Tres Jefas.

taurux

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0. Introducción (no pensar mal)

Basado en hechos reales, totalmente..
Cambian los nombres, se añade algún aditivo, pero ocurrió como lo vais a escuchar o a leer para ser más exactos.
El origen:https://www.foroporno.com/threads/¿harías-algo-con-tu-jefa.12347/page-3
En contacto con el protagonista real para ampliar detalles derivó en los capítulos de Tres Jefas.Lo que era una simple recopilación de episodios y andanzas: se complicó y se nos ha ido de las manos en el mejor de los sentidos. El resultado es el relato que irá a continuación.
El verdadero protagonista ha insistido en cuidar y contar ciertos detalles de la época juvenil. Aunque está escrito a cuatro manos, es real e intelectualmente su historia. La parte entrecomillada es literalmente suya aunque quien suscribe, lo animó a registrarse y publicar con su propio nombre. Lo ha rechazado y prefiere que sea yo quien lo haga.
Los dos somos conscientes se ha recogido escrito con la mejor de las voluntades y sin pretensión de calidad literaria, solo contar y entretener. Esperamos que comprendáis los posibles fallos.
Se han aderezado con anécdotas ocurridas en el instituto, especialmente con algunos profesores que marcarían, en buena medida, los hechos que se describen que, cronológicamente, sucederían años mas tarde.
En aquella época no se era tan precoz como en la actual en el despertar sexual. El descubrimiento de mundos paralelos desataba la imaginación en ausencia de imágenes o ilustraciones. Así ocurrió, en los últimos tiempos del BUP y COU. Un intercambio generacional entre los matojos de vello púbico y los pubis rasurados. Entre las bragas de señora y los tangas hilo dental, el vello pubico entre los dientes y la lengua. Tiempos entrañables: el ocaso de los macarras de pacotilla, el auge del canal plus rayado en las noches de los viernes y los aires de libertad, que se respiraban en un país en pleno despertar social y, lo que nos interesa aquí, sexual. Sexualmente, aprendiendo a pilotar.
Es posible que algún forero pueda reconocer el lugar, los hechos e incluso los personajes que como digo, existieron en la vida real, de hecho algunos datos son inequívocos.

El protagonista desde hace años es un hombre felizmente casado con familia. Se relatan contienen los hechos y pecado de juventud. Santiago, nombre ficticio fue y es respetuoso con a una serie de valores hoy casi inexistentes. Nunca fue infiel a una novia o a su mujer pese a lo “echado talante” o punto canalla, que lo era.

“Sin ser otro mundo era un <<echado palante>> y doy las gracias a los que me inculcaron el abrir los ojos ante la vida y ver todo lo que ocurría o podía ocurrir y, sobre todo leer libros, ciertos libros no recogidos en programas oficiales. Me proporcionó algo fundamental para seducir, para ligar, para conseguir chicas inaccesibles para un tipo como yo. Además de una cultura erótica aprender a saborear los momentos con todos los sentidos.
“Aunque pueda resultar increíble, conseguir ligarme, follarme y tirarme, como queráis llamarlo, a las tres jefas fue mas que un logro, una hazaña. Por machista que parecer. Una hazaña bélica que dirían los Stukas.
“Ellas fueron las que decidieron que ocurriera, yo limité a activar sus deseos, sus instintos.”Fueron jefas, pero no mas importantes que otras, que, como diría eufemísticamente, don Maxi, amé. Literalmente y en numero, mas que la mayoría de tipos de mi edad”.Pumuki, no cuenta.
Y Pumuki no es Taurux…
 
1. Previo
publicado el 1 de marzo
https://www.foroporno.com/threads/¿harías-algo-con-tu-jefa.12347/page-3#post-1497186


En respuesta a las “ precauciones” de HaaDyc y Ciclistanudista, sabio es el refranero, muy sabio pero…deberíamos separar que sea una HDLGP (aquí daria igual que si el jefe lo es, date por follado en otro y el peor de los sentidos).
Si hay un atisbo de morbo en la jefa, estamos hablando de una potencial sumisa sexual, con rol invertido en la vida real una vez que le has” puesto el cascabel”, que es lo difícil.
Un colega de instituto, hace un par de décadas, trabajaba repartiendo, bebidas, tipo, licores, refrescos, a establecimientos hosteleros de todo tipo. Físicamente normal y no cuidaba en exceso su estética: Si cuidaba la lengua, una labia increíble, y un perfume, que posteriormente supimos que era Carol*** Her***ra, Si recuerdo que el embalaje tenía como una especie de lunares. En los momentos claves, no tenia ni tiene filtro alguno: directo y al grano. Y le va muy bien
En su empresa y distintos departamentos había al menos tres jefas, dos de ellas con fama de Rotenmayers totales y una de ellas físicamente un pibonazo . Doble empoderamiento pues. Cayeron las tres e incluso coincidió con dos temporalmente a la vez. Denominador común, apariencia de jefas duras implacables, perdían el poder desnudas y delante de una polla. La suya.
A la jefa más jefa en la cadena de mando, se la empezó a “ quilar” como él dice un sábado noche, de fiesta. Yo no estaba presente pero me lo han contado quienes lo estaban.
A eso de las 2:00 de la mañana coincidieron en un bar de copas.
Ella con algunas amigas, todas casadas y él con sus amigos. Coincidieron en la barra saludaron, y ella copa en mano, le dijo:
-pórtate bien, que la semana viene cruda ( se aproximaban las ferias de la ciudad) y tienes que estar a tope.
- X , la llamo por su nombre. No es bueno, mezclar trabajo con el ocio. No me toques los coj***es, ya lo haces durante la semana.Aquí no.
Aquí y ahora tú no eres mi jefa, mi jefa es esta ( señalándose el paquete). Es la única que manda y siempre está tope, de cruda muy cruda. Esta es la que manda. Así que ya sabes…Los huevos si me los puedes tocar y lo que quieras con ellos.
La jefa y sus amigas, con los ojos fuera de las órbitas. Los amigos, tensos y expectantes, mirándose entre ellos mientras nuestro amigo daba un sorbo a la copa y sostenía la mirada a su jefa laboral.
Las chicas, seguramente achispadas, entre risitas se daban codazos.
Entonces no había móviles de uso generalizado y mi amigo dijo:
— Estaré en el sitio Z en una hora y media. La que quiera o las que quieran ( tengo para todas) conocer a mi jefa, que vayan a verme. Mi jefa es implacable, no os quepa duda, dijo mirando fijamente a su jefa laboral.
Apareció la jefa, sola. Más tarde sabríamos que se “quiló” a otras dos del grupo.
Omito detalles porque tendría que pedir permiso para contar ciertas cosas más íntimas.
Lógicamente los amigos le preguntamos al respecto:
- ahí donde la veis de súper jefa, es una gatita mansa y dulce que se deja y le gusta que le hagan de todo. Una auténtica loba mansa. Quedó bien surtida y repartida y no dejó ni una gota.

Aqui comienza el relato: Las tres jefas.
 
Última edición:
0. Previo
publicado el 1 de marzo
https://www.foroporno.com/threads/¿harías-algo-con-tu-jefa.12347/page-3#post-1497186


En respuesta a las “ precauciones” de HaaDyc y Ciclistanudista, sabio es el refranero, muy sabio pero…deberíamos separar que sea una HDLGP (aquí daria igual que si el jefe lo es, date por follado en otro y el peor de los sentidos).
Si hay un atisbo de morbo en la jefa, estamos hablando de una potencial sumisa sexual, con rol invertido en la vida real una vez que le has” puesto el cascabel”, que es lo difícil.
Un colega de instituto, hace un par de décadas, trabajaba repartiendo, bebidas, tipo, licores, refrescos, a establecimientos hosteleros de todo tipo. Físicamente normal y no cuidaba en exceso su estética: Si cuidaba la lengua, una labia increíble, y un perfume, que posteriormente supimos que era Carol*** Her***ra, Si recuerdo que el embalaje tenía como una especie de lunares. En los momentos claves, no tenia ni tiene filtro alguno: directo y al grano. Y le va muy bien
En su empresa y distintos departamentos había al menos tres jefas, dos de ellas con fama de Rotenmayers totales y una de ellas físicamente un pibonazo . Doble empoderamiento pues. Cayeron las tres e incluso coincidió con dos temporalmente a la vez. Denominador común, apariencia de jefas duras implacables, perdían el poder desnudas y delante de una polla. La suya.
A la jefa más jefa en la cadena de mando, se la empezó a “ quilar” como él dice un sábado noche, de fiesta. Yo no estaba presente pero me lo han contado quienes lo estaban.
A eso de las 2:00 de la mañana coincidieron en un bar de copas.
Ella con algunas amigas, todas casadas y él con sus amigos. Coincidieron en la barra saludaron, y ella copa en mano, le dijo:
-pórtate bien, que la semana viene cruda ( se aproximaban las ferias de la ciudad) y tienes que estar a tope.
- X , la llamo por su nombre. No es bueno, mezclar trabajo con el ocio. No me toques los coj***es, ya lo haces durante la semana.Aquí no.
Aquí y ahora tú no eres mi jefa, mi jefa es esta ( señalándose el paquete). Es la única que manda y siempre está tope, de cruda muy cruda. Esta es la que manda. Así que ya sabes…Los huevos si me los puedes tocar y lo que quieras con ellos.
La jefa y sus amigas, con los ojos fuera de las órbitas. Los amigos, tensos y expectantes, mirándose entre ellos mientras nuestro amigo daba un sorbo a la copa y sostenía la mirada a su jefa laboral.
Las chicas, seguramente achispadas, entre risitas se daban codazos.
Entonces no había móviles de uso generalizado y mi amigo dijo:
— Estaré en el sitio Z en una hora y media. La que quiera o las que quieran ( tengo para todas) conocer a mi jefa, que vayan a verme. Mi jefa es implacable, no os quepa duda, dijo mirando fijamente a su jefa laboral.
Apareció la jefa, sola. Más tarde sabríamos que se “quiló” a otras dos del grupo.
Omito detalles porque tendría que pedir permiso para contar ciertas cosas más íntimas.
Lógicamente los amigos le preguntamos al respecto:
- ahí donde la veis de súper jefa, es una gatita mansa y dulce que se deja y le gusta que le hagan de todo. Una auténtica loba mansa. Quedó bien surtida y repartida y no dejó ni una gota.

Aqui comienza el relato: Las tres jefas.
Adelante! 👏🏻👏🏻
 
0. Previo
publicado el 1 de marzo
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En respuesta a las “ precauciones” de HaaDyc y Ciclistanudista, sabio es el refranero, muy sabio pero…deberíamos separar que sea una HDLGP (aquí daria igual que si el jefe lo es, date por follado en otro y el peor de los sentidos).
Si hay un atisbo de morbo en la jefa, estamos hablando de una potencial sumisa sexual, con rol invertido en la vida real una vez que le has” puesto el cascabel”, que es lo difícil.
Un colega de instituto, hace un par de décadas, trabajaba repartiendo, bebidas, tipo, licores, refrescos, a establecimientos hosteleros de todo tipo. Físicamente normal y no cuidaba en exceso su estética: Si cuidaba la lengua, una labia increíble, y un perfume, que posteriormente supimos que era Carol*** Her***ra, Si recuerdo que el embalaje tenía como una especie de lunares. En los momentos claves, no tenia ni tiene filtro alguno: directo y al grano. Y le va muy bien
En su empresa y distintos departamentos había al menos tres jefas, dos de ellas con fama de Rotenmayers totales y una de ellas físicamente un pibonazo . Doble empoderamiento pues. Cayeron las tres e incluso coincidió con dos temporalmente a la vez. Denominador común, apariencia de jefas duras implacables, perdían el poder desnudas y delante de una polla. La suya.
A la jefa más jefa en la cadena de mando, se la empezó a “ quilar” como él dice un sábado noche, de fiesta. Yo no estaba presente pero me lo han contado quienes lo estaban.
A eso de las 2:00 de la mañana coincidieron en un bar de copas.
Ella con algunas amigas, todas casadas y él con sus amigos. Coincidieron en la barra saludaron, y ella copa en mano, le dijo:
-pórtate bien, que la semana viene cruda ( se aproximaban las ferias de la ciudad) y tienes que estar a tope.
- X , la llamo por su nombre. No es bueno, mezclar trabajo con el ocio. No me toques los coj***es, ya lo haces durante la semana.Aquí no.
Aquí y ahora tú no eres mi jefa, mi jefa es esta ( señalándose el paquete). Es la única que manda y siempre está tope, de cruda muy cruda. Esta es la que manda. Así que ya sabes…Los huevos si me los puedes tocar y lo que quieras con ellos.
La jefa y sus amigas, con los ojos fuera de las órbitas. Los amigos, tensos y expectantes, mirándose entre ellos mientras nuestro amigo daba un sorbo a la copa y sostenía la mirada a su jefa laboral.
Las chicas, seguramente achispadas, entre risitas se daban codazos.
Entonces no había móviles de uso generalizado y mi amigo dijo:
— Estaré en el sitio Z en una hora y media. La que quiera o las que quieran ( tengo para todas) conocer a mi jefa, que vayan a verme. Mi jefa es implacable, no os quepa duda, dijo mirando fijamente a su jefa laboral.
Apareció la jefa, sola. Más tarde sabríamos que se “quiló” a otras dos del grupo.
Omito detalles porque tendría que pedir permiso para contar ciertas cosas más íntimas.
Lógicamente los amigos le preguntamos al respecto:
- ahí donde la veis de súper jefa, es una gatita mansa y dulce que se deja y le gusta que le hagan de todo. Una auténtica loba mansa. Quedó bien surtida y repartida y no dejó ni una gota.

Aqui comienza el relato: Las tres jefas.
Esperando más
 
2. Me llaman Yeicob
Cubero nos bautizo a todos. Si digo a todos, a casi todos. Así que empecemos por mi nombre verdadero y como acabé siendo conocido por mi nombre convertido, que dicho sea de paso no me disgusta.
En el instituto me lo pasaba bien, de p**a madre que diríamos hoy, aparte de amistades, fue una etapa nostálgicamente bonita. Iba a un instituto masculino aunque a doscientos metros había uno femenino. Antes de dejar la etapa, se hicieron mixtos. Si, pensar. Acertaréis.
Mi nombre es Santiago, Santi para los amigos y familia mas cercana. Por mi nombre me llaman mi madre, cuando se enfada, los profesores cuando no utilizan los apellidos y en el curro. Mis amigos y otra gente me conoce como Yeicob. Mi sobrenombre, mote o como lo queráis llamar, comienza con la profesora de francés, de lengua y literatura francesa para ser mas exactos, traduciendo mi nombre a Jacques, con su correspondiente cachondeo cuando preguntaba por mi..
— ¿Busca a Jacques señogguita? Parafraseando el mítico anuncio de perfume. Hoy no trajo la moto.
— Se anda en la segunda fila, al fondo, camuflado, decía el gracioso de turno.
Allí me andaba. Al pasar lista algunos respondíamos con “ aquí me ando”. La mayoría “ nos andábamos”
Madamm Caggolen la profesora de francés, no era señorita, mas bien doña. A doña Carolina le gustaba vestir con looks atrevidos e incluso estrambóticos. Su outfit (como diríamos hoy) Harley, con su camiseta y su chupa roquera le daba un aire extrañamente gamberro e informal. Un jersey rojo de cuello vuelto le hacía un “poitrine” estupendo marcando pectorales, en oposición al trasero “derrière”, aunque realmente tetas sería…seins. Esto lo aprendimos por nuestra cuenta, no nos lo enseñaba en sus clases.
En su afán bautismal, Cubero. le preguntó, con mas guasa que curiosidad, al profesor de ingles… que pronunciase Jacob en inglés perfecto.
— Pronunciese Yeicob.
De ahí a Yeicof. Pronunciado y bautizado quedé. Amén
Cubero, repetidor y el más crápula de los cuarenta que conformábamos la clase, era el bautizador oficial, especialmente de profesores. No dudó con lo de Madamm. Su olfato doble sentido era un sin igual. Pronunciar la eguee” decía la doña y con madam Caggolen, se quedó. Caggolen insitía en la importancia de practicar el francés para hablarlo bien..Una lengua se aprende practicando…Tenía razón, sobre todo con el francés, que todos ya sabíamos que era más que un idoma .Madamm inspiró muchas manuelas.
Cubero le decía:
—doña Caggolina, usted nos inspira.
—Si, señoguiita… decíamos al unísono, no lo dude. Practicamos francés y sabemos latín. Nos gusta el francés aunque andemos peces.
Pues eso, los idiomas. Los idiomas y leer.
Luego os hablaré de Jorge “Pumuky” , compañero de pupitre por coincidencia de apellido durante un par de años. Fue el inicio de una sólida amistad. Yo le pasaba los apuntes de don Maximiliano, el “marqués del Mirador” como lo bautizó ya sabéis quien. Don Maxi el marqués exhortaba a ver, mirar (sobre todo en la calle de lado, por el instituto femenino), a disfrutar de la vida sin tapujos. La primavera son todos los meses de año y no unas semanas, la sequía la conocerán cuando se casen. Cuando se cabreaba y nos reñía porque no le hacíamos caso, nos decía que para perder el tiempo, nos fuéramos a ver los culos y las tetas las extranjeras, especialmente las suecas cuando visitaban la universidad. Si recordáis en aquella época los pantalones de pana fina hacían culos muy potentes, al igual que un par de marcas de pantalones vaqueros. “Fíjense, fíjense, que maravilla de prendas”
Decía:” Los moteros, esos si que saben, menudas jacas llevan de paquetes, eso son damas y no las de los caballeros andantes , que viejo me pilla esto”
Don Maxi tenia una porte muy elegante, tanto en las formas, como en el vestir, un auténtico dandy. Su mujer, la profesora de ciencias naturales, estaba bastante buena, doña Fenotipo como la conocíamos era borde, antipática, desagradable y un auténtico con coco, muy exigente. Responsable de que muchas alumnado abandonase el interés por las ciencias la naturaleza.Eso si, tipazo alta, buen y prieto culo adivinable tras las faldas y vestidos que gastaba. En la adivinación se incluía un buen par de tetas, casi siempre clandestinas. Inspiradora también, sin duda.
El marqués Don Maxi, nos inculcaba a bucear en los autores literarios. “Les obligan a ustedes a estudiar lo menos interesante. Busquen, busquen que no se arrepentirán, que yo se que les va a gustar, más de lo que se imaginan.”
Cuando se ponía estupendo, nos hablaba precisamente de aquellas obras prohibidas ,la mayoría de ellas con un alto contenido erótico. Gracias a él nos leímos sin rechistar el amante de Lady Charttely. Regaló a la clase tres o cuatro ejemplares de edición de bolsillo, que fueron pasando de mano en mano. Lo único que pidió es que los cuidásemos y así hicimos. Parafraseando a D.H. Lawerence nos metió en las venas a Nabokov, Margarite Duras, Bataille, Henri Miller y el trio con Anaïs Nin, el marques de Sade o Choderlos de Laclos, mucho antes de la película. Nuestro “primer trio”y no se olviden de un japonés que suena como cubata: Kawabata y sus bellas durmientes.
—“ Pregunten a la de latín, pregunte por Cátulo, Aretino y Ovidio. Mejor no le pregunten, le dirán que soy un guarro y un viejo verde. Lamento no poder hablarles de Bocaccio y otros autores, mas que nada, porque eso lo descubrirán ustedes, si quieren” “No le digo que se vistan, pero ahí tienen la ropa, un ropero extenso..”
Algunos, lo descubrimos.
También nos enseñó a buscar y encontrar en la literatura clásica, la pasión, los celos, el adulterio, el amor e ir al infierno. Le escuchamos oír la rima más célebre:
”Lo de la jodienda, no tiene enmienda”. “Ya lo entenderán y algunos, lo sufrirán” Se avecinan malos tiempos para uds.
Otra de sus fases célebres fue:
“ Se sorprenderán ustedes, también lo comprobarán cuando sean mayores, de la cantidad de personas a las que les gustan morder almohadas, algunas devorarlas, por muy mojigatas que puedan parecer. Dénle tiempo al tiempo” “advertidos están, es adictivo”
Otra de sus frases míticas que repetía:
“ y sobre todo… que si quieren un buen trabajo, tendrán que hacérselo uds. mismos.”
Y, efectivamente, tuvimos ocasión de comprobarlo y practicarlo.
“Todo hombre que se aprecie debe ser un buen erotómano. El caso de ser un buen pornógrafo, son palabras mayores y ustedes aún son muy jóvenes y yo no debo hablar de esto en clase. Seguramente alguno de ustedes que ya haya tenido <soluciones nocturnas>, sabrá a que me estoy refiriendo. La mayoría posiblemente no y mantengan la bendita juventud inocente”.
— Don Maximiliano, decía Cubero..
— Mejor don Maxi, mejor hijo, don Maxi. Me gusta más mi nombre acortado
— Eso, Don Maxi maxi, si usted se hubiese llamado Vitoriano, lo podíamos haber llamado don Vito (lo pronunciaba bilabial con la p)
—Muy gracioso e irónico, como de costumbre usted, señor Cubero. ¡Qué imaginación tiene! Pues hubiese sido el Padrino y ya sabe.. y si no, se lo imagina, que imaginación no le falta.
Respondía Cubero, por lo bajini dando fe de la imaginación.
— Seguro que es don pito pitote y, por mucha sequía, todavía le pone unas buenas varitas a su mujer. La cantidad de pajas que me hecho con la Fenotipo, esa perica está para darle un buen revolcón todavía. Y tanto. Bien la “ Fenotipo”, Madamm Caggolen o alguna
Y efectivamente, Cubero en la clase de historia, cuando ponían diapositivas, se masturbaba en una esquina aprovechando la nocturnidad y el ruido del proyector, brindando la dedicatoria de las pajas.
Al final de curso, hicimos un comentario de texto que los woke de hoy hubiesen prohibido. Como él decía, si estuviese sido la época cervantina me hubieran llevado a galeras.
No quiero se pesado, pero las lecturas que descubrí gracias a Don Maxi me trasladaron a nuevos mundos desconocidos. Tiempos de la Sonrisa Vertical, películas como Lunas de Hiel o Calígula… ¡que recuerdos”
Aprendí todo aquello que no aparecía en los libros oficiales, pero estaban en los libros de las bibliotecas, convertidas en mis amigas. La literatura erótica, incluso pornográfica me facilitó conocimientos suficientes para mi incipiente vida sexual por aquel entonces y para la posteriores “soluciones nocturnas”.
Fui un poco tarambana y no me apetecía continuar estudiando, no me gustaba. La lengua literatura se de daban bien, me gustaba leer, me apasionaban las clases del Marques del Mirador. El resto, no, para ser exactos y sinceros.
Que abandonara los estudios no quiere decir que no fuera un tío cultivado y leído. Más que la universidad de la calle, en mi propia universidad. Una esponja que se empapaba… Raro era el día que no echaba un ratito de lectura en esos tiempos muertos de la furgoneta. La ventaja de no tener móvil de aquella época, la lectura me daba un plus de conocimiento, de mundo y de expresión. Saber, conocer y adquirir labia al fin y al cabo, fundamental en momentos claves, directo y al grano con las palabras precisas. Para la vida y sobre todo para las chicas. Casi, infalible con un estilo indirecto con denominación de origen que entre otros se lo debo a Don Maxi.

No llegué a la selectividad. Abandoné el instituto para trabajar, no quería seguir estudiando. Seguí manteniendo amistades y mi compañero de pupitre Jorge ” Pumuki”se convertiría en uno de mis mejores amigos. No lo bautizó Cubero. Fue la profesora de latín conocida como “La puel-la”. También nos trataba de don y usted.
— don Jorge parece usted Pumuky. Están todos los sitios menos donde tiene que estar, posee el don la ubicuidad y todo lo contrario. ¿Ha pensado seriamente en ser un saltimbanqui profesional?
Lo sería pero de cama en cama. De ese mismo momento Jorge dejó de ser Jorge y fue Pumuky para todo el instituto. A Jorge nunca le desagradó . La Puel-la nos caía a todos muy bien, era respetuosa, no le hacía falta dar voces ni castigar. Al tratarnos de usted nos hacía sentirnos mayores e importantes. Eso si, nos decía que “ éramos unos danzantes indecentes mas pendientes de mirar a las compañeras del femenino, que al libro de latín, eso no es concebible, no lo concibo.”
Mientras mis compañeros se dedicaban a la selectividad yo me saqué el carnet de conducir a la primera.
Comencé a trabajar en una empresa de distribuciones comerciales, principalmente hostelería. Suministros de todo tipo, alimentarios, consumibles, higiene y sector bebidas alcohólicas. Los refrescos los llevaban otra sección. En la mía de bebidas espirituosas y destilados trabajábamos tres varones, yo el más joven, implicaba horarios menos habituales y tardíos a deshoras. Fui el último en llegar y me venía bien este desbarajuste: me permitía márgenes y licencias. Mis compañeros encantados por sus horarios convencionales.
Trabajar me daba un dinero y me ahorraba otro tanto en fiesta y copas, que era un plus añadido, amen de la furgoneta que me proporcionaba una infraestructura movil fundamental para el fin de semana, convertida en un picadero portátil maravilloso. Un buena reconversión que me prestaba una infraestructura impagable.
Trabajo en una ciudad mediana, con mucho movimiento en restauración y ambiente nocturno. Conocía todos los garitos interesantes, bares pub, discotecas y todo tipo de antros, ambientes y movimientos. También a todos los encargados y camareros/as, de estos locales quienes me garantizaban barra libre en sus locales e invitaciones de todo tipo casi siempre. Yo correspondía repartiendo generosamente los detalles comerciales de las distintas casas y distribuidores. Que entonces no eran moco de pavo. Todo un mundo el merchandaising con su “mercado”. Respetaba a las azafatas, no competía en su terreno y no pisaba las mangueras que no debía pisar. Ello me confería cierto estatus y respeto. Enseguida entendí y comprendí que, en la noche, había “pastel” para todos, solo había que saber donde, cuando y como pisar.
Fisicamente me considero un tipo normal: 1, 75, moreno, tirillas, deportista ocasional y no bebedor salvo excepciones de interés. El cargar y descargar me ahorraba el gimnasio, me permitía mantener una tono muscular interesante y buena forma. Debería haberme patrocinado la marca de refrescos de cola más universal. Si aceptaba algún chupito de alto standing y las copas en el momento oportuno.
Sin ser un apasionado de moda y tendencias me cuidaba. Las apariencias pueden engañar pero el algodón, no. Una buena presencia, garantizaba puertas de acceso. Importante un afeitado apurado suave y un buen perfume. Mi favorito: Carol*** Her***ra, un estuche como morado con lunares de color blanco y una línea amarilla. El primer estuche me lo trajeron los reyes magos… para que luego digan… y me sentó fenomenal. Todo el mundo decía que “olía bien”. Se rumoreaba que tenía feromonas. Después de leer algún fragmento de libro y preguntar, me dijeron que eran unas sustancias que los organismos liberaban y que solían utilizarse en reproducción animal. Sobre el uso en humanos en ciertos perfumes había un debate científico. Realmente me daba igual, olía bien, me gustaba y gustaba a las chicas…Nada que añadir. En una campaña navideña, las típicas de cofres, con toallas, neceseres y demás me “entró como obsequio”, un mini envase dispensador recargable. Una de las mejores inversiones. Me permitía llevar el perfume para usarlo en cualquier momento. Inseparable en mi bolsillo izquierdo desde entonces.
En el vestir, nada de complicaciones, dos o tres pantalones vaqueros de la mítica marca legendaria, en todos variados. Me sentaban bien y fácilmente combinables, con camisas y alguna cazadora. De vez en cuando, un toque más elegante con unos pantalones de pinzas.

Como os decía antes, trabajo en una una empresa de distribución de tamaño considerable, con cerca de 120 empleados y se dedica servicios varios, distribución de alimento, bebidas carbonatadas y alcoholicas. Almacenaba y distribuía las mejores marcas nacionales y de importación, como se decía entonces. Aunque no eran tiempos de paridad, en el sector administrativo trabajaban bastantes chicas, amén de las jefas y secretarias de dirección, con un par de ellas había “intimado”, especialmente con una aficionada a las faltas cortas y la poca discreción. Luego dicen de nosotros.
Al jefazo, lo que hoy es un CEO , lo conocíamos de vista y lo veíamos una o dos veces al año y poco más. De las secretarias de dirección (succión como las llamaba Carlitos, un compañero a punto de jubilarse) oíamos el repique de tacones, el rastro de sus perfumes y teorías variadas. Tabú total. En términos de hoy día: territorio Champions. Era otro mundo, otra cosa, otra historia. Esas secretarias “pertenecían” reservadas a los jefes. Eran auténticos ejemplares, esa es la palabra, dignos de belleza y contemplación. Hablaban en idiomas, algo muy importante, ya lo decía Madamm Cagoolenn , que el francés era más que un idioma. No me cabía la menor duda.
Solía lidiar con tres jefas, mas o menos cercanas, con sus respectivos aires de divinidad. Una, la directora de RR.HHf, otra, la jefa de logística y distribución y la mas directa, la sección de alcohol y destilados, a la que siempre “ resultaba agraciada” con los viajes a la República Dominicana” que organizaba anualmente el grupo principal de productores de ron, reservados a directivos y a uno o dos empleados. No solo el viaje sino también los mejores detalles. Vamos, meritocracia en estado puro.
A los mortales, nos quedaba el consuelo de los y las machacas. Ella más cercanas, amables y disponibles. Había escarceos eran abundantes, sobre todo en la cena anual de empresa.
Toca hablar de la furgoneta Avia, mi fiel compañera durante el día y … los fines de semana. Estos, la vaciaba. Un limpiado y aspirado, con añadido de unos visillos recién lavados en la ventana, un colchón de 1,90 por 90, con su respectivo juego de sábanas limpias. Completaba la estancia con una nevera tipo minibar, con una cubitera externa que garantizaban bebidas frescas y cubitos de hielo hasta el amanecer. Ambas cortesía de dos de las marcas de bourbon y ron mas consumidas del planeta. Media docena de velas repartidas estratégicamente , unas chocolatinas delicatesen estratégicamente colocadas y un surtido adecuado de licores, conferían un ambiente ideal. La furgoneta incombustible Avia 4000 doble furgón, tenia un encanto parecido al mítico modelo VW y un traqueteo inconfundible
Una norma inquebrantable: nadie conocía la existencia de esta transformación excepto Pumuki, todas las visitantes, alguna repetidora discreta y una compañera… Mas adelante sabría que la voz se había corrido…
Ese sábado noche, como todas las que salía de fiesta, dejé convenientemente aparcada la furgoneta, me atusé convenientemente y me di un toque de mi perfume en lugares estratégicos
 
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1. Me llaman Yeicob
Cubero nos bautizo a todos. Si digo a todos, a casi todos. Así que empecemos por mi nombre verdadero y como acabé siendo conocido por mi nombre convertido, que dicho sea de paso no me disgusta.
En el instituto me lo pasaba bien, de p**a madre que diríamos hoy, aparte de amistades, fue una etapa nostálgicamente bonita. Iba a un instituto masculino aunque adoscientos metros había uno femenino. Antes de dejar la etapa, se hicieron mixtos. Si, pensar. Acertaréis.
Mi nombre es Santiago, Santi para los amigos y familia mas cercana. Por mi nombre me llaman mi madre, cuando se enfada, los profesores cuando no utilizan los apellidos y en el curro. Mis amigos y otra gente me conoce como Yeicob. Mi sobrenombre, mote o como lo queráis llamar, comienza con la profesora de francés, de lengua y literatura francesa para ser mas exactos, traduciendo mi nombre a Jacques, con su correspondiente cachondeo cuando preguntaba por mi..
— ¿Busca a Jacques señogguita? Parafraseando el mítico anuncio de perfume. Hoy no trajo la moto.
— Se anda en la segunda fila, al fondo, camuflado, decía el gracioso de turno.
Allí me andaba. Al pasar lista algunos respondíamos con “ aquí me ando”. La mayoría “ nos andábamos”
Madamm Caggolen la profesora de francés, no era señorita, mas bien doña. A doña Carolina le gustaba vestir con looks atrevidos e incluso estrambóticos. Su outfit (como diríamos hoy) Harley, con su camiseta y su chupa roquera le daba un aire extrañamente gamberro e informal. Un jersey rojo de cuello vuelto le hacía un “poitrine” estupendo marcando pectorales, en oposición al trasero “derrière”, aunque realmente tetas sería…seins. Esto lo aprendimos por nuestra cuenta, no nos lo enseñaba en sus clases.
En su afán bautismal, Cubero. le preguntó, con mas guasa que curiosidad, al profesor de ingles… que pronunciase Jacob en inglés perfecto.
— Pronunciese Yeicob.
De ahí a Yeicof. Pronunciado y bautizado quedé. Amén
Cubero, repetidor y el más crápula de los cuarenta que conformábamos la clase, era el bautizador oficial, especialmente de profesores. No dudó con lo de Madamm. Su olfato doble sentido era un sin igual. Pronunciar la eguee” decía la doña y con madam Caggolen, se quedó. Caggolen insitía en la importancia de practicar el francés para hablarlo bien..Una lengua se aprende practicando…Tenía razón, sobre todo con el francés, que todos ya sabíamos que era más que un idoma .Madamm inspiró muchas manuelas.
Cubero le decía:
—doña Caggolina, usted nos inspira.
—Si, señoguiita… decíamos al unísono, no lo dude. Practicamos francés y sabemos latín. Nos gusta el francés aunque andemos peces.
Pues eso, los idiomas. Los idiomas y leer.
Luego os hablaré de Jorge “Pumuky” , compañero de pupitre por coincidencia de apellido durante un par de años. Fue el inicio de una sólida amistad. Yo le pasaba los apuntes de don Maximiliano, el “marqués del Mirador” como lo bautizó ya sabéis quien. Don Maxi el marqués exhortaba a ver, mirar (sobre todo en la calle de lado, por el instituto femenino), a disfrutar de la vida sin tapujos. La primavera son todos los meses de año y no unas semanas, la sequía la conocerán cuando se casen. Cuando se cabreaba y nos reñía porque no le hacíamos caso, nos decía que para perder el tiempo, nos fuéramos a ver los culos y las tetas las extranjeras, especialmente las suecas cuando visitaban la universidad. Si recordáis en aquella época los pantalones de pana fina hacían culos muy potentes, al igual que un par de marcas de pantalones vaqueros. “Fíjense, fíjense, que maravilla de prendas”
Decía:” Los moteros, esos si que saben, menudas jacas llevan de paquetes, eso son damas y no las de los caballeros andantes , que viejo me pilla esto”
Don Maxi tenia una porte muy elegante, tanto en las formas, como en el vestir, un auténtico dandy. Su mujer, la profesora de ciencias naturales, estaba bastante buena, doña Fenotipo como la conocíamos era borde, antipática, desagradable y un auténtico con coco, muy exigente. Responsable de que muchas alumnado abandonase el interés por las ciencias la naturaleza.Eso si, tipazo alta, buen y prieto culo adivinable tras las faldas y vestidos que gastaba. En la adivinación se incluía un buen par de tetas, casi siempre clandestinas. Inspiradora también, sin duda.
El marqués Don Maxi, nos inculcaba a bucear en los autores literarios. “Les obligan a ustedes a estudiar lo menos interesante. Busquen, busquen que no se arrepentirán, que yo se que les va a gustar, más de lo que se imaginan.”
Cuando se ponía estupendo, nos hablaba precisamente de aquellas obras prohibidas ,la mayoría de ellas con un alto contenido erótico. Gracias a él nos leímos sin rechistar el amante de Lady Charttely. Regaló a la clase tres o cuatro ejemplares de edición de bolsillo, que fueron pasando de mano en mano. Lo único que pidió es que los cuidásemos y así hicimos. Parafraseando a D.H. Lawerence nos metió en las venas a Nabokov, Margarite Duras, Bataille, Henri Miller y el trio con Anaïs Nin, el marques de Sade o Choderlos de Laclos, mucho antes de la película. Nuestro “primer trio”y no se olviden de un japonés que suena como cubata: Kawabata y sus bellas durmientes.
—“ Pregunten a la de latín, pregunte por Cátulo, Aretino y Ovidio. Mejor no le pregunten, le dirán que soy un guarro y un viejo verde. Lamento no poder hablarles de Bocaccio y otros autores, mas que nada, porque eso lo descubrirán ustedes, si quieren” “No le digo que se vistan, pero ahí tienen la ropa, un ropero extenso..”
Algunos, lo descubrimos.
También nos enseñó a buscar y encontrar en la literatura clásica, la pasión, los celos, el adulterio, el amor e ir al infierno. Le escuchamos oír la rima más célebre:
”Lo de la jodienda, no tiene enmienda”. “Ya lo entenderán y algunos, lo sufrirán” Se avecinan malos tiempos para uds.
Otra de sus fases célebres fue:
“ Se sorprenderán ustedes, también lo comprobarán cuando sean mayores, de la cantidad de personas a las que les gustan morder almohadas, algunas devorarlas, por muy mojigatas que puedan parecer. Dénle tiempo al tiempo” “advertidos están, es adictivo”
Otra de sus frases míticas que repetía:
“ y sobre todo… que si quieren un buen trabajo, tendrán que hacérselo uds. mismos.”
Y, efectivamente, tuvimos ocasión de comprobarlo y practicarlo.
“Todo hombre que se aprecie debe ser un buen erotómano. El caso de ser un buen pornógrafo, son palabras mayores y ustedes aún son muy jóvenes y yo no debo hablar de esto en clase Seguramente alguno de ustedes que ya haya tenido <soluciones nocturnas>, sabrá a que me estoy refiriendo. La mayoría posiblemente no y mantengan la bendita juventud inocente”.
— Don Maximiliano, decía Cubero..
— Mejor don Maxi, mejor hijo, don Maxi. Me gusta más mi nombre acortado
— Eso, Don Maxi maxi, si usted se hubiese llamado Vitoriano, lo podíamos haber llamado don Vito (lo pronunciaba bilabial con la p)
—Muy gracioso e irónico, como de costumbre usted, señor Cubero. ¡Qué imaginación tiene! Pues hubiese sido el Padrino y ya sabe.. y si no, se lo imagina, que imaginación no le falta.
Respondía Cubero, por lo bajini dando fe de la imaginación.
— Seguro que es don pito pitote y, por mucha sequía, todavía le pone unas buenas varitas a su mujer. La cantidad de pajas que me hecho con la Fenotipo, esa perica está para darle un buen revolcón todavía. Y tanto. Bien la “ Fenotipo”, Madamm Caggolen o alguna
Y efectivamente, Cubero en la clase de historia, cuando ponían diapositivas, se masturbaba en una esquina aprovechando la nocturnidad y el ruido del proyector, brindando la dedicatoria de las pajas.
Al final de curso, hicimos un comentario de texto que los woke de hoy hubiesen prohibido. Como él decía, si estuviese sido la época cervantinas me hubieran llevado a galeras.
No quiero se pesado, pero las lecturas que descubrí gracias a Don Maxi me trasladaron a nuevos mundos desconocidos. Tiempos de la Sonrisa Vertical, películas como Lunas de Hiel o Calígula… ¡que recuerdos”
Aprendí todo aquello que no aparecía en los libros oficiales, pero estaban en los libros de las bibliotecas, convertidas en mis amigas. La literatura erótica, incluso pornográfica me facilitó conocimientos suficientes para mi incipiente vida sexual por aquel entonces y para la posteriores “soluciones nocturnas”.
Fui un poco tarambana y no me apetecía continuar estudiando, no me gustaba. La lengua literatura se de daban bien, me gustaba leer, me apasionaban las clases del Marques del Mirador. El resto, no, para ser exactos y sinceros.
Que abandonara los estudios no quiere decir que no fuera un tío cultivado y leído. Más que la universidad de la calle, en mi propia universidad. Una esponja que se empapaba… Raro era el día que no echaba un ratito de lectura en esos tiempos muertos de la furgoneta. La ventaja de no tener móvil de aquella época, la lectura me daba un plus de conocimiento, de mundo y de expresión. Saber, conocer y adquirir labia al fin y al cabo, fundamental en momentos claves, directo y al grano con las palabras precisas. Para la vida y sobre todo para las chicas. Casi, infalible con un estilo indirecto con denominación de origen que entre otros se lo debo a Don Maxi.

No llegué a la selectividad. Abandoné el instituto para trabajar, no quería seguir estudiando. Seguí manteniendo amistades y mi compañero de pupitre Jorge ” Pumuki”se convertiría en uno de mis mejores amigos. No lo bautizó Cubero. Fue la profesora de latín conocida como “La puel-la”. También nos trataba de don y usted.
— don Jorge parece usted Pumuky. Están todos los sitios menos donde tiene que estar, posee el don la ubicuidad y todo lo contrario. ¿Ha pensado seriamente en ser un saltimbanqui profesional?
Lo sería pero de cama en cama. De ese mismo momento Jorge dejó de ser Jorge y fue Pumuky para todo el instituto. A Jorge nunca le desagradó . La Puel-la nos caía atodos muy bien, era respetuosa, no le hacía falta dar voces ni castigar. Al tratarnos de usted nos hacía sentirnos mayores e importantes. Eso si, nos decía que “ éramos unos danzantes indecentes mas pendientes de mirar a las compañeras del femenino, que al libro de latín, eso no es concebible, no lo concibo.”
Mientras mis compañeros se dedicaban a la selectividad yo me saqué el carnet de conducir a la primera.
Comencé a trabajar en una empresa de distribuciones comerciales, principalmente hostelería. Suministros de todo tipo, alimentarios, consumibles, higiene y sector bebidas alcohólicas. Los refrescos los llevaban otra sección. En la mía de bebidas espirituosas y destilados trabajábamos tres varones, yo el más joven, implicaba horarios menos habituales y tardíos a deshoras. Fui el último en llegar y me venía bien este desbarajuste: me permitía márgenes y licencias. Mis compañeros encantados por sus horarios convencionales.
Trabajar me daba un dinero y me ahorraba otro tanto en fiesta y copas, que era un plus añadido, amen de la furgoneta que me proporcionaba una infraestructura movil fundamental para el fin de semana, convertida en un picadero portátil maravilloso. Un buena reconversión que me prestaba una infraestructura impagable.
Trabajo en una ciudad mediana, con mucho movimiento en restauración y ambiente nocturno. Conocía todos los garitos interesantes, bares pub, discotecas y todo tipo de antros, ambientes y movimientos. También a todos los encargados y camareros/as, de estos locales quienes me garantizaban barra libre en sus locales e invitaciones de todo tipo casi siempre. Yo correspondía repartiendo generosamente los detalles comerciales de las distintas casas y distribuidores. Que entonces no eran moco de pavo. Todo un mundo el merchandaising con su “mercado”. Respetaba a las azafatas, no competía en su terreno y no pisaba las mangueras que no debía pisar. Ello me confería cierto estatus y respeto. Enseguida entendí y comprendí que, en la noche, había “pastel” para todos, solo había que saber donde, cuando y como pisar.
Fisicamente me considero un tipo normal: 1, 75, moreno, tirillas, deportista ocasional y no bebedor salvo excepciones de interés. El cargar y descargar me ahorraba el gimnasio, me permitía mantener una tono muscular interesante y buena forma. Debería haberme patrocinado la marca de refrescos de cola más universal. Si aceptaba algún chupito de alto standing y las copas en el momento oportuno.
Sin ser un apasionado de moda y tendencias me cuidaba. Las apariencias pueden engañar pero el algodón, no. Una buena presencia, garantizaba puertas de acceso. Importante un afeitado apurado suave y un buen perfume. Mi favorito: Carol*** Her***ra, un estuche como morado con lunares de color blanco y una línea amarilla. El primer estuche me lo trajeron los reyes magos… para que luego digan… y me sentó fenomenal. Todo el mundo decía que “olía bien”. Se rumoreaba que tenía feromonas. Después de leer algún fragmento de libro y preguntar, me dijeron que eran unas sustancias que los organismos liberaban y que solían utilizarse en reproducción animal. Sobre el uso en humanos en ciertos perfumes había un debate científico. Realmente me daba igual, olía bien, me gustaba y gustaba a las chicas…Nada que añadir. En una campaña navideña, las típicas de cofres, con toallas, neceseres y demás me “entró como obsequio”, un mini envase dispensador recargable. Una de las mejores inversiones. Me permitía llevar el perfume para usarlo en cualquier momento. Inseparable en mi bolsillo izquierdo desde entonces.
En el vestir, nada de complicaciones, dos o tres pantalones vaqueros de la mítica marca legendaria, en todos variados. Me sentaban bien y fácilmente combinables, con camisas y alguna cazadora. De vez en cuando, un toque más elegante con unos pantalones de pinzas.

Como os decía antes, trabajo en una una empresa de distribución de tamaño considerable, con cerca de 120 empleados y se dedica servicios varios, distribución de alimento, bebidas carbonatadas y alcoholicas. Almacenaba y distribuía las mejores marcas nacionales y de importación, como se decía entonces. Aunque no eran tiempos de paridad, en el sector administrativo trabajaban bastantes chicas, amén de las jefas y secretarias de dirección, con un par de ellas había “intimado”, especialmente con una aficionada a las faltas cortas y la poca discreción. Luego dicen de nosotros.
Al jefazo, lo que hoy es un CEO , lo conocíamos de vista y lo veíamos una o dos veces al año y poco más. De las secretarias de dirección (succión como las llamaba Carlitos, un compañero a punto de jubilarse) oíamos el repique de tacones, el rastro de sus perfumes y teorías variadas. Tabú total. En términos de hoy día: territorio Champions. Era otro mundo, otra cosa, otra historia. Esas secretarias “pertenecían” reservadas a los jefes. Eran auténticos ejemplares, esa es la palabra, dignos de belleza y contemplación. Hablaban en idiomas, algo muy importante, ya lo decía Madamm Cagoolenn , que el francés era más que un idioma. No me cabía la menor duda.
Solía lidiar con tres jefas, mas o menos cercanas, con sus respectivos aires de divinidad. Una, la directora de RR.HHf, otra, la jefa de logística y distribución y la mas directa, la sección de alcohol y destilados, a la que siempre “ resultaba agraciada” con los viajes a la República Dominicana” que organizaba anualmente el grupo principal de productores de ron, reservados a directivos y a uno o dos empleados. No solo el viaje sino también los mejores detalles. Vamos, meritocracia en estado puro.
A los mortales, nos quedaba el consuelo de los y las machacas. Ella más cercanas, amables y disponibles. Había escarceos eran abundantes, sobre todo en la cena anual de empresa.
Toca hablar de la furgoneta Avia, mi fiel compañera durante el día y … los fines de semana. Estos la vaciaba. Un limpiado y aspirado, con añadido de unos visillos recién lavados en la ventana, un colchón de 1,90 por 90, con su respectivo juego de sábanas limpias. Completaba la estancia con una nevera tipo minibar, con una cubitera externa que garantizaban bebidas frescas y cubitos de hielo hasta el amanecer. Ambas cortesía de dos de las marcas de bourbon y ron mas consumidas del planeta. Media docena de velas repartidas estratégicamente , unas chocolatinas delicatesen estratégicamente colocadas y un surtido adecuado de licores, conferían un ambiente ideal. La furgoneta incombustible Avia 4000 doble furgón, tenia un encanto parecido al mítico modelo VW y un traqueteo inconfundible
Una norma inquebrantable: nadie conocía la existencia de esta transformación excepto Pumuki, todas las visitantes, alguna repetidora discreta y una compañera… Mas adelante sabría que la voz se había corrido…
Ese sábado noche, como todas las que salía de fiesta, dejé estratégicamente aparcada la furgoneta, me atusé convenientemente y me di un toque de mi perfume en lugares estratégicos
Muy interesante! 🙌
 
3. Beatriz. Jefa 1
Ese sábado noche, como todas las que salía de fiesta, dejé, estratégicamente aparcada, la furgoneta en la zona de marcha. Convenientemente arreglado con el toque final de mi fiel perfume. Un look sencillo con un vaquero color tinta que me sentaba, según mi club de fans, estupendamente y una camisa azul marino ajustada.
Junto a un par de amigos tomamos unas cañas y continuamos con las copas. Las primeras en un par de pubs mas o menos tranquilo. Después nos fuimos al Qiu, un garito de moda. Siempre invitado como en la mayoría de los locales a los que repartía. Rober, el encargado hacia lo mismo con la segunda ronda de mis amigos. Un crack de la noche: hacer funcionar los bares era una mezcla de talento en combinación con ser un macho alfa de manual, que distinguía ocio de negocio, olla y polla. Saludo, relaciones públicas y total control de la sala. Todos satisfechos.
A eso de las 2:00 de la mañana apareció Beatriz, mi jefa a de logística y distribución con su cohorte amigas, vestidas, atrevidamente, para la noche. La ocasión era la noche. El armamento de guerra, desplegado. Blanco y en botella. No era la mas jefa en rango pero mandaba mucho, la superjefa la llamábamos
Beatriz treinta y algunos, 1,70, ojos verdosos, estilosa, culo prieto y 95 de pecho a simple vista.. Altiva y con carácter en el trabajo, saque demoledor cuando lo usaba. Una sargenta de hierro, sargento metálica que decía Carlitos (25 años en la empresa, el diminutivo imaginaros irónicamente el porque), a quien se la traían flojas todas las jefaturas… para lo que me queda en el convento y aún le quedaba. Mi jefa vestía a diario traje ejecutivo dos piezas, generalmente pantalón. Clásica, media melena a veces recogida en cola de caballo y maquillaje sutil. Ornamentos discretos, gafas de cerca que de confieren un toque sexy. Muy diferente a la vida civil, nocturna en este caso, la Dra. Jeckill & Mss Hide.
Esa noche lucía un vestido corto con botines, chupa tipo rockero, pendientes alargados y maquillaje mas evidente de lo habitual, realzando sus facciones. Atractiva no, lo siguiente.
Se acercaron a escasos metros en la barra donde nos encontrábamos. Sacó a relucir su carácter pidiendo con seguridad aplastante sus consumiciones: copas buenas con licores selectos de importación. Dejó propina. Conocedora del percal.
Me había reconocido, sin duda. Después de brindar con sus amigas se dignó a saludarme.
Marcando tiempos, rictus de dura y copa en mano se acercó:
— Santiago, pórtate bien, que la semana se presenta cruda ( se aproximaban las ferias de la ciudad) y tienes que estar a tope.
- Mire Jefa Beatriz: No es bueno, mezclar el trabajo con el ocio. No me toques los coj***es, ya lo haces durante la semana. Aquí no. No estamos en el curro. Este no es tu territorio y no estoy de servicio. No me gustaría ser desagradable. ¿He fallado alguna vez?, dime.
—Santi…ago.. Balbuceó una asombrada Beatriz. No seas soez, recuerda que soy tu jefa.
—Aquí y ahora tú no eres mi jefa, mi jefa es esta ( señalándose el paquete). Es la única que manda y siempre está a tope y cruda, muy cruda. Esta es la que manda (seguía señalándomela). Así que ya sabes…Los huevos si me los puedes tocar, de otra forma y hacer lo que quieras con ellos pero no laboralmente. El lunes, me crujes, lo harás. Tu sabrás si quieres que el reparto en ferias lo haga la señora madre de alguien.
Beatriz y sus amigas, con los ojos fuera de las órbitas, sin abrir boca. Un silencio que se podía cortar pese a la altura de la música de fondo. Las amigas con alianza y vestidas para demoler. El panorama: una con pitonazos descomunales, otra apretada con una falda por encima de las rodillas y la otra una gamba, con una cara de diabla, intercambiaban miradas, conteniéndose. Mis amigos en fuera de juego, tensos y expectantes, mirándose entre ellos totalmente acongojados. Yo, oteando horizontes lejanos y cercanos daba un sorbo a mi consumición. Sostuve la mirada con mi jefa laboral, me la aguantó.
Las chicas, seguramente achispadas, rompieron la tensión y entre risitas se daban codazos. Nos escanearon de arriba a abajo, sonriendo al fin. La mas tetona se ajusto el sujetador como si fuera una faja.
Mis amigos, estatuas de sal. Mucha boca y nulo atrevimiento. Ni un miserable quite. Amonestados.
En aquellos tiempos, los teléfonos móviles, en las películas. Total nada que perder y nada de lo que arrepentirme. Alea jacta est que diría la Puel-la. De perdidos al río y, sin ningún tipo de esperanza, lancé mi órdago final:
— Estaré en el Quantic en una hora y media. La que quiera o las que queráis ( tengo para todas) conocer a mi jefa, me venís a ver, os invito a una copa. Mi jefa es dura e implacable, no os quepa duda pero ella si os cabrá, dije mirando fijamente a Beatriz. Mi jefa no suele defraudar.
Mi jefa laboral y sus amigas, fruncieron el ceño, recogieron sus copas y se trasladaron a la zona de baile, contorneándose entre cuchicheos.
— Entre jefas está el juego, dije.
Mis amigos reaccionaron…a buenas horas, mangas verdes.
— Yeicob, de esta te echan… te has pasado tres pueblos.
Sonreí a la panda de cagados de mis amigos.. Sin más.
— ¡Vaya ayudas.
— Estas aparecen puntuales.¿ Que nos jugamos? El Pumuki os contará. Esta noche no ha ocurrido nada laboralmente hablando, al tiempo. No habrá ninguna consecuencia ni esta semana ni las que vienen. No es fácil que encuentren otro como yo de la noche a la mañana y menos la semana de ferias.
Al fondo despreocupadas y desbocadas bailaban como locas, sabiéndose, como diríamos hoy. empoderadas, y centro de atención.

Apuramos nuestras bebidas y buscamos otro garito. Una hora y cuarto después tomé posición y posesión, en el rincón de la barra principal del Quantic desde donde se controlaba todo el garito. No me hacia falta pedir. Sabían que y como me gustaba. Me esperaba Pumuki me dio un abrazo y brindamos.
Teníamos abono en la barra de Quantic, en la esquina. Donde reinaba Chema, uno de los mejores camareros que conocido. La trampa y el cebo atractivo para los tíos, era una camarera de tetas grandes que impepinablemente no llegaba a la altura de los talones de Chema cuando se trataba de preparar combinados, en lo demás era imbatible. Tácitamente nos juntábamos allí cuando salíamos y cerrábamos la noche.

Pumuky fue compañero de pupitre por coincidencia de apellido durante un par de años. Esa coincidencia se convirtió en una solida amistad que comenzó con los apuntes de don Maxi que yo le pasaba… y mil batallas que nos curtieron. Lo tuvo todo por haber sido un excelente jugador. Delantero de los buenos , de los de meter goles, tipo Romario, con el que le gustaba compararse era público y en la fiesta. Con un cañón en la pierna izquierda. pero no tenía demasiado interés en hacer la pretemporada con el equipo juvenil de División de Honor. Prefería las romerías y las fiestas populares hasta la llegada del otoño.
Fue seguido por ojeados de primera división y le propusieron probar con el equipo de LigaNacional División de Honor. Ello implicaba sacrificar el verano y en vez de estar disfrutando con los ligues, piscina y noche, tuviera que ir a entrenar y llevar vida casi monacal. De vocación tardía, como toda nuestra generación, descubriría que el cañón lo tenía en otro sitio, más que por longitud por grosor y resistencia. Fue el adiós al futbol, seria unos años mas tarde.
Ambos serenos oteando el horizonte como una especie de inacabada tesis doctoral de madrugada, con un encomiable y eterno trabajo de campo, éxitos, fracasos, intentos.
Casi siempre acababan con una apuesta de quien pagaba el café con churros y el chupito de aguardiente con granadina de nuestro barrio. Pocas veces porque Pumuky era un francotirador donde ponía el ojo ponía primero la bala y luego la polla. Aunque a veces indultaba acariciando el gatillo y dejánndolas marchar con el día. Ocasiones falladas que, a veces, lamentaba. Cuando indultaba o fallaba: había churros.
—¿Que miras?, cuenta pareces inquieto.
— Curiosidad, tengo curiosidad, nada más
Estábamos en nuestras disertaciones en el horizonte cuando la vi aparecer.

Consulté mi reloj y la puerta de entrada: Beatriz, cabeza en alto y pisada contundente, cruzaba el rubicón del Quantic dirigiéndose hacia donde me encontraba. Precisa y puntual, como de costumbre
Pumiki exclamó:
—!Vaya piba!
— Mi jefa, dije como no quiere la cosa y esbozando una sonrisa de oreja a oreja.
— No me jodas.
Pedí a la camera la misma copa de ginebra de importación que Beatriz había pedido en el Qiu. Preparada.
Se acercó hacia donde estábamos y saludó. Nada mas hacerlo y, antes de que dijera nada, le planté su copa favorita en su mano. Sorprendida ,sin palabras, elocuente, no dijo nada pero dijo mucho.
— Se lo que te gusta.
— ¿Seguro?
— No lo dudes. Soy observador, aquí y a diario. Se lo que te gusta, pero antes tendrás que beber algo.
Beatriz desconcertada, sonrió y alzó la copa chocando con la mía y la de Pumuki. Pumu, con habilidad y discreción, se excusó haciendo mutis por el fondo. Clavó su mirada en la mia.
La jefa en comandante, me dijo:
— Así que sabes lo que me gusta… Si no me conoces…
Le devolví la clavada a sus ojos :
— ¿Lo dudas? Tu crees que sabes pero a lo mejor no sabes lo que yo se.
La mirada de Beatriz buscó, sin disimulos, mi entrepierna durante breves segundos. Luego sostuvo la mirada.
— ¿Y a ti que te gusta? Disparó sin desenfundar
— Todo. Tendrás ocasión de comprobarlo… si quieres.

Beatriz aparentaba control, solo aparentaba. No llevaba las riendas ni dominaba la situación. Falta de costumbre. La coraza de la dureza laboral aquí no le iba a servir y conmigo, menos. Se colocaba y recalcaba su melena suelta, marcaba tipo, sacaba pecho, sorbía su copa. Silenciosa, escudriñando con su mirada. Sonreía. Me miraba. Hacia como que buscaba en el fondo de la sala. Pumuki, desde desde arriba me arengaba.
Mi silencio la incomodaba. Claramente estaba en guardia, expectante. Acortaba las distancias haciendo como que bailaba, percibía su perfume, intenso y caro, como ella.
Orgullosa, no daría el primer paso. Sonreía desafiante.
Momento de quemar las naves en la noche de los órdagos. Lancé el definitivo. El no, ya lo tenía asegurado. Las posibilidades de que cayera la breva, eran pocas. Todo lo que llegara sería una hazaña. Esa es la palabra.

—Voy al aseo, dije. Puedes dejar tu bolso en la barra, no temas, nadie lo tocará.
Despacio, sin mirar atrás y con andar torero, me dirigí al baño.
La fama de antro del Quantic era mas propia de la decoración que del saber hacer. Bebidas y licores de calidad y aseos cuidados. La indecencia y la falta de puntería, sobre todo de los varones ,se limpiaban varias veces a largo de la noche. Era curiosa la hornacina, con cenicero incluido, encima de los urinarios verticales para depositar las consumiciones mientras se evacuaba.
Me detuve justo antes de la puerta, Sentí un aliento en mi nuca y unos labios cerca de mi oreja.
— ¡Cabrón, pedazo de cabrón! Musitó la jefa, su mano en mi cintura merodeando mi culo. Me giré observando su mirada, entregada. La suerte y, la decisión, echadas.
Ahora o nunca.
Tomé la mano de Beatriz y la arrastré al interior del aseo. Con un suave puntapié abrí la puerta de una cabina, echando el cerrojo nada mas entrar. La atraje hacia mi, sostuve la mirada clavando mis ojos en los suyos y busque, con mi lengua, las profundidades de su boca. Se desató la tormenta, con ambas manos amase sus gluteos, duros. Con mi mano derecha palpé su pubis, por encima del vestido; la humedad delataba su grado de excitación. Sus pezones clavados en mi pecho y Beatriz besando como si no hubiera un después. Besos con sabor a gintonic. La separé ligeramente pellizcando sus pechos. Con una palmada en el cachete izquierdo, la ordené:
— Date la vuelta.
Obedeció sin dudar. La jefa sometida… Si lo vieran… la puse a dos manos contra la pared.
Apreté mi pecho sobre su espalda, mi paquete sobre su culo, manteniendo la presión con mi polla endurecida.
— Me encanta… le susurre al odio. Me encanta verte así… de jefa a jefa…Tendrás tu merecido…¿porque te lo mereces, verdad?
— Si, si ,susurraba, gemía entrecortadamente.
Desde atrás amasaba ambas tetas sobre el vestido. Con lentitud baje mi mano derecha y subí el vestido hacia arriba. Con un tirón seco, rompí sus delicadas braguitas empapadas. Hice un guiñapo y le ordené que abriera la boca, introduciéndoselas en ella. Obedeció.
Mi dedo corazón accedió a su vulva encharcada, el resto de la humedad lo desplacé con el dedo indice hasta su culito, merodeando la entrada de la puerta trasera. Hice presión con mi mano izquierda sobre tus teta mas cercana y al unísono introduje un dedo en su ano. No protestó. Lo saqué y volví a introducirlo acompañado del indice con movimientos circulares.
— Hice amago de sacarla
— Sigue, sigue, suplicó.
Saque ambos dedos los acerqué a mi boca y escupí sobre ellos una buena cantidad de saliva que acerque a su puerta trasera, amasando. Beatriz, sometida, gemía… se dejaba.
Coloqué el glande sobre su ano e hice una ligera presión. Le costó entrar pero no avanzaba en su culito deliciosamente estrecho.
— No te pares ahora…
— No se… dije…No tengo gomas.
— No seas mas carbón…metemela.
De un golpe seco clavé mis 17 centímetros en su trasero.
Hoy quien da por culo soy yo. Merecido lo tienes, pensaba yo, al tiempo que comencé a bombear mientras los dedos de mi mano izquierda se encargaron de su clítoris. Golpes secos y duros, laque hoy llaman empotrar. Beatriz jadeaba, gemía. Ojos cerrados, mandíbula apretada. Seguí dándole con fuerza. Noté un liquido constante y caliente que se deslizaba piernas abajo. Se estaba corriendo. Incrementé el bombeo, con un par de golpes secos, hasta correrme y llenar su culo con mi lefa. Saqué mi polla y pude comprobar que la leche rebosaba su trasero. Recogí una muestra con mi dedo indice. Le di la vuelta y la puse en su boca.
— Es un aperitivo. Luego tendrás un biberón en toda regla.
Me miró extrañada.
— Si un biberón, mujer de poca fé.
—¿Un biberón?
— Un biberón. Eso.
Se recompuso el vestido y se deshizo de su braguita ya inservible.
— No la tires.
-¿Las quieres de recuerdo?
— No, no te lo imaginas, ni lo sospechas. No preguntes mas. A su debido tiempo.
Con mirada inquisidora la lanzó hacía donde estaba. La atrape al vuelo, guardándola en el bolsillo trasero izquierdo.
Se recompuso: pelo y vestido. Me dio un muerdo. Regresamos
A la barra donde nos esperaban dos copas. Su bolso, donde lo dejó.
La cazadora cazada rompió el hielo.
—Hueles muy bien.
Date la vuelta, gírate sobre ti misma, como si bailaras. Dije mientras sostenía mis ojos en ella.
—¿Que miras?
— A ti, el culo que acabo de gozar, saber que eres una perrita sin bragas ( me palpe el bolsillo trasero). Mira, mira como tienes a la jefa (podría apreciarse mi empalme)
—Si te crees que esto va a quedar así, estas … Tú a mí no me vas a dejar a medias pedazo de cabrón.
— No, no va a quedar así. Claro que no. Te voy a dar más de lo que te mereces y por supuesto me vas a limpiar bien el sable antes y después. No te quepa la menor duda. ¿Ya sabes quién es la jefa hoy? Lo sabes tu y lo se yo. Cuando la jefa diga algo, no rechistes
Sonrió. Después de dar un lingozato a su copa se relamió como una gatita y con los incisivos dentales superiores , se mordió el labio inferior.
Callé y sostuve la mirada. En mi interior pensaba que no era buena idea llevármela a la furgoneta. Disparar a quemar ropa me había funcionado:
-Vete pensando dónde, el cuando es inminente.
 
Última edición:
3. Beatriz. Jefa 1
Ese sábado noche, como todas las que salía de fiesta, dejé, estratégicamente aparcada, la furgoneta en la zona de marcha. Convenientemente arreglado con el toque final de mi fiel perfume. Un look sencillo con un vaquero color tinta que me sentaba, según mi club de fans, estupendamente y una camisa azul marino ajustada.
Junto a un par de amigos tomamos unas cañas y continuamos con las copas. Las primeras en un par de pubs mas o menos tranquilo. Después nos fuimos al Qiu, un garito de moda. Siempre invitado como en la mayoría de los locales a los que repartía. Rober, el encargado hacia lo mismo con la segunda ronda de mis amigos. Un crack de la noche: hacer funcionar los bares era una mezcla de talento en combinación con ser un macho alfa de manual, que distinguía ocio de negocio, olla y polla. Saludo, relaciones públicas y total control de la sala. Todos satisfechos.
A eso de las 2:00 de la mañana apareció Beatriz, mi jefa a de logística y distribución con su cohorte amigas, vestidas, atrevidamente, para la noche. La ocasión era la noche. El armamento de guerra, desplegado. Blanco y en botella. No era la mas jefa en rango pero mandaba mucho, la superjefa la llamábamos
Beatriz treinta y algunos, 1,70, ojos verdosos, estilosa, culo prieto y 95 de pecho a simple vista.. Altiva y con carácter en el trabajo, saque demoledor cuando lo usaba. Una sargenta de hierro, sargento metálica que decía Carlitos (25 años en la empresa, el diminutivo imaginaros irónicamente el porque), a quien se la traían flojas todas las jefaturas… para lo que me queda en el convento y aún le quedaba. Mi jefa vestía a diario traje ejecutivo dos piezas, generalmente pantalón. Clásica, media melena a veces recogida en cola de caballo y maquillaje sutil. Ornamentos discretos, gafas de cerca que de confieren un toque sexy. Muy diferente a la vida civil, nocturna en este caso, la Dra. Jeckill & Mss Hide.
Esa noche lucía un vestido corto con botines, chupa tipo rockero, pendientes alargados y maquillaje mas evidente de lo habitual, realzando sus facciones. Atractiva no, lo siguiente.
Se acercaron a escasos metros en la barra donde nos encontrábamos. Sacó a relucir su carácter pidiendo con seguridad aplastante sus consumiciones: copas buenas con licores selectos de importación. Dejó propina. Conocedora del percal.
Me había reconocido, sin duda. Después de brindar con sus amigas se dignó a saludarme.
Marcando tiempos, rictus de dura y copa en mano se acercó:
— Santiago, pórtate bien, que la semana se presenta cruda ( se aproximaban las ferias de la ciudad) y tienes que estar a tope.
- Mire Jefa Beatriz: No es bueno, mezclar el trabajo con el ocio. No me toques los coj***es, ya lo haces durante la semana. Aquí no. No estamos en el curro. Este no es tu territorio y no estoy de servicio. No me gustaría ser desagradable. ¿He fallado alguna vez?, dime.
—Santi…ago.. Balbuceó una asombrada Beatriz. No seas soez, recuerda que soy tu jefa.
—Aquí y ahora tú no eres mi jefa, mi jefa es esta ( señalándose el paquete). Es la única que manda y siempre está a tope y cruda, muy cruda. Esta es la que manda (seguía señalándomela). Así que ya sabes…Los huevos si me los puedes tocar, de otra forma y hacer lo que quieras con ellos pero no laboralmente. El lunes, me crujes, lo harás. Tu sabrás si quieres que el reparto en ferias lo haga la señora madre de alguien.
Beatriz y sus amigas, con los ojos fuera de las órbitas, sin abrir boca. Un silencio que se podía cortar pese a la altura de la música de fondo. Las amigas con alianza y vestidas para demoler. El panorama: una con pitonazos descomunales, otra apretada con una falda por encima de las rodillas y la otra una gamba, con una cara de diabla, intercambiaban miradas, conteniéndose. Mis amigos en fuera de juego, tensos y expectantes, mirándose entre ellos totalmente acongojados. Yo, oteando horizontes lejanos y cercanos daba un sorbo a mi consumición. Sostuve la mirada con mi jefa laboral, me la aguantó.
Las chicas, seguramente achispadas, rompieron la tensión y entre risitas se daban codazos. Nos escanearon de arriba a abajo, sonriendo al fin. La mas tetona se ajusto el sujetador como si fuera una faja.
Mis amigos, estatuas de sal. Mucha boca y nulo atrevimiento. Ni un miserable quite. Amonestados.
En aquellos tiempos, los teléfonos móviles, en las películas. Total nada que perder y nada de lo que arrepentirme. Alea jacta est que diría la Puel-la. De perdidos al río y, sin ningún tipo de esperanza, lancé mi órdago final:
— Estaré en el Quantic en una hora y media. La que quiera o las que queráis ( tengo para todas) conocer a mi jefa, me venís a ver, os invito a una copa. Mi jefa es dura e implacable, no os quepa duda pero ella si os cabrá, dije mirando fijamente a Beatriz. Mi jefa no suele defraudar.
Mi jefa laboral y sus amigas, fruncieron el ceño, recogieron sus copas y se trasladaron a la zona de baile, contorneándose entre cuchicheos.
— Entre jefas está el juego, dije.
Mis amigos reaccionaron…a buenas horas, mangas verdes.
— Yeicob, de esta te echan… te has pasado tres pueblos.
Sonreí a la panda de cagados de mis amigos.. Sin más.
— ¡Vaya ayudas.
— Estas aparecen puntuales.¿ Que nos jugamos? El Pumuki os contará. Esta noche no ha ocurrido nada laboralmente hablando, al tiempo. No habrá ninguna consecuencia ni esta semana ni las que vienen. No es fácil que encuentren otro como yo de la noche a la mañana y menos la semana de ferias.
Al fondo despreocupadas y desbocadas bailaban como locas, sabiéndose, como diríamos hoy. empoderadas, y centro de atención.

Apuramos nuestras bebidas y buscamos otro garito. Una hora y cuarto después tomé posición y posesión, en el rincón de la barra principal del Quantic desde donde se controlaba todo el garito. No me hacia falta pedir. Sabían que y como me gustaba. Me esperaba Pumuki me dio un abrazo y brindamos.
Teníamos abono en la barra de Quantic, en la esquina. Donde reinaba Chema, uno de los mejores camareros que conocido. La trampa y el cebo atractivo para los tíos, era una camarera de tetas grandes que impepinablemente no llegaba a la altura de los talones de Chema cuando se trataba de preparar combinados, en lo demás era imbatible. Tácitamente nos juntábamos allí cuando salíamos y cerrábamos la noche.

Pumuky fue compañero de pupitre por coincidencia de apellido durante un par de años. Esa coincidencia se convirtió en una solida amistad que comenzó con los apuntes de don Maxi que yo le pasaba… y mil batallas que nos curtieron. Lo tuvo todo por haber sido un excelente jugador. Delantero de los buenos , de los de meter goles, tipo Romario, con el que le gustaba compararse era público y en la fiesta. Con un cañón en la pierna izquierda. pero no tenía demasiado interés en hacer la pretemporada con el equipo juvenil de División de Honor. Prefería las romerías y las fiestas populares hasta la llegada del otoño.
Fue seguido por ojeados de primera división y le propusieron probar con el equipo de LigaNacional División de Honor. Ello implicaba sacrificar el verano y en vez de estar disfrutando con los ligues, piscina y noche, tuviera que ir a entrenar y llevar vida casi monacal. De vocación tardía, como toda nuestra generación, descubriría que el cañón lo tenía en otro sitio, más que por longitud por grosor y resistencia. Fue el adiós al futbol, seria unos años mas tarde.
Ambos serenos oteando el horizonte como una especie de inacabada tesis doctoral de madrugada, con un encomiable y eterno trabajo de campo, éxitos, fracasos, intentos.
Casi siempre acababan con una apuesta de quien pagaba el café con churros y el chupito de aguardiente con granadina de nuestro barrio. Pocas veces porque Pumuky era un francotirador donde ponía el ojo ponía primero la bala y luego la polla. Aunque a veces indultaba acariciando el gatillo y dejánndolas marchar con el día. Ocasiones falladas que, a veces, lamentaba. Cuando indultaba o fallaba: había churros.
—¿Que miras?, cuenta pareces inquieto.
— Curiosidad, tengo curiosidad, nada más
Estábamos en nuestras disertaciones en el horizonte cuando la vi aparecer.

Consulté mi reloj y la puerta de entrada: Beatriz, cabeza en alto y pisada contundente, cruzaba el rubicón del Quantic dirigiéndose hacia donde me encontraba. Precisa y puntual, como de costumbre
Pumiki exclamó:
—!Vaya piba!
— Mi jefa, dije como no quiere la cosa y esbozando una sonrisa de oreja a oreja.
— No me jodas.
Pedí a la camera la misma copa de ginebra de importación que Beatriz había pedido en el Qiu. Preparada.
Se acercó hacia donde estábamos y saludó. Nada mas hacerlo y, antes de que dijera nada, le planté su copa favorita en su mano. Sorprendida ,sin palabras, elocuente, no dijo nada pero dijo mucho.
— Se lo que te gusta.
— ¿Seguro?
— No lo dudes. Soy observador, aquí y a diario. Se lo que te gusta, pero antes tendrás que beber algo.
Beatriz desconcertada, sonrió y alzó la copa chocando con la mía y la de Pumuki. Pumu, con habilidad y discreción, se excusó haciendo mutis por el fondo. Clavó su mirada en la mia.
La jefa en comandante, me dijo:
— Así que sabes lo que me gusta… Si no me conoces…
Le devolví la clavada a sus ojos :
— ¿Lo dudas? Tu crees que sabes pero a lo mejor no sabes lo que yo se.
La mirada de Beatriz buscó, sin disimulos, mi entrepierna durante breves segundos. Luego sostuvo la mirada.
— ¿Y a ti que te gusta? Disparó sin desenfundar
— Todo. Tendrás ocasión de comprobarlo… si quieres.

Beatriz aparentaba control, solo aparentaba. No llevaba las riendas ni dominaba la situación. Falta de costumbre. La coraza de la dureza laboral aquí no le iba a servir y conmigo, menos. Se colocaba y recalcaba su melena suelta, marcaba tipo, sacaba pecho, sorbía su copa. Silenciosa, escudriñando con su mirada. Sonreía. Me miraba. Hacia como que buscaba en el fondo de la sala. Pumuki, desde desde arriba me arengaba.
Mi silencio la incomodaba. Claramente estaba en guardia, expectante. Acortaba las distancias haciendo como que bailaba, percibía su perfume, intenso y caro, como ella.
Orgullosa, no daría el primer paso. Sonreía desafiante.
Momento de quemar las naves en la noche de los órdagos. Lancé el definitivo. El no, ya lo tenía asegurado. Las posibilidades de que cayera la breva, eran pocas. Todo lo que llegara sería una hazaña. Esa es la palabra.

—Voy al aseo, dije. Puedes dejar tu bolso en la barra, no temas, nadie lo tocará.
Despacio, sin mirar atrás y con andar torero, me dirigí al baño.
La fama de antro del Quantic era mas propia de la decoración que del saber hacer. Bebidas y licores de calidad y aseos cuidados. La indecencia y la falta de puntería, sobre todo de los varones ,se limpiaban varias veces a largo de la noche. Era curiosa la hornacina, con cenicero incluido, encima de los urinarios verticales para depositar las consumiciones mientras se evacuaba.
Me detuve justo antes de la puerta, Sentí un aliento en mi nuca y unos labios cerca de mi oreja.
— ¡Cabrón, pedazo de cabrón! Musitó la jefa, su mano en mi cintura merodeando mi culo. Me giré observando su mirada, entregada. La suerte y, la decisión, echadas.
Ahora o nunca.
Tomé la mano de Beatriz y la arrastré al interior del aseo. Con un suave puntapié abrí la puerta de una cabina, echando el cerrojo nada mas entrar. La atraje hacia mi, sostuve la mirada clavando mis ojos en los suyos y busque, con mi lengua, las profundidades de su boca. Se desató la tormenta, con ambas manos amase sus gluteos, duros. Con mi mano derecha palpé su pubis, por encima del vestido; la humedad delataba su grado de excitación. Sus pezones clavados en mi pecho y Beatriz besando como si no hubiera un después. Besos con sabor a gintonic. La separé ligeramente pellizcando sus pechos. Con una palmada en el cachete izquierdo, la ordené:
— Date la vuelta.
Obedeció sin dudar. La jefa sometida… Si lo vieran… la puse a dos manos contra la pared.
Apreté mi pecho sobre su espalda, mi paquete sobre su culo, manteniendo la presión con mi polla endurecida.
— Me encanta… le susurre al odio. Me encanta verte así… de jefa a jefa…Tendrás tu merecido…¿porque te lo mereces, verdad?
— Si, si ,susurraba, gemía entrecortadamente.
Desde atrás amasaba ambas tetas sobre el vestido. Con lentitud baje mi mano derecha y subí el vestido hacia arriba. Con un tirón seco, rompí sus delicadas braguitas empapadas. Hice un guiñapo y le ordené que abriera la boca, introduciéndoselas en ella. Obedeció.
Mi dedo corazón accedió a su vulva encharcada, el resto de la humedad lo desplacé con el dedo indice hasta su culito, merodeando la entrada de la puerta trasera. Hice presión con mi mano izquierda sobre tus teta mas cercana y al unísono introduje un dedo en su ano. No protestó. Lo saqué y volví a introducirlo acompañado del indice con movimientos circulares.
— Hice amago de sacarla
— Sigue, sigue, suplicó.
Saque ambos dedos los acerqué a mi boca y escupí sobre ellos una buena cantidad de saliva que acerque a su puerta trasera, amasando. Beatriz, sometida, gemía… se dejaba.
Coloqué el glande sobre su ano e hice una ligera presión. Le costó entrar pero no avanzaba en su culito deliciosamente estrecho.
— No te pares ahora…
— No se… dije…No tengo gomas.
— No seas mas carbón…metemela.
De un golpe seco clavé mis 17 centímetros en su trasero.
Hoy quien da por culo soy yo. Merecido lo tienes, pensaba yo, al tiempo que comencé a bombear mientras los dedos de mi mano izquierda se encargaron de su clítoris. Golpes secos y duros, laque hoy llaman empotrar. Beatriz jadeaba, gemía. Ojos cerrados, mandíbula apretada. Seguí dándole con fuerza. Noté un liquido constante y caliente que se deslizaba piernas abajo. Se estaba corriendo. Incrementé el bombeo, con un par de golpes secos, hasta correrme y llenar su culo con mi lefa. Saqué mi polla y pude comprobar que la leche rebosaba su trasero. Recogí una muestra con mi dedo indice. Le di la vuelta y la puse en su boca.
— Es un aperitivo. Luego tendrás un biberón en toda regla.
Me miró extrañada.
— Si un biberón, mujer de poca fé.
—¿Un biberón?
— Un biberón. Eso.
Se recompuso el vestido y se deshizo de su braguita ya inservible.
— No la tires.
-¿Las quieres de recuerdo?
— No, no te lo imaginas, ni lo sospechas. No preguntes mas. A su debido tiempo.
Con mirada inquisidora la lanzó hacía donde estaba. La atrape al vuelo, guardándola en el bolsillo trasero izquierdo.
Se recompuso: pelo y vestido. Me dio un muerdo. Regresamos
A la barra donde nos esperaban dos copas. Su bolso, donde lo dejó.
La cazadora cazada rompió el hielo.
—Hueles muy bien.
Date la vuelta, gírate sobre ti misma, como si bailaras. Dije mientras sostenía mis ojos en ella.
—¿Que miras?
— A ti, el culo que acabo de gozar, saber que eres una perrita sin bragas ( me palpe el bolsillo trasero). Mira, mira como tienes a la jefa (podría apreciarse mi empalme)
—Si te crees que esto va a quedar así, estas … Tú a mí no me vas a dejar a medias pedazo de cabrón.
— No, no va a quedar así. Claro que no. Te voy a dar más de lo que te mereces y por supuesto me vas a limpiar bien el sable antes y después. No te quepa la menor duda. ¿Ya sabes quién es la jefa hoy? Lo sabes tu y lo se yo. Cuando la jefa diga algo, no rechistes
Sonrió. Después de dar un lingozato a su copa se relamió como una gatita y con los incisivos dentales superiores , se mordió el labio inferior.
Callé y sostuve la mirada. En mi interior pensaba que no era buena idea llevármela a la furgoneta. Disparar a quemar ropa me había funcionado:
-Vete pensando dónde, el cuando es inminente.
👏🫶🫶👏
 
3. Beatriz. Jefa 1
Ese sábado noche, como todas las que salía de fiesta, dejé, estratégicamente aparcada, la furgoneta en la zona de marcha. Convenientemente arreglado con el toque final de mi fiel perfume. Un look sencillo con un vaquero color tinta que me sentaba, según mi club de fans, estupendamente y una camisa azul marino ajustada.
Junto a un par de amigos tomamos unas cañas y continuamos con las copas. Las primeras en un par de pubs mas o menos tranquilo. Después nos fuimos al Qiu, un garito de moda. Siempre invitado como en la mayoría de los locales a los que repartía. Rober, el encargado hacia lo mismo con la segunda ronda de mis amigos. Un crack de la noche: hacer funcionar los bares era una mezcla de talento en combinación con ser un macho alfa de manual, que distinguía ocio de negocio, olla y polla. Saludo, relaciones públicas y total control de la sala. Todos satisfechos.
A eso de las 2:00 de la mañana apareció Beatriz, mi jefa a de logística y distribución con su cohorte amigas, vestidas, atrevidamente, para la noche. La ocasión era la noche. El armamento de guerra, desplegado. Blanco y en botella. No era la mas jefa en rango pero mandaba mucho, la superjefa la llamábamos
Beatriz treinta y algunos, 1,70, ojos verdosos, estilosa, culo prieto y 95 de pecho a simple vista.. Altiva y con carácter en el trabajo, saque demoledor cuando lo usaba. Una sargenta de hierro, sargento metálica que decía Carlitos (25 años en la empresa, el diminutivo imaginaros irónicamente el porque), a quien se la traían flojas todas las jefaturas… para lo que me queda en el convento y aún le quedaba. Mi jefa vestía a diario traje ejecutivo dos piezas, generalmente pantalón. Clásica, media melena a veces recogida en cola de caballo y maquillaje sutil. Ornamentos discretos, gafas de cerca que de confieren un toque sexy. Muy diferente a la vida civil, nocturna en este caso, la Dra. Jeckill & Mss Hide.
Esa noche lucía un vestido corto con botines, chupa tipo rockero, pendientes alargados y maquillaje mas evidente de lo habitual, realzando sus facciones. Atractiva no, lo siguiente.
Se acercaron a escasos metros en la barra donde nos encontrábamos. Sacó a relucir su carácter pidiendo con seguridad aplastante sus consumiciones: copas buenas con licores selectos de importación. Dejó propina. Conocedora del percal.
Me había reconocido, sin duda. Después de brindar con sus amigas se dignó a saludarme.
Marcando tiempos, rictus de dura y copa en mano se acercó:
— Santiago, pórtate bien, que la semana se presenta cruda ( se aproximaban las ferias de la ciudad) y tienes que estar a tope.
- Mire Jefa Beatriz: No es bueno, mezclar el trabajo con el ocio. No me toques los coj***es, ya lo haces durante la semana. Aquí no. No estamos en el curro. Este no es tu territorio y no estoy de servicio. No me gustaría ser desagradable. ¿He fallado alguna vez?, dime.
—Santi…ago.. Balbuceó una asombrada Beatriz. No seas soez, recuerda que soy tu jefa.
—Aquí y ahora tú no eres mi jefa, mi jefa es esta ( señalándose el paquete). Es la única que manda y siempre está a tope y cruda, muy cruda. Esta es la que manda (seguía señalándomela). Así que ya sabes…Los huevos si me los puedes tocar, de otra forma y hacer lo que quieras con ellos pero no laboralmente. El lunes, me crujes, lo harás. Tu sabrás si quieres que el reparto en ferias lo haga la señora madre de alguien.
Beatriz y sus amigas, con los ojos fuera de las órbitas, sin abrir boca. Un silencio que se podía cortar pese a la altura de la música de fondo. Las amigas con alianza y vestidas para demoler. El panorama: una con pitonazos descomunales, otra apretada con una falda por encima de las rodillas y la otra una gamba, con una cara de diabla, intercambiaban miradas, conteniéndose. Mis amigos en fuera de juego, tensos y expectantes, mirándose entre ellos totalmente acongojados. Yo, oteando horizontes lejanos y cercanos daba un sorbo a mi consumición. Sostuve la mirada con mi jefa laboral, me la aguantó.
Las chicas, seguramente achispadas, rompieron la tensión y entre risitas se daban codazos. Nos escanearon de arriba a abajo, sonriendo al fin. La mas tetona se ajusto el sujetador como si fuera una faja.
Mis amigos, estatuas de sal. Mucha boca y nulo atrevimiento. Ni un miserable quite. Amonestados.
En aquellos tiempos, los teléfonos móviles, en las películas. Total nada que perder y nada de lo que arrepentirme. Alea jacta est que diría la Puel-la. De perdidos al río y, sin ningún tipo de esperanza, lancé mi órdago final:
— Estaré en el Quantic en una hora y media. La que quiera o las que queráis ( tengo para todas) conocer a mi jefa, me venís a ver, os invito a una copa. Mi jefa es dura e implacable, no os quepa duda pero ella si os cabrá, dije mirando fijamente a Beatriz. Mi jefa no suele defraudar.
Mi jefa laboral y sus amigas, fruncieron el ceño, recogieron sus copas y se trasladaron a la zona de baile, contorneándose entre cuchicheos.
— Entre jefas está el juego, dije.
Mis amigos reaccionaron…a buenas horas, mangas verdes.
— Yeicob, de esta te echan… te has pasado tres pueblos.
Sonreí a la panda de cagados de mis amigos.. Sin más.
— ¡Vaya ayudas.
— Estas aparecen puntuales.¿ Que nos jugamos? El Pumuki os contará. Esta noche no ha ocurrido nada laboralmente hablando, al tiempo. No habrá ninguna consecuencia ni esta semana ni las que vienen. No es fácil que encuentren otro como yo de la noche a la mañana y menos la semana de ferias.
Al fondo despreocupadas y desbocadas bailaban como locas, sabiéndose, como diríamos hoy. empoderadas, y centro de atención.

Apuramos nuestras bebidas y buscamos otro garito. Una hora y cuarto después tomé posición y posesión, en el rincón de la barra principal del Quantic desde donde se controlaba todo el garito. No me hacia falta pedir. Sabían que y como me gustaba. Me esperaba Pumuki me dio un abrazo y brindamos.
Teníamos abono en la barra de Quantic, en la esquina. Donde reinaba Chema, uno de los mejores camareros que conocido. La trampa y el cebo atractivo para los tíos, era una camarera de tetas grandes que impepinablemente no llegaba a la altura de los talones de Chema cuando se trataba de preparar combinados, en lo demás era imbatible. Tácitamente nos juntábamos allí cuando salíamos y cerrábamos la noche.

Pumuky fue compañero de pupitre por coincidencia de apellido durante un par de años. Esa coincidencia se convirtió en una solida amistad que comenzó con los apuntes de don Maxi que yo le pasaba… y mil batallas que nos curtieron. Lo tuvo todo por haber sido un excelente jugador. Delantero de los buenos , de los de meter goles, tipo Romario, con el que le gustaba compararse era público y en la fiesta. Con un cañón en la pierna izquierda. pero no tenía demasiado interés en hacer la pretemporada con el equipo juvenil de División de Honor. Prefería las romerías y las fiestas populares hasta la llegada del otoño.
Fue seguido por ojeados de primera división y le propusieron probar con el equipo de LigaNacional División de Honor. Ello implicaba sacrificar el verano y en vez de estar disfrutando con los ligues, piscina y noche, tuviera que ir a entrenar y llevar vida casi monacal. De vocación tardía, como toda nuestra generación, descubriría que el cañón lo tenía en otro sitio, más que por longitud por grosor y resistencia. Fue el adiós al futbol, seria unos años mas tarde.
Ambos serenos oteando el horizonte como una especie de inacabada tesis doctoral de madrugada, con un encomiable y eterno trabajo de campo, éxitos, fracasos, intentos.
Casi siempre acababan con una apuesta de quien pagaba el café con churros y el chupito de aguardiente con granadina de nuestro barrio. Pocas veces porque Pumuky era un francotirador donde ponía el ojo ponía primero la bala y luego la polla. Aunque a veces indultaba acariciando el gatillo y dejánndolas marchar con el día. Ocasiones falladas que, a veces, lamentaba. Cuando indultaba o fallaba: había churros.
—¿Que miras?, cuenta pareces inquieto.
— Curiosidad, tengo curiosidad, nada más
Estábamos en nuestras disertaciones en el horizonte cuando la vi aparecer.

Consulté mi reloj y la puerta de entrada: Beatriz, cabeza en alto y pisada contundente, cruzaba el rubicón del Quantic dirigiéndose hacia donde me encontraba. Precisa y puntual, como de costumbre
Pumiki exclamó:
—!Vaya piba!
— Mi jefa, dije como no quiere la cosa y esbozando una sonrisa de oreja a oreja.
— No me jodas.
Pedí a la camera la misma copa de ginebra de importación que Beatriz había pedido en el Qiu. Preparada.
Se acercó hacia donde estábamos y saludó. Nada mas hacerlo y, antes de que dijera nada, le planté su copa favorita en su mano. Sorprendida ,sin palabras, elocuente, no dijo nada pero dijo mucho.
— Se lo que te gusta.
— ¿Seguro?
— No lo dudes. Soy observador, aquí y a diario. Se lo que te gusta, pero antes tendrás que beber algo.
Beatriz desconcertada, sonrió y alzó la copa chocando con la mía y la de Pumuki. Pumu, con habilidad y discreción, se excusó haciendo mutis por el fondo. Clavó su mirada en la mia.
La jefa en comandante, me dijo:
— Así que sabes lo que me gusta… Si no me conoces…
Le devolví la clavada a sus ojos :
— ¿Lo dudas? Tu crees que sabes pero a lo mejor no sabes lo que yo se.
La mirada de Beatriz buscó, sin disimulos, mi entrepierna durante breves segundos. Luego sostuvo la mirada.
— ¿Y a ti que te gusta? Disparó sin desenfundar
— Todo. Tendrás ocasión de comprobarlo… si quieres.

Beatriz aparentaba control, solo aparentaba. No llevaba las riendas ni dominaba la situación. Falta de costumbre. La coraza de la dureza laboral aquí no le iba a servir y conmigo, menos. Se colocaba y recalcaba su melena suelta, marcaba tipo, sacaba pecho, sorbía su copa. Silenciosa, escudriñando con su mirada. Sonreía. Me miraba. Hacia como que buscaba en el fondo de la sala. Pumuki, desde desde arriba me arengaba.
Mi silencio la incomodaba. Claramente estaba en guardia, expectante. Acortaba las distancias haciendo como que bailaba, percibía su perfume, intenso y caro, como ella.
Orgullosa, no daría el primer paso. Sonreía desafiante.
Momento de quemar las naves en la noche de los órdagos. Lancé el definitivo. El no, ya lo tenía asegurado. Las posibilidades de que cayera la breva, eran pocas. Todo lo que llegara sería una hazaña. Esa es la palabra.

—Voy al aseo, dije. Puedes dejar tu bolso en la barra, no temas, nadie lo tocará.
Despacio, sin mirar atrás y con andar torero, me dirigí al baño.
La fama de antro del Quantic era mas propia de la decoración que del saber hacer. Bebidas y licores de calidad y aseos cuidados. La indecencia y la falta de puntería, sobre todo de los varones ,se limpiaban varias veces a largo de la noche. Era curiosa la hornacina, con cenicero incluido, encima de los urinarios verticales para depositar las consumiciones mientras se evacuaba.
Me detuve justo antes de la puerta, Sentí un aliento en mi nuca y unos labios cerca de mi oreja.
— ¡Cabrón, pedazo de cabrón! Musitó la jefa, su mano en mi cintura merodeando mi culo. Me giré observando su mirada, entregada. La suerte y, la decisión, echadas.
Ahora o nunca.
Tomé la mano de Beatriz y la arrastré al interior del aseo. Con un suave puntapié abrí la puerta de una cabina, echando el cerrojo nada mas entrar. La atraje hacia mi, sostuve la mirada clavando mis ojos en los suyos y busque, con mi lengua, las profundidades de su boca. Se desató la tormenta, con ambas manos amase sus gluteos, duros. Con mi mano derecha palpé su pubis, por encima del vestido; la humedad delataba su grado de excitación. Sus pezones clavados en mi pecho y Beatriz besando como si no hubiera un después. Besos con sabor a gintonic. La separé ligeramente pellizcando sus pechos. Con una palmada en el cachete izquierdo, la ordené:
— Date la vuelta.
Obedeció sin dudar. La jefa sometida… Si lo vieran… la puse a dos manos contra la pared.
Apreté mi pecho sobre su espalda, mi paquete sobre su culo, manteniendo la presión con mi polla endurecida.
— Me encanta… le susurre al odio. Me encanta verte así… de jefa a jefa…Tendrás tu merecido…¿porque te lo mereces, verdad?
— Si, si ,susurraba, gemía entrecortadamente.
Desde atrás amasaba ambas tetas sobre el vestido. Con lentitud baje mi mano derecha y subí el vestido hacia arriba. Con un tirón seco, rompí sus delicadas braguitas empapadas. Hice un guiñapo y le ordené que abriera la boca, introduciéndoselas en ella. Obedeció.
Mi dedo corazón accedió a su vulva encharcada, el resto de la humedad lo desplacé con el dedo indice hasta su culito, merodeando la entrada de la puerta trasera. Hice presión con mi mano izquierda sobre tus teta mas cercana y al unísono introduje un dedo en su ano. No protestó. Lo saqué y volví a introducirlo acompañado del indice con movimientos circulares.
— Hice amago de sacarla
— Sigue, sigue, suplicó.
Saque ambos dedos los acerqué a mi boca y escupí sobre ellos una buena cantidad de saliva que acerque a su puerta trasera, amasando. Beatriz, sometida, gemía… se dejaba.
Coloqué el glande sobre su ano e hice una ligera presión. Le costó entrar pero no avanzaba en su culito deliciosamente estrecho.
— No te pares ahora…
— No se… dije…No tengo gomas.
— No seas mas carbón…metemela.
De un golpe seco clavé mis 17 centímetros en su trasero.
Hoy quien da por culo soy yo. Merecido lo tienes, pensaba yo, al tiempo que comencé a bombear mientras los dedos de mi mano izquierda se encargaron de su clítoris. Golpes secos y duros, laque hoy llaman empotrar. Beatriz jadeaba, gemía. Ojos cerrados, mandíbula apretada. Seguí dándole con fuerza. Noté un liquido constante y caliente que se deslizaba piernas abajo. Se estaba corriendo. Incrementé el bombeo, con un par de golpes secos, hasta correrme y llenar su culo con mi lefa. Saqué mi polla y pude comprobar que la leche rebosaba su trasero. Recogí una muestra con mi dedo indice. Le di la vuelta y la puse en su boca.
— Es un aperitivo. Luego tendrás un biberón en toda regla.
Me miró extrañada.
— Si un biberón, mujer de poca fé.
—¿Un biberón?
— Un biberón. Eso.
Se recompuso el vestido y se deshizo de su braguita ya inservible.
— No la tires.
-¿Las quieres de recuerdo?
— No, no te lo imaginas, ni lo sospechas. No preguntes mas. A su debido tiempo.
Con mirada inquisidora la lanzó hacía donde estaba. La atrape al vuelo, guardándola en el bolsillo trasero izquierdo.
Se recompuso: pelo y vestido. Me dio un muerdo. Regresamos
A la barra donde nos esperaban dos copas. Su bolso, donde lo dejó.
La cazadora cazada rompió el hielo.
—Hueles muy bien.
Date la vuelta, gírate sobre ti misma, como si bailaras. Dije mientras sostenía mis ojos en ella.
—¿Que miras?
— A ti, el culo que acabo de gozar, saber que eres una perrita sin bragas ( me palpe el bolsillo trasero). Mira, mira como tienes a la jefa (podría apreciarse mi empalme)
—Si te crees que esto va a quedar así, estas … Tú a mí no me vas a dejar a medias pedazo de cabrón.
— No, no va a quedar así. Claro que no. Te voy a dar más de lo que te mereces y por supuesto me vas a limpiar bien el sable antes y después. No te quepa la menor duda. ¿Ya sabes quién es la jefa hoy? Lo sabes tu y lo se yo. Cuando la jefa diga algo, no rechistes
Sonrió. Después de dar un lingozato a su copa se relamió como una gatita y con los incisivos dentales superiores , se mordió el labio inferior.
Callé y sostuve la mirada. En mi interior pensaba que no era buena idea llevármela a la furgoneta. Disparar a quemar ropa me había funcionado:
-Vete pensando dónde, el cuando es inminente.
Un francotirador y Pumuki con un cañon entre las piernas. Promete
 
4. Bea
Claramente tenía con un puntillo, un pedete lúcido como el de la serie.
Pidió una copa más, dijo
— La penúltima.
Dió un sorbo y mientras bebía, me miraba por encima de la copa de balón. una gota del gintonic se deslizó labios abajo, limpiándose con el dedo índice restregándolo muy despacio y volviendo a chuparlo. Parecía jugar al ataque, completamente desinhibida, mostraba su verdadero yo. No existía jerarquía laboral. Jugaba y disfrutaba. Materia de una nueva tesis doctoral con Pumuki
Se acercaba, se alejaba, bailoteaba. Iba y venia. Consciente, muy consciente, un animal erótico en ebullición creyendo que tiene la sartén por el mango, cuando realmente es la sartén la que hierve.
Era el momento
— ¿Nos vamos?. ¿Has pensado donde me vas a llevar? Si tú quieres claro. Si no ,ningún problema me voy a tomar un chocolate con churros.
Hizo una seña al camarero para que cobrase la consumición y tras abonarla dijo.
— Vámonos
Caminamos por la calle y me metió mano literalmente en el culo, dándome un cachete final para depositar su mano en mi cintura.
—Cuántas veces te han dicho que eres un cabronazo
— Tantas, como yo digo que mis jefas son unas santas.
— ¿Todas las jefas? ¿Incluida Bea?
— ¡Todas!, Todas Bea, Beatriz
— ¿No me vas a defraudar verdad? que algunos mucha boca y luego… estamos llegando
Y efectivamente, llegamos a un portal. Beatriz, saco una llave con la abrió la puerta principal. Me agarró de la mano accedemos al interior y me plantó un beso. Tiro de mí hacia el interior, subimos unas escaleras hasta la primera planta. Abrió a la primera la puerta y dijo…
—Shhhh, silencio.
No era el momento de hacerse preguntas de porque estábamos precisamente allí.
Voy al baño un momento.
Tardo un poquito más de la cuenta y escuché un sonido que podría ser perfectamente del videt. Deduje que estaría lavando los bajos, pero solo era una deducción.
Nada más salir, volvió a morderse el labio.
—Ven acércate y quítate las bragas, la dije.
—Serás hijo de la grandísima. Si no tengo bragas, me las ha roto.
—Entonces levántate el vestido. Es un morbazo saber que no llevas bragas. Busca a mi jefa y límpiala con tu boquita. Limpia el sable que te va a trocear, por delante y por detrás.
— Aqui no. Vamos al dormitorio.
Se volvió a morder el labio. Y dijo, así que esta es tu jefa, señalando con el dedo hacia mi bragueta.
—No, esta es la jefa.
—A que estás esperando para presentármela.
—Creo que no me has entendido bien antes. No estoy esperando, es ella la que te está esperando a ti, una limpieza en condiciones. Además, ya has tenido el gusto de conocerla.
Con la habilidad de hacerlo cotidianamente para otros menesteres, solté el botón de arriba de mi pantalón.
—Aquí está. Et voilá
Hice una seña con el dedo índice para que se viniese. Según se acercó con habilidad le di la vuelta y bajé la cremallera de su vestido. La volví a girar 180°.
—¿No te relames?
No le di tiempo a que lo hiciera. Le comí la boca directamente y con mi mano izquierda traje su cintura hacia mí. Metiendo mi lengua hasta el fondo, comiéndomela enterita. Después de un beso intenso, te dije al oído:.
—Y tú me vas a decepcionar a mí?
Mientras apretaba con firmeza su glúteo derecho
—La duda ofende guapito.
La aparté hacia atrás ligeramente, dándole una corta distancia, bajé las manos a su cintura, apreté ambos glúteos y las subí despacio, recreándome, casi en modo cosquillas hasta llegar a los corchetes de su sujetador. Los dedos se me enredaron ligeramente, pero lo desabroché, retirandola hacia atrás y enarbolando como una bandera, lo lancé sin saber donde caía.
—¿Que haces? dijo
—Te miró ¿no puedo? Te miró y te disfruto, me gustan tus tetas, en su justa medida, preciosas, druidas.Y tu pubis, con vello. Me encanta tu matojo.
Matojo qué palabra, hoy denostada o quizás de vuelta con el modo peludas. Por aquel entonces era lo que se estilaba, ya que no se solían arreglaban los bajos, al menos la mayoría.
No sé por qué me recordaba al platero de Juan Ramón Jiménez, su coño era pequeño, peludo y suave. A mayores ensortijado, como la portada de vinilo de un legendario disco de cantante negra de soul.
La atraje hacia mí de nuevo y desde la cintura, pero esta vez, llegando hasta sus dos pechos, amasándolos y recreándome en sus pezones duritos. Era una areola oscura, pequeñita y deliciosa. Me entretuve en ellos durante un ratito y después bajé la mano hasta su coño, hacía la mata ensortijada y suave que ocultaba sul clítoris. Por encima introduje mi dedo índice en el interior, totalmente humedecido de su coño. Gimió ligeramente. Incrementé la intensidad y Beatriz sus gemidos, cada vez con mayor intensidad. No sé si estaba apunto de correrse o no, pero frene en seco y saqué el dedo
Me miró con cara de mala leche, tanta que podría haberme matado.
— Tranquila todo se andará. Primero vas a hacer ese trabajito que tenemos pendiente. ¡Venga!
Se dirigió a mí, bajó la mano hacia mi paquete, y mirándome a los ojos fijamente, apretó muy fuerte, literalmente, agarrándome por los huevos, dijo:
—¡Eres un cabronazo, te vas a enterar!
Empezó a besarme y poco a poco cedió la presión Se entregó en un beso total y con su mano derecha recorrió mi pecho, comenzando a desabotonar despacio mi camisa, botón a botón, rozándome a propósito con la uña.Una vez sueltos todos los botones introdujo ambas manos acariciando toda la espalda, recorriendo arriba y abajo, muy despacio, exhalando su aliento sobre mi cuello
Su mano descendió hasta mi cintura, bordeándola y haciendo caer los pantalones
Para amasar y acariciar mi pene totalmente tieso
—Vaya vaya…
Se fue agachando hasta quedarse en cuclillas mirando mi ropa interior.
—Así que tú eres… tu eres la que he sentido por detrás.
—A ver, ayer… a ver e introdujo su mano por debajo del slip y amasó mis huevos, con suavidad. Deslizó con mucha habilidad de ropa interior hasta el pantalón a la altura de los tobillos
— ¡Levanta los pies, de uno en uno!, Con pericia se deshizo del mi pantalón.
— ¡Así me gusta más !…la jefa al desnudo, ambas jefas …ja jajaj
Miraba desde abajo con ojos inyectados en vicio. En cámara lenta, lo estoy viendo aun , aproximó sus labios a mi glande. Colocó una bola de saliva en sus manos, esparciéndola por toda mi polla, con un sube y baja. Luego un besito suave para introducir la mitad de mi capullo en su boca, rozandolo con sus incisivos para succionar en modo ventosa.
Se retiró hacia atrás y dijo:
— Vaya, vaya, me has petado el culito. La mordió perceptiblemente. Acto seguido, la introdujo toda en su boca, casi engulléndola.
La escena era inenarrable, hoy hubiese disfrutado grabándola con un teléfono móvil. La jefa superjefa la dueña y señora de los empleados de reparto, comiéndose la polla de un humilde trabajador. Mamando muy muy bien. Llevé mi mano hacia su cabeza y la retiré.
—Luego la segunda parte. Ahora voy a darte lo tuyo. La incorpore besándola ligeramente, deslizando los labios por su cuello y luego su pecho izquierdo, mordisqueando ligeramente el pezón.
Acerqué mi pantalón, localizando el bolsillo de las monedas y extraje un preservativo. Me lo enfundé sin dilación. Situé a Beatriz sobre la cama, separando sus piernas, colocándome encima de ella, penetrándola. Primero con suavidad, casi deteniendo el tiempo porque aún no daba crédito de lo que me estaba ocurriendo, no terminaba de creérmelo. Empecé a bombear y enseguida sonó el shop shop. Su coño estaba totalmente humedecido, y ella excitadisima. Incremente el el ritmo de un metisaca sencillo y duro. Gritó:
— Me corro, me corrooo
Continué con movimientos circulares muy despacio. Volvió a correrse. Salí de ella ordenándola que se pusiera en la postura del perrito a cuatro patas, la acoplé y volví a penetrarla con con un ritmo fuerte y seco. Duró cuatro o cinco minutos. Se corrió de nuevo.
Mi jefaza era muy multiorgásmica, aparte de viciosa. ¡Que gran descubrimiento!
La dije:
—Ahora voy a volver a ese culito tan delicioso. Voy a repetir
Me monté, nunca mejor dicho, encima de ella, metiéndosela con un bombeo lento mientras le comía la oreja y le susurraba la perrita que era.
No acostumbraba ser soez en estos casos, aunque la situación y la jefa quizás lo mereciese. Incrementé de nuevo el ritmo mientras por debajo introduje mi dedo en su coño. Continué frotando y empujando hasta que se corrió de nuevo. Me di la vuelta incorporándome, le dije,
— Acaba la limpieza del sable.
Obediente, empezó a chupar y hacer movimientos circulares con una mano.Volvió a comérsela enterita, completamente entregada.
Cuando estaba apunto de correrme, avise,, la pedí que me quitara el condón.
—Voy a correrme en tu boca, vas a tomarte el biberón prometido.
Beatriz, ahora Bea, sintió con la cabeza. Solté un chorro tremendo, lo tragó enterito.
Una vez que me corrí, me dijo:
—Eres una máquina cabrona.
Pasando su mano por mi barbilla, acariciándome dijo en voz bajita
— Santiaguito Santiaguito, que calladito te lo tenías.
No me lo podía creer, no era un sueño. Beatriz, la jefa Bea, despelotada y folladita a mi lado.
Era para vestirse , salir deprisa y contarlo. Algo que me decía que callara. Pumuki preguntaría…
Ser dueño de tus silencios. Lo fui. Gracias don Máxi.
Años después, os lo estoy contando
Ahí donde la veis, la súper jefa, es una gatita mansa y dulce que se deja y le gusta que le hagan de todo. Una auténtica loba mansa.
Bien surtida y repartida quedó. No dejó ni una gota

El lunes por la tarde después de salir del curro me acerque a un almacén de lencería en el que trabajaba uno de mis colegas. Le enseñé las braguitas rotas de Bea.
— Me llevo unas iguales y otras en rojo. Ponmelas para regalo. No hagas preguntas.
Al día siguiente me pasé por el despacho de Bea antes de que llegara y dejé sobre la mesa el paquete con las dos braguitas y una nota escrita a bolígrafo:
“La próxima vez, romperé las de color rojo”.
 
4. Bea
Claramente tenía con un puntillo, un pedete lúcido como el de la serie.
Pidió una copa más, dijo
— La penúltima.
Dió un sorbo y mientras bebía, me miraba por encima de la copa de balón. una gota del gintonic se deslizó labios abajo, limpiándose con el dedo índice restregándolo muy despacio y volviendo a chuparlo. Parecía jugar al ataque, completamente desinhibida, mostraba su verdadero yo. No existía jerarquía laboral. Jugaba y disfrutaba. Materia de una nueva tesis doctoral con Pumuki
Se acercaba, se alejaba, bailoteaba. Iba y venia. Consciente, muy consciente, un animal erótico en ebullición creyendo que tiene la sartén por el mango, cuando realmente es la sartén la que hierve.
Era el momento
— ¿Nos vamos?. ¿Has pensado donde me vas a llevar? Si tú quieres claro. Si no ,ningún problema me voy a tomar un chocolate con churros.
Hizo una seña al camarero para que cobrase la consumición y tras abonarla dijo.
— Vámonos
Caminamos por la calle y me metió mano literalmente en el culo, dándome un cachete final para depositar su mano en mi cintura.
—Cuántas veces te han dicho que eres un cabronazo
— Tantas, como yo digo que mis jefas son unas santas.
— ¿Todas las jefas? ¿Incluida Bea?
— ¡Todas!, Todas Bea, Beatriz
— ¿No me vas a defraudar verdad? que algunos mucha boca y luego… estamos llegando
Y efectivamente, llegamos a un portal. Beatriz, saco una llave con la abrió la puerta principal. Me agarró de la mano accedemos al interior y me plantó un beso. Tiro de mí hacia el interior, subimos unas escaleras hasta la primera planta. Abrió a la primera la puerta y dijo…
—Shhhh, silencio.
No era el momento de hacerse preguntas de porque estábamos precisamente allí.
Voy al baño un momento.
Tardo un poquito más de la cuenta y escuché un sonido que podría ser perfectamente del videt. Deduje que estaría lavando los bajos, pero solo era una deducción.
Nada más salir, volvió a morderse el labio.
—Ven acércate y quítate las bragas, la dije.
—Serás hijo de la grandísima. Si no tengo bragas, me las ha roto.
—Entonces levántate el vestido. Es un morbazo saber que no llevas bragas. Busca a mi jefa y límpiala con tu boquita. Limpia el sable que te va a trocear, por delante y por detrás.
— Aqui no. Vamos al dormitorio.
Se volvió a morder el labio. Y dijo, así que esta es tu jefa, señalando con el dedo hacia mi bragueta.
—No, esta es la jefa.
—A que estás esperando para presentármela.
—Creo que no me has entendido bien antes. No estoy esperando, es ella la que te está esperando a ti, una limpieza en condiciones. Además, ya has tenido el gusto de conocerla.
Con la habilidad de hacerlo cotidianamente para otros menesteres, solté el botón de arriba de mi pantalón.
—Aquí está. Et voilá
Hice una seña con el dedo índice para que se viniese. Según se acercó con habilidad le di la vuelta y bajé la cremallera de su vestido. La volví a girar 180°.
—¿No te relames?
No le di tiempo a que lo hiciera. Le comí la boca directamente y con mi mano izquierda traje su cintura hacia mí. Metiendo mi lengua hasta el fondo, comiéndomela enterita. Después de un beso intenso, te dije al oído:.
—Y tú me vas a decepcionar a mí?
Mientras apretaba con firmeza su glúteo derecho
—La duda ofende guapito.
La aparté hacia atrás ligeramente, dándole una corta distancia, bajé las manos a su cintura, apreté ambos glúteos y las subí despacio, recreándome, casi en modo cosquillas hasta llegar a los corchetes de su sujetador. Los dedos se me enredaron ligeramente, pero lo desabroché, retirandola hacia atrás y enarbolando como una bandera, lo lancé sin saber donde caía.
—¿Que haces? dijo
—Te miró ¿no puedo? Te miró y te disfruto, me gustan tus tetas, en su justa medida, preciosas, druidas.Y tu pubis, con vello. Me encanta tu matojo.
Matojo qué palabra, hoy denostada o quizás de vuelta con el modo peludas. Por aquel entonces era lo que se estilaba, ya que no se solían arreglaban los bajos, al menos la mayoría.
No sé por qué me recordaba al platero de Juan Ramón Jiménez, su coño era pequeño, peludo y suave. A mayores ensortijado, como la portada de vinilo de un legendario disco de cantante negra de soul.
La atraje hacia mí de nuevo y desde la cintura, pero esta vez, llegando hasta sus dos pechos, amasándolos y recreándome en sus pezones duritos. Era una areola oscura, pequeñita y deliciosa. Me entretuve en ellos durante un ratito y después bajé la mano hasta su coño, hacía la mata ensortijada y suave que ocultaba sul clítoris. Por encima introduje mi dedo índice en el interior, totalmente humedecido de su coño. Gimió ligeramente. Incrementé la intensidad y Beatriz sus gemidos, cada vez con mayor intensidad. No sé si estaba apunto de correrse o no, pero frene en seco y saqué el dedo
Me miró con cara de mala leche, tanta que podría haberme matado.
— Tranquila todo se andará. Primero vas a hacer ese trabajito que tenemos pendiente. ¡Venga!
Se dirigió a mí, bajó la mano hacia mi paquete, y mirándome a los ojos fijamente, apretó muy fuerte, literalmente, agarrándome por los huevos, dijo:
—¡Eres un cabronazo, te vas a enterar!
Empezó a besarme y poco a poco cedió la presión Se entregó en un beso total y con su mano derecha recorrió mi pecho, comenzando a desabotonar despacio mi camisa, botón a botón, rozándome a propósito con la uña.Una vez sueltos todos los botones introdujo ambas manos acariciando toda la espalda, recorriendo arriba y abajo, muy despacio, exhalando su aliento sobre mi cuello
Su mano descendió hasta mi cintura, bordeándola y haciendo caer los pantalones
Para amasar y acariciar mi pene totalmente tieso
—Vaya vaya…
Se fue agachando hasta quedarse en cuclillas mirando mi ropa interior.
—Así que tú eres… tu eres la que he sentido por detrás.
—A ver, ayer… a ver e introdujo su mano por debajo del slip y amasó mis huevos, con suavidad. Deslizó con mucha habilidad de ropa interior hasta el pantalón a la altura de los tobillos
— ¡Levanta los pies, de uno en uno!, Con pericia se deshizo del mi pantalón.
— ¡Así me gusta más !…la jefa al desnudo, ambas jefas …ja jajaj
Miraba desde abajo con ojos inyectados en vicio. En cámara lenta, lo estoy viendo aun , aproximó sus labios a mi glande. Colocó una bola de saliva en sus manos, esparciéndola por toda mi polla, con un sube y baja. Luego un besito suave para introducir la mitad de mi capullo en su boca, rozandolo con sus incisivos para succionar en modo ventosa.
Se retiró hacia atrás y dijo:
— Vaya, vaya, me has petado el culito. La mordió perceptiblemente. Acto seguido, la introdujo toda en su boca, casi engulléndola.
La escena era inenarrable, hoy hubiese disfrutado grabándola con un teléfono móvil. La jefa superjefa la dueña y señora de los empleados de reparto, comiéndose la polla de un humilde trabajador. Mamando muy muy bien. Llevé mi mano hacia su cabeza y la retiré.
—Luego la segunda parte. Ahora voy a darte lo tuyo. La incorpore besándola ligeramente, deslizando los labios por su cuello y luego su pecho izquierdo, mordisqueando ligeramente el pezón.
Acerqué mi pantalón, localizando el bolsillo de las monedas y extraje un preservativo. Me lo enfundé sin dilación. Situé a Beatriz sobre la cama, separando sus piernas, colocándome encima de ella, penetrándola. Primero con suavidad, casi deteniendo el tiempo porque aún no daba crédito de lo que me estaba ocurriendo, no terminaba de creérmelo. Empecé a bombear y enseguida sonó el shop shop. Su coño estaba totalmente humedecido, y ella excitadisima. Incremente el el ritmo de un metisaca sencillo y duro. Gritó:
— Me corro, me corrooo
Continué con movimientos circulares muy despacio. Volvió a correrse. Salí de ella ordenándola que se pusiera en la postura del perrito a cuatro patas, la acoplé y volví a penetrarla con con un ritmo fuerte y seco. Duró cuatro o cinco minutos. Se corrió de nuevo.
Mi jefaza era muy multiorgásmica, aparte de viciosa. ¡Que gran descubrimiento!
La dije:
—Ahora voy a volver a ese culito tan delicioso. Voy a repetir
Me monté, nunca mejor dicho, encima de ella, metiéndosela con un bombeo lento mientras le comía la oreja y le susurraba la perrita que era.
No acostumbraba ser soez en estos casos, aunque la situación y la jefa quizás lo mereciese. Incrementé de nuevo el ritmo mientras por debajo introduje mi dedo en su coño. Continué frotando y empujando hasta que se corrió de nuevo. Me di la vuelta incorporándome, le dije,
— Acaba la limpieza del sable.
Obediente, empezó a chupar y hacer movimientos circulares con una mano.Volvió a comérsela enterita, completamente entregada.
Cuando estaba apunto de correrme, avise,, la pedí que me quitara el condón.
—Voy a correrme en tu boca, vas a tomarte el biberón prometido.
Beatriz, ahora Bea, sintió con la cabeza. Solté un chorro tremendo, lo tragó enterito.
Una vez que me corrí, me dijo:
—Eres una máquina cabrona.
Pasando su mano por mi barbilla, acariciándome dijo en voz bajita
— Santiaguito Santiaguito, que calladito te lo tenías.
No me lo podía creer, no era un sueño. Beatriz, la jefa Bea, despelotada y folladita a mi lado.
Era para vestirse , salir deprisa y contarlo. Algo que me decía que callara. Pumuki preguntaría…
Ser dueño de tus silencios. Lo fui. Gracias don Máxi.
Años después, os lo estoy contando
Ahí donde la veis, la súper jefa, es una gatita mansa y dulce que se deja y le gusta que le hagan de todo. Una auténtica loba mansa.
Bien surtida y repartida quedó. No dejó ni una gota

El lunes por la tarde después de salir del curro me acerque a un almacén de lencería en el que trabajaba uno de mis colegas. Le enseñé las braguitas rotas de Bea.
— Me llevo unas iguales y otras en rojo. Ponmelas para regalo. No hagas preguntas.
Al día siguiente me pasé por el despacho de Bea antes de que llegara y dejé sobre la mesa el paquete con las dos braguitas y una nota escrita a bolígrafo:
“La próxima vez, romperé las de color rojo”.
🤌👏👏👏👏👏
 
4. Bea
Claramente tenía con un puntillo, un pedete lúcido como el de la serie.
Pidió una copa más, dijo
— La penúltima.
Dió un sorbo y mientras bebía, me miraba por encima de la copa de balón. una gota del gintonic se deslizó labios abajo, limpiándose con el dedo índice restregándolo muy despacio y volviendo a chuparlo. Parecía jugar al ataque, completamente desinhibida, mostraba su verdadero yo. No existía jerarquía laboral. Jugaba y disfrutaba. Materia de una nueva tesis doctoral con Pumuki
Se acercaba, se alejaba, bailoteaba. Iba y venia. Consciente, muy consciente, un animal erótico en ebullición creyendo que tiene la sartén por el mango, cuando realmente es la sartén la que hierve.
Era el momento
— ¿Nos vamos?. ¿Has pensado donde me vas a llevar? Si tú quieres claro. Si no ,ningún problema me voy a tomar un chocolate con churros.
Hizo una seña al camarero para que cobrase la consumición y tras abonarla dijo.
— Vámonos
Caminamos por la calle y me metió mano literalmente en el culo, dándome un cachete final para depositar su mano en mi cintura.
—Cuántas veces te han dicho que eres un cabronazo
— Tantas, como yo digo que mis jefas son unas santas.
— ¿Todas las jefas? ¿Incluida Bea?
— ¡Todas!, Todas Bea, Beatriz
— ¿No me vas a defraudar verdad? que algunos mucha boca y luego… estamos llegando
Y efectivamente, llegamos a un portal. Beatriz, saco una llave con la abrió la puerta principal. Me agarró de la mano accedemos al interior y me plantó un beso. Tiro de mí hacia el interior, subimos unas escaleras hasta la primera planta. Abrió a la primera la puerta y dijo…
—Shhhh, silencio.
No era el momento de hacerse preguntas de porque estábamos precisamente allí.
Voy al baño un momento.
Tardo un poquito más de la cuenta y escuché un sonido que podría ser perfectamente del videt. Deduje que estaría lavando los bajos, pero solo era una deducción.
Nada más salir, volvió a morderse el labio.
—Ven acércate y quítate las bragas, la dije.
—Serás hijo de la grandísima. Si no tengo bragas, me las ha roto.
—Entonces levántate el vestido. Es un morbazo saber que no llevas bragas. Busca a mi jefa y límpiala con tu boquita. Limpia el sable que te va a trocear, por delante y por detrás.
— Aqui no. Vamos al dormitorio.
Se volvió a morder el labio. Y dijo, así que esta es tu jefa, señalando con el dedo hacia mi bragueta.
—No, esta es la jefa.
—A que estás esperando para presentármela.
—Creo que no me has entendido bien antes. No estoy esperando, es ella la que te está esperando a ti, una limpieza en condiciones. Además, ya has tenido el gusto de conocerla.
Con la habilidad de hacerlo cotidianamente para otros menesteres, solté el botón de arriba de mi pantalón.
—Aquí está. Et voilá
Hice una seña con el dedo índice para que se viniese. Según se acercó con habilidad le di la vuelta y bajé la cremallera de su vestido. La volví a girar 180°.
—¿No te relames?
No le di tiempo a que lo hiciera. Le comí la boca directamente y con mi mano izquierda traje su cintura hacia mí. Metiendo mi lengua hasta el fondo, comiéndomela enterita. Después de un beso intenso, te dije al oído:.
—Y tú me vas a decepcionar a mí?
Mientras apretaba con firmeza su glúteo derecho
—La duda ofende guapito.
La aparté hacia atrás ligeramente, dándole una corta distancia, bajé las manos a su cintura, apreté ambos glúteos y las subí despacio, recreándome, casi en modo cosquillas hasta llegar a los corchetes de su sujetador. Los dedos se me enredaron ligeramente, pero lo desabroché, retirandola hacia atrás y enarbolando como una bandera, lo lancé sin saber donde caía.
—¿Que haces? dijo
—Te miró ¿no puedo? Te miró y te disfruto, me gustan tus tetas, en su justa medida, preciosas, druidas.Y tu pubis, con vello. Me encanta tu matojo.
Matojo qué palabra, hoy denostada o quizás de vuelta con el modo peludas. Por aquel entonces era lo que se estilaba, ya que no se solían arreglaban los bajos, al menos la mayoría.
No sé por qué me recordaba al platero de Juan Ramón Jiménez, su coño era pequeño, peludo y suave. A mayores ensortijado, como la portada de vinilo de un legendario disco de cantante negra de soul.
La atraje hacia mí de nuevo y desde la cintura, pero esta vez, llegando hasta sus dos pechos, amasándolos y recreándome en sus pezones duritos. Era una areola oscura, pequeñita y deliciosa. Me entretuve en ellos durante un ratito y después bajé la mano hasta su coño, hacía la mata ensortijada y suave que ocultaba sul clítoris. Por encima introduje mi dedo índice en el interior, totalmente humedecido de su coño. Gimió ligeramente. Incrementé la intensidad y Beatriz sus gemidos, cada vez con mayor intensidad. No sé si estaba apunto de correrse o no, pero frene en seco y saqué el dedo
Me miró con cara de mala leche, tanta que podría haberme matado.
— Tranquila todo se andará. Primero vas a hacer ese trabajito que tenemos pendiente. ¡Venga!
Se dirigió a mí, bajó la mano hacia mi paquete, y mirándome a los ojos fijamente, apretó muy fuerte, literalmente, agarrándome por los huevos, dijo:
—¡Eres un cabronazo, te vas a enterar!
Empezó a besarme y poco a poco cedió la presión Se entregó en un beso total y con su mano derecha recorrió mi pecho, comenzando a desabotonar despacio mi camisa, botón a botón, rozándome a propósito con la uña.Una vez sueltos todos los botones introdujo ambas manos acariciando toda la espalda, recorriendo arriba y abajo, muy despacio, exhalando su aliento sobre mi cuello
Su mano descendió hasta mi cintura, bordeándola y haciendo caer los pantalones
Para amasar y acariciar mi pene totalmente tieso
—Vaya vaya…
Se fue agachando hasta quedarse en cuclillas mirando mi ropa interior.
—Así que tú eres… tu eres la que he sentido por detrás.
—A ver, ayer… a ver e introdujo su mano por debajo del slip y amasó mis huevos, con suavidad. Deslizó con mucha habilidad de ropa interior hasta el pantalón a la altura de los tobillos
— ¡Levanta los pies, de uno en uno!, Con pericia se deshizo del mi pantalón.
— ¡Así me gusta más !…la jefa al desnudo, ambas jefas …ja jajaj
Miraba desde abajo con ojos inyectados en vicio. En cámara lenta, lo estoy viendo aun , aproximó sus labios a mi glande. Colocó una bola de saliva en sus manos, esparciéndola por toda mi polla, con un sube y baja. Luego un besito suave para introducir la mitad de mi capullo en su boca, rozandolo con sus incisivos para succionar en modo ventosa.
Se retiró hacia atrás y dijo:
— Vaya, vaya, me has petado el culito. La mordió perceptiblemente. Acto seguido, la introdujo toda en su boca, casi engulléndola.
La escena era inenarrable, hoy hubiese disfrutado grabándola con un teléfono móvil. La jefa superjefa la dueña y señora de los empleados de reparto, comiéndose la polla de un humilde trabajador. Mamando muy muy bien. Llevé mi mano hacia su cabeza y la retiré.
—Luego la segunda parte. Ahora voy a darte lo tuyo. La incorpore besándola ligeramente, deslizando los labios por su cuello y luego su pecho izquierdo, mordisqueando ligeramente el pezón.
Acerqué mi pantalón, localizando el bolsillo de las monedas y extraje un preservativo. Me lo enfundé sin dilación. Situé a Beatriz sobre la cama, separando sus piernas, colocándome encima de ella, penetrándola. Primero con suavidad, casi deteniendo el tiempo porque aún no daba crédito de lo que me estaba ocurriendo, no terminaba de creérmelo. Empecé a bombear y enseguida sonó el shop shop. Su coño estaba totalmente humedecido, y ella excitadisima. Incremente el el ritmo de un metisaca sencillo y duro. Gritó:
— Me corro, me corrooo
Continué con movimientos circulares muy despacio. Volvió a correrse. Salí de ella ordenándola que se pusiera en la postura del perrito a cuatro patas, la acoplé y volví a penetrarla con con un ritmo fuerte y seco. Duró cuatro o cinco minutos. Se corrió de nuevo.
Mi jefaza era muy multiorgásmica, aparte de viciosa. ¡Que gran descubrimiento!
La dije:
—Ahora voy a volver a ese culito tan delicioso. Voy a repetir
Me monté, nunca mejor dicho, encima de ella, metiéndosela con un bombeo lento mientras le comía la oreja y le susurraba la perrita que era.
No acostumbraba ser soez en estos casos, aunque la situación y la jefa quizás lo mereciese. Incrementé de nuevo el ritmo mientras por debajo introduje mi dedo en su coño. Continué frotando y empujando hasta que se corrió de nuevo. Me di la vuelta incorporándome, le dije,
— Acaba la limpieza del sable.
Obediente, empezó a chupar y hacer movimientos circulares con una mano.Volvió a comérsela enterita, completamente entregada.
Cuando estaba apunto de correrme, avise,, la pedí que me quitara el condón.
—Voy a correrme en tu boca, vas a tomarte el biberón prometido.
Beatriz, ahora Bea, sintió con la cabeza. Solté un chorro tremendo, lo tragó enterito.
Una vez que me corrí, me dijo:
—Eres una máquina cabrona.
Pasando su mano por mi barbilla, acariciándome dijo en voz bajita
— Santiaguito Santiaguito, que calladito te lo tenías.
No me lo podía creer, no era un sueño. Beatriz, la jefa Bea, despelotada y folladita a mi lado.
Era para vestirse , salir deprisa y contarlo. Algo que me decía que callara. Pumuki preguntaría…
Ser dueño de tus silencios. Lo fui. Gracias don Máxi.
Años después, os lo estoy contando
Ahí donde la veis, la súper jefa, es una gatita mansa y dulce que se deja y le gusta que le hagan de todo. Una auténtica loba mansa.
Bien surtida y repartida quedó. No dejó ni una gota

El lunes por la tarde después de salir del curro me acerque a un almacén de lencería en el que trabajaba uno de mis colegas. Le enseñé las braguitas rotas de Bea.
— Me llevo unas iguales y otras en rojo. Ponmelas para regalo. No hagas preguntas.
Al día siguiente me pasé por el despacho de Bea antes de que llegara y dejé sobre la mesa el paquete con las dos braguitas y una nota escrita a bolígrafo:
“La próxima vez, romperé las de color rojo”.
Ufff:polla2:
 
5. Marifé.

Marifé, mas cercana y agradable que las otras jefas, tenía carácter y dotes de mando.
En el curre, vestía, como las otras compañeras de jefatura . Con seriedad, faldas o trajes dos piezas que combinaba, a veces, con unos pantalones tejanos oscuros y chaqueta. Gustaba lucir pañuelos sobre la camisa que disimulaban unas tetas a considerar. No se apretaba, textualmente hablando. Fácil imaginar que camuflando el pecho evitaba comentarios desagradables y nuestros disfrutes visuales..
Algunos días vestía mas relajada con unos Le**s 501 negros con camisa holgada por fuera y su inevitable foulard. Esa marca de pantalones estaba hecha para su culo y viceversa. Otros llevaba ropa de sport en una bolsa de deporte, especialmente en primavera y podíamos verla salir de las oficinas con un vaquero y camisetas ceñidos, con gafas de sol y marcando paso tipo militar. El resto lo hacia en su vehículo, un Kaddet rojo.
Unos 40 años muy bien llevados. Divorciada y teñida, lucía melena aleonada propia de un anuncio de champú. Gustaba tomar una copa de vino a la hora de comer. En épocas de jaleo se llevaba el tuperware y comía en la salita habilitada a tal efecto. Nunca faltaba una buena botella de vino compartida con otros compañeros, especialmente con dos de sus colaboradores, Marian y Francis. Solían rematar con café y chocolatinas variadas. Faltaría mas trabajando en la empresa que faltasen estos productos. Sus gustos, bastantes refinados, aunque no alardeara de ello.
Pese a su jerarquía y dotes de mando, tenía el don de saber decir las cosas, en tiempo, lugar y forma adecuadas. A veces era tan sutil, que disfrazaba una orden inmediata en forma de sugerencia. Sugerencia y sugerente, que lo era. Otra de sus habilidades era desplegar antenas, conocía casi todo de todos. Como sabréis mas adelante, ciertas informaciones se las intercambiaban. Muy discreta y celosa con su vida privada, apenas nada sabíamos de ella, salvo que vivía en una zona noble de la ciudad. Utilizaba la salida del garaje para entrar y salir habitualmente. Le gustaba pasar desapercibida salvo cuando se vestía para matar.
Solía requerir mi presencia cada dos o tres semanas. Me avisaba con antelación y casi siempre a primera hora de mi jornada, un poco mas tardía por las preferencias los locales donde servíamos la mercancía. La informatización era incipiente y aunque había ordenadores no disponíamos de tabletas y similar. El departamento de administración picaba a mano los reportes de albaranes en papel. Mi presencia tenía un objetivo claro: una especie de sondeo de las los alcoholes y licores, cambios en las tendencias, implementación de nuevos productos. Por supuesto, las recompensas a locales o la organización en verano y primavera de terrazas o fiestas. Marifé sabía que era un buen conocedor de la noche y mi información y sugerencias le venían a las mil maravillas para introducir nuevos productos o consolidad los existentes.
Los reportes solían durar unos 30/40 minutos. Anotaba en un cuaderno de tapa dura. Habitualmente me presentaba aseado a mi trabajo. Los días de reporte me esmeraba y me cuidaba aun más, por supuesto incluyendo mi perfume talismán. No había ninguna esperanza a priori, jugaba en otra liga. Así de sencillo. Mantenía el rigor y las distancias dentro de la cordialidad. Las distancias, más claras aun. Mejor no crear expectativas.
Profesionales trabajando los dos. Aunque fuese un hombre de Ortega con mis circunstancias y pensamientos libidinosos con sus teta. Prefería mirar al cuadro que colgaba en una de sus paredes.
No solo yo pero…mas tarde sabría que las jefas divinas, a veces, juegan en las ligas de los mortales empleados….

Un día soltó la bomba disfrazada de caramelo
—El viernes por la noche me das una vuelta en la furgoneta. ¿Te parece bien?
—Igual cuando me toque un viaje al caribe.
— Es un asunto de trabajo.
— Como los viajes a las destilerías de ron.
Obvió mi comentario y prosiguió a piñón fijo:
— El viernes por la tarde noche tenemos que ir al Infinity. Hay un evento importante de la destilería ********, producto de importación ( hoy premium). La mercancía estará casi toda salvo alguna que nos llega el viernes a mediodía, estaremos apurados… la llevaremos a ultima hora. Iremos en la furgoneta de reparto, la que utilizas habitualmente.
Me quedé dudando.
— Puedes conducirla tu. Sin problema. Ya sabes donde está el cajetín de las llaves
— No te preocupes por las horas que te las compensamos como quieras. El favor lo tendré en cuenta, muy en cuenta. Ah… la puedes llevar preparada como cualquier fin de semana.
En ese momento pensaba en mi interior…¡Que carbona la Marian! La lengua muy corta y la braga muy fácil . Esta tía piensa con las tetas.
Me adivinó el pensamiento.
— Marian no es exactamente amiga, me llevo bien con ella, como ocurre con mas gente en la empresa.
—¿?
— Ya sabes que algunas mujeres piensan con la entrepierna, no todas je je. Que por cierto, tu y yo sabemos que lo lleva arregladito…
Tocado, desconcertado y hundido.
— Si hombre.. Ya sabes Felipe Bikini.
Y dejo caer una risa irónica.

La Phi**ips bikini trimmer con sus plantillas para recortar vello pubico femenino. Por aquel entonces no era muy frecuente el arreglo de los bajos. Esta maquinita fue lo mas vendido para las mas atrevidas de la época.
— Lo dicho. Vais arreglados los dos…
—???
— La furgoneta y tu… No te olvides oler tan bien como siempre. Cargamos a 19.30 para que nos de tiempo
La mejor ecuación es no crearse grandes expectativas, para lo que los resultados sean completamente satisfactorios.
Como dije antes: mejor expectativas = 0. Lo que venga positivo será.
Me atavié con mi tejano y camisa favoritos, incluido perfume y americana..Maqueado total para no desentonar o, dar el cante lo menos posible. Puntualidad británica.
La jefa, impresionante, con traje oscuro dos piezas, chaqueta cruzada con un botón y bolso a juego. Pelo recogido. Sexy a más no poder. Marifé era consciente, con premeditación y alevosía.
Orden con disfraz amable:
—¿Te importa cargar las cajas del rincón? La que está separada, te la quedas, cortesía del proveedor. No te manches por favor. Subo un momento mientras cargas. Ah…muchas gracias Santiago.
Deposité la mercancía en la parte posterior de la furgoneta y cerré con llave ( entonces todo era manual). Así evitaba su cotilleo en primera instancia y mantendría la curiosidad. Ni me molesté en mirar la caja obsequio. Seguro que haría feliz a mi hermano pequeño, colegas o vecinos a los que les encantaban los regalos de propaganda. Una sorpresa agradable cuando la abrí, aunque hubiera preferido un viaje… jajaja
La jefa se demoraba. Dejé la puerta del copiloto abierta y el motor en marcha al ralentí… Hizo amago de abrir la puerta trasera.
—Jefa… Estamos apurados.
Tomó asiento como copiloto.
La tienes impoluta…
— No hace falta ponerse el cinturón dije ,sin mirarla ni inmutarme .
Ella olía muy bien. Se había retocado, sin duda. Hasta llegar al Infinity tuve mis ojos fijos en la conducción. Podría percibir su perfume, mirando soslayo apreciar las formas y las curvas en el traje a punto de estallar.
Al llegar , me dirigí hacia la trasera del local, donde está ubicado el almacén. La jefa siguió portándose como una jefa mientras saludaba a uno de los socios. El encargado me hizo una seña de dónde debía dejar el pedido que habíamos traído. Regresé a la furgoneta, recompuse mi figura y me colocqué e la americana. Accedí por la puerta principal al local, con el privilegio de saltarme la cola que empezaba a formarse, acompañado del encargado. Cuando me incorporé al grupo, le le estaban dando las gracias a mi jefa. Ella señalándome, dijo al que teníais que dárselas a él.
Uno de los socios llamó al jefe de seguridad y le indicó que nos dejasen entrar sin ningún problema, y que no pagaremos nada.
Mi jefa propuso ir a comer algo, la tarde noche podría hacerse muy larga.Larga y variada

—Vamos al Jarana, ponen unos bocadillos muy ricos.
¿Bocadillos, la jefa? Me la imaginaba con un sandwich mixto de pate y trufa, sin mancharse ni despeinarse.
Pedimos un par de bocadillos de calamares con un par de cañas. Nos sentamos en una mesa al fondo. Marifé soltó el único botón de su chaqueta cruzada. La camisa blanca, mas ajustada de lo habitual y con un par de botones menos, insinuaba mas de lo conveniente. Sin foulard No pude evitar la mirada. Se percató de ello. Disimulé como pude.
— Jefa…Podría haberme dicho que vendría de etiqueta… No me gusta desentonar. Me hubiera puesto de traje, con su pajarita. Me sienta muy bien. En un intento de disimulo.
— La americana no te queda nada mal. No desentonas.
— Ni desentono ni soy de piedra.
Mostró una de sus sonrisas mas sibilinas.
Continuamos con conversaciones banales irrelevantes y yo, procurando evitar mirar a su escote oculto que se adivinaba.
Marifé se disculpó y, en compañía de su bolso, fue al servicio de señoras. ¿Estaría en la semana “fantástica”?
Al regresar abonó la comanda y me ofreció un paquete de chicle mentolado, de la marca mas conocida por entonces Ch**w, clorofila intensa.
—Gracias jefa.
— En cuanto se inaugure la fiesta dejo de ser tu jefa, llámame Fe o Marifé.
— Vale jefa, entonces la jefa será otra.

La jefa laboral quedó desconcertada. Volvió a abotonarse la americana y nos dirigimos al Infinity. Las colas eran largas. Fuimos directamente a la entrada y nos adentramos en el interior, ante la mirada atónita de los que esperaban. Sentí una extraña sensación, mezcla de placer y poder, lo que hoy llaman empoderamiento. ¡Como los ricos! Pensé, acostumbrado a entrar en silencio, por la puerta de atrás, sin audiencia con las luces encendidas y los asientos sobre las mesas. No era mi mundo pero ..¡me encantaba!!

Lo habitual en este tipo de eventos o fiestas temáticas es que las marcas o los proveedores se encarguen directamente. En este caso fue el distribuidor, nuestra empresa la que se hizo cargo. La jefa la representaba. Parecía conocer a todos los jefes “temáticos”como decía Marifé..
Paso la mano por mi espalda, impulsándome hacia adelante. Me susurró al oído,
—No se te ocurra separarte de mi.
—¿Te guardaré las espaldas?
— Algo parecido.
El ambiente, increíble, se percibía. El Infinity tenía varias barras y un espacio central a modo de pista. En un lateral había un expositor de la promoción con un par de ginebras nacionales (una tiene nombre de calle en Málaga) y la otra iniciales. Las otras dos o tres marcas internacionales, todas del mismo distribuidor, el mismo de las tónicas. Entonces no se llamaban premium sino especiales. Tras las fotos de rigor de la prensa local (hoy photocall) se abrió la veda del gintonic. Con cada consumición de este fabricante, te facilitaban un boleto que se canjeaba por artículos de merchandising o propaganda o, mínimo una segunda consumición gratis. Este tipo de fiestas tenían mucho éxito y eran muy rentables tanto para las marcas, distribuidor como el local organizador. No faltaban azafatas impresionantes ataviadas con ropa, no demasiada, con los colores institucionales. Rezumaban poderío y sonrisas, además de otros deseos.
Tanto Marifé como yo teníamos barra libre. La jefa no jefa si tomaba gintonic , dejándose aconsejar por uno de los mandamases de la destilería. Podía apreciarse el esmero en la preparación, quedaban monas las cositas. No las terminaba y probaba otra. Yo con mis consumiciones habituales y no demasiado lejos de mi jefa no jefa, que me daba la bola imprescindible pero me controlaba con la mirada pidiendo quites.
— Santiago ¿me cuidas el bolso? Voy al baño.
Mi intuición me decía que si no llevaba el bolso… no tendría la regla. Esta información importante habitualmente, esa noche no tenía relevancia alguna. No debía hacerme ilusiones. Una jefa por casualidad y aprovechando un farol luminoso, no estaba mal. Dos jefas, inviable. Oteé otros horizontes (sabed que me encanta la expresión y sobre todo hacerlo), gente espectacular, ellos y ellas, de otra liga, divinos. Crucé la mirada con Virtu, una de las camareras, asintió con suya, debió gustarle el bolso de mi jefa colgado en bandolera.
Me encontraba a gusto en la fiesta y no desentonaba. Virtu deslizó a lo largo de la barra una de mis bebidas favoritas: refresco de cola con chorrito de zumo y una corteza de limón en vaso ancho. Le guiñé un ojo.
En ese momento, la voz de Marifé me sorprendió por la espalda:
— Te dejo un momento y estas ligando con la camarera… cuando quedamos en que guardarías mi espalda ¡que tío! Va a tener razón Marian.
Posó la mano, sutilmente, en mi cintura y dijo:
— ¡Que bien bien hueles!… aunque creo que ya te lo he dicho… Acercó su nariz rozando mi cuello, sin llegar a tocarme con el resto del cuerpo
Tomé su bolso para devolvérselo y me giré. Observé atónito.
Se había soltado el pelo y desabotonado la chaqueta y dos botones de su camisa.
Se adivinaba mas de lo que se veía y de perfil se observaba su sujetador conteniendo, a duras penas, dos tetazas. Realmente impresionante. Con cara de jugador de póquer, le devolví el bolso.
— Gracias… muchas gracias.
Pidió una ronda para ambos. Se acercó Virtu con una copa de balón, una botella de ginebra de importación de las que había llevado yo y comenzó a preparar la copa de mi jefa, quien observaba algo al fondo de la barra. Sin que ella lo pudiera apreciar, Virtu me hizo una seña como diciendo que a que esperaba.Presentó la copa preparada y mi refresco de cola, preparado también.
—Chinchín dijo Marifé, ahora ya no soy tu jefa, chocando los vasos.
—Chinchin, respondí, desde ahora la jefa será otra.

Se dio la vuelta, avanzando hacia el borde de la pista. Contorneándose y sabiéndose mirada, no dejaba indiferencia, mas bien deseo. Lo sabía. Virtu, espectadora de excepción no perdía ripio mientras secaba la vajilla. Bordeó el perímetro de la pista, saludó a un par de personas y unos minutos después regresó. ¿Una vuelta de reconocimiento?
— Todo un éxito… refiriéndose al evento. Promete esta nueva ginebra, va a gustar y nos va a dejar una pasta.
— Sin duda. Gente guapa…tratamiento señorial ( hoy VIP). Me ha gustado… lo de Santo Domingo debe ser la poll… la bomba…
—¡¡Pero que pesado eres!! Ahorra y te vas…
La fulminé con la mirada. Se marchó a dar una vuelta al anillo. Apareció unos minutos después y se topó con mi rictus serio.
— Vaya… te debo una disculpa… No procede mi comentario. Te invito a una copa en el Orleans, estaremos mas tranquilos, se puede aparcar la furgoneta, hay sitios. He sido un poco brusca, no han sido formas pero es que… eres muy insistente, no tienes paciencia… no.
— No, no la tengo. Debajo de las tapas de los yogures hay miles de premios. Un timo como una catedral. Mira que he tenido paciencia y he comido yogures…
Me acomodé la americana y respondí afirmativamente con la cabeza. Como buen caballero, cedí el paso y mis dos escáneres, hicieron su trabajo. Follable total.
Nos dirigimos a la furgoneta. Abrí la puerta del conductor y desde dentro la del copiloto.
— Sube.
Arranqué y nos dirigimos al Orleans. Trayecto corto tan silencioso como incómodo. No encontramos aparcamiento en las proximidades y tuvimos que hacerlo un poco mas apartado. Aparque a la primera si maniobra.
Bajamos y antes de cerrar con llave me dijo:
—Me enseñas la parte de atrás? Tengo curiosidad.
— ¿En la parte de atr´s, en la jefa o en las dos?

Anda, abre la puerta.
Cerré ambas puertas, la del copiloto bajando el pitorro del seguro, la del conductor con llave. Este modelo de furgoneta no comunicaba la parte de atrás con la cabina, salvo una pequeña ventana en la parte posterior de la cabina.
Abrí la puerta de atrás, encendí la luz y la invité a pasar.
La parte de atrás…
Oh…. Aquí traes…
Aquí traigo… si…¿Quieres probar y comprobar? Aquí también hay una jefa….
—¿Si..?
— Esta, señalando mi entrepierna.
Se acercó muy despacio… y preguntó_
— ¿Manda mucho? Dile que cierre la puerta por dentro….
No quería caer en trampa alguna, no la hice ni puto caso.
—¡¡Que apañado… con su nevera, sus bebidas..! Se acercó hasta la puerta y la cerró por dentro, adaptando el pestillo. Sabía mas de la furgoneta de lo que imaginaba.
—No exageraba Marian. Además me dijo que el colchón era bastante cómodo.Y me dijo otras cosas, jijiji entre risitas
—Vaya par de cotillas
—Yo no lo llamaría cotilleo. Más bien confidencias.Te deja en buen lugar. Que lo sepas.
—¿Habéis compartido con confidencias o alguna cosa más?
—Tú sí que eres curioso
—No, la curiosa eres tú. ¿No tienes curiosidad en conocer a mi jefa?. Si no la tienes, ¿Porque me has pedido que cierren la puerta . ¿No te apetece tomar nada? Te diría Marian que la ofrecí algo de beber. Estoy bien surtido pero no hoy llego al nivel del Olimpo de importación.
—¿Qué te apetece? O te apetece lo que yo imagino que te apetece? ¿Tengo que regalarte el oído y decirte que estás muy sexy e imponente? ¿que cada vez que te sueltas un botón, sube la temperatura? Mi jefa, dije señalando hacia mi entrepierna, dice que te sueltes un botón más de la camisa. ¡Hazlo!
Marifé se quedó dudando.Acabó llevando despacio su mano derecha hacia el botón, no sin antes acariciar con la yema de sus dedos su pecho izquierdo. Introdujo por debajo el dedo pulgar y junto al índice soltó un botón más.
¿Así está mejor?
—No, estará mejor si te quitas uno más.
Con su camisa blanca entreabierta, se adivinan unos pechos turgentes y apetecibles, aprisionados.
Me miró mordiéndose el labio, introduciendo su mano acariciándose el pezón izquierdo por encima del sujetador. Su mirada, matadoramente lasciva.
—Ya que tienes experiencia en soltar botones, deshazte de los de mi pantalón.
—Se acercó espacio mirándome a los ojos, se agachó y mientras mantenía la mirada, soltó el botón central de mi pantalón.Masajeó primero suavemente, y después con fuerza de paquete, apretando con fuerza. Mi jefa empezaba estar dura.
—Y si aprieto un poco más fuerte?
—Tu misma. O es que te apetece dura muy dura y más que dura? Ahora no vas a apretar más, te vas a levantar y te vas a desnudar lentamente. Primero la americana, déjala con cuidado sobre la caja de allí, no se vaya estropear. Luego, vas a quitarte muy despacito la camisa y vas a bajar la mano para soltar el broche de tus pantalones, déjalos caer. No esperes más. No hagas que la jefa se impaciente. De sobra sabes que ocurre con una jefa impaciente.
Di un pasito hacia atrás, podía sentir su aliento y su perfume. Su respiración entrecortada. Estaba excitada. Comenzó a desvestirse.
—Me gusta que te comportes como una buena chica obediente. Ahora quítate los zapatos como en las películas, lánzalos donde sea, no se va a romper nada.
Me obedeció como una perrita fiel.
—Acaríciate.Primero las tetas y luego baja la mano hacia el pubis. Empieza hacerte un dedo mientras chupas, como si fuera una piruleta de fresa de las que te gustan, tu dedo índice de la otra mano. ¡Recréate!
Así me gusta, si sigues siendo una chica buena, mi jefa va a ser muy generosa y te va a recompensar convenientemente. ¿Cómo quieres que lo haga? ¿Suave? ¿Duro? Bueno para ser más exactos ¿por donde quieres que empiece?
—Como quiera, la jefa, dijo en tono sumiso.Ella manda.

Ven, acércate. Lo hizo despacio, mordiéndose labios y acariciándose el coñito por fuera.
—Bonita lencería como la ropa. Te has vestido para matar y vas a acabar muriendo, pero de gozo.
¡Encomiéndate!
—Ahora, desnúdame a mí, ¡despacio!. Primero la americana y después el resto. Improvisa, estoy seguro de que sabes hacerlo muy bien.
Introdujo ambas manos por mis hombros, acariciando los omóplatos, descendiendo los dedos y bajando hacia mi cintura con un movimiento hábil, echó la americana hacia atrás, aproximándose cruzando al lado contrario. Su cara musito junto a mi oído:
—Eres un cabronazo, me lo habían dicho, lo estoy comprobando, dijo mientras me mordisqueaba el lóbulo de mi oreja. Con sus dedos y sus uñas afiladas, pero recortadas jugueteó con los botones de mi camisa, haciendo incursiones hasta llegar a mis tetillas, pellizcándolas. Alzó un brazo, estirando la manga para sacármela y con un giro hábil me quitó la camisa, dejando la del revés y lanzándola hacia atrás.
En la proximidad, busco mi boca. Nos fundimos en un beso intenso, su lengua era una exploradora hambrienta. Hizo incursiones en todos mis recovecos bucales mientras su mano derecha apretaba firmemente mi culo y su dedo corazón buscaba la rabadilla y presionaba mi ano hacia dentro.
Se olvidó de mi trasero y buscó la parte frontal de mis genitales, metiendo la mano por debajo del slip y palpando mis testículos y mi polla ya empalmada.
--Hola jefa, encantada de conocerla.
Su lengua se enredó mi cuello, recorriéndolo con pequeños. Besitos. Su mano apretaba mis huevos, menos estrujaba.
Apartándola ligeramente hacia atrás, levanté el su brazo con el mío, como si fuese un paso de baile, contemplándola.
La atraje hacia mí, dejándolo caer hacia atrás, como si fuese un paso de tango, la reincorporé girándola y colocando de espaldas, desabroche su sujetador, amasando sus grandes pero durísimas tetas, como sus pezones, mientras con mi mano izquierda, la abrazaba y palpaba su teta derecha mi mano ídem introdujeron en su braguita, acariciando todo el culo y accediendo a su vagina por detrás. Introduje un dedo y estaba completamente encharcado y las braguitas empapadas.Comencé a masturbarla muy despacio con un dedo y luego con otro. Dió un pequeño tirón sin violencia, bajó la ropa interior hasta la rodillas y apreté mi polla sobre su culo mientras continuó masturbándola esta vez frotando su clítoris. No tardo en correrse.
— ¡Quítate las ropa interior!, las braguitas también…. Despacio. Permíteme ver ese conejito arreglado… a ver ……me gusta el arreglo…
—Comprueba si mi jefa está suficientemente preparada para darte tu merecido.
Con obediencia mansa comenzó a engullir mi polla primero despacio y luego hasta dentro.
— ¡Al dente!
— Es el momento de que compruebes si el colchón es como te dijo Marian
La llevé hacia el mismo, tumbándola, con mucha suavidad, mir´ndola fijamente. ¡No podía creerme que la segunda jefa estuviera a punto de caer!
Estiré mi mano hacia una caja que hacía los efectos de mesilla improvisada, buscando un preservativo.Cuando lo tenía en mi mano, Marifé dijo
—No es necesario. Tomo la pastilla. Y me consta que tú eres un chico sano y que te pones gomitas habitualmente. ¡Follame a pelo!
No lo dude ni un instante
Me tumbé junto a ella, girándome hasta qel acople. Al tacto y en el aire con mi pene, busqué la apertura de su vagina, y ayudándome ligeramente con mi mano izquierda, la introduje muy despacio en su coño. Un coño muy jugoso y lubricado, con su matojito arregladito
—¿A qué esperas! ¡¡Fóllame!!
--Shhh. Tu no mandas aquí.
Empecé a bombear con ritmo frenético en la posición del misionero. Fue muy breve porque se corrió de manera rápida. Incrementaba y disminuya mi ritmo y cuando estaba a punto de correrse, me paraba y volvía a intentarlo. Es una vieja táctica que da un gran resultado. Hoy la llaman el orgasmo fallido o algo similar
—Joooo se quejaba. Y volví a repetir el proceso.
Al final, consentí en que se corriera en un par de ocasiones y le dije:
—Es mi turno. Chúpamela sin que me corra, como tú sabes. Vuélvemelo loco
Empezó a mamar como una descosida, con fricción. A veces, un punto molesto, pero era muy agradable tenerla totalmente entregada.
—Puedes correrte dentro si quieres
—No, no hemos terminado. Ven date la vuelta y dame tu boca. Introduje en ella mi verga, y empezó a follarsea.. Cuando estaba muy dura le dije
— Date la vuelta y ponte a cuatro.
Dejé caer un poquito de saliva sobre su culo y apunté con mi prepucio a su ano.Hizo mago de protestar
—Las decisiones de mi jefa no se cuestionan. Voy a entrar por la puerta de atrás. Que lo sepas. Y seguido introduje mi polla de un movimiento seco, llegando hasta el fondo. Empecé a bombear primero despacio y luego con más ritmo e intensidad. Marifé hizo algún amago de protesta pero se calló. Tragaba su culito y de qué manera….
Ella no consiguió correrse, pero a mí me dió un placer tremendo. Después de darle dos o tres series de pollazos más la advertía:
— Es la hora del postre, lo único que no has tomado hoy.
—No me gusta mucho como huele el semen.
—No hace falta que lo huelas, solo tienes que saborearlo y tragarlo, si quieres. Pruébalo
La giré hacia colocando mi boca en suerte:
—Mama hasta que me hagas correr. Habilidades buco manuales demostraba. Consiguió que me corriera rápido, trancando hasta la última gota, no hizo ascos a la lefa de mi jefa. No escupió .
— No me desagrada, añadió mientras se acurrucaba
La arropé con una mantita y nos quedamos ambos muy juntos, su pecho sobre mi cabeza. A escasos centímetros, dos tetas empitonadas, mirándome muy fijamente
Acaricié , primero su cabello y luego el vello público arreglado.
—¿Qué dices de mi mi jefa?
— Dura e implacable. Pero me ha gustado.
—Como tu coñito arreglado, como el de Marián.¿ también a ella la has ordenado y ordeñado?
¿Te gustan los bollos?Podríamos hacer un mix los tres.
—¡Tu lo flipas…!
Y me dio un pico intenso.
—¿ eso es un si?
—Ya veremos dijo uno que nunca vio
 
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5. Marifé.

Marifé, mas cercana y agradable que las otras jefas, tenía carácter y dotes de mando.
En el curre, vestía, como las otras compañeras de jefatura . Con seriedad, faldas o trajes dos piezas que combinaba, a veces, con unos pantalones tejanos oscuros y chaqueta. Gustaba lucir pañuelos sobre la camisa que disimulaban unas tetas a considerar. No se apretaba, textualmente hablando. Fácil imaginar que camuflando el pecho evitaba comentarios desagradables y nuestros disfrutes visuales..
Algunos días vestía mas relajada con unos Le**s 501 negros con camisa holgada por fuera y su inevitable foulard. Esa marca de pantalones estaba hecha para su culo y viceversa. Otros llevaba ropa de sport en una bolsa de deporte, especialmente en primavera y podíamos verla salir de las oficinas con un vaquero y camisetas ceñidos, con gafas de sol y marcando paso tipo militar. El resto lo hacia en su vehículo, un Kaddet rojo.
Unos 40 años muy bien llevados. Divorciada y teñida, lucía melena aleonada propia de un anuncio de champú. Gustaba tomar una copa de vino a la hora de comer. En épocas de jaleo se llevaba el tuperware y comía en la salita habilitada a tal efecto. Nunca faltaba una buena botella de vino compartida con otros compañeros, especialmente con dos de sus colaboradores, Marian y Francis. Solían rematar con café y chocolatinas variadas. Faltaría mas trabajando en la empresa que faltasen estos productos. Sus gustos, bastantes refinados, aunque no alardeara de ello.
Pese a su jerarquía y dotes de mando, tenía el don de saber decir las cosas, en tiempo, lugar y forma adecuadas. A veces era tan sutil, que disfrazaba una orden inmediata en forma de sugerencia. Sugerencia y sugerente, que lo era. Otra de sus habilidades era desplegar antenas, conocía casi todo de todos. Como sabréis mas adelante, ciertas informaciones se las intercambiaban. Muy discreta y celosa con su vida privada, apenas nada sabíamos de ella, salvo que vivía en una zona noble de la ciudad. Utilizaba la salida del garaje para entrar y salir habitualmente. Le gustaba pasar desapercibida salvo cuando se vestía para matar.
Solía requerir mi presencia cada dos o tres semanas. Me avisaba con antelación y casi siempre a primera hora de mi jornada, un poco mas tardía por las preferencias los locales donde servíamos la mercancía. La informatización era incipiente y aunque había ordenadores no disponíamos de tabletas y similar. El departamento de administración picaba a mano los reportes de albaranes en papel. Mi presencia tenía un objetivo claro: una especie de sondeo de las los alcoholes y licores, cambios en las tendencias, implementación de nuevos productos. Por supuesto, las recompensas a locales o la organización en verano y primavera de terrazas o fiestas. Marifé sabía que era un buen conocedor de la noche y mi información y sugerencias le venían a las mil maravillas para introducir nuevos productos o consolidad los existentes.
Los reportes solían durar unos 30/40 minutos. Anotaba en un cuaderno de tapa dura. Habitualmente me presentaba aseado a mi trabajo. Los días de reporte me esmeraba y me cuidaba aun más, por supuesto incluyendo mi perfume talismán. No había ninguna esperanza a priori, jugaba en otra liga. Así de sencillo. Mantenía el rigor y las distancias dentro de la cordialidad. Las distancias, más claras aun. Mejor no crear expectativas.
Profesionales trabajando los dos. Aunque fuese un hombre de Ortega con mis circunstancias y pensamientos libidinosos con sus teta. Prefería mirar al cuadro que colgaba en una de sus paredes.
No solo yo pero…mas tarde sabría que las jefas divinas, a veces, juegan en las ligas de los mortales empleados….

Un día soltó la bomba disfrazada de caramelo
—El viernes por la noche me das una vuelta en la furgoneta. ¿Te parece bien?
—Igual cuando me toque un viaje al caribe.
— Es un asunto de trabajo.
— Como los viajes a las destilerías de ron.
Obvió mi comentario y prosiguió a piñón fijo:
— El viernes por la tarde noche tenemos que ir al Infinity. Hay un evento importante de la destilería ********, producto de importación ( hoy premium). La mercancía estará casi toda salvo alguna que nos llega el viernes a mediodía, estaremos apurados… la llevaremos a ultima hora. Iremos en la furgoneta de reparto, la que utilizas habitualmente.
Me quedé dudando.
— Puedes conducirla tu. Sin problema. Ya sabes donde está el cajetín de las llaves
— No te preocupes por las horas que te las compensamos como quieras. El favor lo tendré en cuenta, muy en cuenta. Ah… la puedes llevar preparada como cualquier fin de semana.
En ese momento pensaba en mi interior…¡Que carbona la Marian! La lengua muy corta y la braga muy fácil . Esta tía piensa con las tetas.
Me adivinó el pensamiento.
— Marian no es exactamente amiga, me llevo bien con ella, como ocurre con mas gente en la empresa.
—¿?
— Ya sabes que algunas mujeres piensan con la entrepierna, no todas je je. Que por cierto, tu y yo sabemos que lo lleva arregladito…
Tocado, desconcertado y hundido.
— Si hombre.. Ya sabes Felipe Bikini.
Y dejo caer una risa irónica.

La Phi**ips bikini trimmer con sus plantillas para recortar vello pubico femenino. Por aquel entonces no era muy frecuente el arreglo de los bajos. Esta maquinita fue lo mas vendido para las mas atrevidas de la época.
— Lo dicho. Vais arreglados los dos…
—???
— La furgoneta y tu… No te olvides oler tan bien como siempre. Cargamos a 19.30 para que nos de tiempo
La mejor ecuación es no crearse grandes expectativas, para lo que los resultados sean completamente satisfactorios. Como dije antes: mejor expectativas = 0. Lo que venga positivo será.

Me atavié con mi tejano y camisa favoritos, incluido perfume y americana..Maqueado total para no desentonar o, dar el cante lo menos posible. Puntualidad británica.
La jefa, impresionante, con traje oscuro dos piezas, chaqueta cruzada con un botón y bolso a juego. Pelo recogido. Sexy a más no poder. Marifé era consciente, con premeditación y alevosía.
Orden con disfraz amable:
—¿Te importa cargar las cajas del rincón? La que está separada, te la quedas, cortesía del proveedor. No te manches por favor. Subo un momento mientras cargas. Ah…muchas gracias Santiago.
Deposité la mercancía en la parte posterior de la furgoneta y cerré con llave ( entonces todo era manual). Así evitaba su cotilleo en primera instancia y mantenrdía la curiosidad. Ni me molesté en mirar la caja obsequio. Seguro que haría feliz a mi hermano pequeño, colegas o vecinos a los que les encantaban los regalos de propaganda. Una sorpresa agradable cuando la abrí aunque hubiera preferido un viaje… jajaja
La jefa se demoraba. Dejé la puerta del copiloto abierta y el motor en marcha al ralentí… Hizo amago de abrir la puerta trasera.
—Jefa… Estamos apurados.
Tomó asiento como copiloto.
La tienes impoluta…
— No hace falta ponerse el cinturón dije ,sin mirarla ni inmutarme .
Ella olía muy bien. Se había retocado, sin duda. Hasta llegar al Infinity tuve mis ojos fijos en la conducción. Podría percibir su perfume, mirando soslayo apreciar las formas y las curvas en el traje a punto de estallar.
Al llegar , me dirigí hacia la trasera del local, donde está ubicado el almacén. La jefa siguió portándose como una jefa mientras saludaba a uno de los socios. El encargado me hizo una seña de dónde debía dejar el pedido que habíamos traído. Regresé a la furgoneta, recompuse mi figura y me colocqué e la americana. Accedí por la puerta principal al local, con el privilegio de saltarme la cola que empezaba a formarse, acompañado del encargado. Cuando me incorporé al grupo, le le estaban dando las gracias a mi jefa. Ella señalándome, dijo al que teníais que dárselas a él.
Uno de los socios llamó al jefe de seguridad y le indicó que nos dejasen entrar sin ningún problema, y que no pagaremos nada.
Mi jefa propuso ir a comer algo, la tarde noche podría hacerse muy larga.Larga y variada

—Vamos al Jarana, ponen unos bocadillos muy ricos.
¿Bocadillos, la jefa? Me la imaginaba con un sandwich mixto de pate y trufa, sin mancharse ni despeinarse.
Pedimos un par de bocadillos de calamares con un par de cañas. Nos sentamos en una mesa al fondo. Marifé soltó el único botón de su chaqueta cruzada. La camisa blanca, mas ajustada de lo habitual y con un par de botones menos, insinuaba mas de lo conveniente. Sin fouladrd No pude evitar la mirada. Se percató de ello. Disimulé como pude.
— Jefa…Podría haberme dicho que vendría de etiqueta… No me gusta desentonar. Me hubiera puesto de traje, con su pajarita. Me sienta muy bien. En un intento de disimulo.
— La americana no te queda nada mal. No desentonas.
— Ni desentono ni soy de piedra.
Mostró una de sus sonrisas mas sibilinas.
Continuamos con conversaciones banales irrelevantes y yo, procurando evitar mirar a su escote oculto que se adivinaba.
Marifé se disculpó y, en compañía de su bolso, fue al servicio de señoras. ¿Estaría en la semana “fantástica”?
Al regresar abonó la comanda y me ofreció un paquete de chicle mentolado, de la marca mas conocida por entonces Ch**w, clorofila intensa.
—Gracias jefa.
— En cuanto se inaugure la fiesta dejo de ser tu jefa, llamame Fe o Marifé.
— Vale jefa, entonces la jefa será otra.

La jefa laboral quedó desconcertada. Volvió a abotonarse la americana y nos dirigimos al Infinity. Las colas eran largas. Fuimos directamente a la entrada y nos adentramos en el interior, ante la mirada atónita de los que esperaban. Sentí una extraña sensación, mezcla de placer y poder, lo que hoy llaman empoderamiento. ¡Como los ricos! Pensé, acostumbrado a entrar en silencio, por la puerta de atrás, sin audiencia con las luces encendidas y los asientos sobre las mesas. No era mi mundo pero ..¡me encantaba!!

Lo habitual en este tipo de eventos o fiestas temáticas es que las marcas o los proveedores se encarguen directamente. En este caso fue el distribuidor, nuestra empresa la que se hizo cargo. La jefa la representaba. Parecía conocer a todos los jefes “temáticos”como decía Marifé..
Paso la mano por mi espalda, impulsándome hacia adelante. Me susurró al oído,
—No se te ocurra separarte de mi.
—¿Te guardaré las espaldas?
— Algo parecido.
El ambiente, increíble, se percibía. El Infinity tenía varias barras y un espacio central a modo de pista. En un lateral había un expositor de la promoción con un par de ginebras nacionales (una tiene nombre de calle en Málaga) y la otra iniciales. Las otras dos o tres marcas internacionales, todas del mismo distribuidor, el mismo de las tónicas. Entonces no se llamaban premium sino especiales. Tras las fotos de rigor de la prensa local ( hoy photocall) se abrió la veda del gintonic. Con cada consumición de este fabricante, te facilitaban un boleto que se canjeaba por artículos de merchandising o propaganda o, mínimo una segunda consumición gratis. Este tipo de fiestas tenían mucho éxito y eran muy rentables tanto para las marcas, distribuidor como el local organizador. No faltaban azafatas impresionantes ataviadas con ropa, no demasiada, con los colores institucionales. Rezumaban poderío y sonrisas, además de otros deseos.
Tanto Marifé como yo teníamos barra libre. La jefa no jefa si tomaba gintonic , dejándose aconsejar por uno de los mandamases de la destilería. Podía apreciarse el esmero en la preparación, quedaban monas las cositas. No las terminaba y probaba otra. Yo con mis consumiciones habituales y no demasiado lejos de mi jefa no jefa, que me daba la bola imprescindible pero me controlaba con la mirada pidiendo quites.
— Santiago ¿me cuidas el bolso? Voy al baño.
Mi intuición me decía que si no llevaba el bolso… no tendría la regla. Esta información importante habitualmente, esa noche no tenía relevancia alguna. No debía hacerme ilusiones. Una jefa por casualidad y aprovechando un farol luminoso, no estaba mal. Dos jefas, inviable. Oteé otros horizontes (sabed que me encanta la expresión y sobre todo hacerlo), gente espectacular, ellos y ellas, de otra liga, divinos. Crucé la mirada con Virtu, una de las camareras, asintió con suya, debió gustarle el bolso de mi jefa colgado en bandolera.
Me encontraba a gusto en la fiestea y no desentonaba. Virtu deslizó a lo largo de la barra una de mis bebidas favoritas: refresco de cola con chorrito de zumo y una corteza de limón en vaso ancho. Le guiñé un ojo.
En ese momento, la voz de Marifé me sorprendió por la espalda:
— Te dejo un momento y estas ligando con la camarera… cuando quedamos en que guardarías mi espalda ¡que tío! Va a tener razón Marian.
Posó la mano, sutilmente, en mi cintura y dijo:
— ¡Que bien bien hueles!… aunque creo que ya te lo he dicho… Acercó su nariz rozando mi cuello, sin llegar a tocarme con el resto del cuerpo
Tomé su bolso para devolvérselo y me giré. Observé atónito.
Se había soltado el pelo y desabotonado la chaqueta y dos botones de su camisa.
Se adivinaba mas de lo que se veía y de perfil se observaba su sujetador conteniendo, a duras penas, dos tetazas. Realmente impresionante. Con cara de jugador de póquer, le devolví el bolso.
— Gracias… muchas gracias.
Pidió una ronda para ambos. Se acercó Virtu con una copa de balón, una botella de ginebra de importación de las que había llevado yo y comenzó a preparar la copa de mi jefa, quien observaba algo al fondo de la barra. Sin que ella lo pudiera apreciar, Virtu me hizo una seña como diciendo que a que esperaba.Presentó la copa preparada y mi refresco de cola, preparado también.
—Chinchín dijo Marifé, ahora ya no soy tu jefa, chocando los vasos.
— Chinchin, respondí, desde ahora la jefa será otra.

Se dio la vuelta, avanzando hacia el borde de la pista. Contorneándose y sabiéndose mirada, no dejaba indiferencia, mas bien deseo. Lo sabía. Virtu, espectadora de excepción no perdía ripio mientras secaba la vajilla. Bordeó el perímetro de la pista, saludó a un par de personas y unos minutos después regresó. ¿Una vuelta de reconocimiento?
— Todo un éxito… refiriéndose al evento. Promete esta nueva ginebra, va a gustar y nos va a dejar una pasta.
— Sin duda. Gente guapa…tratamiento señorial ( hoy VIP). Me ha gustado… lo de Santo Domingo debe ser la pol… la bomba…
—¡¡Pero que pesado eres!! Ahorra y te vas…
La fulminé con la mirada. Se marchó a dar una vuelta al anillo. Apareció unos minutos después y se topó con mi rictus serio.
— Vaya… te debo una disculpa… No procede mi comentario. Te invito a una copa en el Orleans, estaremos mas tranquilos, se puede aparcar la furgoneta, hay sitios. He sido un poco brusca, no han sido formas pero es que… eres muy insistente, no tienes paciencia… no.
— No, no la tengo. Debajo de las tapas de los yogures hay miles de premios. Un timo como una catedral. Mira que he tenido paciencia y he comido yogures…
Me acomodé la americana y respondí afirmativamente con la cabeza. Como buen caballero, cedí el paso y mis dos escáneres, hicieron su trabajo. Follable total.
Nos dirigimos a la furgoneta. Abrí la puerta del conductor y desde dentro la del copiloto.
— Sube.
Arranqué y nos dirigimos al Orleans. Trayecto corto tan silencioso como incómodo. No encontramos aparcamiento en las proximidades y tuvimos que hacerlo un poco mas apartado. Aparque a la primera si maniobra.
Bajamos y antes de cerrar con llave me dijo:
—Me enseñas la parte de atrás? Tengo curiosidad.
— ¿En la parte de atras, en la jefa o en las dos?

Anda, abre la puerta.
Cerré ambas puertas, la del copiloto bajando el pitorro del seguro, la del conductor con llave. Este modelo de furgoneta no comunicaba la parte de atrás con la cabina, salvo una pequeña ventana en la parte posterior de la cabina.
Abrí la puerta de atrás, encendí la luz y la invité a pasar.
La parte de atras…
Oh…. Aquí traes…
Aquí traigo… si…¿Quieres probar y comprobar? Aquí también hay una jefa….
—¿Si..?
— Esta señalando la entrepierna.
Se acercó muy despacio… y preguntó_
— ¿Manda mucho? Dile que cierre la puerta por dentro….
No queria caer en trampa alguna, no la hice ni caso.
—¡¡Que apañado… con su nevera, sus bebidas..! Se acercó hasta la puerta y la cerró por dentro, adaptando el pestillo. Sabía mas de la furgoneta de lo que imaginaba
—No exageraba Marian. Además me dijo que el colchón era bastante cómodo.Y me dijo otras cosas, jijiji entre risitas
—Vaya par de cotillas
—Yo no lo llamaría cotilleo. Más bien confidencias.Te deja en buen lugar. Que lo sepas.
—¿Habéis compartido con confidencias o alguna cosa más?
—Tú sí que eres curioso
—No, la curiosa eres tú. No tienes curiosidad en conocer a mi jefa. Si no la tienes, ¿Porque me has pedido que cierren la puerta . ¿No te apetece tomar nada? te diría Marian que la ofrecí algo de beber. Estoy bien surtido pero no hoy llego al nivel del Olimpo de importación.
—Qué te apetece? O te apetece lo que yo imagino que te apetece? ¿Tengo que regalarte el oído y decirte que estás muy sexy e imponente? ¿que cada vez que te sueltas un botón, sube sube la temperatura? Mi jefa, dije señalando hacia mi entrepierna, dice que te sueltes un botón más de la camisa. ¡Hazlo!
Marifé se quedó dudando.Acabó llevando despacio su mano derecha hacia el botón, no sin antes acariciar con la yema de sus dedos su pecho izquierdo. Introdujo por debajo el dedo pulgar y junto al índice soltó un botón más.
¿Así está mejor?
—No, estará mejor si te quitas uno más.
Con su camisa blanca entreabierta, se adivinan unos pechos turgentes y apetecibles.
Me miró mordiéndose el labio, introduciendo su mano acariciándose el pezón izquierdo por encima del sujetador. Su mirada, matadoramente lasciva.
—Ya que tienes experiencia en soltar botones, deshazte de los de mi pantalón.
—Se acercó espacio mirándome a los ojos, se agachó y mientras mantenía la mirada, soltó el botón central de mi pantalón.Masajeó primero suavemente, y después con fuerza de paquete, apretando con fuerza. Mi jefa empezaba estar dura.
—Y si aprieto un poco más fuerte?
—Tu misma. O es que te apetece dura muy dura y más que dura? Ahora no vas a apretar más, te vas a levantar y te vas a desnudar lentamente. Primero la americana, déjala con cuidado sobre la caja de all´, no se vaya estropear. Luego, vas a quitarte muy despacito la camisa y vas a bajar la mano para soltar el broche de tus pantalones, déjalos caer. No esperes más . Se va a impacientar la jefa.
Di un pasito hacia atrás, podía sentir su aliento y su perfume. Su respiración entrecortada. Estaba excitada. Comenzó a desvestirse.
—Me gusta que te comportes como una buena chica obediente. Ahora quítate los zapatos como en las películas, lánzalos donde sea, no se va a romper nada
Me obedeció como una perrita fiel.
—Acaríciate, primero las tetas y luego baja la mano hacia el pubis. Empieza hacerte un dedo mientras chupas, como si fuera una Piruleta, tu dedo índice de la otra mano. ¡Récreate!
Así me gusta, si sigues siendo una chica buena, mi jefa va a ser muy generosa y te va a recompensar convenientemente. ¿Cómo quieres que lo haga? bueno para ser más exactos ¿por donde quieres que empiece?
—Como quiera, la jefa, dijo en tono sumiso.

Ven, acércate. Lo hizo despacio, mordiéndose labios y acariciándose el coñito por fuera.
—Bonita lencería como la ropa. Te has vestido para matar y vas a acabar muriendo, pero de gozo.
¡Encomiéndate!
—Ahora desnúdame a mí, despacio. Primero la americana y después el resto. Improvisa, estoy seguro de que sabes hacerlo muy bien.
Introdujo ambas manos por mis hombros, acariciando los omoplatos, descendiendo los dedos y bajando hacia mi cintura con un movimiento hábil, echó la americana hacia atrás, aproximándose cruzando al lado contrario. Su cara musito junto a mi oído:
—Eres un cabronazo, me lo habían dicho, lo estoy comprobando, dijo mientras me mordisqueaba el lóbulo de mi oreja. Con sus dedos y sus uñas afiladas, pero recortadas jugueteó con los botones de mi camisa, haciendo incursiones hasta llegar a mis tetillas, pellizcándolas. Alzó un brazo, estirando la manga para sacármela y con un giro hábil me quitó la camisa, dejando la del revés y lanzándola hacia atrás.
En la proximidad, busco mi boca. Nos fundimos en un beso intenso, su lengua era una exploradora hambrienta. Hizo incursiones en todos mis recovecos bucales mientras su mano derecha apretaba firmemente mi culo y su dedo corazón buscaba la rabadilla y presionaba mi ano hacia dentro.
Se olvidó de mi trasero y buscó la parte frontal de mis genitales, metiendo la mano por debajo del slip y palpando mis testículos y mi polla ya empalmada.
Hola jefa, encantada de conocerla.
Su lengua se enredó mi cuello, recorriéndolo con pequeños. Besitos. Su mano apretaba mis huevos, menos estrujaba.
Apartándola ligeramente hacia atrás, levanté el su brazo con el mío, como si fuese un paso de baile, contemplándola.
La atraje hacia mí, dejándolo caer hacia atrás, como si fuese un paso de tango, la reincorporé girándola y colocando de espaldas, desabroche su sujetador, amasando sus grandes pero durísimas tetas, como sus pezones, mientras con mi mano izquierda, la abrazaba y palpaba su teta derecha mi mano ídem introdujeron en su braguita, acariciando todo el culo y accediendo a su vagina por detrás. Introduje un dedo y estaba completamente encharcado y las braguitas empapadas.Comencé a masturbarla muy despacio con un dedo y luego con otro. Dió un pequeño tirón sin violencia, bajo sus braguitas hasta la rodillas y apreté mi polla sobre su culo mientras continuó masturbándola esta vez frotando su clítoris. No tardo en correrse.
— ¡Quitate las ropa interio!, las braguitas también…. Despacio. Permíteme ver ese conejito arreglado… a ver ……me gusta el arreglo…
—Comprueba si mi jefa está suficientemente preparada para darte tu merecido.
Con obediencia mansa comenzó a engullir mi polla primero despacio y luego hasta dentro.
— ¡Al dente!
— Es el momento de que compruebes si el colchón es como te dijo Marian
La llevé hacia el mismo, tumbándola, con mucha suavidad, mirandola fijamente. ¡No podía creerme que la segunda jefa estuviera a punto de caer!
Estiré mi mano hacia una caja que hacía los efectos de mesilla improvisada, buscando un preservativo.Cuando lo tenía en mi mano, Marifé dijo
—No es necesario. Tomo la pastilla. Y me consta que tú eres un chico sano y que te pones gomitas habitualmente. ¡Follame a pelo!
No lo dude ni un instante
Me tumbé junto a ella, girándome hasta qel acople. Al tacto y en el aire con mi pene, busqué la apertura de su vagina, y ayudándome ligeramente con mi mano izquierda, la introduje muy despacio en su coño. Un coño muy jugoso y lubricado, con su matojito arregladito
—¿A qué esperas! ¡¡Follame!!
Empecé a bombear con ritmo frenético en la posición del misionero. Fue muy breve porque se corrió de manera rápida. Incrementaba y disminuya mi ritmo y cuando estaba a punto de correrse, me paraba y volvía a intentarlo. Es una vieja táctica que da un gran resultado. Hoy la llaman el orgasmo fallido o algo similar
—Joooo se quejaba. Y volví a repetir el proceso.
Al final, consentí en que se corriera en un par de ocasiones y le dije:
—Es mi turno. Chúpamela sin que me corra, como tú sabes. Vuélvemelo loco
Empezó a mamar como una descosida, con fricción. A veces, un punto molesto, pero era muy agradable tenerla totalmente entregada.
—Puedes correrte dentro si quieres
—No, no hemos terminado. Ven date la vuelta y dame tu boca. Introduje en ella mi verga, y empezó a follarsea.. Cuando estaba muy dura le dije
— Date la vuelta y ponte a cuatro.
Dejé caer un poquito de saliva sobre su culo y apunté con mi prepucio a su ano.Hizo mago de protestar
—Las decisiones de mi jefa no se cuestionan. Voy a entrar por la puerta de atrás. Que lo sepas. Y seguido introduje mi polla de un movimiento seco, llegando hasta el fondo. Empecé a bombear primero despacio y luego con más ritmo e intensidad. Marifé hizo algún amago de protesta pero se calló. Tragaba su culito y de qué manera….
Ella no consiguió correrse, pero a mí me dió un placer tremendo. Después de darle dos o tres series de pollazos más la advertía:
— Es la hora del postre, lo único que no has tomado hoy.
—No me gusta mucho como huele el semen
—No hace falta que lo huelas, solo tienes que saborearlo y tragarlo, si quieres. Pruébalo
La giré hacia colocando mi boca en suerte:
—Mama hasta que me hagas correr. Habilidades buco manuales demostraba. Consiguió que me corriera rápido, trancando hasta la última gota, no hizo ascos a la lefa de mi jefa. No escupió .
— No me desagrada, añadió mientras se acurrucaba
La arropé con una mantita y nos quedamos ambos muy juntos, su pecho sobre mi cabeza. A escasos centímetros, dos tetas empitonadas, mirándome muy fijamente
Acaricié , primero su cabello y luego el vello público arreglado.
—¿Qué dices de mi mi jefa?
— Dura e implacable. Pero me ha gustado.
—Como tu coñito arreglado, como el de Marián.¿ también a ella la has ordenado y ordeñado?
¿Te gustan los bollos?Podríamos hacer un mix los tres
—¡Tu lo flipas…!
Y me dio un pico intenso.
—¿ eso es un si?
—Ya veremos dijo uno que nunca vio
A por la tercera.. que se entere de quién es la JEFA, que manda realmente ahí.
 
A por la tercera.. que se entere de quién es la JEFA, que manda realmente ahí.
La jefa es una y única.
Las otras "jefas" fuera de la zona de confort laboral dejan de serlo. Con el paso del tiempo, mas rango y menos mando real.
La jefa de otro de los amigos, mandona total dentro y fuera del trabajo, en la cama, viciosa sumisa de manual. Casualidades de la vida, que contaba un exnovio suyo que la sigue "atendiendo" de vez en cuando.
 
La jefa es una y única.
Las otras "jefas" fuera de la zona de confort laboral dejan de serlo. Con el paso del tiempo, mas rango y menos mando real.
La jefa de otro de los amigos, mandona total dentro y fuera del trabajo, en la cama, viciosa sumisa de manual. Casualidades de la vida, que contaba un exnovio suyo que la sigue "atendiendo" de vez en cuando.
Deseando leer más
 
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El título del relato te dirá las jefas que quedan mas un epílogo. Me alegra que te desees leer mas. La realidad, muchas veces, supera a la ficción y el ficticio nombre Yeicob, con su nombre verdadero tenía la habilidad y la labia suficiente para apretar la tecla en el momento adecuado.
Conserva una memoria prodigiosa y la nostalgia, mas que para hablar de sus conquistas, la menciona para los autores de literatura erótica que conoció en la juventud y que tanto le han servido para sus escarceos. El frances, el latín...
Puntos curisosos era decirle a una chica que le hiciera un francés...y si no lo sabía, respondía que "se aprende en un momento, ya verás"
Otra anécdota que nos contó es que le dijo a una chica unos años mayor, desnuda sobre el colchón de la furgoneta que le iba a hacer un cunnilingus. La chica respondió "que ella no hacia cosas raras".
 
El título del relato te dirá las jefas que quedan mas un epílogo. Me alegra que te desees leer mas. La realidad, muchas veces, supera a la ficción y el ficticio nombre Yeicob, con su nombre verdadero tenía la habilidad y la labia suficiente para apretar la tecla en el momento adecuado.
Conserva una memoria prodigiosa y la nostalgia, mas que para hablar de sus conquistas, la menciona para los autores de literatura erótica que conoció en la juventud y que tanto le han servido para sus escarceos. El frances, el latín...
Puntos curisosos era decirle a una chica que le hiciera un francés...y si no lo sabía, respondía que "se aprende en un momento, ya verás"
Otra anécdota que nos contó es que le dijo a una chica unos años mayor, desnuda sobre el colchón de la furgoneta que le iba a hacer un cunnilingus. La chica respondió "que ella no hacia cosas raras".
🤣🤣🤣
 
El título del relato te dirá las jefas que quedan mas un epílogo. Me alegra que te desees leer mas. La realidad, muchas veces, supera a la ficción y el ficticio nombre Yeicob, con su nombre verdadero tenía la habilidad y la labia suficiente para apretar la tecla en el momento adecuado.
Conserva una memoria prodigiosa y la nostalgia, mas que para hablar de sus conquistas, la menciona para los autores de literatura erótica que conoció en la juventud y que tanto le han servido para sus escarceos. El frances, el latín...
Puntos curisosos era decirle a una chica que le hiciera un francés...y si no lo sabía, respondía que "se aprende en un momento, ya verás"
Otra anécdota que nos contó es que le dijo a una chica unos años mayor, desnuda sobre el colchón de la furgoneta que le iba a hacer un cunnilingus. La chica respondió "que ella no hacia cosas raras".
Tu colega era sin lugar a dudas un visionario 😂.
Ni te imaginas lo que envidio sus vivencias en toda esta historia!. Deberíais ponerle un monolito en la plaza del barrio
 

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