Solo faltó la música

Alianbcn

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10 Ene 2024
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Buenas noches,
Los tríos en nuestra relación comenzaron de novios.
La condición de bisexual de mi mujer propició que mi mente calenturienta cumpliera la fantasía de muchos chicos jóvenes. Estar con dos mujeres.
Pasados los años los contactos eran cada vez más espaciados en el tiempo pero una tarde y después de mucho quedamos con nuestra buena amiga Laura.
Laura es separada, bisexual, en los 50 y muy cachonda.
Sabíamos de antemano que el quedar en su casa era ir a disfrutar del sexo.
A los diez minutos y después del primer sorbo de cava ya estaban las mujeres liadas.
Tu quieto ahí, mandó Laura.
El sofá era mi trinchera.
Después de repasarse de arriba a abajo, Laura que no se corta un pelo, y conociendo de anteriores encuentros el rollo sumiso que le va a Anna, volvió a mandar.
Oye, me apetece guarrear con él.
Quieres ver cómo jugamos?

Adelante dijo Anna.

Pues ves al frigo y tráeme un calippo que éste (yo) y esto, señalándose y pasando un dedo por el coño, están que arden.

Helado descorchado y Anna en una silla como espectadora.
Los morreos de Laura no cesaron hasta que nos quedamos en pelotas.
Cuesta creer el desvestirte mientras estás literalmente enganchado a otro cuerpo.
Anna se acariciaba. Con pausa. Apretaba sus tetas.
También rasgaba la parte interior de sus muslos y apretaba su culo contra la silla dando pequeños espasmos.

Sonó un timbre? ... un silencio, un jadeo ya no relacionado con el placer.
Sí. Sonó un timbre.
Y el timbre volvió a sonar. Los tres nos mirábamos y nadie hacía ningún ademán por levantarse.
- Venga Laura. Estamos en tu casa. Sé una buena anfitriona y contesta. -comenté.
Mientras Laura se dirigió al interfono comencé a vestirme. La espectadora arreglaba su vestido y se concentraba para cambiar su cara de vicio por otra más normal.

- Darle conversación mientras me visto - dijo Laura mientras recogía su ropa.

Se fue a toda prisa a su habitación
Sonó el timbre y fuí a abrir. Era Ernesto, el amigo fotógrafo que había conseguido que desapareciera mi tremenda erección.
Sr. Bromuro estuve a punto de llamarle cuando tendí mi mano para presentarme... Le presenté a Anna. Dos besos de rigor, un "que tal estás - encantado de conocerte" y la evidentemente pregunta:

Dónde está Laura?

Se está dándo una ducha - repondió Ana.

Pero si me contestado ella al interfono! Que prisa por ducharse para ver a un colega de hace 20 años - dijo entre risas y cara de sorpresa-.

Anna y yo estábamos totalmente descolocados. Hacía menos de 10 minutos que estábamos en plena acción y ahora teníamos que iniciar una conversación con un desconocido al que no sabíamos qué decir.
Estaba bloquedo. Mi gran verborrea totalmente paralizada y para darle más surralismo al asunto no podía dejar de mirar un triste calippo abandonado en medio del sofá. Además no dejaba de oler a sexo de Laura. Mis dedos y mi barbilla estaban impregnados y pegajosos y, al mínimo movimiento desprendían ese magnífico olor que todos los buenos lamedores conocemos...
Como era de esperar y antes de tomar asiento surgió la pregunta:

Y este calippo?

Es de Laura - contesté rápidamente.

El tío debería pensar que nos habíamos fumado algo potente.
Por suerte Laura no tardó. De hecho volvió enseguida, pero al menos a mí me pareció una eternidad.
Se abrazaron, dieron dos besos y Laura se fue a buscar una copa de cava.
Percibí que tenían una estrecha amistad. La sensación y el buen rollo que destilaban nos tranquilizó.
Anna me miró y resopló. Un gesto de "vaya, se acabó esa densa tensión".
Laura le habló de nosotros, de cómo nos conocimos y de las cenas y las salidas que esporádicamente compartíamos. Bla, bla, bla y yo viendo como un día de esos que llevas soñando hace mucho tiempo, se te va al garete en el mejor de los momentos.
Seguimos charlando de cosas banales, seguí olfateando mis dedos... Seguía cachondo perdido pero no tenía nada claro si ellas todavía lo estaban. Rezaba para que no hubiesen pasado a disfrutar de sus lenguas de una forma muy diferente a la que yo deseaba.
Laura volvió a la cocina a buscar más bebida.
Carlos, te necesito! Gritó.
Fui para allá. Cuando llegué y sin mediar palabra me dió un morreo de infarto. Cuando nos separamos o logré separala me dijo:

Debemos seguir. Ernesto es un tipo muy abierto y comprensivo. Hace unos años de vez en cuando follábamos y luego tan amigos. De verdad, creo que estaría encantado si ŀo sentamos al igual que a Anna y le dejamos disfrutar del espectáculo. Además, como ya os he comentado es fotógrafo profesional y ŀo podemos enfocar, nunca mejor dicho, como que queremos tener un book nuestro y que él es el más indicado por la confianza que le tengo.

Estás loca. Pero no quiero quedarme con las ganas. Tú ŀo hablas con él y adelante. Mientrastanto yo se ŀo explico a Anna. Puede que piense que estamos chalados pero con lo caliente que la he visto espero que nos siga.
Dicho y hecho. De vuelta al salón Laura explicaba a Ernesto nuestras intenciones mientras yo se ŀo contaba a Anna. Me fijé como él asentía y la verdad tampoco aprecié ninguna cara de asombro.
Carlos, coloca otra silla delante del sofá mientras busco mi vieja cámara -dijo Laura.
Con las dos sillas a un par de metros del sofá invité a Anna y a Ernesto a tomar asiento.
Laura entregó la cámara a Ernesto y se recostó en el sofá mientras movía lentamente el dedo índice (ven para aquí).
Ernesto comentó que deberíamos bajar algo la luz ya que quería utilizar el flash para dar más fuerza y naturalidad a las fotografías.
Apagamos la luz principal y dejamos una lámpara encendida.
Comencé a desnudar a Laura y deposité su blusa sobre la lámpara para dejar una luz algo más tenue.
Con Laura estirada y totalmente desnuda le dije: Dónde nos habíamos quedado?

Quiero que me folles. Sin preámbulos. Verás como vuelve a entrar de un solo golpe. Estoy mojadísima y la paja exprés que me hecho en el baño aun me ha puesto más malita.

Con tu mujer mirándote y después de lo que ya habíamos iniciado no tenía ninguna duda de que estaría en mi salsa, pero con un desconocido delante era algo sin precedentes. Gracias a las palabras de Laura aquello era imposible que bajara. Cogí a Laura de los tobillos, levanté sus piernas todo ŀo que pude y encaré mi polla en aquél empapado coño. Como era de esperar entró de un solo golpe. Laura gruñía mientras podía escuchar los "cliks" de la cámara y apreciar los destellos del flash. Yo seguía bombeando a Laura mientras ella clavaba las uñas en mi culo.

Más, más, quiero polla, toda, fóllame hijo de puta.

Jadeaba mientras me apretaba contra ella como si quisiese fusionarse conmigo.
No podía más. Me iba a correr. Era ya mucho el tiempo de excitación y estaba a punto de explotar. Me retiré de ella y como sentí que quería más cambié mi polla por un par de dedos. Mientras alojé mi brillante polla en su boca. Lamía con pasión. Me apretaba los testículos mientras su lengua no dejaba ni un segundo de moverse.
Perdí la noción del tiempo y olvidé que teníamos a dos espectadores a escasos metros. Giré el cuello y me percaté de que Anna tenía ambas piernas sobre la silla y que su mano derecha frotaba su coño por debajo del tanga. A su vez y algo menos prudente, ví como Ernesto tenía los pantalones desabrochados, la polla totalmente fuera y se estaba masturbando con total naturalidad.
Laura ahora se entretenía pasando la lengua por mi glande, por mi ombligo mientras su mano me la estrangulaba. Miré fíjamente a Anna y con un guiño y un leve movimiento de cabeza le mostré mis intenciones. Me entendió a la perfección y movió negativamente la cabeza.
Entendí que no se la quería chupar.
No insistí.
Me separé de Laura e hice que se levantase. Ahora yo quería estar sentado y deseaba que me montase ella a mí. Se sentó sobre mi polla y comenzó a mover su culo y cintura con un movimiento lento y circular. Lamía sus grandes pezones mientras pasaba un dedo por su ano. Eso la puso a mil y cambió a un ritmo más intenso. Cabalgaba con sus manos presionando mi pecho. Estaba inmóvil y bobpdía incorporarme para morder sus pezones.
Oí gemir detrás de Laura. Hacía tiempo que no se oían "cliks" ni se veían flashes. Como pude y por el lateral de du cadera pude ver como la mano derecha de Anna seguía bajo su tanga pero ya sin ningún miramiento. Tenía el vestido por la cintura y se estaba masturbando sin ningún pudor. Giré la vista a su izquierda y Ernesto ya no se estaba masturbando. La paja se la estaba haciendo ella. Dos dedos de su mano derecha introducidos en su coño y con la izquierda realizando una estupenda paja al Sr. Bromuro. Eso me puso a cien. Nunca había visto a mi mujer en esa situación, y he de reconocer que no a cien, ya estaba a mil.... Laura seguía cabalgando mientras yo no apartaba la mirada de mi mujer. Ernesto pasaba su mano derecha por sus piernas y apretaba sus pequeñas tetas. Anna no dejaba de mirarme. No mirábamos fijamente mientras nuestros cuerpos disfrutaban con otra persona. Los ojos de Anna estaban encendidos. Estaba seguro que como mínimo ya se había corrido un par de veces. Me guiñó el ojo y acercó su boca a la boca de Ernesto. Se morreaban mientras, ahora sí, él la masturbaba y ella seguía agarrada a su falo.
Laura, ŀo que te estás perdiendo -dije a una mujer que estaba ausente de todo ŀo que la rodeaba-.
Giró su cabeza, se volvió a hacía mí y después de un largo morreo me dijo, vamos?
Nos levantamos y me dirigí directamente a mi mujer. La besé con pasión mientras desabrochaba los botoncitos traseros de su vestido y la desnudaba totalmente. Me arrodillé y tal como estaba sentada comencé a pasar mi lengua por su coño. Laura estaba a mi lado practicando una buena mamada a su gran amigo.
Mi mujer me agarraba del pelo y apretaba mi cabeza contra su sexo. Laura mientras seguía arrodillada cogió mi polla y realmente la magreaba. No era una paja convencional, era un auténtico magreo mientras seguía lamiendo la polla del compañero.
Cuando dejó la polla bien lubricada se incorporó y se puso detrás de él.

Ni te muevas, le dijo.

Pasaba sus tetazas por su nuca mientras desabrochaba su camisa. En ese instante, y no sé porqué, cogí por el culo a Anna y gracias a sus 50 Kg no me costó nada mantenerla suspendida en el aire. Me miró fijamente ya que no sabía cuáles eran mis intenciones. Esta vez, su cara era de incógnita y todavía no había leído mi pensamiento. Caminé un paso lateral y de cara a Ernesto (ella de espaldas) dije:
Ahora te vas a sentar aquí. Anna ŀo entendió, me miró. No contestó. Bromuro, que ya de bromuro nada de nada, más bien tela con su mango, se movió hasta quedar sentado en el borde de la silla y cogió su polla para ensartarla en el coño de Anna. La tenía que posar. Tenía que "caer" justo allí. Fuí bajando los brazos hasta que toda la polla se clavó dentro de ella. Seguía abrazada a mí pero como mi postura era algo incomoda la abandoné poco a poco. Laura no perdió ocasión y se arrodilló de nuevo entre ellos y yo. Su lengua pasaba de mi polla a un clítoris.
Mi mujer se mordía el labio inferior y jadeaba como una loca. Yo mordía sus tetas y la morreaba.
De un golpe, Ernesto se retiró y descargó sobre la cara de Laura. Con la cara llena de semen siguió con la mía. La más modosita hizo ŀo propio y entre las dos provocaron una histórica corrida.
Nos duchamos, cenamos y bla, bla.... Pero aún con la ducha y el bla, bla, bla, yo seguía oliendo mis dedos, pensando ŀo bien que ŀo habíamos pasado y cuándo volveríamos a repetir.
 
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