Este rollo yo diría que tiene un doble filo y es que siendo sinceros está el olor a sobaco, ese que nos huele a tío macho sudao capaz de levantarle el nabo a cualquiera y luego está ese otro olor a sobaco rancio capaz de hacernos vomitar de lo desagradable que puede llegar a ser.
Es curioso como una línea muy delgada los separa y lo fácil que resulta pasar de uno al otro sin apenas darnos cuenta.
Sobacos, eso que nos puede hacernos correr del gusto y a la vez, que echemos a correr pero para huir del pestazo.