mikel76
Miembro
- Desde
- 10 Jul 2024
- Mensajes
- 10
- Reputación
- 75
Hola amigos. Soy nuevo por estos lares y me ha dado por escribir un relato erótico. El primero que escribo. Me ha quedado muy largo así que lo iré publicando "por fascículos" en función del éxito que vaya teniendo. Ya os digo que va de menos a mas. Espero que os guste, os ponga verracos y me pidais más 
Y sin más, aquí comienza "Strip Trivial"





Todo tuvo lugar un anodino viernes de invierno. Por aquel entonces, a nuestros 20 años, nuestra economía no era muy boyante. Podíamos permitirnos salir de fiesta dos o tres veces al mes, pero la mayoría de las noches de finde, la rutina solía consistir en un botellón, una o dos copillas en el pub donde paraba la pandilla y terminaba con la novia en el asiento trasero del coche.
Ese día, mi chica me había llamado por la mañana. Su mejor amiga le había propuesto hacer un botellón en su piso. Su familia se acaba de mudar a una casa más grande por la zona y el piso viejo estaba vacío. En lugar de estar pasando frío en algún rincón de la calle, podríamos estar calentitos mientras echábamos una partidilla a algún juego de mesa.
A falta de un plan mejor, me parecía una buena idea. Quedamos en que nosotros nos encargaríamos de la bebida y la amiga de mi novia y su chorbo traerían el juego que quisieran. A mi me daba un poco igual el juego, mientras hubiera priva y la noche acabara con mi cabeza entre las piernas de mi chica. Y así continuó el día, hasta que a media tarde, me volvió a llamar. Por lo visto, sus padres estaban a punto de irse a cenar con unos amigos y ella estaría sola en casa, así que, si quería podía pasarme por su casa antes de ir con la pareja de amigos. Evidentemente, yo sabía lo que quería decir con eso. Tenía claro que esa noche no iba a tocar un polvo, si no dos. Lo que ni se me pasaba por la cabeza era que la noche iba a ser mucho mejor.
Nada más colgar, salí corriendo al baño a ducharme y a machacarme la sardina. Si quería un poco de sexo antes de la quedada, tendría que darme prisa porque, además, tenía que pasar por el súper para comprar la bebida. Pero solo pensar lo que me esperaba en casa de mi pareja, me ponía palote perdido. Salí de casa, cogí el coche y paré a comprar Coca Cola, vino y ron.
Media hora después, estaba como un caniche moviendo el rabo mientras llamaba al timbre de su casa. Casi de inmediato, ella abrió la puerta. Estaba recién salida de la ducha. Tenía mojado su precioso pelo rizado y se cubría tan solo con una toalla alrededor de su pecho. Esa visión me dejó más loco de lo que iba. Tenía un cuerpo precioso. No era muy alta, unos 170 de altura pero tenía un culo suave, redondito y respingón que era una maravilla. Un pelo algo rubio rizado que realzaba sus bonitos ojos azules y una tetas que bueno, para mi son las mejores y más bonitas tetas que me he podido comer en mi vida... Era una preciosidad de niña que me hacía preguntarme muchas veces cómo me podía estar follando a ese bombón que, además, follaba como los ángeles.
Total, que pasé a la casa y cerré la puerta trás de mi. Se tiró a darme un beso y mientras nos metíamos la lengua hasta la capanilla, aproveché para soltar un poco la toalla que la cubría y dejé que la gravedad hiciera el resto del trabajo. Mientras recorría su cuello con mi boca, ella se puso a desabotonarme el pantalón. Ni dos minutos hacía que había llamado al timbre y ya chupaba con desesperación aquellos dos pezones rosaditos y duros que tan loco me ponían. Aquellas tetas duras, prietas, firmes y grandes eran mi debilidad. Ella siempre comentaba que tenía mucho complejo porque eran demasiado grandes pero a mi no me lo parecía. Para mi, simplemente eran perfectas.
Ella se separó un poco de mi y se puso de rodillas. Mientras yo seguía apoyado en la puerta de entrada, ella me bajó un poco los pantalones y pasó la lengua por mi cipote, ya duro como una piedra. Yo miraba hacia abajo embobado cuando la oí decir "ya era hora, qué ganas tenía". Dicho esto, empezó a hacerme una de sus alucinantes mamadas; despacio y dulcemente, metía y sacaba a mi pequeña de su boca mientras se le escapaba algún gemidito que otro. En esto que sólo alcancé a decir:
- Hemos quedado dentro de media hora con tu amiga....
- Nos da tiempo a uno rapidito, vamos a mi cuarto. -respondió ella-
Se levantó, me agarró de la polla y así me condujo a su habitación. Quiso continuar con la felación pero yo no la dejé. Me había masturbado hacía poco y ya estaba a punto de correrme otra vez. En lugar de eso, la tumbé en la cama. Siempre me han puesto muy cachondo las chicas recién salidas de la ducha, frescas y húmedas, me ponen a mil. Así que empecé a comerle el cuello otra vez, pero ahora, no me detendría en las tetas, quería comérmela entera, hasta los dedos de los pies. Y mientras mi boca jugaba con uno de sus pezones, mis dedos comenzaron a acariciar aquel jugoso chumino que ya estaba chorreando. Si me volvían loco su pecho, su coñito no lo hacía menos. Apenas tenía un matojillo de pelos muy bien recortados en su pubis. Los labios mayores rosas, gorditos y jugosos, sin apenas vello, escondían a los menores que acababan en un bonito clítoris que se ponía como una piedra cuando le pasabas dos veces la lengua.
Y eso es lo que hice, metí mi cabeza entre sus piernas y me puse a comer esa rica almeja. Al poco rato, me agarró de la cabeza y me dijo:
- No puedo más, tenemos prisa y estoy muy cachonda, métemela, por favor.
- Claro que sí, mi amor.
La verdad es que no fue un gran polvo, solo uno rapidito para desahogarnos. Y bien desahogados que parecía que nos habíamos quedado. Con las mismas, nos vestimos y salimos hacia el piso de la amiga. Al final, llegamos a la hora prevista.
El piso, efectivamente, estaba vacío. Con la excepción de un viejo sofá, una alfombra un poco roída y un par de lámparitas en el salón. Por suerte, la casa tenía calefacción central con lo que estaríamos calentios. Juntamos la alfombra al sofá. Las chicas se sentaron en él, yo me tiré en el suelo y me puse a preparar los kalimotxos. En ese momento apareció el novio de la amiga con un Trivial bajo el brazo.
- Hemos traído un Trivial, ¿qué os parece? - Preguntó.
A mi me parece un juego aburrido donde los haya pero bueno, el caso era pasar un buen rato y tomarnos unos tragos. La otra pareja era muy simpática, nos llevábamos muy bien y nos divertíamos mucho juntos. El trivial era lo de menos, pensé. Y así empezó la noche, entre trago y trago, pregunta y pregunta. La cosa estaba entretenida. Jugábamos por equipos, chicos VS chicas, y por supuesto, nos estaban metiendo una paliza épica. Nosotros estábamos más al bebercio y a las gracias que al juego.
La amiga de mi chica estaba sentada frente a mí. Llevaba puesto una faldita negra y no se molestaba en cerrar un poco las piernas. Por eso tenía visión directa de su tanga blanco desde mi posición. Nervioso, intentaba evitar que la otra pareja notase que se me iban los ojos hacia ese bulto que escondía y marcaba el tanga. La que sí se dió cuenta fue mi chica ya que en una de esas, nuestras miradas se cruzaron y, con una sonrisa picaruela, me hizo un discreto gesto de "ya te vale". La amiga no estaba tan buena como mi novia. Pero no estaba nada mal. Si bien apenas tenía tetas, de cara era monilla, tenía un bonito cuerpo estilizado, un culo cojonudo y, como le decía medio en broma medio en serio a mi piba para picarla, desprendía follabilidad.
Ya habíamos pasado del kalimotxo a los cubalibres de ron y, después de que perdiéramos la tercera partida, protesté de nuevo. El juego era un coñazo. Propuse un mus, un poker o algo así, pero no teníamos cartas. Entre risas nos lamentamos de no poder echar un Strip-poker. Pero en ese momento, alguien soltó: - pues podemos echar un Strip-Trivial, jajajaaaa! -
Al principio todo fueron risas y cachondeito por la idea pero, poco a poco, lo fuimos pensando mejor y acabamos consensuando unas reglas básicas para poder jugar; un turno cada equipo, quesito del color de la casilla donde estuviera si se acertaba. Una prenda si se fallaba. Ganaba el primero en conseguir todos los quesitos o el que desnudase por completo al otro equipo. Y así, nos pusimos a jugar...
(Continuará...)
Y sin más, aquí comienza "Strip Trivial"





Todo tuvo lugar un anodino viernes de invierno. Por aquel entonces, a nuestros 20 años, nuestra economía no era muy boyante. Podíamos permitirnos salir de fiesta dos o tres veces al mes, pero la mayoría de las noches de finde, la rutina solía consistir en un botellón, una o dos copillas en el pub donde paraba la pandilla y terminaba con la novia en el asiento trasero del coche.
Ese día, mi chica me había llamado por la mañana. Su mejor amiga le había propuesto hacer un botellón en su piso. Su familia se acaba de mudar a una casa más grande por la zona y el piso viejo estaba vacío. En lugar de estar pasando frío en algún rincón de la calle, podríamos estar calentitos mientras echábamos una partidilla a algún juego de mesa.
A falta de un plan mejor, me parecía una buena idea. Quedamos en que nosotros nos encargaríamos de la bebida y la amiga de mi novia y su chorbo traerían el juego que quisieran. A mi me daba un poco igual el juego, mientras hubiera priva y la noche acabara con mi cabeza entre las piernas de mi chica. Y así continuó el día, hasta que a media tarde, me volvió a llamar. Por lo visto, sus padres estaban a punto de irse a cenar con unos amigos y ella estaría sola en casa, así que, si quería podía pasarme por su casa antes de ir con la pareja de amigos. Evidentemente, yo sabía lo que quería decir con eso. Tenía claro que esa noche no iba a tocar un polvo, si no dos. Lo que ni se me pasaba por la cabeza era que la noche iba a ser mucho mejor.
Nada más colgar, salí corriendo al baño a ducharme y a machacarme la sardina. Si quería un poco de sexo antes de la quedada, tendría que darme prisa porque, además, tenía que pasar por el súper para comprar la bebida. Pero solo pensar lo que me esperaba en casa de mi pareja, me ponía palote perdido. Salí de casa, cogí el coche y paré a comprar Coca Cola, vino y ron.
Media hora después, estaba como un caniche moviendo el rabo mientras llamaba al timbre de su casa. Casi de inmediato, ella abrió la puerta. Estaba recién salida de la ducha. Tenía mojado su precioso pelo rizado y se cubría tan solo con una toalla alrededor de su pecho. Esa visión me dejó más loco de lo que iba. Tenía un cuerpo precioso. No era muy alta, unos 170 de altura pero tenía un culo suave, redondito y respingón que era una maravilla. Un pelo algo rubio rizado que realzaba sus bonitos ojos azules y una tetas que bueno, para mi son las mejores y más bonitas tetas que me he podido comer en mi vida... Era una preciosidad de niña que me hacía preguntarme muchas veces cómo me podía estar follando a ese bombón que, además, follaba como los ángeles.
Total, que pasé a la casa y cerré la puerta trás de mi. Se tiró a darme un beso y mientras nos metíamos la lengua hasta la capanilla, aproveché para soltar un poco la toalla que la cubría y dejé que la gravedad hiciera el resto del trabajo. Mientras recorría su cuello con mi boca, ella se puso a desabotonarme el pantalón. Ni dos minutos hacía que había llamado al timbre y ya chupaba con desesperación aquellos dos pezones rosaditos y duros que tan loco me ponían. Aquellas tetas duras, prietas, firmes y grandes eran mi debilidad. Ella siempre comentaba que tenía mucho complejo porque eran demasiado grandes pero a mi no me lo parecía. Para mi, simplemente eran perfectas.
Ella se separó un poco de mi y se puso de rodillas. Mientras yo seguía apoyado en la puerta de entrada, ella me bajó un poco los pantalones y pasó la lengua por mi cipote, ya duro como una piedra. Yo miraba hacia abajo embobado cuando la oí decir "ya era hora, qué ganas tenía". Dicho esto, empezó a hacerme una de sus alucinantes mamadas; despacio y dulcemente, metía y sacaba a mi pequeña de su boca mientras se le escapaba algún gemidito que otro. En esto que sólo alcancé a decir:
- Hemos quedado dentro de media hora con tu amiga....
- Nos da tiempo a uno rapidito, vamos a mi cuarto. -respondió ella-
Se levantó, me agarró de la polla y así me condujo a su habitación. Quiso continuar con la felación pero yo no la dejé. Me había masturbado hacía poco y ya estaba a punto de correrme otra vez. En lugar de eso, la tumbé en la cama. Siempre me han puesto muy cachondo las chicas recién salidas de la ducha, frescas y húmedas, me ponen a mil. Así que empecé a comerle el cuello otra vez, pero ahora, no me detendría en las tetas, quería comérmela entera, hasta los dedos de los pies. Y mientras mi boca jugaba con uno de sus pezones, mis dedos comenzaron a acariciar aquel jugoso chumino que ya estaba chorreando. Si me volvían loco su pecho, su coñito no lo hacía menos. Apenas tenía un matojillo de pelos muy bien recortados en su pubis. Los labios mayores rosas, gorditos y jugosos, sin apenas vello, escondían a los menores que acababan en un bonito clítoris que se ponía como una piedra cuando le pasabas dos veces la lengua.
Y eso es lo que hice, metí mi cabeza entre sus piernas y me puse a comer esa rica almeja. Al poco rato, me agarró de la cabeza y me dijo:
- No puedo más, tenemos prisa y estoy muy cachonda, métemela, por favor.
- Claro que sí, mi amor.
La verdad es que no fue un gran polvo, solo uno rapidito para desahogarnos. Y bien desahogados que parecía que nos habíamos quedado. Con las mismas, nos vestimos y salimos hacia el piso de la amiga. Al final, llegamos a la hora prevista.
El piso, efectivamente, estaba vacío. Con la excepción de un viejo sofá, una alfombra un poco roída y un par de lámparitas en el salón. Por suerte, la casa tenía calefacción central con lo que estaríamos calentios. Juntamos la alfombra al sofá. Las chicas se sentaron en él, yo me tiré en el suelo y me puse a preparar los kalimotxos. En ese momento apareció el novio de la amiga con un Trivial bajo el brazo.
- Hemos traído un Trivial, ¿qué os parece? - Preguntó.
A mi me parece un juego aburrido donde los haya pero bueno, el caso era pasar un buen rato y tomarnos unos tragos. La otra pareja era muy simpática, nos llevábamos muy bien y nos divertíamos mucho juntos. El trivial era lo de menos, pensé. Y así empezó la noche, entre trago y trago, pregunta y pregunta. La cosa estaba entretenida. Jugábamos por equipos, chicos VS chicas, y por supuesto, nos estaban metiendo una paliza épica. Nosotros estábamos más al bebercio y a las gracias que al juego.
La amiga de mi chica estaba sentada frente a mí. Llevaba puesto una faldita negra y no se molestaba en cerrar un poco las piernas. Por eso tenía visión directa de su tanga blanco desde mi posición. Nervioso, intentaba evitar que la otra pareja notase que se me iban los ojos hacia ese bulto que escondía y marcaba el tanga. La que sí se dió cuenta fue mi chica ya que en una de esas, nuestras miradas se cruzaron y, con una sonrisa picaruela, me hizo un discreto gesto de "ya te vale". La amiga no estaba tan buena como mi novia. Pero no estaba nada mal. Si bien apenas tenía tetas, de cara era monilla, tenía un bonito cuerpo estilizado, un culo cojonudo y, como le decía medio en broma medio en serio a mi piba para picarla, desprendía follabilidad.
Ya habíamos pasado del kalimotxo a los cubalibres de ron y, después de que perdiéramos la tercera partida, protesté de nuevo. El juego era un coñazo. Propuse un mus, un poker o algo así, pero no teníamos cartas. Entre risas nos lamentamos de no poder echar un Strip-poker. Pero en ese momento, alguien soltó: - pues podemos echar un Strip-Trivial, jajajaaaa! -
Al principio todo fueron risas y cachondeito por la idea pero, poco a poco, lo fuimos pensando mejor y acabamos consensuando unas reglas básicas para poder jugar; un turno cada equipo, quesito del color de la casilla donde estuviera si se acertaba. Una prenda si se fallaba. Ganaba el primero en conseguir todos los quesitos o el que desnudase por completo al otro equipo. Y así, nos pusimos a jugar...
(Continuará...)
Última edición: