Tres Jefas.

5. Marifé.

Marifé, mas cercana y agradable que las otras jefas, tenía carácter y dotes de mando.
En el curre, vestía, como las otras compañeras de jefatura . Con seriedad, faldas o trajes dos piezas que combinaba, a veces, con unos pantalones tejanos oscuros y chaqueta. Gustaba lucir pañuelos sobre la camisa que disimulaban unas tetas a considerar. No se apretaba, textualmente hablando. Fácil imaginar que camuflando el pecho evitaba comentarios desagradables y nuestros disfrutes visuales..
Algunos días vestía mas relajada con unos Le**s 501 negros con camisa holgada por fuera y su inevitable foulard. Esa marca de pantalones estaba hecha para su culo y viceversa. Otros llevaba ropa de sport en una bolsa de deporte, especialmente en primavera y podíamos verla salir de las oficinas con un vaquero y camisetas ceñidos, con gafas de sol y marcando paso tipo militar. El resto lo hacia en su vehículo, un Kaddet rojo.
Unos 40 años muy bien llevados. Divorciada y teñida, lucía melena aleonada propia de un anuncio de champú. Gustaba tomar una copa de vino a la hora de comer. En épocas de jaleo se llevaba el tuperware y comía en la salita habilitada a tal efecto. Nunca faltaba una buena botella de vino compartida con otros compañeros, especialmente con dos de sus colaboradores, Marian y Francis. Solían rematar con café y chocolatinas variadas. Faltaría mas trabajando en la empresa que faltasen estos productos. Sus gustos, bastantes refinados, aunque no alardeara de ello.
Pese a su jerarquía y dotes de mando, tenía el don de saber decir las cosas, en tiempo, lugar y forma adecuadas. A veces era tan sutil, que disfrazaba una orden inmediata en forma de sugerencia. Sugerencia y sugerente, que lo era. Otra de sus habilidades era desplegar antenas, conocía casi todo de todos. Como sabréis mas adelante, ciertas informaciones se las intercambiaban. Muy discreta y celosa con su vida privada, apenas nada sabíamos de ella, salvo que vivía en una zona noble de la ciudad. Utilizaba la salida del garaje para entrar y salir habitualmente. Le gustaba pasar desapercibida salvo cuando se vestía para matar.
Solía requerir mi presencia cada dos o tres semanas. Me avisaba con antelación y casi siempre a primera hora de mi jornada, un poco mas tardía por las preferencias los locales donde servíamos la mercancía. La informatización era incipiente y aunque había ordenadores no disponíamos de tabletas y similar. El departamento de administración picaba a mano los reportes de albaranes en papel. Mi presencia tenía un objetivo claro: una especie de sondeo de las los alcoholes y licores, cambios en las tendencias, implementación de nuevos productos. Por supuesto, las recompensas a locales o la organización en verano y primavera de terrazas o fiestas. Marifé sabía que era un buen conocedor de la noche y mi información y sugerencias le venían a las mil maravillas para introducir nuevos productos o consolidad los existentes.
Los reportes solían durar unos 30/40 minutos. Anotaba en un cuaderno de tapa dura. Habitualmente me presentaba aseado a mi trabajo. Los días de reporte me esmeraba y me cuidaba aun más, por supuesto incluyendo mi perfume talismán. No había ninguna esperanza a priori, jugaba en otra liga. Así de sencillo. Mantenía el rigor y las distancias dentro de la cordialidad. Las distancias, más claras aun. Mejor no crear expectativas.
Profesionales trabajando los dos. Aunque fuese un hombre de Ortega con mis circunstancias y pensamientos libidinosos con sus teta. Prefería mirar al cuadro que colgaba en una de sus paredes.
No solo yo pero…mas tarde sabría que las jefas divinas, a veces, juegan en las ligas de los mortales empleados….

Un día soltó la bomba disfrazada de caramelo
—El viernes por la noche me das una vuelta en la furgoneta. ¿Te parece bien?
—Igual cuando me toque un viaje al caribe.
— Es un asunto de trabajo.
— Como los viajes a las destilerías de ron.
Obvió mi comentario y prosiguió a piñón fijo:
— El viernes por la tarde noche tenemos que ir al Infinity. Hay un evento importante de la destilería ********, producto de importación ( hoy premium). La mercancía estará casi toda salvo alguna que nos llega el viernes a mediodía, estaremos apurados… la llevaremos a ultima hora. Iremos en la furgoneta de reparto, la que utilizas habitualmente.
Me quedé dudando.
— Puedes conducirla tu. Sin problema. Ya sabes donde está el cajetín de las llaves
— No te preocupes por las horas que te las compensamos como quieras. El favor lo tendré en cuenta, muy en cuenta. Ah… la puedes llevar preparada como cualquier fin de semana.
En ese momento pensaba en mi interior…¡Que carbona la Marian! La lengua muy corta y la braga muy fácil . Esta tía piensa con las tetas.
Me adivinó el pensamiento.
— Marian no es exactamente amiga, me llevo bien con ella, como ocurre con mas gente en la empresa.
—¿?
— Ya sabes que algunas mujeres piensan con la entrepierna, no todas je je. Que por cierto, tu y yo sabemos que lo lleva arregladito…
Tocado, desconcertado y hundido.
— Si hombre.. Ya sabes Felipe Bikini.
Y dejo caer una risa irónica.

La Phi**ips bikini trimmer con sus plantillas para recortar vello pubico femenino. Por aquel entonces no era muy frecuente el arreglo de los bajos. Esta maquinita fue lo mas vendido para las mas atrevidas de la época.
— Lo dicho. Vais arreglados los dos…
—???
— La furgoneta y tu… No te olvides oler tan bien como siempre. Cargamos a 19.30 para que nos de tiempo
La mejor ecuación es no crearse grandes expectativas, para lo que los resultados sean completamente satisfactorios.
Como dije antes: mejor expectativas = 0. Lo que venga positivo será.
Me atavié con mi tejano y camisa favoritos, incluido perfume y americana..Maqueado total para no desentonar o, dar el cante lo menos posible. Puntualidad británica.
La jefa, impresionante, con traje oscuro dos piezas, chaqueta cruzada con un botón y bolso a juego. Pelo recogido. Sexy a más no poder. Marifé era consciente, con premeditación y alevosía.
Orden con disfraz amable:
—¿Te importa cargar las cajas del rincón? La que está separada, te la quedas, cortesía del proveedor. No te manches por favor. Subo un momento mientras cargas. Ah…muchas gracias Santiago.
Deposité la mercancía en la parte posterior de la furgoneta y cerré con llave ( entonces todo era manual). Así evitaba su cotilleo en primera instancia y mantendría la curiosidad. Ni me molesté en mirar la caja obsequio. Seguro que haría feliz a mi hermano pequeño, colegas o vecinos a los que les encantaban los regalos de propaganda. Una sorpresa agradable cuando la abrí, aunque hubiera preferido un viaje… jajaja
La jefa se demoraba. Dejé la puerta del copiloto abierta y el motor en marcha al ralentí… Hizo amago de abrir la puerta trasera.
—Jefa… Estamos apurados.
Tomó asiento como copiloto.
La tienes impoluta…
— No hace falta ponerse el cinturón dije ,sin mirarla ni inmutarme .
Ella olía muy bien. Se había retocado, sin duda. Hasta llegar al Infinity tuve mis ojos fijos en la conducción. Podría percibir su perfume, mirando soslayo apreciar las formas y las curvas en el traje a punto de estallar.
Al llegar , me dirigí hacia la trasera del local, donde está ubicado el almacén. La jefa siguió portándose como una jefa mientras saludaba a uno de los socios. El encargado me hizo una seña de dónde debía dejar el pedido que habíamos traído. Regresé a la furgoneta, recompuse mi figura y me colocqué e la americana. Accedí por la puerta principal al local, con el privilegio de saltarme la cola que empezaba a formarse, acompañado del encargado. Cuando me incorporé al grupo, le le estaban dando las gracias a mi jefa. Ella señalándome, dijo al que teníais que dárselas a él.
Uno de los socios llamó al jefe de seguridad y le indicó que nos dejasen entrar sin ningún problema, y que no pagaremos nada.
Mi jefa propuso ir a comer algo, la tarde noche podría hacerse muy larga.Larga y variada

—Vamos al Jarana, ponen unos bocadillos muy ricos.
¿Bocadillos, la jefa? Me la imaginaba con un sandwich mixto de pate y trufa, sin mancharse ni despeinarse.
Pedimos un par de bocadillos de calamares con un par de cañas. Nos sentamos en una mesa al fondo. Marifé soltó el único botón de su chaqueta cruzada. La camisa blanca, mas ajustada de lo habitual y con un par de botones menos, insinuaba mas de lo conveniente. Sin foulard No pude evitar la mirada. Se percató de ello. Disimulé como pude.
— Jefa…Podría haberme dicho que vendría de etiqueta… No me gusta desentonar. Me hubiera puesto de traje, con su pajarita. Me sienta muy bien. En un intento de disimulo.
— La americana no te queda nada mal. No desentonas.
— Ni desentono ni soy de piedra.
Mostró una de sus sonrisas mas sibilinas.
Continuamos con conversaciones banales irrelevantes y yo, procurando evitar mirar a su escote oculto que se adivinaba.
Marifé se disculpó y, en compañía de su bolso, fue al servicio de señoras. ¿Estaría en la semana “fantástica”?
Al regresar abonó la comanda y me ofreció un paquete de chicle mentolado, de la marca mas conocida por entonces Ch**w, clorofila intensa.
—Gracias jefa.
— En cuanto se inaugure la fiesta dejo de ser tu jefa, llámame Fe o Marifé.
— Vale jefa, entonces la jefa será otra.

La jefa laboral quedó desconcertada. Volvió a abotonarse la americana y nos dirigimos al Infinity. Las colas eran largas. Fuimos directamente a la entrada y nos adentramos en el interior, ante la mirada atónita de los que esperaban. Sentí una extraña sensación, mezcla de placer y poder, lo que hoy llaman empoderamiento. ¡Como los ricos! Pensé, acostumbrado a entrar en silencio, por la puerta de atrás, sin audiencia con las luces encendidas y los asientos sobre las mesas. No era mi mundo pero ..¡me encantaba!!

Lo habitual en este tipo de eventos o fiestas temáticas es que las marcas o los proveedores se encarguen directamente. En este caso fue el distribuidor, nuestra empresa la que se hizo cargo. La jefa la representaba. Parecía conocer a todos los jefes “temáticos”como decía Marifé..
Paso la mano por mi espalda, impulsándome hacia adelante. Me susurró al oído,
—No se te ocurra separarte de mi.
—¿Te guardaré las espaldas?
— Algo parecido.
El ambiente, increíble, se percibía. El Infinity tenía varias barras y un espacio central a modo de pista. En un lateral había un expositor de la promoción con un par de ginebras nacionales (una tiene nombre de calle en Málaga) y la otra iniciales. Las otras dos o tres marcas internacionales, todas del mismo distribuidor, el mismo de las tónicas. Entonces no se llamaban premium sino especiales. Tras las fotos de rigor de la prensa local (hoy photocall) se abrió la veda del gintonic. Con cada consumición de este fabricante, te facilitaban un boleto que se canjeaba por artículos de merchandising o propaganda o, mínimo una segunda consumición gratis. Este tipo de fiestas tenían mucho éxito y eran muy rentables tanto para las marcas, distribuidor como el local organizador. No faltaban azafatas impresionantes ataviadas con ropa, no demasiada, con los colores institucionales. Rezumaban poderío y sonrisas, además de otros deseos.
Tanto Marifé como yo teníamos barra libre. La jefa no jefa si tomaba gintonic , dejándose aconsejar por uno de los mandamases de la destilería. Podía apreciarse el esmero en la preparación, quedaban monas las cositas. No las terminaba y probaba otra. Yo con mis consumiciones habituales y no demasiado lejos de mi jefa no jefa, que me daba la bola imprescindible pero me controlaba con la mirada pidiendo quites.
— Santiago ¿me cuidas el bolso? Voy al baño.
Mi intuición me decía que si no llevaba el bolso… no tendría la regla. Esta información importante habitualmente, esa noche no tenía relevancia alguna. No debía hacerme ilusiones. Una jefa por casualidad y aprovechando un farol luminoso, no estaba mal. Dos jefas, inviable. Oteé otros horizontes (sabed que me encanta la expresión y sobre todo hacerlo), gente espectacular, ellos y ellas, de otra liga, divinos. Crucé la mirada con Virtu, una de las camareras, asintió con suya, debió gustarle el bolso de mi jefa colgado en bandolera.
Me encontraba a gusto en la fiesta y no desentonaba. Virtu deslizó a lo largo de la barra una de mis bebidas favoritas: refresco de cola con chorrito de zumo y una corteza de limón en vaso ancho. Le guiñé un ojo.
En ese momento, la voz de Marifé me sorprendió por la espalda:
— Te dejo un momento y estas ligando con la camarera… cuando quedamos en que guardarías mi espalda ¡que tío! Va a tener razón Marian.
Posó la mano, sutilmente, en mi cintura y dijo:
— ¡Que bien bien hueles!… aunque creo que ya te lo he dicho… Acercó su nariz rozando mi cuello, sin llegar a tocarme con el resto del cuerpo
Tomé su bolso para devolvérselo y me giré. Observé atónito.
Se había soltado el pelo y desabotonado la chaqueta y dos botones de su camisa.
Se adivinaba mas de lo que se veía y de perfil se observaba su sujetador conteniendo, a duras penas, dos tetazas. Realmente impresionante. Con cara de jugador de póquer, le devolví el bolso.
— Gracias… muchas gracias.
Pidió una ronda para ambos. Se acercó Virtu con una copa de balón, una botella de ginebra de importación de las que había llevado yo y comenzó a preparar la copa de mi jefa, quien observaba algo al fondo de la barra. Sin que ella lo pudiera apreciar, Virtu me hizo una seña como diciendo que a que esperaba.Presentó la copa preparada y mi refresco de cola, preparado también.
—Chinchín dijo Marifé, ahora ya no soy tu jefa, chocando los vasos.
—Chinchin, respondí, desde ahora la jefa será otra.

Se dio la vuelta, avanzando hacia el borde de la pista. Contorneándose y sabiéndose mirada, no dejaba indiferencia, mas bien deseo. Lo sabía. Virtu, espectadora de excepción no perdía ripio mientras secaba la vajilla. Bordeó el perímetro de la pista, saludó a un par de personas y unos minutos después regresó. ¿Una vuelta de reconocimiento?
— Todo un éxito… refiriéndose al evento. Promete esta nueva ginebra, va a gustar y nos va a dejar una pasta.
— Sin duda. Gente guapa…tratamiento señorial ( hoy VIP). Me ha gustado… lo de Santo Domingo debe ser la poll… la bomba…
—¡¡Pero que pesado eres!! Ahorra y te vas…
La fulminé con la mirada. Se marchó a dar una vuelta al anillo. Apareció unos minutos después y se topó con mi rictus serio.
— Vaya… te debo una disculpa… No procede mi comentario. Te invito a una copa en el Orleans, estaremos mas tranquilos, se puede aparcar la furgoneta, hay sitios. He sido un poco brusca, no han sido formas pero es que… eres muy insistente, no tienes paciencia… no.
— No, no la tengo. Debajo de las tapas de los yogures hay miles de premios. Un timo como una catedral. Mira que he tenido paciencia y he comido yogures…
Me acomodé la americana y respondí afirmativamente con la cabeza. Como buen caballero, cedí el paso y mis dos escáneres, hicieron su trabajo. Follable total.
Nos dirigimos a la furgoneta. Abrí la puerta del conductor y desde dentro la del copiloto.
— Sube.
Arranqué y nos dirigimos al Orleans. Trayecto corto tan silencioso como incómodo. No encontramos aparcamiento en las proximidades y tuvimos que hacerlo un poco mas apartado. Aparque a la primera si maniobra.
Bajamos y antes de cerrar con llave me dijo:
—Me enseñas la parte de atrás? Tengo curiosidad.
— ¿En la parte de atr´s, en la jefa o en las dos?

Anda, abre la puerta.
Cerré ambas puertas, la del copiloto bajando el pitorro del seguro, la del conductor con llave. Este modelo de furgoneta no comunicaba la parte de atrás con la cabina, salvo una pequeña ventana en la parte posterior de la cabina.
Abrí la puerta de atrás, encendí la luz y la invité a pasar.
La parte de atrás…
Oh…. Aquí traes…
Aquí traigo… si…¿Quieres probar y comprobar? Aquí también hay una jefa….
—¿Si..?
— Esta, señalando mi entrepierna.
Se acercó muy despacio… y preguntó_
— ¿Manda mucho? Dile que cierre la puerta por dentro….
No quería caer en trampa alguna, no la hice ni puto caso.
—¡¡Que apañado… con su nevera, sus bebidas..! Se acercó hasta la puerta y la cerró por dentro, adaptando el pestillo. Sabía mas de la furgoneta de lo que imaginaba.
—No exageraba Marian. Además me dijo que el colchón era bastante cómodo.Y me dijo otras cosas, jijiji entre risitas
—Vaya par de cotillas
—Yo no lo llamaría cotilleo. Más bien confidencias.Te deja en buen lugar. Que lo sepas.
—¿Habéis compartido con confidencias o alguna cosa más?
—Tú sí que eres curioso
—No, la curiosa eres tú. ¿No tienes curiosidad en conocer a mi jefa?. Si no la tienes, ¿Porque me has pedido que cierren la puerta . ¿No te apetece tomar nada? Te diría Marian que la ofrecí algo de beber. Estoy bien surtido pero no hoy llego al nivel del Olimpo de importación.
—¿Qué te apetece? O te apetece lo que yo imagino que te apetece? ¿Tengo que regalarte el oído y decirte que estás muy sexy e imponente? ¿que cada vez que te sueltas un botón, sube la temperatura? Mi jefa, dije señalando hacia mi entrepierna, dice que te sueltes un botón más de la camisa. ¡Hazlo!
Marifé se quedó dudando.Acabó llevando despacio su mano derecha hacia el botón, no sin antes acariciar con la yema de sus dedos su pecho izquierdo. Introdujo por debajo el dedo pulgar y junto al índice soltó un botón más.
¿Así está mejor?
—No, estará mejor si te quitas uno más.
Con su camisa blanca entreabierta, se adivinan unos pechos turgentes y apetecibles, aprisionados.
Me miró mordiéndose el labio, introduciendo su mano acariciándose el pezón izquierdo por encima del sujetador. Su mirada, matadoramente lasciva.
—Ya que tienes experiencia en soltar botones, deshazte de los de mi pantalón.
—Se acercó espacio mirándome a los ojos, se agachó y mientras mantenía la mirada, soltó el botón central de mi pantalón.Masajeó primero suavemente, y después con fuerza de paquete, apretando con fuerza. Mi jefa empezaba estar dura.
—Y si aprieto un poco más fuerte?
—Tu misma. O es que te apetece dura muy dura y más que dura? Ahora no vas a apretar más, te vas a levantar y te vas a desnudar lentamente. Primero la americana, déjala con cuidado sobre la caja de allí, no se vaya estropear. Luego, vas a quitarte muy despacito la camisa y vas a bajar la mano para soltar el broche de tus pantalones, déjalos caer. No esperes más. No hagas que la jefa se impaciente. De sobra sabes que ocurre con una jefa impaciente.
Di un pasito hacia atrás, podía sentir su aliento y su perfume. Su respiración entrecortada. Estaba excitada. Comenzó a desvestirse.
—Me gusta que te comportes como una buena chica obediente. Ahora quítate los zapatos como en las películas, lánzalos donde sea, no se va a romper nada.
Me obedeció como una perrita fiel.
—Acaríciate.Primero las tetas y luego baja la mano hacia el pubis. Empieza hacerte un dedo mientras chupas, como si fuera una piruleta de fresa de las que te gustan, tu dedo índice de la otra mano. ¡Recréate!
Así me gusta, si sigues siendo una chica buena, mi jefa va a ser muy generosa y te va a recompensar convenientemente. ¿Cómo quieres que lo haga? ¿Suave? ¿Duro? Bueno para ser más exactos ¿por donde quieres que empiece?
—Como quiera, la jefa, dijo en tono sumiso.Ella manda.

Ven, acércate. Lo hizo despacio, mordiéndose labios y acariciándose el coñito por fuera.
—Bonita lencería como la ropa. Te has vestido para matar y vas a acabar muriendo, pero de gozo.
¡Encomiéndate!
—Ahora, desnúdame a mí, ¡despacio!. Primero la americana y después el resto. Improvisa, estoy seguro de que sabes hacerlo muy bien.
Introdujo ambas manos por mis hombros, acariciando los omóplatos, descendiendo los dedos y bajando hacia mi cintura con un movimiento hábil, echó la americana hacia atrás, aproximándose cruzando al lado contrario. Su cara musito junto a mi oído:
—Eres un cabronazo, me lo habían dicho, lo estoy comprobando, dijo mientras me mordisqueaba el lóbulo de mi oreja. Con sus dedos y sus uñas afiladas, pero recortadas jugueteó con los botones de mi camisa, haciendo incursiones hasta llegar a mis tetillas, pellizcándolas. Alzó un brazo, estirando la manga para sacármela y con un giro hábil me quitó la camisa, dejando la del revés y lanzándola hacia atrás.
En la proximidad, busco mi boca. Nos fundimos en un beso intenso, su lengua era una exploradora hambrienta. Hizo incursiones en todos mis recovecos bucales mientras su mano derecha apretaba firmemente mi culo y su dedo corazón buscaba la rabadilla y presionaba mi ano hacia dentro.
Se olvidó de mi trasero y buscó la parte frontal de mis genitales, metiendo la mano por debajo del slip y palpando mis testículos y mi polla ya empalmada.
--Hola jefa, encantada de conocerla.
Su lengua se enredó mi cuello, recorriéndolo con pequeños. Besitos. Su mano apretaba mis huevos, menos estrujaba.
Apartándola ligeramente hacia atrás, levanté el su brazo con el mío, como si fuese un paso de baile, contemplándola.
La atraje hacia mí, dejándolo caer hacia atrás, como si fuese un paso de tango, la reincorporé girándola y colocando de espaldas, desabroche su sujetador, amasando sus grandes pero durísimas tetas, como sus pezones, mientras con mi mano izquierda, la abrazaba y palpaba su teta derecha mi mano ídem introdujeron en su braguita, acariciando todo el culo y accediendo a su vagina por detrás. Introduje un dedo y estaba completamente encharcado y las braguitas empapadas.Comencé a masturbarla muy despacio con un dedo y luego con otro. Dió un pequeño tirón sin violencia, bajó la ropa interior hasta la rodillas y apreté mi polla sobre su culo mientras continuó masturbándola esta vez frotando su clítoris. No tardo en correrse.
— ¡Quítate las ropa interior!, las braguitas también…. Despacio. Permíteme ver ese conejito arreglado… a ver ……me gusta el arreglo…
—Comprueba si mi jefa está suficientemente preparada para darte tu merecido.
Con obediencia mansa comenzó a engullir mi polla primero despacio y luego hasta dentro.
— ¡Al dente!
— Es el momento de que compruebes si el colchón es como te dijo Marian
La llevé hacia el mismo, tumbándola, con mucha suavidad, mir´ndola fijamente. ¡No podía creerme que la segunda jefa estuviera a punto de caer!
Estiré mi mano hacia una caja que hacía los efectos de mesilla improvisada, buscando un preservativo.Cuando lo tenía en mi mano, Marifé dijo
—No es necesario. Tomo la pastilla. Y me consta que tú eres un chico sano y que te pones gomitas habitualmente. ¡Follame a pelo!
No lo dude ni un instante
Me tumbé junto a ella, girándome hasta qel acople. Al tacto y en el aire con mi pene, busqué la apertura de su vagina, y ayudándome ligeramente con mi mano izquierda, la introduje muy despacio en su coño. Un coño muy jugoso y lubricado, con su matojito arregladito
—¿A qué esperas! ¡¡Fóllame!!
--Shhh. Tu no mandas aquí.
Empecé a bombear con ritmo frenético en la posición del misionero. Fue muy breve porque se corrió de manera rápida. Incrementaba y disminuya mi ritmo y cuando estaba a punto de correrse, me paraba y volvía a intentarlo. Es una vieja táctica que da un gran resultado. Hoy la llaman el orgasmo fallido o algo similar
—Joooo se quejaba. Y volví a repetir el proceso.
Al final, consentí en que se corriera en un par de ocasiones y le dije:
—Es mi turno. Chúpamela sin que me corra, como tú sabes. Vuélvemelo loco
Empezó a mamar como una descosida, con fricción. A veces, un punto molesto, pero era muy agradable tenerla totalmente entregada.
—Puedes correrte dentro si quieres
—No, no hemos terminado. Ven date la vuelta y dame tu boca. Introduje en ella mi verga, y empezó a follarsea.. Cuando estaba muy dura le dije
— Date la vuelta y ponte a cuatro.
Dejé caer un poquito de saliva sobre su culo y apunté con mi prepucio a su ano.Hizo mago de protestar
—Las decisiones de mi jefa no se cuestionan. Voy a entrar por la puerta de atrás. Que lo sepas. Y seguido introduje mi polla de un movimiento seco, llegando hasta el fondo. Empecé a bombear primero despacio y luego con más ritmo e intensidad. Marifé hizo algún amago de protesta pero se calló. Tragaba su culito y de qué manera….
Ella no consiguió correrse, pero a mí me dió un placer tremendo. Después de darle dos o tres series de pollazos más la advertía:
— Es la hora del postre, lo único que no has tomado hoy.
—No me gusta mucho como huele el semen.
—No hace falta que lo huelas, solo tienes que saborearlo y tragarlo, si quieres. Pruébalo
La giré hacia colocando mi boca en suerte:
—Mama hasta que me hagas correr. Habilidades buco manuales demostraba. Consiguió que me corriera rápido, trancando hasta la última gota, no hizo ascos a la lefa de mi jefa. No escupió .
— No me desagrada, añadió mientras se acurrucaba
La arropé con una mantita y nos quedamos ambos muy juntos, su pecho sobre mi cabeza. A escasos centímetros, dos tetas empitonadas, mirándome muy fijamente
Acaricié , primero su cabello y luego el vello público arreglado.
—¿Qué dices de mi mi jefa?
— Dura e implacable. Pero me ha gustado.
—Como tu coñito arreglado, como el de Marián.¿ también a ella la has ordenado y ordeñado?
¿Te gustan los bollos?Podríamos hacer un mix los tres.
—¡Tu lo flipas…!
Y me dio un pico intenso.
—¿ eso es un si?
—Ya veremos dijo uno que nunca vio
Yeicob es admirable y todo un estratega. La literatura erótica le ha dado conocimiento y repertorio
La ecuación expectativa / riesgo es una genialidad elemental. Y dejar que las jefas vayan entrando ellas solitas en la jaula es una mezcla a partes iguales mérito, habilidad y paciencia.
A eso añadele la personalidad que tiene, que genera una seguridad en si mismo que las mujeres perciben con su sexto sentido. Si a una de estas jefas le hubiera dudado, la habria cagado vilmente.
 
Yeicob es admirable y todo un estratega. La literatura erótica le ha dado conocimiento y repertorio
La ecuación expectativa / riesgo es una genialidad elemental. Y dejar que las jefas vayan entrando ellas solitas en la jaula es una mezcla a partes iguales mérito, habilidad y paciencia.
A eso añadele la personalidad que tiene, que genera una seguridad en si mismo que las mujeres perciben con su sexto sentido. Si a una de estas jefas le hubiera dudado, la habria cagado vilmente.
En aquella epoca tenía mucho mérito. Una de las claves del éxito era su labia + furgoneta. No era fácil encontrar un lugar donde "culminar"
 
En aquella epoca tenía mucho mérito. Una de las claves del éxito era su labia + furgoneta. No era fácil encontrar un lugar donde "culminar"
En mi profesión hay bastante “chulo piscinas” y en una conversación, recuerdo a un compañero decirle a otros dos “del perfil antes mencionado”:

“Vosotros os creeis que se folla mas por ir de guapos y bien apretaos… y se folla más teniendo labia y sobre todo no teniendo prisa por dejar de comerse un coño (20 minutos mínimo)”

La verdad nos reimos mucho con su aporte y bajo mi punto de vista, no exento de razón
 
En mi profesión hay bastante “chulo piscinas” y en una conversación, recuerdo a un compañero decirle a otros dos “del perfil antes mencionado”:

“Vosotros os creeis que se folla mas por ir de guapos y bien apretaos… y se folla más teniendo labia y sobre todo no teniendo prisa por dejar de comerse un coño (20 minutos mínimo)”

La verdad nos reimos mucho con su aporte y bajo mi punto de vista, no exento de razón
Totalmente de acuerdo.
Yeicob es un tipo mas bien discreto, de perfil bajo, observador. Una de sus frases o mini teorias es la " economia de bala". Hay que apretar el gatillo cuando es necesario o la posibilidad de acierto es alta.
El ser un observador es fundamental. No porque seas capaz de descifrar el encriptado de los códigos del deseo femenino, que son evidentes cuando el "ardor" las puede o, como en este caso, se desinhiben por el alcohol o, la mezcla de ambas.
El es muy consciente que las jefas van cayendo por un conjunto de circunstancias que han jugado a su favor.
Con el resto de chicas fue mas sencillo: sus "ambientes de confort, sus caladeros".
En la época actual sabemos mucho mas de la comunicación no verbal, que si nos da bastantes armas para descifrar códigos, en general y en la seducción. Sin entrar en PNL, psicologías del comportamiento y demas.
"Una pena que estos libros y ensayos no los hubiera ledo entonces" dice ahora, casi convertido en un teórico ya que su pelirroja le ha llenado.
Eso si que es una suerte.
Ya le hemos dicho los colegas a el o a Pumuki de recopilar estas "teorias de madrugada" "tesis docturales de la noche" pero ambos se niegan en redondo. "Codigos de la noche, se cuenta lo contable, el resto se guarda"
 
Última edición:
6. María Victoria. Victoria. La super jefa.

Me di una vuelta por el nuevo garito de copas regentado por Jano, uno de los socios del Quantic, un concepto novedoso de local en la ciudad para aquellos tiempo. Aproveché para acercarle un par de cajas de bourbon que teníamos pendiente de entregar. Al cercarme a la barra vi a las tres jefas. ¿Reunión de pastoras…? ¿Copas vespertinas? ¿café torero? Hoy lo llaman tardeo.
Exclamé:
— ¡Vaya, vaya… el alto estado mayor, las tres súper jefas! ¡A sus ordenes! Dije, alzando la mano derecha extendida hasta mi sien, simulando el saludo militar. Mis comandantas… no me reprochen nada, estoy en horario de oficina y, como bien conoce alguna de uds. (miré fijamente a Bea) mis horarios, a veces, son particulares.
Victoria, la jefa jefaza dijo:
— Horario particular, sin uniforme oficial de la empresa…
Beatriz, riéndose y sin apoyarme, añadió.
—Nosotras, como tu como tú trabajando fuera de horario pero trabajando.
— En serio he venido a traerle un par de caja de un bourbon en especial a Jano, se le había olvidado en el pedido y me preguntó que si no le importaría traerlo esta tarde -noche a primera hora, y a mí no me cuesta nada. Y empalmo. ¿Tengo derecho no? A empalmar, digo, laboralmente hablando, trabajo con el ocio. No vaya a haber malentendidos.
Dejé el albarán de color rosa firmado, junto a la barra, enseñándoselo.
—Habrás traído la furgoneta, dijo Marifé ? Con cierto cachondeo
—Claro, como si no.
Marifé se percató instantáneamente de su gambazo.
—No pienses que se van a considerar como horas extras, dijo Victoria la súper jefa, ni a pagárselas. Me hablaba en tercera persona manteniendo distancias.
—Yo no he pedido nada de eso, simplemente estoy haciendo un favor a la empresa. No es la primera vez. No se preocupe jefa. Se acabó, con horario de oficina se vive muy bien. Me llevo las cajas y las reparto el lunes.
—Tengamos la fiesta en paz, dijo Jano, que acaba de llegar
—¿No le estaréis echando la bronca a Santi? No le voy a hacer la pelota, pero que sepáis que es el único fiable a la hora de contar con la mercancía y con el género. Siempre puntual incluso como hoy cuando le pides un favor que se me había olvidado a mí.
Me vais a permitir que os invite: hizo una seña a la camarera, y al menos de que canta un gallo ha aparecido una botella champán de la viuda francesa más famosa con su etiqueta naranja, que fue descorchada en el momento.
—Que no les falte de nada Raquel. Se despidió de ellas con besos respectivos.
El champán francés no tardó en hacer efecto.
—Sin acritud, levantó la copa Beatriz
Y mirándome fijamente, dijo:
—No hace falta que recuerdes quién de todas es la jefa hoy. No es necesario.
Toma balazo…¿Sabrán algo? ¿Se lo habrán contado entre ellas?
A todo ello, Marifé y la súper jefa se miraron desconcertadas. A Beatriz y Marifé se les escaparon sendas risas kilométricas.
—Me he perdido algo? Dijo Victoria
Más risitas entre las dos, y Marifé se acercó haciendo una semi cobra, y dijo:
—Siempre hueles muy bien , más risitas
—Aunque no lleves el uniforme de la empresa, el conjunto que llevas sienta muy bien.
Preferí no contestar al cumplido. Sonreí
Como por arte de magia, aparecieron cinco vasos de chupito, helados y Raquel
desprecintó una botella de Kn**ka**do 21 años Master Reserve, escocés , mi chupito favorito. Llenó los cinco vasos, elevo el suyo en alto dando un golpe seco sobre la barra vaciándolo en su boca previo brindis.
—Esto es una verdadera delicatessen señoras. Lo distribuye su empresa, y es el hermano mayor de la botella con etiqueta amarilla y letras rojas, el mas vendido.
Cierto que estaba delicioso y a las jefas les encantó el sabor acaramelado.
Raquel sirvió una ronda más y supuso la relajación total para todos. Intercambiamos frases insulsas. Yo no estaba cómodo e imagino que ellas tampoco.
La ley de la barra es la ley de la barra y ellas estaban allí. Dejé mi consumición a medias y cambié de garito. No me apetecía mezclar…
Tal vez repetir con Bea o Marifé pero … obligaba la prudencia. Me despedía amablemente, deseándolas, una buen fin de jornada laboral.
Beatriz me lanzó una mirada demoledora finalizada con una sonrisa. Sabía dónde encontrarme y lo hizo. Pero esa otra historia.

El lunes, cuando llegue a trabajar, tenía una nota de Marifé, la súper jefa, jefaza Victoria quería verme. Con mi ropa de trabajo y uniforme, limpio recién aseado y con mi toque de perfume, me dirigía a su despacho. Me hizo esperar unos minutos, creo que lo hizo aposta. Saludo profesional y cortésmente, guardando distancia.
—¿Eres consciente de que lo que haces?
—No sé a se refiere usted
—Pues a trabajar fuera de horario y a estar circulando con la furgoneta los fines de semana. Esto puede ser una causa objetiva de despido. No sé si sabes las consecuencias que puede tener
—Lo desconozco, sinceramente. Llevo trabajando en la empresa ya cuatro o cinco años y como bien debería saber, puede preguntarlo a las otras jefas, los establecimientos a los que yo reparto no tienen horarios convencionales, algunos abren tarde y otros tienen horarios especiales. A mí nunca me ha importado ni he puesto ninguna pega. Las dos jefas están al tanto. Y como pasó el otro día, si puntualmente hay que acercar algún reparto menor, no me importa hacerlo. Nunca he pedido compensación alguna ni horas ni he reclamado. Si parece mal, pues tienen dos opciones: una despedirme; dos si no me despiden: establecer los horarios y dejen de atender a clientes importantes. Me ciño a los horarios y ningún problema.
La jefa Victoria frunció el ceño.
— Y del uso de la furgoneta ¿que me dice?
—¿Como voy a repartir, si no es la furgoneta?
—Me consta cierta información.
—No sé a qué se refiere jefa
—Que ha sido vista por la noche, a deshoras cerca de ciertas zonas de fiesta.
— Cierto que la utilizo, pero no hago ningún uso indebido de ella.¿ Qué quiere que haga?
—Creo que he sido el único de los empleados, que no ha tenido ningún percance, ninguna rozadura. Puede comprobarlo la furgoneta está impecable. Lo único que encontrará en ella será algunas bebidas y productos que distribuyo.
—Consultaré al departamento jurídico, si tu situación está dentro de la legalidad. Por tu bien ten cuidado. Puedes marcharte. Si hay alguna regularidad me plantearía que hacer contigo. No me voy a complicar, que lo sepas.

Y así me despidió la jefa, con una sensación extraña y contradictoria, no entendía para que me haya llamado si ya sabía lo que tenía que saber. Nada me dijo de las horas que realmente echaba
Bajé con cara de pocos amigos y cierto cabreo.
—Joder.. ¿y esa cara?
— No hagas sangre dijo Carlitos…¿No ves que baja de la planta noble? Seguro que la Victoria, uyss perdón Doña Vicky…le ha felicitado el trimestre.

Me arrancó una sonrisa. Al fin y al cabo, que me despidan. A tomar por culo. Que les den.
No tuve ninguna notificación y volví a tener noticias sobre si estaba cometiendo alguna ilegalidad. Continué mi ritmo de trabajo normal, follando todo lo que podía, pero menos de lo deseable, en mi infalible furgoneta.
Pasaron unas cuantas semanas y no volví a tener noticias de Victoria la jefa de RRHH. Por tanto lo mío no debería ser tan grave. Un sábado por la noche, bajé a tomar unas cañas con el Pumuki y otros amigos. Nos quedamos cerca de la plaza. Después de un par de cañas y algo de picar, me estaba despidiendo de uno de los camareros cuando sentí una voz conocida que se dirige a mí:
—Buenas noches Santiago. Qué tal estás?
Era mi jefa Victoria, que estaba con una amiga en plan informal, con vaquero, camisa casual y chaqueta Podían apreciarse sus formas con mayor facilidad.
Victoria era alta rubia, de peluquería, poco pecho ( una 90 calculo) y delgada, altivez aparte. La escasez de teta la compensaba con un culo potente, realzado con los taconazos que solía usar
En tono distendido me dijo:
— ¿¿Cómo te va todo? ¿Qué tal llevas el finde? ¿No estarás repartiendo? dijo entre bromas.
La miré seriamente
—Por supuesto que no. No tengo uniforme de la empresa.
— ¿Tienes unos minutos? Me gustaría hablar contigo una cosita si no te importa.
—No claro que no, mientras no sea un tema laboral.
— Exactamente no, pero sí, lo es. Te debo una disculpa. La última vez fue muy desagradable contigo. Los informes de ti son buenos, eres un excelente trabajador, siempre dispuesto y me consta que muchos de nuestros clientes te están muy agradecidos. Por tanto, te debo una disculpa y aunque no te lo haya dicho, no tienes que temer por tu trabajo. Es más :disculpa y agradecimiento, no me duelen prendas.
— Se agradece jefa. Uy perdón, estamos fuera de horario y ahora no eres jefa.
— ¿Hay alguna jefa que no conozca? Como la que mencionaste aquella tarde.
— Por supuesto, pero yo soy un espíritu libre
Victoria sonrío.
—¿Aceptas una copa? O lo que quieras. Tómalo como un disculpa personal de buena fe.
—Mi amiga se marcha. ¿Vamos al Alemania 48? ¿Te apetece?
— Vale Doña Victoria.
— Mejor Vicky. Ahora no estamos trabajando.
Victoria se había convertido en Vicky. Tenía dos hijos adolescentes y una vida aburrida. Estos escarceos eran habituales, su marido era un soso que la desatendía, lo sabría mas tarde. No trabajo pero si atrapando al vuelo.
— Me dejó integrara intrigada Marifé el otro día con lo de la furgoneta Avía.., me estás ocultando algo
— Mira Victoria, Vicky no hablemos de trabajo, por favor. Si quieres investigar porque consideras que hay algo ilegal, pues investiga.
—Vale, vale, vale..
Estaba tirando puntadas con hilo. No trabajaba pero se informaba. Algo sospechaba, algo le habían contado, algo sabía.
—Te llevas bien con Marifé y con Beatriz?
—Me llevo bien con todo el mundo, ellos son dos jefas y como usted, perdón, Vicky sois jefas serias y guardo distancia con respeto. Nada más. Sabes de sobra que con Beatriz trato mucho más porque es mi jefa más directa.
—Además no se portan demasiado bien conmigo porque nunca me toca un viaje a Santo Domingo, ji, ji, ji, ji, ji
— Ahí yo no entro. No quiero hablar de trabajo. Aunque te voy a hacer una pregunta personal: de verdad, ¿te parezco tan seria y distante?
— Si te soy sincero, sí, lo eres, o me lo pareces. A veces se agradece un poco más de amabilidad . Pero no quiero hablar de ello. He admitido esta copa como un gesto de buena voluntad por tu parte, pero no me quiero hablar de trabajo. Por favor si quieres me llamas a capítulo a tu despacho y me pones las pilas o lo que quieras
—¿Lo que quiera? Seguro? ¿En mi despacho?
En ese momento, me acordé del diente de Pedro Navaja que relucía en toda la avenida
— Dice Marifé…
— Que dice Marifé. Dice muchas cosas y sabe más que calla.
— …dice que hueles muy bien. ¿Puedo comprobarlo?
Y se acercó poniendo en su cabeza en paralelo, con la mía y acercándose nariz a mi oreja rozando ligeramente el lóbulo.Se retiró hacia atrás, y dijo
— Marifé tiene razón: qué fragancia usas?
—Pues no sé si es perfume, fragancia o de toilette, pero me gusta y es mi pequeño secreto.
— Jooo venga. Vamos qué más te da. Puedo volver a acercarme. Repitió jugada
— Me gusta, sería un buen regalo para mi… padre…
— No tengo más que decir al respecto. Y el tuyo, tú también hueles muy bien y sin pedir permiso, me acerqué y roce con mis labios lóbulo de sus oreja izquierda.
— Sí, señora, hueles muy bien imagino que será un perfume caro, como tu ropa y como el pedazo de bolso que tienes, que aunque sea pequeño en tamaño, es grande en prestancia. Este vaquero, caro también, te sienta fenomenal y te hace un culo estupendo, lo sabes no hace falta que te lo diga.
Sonrío mientras tomaba un sorbo de su copa. La camisa tiene un tacto maravilloso, dije mientras recorría con la yema de mi dedo índice su antebrazo por fuera.
—Eres una jefa elegante, te hago la pelota.. para que luego digas
Me quedé mirándola, sonriendo y expectante
—¿Alguna cosa más?
— Por supuesto, tengo una curiosidad
—¿cual?
—Tu ropa interior. Es igual de elegante y de suave. La braguita ¿es tipo brasileña o convencional? No te veo con una braga vulgar. Aunque no me disgustaría verla. ¿Me equivoco?
Quedó ligeramente desconcertada e instintivamente, su mano se acercó a la botonera y desabotonó uno dejando a la vista un atisbo de su sujetador. Se sabía poderosa, atractiva, creía que llevaba la riendas, haciéndose la tonta. Lo que desconocía es que la jefa no era ella y no tardaría mucho en cabalgar desbocada con la verdadera jefa.
Pidió una copa más, el puntillo de alcohol empezaba desinhibirla.
Hice una señal, camarero para que no me pusiera, aún quedaba la mitad de la mía.
—La verdad es que está muy bien este garito, voy a tener que salir más a menudo. Lo que hoy llaman lenguaje no verbal comenzaba delatarla, aunque le podía la prudencia de portar una alianza. Yo era consciente de que si quería cobrar la pieza, debía ser paciente y sigiloso, acabaría cobrándose ella sola. Riesgo y expectativas =0. La estrategia que tan bien me había funcionado con las otras jefas.
—Volvió a dar otro sorbo a su copa y la dejó sobre la barra. Me miró fijamente, sonriendo.
—Tú tampoco vistes nada mal, clásico, sencillo, elegante y fondo de armario infalible. El 501 te queda fenomenal, corte de pelo curioso, no tienes las uñas negras como la mayoría de tus compañeros y hueles muy bien .Nosotras también nos fijamos, ya sabes que yo lo controlo todo. Todo.
—¿Vamos a empezar otra vez jefa?
Sono Girls Just Want to Have Fun de Cindy Lauper
Vicky comenzó a bailar sensualmente en una baldosa, dejándose llevar como si estuviera sola en el mundo, entrecerraba los ojos y hacia playback

I come home in the morning light, my mother says
When you gonna live your life right?
Oh, mother dear, we're not fortunate ones
And girls, they wanna have fun
Oh, girls just wanna have fun…

Se aproximó de nuevo:
— Soy una pesada ya que no me dices la fragancia que usas puedo disfrutarla una vez más?
Asentí con la cabeza
Aproximó de nuevo su cabeza a la mía, y esta vez fue la comisura de sus labios, la que muy cerquita de mi oreja me dijo
— Me gusta, me gusta como hueles.
Y separo su cabeza hacia atrás dio un trago a su copa. Con el exterior de mi mano derecha roce los dedos de la suya.
.La dije:
—¿ Nos vamos?
Coste oportunidad, situación, de perdidos al rio. Repoker de jefas. Había berros, era el momento de cogerlos.Evidentemente era el momento del demarraje.

Salimos con discreción sin rumbo pero sabíamos dónde íbamos. cCuando las farolas dejaron de ser muy evidentes agarré su cintura y giré mi cuerpo sorprendiendo con un beso.
Respondió girándose y agarrando mis mofletes con ambas manos, mientras me introducía la lengua hasta el fondo.
Tomé su mano y la remolque hacia mí aprovechando la penumbra de la calle. Junto a una pared, volví a besarla intensamente, buscando el el lóbulo de sus orejas y su cuello que mordisqué suavemente, mientras con mi mano derecha, desabotoné los botones inferiores de la camisa para comprobar el tacto de su piel suave e hidratada. Subí mi mano, encontrado su seno izquierdo.Pude recorrer y notar su ropa interior cara. Su teta derecha cabía en mi mano y sus pezones estaban muy erectos, tan duros casi como el pecho. Sieguía besándola, y mi mano fue bajando hacia su pubis, solté el botón de la cintura, deslizando mi mano por exterior de su sexo encharcado. Recostó la cabeza hacia atrás, y gemía mientras le comía el cuello y apartaba ligeramente la parte exterior de su bra guita. Introduje, con mucho cuidado, mi dedo corazón en su coño, totalmente mojado.
Mi dedo índice empezó a frotar con suavidad y pude notar como se tensaba. Pellizque su clítoris. Suavemente empecé a friccionar y en segundos pude notar la humedad de su corrida entre mis dedos.
—Eres un cabrito, acertó a decir
— No, afirmé con rotundidad, soy más: un cabrón. En breve conocerás a la jefa de esta noche, te la voy a presentar. No te defraudara y te va a tratar muy bien, no como otras jefas.
— ¡Cabrón, hueles y sabes bien!
— Tengo una cosa que también te va a gustar
Lo tenía claro sin pensar en las consecuencias. Una temeridad, pero no lo dude.La tomé de la mano y nos dirigíamos hacia donde estaba aparcada la furgoneta, un par de calles más atrás.
Victoria dejaba la mano sobre mi cintura, deslizándola a veces sobre el bolsillo de mi pantalón vaquero, tocándome el culo con el mayor de los descaros.
 
6. María Victoria. Victoria. La super jefa.

Lo tenía claro sin pensar en las consecuencias. Una temeridad, pero no lo dude.La tomé de la mano y nos dirigíamos hacia donde estaba aparcada la furgoneta, un par de calles más atrás.
Jod….saque bolea de manual. Con intriga temeraria.
Es evidente vaque si Victoria no conoce nada, no le han llegado informaciones tiene un sexto sentido atando cabos.
 
Jod….saque bolea de manual. Con intriga temeraria.
Es evidente vaque si Victoria no conoce nada, no le han llegado informaciones tiene un sexto sentido atando cabos.
Sin duda, un profesional de los órdagos. Lo que funciona, no se toca.
Si sería interesante un hilo sobre las personalidades ocultas: tiranos/as de dia, sumisión sin ropa. Cuestión de educación, cultura e incluso religión ( los puritanos con la doble vida son los que mejor se lo montan, más tremendos que el resto) el sexo no convencional es mayoritario desde el origen de los tiempos pero…. Falta atrevimiento, la doble vida es cómoda, lo furtivo nos atrae…
Y luego queda la biología pura: cuando la hembra de la especie ha conseguido objetivos pasa del macho, lo desprecia, se lo comen ( mantis) o fabula “ subterfugios legales” para exprimirlo. Otras, simplemente nadan en aguas tranquilas y, como estás y otras jefas, tienen sus escarceos y vuelven al redil de la tranquilidad.
 
7. Vicky.

De repente, levantó brazo en alto y gritó
—¡Taxi taxi!. Había divisado una luz verde en la cercanía.
Abrió la puerta trasera y me empujó cariñosamente. al interior.
—Nos vamos a un lugar más tranquilo y discreto.
Obedecí sin rechistar a mi jefa de día, con una excepción en la noche.
En el trayecto mantuvo un rictus serio, puso su mano en mi entrepierna, y me dijo:
— Ni una palabra de lo que veas, haga o diga. Discreción total. No lo digo como jefa. Tenlo muy en cuenta, por tu bien. Si dices o cuentas algo, tu jefa deja de serlo.
Y apretó con fuerza mi paquete

¿ Conocía ella lo de mi jefa? Sabía que había contado algo, cuando más que contarlo era una frase. Me surgió la duda.
¿ Quien te ha dicho que no se ha discreto o vaya a contarlo?
Se acercó muy sutilmente y mordisqueando el lóbulo de mi oreja izquierda dijo:
—Por si acaso, deja arrastrarla o
Pagó la carrera y dejó una propina. Entrelazó mis dedos y me dijo
—¡Vamos!
Dimos la vuelta a la manzana. Sacó una llave del bolso abrió el portal y desde el ascensor en completo silencio pero matándonos con las miradas, llegamos hasta el piso de arriba. Era un apartamento con una estancia pequeña, un salón amplio y una de decoración por aquel entonces moderna.
— ¿Quieres algo de beber porque me imagino que tú ya sabes lo que quieres no?
— Tanto como tú, creo que voy a tomar lo mismo.
Ponte cómodo, me dijo, se dirigió al equipo de música y puso una cinta de cassette. Te parecería algo antigua pero no uno de mis novios de la juventud la llamaba baja bragas, le tengo mucho cariño. Comenzó a sonar September Morn de Neil Diamond,
Encendió una lámpara tipo mesita en un rincón.

Me miró fijamente y con el dedo índice, me hizo una seña de que me acercara. Permanece pasivo donde estaba. La miré fijamente y le dije:
— Por si no te han hablado de ella, o si no la conoces, vas a conocer a la jefa, la que hoy manda aquí. Y manda lo que ella diga. ¡Ven!
Lo pronuncié de manera clara, sencilla, mirando los ojos y con firmeza. Obedeció como una niña buena.
Se acercó muy despacio, midiéndome. Acercó sus morros y me dijo
— Eres poco cabroncete, seguro que te lo han dicho alguna vez
— Sí, todas mis jefas de RRHH.
Sonaba Sharing The Night Together de Doctor Hook

— Bueno, preséntame a la jefa a ver si tan dura como parece y tan terrible como dicen.
Mi polla ya estaba madura, tremendamente dura.
— ¿Como dicen? ¿Quien?
— Es un decir….
— Desnúdate, despacito, con cuidado. Recreándote. No te quites la ropa interior.
— Pero …
— ¡Calla y haz lo que te digo!. O si no, seré implacable con el castigo.. Vas a ser una niña buena y obediente?
Miraba con una sonrisa carroña. Insistí
— Claro que si, estoy completamente seguro de que lo vas a hacer, por la cuenta que te tiene.
Estiré mi brazo, acechando su mano derecha, con mi dedo, índice y pulgar, acaricie su alianza matrimonial.
— Puedes dejarla puesta, me da mucho morbo. Seré discreto, no te preocupes, más de lo que te imaginas.

La atraje hacia mí , besándola con intensidad. Les yemas de los dedos acarician su piel fina, hidratada. Olía a gloria y fragancia lujosa. La ropa interior, oscura negra o, quizá, de color tinta, con tacto, muy sedoso. Lencería cara como ella.
Me llamó la atención, la braga tipo fantasía, le sentaba maravillosamente. Se percibía su humedad y por los laterales se escapaba parte de su vello púbico. Esa estampa me puso muy tremendo.
Recorrí con ambas manos la copa de sus pechos. Cabía en ellos a más de una 95 pequeños tersos pezones duritos y rosáceos. Pedían a gritos la libertad y los liberé, pasando ambas manos por detrás de su espalda, mientras su oreja era asaltada por mi boca. Solté los corchetes de sujetador. Amasé ambas tetas con mis manos, apretando especialmente la mano derecha y sobre el dorso de ella y entre los dedos índice y corazón sostuve su pezón, separándolo y succionándolo ligeramente con mis labios, solté la mano y introduje casi entera su teta en mi boca, empezó a gemir
Repetí proceso con la teta derecha. Y le pregunté
—¿ Cuál es tu favorita de las dos.?
La derecha, la derecha dijo echando su cabeza hacia atrás y ofreciéndomela. La repasé, al principio, con suavidad después, aprisionando y esta vez no fueron mis labios, sino mis dientes quienes mordisquearon sutilmente el pezón, por entonces ya duro como una piedra.
La volví a besar intensamente, sondeando todo lo recovecos de su boca. Ella correspondía.
— ¡Basta! dije Vámonos a la cama, no querrás poner perdido el sofá. Con cara de asombro, enganchó mi mano y me condujo hacia el dormitorio. Una cama grande, cerca de 2 m calculo. Encendió la luz de una de las mesillas y tapó la parte de arriba de la lámpara con una especie de paño creando una semipenumbra.
La atraje y la bese, dejando caer mi mano derecha hacia su pubis por fuera de la braguita, friccionando cada vez con más intensidad. Estaba apunto de correrse frené en seco.
— ¡Desnúdame!, le dije. Y se atrevida.
Rodeó mi cuello con ambas manos, mirándome fijamente a los ojos y, empezó a besarme. Deslizó su mano derecha por mi pelo, acariciando la nuca y contorneando mi oreja, pellizcando ligeramente el lóbulo, mientras la mano izquierda hacía un pequeño masaje en mi cabello. Con sutilidad siguió recogiendo mi barbilla y i cara, abriendo y, cerrando sus dedos, la yema de estos generab una sensación de electricidad. Con la mitad de su dedo, índice y pulgar, sujeto mi barbilla y un pequeño tirón y la subió hacia arriba. Sacó su lengua y volvió la comisura de sus labios, y hizo amago de darme un piquito, pero retiró la cabeza hacia atrás. Su dedo índice seccionó de arriba a mi pecho por fuera de la camisa, cual bisturí. Volvió a subir muy despacio y empezó desabotonar el primero, y el segundo cerrados, introduciendo la palma de su mano derecha en mi pecho, pellizcando la tetilla izquierda. La mano bajó hacia abajo, bordeó la cintura, subiendo por la espalda. Hizo el camino inverso y con ambas manos termino de soltar los botones que aún estaban cerrados con un gesto hábil de ambas manos. Retiró la camisa hacia atrás la cual salió volando hacia un rincón
Hizo una pausa, como pensando que paso seguir. Me miró fijamente, me atrajo hacia así, me besó y clavó sus pezones totalmente erectos sobre mí. Mientras me besaba alocadamente metiendo la lengua hasta lo más profundo, su mano derecha descendió hacia la parte externa de mi pantalón, palpando primero, después amasando y finalmente, palmeándolo.
— Me encanta tu culo tan durito, voy a tener que dejar la planta noble y dedicarme a repartir para tener un culo tan duro como el tuyo.
Introdujo los respectivos de los índices de sus manos por dentro de la cintura del pantalón y y la parte del sus uñas recorría mi piel hasta que se fundieron ambos allá donde la espalda empieza a perder su casto nombre. Deshicieron el camino y al llegar hasta el pantalón, con ayuda del dedo pulgar de la mano derecha desabotono primero el botón superior y luego el resto de botones de la bragueta , como empujándolos hacia abajo.
— A ver que tenemos por aquí
— Lo que hay es un slip vulgar y corriente, de la marca de un poseedor de bandera. Los tíos no tenemos una oferta de lencería tan espectacular como la vuestra. Pero lo importante no es el envoltorio, es lo que está detrás. Estás despertando a la bicha.Mi bicha, la jefa que lo sepas. La que manda aquí y ahora.
Mi jefa laboral, semidesnuda ante mí, absorta y sorprendida, cómoda y dejándose llevar. Totalmente, obediente, sumisa, sonriente, expentante.
— Tú no me conoces, no tienes ni puta idea.
— Ni tú de mí.
—Aquí tienes a mi jefa, totalmente dura con mi mano derecha bajé el slip y lo dejé a media pierna.
Vamos no te cortes, ve a saludarla. Dale un besito. Que menos que una presentación correcta.

Y mi jefa laboral, se agachó, se colocó enfrente y empezó a dar besitos al grande, para bordear y lamer el mismo, como si fuese un helado de cucurucho. Se entretenía en la uretra, con la puntita de su lengua, mientras se empezaba a pajear con suavidad como movimientos circulares de arriba abajo. Dejó su mano. Y su boca empezó a engullir con lentitud, a la vez que ensalivada ni polla. La introdujo toda en su boca, llegando hasta la base de mi pubis. Comenzó a ascender y a descender con suavidad, cada dos o tres viajes, paraba y se entretenía con mi capullo, cada vez más ensalivado. La dejé que continuase la mamada. Acariciaba su pelo con mi mano y, de vez en cuando, la frenaba para que su boca no se moviese.La dejaba hacer.
Con cuidado, retiré su boca en mi polla, con la palma de mi mano izquierda, la empuje hacia arriba. Entendió que el momento de levantarse, lo hizo, situándoselo a la altura de mi boca.
Sus braguitas estaban completamente empapadas y pude observar un pequeño charquito entre sus dos pies.
Me lancé a su cuello cual vampiro, mientras mis manos bajaban sus bragas hasta la rodillas, palmeando sus nalgas. Mi mano derecha buscó su pubis, y sin pedir permiso, introdujo el dedo índice en su coño totalmente mojado. Repetí proceso con el dedo corazón, haciéndole una ligera fricción sobre su pubis. La corrida fue inminente.
— Cabrón, cabrón musitaba
— Túmbate y date la vuelta, la dije
Aproveché ese impase para buscar en el bolsillo de las monedas de mi pantalón vaquero un preservativo, que desenfundé y me coloqué.
—El culito en pompa hacia arriba… vengaaa.
La visión de mi jefa de RRHH en posición de semi perrito, con un culazo inmenso a mi merced, no tenía precio alguno. Ni en la mejor de las fantasías pajeras.
Palpé su vulva y semi arrodillado e introduje mi verga con un golpe seco en su en su coñito de madura, rica y pija. Deliciosa
Vicky balbuceó, acerca de la protección,
—No te preocupes, me he puesto una fundida de plástico, tu única preocupación ahora es gozar como una perra. Ya verás .En ese momento inicié un bombeo frenético. Me duró un minuto y medio dos minutos y se corrió totalmente con un chasquido más que considerable. Com mayor ritmo de bombeo, volvió a correrse
— ¡Gira la cabeza!, quiero ver a esos ojitos, esos ojitos disfrutones
Se volvió a correr de nuevo. Me retiré hacia atrás y yo mismo le di la vuelta, preparándomela para la posición del misionero.
La penetré con un pollazo seco, mirándola a los ojos, esto hacían chiribitas.
Solo decía:
—¡Que cabrón que cabrón el Santiaguito!
Cuando notaba que estaba apunto de correrse, me quedaba quieto y le cortaba el ritmo. Protestaba, incluso me daban manotazos. Volví a continuarlo, repitiendo un par de veces más ,hasta que en un movimiento tipo Butragueño en el área, culminé con un pollazo seco hasta lo más profundo de su coño. Soltó un gemido y un chorro grande, se había corrido y quedaba exhausta.
Agarré ambas piernas y la subí hacia ella, casi en un ángulo de 45°. Le dije, cierra los ojos, obedeció.
Con la mano izquierda sujetaba más piernas para que no se viesen abajo y hacer que mi mano hacía mis labios para depositar un salivazo que traslade a su ano, frotándolo con mi dedo índice e introduciéndolo con suavidad.
En ese momento abrió los ojos
— Ella protestó tímidamente, por ahí no.
Sin terminar de llegar a la negativa. Un si disfrazado de no.
— Mi jefa dice que por ahí si. Estoy seguro que a tu a tu maridito se lo tienes prohibido. Hoy vas a gozarlo. Apunté mi grande hacia la entrada del ano haciendo una ligera presión. Estaba tensa y costaba un poquito más.Relájate, duele un poquito al principio, pero te va a acabar gustando. Me vas a pedir mas en el segundo asalto. Cierra los ojos y ábrelos cuando te diga. Si quieres que pare, levanta la mano. Nunca la levantó.

Introduje mi polla suavemente y hasta el fondo de su culo. Con mucho cuidado. Ella protestaba ligeramente momento en el que empecé acariciar su clítoris con mi mano izquierda y a bombear con mucha suavidad
Ya puedes abrirlos, mírame
— ¿Te gusta?
Asentía con la cabeza
— ¿Quieres que la saque?
— noooo, sigue, joder…
— vaya vaya con mi jefa hablando mal
A partir de ese momento las embestidas tomaron velocidad de vértigo, acompasando el metisaca con mi mano izquierda sobre su clítoris
—Me corrrooooo, que ricoooo
Continué el ritmo durante algunos minutos más, y volvió a correrse de nuevo, con menos intensidad. Apenas le quedaban ya fuerzas.
— ahora te toca a ti, acaba conmigo
Vicky se deslizó en busca de mi polla todavía durísima y empezó a mamarla con suavidad, la pajeaba y con la puntita de la lengua, bordeaba mi grande. No tardé mucho correrme. Una o dos latigazos fueron sobre sus labios, hizo un gesto de desagrado. El resto cayó sobre su pecho. Con mis dedos indice y corazón., cogí un poquito de mi semen y lo puse en su boca.
— No me gusta mucho la leche.
Restregué el resto sobre su cara.
— Una de mis amigas dice que es muy bueno para el cutis. Después vas a probar en boca mi lácteo y me dirás si te gusta o no. Estoy sano si es lo que te preocupa

Como una gatita sumisa, se acurrucó junto a mi pecho y me acarició la cara durante un rato.
Una vez que reposamos como dos buenos guerreros le dije: lo prometido es deuda, segundo asalto.
— Cómetela y ponla dura.
Sinin rechistar se la comió y la tuvo dura en un par de minutos. Ella misma abrió un cajón y secó preservativo que me colocó sin dudar. Se sentó sobre mí, empezó a cabalgarme.
—-¡Por todos los dioses del Olimpo! decía mientras tiraba su cuerpo hacia atrás. Estuvo montándome durante varios minutos hasta que noté un líquido calentito en la zona de mi pubis. Se había vuelto a correr.
— Descabalga, dije.
Protestó ligeramente
— Vuelve a montar, con cuidado, pero esta vez métetela en el culo, vamos, no protestes
Lo hizo con mucho cuidado. Estaba cuanto menos molesta
— no te preocupes, es normal
— vamos cabalga jia jia, la dije dándole unos zapatitos, cariñosos en su nalga
Estuvo montándome durante un ratito, se volvió a correr, pero con menos intensidad. Se notaba cansada
— Descabalga, y ponte junto a mí
Le planté un morreo tremendo.Te lo has merecido: eres una excelente amazona, montas muy bien.
Empecé a pajearme con fruición, y cuando estaba apunto de correrme te dije,
—Acércate: bájate y abre la boca.
Protesto ligeramente sin demasiado convencimiento.
— Cómetela no hace falta que la tragues, si no quieres
- Obedeció y una vez que me corrí brutalmente, quedó toda la corrida en su boca
.Saboreala
— ¿Te gusta?
— no me disgusta tenía razón
— haz lo que quieras con ella.
Se levantó, fue al baño a escupirla
Tardo unos minutos y antes de venir, pude percibir el sonido de la cisterna. Se tumbó a mi lado acurrucándose.
— Ya hablaremos de la furgoneta, mientras jugueteaba con mi polla.
 
Última edición:
7. Vicky.

De repente, levantó brazo en alto y gritó
—¡Taxi taxi!. Había divisado una luz verde en la cercanía.
Abrió la puerta trasera y me empujó cariñosamente. al interior.
—Nos vamos a un lugar más tranquilo y discreto.
Obedecí sin rechistar a mi jefa de día, con una excepción en la noche.
En el trayecto mantuvo un rictus serio, puso su mano en mi entrepierna, y me dijo:
— Ni una palabra de lo que veas, haga o diga. Discreción total. No lo digo como jefa. Tenlo muy en cuenta, por tu bien. Si dices o cuentas algo, tu jefa deja de serlo.
Y apretó con fuerza mi paquete

¿ Conocía ella lo de mi jefa? Sabía que había contado algo, cuando más que contarlo era una frase. Me surgió la duda.
¿ Quien te ha dicho que no se ha discreto o vaya a contarlo?
Se acercó muy sutilmente y mordisqueando el lóbulo de mi oreja izquierda dijo:
—Por si acaso, deja arrastrarla o
Pagó la carrera y dejó una propina. Entrelazó mis dedos y me dijo
—¡Vamos!
Dimos la vuelta a la manzana. Sacó una llave del bolso abrió el portal y desde el ascensor en completo silencio pero matándonos con las miradas, llegamos hasta el piso de arriba. Era un apartamento con una estancia pequeña, un salón amplio y una de decoración por aquel entonces moderna.
— ¿Quieres algo de beber porque me imagino que tú ya sabes lo que quieres no?
— Tanto como tú, creo que voy a tomar lo mismo.
Ponte cómodo, me dijo, se dirigió al equipo de música y puso una cinta de cassette. Te parecería algo antigua pero no uno de mis novios de la juventud la llamaba baja bragas, le tengo mucho cariño. Comenzó a sonar September Morn de Neil Diamond,
Encendió una lámpara tipo mesita en un rincón.

Me miró fijamente y con el dedo índice, me hizo una seña de que me acercara. Permanece pasivo donde estaba. La miré fijamente y le dije:
— Por si no te han hablado de ella, o si no la conoces, vas a conocer a la jefa, la que hoy manda aquí. Y manda lo que ella diga. ¡Ven!
Lo pronuncié de manera clara, sencilla, mirando los ojos y con firmeza. Obedeció como una niña buena.
Se acercó muy despacio, midiéndome. Acercó sus morros y me dijo
— Eres poco cabroncete, seguro que te lo han dicho alguna vez
— Sí, todas mis jefas de RRHH.
Sonaba Sharing The Night Together de Doctor Hook

— Bueno, preséntame a la jefa a ver si tan dura como parece y tan terrible como dicen.
Mi polla ya estaba madura, tremendamente dura.
— ¿Como dicen? ¿Quien?
— Es un decir….
— Desnúdate, despacito, con cuidado. Recreándote. No te quites la ropa interior.
— Pero …
— ¡Calla y haz lo que te digo!. O si no, seré implacable con el castigo.. Vas a ser una niña buena y obediente?
Miraba con una sonrisa carroña. Insistí
— Claro que si, estoy completamente seguro de que lo vas a hacer, por la cuenta que te tiene.
Estiré mi brazo, acechando su mano derecha, con mi dedo, índice y pulgar, acaricie su alianza matrimonial.
— Puedes dejarla puesta, me da mucho morbo. Seré discreto, no te preocupes, más de lo que te imaginas.

La atraje hacia mí , besándola con intensidad. Les yemas de los dedos acarician su piel fina, hidratada. Olía a gloria y fragancia lujosa. La ropa interior, oscura negra o, quizá, de color tinta, con tacto, muy sedoso. Lencería cara como ella.
Me llamó la atención, la braga tipo fantasía, le sentaba maravillosamente. Se percibía su humedad y por los laterales se escapaba parte de su vello púbico. Esa estampa me puso muy tremendo.
Recorrí con ambas manos la copa de sus pechos. Cabía en ellos a más de una 95 pequeños tersos pezones duritos y rosáceos. Pedían a gritos la libertad y los liberé, pasando ambas manos por detrás de su espalda, mientras su oreja era asaltada por mi boca. Solté los corchetes de sujetador. Amasé ambas tetas con mis manos, apretando especialmente la mano derecha y sobre el dorso de ella y entre los dedos índice y corazón sostuve su pezón, separándolo y succionándolo ligeramente con mis labios, solté la mano y introduje casi entera su teta en mi boca, empezó a gemir
Repetí proceso con la teta derecha. Y le pregunté
—¿ Cuál es tu favorita de las dos.?
La derecha, la derecha dijo echando su cabeza hacia atrás y ofreciéndomela. La repasé, al principio, con suavidad después, aprisionando y esta vez no fueron mis labios, sino mis dientes quienes mordisquearon sutilmente el pezón, por entonces ya duro como una piedra.
La volví a besar intensamente, sondeando todo lo recovecos de su boca. Ella correspondía.
— ¡Basta! dije Vámonos a la cama, no querrás poner perdido el sofá. Con cara de asombro, enganchó mi mano y me condujo hacia el dormitorio. Una cama grande, cerca de 2 m calculo. Encendió la luz de una de las mesillas y tapó la parte de arriba de la lámpara con una especie de paño creando una semipenumbra.
La atraje y la bese, dejando caer mi mano derecha hacia su pubis por fuera de la braguita, friccionando cada vez con más intensidad. Estaba apunto de correrse frené en seco.
— ¡Desnúdame!, le dije. Y se atrevida.
Rodeó mi cuello con ambas manos, mirándome fijamente a los ojos y, empezó a besarme. Deslizó su mano derecha por mi pelo, acariciando la nuca y contorneando mi oreja, pellizcando ligeramente el lóbulo, mientras la mano izquierda hacía un pequeño masaje en mi cabello. Con sutilidad siguió recogiendo mi barbilla y i cara, abriendo y, cerrando sus dedos, la yema de estos generab una sensación de electricidad. Con la mitad de su dedo, índice y pulgar, sujeto mi barbilla y un pequeño tirón y la subió hacia arriba. Sacó su lengua y volvió la comisura de sus labios, y hizo amago de darme un piquito, pero retiró la cabeza hacia atrás. Su dedo índice seccionó de arriba a mi pecho por fuera de la camisa, cual bisturí. Volvió a subir muy despacio y empezó desabotonar el primero, y el segundo cerrados, introduciendo la palma de su mano derecha en mi pecho, pellizcando la tetilla izquierda. La mano bajó hacia abajo, bordeó la cintura, subiendo por la espalda. Hizo el camino inverso y con ambas manos termino de soltar los botones que aún estaban cerrados con un gesto hábil de ambas manos. Retiró la camisa hacia atrás la cual salió volando hacia un rincón
Hizo una pausa, como pensando que paso seguir. Me miró fijamente, me atrajo hacia así, me besó y clavó sus pezones totalmente erectos sobre mí. Mientras me besaba alocadamente metiendo la lengua hasta lo más profundo, su mano derecha descendió hacia la parte externa de mi pantalón, palpando primero, después amasando y finalmente, palmeándolo.
— Me encanta tu culo tan durito, voy a tener que dejar la planta noble y dedicarme a repartir para tener un culo tan duro como el tuyo.
Introdujo los respectivos de los índices de sus manos por dentro de la cintura del pantalón y y la parte del sus uñas recorría mi piel hasta que se fundieron ambos allá donde la espalda empieza a perder su casto nombre. Deshicieron el camino y al llegar hasta el pantalón, con ayuda del dedo pulgar de la mano derecha desabotono primero el botón superior y luego el resto de botones de la bragueta , como empujándolos hacia abajo.
— A ver que tenemos por aquí
— Lo que hay es un slip vulgar y corriente, de la marca de un poseedor de bandera. Los tíos no tenemos una oferta de lencería tan espectacular como la vuestra. Pero lo importante no es el envoltorio, es lo que está detrás. Estás despertando a la bicha.Mi bicha, la jefa que lo sepas. La que manda aquí y ahora.
Mi jefa laboral, semidesnuda ante mí, absorta y sorprendida, cómoda y dejándose llevar. Totalmente, obediente, sumisa, sonriente, expentante.
— Tú no me conoces, no tienes ni puta idea.
— Ni tú de mí.
—Aquí tienes a mi jefa, totalmente dura con mi mano derecha bajé el slip y lo dejé a media pierna.
Vamos no te cortes, ve a saludarla. Dale un besito. Que menos que una presentación correcta.

Y mi jefa laboral, se agachó, se colocó enfrente y empezó a dar besitos al grande, para bordear y lamer el mismo, como si fuese un helado de cucurucho. Se entretenía en la uretra, con la puntita de su lengua, mientras se empezaba a pajear con suavidad como movimientos circulares de arriba abajo. Dejó su mano. Y su boca empezó a engullir con lentitud, a la vez que ensalivada ni polla. La introdujo toda en su boca, llegando hasta la base de mi pubis. Comenzó a ascender y a descender con suavidad, cada dos o tres viajes, paraba y se entretenía con mi capullo, cada vez más ensalivado. La dejé que continuase la mamada. Acariciaba su pelo con mi mano y, de vez en cuando, la frenaba para que su boca no se moviese.La dejaba hacer.
Con cuidado, retiré su boca en mi polla, con la palma de mi mano izquierda, la empuje hacia arriba. Entendió que el momento de levantarse, lo hizo, situándoselo a la altura de mi boca.
Sus braguitas estaban completamente empapadas y pude observar un pequeño charquito entre sus dos pies.
Me lancé a su cuello cual vampiro, mientras mis manos bajaban sus bragas hasta la rodillas, palmeando sus nalgas. Mi mano derecha buscó su pubis, y sin pedir permiso, introdujo el dedo índice en su coño totalmente mojado. Repetí proceso con el dedo corazón, haciéndole una ligera fricción sobre su pubis. La corrida fue inminente.
— Cabrón, cabrón musitaba
— Túmbate y date la vuelta, la dije
Aproveché ese impase para buscar en el bolsillo de las monedas de mi pantalón vaquero un preservativo, que desenfundé y me coloqué.
—El culito en pompa hacia arriba… vengaaa.
La visión de mi jefa de RRHH en posición de semi perrito, con un culazo inmenso a mi merced, no tenía precio alguno. Ni en la mejor de las fantasías pajeras.
Palpé su vulva y semi arrodillado e introduje mi verga con un golpe seco en su en su coñito de madura, rica y pija. Deliciosa
Vicky balbuceó, acerca de la protección,
—No te preocupes, me he puesto una fundida de plástico, tu única preocupación ahora es gozar como una perra. Ya verás .En ese momento inicié un bombeo frenético. Me duró un minuto y medio dos minutos y se corrió totalmente con un chasquido más que considerable. Com mayor ritmo de bombeo, volvió a correrse
— ¡Gira la cabeza!, quiero ver a esos ojitos, esos ojitos disfrutones
Se volvió a correr de nuevo. Me retiré hacia atrás y yo mismo le di la vuelta, preparándomela para la posición del misionero.
La penetré con un pollazo seco, mirándola a los ojos, esto hacían chiribitas.
Solo decía:
—¡Que cabrón que cabrón el Santiaguito!
Cuando notaba que estaba apunto de correrse, me quedaba quieto y le cortaba el ritmo. Protestaba, incluso me daban manotazos. Volví a continuarlo, repitiendo un par de veces más ,hasta que en un movimiento tipo Butragueño en el área, culminé con un pollazo seco hasta lo más profundo de su coño. Soltó un gemido y un chorro grande, se había corrido y quedaba exhausta.
Agarré ambas piernas y la subí hacia ella, casi en un ángulo de 45°. Le dije, cierra los ojos, obedeció.
Con la mano izquierda sujetaba más piernas para que no se viesen abajo y hacer que mi mano hacía mis labios para depositar un salivazo que traslade a su ano, frotándolo con mi dedo índice e introduciéndolo con suavidad.
En ese momento abrió los ojos
— Ella protestó tímidamente, por ahí no.
Sin terminar de llegar a la negativa. Un si disfrazado de no.
— Mi jefa dice que por ahí si. Estoy seguro que a tu a tu maridito se lo tienes prohibido. Hoy vas a gozarlo. Apunté mi grande hacia la entrada del ano haciendo una ligera presión. Estaba tensa y costaba un poquito más.Relájate, duele un poquito al principio, pero te va a acabar gustando. Me vas a pedir mas en el segundo asalto. Cierra los ojos y ábrelos cuando te diga. Si quieres que pare, levanta la mano. Nunca la levantó.

Introduje mi polla suavemente y hasta el fondo de su culo. Con mucho cuidado. Ella protestaba ligeramente momento en el que empecé acariciar su clítoris con mi mano izquierda y a bombear con mucha suavidad
Ya puedes abrirlos, mírame
— ¿Te gusta?
Asentía con la cabeza
— ¿Quieres que la saque?
— noooo, sigue, joder…
— vaya vaya con mi jefa hablando mal
A partir de ese momento las embestidas tomaron velocidad de vértigo, acompasando el metisaca con mi mano izquierda sobre su clítoris
—Me corrrooooo, que ricoooo
Continué el ritmo durante algunos minutos más, y volvió a correrse de nuevo, con menos intensidad. Apenas le quedaban ya fuerzas.
— ahora te toca a ti, acaba conmigo
Vicky se deslizó en busca de mi polla todavía durísima y empezó a mamarla con suavidad, la pajeaba y con la puntita de la lengua, bordeaba mi grande. No tardé mucho correrme. Una o dos latigazos fueron sobre sus labios, hizo un gesto de desagrado. El resto cayó sobre su pecho. Con mis dedos indice y corazón., cogí un poquito de mi semen y lo puse en su boca.
— No me gusta mucho la leche.
Restregué el resto sobre su cara.
— Una de mis amigas dice que es muy bueno para el cutis. Después vas a probar en boca mi lácteo y me dirás si te gusta o no. Estoy sano si es lo que te preocupa

Como una gatita sumisa, se acurrucó junto a mi pecho y me acarició la cara durante un rato.
Una vez que reposamos como dos buenos guerreros le dije: lo prometido es deuda, segundo asalto.
— Cómetela y ponla dura.
Sinin rechistar se la comió y la tuvo dura en un par de minutos. Ella misma abrió un cajón y secó preservativo que me colocó sin dudar. Se sentó sobre mí, empezó a cabalgarme.
—-¡Por todos los dioses del Olimpo! decía mientras tiraba su cuerpo hacia atrás. Estuvo montándome durante varios minutos hasta que noté un líquido calentito en la zona de mi pubis. Se había vuelto a correr.
— Descabalga, dije.
Protestó ligeramente
— Vuelve a montar, con cuidado, pero esta vez métetela en el culo, vamos, no protestes
Lo hizo con mucho cuidado. Estaba cuanto menos molesta
— no te preocupes, es normal
— vamos cabalga jia jia, la dije dándole unos zapatitos, cariñosos en su nalga
Estuvo montándome durante un ratito, se volvió a correr, pero con menos intensidad. Se notaba cansada
— Descabalga, y ponte junto a mí
Le planté un morreo tremendo.Te lo has merecido: eres una excelente amazona, montas muy bien.
Empecé a pajearme con fruición, y cuando estaba apunto de correrme te dije,
—Acércate: bájate y abre la boca.
Protesto ligeramente sin demasiado convencimiento.
— Cómetela no hace falta que la tragues, si no quieres
- Obedeció y una vez que me corrí brutalmente, quedó toda la rifada en su boca
.Saboreala
— ¿Te gusta?
— no me disgusta tenía razón
— haz lo que quieras con ella.
Se levantó, fue al baño a escupirla
Tardo unos minutos y antes de venir, pude percibir el sonido de la cisterna. Se tumbó a mi lado acurrucándose.
— Ya hablaremos de la furgoneta, mientras jugueteaba con mi polla.
La que lo prueba repite...
 

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