AsmodeoSur
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Este relato que os cuento,me ocurrió no hace mucho tiempo y no podía dejar pasar la oportunidad de contarlo, por lo morboso y poco habitual
La tarde empezó como muchas otras, nada especial, aburrido entré al chat, puse mi mensaje habitual" Busco a hombre casado morboso que le guste mostrar material de su mujer y morbosear, gente seria, Aljarafe" y esperé. La mayoría, lo de siempre, morbo de teclado, fotos repetidas, ganas que no van más allá, de una paja solitaria. Pero ese día, apareció algo inesperado . Casado, 59 años, de Mairena. Directo, con ese tono de quien no promete lo que no va a cumplir. Charlamos largo rato. Me preguntó por mis experiencias y no le oculté nada: desde material compartido, hasta encuentros reales, donde he sido usado para alimentar morbos ocultos. Él escuchaba con atención. Pero lo que me dejó en seco fue su propuesta: “¿Te excitaría más si no te muestro fotos… sino que te sientes frente a mi mujer mientras ella te observa… y yo te la chupo?”. No supe qué responder. Me reí, le dije que parecía de coña. Pero lo decía en serio. Me habló de su mujer, Ana,morena,pelo largo, 57 años, guapa,gordita, tetona (mi perdición) vamos una verdadera milf. Me dejó claro que la norma era simple: no la toques... a menos que ella lo quiera. Y si lo quiere, más te vale estar a la altura.
Pasamos varios días de chat y morbo, hasta que me invitó a su casa (la verdad es que me pensé no ir, pero me pudo la curiosidad y el calentón). Fui con el corazón a mil.
Me dio su dirección, me duche y llegué a la casa, me abrió él. Sonriente, tranquilo. Pero en el fondo, nervioso,me hizo pasar a un salón y allí estaba ella,Ana.
Vestía unos vaqueros ajustados que le marcaban un culo de locura,una camiseta negra sin sujetador, y los labios pintados, uff que boca y que tetas. Sabía lo que iba a pasar. Y le excitaba tener el control.
Nos sentamos,empezamos a hablar y ella ofreció unas bebidas, a lo que le dije que si, estaba nervioso.
Al volver con las bebidas , ya no llevaba los pantalones vaqueros, solo un conjunto negro de lencería. Me miró de arriba abajo. —¿Así es el que venía a correrse en tu boca, Luis? —dijo con tono burlón, sin mirarme a mí, sino a su marido, que asentía con los ojos bajos. —Pónlo más cómodo, que no hemos venido a hablar. Luis se arrodilló a mi lado y me desabrochó el pantalón, me levante un poco y me bajó todo hasta los tobillos excepto el slip, sin decir palabra. Ana se sentó frente a mí, abrió las piernas sobre un sillon y se empezó a tocar por encima de la braga, se acariciaba con firmeza. Mi rabo ya estaba duro cuando Luis empezó a lamerlo por encima del slip. Ana me clavaba los ojos, y al ver que aún no me la sacaban del todo, dijo: —¿A qué esperas? Enséñale con quién se está jugando la polla. Luis me la sacó de un tirón y se la metió en la boca con hambre,no era delicado, no era tímido. Quería tragársela entera, y fracasaba entre arcadas, pero volvía a intentarlo. Me lamía los huevos, subía por el tronco, volvía a mamarme como si estuviera adicto. Y Ana, mientras tanto, se quitó el sujetador. Sus tetas eran grandes, firmes para su edad, con pezones oscuros que pedían lengua. Se acercó sin decir nada, y me los metió en la cara, agarrándome por el pelo. —Lame, zorrito. ¿No venías a disfrutar de una hotwife de verdad? Pues aquí tienes lo que no te mereces. Me rodeó con sus tetas, me encerró entre ellas. Yo no podía más. La mezcla del trabajo sucio de Luis y el dominio de Ana me tenía a punto de estallar. Ella bajó una mano y empezó a pajearme rápido, sin compasión, mirándome a los ojos mientras le decía a su marido: —Prepárate, cerdo. Vas a tragarte toda su leche y así fue. No aguanté más. Gemí entre los pechos de Ana mientras reventaba en la boca de Luis. Él no se apartó. Se la tragó entera, una corrida increíble y Ana, aún con mi rabo empapado entre sus dedos, me soltó una última frase, con media sonrisa: —La próxima vez… si te portas bien, igual te dejo probarme.
La tarde empezó como muchas otras, nada especial, aburrido entré al chat, puse mi mensaje habitual" Busco a hombre casado morboso que le guste mostrar material de su mujer y morbosear, gente seria, Aljarafe" y esperé. La mayoría, lo de siempre, morbo de teclado, fotos repetidas, ganas que no van más allá, de una paja solitaria. Pero ese día, apareció algo inesperado . Casado, 59 años, de Mairena. Directo, con ese tono de quien no promete lo que no va a cumplir. Charlamos largo rato. Me preguntó por mis experiencias y no le oculté nada: desde material compartido, hasta encuentros reales, donde he sido usado para alimentar morbos ocultos. Él escuchaba con atención. Pero lo que me dejó en seco fue su propuesta: “¿Te excitaría más si no te muestro fotos… sino que te sientes frente a mi mujer mientras ella te observa… y yo te la chupo?”. No supe qué responder. Me reí, le dije que parecía de coña. Pero lo decía en serio. Me habló de su mujer, Ana,morena,pelo largo, 57 años, guapa,gordita, tetona (mi perdición) vamos una verdadera milf. Me dejó claro que la norma era simple: no la toques... a menos que ella lo quiera. Y si lo quiere, más te vale estar a la altura.
Pasamos varios días de chat y morbo, hasta que me invitó a su casa (la verdad es que me pensé no ir, pero me pudo la curiosidad y el calentón). Fui con el corazón a mil.
Me dio su dirección, me duche y llegué a la casa, me abrió él. Sonriente, tranquilo. Pero en el fondo, nervioso,me hizo pasar a un salón y allí estaba ella,Ana.
Vestía unos vaqueros ajustados que le marcaban un culo de locura,una camiseta negra sin sujetador, y los labios pintados, uff que boca y que tetas. Sabía lo que iba a pasar. Y le excitaba tener el control.
Nos sentamos,empezamos a hablar y ella ofreció unas bebidas, a lo que le dije que si, estaba nervioso.
Al volver con las bebidas , ya no llevaba los pantalones vaqueros, solo un conjunto negro de lencería. Me miró de arriba abajo. —¿Así es el que venía a correrse en tu boca, Luis? —dijo con tono burlón, sin mirarme a mí, sino a su marido, que asentía con los ojos bajos. —Pónlo más cómodo, que no hemos venido a hablar. Luis se arrodilló a mi lado y me desabrochó el pantalón, me levante un poco y me bajó todo hasta los tobillos excepto el slip, sin decir palabra. Ana se sentó frente a mí, abrió las piernas sobre un sillon y se empezó a tocar por encima de la braga, se acariciaba con firmeza. Mi rabo ya estaba duro cuando Luis empezó a lamerlo por encima del slip. Ana me clavaba los ojos, y al ver que aún no me la sacaban del todo, dijo: —¿A qué esperas? Enséñale con quién se está jugando la polla. Luis me la sacó de un tirón y se la metió en la boca con hambre,no era delicado, no era tímido. Quería tragársela entera, y fracasaba entre arcadas, pero volvía a intentarlo. Me lamía los huevos, subía por el tronco, volvía a mamarme como si estuviera adicto. Y Ana, mientras tanto, se quitó el sujetador. Sus tetas eran grandes, firmes para su edad, con pezones oscuros que pedían lengua. Se acercó sin decir nada, y me los metió en la cara, agarrándome por el pelo. —Lame, zorrito. ¿No venías a disfrutar de una hotwife de verdad? Pues aquí tienes lo que no te mereces. Me rodeó con sus tetas, me encerró entre ellas. Yo no podía más. La mezcla del trabajo sucio de Luis y el dominio de Ana me tenía a punto de estallar. Ella bajó una mano y empezó a pajearme rápido, sin compasión, mirándome a los ojos mientras le decía a su marido: —Prepárate, cerdo. Vas a tragarte toda su leche y así fue. No aguanté más. Gemí entre los pechos de Ana mientras reventaba en la boca de Luis. Él no se apartó. Se la tragó entera, una corrida increíble y Ana, aún con mi rabo empapado entre sus dedos, me soltó una última frase, con media sonrisa: —La próxima vez… si te portas bien, igual te dejo probarme.