Norebo
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- 20 Jul 2025
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No suelo escribir en estos foros, la verdad. Pero el otro día me quedé leyendo historias y pensé “va, qué más da, si todos somos humanos”. Así que ahí va una que todavía me hace sonreír cuando me acuerdo.
Fue hace unos meses, un viernes cualquiera. Venía de una semana pesada y terminé en un bar medio escondido, de esos con luces bajas y música decente. Me pedí una cerveza y me senté en la barra sin muchas ganas de hablar con nadie. Hasta que ella se sentó al lado. No voy a decir que fue un flechazo, pero hubo ese segundo de miradas que te sacan del piloto automático.
Charlamos un rato, con ese tipo de humor que sale fácil cuando no esperas nada. Me sorprendió lo natural que fue todo. Ni poses, ni vueltas. Solo dos personas que se entienden sin esfuerzo. A ratos me olvidaba de que había más gente en el bar.
Cuando cerraron, nos quedamos afuera hablando. Nada de guion, solo esa tensión tranquila que se nota en el aire. Cada silencio valía más que cualquier frase. No sé en qué momento me acerqué, pero fue de esos gestos que no planeas y salen bien.
Cuando me di cuenta tenía su mano en mi polla, por encima del pantalón. Y siguió hablando como si nada! no me lo podía creer.
En un momento dado me envalentoné, la besé. Más bien le metí la lengua hasta la garganta.
Me dijo de ir al coche y me la chupó. Luego la puse a cuatro y terminé con unas ganas nunca vistas. Ella también corrió a la vez.
Nos despedimos educadamente y no he vuelto a saber de ella. Ojalá le hubiese pedido el número.
Fue hace unos meses, un viernes cualquiera. Venía de una semana pesada y terminé en un bar medio escondido, de esos con luces bajas y música decente. Me pedí una cerveza y me senté en la barra sin muchas ganas de hablar con nadie. Hasta que ella se sentó al lado. No voy a decir que fue un flechazo, pero hubo ese segundo de miradas que te sacan del piloto automático.
Charlamos un rato, con ese tipo de humor que sale fácil cuando no esperas nada. Me sorprendió lo natural que fue todo. Ni poses, ni vueltas. Solo dos personas que se entienden sin esfuerzo. A ratos me olvidaba de que había más gente en el bar.
Cuando cerraron, nos quedamos afuera hablando. Nada de guion, solo esa tensión tranquila que se nota en el aire. Cada silencio valía más que cualquier frase. No sé en qué momento me acerqué, pero fue de esos gestos que no planeas y salen bien.
Cuando me di cuenta tenía su mano en mi polla, por encima del pantalón. Y siguió hablando como si nada! no me lo podía creer.
En un momento dado me envalentoné, la besé. Más bien le metí la lengua hasta la garganta.
Me dijo de ir al coche y me la chupó. Luego la puse a cuatro y terminé con unas ganas nunca vistas. Ella también corrió a la vez.
Nos despedimos educadamente y no he vuelto a saber de ella. Ojalá le hubiese pedido el número.