Situaciones Morbosas **

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Entramos en una lujosa "cafetería / bar" cerca del barrio rojo de Amsterdam, con una amable pareja muy elegante en el acceso.
Al facilitarnos la entrada por un largo pasillo con varias puertas nos pregunta la espectacular rubia que nos acompañó al interior, que por el acento de su inglés y sus facciones debía de ser rusa o de ese entorno... - ¿Venís a tomar algo o a jugar?. - A lo que contestamos que no conocíamos el local y que era temprano para ir a l hotel y pretendíamos tomar una copa después de haber cenado y curiosear por los locales de la zona. Al entrar al salón nos percatamos que el elegante ambiente de mesas colocadas en torno a un salón central algo extraño ya se encontraba casi completo en su aforo.
Nos dieron unos adhesivos rosas para colocarnos en la solapa tras escribir nuestro nombre, y dos adhesivos color amarillo fosforito, por si decidíamos cambiar de idea y unirnos al juego, que deberían de colocarse debajo o encima del rosa.

Cuando las cuatro mujeres que entraron una vez que ya nos habíamos acomodado, fueron ubicadas en la última mesa vacía de la sala, se cerró la puerta, a mi se me antojó que con llave, y por una puerta accesoria por la que llegaban nuestras bebidas junto con algunas delicias con las que distraer los tragos hizo su entrada un trajeado "maestro de ceremonias" que se presentó en un perfecto inglés británico y tras unas breves explicaciones, procedió a iniciar el "juego" acercándose a la mesa que se encontraba en el lado opuesto de la sala, ocupada por tres parejas de origen asiático, que bebían y charlaban entre ellos con unas risitas casi infantiles, e hizo levantarse y seguirle a una preciosa morena de ojos rasgados, de un modo que me dejó ojiplático. El director de la sala, colocado de lado frente a la chica asiática, introdujo sin miramientos su mano derecha por el generoso escote de la mujer, asiendo uno de sus pechos de forma firme pero delicada a la vez que la atraía hacia sí, obligándola a acompañarle al centro de la sala, donde la despojó del vestido y sujetador, para acomodarla y encadenarla sobre la gran mesa del centro, todo ello mientras le propinaba un profundo beso con lengua y los tocamientos precisos para excitar visiblemente a su "escogida".

El juego continuó, a la vez que invitaba al resto de los presentes con pegatina amarilla a acercarse a mirar de cerca o participar más activamente.

A decir verdad no me sorprendió en exceso el saber en el tipo de local en el que habíamos entrado, lo que realmente sí me sorprendió fue que al ver todo aquel espectáculo, tras una media hora de evolución, mientras degustábamos nuestras copas, mi esposa se acercara a mi oído para preguntarme ¿Nos ponemos ya las etiquetas amarillas? :devilish:

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