaba ver su coñito, junto con sus pezones empitonados, hacía que los hombres no pudieran evitar mirarla descaradamente, pensando que estaba sola. Uno de ellos se sentó a mi lado y no dejó de mirarla lascivamente. Debió de gustarle lo que vio, porque no pudo ocultar su erección.
Después nos trasladamos a una línea de metro más tranquila, donde pudo exhibirse con más soltura, como se puede ver en las fotos.






